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En aquella ocasión fué para mi algo que me sirvió para conocer más a los que iban conmigo que a mi mismo, fué una experiencia interesante, conocí mejor a esos que viajaban conmigo, pero no viví el Camino que me hubiese gustado, yo... esperaba más, pensé que debía repetirlo pero a mi aire, sentir realmente lo que el Camino era y vivirlo de verdad.
El el año 2003, se cumplió mi deseo, fué alucinante, sentí el Camino en toda su esencia, disfruté de cada instante sobre la bici, sufrí sobre el manillar, hice amigos, conocí personajes singulares, vi cosas que anteriormente habían quedado sin ver, y las h. de soledad sobre la bici me sirvieron para reflexionar sobre muchas cosas, fué maravilloso.
El salida fué la que a mi me apeteció y la llegada tambien, en todo momento y todas las decisiones fueron cosa mia, con lo cual la Libertad fué una de las sensaciones mas fuertes que tuve nada mas salir de mi casa, si, porque no decidí a hacer una salida convencional como Roncesvalles o algún punto del Camino, salí desde mi casa, salida que debería plantearse realizar todo peregrino del siglo XXI , tal como lo hacían los del XII.
Cada día salía del albergue con muchas ganas y sin pensar en lo que me podía quedar , sin planear de antemano albergues ni nada, donde uno ve que está a gusto o sus piernas no van, mejor quedarse a descansar y a conocer el lugar y a los lugareños, esa era mi filosofía en el viaje, la cual aconsejo a todos los que quieran realizar el Camino. Nada mas lejos de mi mente que llegar cuanto antes a algún albergue a "pillar" sitio, si lo había tan feliz, si no, cualquier otro sitio era bueno para dormir, pedaleando en casi todas las etapas muchas h. y deteniendome en algunos casos mucho mas tiempo que el que pedaleaba.
Quisiera animar desde esta página a realizar el Camino con tranquilidad, no como un raid, disfrutar de la bici no está reñido con descubrir otras cosas de nosotros mismos y de lo que nos rodea, siempre dentro del respeto a todos los que transitan por el Camino, a los hospitaleros y a cuantos habitantes de los mil lugares por los que pasa el Camino nos encontremos. Cada cual realiza el Camino de manera distinta, lo ve y lo siente a su modo, no se es mas peregrino por hacer mas kilometros o hacerlo a pie, he visto gente hacerlo a pie que realmente no levantan la vista del suelo, no saludan a nadie, no ven nada, solo caminan, solo sufren, tambien he visto hacerlo en carreta tirada por un burro..todo es respetable pero no se es mas que nadie por hacer mas kilometros o sufrir mas en el Camino. Para mi lo importante es relacionarme con otras gentes, ver cosas interesantes, paisajes distintos, reflexionar sobre uno mismo y los demás, en definitiva, sentir el espiritu del Camino y lo que este nos aporta.
Mi estado anímico en la salida lo traduce bien la palabra "incertidumbre", aun sabiendo que comenzaba una aventura que iba a ser preciosa; pero siempre los inicios son duros, alforjas, primera etapa con gran kilometraje para lo acostumbrado por mi, y ruta por carretera, si, 132 km. de asfalto me esperaban, con dos puertos de mediana entidad pero que teniendo en cuenta que no había entrenado prácticamente con alforjas, esperaba que se me hiciesen más duros de lo que al final fueron.
La salida desde casa tras colocar correctamente las alforjas la hice en dirección Soraluce, y lo primero que hice fué mirar arriba, el cielo estaba encapotado y hasta llegar a Landa incluso algunas gotas humedecieron el asfalto. Todo bien, el equipaje bien colocado y adelante, mucho tráfico por la carretera hasta llegar al pie de la primera cota a ascender, Arlabán, con 8 km. de subida, poco tráfico, pero el poco que había era pesado, camiones y autobuses, y lo que es peor, sin arcén prácticamente, así y todo, subí mejor de lo que pensaba. Prácticamente en el alto se encuentra una imagen de la patrona de los ciclistas, la Virgen de Dorleta, lugar en el que recogí una piedra para depositar en la Cruz de Ferro. Seguí hasta Landa, lugar en el que me detuve, a mirar como estaba el equipaje y a comer alguna barrita energética y cacahuetes. Tras pasar la primera dificultad me sentí con mas ánimos para seguir, si había subido eso...Zaldiaran, no sería problema. Seguí mi Camino disfrutando de todo, tranquilamente, hasta llegar a Betoño, a la entrada de Vitoria-Gasteiz. En este lugar vi a un ciclista, al cual le pregunté por la salida mas corta hacia Zaldiaran; este, amablemente me acompañó hasta indicarme el sentido Zaldiaran deseándome suerte en el Camino y sintiendo no poder acompañarme.
Desde la salida de Vitoria, la carretera empieza a empinarse, hasta llegar a la localidad de Berrostegieta, situada en el inicio de lo que es el puerto de Zaldiaran, con sus 5 km. de subida, y algunas rampas importantes, lo subí con bastante alegría, aunque ya empezaba a apretar el calor, en Vitoria ya estaba todo el cielo azul.
Después de una bonita bajada hasta Treviño, me encaminé hacia Zambrana, cogiendo poco antes de esta localidad la carretera que une la N-1 con Haro, buen arcén, pero mucho tráfico, y calor, en un letrero electrónico de una gasolinera marcaba 33º, fue lo que más me hizo sufrir en esta etapa. Antes de llegar a Haro, me tuve que detener en una gasolinera a tomar una coca-cola, seguí camino y pasé un túnel para afrontar seguidamente un fuerte repecho que tras coronar me puso a la vista Haro, llegué tras pasar entre sus bodegas y tras pasar el rio Ebro subí hasta la plaza y me dirigí hasta las dependencias de la Policía Municipal con el fin de sellar por primera vez en mi Camino la Credencial del Peregrino. Pregunté al guardia que me atendió por un buen sitio para comer, y me dirigí a un bar cercano donde di cuenta de un buen bocata y algunas cosas mas.
Sobre las 4 de la tarde salí, con el sol bien alto y pegando fuerte hacia Sto. Domingo, este tramo es aburrido donde los haya, grandes rectas y llanuras, y un calor muy intenso, me tuve que detener a repostar agua y de paso di cuenta de una barrita energética, seguí camino, la carretera reverberaba a lo lejos, y por fin, apareció en lontananza la torre de la catedral de Sto. Domingo de la Calzada, Una vez en el pueblo me dirigí directamente al albergue que ya conocía de mi otra experiencia en el Camino, donde el fraile-hospitalero,(que por cierto era vasco, de Irun) me mostró las instalaciones, las cuales tienen todo lo necesario para el descanso del peregrino y están en muy buen estado de conservación, siendo este albergue uno de los mas bonitos y auténticos del Camino. Ya me encontraba en pleno Camino de Santiago, me duché, cené en un bar que se encontraba en las cercanías ...y a dormir. La única cosa que me preocupó un poco fue un ligero dolor en la pantorrilla derecha, pero teniendo en cuenta el kilometraje, el peso y el calor...era poco dolor.
