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He salido de Poza de la Sal, en Burgos. Allí he dejado mi presente, mi realidad actual, mi familia, mi trabajo, mi casa... La "Turbo" es lo único que me une con mí "hoy", y con ella me acerco al comienzo de mi ruta jacobea.
He hablado con Cesar, y me comenta que está en Alfaro. Se ha dado más prisa que yo, son las 8 de la tarde y tengo dos horas de camino. Por momentos me asalta la duda: Voy por autopista vía Logroño ó vía Vitoria hasta Pamplona. Estoy llegando a Vitoria y ha empezado a llover ¡Sería mala pata el que en estos días nos lloviese! Además estoy abusando del acelerador. ¡No bajo de los 150!
Es de noche. Mis pensamientos se dirigen a imaginarme cómo serán estos días. ¡Qué no llueva...! He llegado a Pamplona, realmente no sé hacia que salida dirigirme. Le pregunto al señor del peaje. Voy a Puente La Reina, allí me espera Cesar. Hay bastante tráfico, es de noche, y no conozco la carretera.
Me llama el otro Peregrino, él ha llegado a Puente La Reina y está en la Catedral, yo sigo en la carretera. El albergue se hizo de rogar, costó lo suyo encontrarlo, pero allí estaba, y dentro de él Cesar, platicando con Luis, el cura encargado del sitio. Nos hemos abrazado en señal de saludo, son ya unos meses los que esta idea ¿absurda? ha viajado por nuestra mente, con demora y retrasos. Pero aquí estamos.
Deberíamos seguir a Roncesvalles, pero es tarde y nos encontraríamos el refugio cerrado. Optamos por quedarnos aquí. Nos vamos a cenar, bocadillo de tortilla con cosas en su interior, grandíiiisimooo. Hemos hablado de nosotros, de nuestras familias, de nuestro próximo reto, "El Camino de Santiago".
Sin más miramientos nos toca dormir en sendas colchonetas y en el suelo. Yo no me encuentro cómodo, oigo gente que se levanta. Alguien ronca. ¡Me espera una mala noche! El ronquido no para, estoy con los ojos cerrados, y siguen los ronquidos. Ha pasado hora y media y opto por coger los trastos y dormir en la Turbo. He colocado la bici bien, en un lado y dentro del saco trato de dormir, pero no lo estoy consiguiendo. Duermo a ratos y espero el amanecer.
Son las siete y "la gente del Camino" se empieza a mover. Me levanto y voy donde Cesar. El Querubín duerme, tenemos que ir a Roncesvalles y son sesenta minutos de camino. -¡ Cesar!, ¡ Tenemos que movernos!. ¿Oíste el ronquido?- me dice-¡ Qué noche! Mi menda, le contesto, se ha metido en la Turbo, y algo he descansado. ¿Cómo no te bajaste? - Me imaginé que te habías bajado al coche, ya que no te he visto.
Mientras espero que baje Cesar he conocido a "Tabique". Es un madrileño, como mi compañero, que se está haciendo por segunda vez el camino. Esta vez lo hará andando. Va muy cargado, mochilas, dos sacos, tienda campaña, realmente va muy sobrecargado. Nos hemos lavado y salimos hacia nuestro destino.
Mucha subida, muchas curvas, algo nublado. ¡Estamos en Roncesvalles!
Lo primero que hago es vestirme de ciclista, Cesar se visitó en Puente La Reina. Blastoestimuline y nivea a tope en el culotte. Preguntamos por la credencial del peregrino, y hasta las diez no abren la oficina. Vamos a aprovechar para ir a desayunar. Son la nueve y media, y de plastón. Desayunados, lavados, vestidos y esperando al amo de esto. ¡Por fin!, Llega el escribano. Menuda pieza de museo. Con él hemos aprendido que para que nuestro "Camino" tenga sentido, tiene que moverte un espíritu religioso o místico, o espiritual. Nada de deporte, cultura, ya que con estas razones no hay Jubileo. Lo nuestro es totalmente espiritual, religioso y místico, cristiano, apostólico y romano. Amén.
¡Qué guapos estamos! Variedad de colorines, publicidad gratuita. ¡ Y nosotros tan contentos!
Al ir ha bajar de la bici, mi primera caída. ¡ Me he estrenado!
Carretera a Puente La Reina. Estamos cruzando Burgüete. Impresiona esa calle larga, a derecha e izquierda cerrada por casas de piedra y tejados agresivamente pendientes. A mitad de la calle nos desviamos por la derecha, cruzamos un riachuelo de aguas limpidas. Es una vista preciosa, "idílica", mística.
El Camino es fácil de momento, entre hayedos y robledales, algunos rebaños de vacas y alguno de ovejas. Nos estamos moviendo por veredas preciosas, cuestas impresionantes, e impracticables para nosotros, pero nosotros..... seguimos.
En el alto de Mezquiriz el paraje es alucinante, inmersos en bóvedas de hayedos. A partir de este punto nos desviamos por la carretera, siguiendo los consejos de los lugareños del Camino. Particularmente yo, he sufrido muchísimo en ésta subida.
Cesar corona primero el alto de Erro. ¡Premio!
Siguiendo por la carretera llegamos a Zubiri, donde nos hemos aprovisionado, seguido sobre un pequeño puente de aguas limpias nos detenemos para comer.