La fama en el Camino de Sto. Domingo de la Calzada es inmensa, siendo de todos conocida la leyenda que provocó el dicho de "Sto. Domingo de la Calzada donde cantó la gallina después de asada". es por ello que en la catedral se guardan un gallo y una gallina en una jaula, en recuerdo al milagro.
Me levanto a las 7:45 aproximadamente y soy el último que salgo del albergue, toda la gente del albergue al parecer era extranjera y esos madrugan muchisimo pues tienen miedo a caminar con excesivo calor. Encuentro en una calle de Sto. Domingo una degustación y desayuno copiosamente, ya que se presenta una etapa que creo que haré corta pero pero que tiene dureza y no me apetece hacer demasiados kilometros. El día está un poco nubladado internándome en la niebla en la subida hacia Grañón, pueblo en el que me detengo a sellar la credencial, el Camino sigue su tónica ascendente y de sube-baja. Se ven peregrinos pero muy pocos en bicicleta, y al parecer todos extranjeros.
Despues de pasar entre campos por un bonito camino, entro en Belorado, y desayuno de nuevo en un bar de su plaza, ahí me junto con unos alemanes que van haciendo la ruta por carretera y que durmieron en Sto. Domingo, saludos y la consabida exclamación de ¡ Buen Camino! con acento alemán me despiden de Belorado, del cual no veo nada pues están todas las iglesias cerradas.
Sigo adelante con la mente ya puesta en la subida importante que debo afrontar, no me encuentro cansado así que lo único que me preocupa es si lloverá o no. Paso por Redecilla del Camino donde sello la Credencial del Peregrino y sigo hasta Villafranca Montes de Oca, donde comienzan las fuertes rampas de La Pedraja, junto a la Iglesia de Villafranca tengo que ponerme a dar vueltas por la explanada pues no me entra el plato pequeño, al final veo a dos peregrinos extranjeros, (yo pensaba que eran ingleses) y le pido al hombre que me levante la bici para cambiar de plato a mano, pues sería imposible subir La Pedraja con el plato mediano. Estos peregrinos me invitan amablemente a comer cerezas, cosa que acepto pues me encantan, me despido de ellos y empiezo la subida. Los primeros metros, unos 100 aproximadamente son de baldosa , luego empieza un camino trialero imposible de afrontar subido encima de la bici, por lo que bajo de ella y continuo unos 70 o 100 metros más a pie. Seguidamente se puede subir encima de la bici, pero las rampas son durisimas durante unos 500 metros aproximadamente, una francesa me anima, así que me detengo a hablar con ella, bonita excusa para descansar un poco. Sigo hasta la fuente de Mojapán, donde como algo, la niebla lo invade todo y en la soledad de esos parajes las sensaciones son especiales, y uno piensa en aquellos peregrinos medievales con muy pocos medios subiendo este monte, sigo el ascenso hasta la cruz de los caídos que se puede decir que es la cumbre de La Pedraja.
Desde la cruz de los caidos, empieza una bajada impresionante de unos 100 metros hasta un regato que se pasa sobre un puente de madera estrecho y sin protección, a continuación una subida tan fuerte como la bajada que hay que afrontar a pie. Una vez superada esta cuesta el Camino ya es sencillo hasta la llegada a San Juan de Ortega, lugar en el que decido quedarme a dormir, pero debo esperar según me dice la hospitalera, una señora muy maja que se llama Julia, debo esperar a que lleguen todos los de a pie, así que me dice que a las de la tarde o así ya me dirá para entrar. Me deja entrar a ducharme si quiero, cosa que hago encantado, así que me ducho..con agua fria y me voy a comer al único bar del pueblo, todo lleno de peregrinos. En este sitio me dice un peregrino de los de a pie, que le doy pena, que los de en bici no apreciamos el Camino..etc. Le contesto que se lo que es ir a pie, y que en bici es otra sensación tan válida como la de ir a pie, y dejo la cosa ahí, porque no me gusta discutir con fundamentalistas. Tengo la suerte de conocer lo que es el Camino a pie, y se que no es lo mismo que en bici pero no se puede decir que uno en bici no sepa apreciar el Camino, como dije en la Presentación cada uno vive el Camino a su manera, todo es válido y nadie es mas que nadie.
Despues de haber echo la colada diaria, compro un libro que me aconseja la señora hospitalera, muy maja ella, titulado "Diario de un peregrino del siglo XXI", interesante aunque no comparta varias opiniones. Cuando estoy ojeando el libro, veo llegar a tres ciclistas, me dicen que son de Barakaldo dos de ellos y van con otro que es americano de Iowa, se llaman Manu, Rafa y Jeff, nos tomamos unas cervezas y cenamos juntos en el bar, son gente maja y es posible que haga la etapa del día siguiente en su compañía. Salgo del bar y recojo una piedra para depositar en la Cruz de Ferro. Despues nos vamos a dormir, ya que al día siguiente toca otra bonita etapa y hay que afrontarla con fuerza.
El albergue es amplio y es costumbre que el hospitalero ofrezca misa diaria a los peregrinos y luego invite a los mismos a cenar sopas de ajo. En la iglesia se da un fenomeno en dos fechas concretas el veintiuno de marzo y veintiuno de septiembre llamado el milagro de la luz, en esa fechas entra un rayo de luz por una ventana que ilumina el capitel de la Anunciación situado en mitad de la iglesia, bajo este está el sepulcro del Santo.
Me levanto sobre las 7:30 y la señora hospitalera nos invita a desayunar en su cocina, todo un detalle, esta señora se llama Julia. Decido juntarme con los de Barakaldo y el de Iowa, emprendemos la bajada hacia Atapuerca, en el mismo cruce hacia esta localidad famosa por sus yacimientos prehístoricos me separo de ellos y quedamos en reunirnos luego en Burgos, en la plaza de la Catedral, yo afronto directamente las rampas hacia la cima de la sierra de Atapuerca, muy duras y en algunos tramos casi trialeras, por lo que en un par de ocasiones tengo que poner pie a tierra para no caer. En la cima hay una cruz de madera, con piedras alrededor, que recuerda un poco a la Cruz de Ferro. La bajada es muy rápida y cañera, hasta el comienzo de Burgos capital, para entrar hasta su parte vieja hay que pasar un gran poligono industrial en el que me junto con varios italianos con los que ando callejeando hasta que los pierdo en un semáforo. Despues de esto, el primer golpe del Camino; en una curva, meto la rueda delantera en la rigola del agua por lo que me voy de cabeza al suelo, suerte que no viene ningún vehículo por detrás, hubiese sido un accidente grave y no pasó nada, mas que un rasguño en un codo.
Una vez en la plaza de la catedral, me meto en un bar a desayunar bien, haciendo tiempo para que lleguen los amigos de Barakaldo y el Yankie, llegan una hora despues y lamentándose de no haber podido ver nada de los yacimientos de Atapuerca por estar todo cerrado a los visitantes. Nos hacemos varias fotos con la catedral al fondo y la visitamos, y seguimos ruta hacia la salida de la ciudad, pasando por el albergue en el cual pernocté en el año 2000, poco digno para la entidad de Burgos en el Camino.
Seguimos adelante pasando entre trigales y con alguna subida importante aunque no excesivamente larga hasta que llegamos a Hornillos del Camino, lugar en el que nos detenemos a comer, pasamos el rato en la plaza del pueblo, a la sombra recuperandonos y visitamos el albergue de peregrinos en el cual sellamos la credencial. Comemos muy bien y decidimos continuar hasta Castrojeriz, seguimos en un continuo sube-baja entre trigales, pasando junto al arroyo Sanbol, lugar en el que no nos detenemos, aunque a mi me hubiese gustado hacerlo. Llegamos a un alto donde el trigo está verde y parecen olas al ser movidas las espigas por el viento, nos hacemos varias fotos y Rafa pierde una patilla de las gafas por lo ke va solo con una el resto de la etapa. Ya solo queda descender hasta el convento de San Antón, lugar enigmático del Camino, pasando el Camino bajo uno de sus arcos, como si este hubiese transcurrido en el pasado por el interior del convento, cosa que no tengo clara, un lugar fotogénico y con historia.
Ya solo nos queda llegar a Castrojeriz, asentada sobre una ladera y con un castillo en ruinas en todo lo alto, precioso, como preciosas son las vistas desde el pueblo, de un valle en el que se pueden ver mil tonalidades del verde al atardecer. Terminamos en el albergue de San Esteban, muy moderno, tiene el suelo de madera y no se puede acceder con calzado a la zona de dormitorio, lo que da una comodidad añadida. Yo me fuí a cenar a un restaurante llamado "La Taberna" y los colegas decidieron hacerse unos bocatas. Despues a dormir.
Me levanto sobre las 7:30, junto con los tres colegas, bajamos a por las bicis y resulta que la del yankie está pinchada...mientras reparan el pinchazo les digo que les espero en el bar en el que cené la noche anterior. Pasada una hora aparecen, desayunan , y pongo una frase en el libro de vistas del restaurante para que la lea una compañera de trabajo natural del lugar y que es cliente del establecimiento, salimos siguiendo el Camino,, tenemos que afrontar una de las cuestas mas duras del Camino llamada cuesta de Mostelares, dura tanto por su pendiente como por el estado del firme, nos sacamos una foto antes de afrontarla, no la subo excesivamente mal pero se me sale una zapatilla de la cala haciéndome una herida en el talón de aquiles bastante profunda, aunque no es grave y continuo hasta la cima. Este es un lugar impresionante, donde se ven kilometros a la redonda, continuamos por la meseta hasta llegar a una bajada fuertisima que nos conduce hasta la denominada fuente del piojo, donde les espero para refrescarnos.
Continuan los problemas de pinchazos entre los colegas, así que para no enfriarme decido ir hacia delante y esperarles en el próximo pueblo, en el albergue. Se podrá pensar que yo iba a lo mio, y así es, no quería que nada condicionara mi Camino, puede sonar a egoismo pero no se trataba de eso,, mi decisión de salir en solitario se fundaba en eso, en no tener ataduras, y simplemente pedaleabamos juntos y ya nos veríamos mas adelante, sin compromisos y sin esperar nadie a nadie. En mitad de la nada aparece una ermita en la que paro a sellar, es la ermita de San Nicolás de Puente Fitero, es un albergue que lleva la Confraternita de San Jacopo di Compostella, de ancionalidad italiana, es gratis y muy pequeño, pero bonito y es costumbre que a los peregrinos, antes de la cena un hospitalero lave uno de los pies a cada peregrino como señal de hospitalidad y humildad. Paso por el puente sobre el Pisuerga,que divide Burgos de Palencia, este puente hacía de frontera entre el reino de Castilla y el de León.
Sigo solo hasta Boadilla del Camino, y veo en plena subida a una loma a la pareja extranjera que había visto en Villafranca Montes de Oca, los que me habían invitado a cerezas. Llego hasta Boadilla del Camino y voy al albergue de peregrinos, precioso, es privado pero me gustaría pasar una noche en él alguna vez. Me tomo un café mientras espero, pasa el tiempo y no aparecen, así que decido continuar en solitario. El Camino transcurre sin incidencias dignas de mención, con un terreno mas bien llano, transcurriendo el Camino junto al llamado Canal de Castilla, hasta llegar a Frómista, cuna de San Telmo, patrón de los navegantes, lugar en el que veo a los tres colegas en la entrada del pueblo, nos dirigimos los cuatro a una tienda de respuestos pues tienen que comprar cámaras de recambio. Veo a la "pareja" extranjera discutiendo en la plaza de Frómista, frente a la iglesia de San Martin, románico puro, pero no se puede ver por dentro ya que el encargado de abrir no aparece.
Quedamos en comer en Carrión de los Condes, ellos van por el Camino paralelo a la carretera, yo decido ir por esta, con gran arcén y sin tráfico, en un momento se desvía el Camino, y ya no los veo, voy al albergue de peregrinos y no veo donde sellar así que me voy al centro del pueblo, hay mercadillo, compro una bolsa de fruta variada y decido irme junto al rio a comermela, tengo mucha hambre y como casi todo en un parque muy bonito, y no aparecen estos, así que tras comer emprendo la salida, sin saber hasta donde llegaré, son las 4 de la tarde y aprieta el sol de junio. Me esperan unos 18 kilometros llanos y sin árboles, por un tramo llamado "Via Aquitana", via romana que unia Burdeos con Astorga, así que me bebo los dos bidones y llego sin agua hasta Calzadilla de la Cueza, exhausto, pero el albergue es pequeño y no me convence, así que sigo hasta Lédigos, donde me quedo a dormir, un pueblo pequeño, y sin bares ni nada, solo el albergue privado con bar. Me aburro como una ostra pues todos son extranjeros, poco efusivos y a las 6 de la tarde veo desde la iglesia situada en el alto del pueblo al trio de amigos, les grito y se detienen, diciendome que van hasta Mansilla de las Mulas y que al día siguiente nos vemos, hago la colada, ceno algo que me ha sobrado de la comida y un bocadillo y me meto a la confortable cama.
Me levanto a las 7:30, me voy al bar a desayunar y me encuentro con un italiano y una canadiense que acaban de llegar andando, simpatiquisimos, la canadiense viene desde Cluny en francia. Salgo tras colocar las cosas en la bici con intención de alcanzar al trio de colegas. En esta etapa el calor es infernal y el páramo leonés no da lugar a demasiadas sombras. Pasado el Burgo Ranero, donde pernocté en el Camino del año 2000, y sellar la credencial en su albergue, continuo , me encuentro a un caminante de Donostia y me paro a hablar con él, despues encuentro a una chica sola bajo una sombra, por suerte es española y nos entendemos y tras cruzar varias palabras de ánimo nos despedimos. Tras pasar Mansilla de las Mulas doy caza al trio, seguimos juntos pero a los pocos kilometros veo que un forro que puse a la alforja roza con los radios y me detengo, les digo que continuen y quedamos en la plaza de la catedral de León.
Me pongo nuevamente en marcha, alternando pista y carretera, hasta llegar a un amplio rio que se debe pasar sobre un puente peligroso para ciclistas, ya que me encontraba a las puertas de León y el tráfico va siendo cada vez mayor, una vez pasado el puente, todo es cuesta arriba y por asfalto. Debido al calor no puedo coronar el alto sin detenerme a beber algo frio, pues estoy axfisiado de calor y deshidratado casi. Me detengo en una gasolinera y me bebo un par de zumos y una lata de Coca-cola, sigo hasta coronar el alto del Portillo. Solo quedan dos kilometros de bajada hasta León, que desciendo con alegría ya que estoy deseando pillar albergue porque estoy muy cansado.
Llego a la plaza de la catedral, y una lugareña me saca una foto y me voy de cabeza a una terraza de las muchas que hay por allí y me tomo...una horchata, estaba machacao. Me llama Manu, uno del trio, y me dice que están en un albergue que es un convento y que es en la plaza del Grano, me dirijo hacia allí. Esta plaza se encuentra en pleno Barrio Húmedo, que así se llama una parte de la zona antigua de León. Tras pedir albergue, me ducho y nos vamos a comer los cuatro a un bar cercano, tras esto visito la catedral, impresionante, una de las principales joyas del Camino.
Despues callejeo por la zona antigua y solo decir que merece la pena ver León. A la noche ceno pronto en el mismo bar que comimos los cuatro y me voy a la cama de cabeza pero...sorpresa, son fiestas de San Juan y se celebran en las cercanías, así que no cojo el sueño por el ruido de la verbena hasta las 3 de la mañana, a pesar del cansancio, imposible dormirme, además el calor es muy fuerte pero todo llega y me quedo dormido por fin.
Salimos los cuatro sobre las 7:30 del albergue despues de una noche casi sin dormir debido al calor y al ruido de la fiesta en el barrio Húmedo. Cuando estamos callejeando para salir de León, Rafa dice haber perdido los carretes de fotos comprados el día anterior en un Carrefour, por lo que deciden ir allí a comprar mas, optando yo por seguir Camino.
Una vez solo encaro la salida de la ciudad, dificultosa, ya que existe una zona en la que han construido una salida de autopista, habíendo efectuado un tunel bajo la misma para los peregrinos, pero sin señalizar, por lo que observo como algún peregrino a pie entra en esta autovía al no llegar hasta la entrada al tunel, como hice yo, ya que me parecía increible que se cortase el Camino así. Una vez pasado este tunel el camino es un continuo sube baja entre asfalto y camino de gravilla junto a la carretera, hasta llegar a Hospital de Orbigo, hito especial en el Camino, lugar en el que un caballero retó a todo el que quisiera pasar el fantástico puente romanico, como una promesa de amor al parecer. Me detengo en el bar Perrona y estoy casi una hora hablando con el propietario, desayunando y leyendo la prensa, esperando si llega el trio de colegas. pero nada, ni aparecen.Desde aquí tengo dos opciones, ir por un andadero junto a la carretera hasta llegar a Astorga o coger una vía por el monte, como conocía el andadero me decido por el monte, siendo esta senda fantástica, bonita y dura, parando en San Justo de la Vega para recoger agua, pues el calor aprieta.En estos montes se respira la soledad y la libertad en toda la extensión de la palabra, no veo un alma ya que la mayoría de los peregrinos optan por la otra vía junto a la N-120. De repente aparece ante mi la antigua Asturica Augusta, Astorga, capital de la Maragatería, la cual es atravesada por el Camino, accediéndose a ella por una cuesta fuertísima que pilla de sorpresa, pasando junto a unos yacimientos romanos y adentrándose por su plaza Mayor, la cual tiene un reloj animado con unos "maragatos", figuras mecánicas que aporrean la campana y despues llegándo hasta el Palacio Arzobispal, obra de Gaudí , así como hasta la catedral de Santa María.
Decido quedarme en el albergue de Astorga y ver si aparece el trio, cosa que no ocurre, paso la tarde viendo la Catedral, paseando y leyendo en las terrazas de la Plaza Mayor.
Después de la mejor noche del Camino, y desayunar en un bar de la Plaza Mayor, salgo con algo de pena del pueblo pues me ha encantado y con las dudas propias de tener por delante una dificultad montañosa como es La Cruz de Ferro, pero me siento bien, así que sigo el Camino con ganas de llegar a las primera rampas aunque voy a un ritmo muy tranquilo, parando en varios lugares pintorescos como en el pueblo de Murias de Rechivaldo, bonito pueblo por el que anduve callejeando. La ruta se empezaba a complicar con subidas y bajadas, pero siempre tendiendo a subir y con viento de cara. Unos tres kilómetros antes de llegar a Rabanal del Camino, se pasa un pequeño puente y la subida gana en porcentaje, por lo que en Rabanal me detuve en una tienda, y compré varias cosas para comer allí mismo pues me haría falta en los kilómetros que quedaban todavía hasta la Cruz de Ferro. Rabanal del Camino es un pueblo pequeño que cuenta con tres albergues por lo que se ve bastante gente por las calles. Después de encontrar un buen sitio a la sombra y junto a una fuente, como todo lo que había comprado, cosas ligeras para que no me molestasen en el esfuerzo de la subida, seguidamente emprendo la marcha , por carretera, ya que el Camino es no ciclable según dicen y según las apariencias. La subida a La Cruz de Ferro de unos 10 km. desde el puente anteriormente mencionado, cuenta con rampas de consideración, sobre todo en su tramo final, despues de Foncebadón, lugar mágico en el Camino, donde antiguamente existía un albergue de peregrinos en la edad media y actualmente hay uno construido pero no está en marcha, al menos por el momento. En este lugar me detuve en el mesón existente en el lugar, llamado "La Taberna de Gaia", el cual está decorado en un estilo medieval y hasta el responsable del mismo lleva ropas que recuerdan aquella época. Tras tomar una Coca-cola y charlar con la mujer del mesonero, afronto la parte mas dura del puerto, con una rampa de considerable porcentaje, hasta llegar al alto, desde el que se divisa una impresionante vista. Siguiendo unos metros adelante, encuentro la famosa Cruz de Ferro, la cual se encuentra sobre un túmulo gigantesco de piedras y mil cosas que los peregrinos han ido dejando, así que cumplo con el rito y dejo las piedras recogidas junto a la Virgen de Dorleta y en San Juan de Ortega al pie de la Cruz.
Frente a La Cruz, existe una ermita con pórtico en el que me siento a comer algún fruto seco que llevo y charlo con unos madrileños muy majos que me hacen mil preguntas sobre el camino ya que es su primera vez. También se encuentra en el lugar un inglés con una autocaravana el cual dice ayudar a los peregrinos por la voluntad, es un personaje peculiar de unos 65 años, invita a frutos secos y nos demuestra que es el día mas corto del año con un bordón, proyectando la sombra a las 2 de la tarde, que era la hora del mediodía solar, el cual intenta vender a los madrileños, que no pican. En el Camino se encuentra gente muy singular como en la Edad Media, solo faltan los asaltantes, que en algunos parajes uno piensa que podrían aparecer en cualquier momento.
Comienzo el descenso que en realidad son un par de kilómetros, ya que hay otro repecho fuerte, que lleva a una subida estando en la cima el desvío que va a una base militar situada en la cima, llena de antenas. El descenso está señalizado como peligroso por su porcentaje y estrechez en algunos puntos, aconsejo hacer caso y bajar tranquilamente disfrutando del paisaje que se vislumbra desde la ladera. Se llega a Manjarín, un pueblo con un único habitante fijo, llamado "el último templario", ya que dice seguir el rito templario y viste como tal con la simbología propia de la Orden de los Caballeros del Temple. Tiene organizado un albergué en el pueblo donde sello la credencial, atendido en este caso por una chica joven y no encontrándose Tomás " el último templario" en el lugar.
Sigo descendiendo, rápidamente pues la inclinación es grandísima, y llego a El Acebo, un pueblo típicamente de montaña, y donde ya se empieza a ver que nos aproximamos a Galicia por detalles en la construcción sobre todo. En este lugar me meto a comer en un restaurante y de repente un señor con la cabeza rapada al cero y delgadísimo, el cual parece estar un poco "tocao", me dice ¡¡auupa Eibar!!, ya que es la inscripción que llevo en el maillot, y me dice que es de Vitoria, y que viene andando desde El Rocío, en Huelva. Me deja asombrado y me demuestra lo que dice con su credencial. Se llama Koldo, cumple 62 años ese día y encima en el pueblo son fiestas, las de San Juan, él me anima a quedarme, ya que es un buen albergue y cobran 2 €, por lo que decido quedarme pues a parte de ser un sitio precioso veo que hay ambientillo. Después de comer y ducharme bajo a dar un paseo por el pueblo y alrededores y llegan gaiteiros y se monta un baile, en el cual Koldo se hace el protagonista indiscutible con sus danzas y bromas, es un cachondo y se le ve bien curtido de andar. Tras tomar algo con él y otro peregrino de León nos invitan a cenar caldo y chorizo a todos los del pueblo y peregrinos. Así que lo paso bien y me voy a la cama feliz.
Me despierto sobre las 7:30 h. y bajo al bar a desayunar, lo hago casi a solas ya que los demás han salido corriendo, la mayoría alemanes. Una vez que recojo la bici que estaba guardada en un almacén del bar, emprendo la marcha, cuesta abajo, y encuentro varias prendas en la calzada. Sigo descendiendo y veo a los madrileños que me encontré ayer en la Cruz de Ferro, que han pasado la noche en Manjarín. Me dicen que la ropa es suya pero que no tiene importancia, así que deseándonos buena suerte, nos despedimos. Sigo un continuo descenso, muy peligroso, así que me lo tomo con calma. Entro en Molinaseca por su puente románico sobre el rio Meruelo, en el cual se han construido una especie de piscinas fluviales en las cuales de ser otra hora me hubiese dado un baño. El pueblo es muy bonito y me paro a tomar un café en un hospedaje rural que hay en una plaza con cruceiro.
Sigo el Camino por carretera, pasando frente al albergue de peregrinos de Molinaseca y continuo por una carretera con poco tráfico que me lleva hasta Ponferrada, hay muy poco movimiento y eso me anima a entrar en la parte antigua de la ciudad pasando frente al castillo templario , muy bien restaurado y muy espectacular. Llego hasta la plaza central del pueblo y cojo agua para continuar Camino. La salida de la ciudad se hace algo mas complicada, ya que hay que pasar por zonas urbanas y no está tan claro por donde ir. Yo paso por una zona industrial, y de viviendas de una empresa productora de electricidad asentada en las afueras de la ciudad adentrándome en zonas de campo y pequeños núcleos urbanos hasta llegar a la localidad de Camponaraya, donde me siento en una terraza y almuerzo tranquilamente, esta se encuentra en una plaza con una fuente moderna.Hablo por teléfono con mi hermano y leo la prensa local.
Entre viñedos, pues esta es tierra de vino, sigo el Camino que conduce a Cacabelos donde su albergue se encuentra en obras, y comienza una subida bastante pesada pero corta, tras coronar y a unos dos kilómetros hay un desvío entre viñedos que cojo, tenía ya ganas de pisar tierra con la bici. En principio es una dura subida pero merece la pena por las vistas que se divisan desde el alto, viéndose desde él todo el valle del Bierzo, el cual está bien protegido y con un microclima que hace posible una buena huerta en la zona. Por fin enfilo una fuerte bajada que me lleva directamente a la capital del Bierzo, Villafranca del Bierzo, donde paro a comer algo en un bar antiguo y muy frecuentado por peregrinos .
Tras dar una vuelta por la monumental ciudad con la bici, salgo por uno de sus puentes hacía Galicia, pasando por varias aldeas mas o menos grandes, y siempre por carretera ya que el Camino se lo ha comido el asfalto al parecer. Miro el mapa que había pedido en la oficina de información de Villafranca y veo que mi destino mejor sería Vega de Valcarce, por lo que sin parar en otros lugares me encamino hacia allí, el paisaje es cada vez mas montañoso y bonito y Vega de Valcarce, me parece precioso, así que me quedo en su albergue, en el cual...solo veo otro peregrino durmiendo a las 4 de la tarde y yo solitos, no hay nadie, ni hospitalero ni nada, y todo está razonablemente limpio y ordenado, veo un cartel que pone que pasarán mas tarde los hospitaleros, así que hago la colada y cuando me dispongo a dar una vuelta , sale el peregrino durmiente y me dice que se ha perdido de sus acompañantes y que como estaba con un pie malo se ha quedado en el albergue a recuperar. Me dice que hay en el río posibilidad de bañarse, así que sin dudarlo cojo bañador y nos dirigimos al rió, donde el agua está helada, pero se agradece después de tanto calor un baño fresquito.
Despues del baño, dejamos las toallas y nos damos una vuelta por el pueblo llamándonos la atención el Castillo de Sarracín, situado en un alto, así que decidimos subir la colina a pie para visitar lo que queda del castillo. Merece la pena pues es un paisaje precioso entre castaños y luego las vistas desde arriba son impresionantes, al parecer es un castillo del siglo X y servía para controlar el paso por el valle del Valcarce y pertenecía a los Condes de Lemos. Bajamos al pueblo, y tras comprar algunas viandas, entramos a tomar una cerveza a un bar, solo decir que salí enfadado porque el peregrino era mas bien raro, no aceptó que le invitase a una simple cerveza, y tras cenar algo en el albergue fuimos a otro bar y cada uno pagó lo suyo, cosa a la que no estoy acostumbrado. Al caer la noche me metí en la cama mas bonita que ví, ya que tenía a mi disposición todo el albergue menos el lugar ocupado por el extraño peregrino, que era español pero llevaba años en Alemania trabajando en algún ministerio o así, todo un "ejemplar".
Como no hay nadie en el albergue, me despierto tarde, tras preparar todo y sobre las nueve de la mañana encaro una de las etapas mas duras y bonitas del Camino, la que supone la entrada en Galicia, tierra en la que finaliza este Camino. El tiempo no está muy claro, y cae alguna gota dispersa pero pronto mis temores se desvanecen. Avanzo por la carretera comarcal hasta desviarme a una vecinal por Ruitelán y Ambasmestas, base del mítico O Cebreiro. Empiezo la subida por una pista hormigonada y en buen estado, que hoy en día está así hasta la cima pero hace unos años solo llegaba así hasta la última aldea de la ascensión.
Empiezo con el plato más pequeño pues la primera cuesta ya es durisima, y mantendrá esa tónica durante casi toda la subida de O Cebreiro, con unos 6 km. de longitud y porcentajes que superan en algunos puntos el 12% de desnivel, teniendo en cuenta la carga y el cansancio acumulado es un puerto duro pero bonito por su trazado y paisajes.
Una vez que se llega a Laguna de Castilla, última aldea de León en el Camino, quedan unos 2 km. duros y el viento empieza a azotar pues la cima está próxima. En la subida veo un rosario de ciclistas que se van quedando lo que me da ánimo a mi pues al parecer no estoy tan mal físicamente. Una vez en la cima uno piensa que el Camino está prácticamente acabado, pero realmente quedan muchas cosas interesantes por ver y vivir.
Ya estoy en O Cebreiro, al llegar a la cima me dirijo a la ermita románica existente en el lugar, famosísima en el Camino, y sello la credencial y me entregan un escapulario con la imagen de Sta. Maria la Real. Hay muy poca gente por la aldea y paso el rato viendo tiendas de regalos y tomando algo en un bar de los varios existentes en el lugar, pero decido continuar porque es pronto y puedo hacer kilometros todavía.
Me queda coronar el alto do Poio el cual se encuentra a poca distancia de O Cebreiro, pero consta de una rampa bastante dura que subo envuelto en niebla, deteniéndome nuevamente en un bar lleno de alemanes que se van justo al entrar yo. Tras tomar algo, salgo y observo el Monumento al Peregrino , es precioso pero no tengo a nadie que me pueda sacar una foto, por lo que inicio el descenso ya que hace frio.
La bajada de O Cebreiro es de lo mas bonito del Camino en lo que se refiere a gozar de la bici, por ser todo camino de tierra y con un descenso muy rápido y por pasar por aldeas perdidas, en una de estas aldeas decido parar a comer, hay un albergue para peregrinos y restaurante, un italiano al que pregunto que tal se come me dice, "molto bene", por lo que me detengo y como realmente bien.
La bajada es tan fuerte que tengo que dar grandes saltos con la bici. En uno de ellos caigo sobre piedras sueltas y noto que he pinchado, estoy cerca ya de Triacastela, y pienso que me tenía que tocar en algún momento el primer pinchazo así que tranquilamente doy la vuelta a la bici, y cambio la cámara pinchada por otra en buen estado. Empiezan a caer gotas justo cuando estoy finalizando la reparación. Entro en Triacastela y me detengo en un bar a tomar algo mientras escampa, dura poco la lluvia así que continuo por otro tramo inolvidable del Camino que es el tramo entre Triacastela y Samos.
Una vez que cojo camino de tierra es un continuo sube baja entre árboles y prados y aldeas recónditas, es la Galicia profunda, de una gran belleza y de la cual disfruto de lo lindo, aunque tengo un pequeño susto con un pastor alemán que casi me tira de la bici ya que se me pone a ladrar y correr al lado, no me caigo de milagro y por allí no esta el dueño. Este es uno de los peligros del Camino, los canes incontrolados.
Los dos o tres últimos kilómetros los hago entre camino de tierra y carretera, entrando por fin en Samos, lugar en el que existe un gran monasterio en el que me acogen amablemente, pero elijo mal sitio, junto a la puerta de los servicios, por lo que durante la noche me despertaría muchas veces debido a la continua entrada y salida de gente a estos. Se ven muchos peregrinos ya desde O Cebreiro, el albergue está prácticamente lleno, señal inequívoca de que nos encontramos ya en Galicia donde mucha gente hace los últimos kilómetros del Camino y se empieza a ver la masificación en los albergues.
Abandono el monasterio Benedictino de Samos sobre las 8 h. y me voy al bar de enfrente a desayunar, leo la prensa y salgo con ganas pues la etapa de hoy es muy interesante, por lo que tengo ganas de disfrutar de todo, de pararme en todos los rincones que me parezcan pintorescos.
La ruta desde Samos es preciosa, sigue entre árboles y en un terreno muy escarpado y bonito donde veo más peregrinos que en ningún momento hasta ahora, todo discurre en plena naturaleza, y en solitario se siente uno bien.
Entro en Sarria, donde busco donde sellar la credencial, encuentro en la parte alta del pueblo, que se encuentra en fiestas, un local de Protección Civil, que son los que se encargan al parecer de hacer esta labor. Almuerzo algo en un bar de la misma calle y busco un libro de Jesus Torbado, titulado "El Peregrino" pero no lo encuentro en todo Sarria, que es un pueblo bastante importante, lugar en el que dicen que murió Alfonso IX cuando iba de peregrinación a Santiago.
Abandono Sarria tras una fuerte subida que termina en una fuente en la que coincido con un montón de chavales que van en grupo a pie, cojo agua y continuo adelante. Desde este tramo comienza una ruta impresionante llena de las famosas corredoiras, que no son mas que caminos entre aldeas.Varias de estas corredoiras tienen en días de lluvia caudal de agua que entorpece el tránsito por lo que hace años pusieron piedras para facilitar el paso de peregrinos y moradores de la zona, estas hace unos tres años estaban prácticamente destrozadas por al erosion del agua por lo que las han rehabilitado, cosa que le ha quitado algo de encanto al Camino pero lo ha hecho totalmente ciclable, cosa muy de agradecer.
Llego hasta Ferreiros, lugar en el que hay un albergue con su bar, me detengo y tomo un refresco y charlo con el señor del albergue, es un lugar tranquilo y agradable, en el que hay posibilidad de comer a buen precio, pero decido seguir.Prácticamente lo que resta de etapa es bajada, así que me lo tomo con calma y mas porque se me pone delante una manada de vacas a las cuales no puedo espantar ya que el pastor las lleva y no quiero alterar lo mas mínimo su trabajo. Despues de un buen rato se echan las vacas a un lado y sigo haci abajo, hacia el rio Miño, enbalsado, cruzo por un puente y llego a la entrada a Portomarín, veo el aspecto de mi bici y voy a una gasolinera que hay en la parte baja del pueblo, le pregunto si puedo lavar la bici ahí, y me contesta que si, así que quedo en ir tras cojer cama y asearme un poco en el albergue.
Portomarin está en un alto y tengo que subir una última cuesta muy fuerte para llegar al albuergue. Una vez en el lugar me dice la hospitalera que hay sitio pero que si vienen muchos a pie tendré que dejarlo, le digo que estoy deacuerdo, que no hay problema. Cojo una cama y sin mas bajo de nuevo a la gasolinera, donde no hay agua a presión, solo una manguera, y el encargao que me lava la bici él mismo, despues de soltar alforjas y demás. La bici queda como una patena y falta le hacía ya que estaba irreconocible. Vuelvo al albergue y me ducho y busco sitio para comer, luego paso la tarde paseando y leyendo y disfrutando de el pueblo, que en realidad es reciente ya que el auténtico Portomarin se creó donde ahora está en enbalse, por lo que tuvieron que mover su iglesia-fortaleza de San Nicolás, construida por la Orden de San Juan de Jerusalén en el siglo XII, de su antiguo emplazamiento ahora bajo las aguas hasta el lugar que ahora ocupa , muchos metros más arriba. Se pueden observar en las piedras de la iglesia los números que usaron para poder reconstruirla donde está ahora. En la localidad había muchos peregrinos entre los que me pareció ver a un ex jugador del R. Madrid de baloncesto y actual médico del club, pero no me fiaba de mi intuición, podía ser otra persona.
Sobre las nueve de la noche decido cenar tranquilamente y marchar a dormir, cosa que hice a pierna suelta.
Amanece un día gris, salgo del albergue sobre las 8:15 y me voy a un bar de los varios que hay junto a la iglesia y desayuno, tengo en frente a una guapisima mexicana con la que entablo conversación, dice haber venido de turismo y sin mas se ha apuntado a hacer el Camino, sorprende porque no va nada preparada para caminar, y ella misma dice que está pensando en cojer un autobús pues está cansada y poco preparada para andar. Me despido de ella y antes de subir a la bici me tengo que poner el chubasquero pues caen algunas gotas del cielo.
La etapa del día comienza bajando desde Portomarin hacia el rio y pasando un puente sobre él. Seguidamente una subida continua durante bastantes kilometros, por un camino de tierra entre árboles, muy bonito y especial por la niebla que da un ambiente al Camino algo tenebroso, parece que va a salir A Santa Compaña en cualquier momento. Se llega al alto al monte San Antonio, llego a Ventas de Narón, donde tomo un café en un bar y me seco un poco, veo un peregrino muy raro, con cara de pelicula de terror, debe ser extranjero, lleva una especie de capucha en la cabeza, kilometros mas tarde lo encontraría entre la niebla y al adelantarle y mirarle me caí con la bici a una desnivel pequeño del susto que me dió ya que parecía salido de La Santa Compaña el tio.Llego a la entrada de Palas de Rei, y me detengo en una iglesia situada en su entrada llamada de San Tirso, donde me recibe una chica que me explica algo sobre la iglesia y me sella la credencial. A la salida encuentro un grupo de cuatro ciclistas que tambien se detienen y que despues conocería mejor. Desciendo hasta el albergue y busco un bar para descansar y secarme un poco.
Cuando salgo ya no llovizna y sigo Camino, siendo muy variado el mismo, entre árboles y continuas subidas y bajadas. Kilometros antes de llegar a Melide encuentro a los cuatro ciclistas los cuales me hacen una foto y sigo con ellos. Son de Avila y son dos chavales y dos mas adultos siendo uno de ellos padre de uno de estos chavales. Pedaleamos juntos hasta la entrada a Melide parando en Furelos, donde me saco otra foto y visitamos para sellar de nuevo su iglesia dedicada a San Juan. La entrada a Melide se hace por un camino habilitado para los peregrinos de manera algo artificial pero que esta bien cuidado. Paramos en la famosa pulpería de Melide, donde nos sentamos y nos comemos varias raciones de pulpo regadas de buen ribeiro, en ese momento llega el extranjero que estaba con una mujer antes de la subida a San Juan de Ortega, pero va solo, le llamo y animo a acompañarnos en la comilona, preguntándole donde ha dejao a su mujer... me dice que no es su mujer que se quedó en el Camino por alguna diferencia con ella y me pregunta si me gustaba, es muy simpático y educado, es suizo, de Zurich nos aclara. Tambien se une a nosotros una chica que camina sola pero en sentido contrario, hacia Roncesvalles, según dice porque algún curandero le ha dicho que debe hacerlo al revés para quitarse algún problema que tiene, vivir para ver. Terminamos con el estomago bien lleno de vino y pulpo y reemprendemos la marcha los cuatro de Avila y el suizo que se llama Urs.
Seguimos adelante los cuatro equivocándonos al salir de Melide, no se si tendrá algo que ver el vino, encontrándo el Camino al final, pasando por parajes preciosos y parando para esperarnos en cada aldea. Pensamos en parar en Ribadixo de Abaixo pero el albergue se encuentra a tope, así que continuamos hasta Arzua donde tambien se encuentra lleno, por lo que hablamos de continuar o quedarnos, diciendo los de Avila que se encuentran cansados, así que nos quedamos pero los chavales quieren seguir, así que continuan hasta Santiago que se encuentra a unos 38 kilómetros y los dos mayores de Avila, Urs y yo decidimos coger una pensión en la que pernoctamos tras cenar muy bien en un restaurante cercano.
Habíamos quedado la noche anterior a las 8 h. en el bar de la pensión, lugar en el que teníamos las bicis, tras desayunar tranquilamente, emprendimos la marcha. En principio por la carretera pues no veíamos rastro del Camino, kilometros despues encontramos un acceso al Camino y tras pasar por un terreno cada vez mas poblado de peregrinos a pie, entramos en la última fase de la aventura, y la cabeza empezaba a recordar sin querer que aquello se acababa por lo que el sentimiento era contradictorio ya que si bien el anhelo de todo peregrino es llegar a la meta marcada, ello supone que la aventura termina y la verdad es que se entremezclan los sentimientos.
La ultima etapa transcurre casi toda ella entre árboles, principalmente eucaliptus, y en un terreno duro de continuas subidas y bajadas. En esta última etapa no se que me ocurría pero me sentía debil de piernas. A la salida de Arzua me detengo en el pequeño monumento dedicado a un peregrino alemán fallecido faltando ya pocos kilometros para llegar a Santiago, ocurrió en 1993. El Camino sigue sin novedad reseñable hasta llegar a las cercanías de Labacolla, donde me detengo en el alto, donde se vislumbra a lo lejos Santiago, hay un hito de piedra muy especial en el que me detengo a que me saquen una foto unos peregrinos que hay en el lugar. Seguidamente encuentro al peregrino que en Portomarín me pareció una persona conocida del Real Madrid, me paro a su lado y le pregunto si es Del Corral, respondiendome amablemente que si, deseándonos buen Camino y despejando mis dudas.
Ya en la carretera que conduce al aeropuerto, me separo de mis tres acompañantes citándome con ellos para mas tarde en la plaza del Obradoiro, yo me dirijo al aeropuerto con el fin de coger el billete para volver el lunes siguiente. Tras los trámites en el aeropuerto, sigo ruta pasando por el macro albergue de O Monte do Gozo, lugar en el que me detengo a sellar la credencial y a tomar algo en la cafetería en la cual coincido con varios peregrinos extremeños que me cuentan sus experiencias y me animan a ir a conocer su tierra.
Desde antes de la llegada a O Monte do Gozo se ve un monumento en el alto que conmemora la visita del Papa en el año 89, y por fin Santiago a lo lejos...la emoción es fuerte pues la meta esta ahí, y uno piensa en los miles y miles de personas que han visto esta visión y que uno forma parte del Camino, una aventura en realidad al interior de uno mismo. Tras salir del macro albergue de O Monte de o Gozo, todo es bajada prácticamente hasta Santiago donde me despisto un poco y tengo que ir por alguna calle por la acera en contradirección del tráfico ya que no veo flechas amarillas por ningún lado. Algo que deberían solucionar las autoridades para facilitar un camino de entrada digno a los miles de peregrinos que llegan a Santiago de Compostela.
La entrada a la plaza del Obradoiro la realizo por la entrada de la Plaza de la Inmaculada, teniendo que bajar unas escaleras que pasan entre el Pazo de Xelmirez y la Catedral, y por fin....la alegría colma los sentidos, es algo indescriptible pero los sentimientos como he dicho se contradicen, la emocionante llegada a la meta.
Encuentro tras un rato a mis colegas de Avila y a Urs el Suizo. y nos digirimos a la Plaza de Platerías a la oficina del peregrino, en la cual tras esperar un buen rato pues está lleno de peregrinos, recibo la anhelada Compostela, la cual se consigue tras hacer mas de 100 km. a pie o mas de 200 en bicicleta, es mi tercera Compostela pero esta última creo que ha sido las que mas valoro por muchas cosas que son dificiles de explicar, que hay que sentir.
Salimos los seis amigos felices y contentos de recibir la Compostela y nos dirigimos a abrazar a Santiago, y ver el Pórtico de la Gloria, Aquí termina esta peregrinación especial e inolvidable la cual animo a realizar a todo aquel que quiera sentirse mejor consigo mismo y con los demás.
Los cuatro amigos de Avila se despidieron ya que emprendían viaje el mismo día, Urs y yo continuamos Camino hasta Fisterra, pero ya en plan de turismo, en autobus, sin otra idea que descansar. La próxima vez mi aventura terminará, si Santiago quiere, en Fisterra.
La mia es una historia entre las miles vividas en el Camino, algo sin excesiva transcendencia para los demás, aunque se que alguien leerá estas páginas, si solo es uno el que las lee y esto le anima a realizar el Camino, habrá merecido la pena.
Esta es mi primera experiencia en creación de paginas web y es posible que veais fallos, así que ruego perdoneis a este novato, la iré mejorando y cambiando aquello que esté mal, para ello pondré mi dirección de correo al final para que me mostreis vuestras impresiones o me digais lo que veis mal o me aplaudais.
Algunas de las imagenes las he cogido de otras paginas web y puede ser que tengan copyraight, aunque no lo he visto por ningún lado, si es así y no quereis ver fotos o gráficos que demostreis son de vuestra propiedad rogaría me avisarais y las quitaría o pondría un enlace a vuestra página.
Sin mas quiero dar las gracias a todo el mundo que me ha ayudado tanto en el Camino como fuera de él.
Mis agradecimientos especiales a mis maestros Georgia y Juan El Siego, catalana ella y andalú él.
Obra maestra de Georgia: http://personal.telefonica.terra.es/web/mas-de-30/
Obra maestra de Juan "El Siego": http://www.geocities.com/siegote
Adolfo López García
bikertrankil@geomundos.com