Continuando la Ruta llegamos a una de las zonas más degradadas ecológicamente del Camino, en Zubiri la fábrica de Magnetita, y encima hemos perdido el rastro del Camino. Al tomarlo nuevamente hemos salido zumbando de allí, buscando un entorno más amigo. Por supuesto lo hemos encontrado en Larrasaoña, no sin antes subir una vereda pedregosa, de tormento y penitencia. ¡Cómo hemos sufrido, Cesar!
Continuamos por la carretera hasta Villaba, el pueblo de Indurain. ¡ Mira que no salirnos a saludar!
Nos estamos acercando a Pamplona, y Cesar comienza a sufrir la falta de crema en sus posaderas.¡Oh blastoestimulina preciada!
Hemos cruzado el Puente de la Magdalena y rodeamos una muralla por donde subimos a la ciudad. El parque de la Taconera, es un sitio ideal para tomar un café y leer la prensa ¿No?. De aquí en adelante el camino en principio se suaviza por campos de cereales pero comienza nuestra agonía de final de etapa.
El Alto del Perdón, el peregrino que sube a la cima, necesariamente tiene que conseguir el perdón de algo, de lo que sea, pero lo ha conseguido. La subida se hace eterna. Parece que llegamos a la cumbre, pero siempre hay una cumbre más. Eterna, eterna... Existe casi al final una fuente,... pero sin agua. "La fuente de reniegas". ¿Porqué la llamarán así? En este lugar un zumbido acompaña a la subida, este ruido lo generan un montón de molinos eólicos. Una vez llegamos a la cima, nos fotografiamos y dirigimos la vista hacia la bajada, la drástica baja, pronunciada, peligrosa, inclinada, resbaladiza, dura. Tenemos que bajar a pié un buen trozo. ¿Pero esto no era para realizarlo en bici?. ¡Vamos a bajar despacio, Cesar!, el camino es peligroso. , le argumento a mi compañero. Ciertamente que lo es.
Una vez llegamos a la base, el resto es un camino fácil hasta llegar a Puente La Reina.
En este tramo nos juntamos un rato con unos peregrinos de Madrid, paisanos de Cesar. Estos han comenzado en Pamplona. Se han perdido un trozo bonito del Camino. Creo que como nosotros lo hacemos, luce y se disfruta más de la peregrinación. Cesar se baña en destino y yo lo haré en origen.
En la medida que volvemos a Roncesvalles voy rememorando el camino recorrido. ¡ De verdad hemos realizado esta proeza!. Después de ducharme nos vamos a cenar. Para cenar tienen que compartir mesa con otros peregrinos- nos ha dicho el camarero. La compartimos con dos alemanes, uno de ellos habla un poco de español. Nuestro menú es sopa, que devoramos con avidez y repetimos. Truchas de segundo y arroz con leche de postre. 900 pts de coste por cena. ¡Nos hacia falta!, ¡Eh Cesar!. ¡Estaba buenisima! -me ha contestado mi compañero.
Turbo y a dormir a Puente La Reina, no sin antes desplazar un coche a Viana. De donde hemos llegado francamente cansados.
Como quiera que ya habíamos cogido el sitio, nos metemos en los sacos y ha dormir. Esta noche he dormido mejor.
Nos levantamos prontito, nivea a tope y blastoestimule para los temas anales.
Nos desplazamos por la calle real. En la entrada al puente de los peregrinos aprovechamos para hacernos la foto de rigor. El experimentado fotógrafo nos segó las cabezas, las piernas han quedado bien.
La mañana soleada, buena temperatura. No hemos hecho mas que salir y comienza una subida por una carretera abandonada, rompedora a primera hora. Pero llegamos a Mañaru, y no encontramos nada abierto así que seguimos el Camino hasta Cirauqui.
Nos movemos entre viñedos. Bonito el camino y las veredas que nos vamos encontrando. En Cirauqui vamos ha desayunar, pero antes preparamos los bocatas de la comida, surtido de agua, frutas y chocolate. Galletas y cafés con leche. Compartimos bar con unos franceses del Camino, que al igual que nosotros desayunan. Nos encontramos en un pueblo que expele piedra, cuestas.... Pero muy bonito. Hasta hemos conocido a la cartera, corriendo... Nos hemos parado a la salida del pueblo para hacernos unas fotos en el mismo puente romano.
El Camino continua por carretera, aunque pronto Cesar me sugiere desviarnos por la Ruta de verdad, cosa que accedo. Y ¡Hala, cuesta arriba hasta Lorca! Y ¡ Hala preciosa bajada hasta Villatuerta! Entre campos de trigo, en paralelo a la carretera.
Mi compañero tiene problemas musculares, lo que tratamos de solucionar en este pueblo. De aquí nos precipitamos hasta Estella. (Lizarra). En Estella hemos parado un poco, relajo y disfrute del Palacio Real, convertido en museo. Continuamos por la calle real en ligera pendiente. ¿He dicho ligera pendiente? Mejor sufrida pendiente continua y prolongada, cortada por una carretera en construcción.
Estamos en uno de los hitos del Camino: "LA FUENTE DEL AGUA Y DEL VINO" del Monasterio de Irache. Nos encontramos en las bodegas Irache esta fuente, metálica, limpia e idílica. ¡A beber, a beber! ¡Claro que bebimos, y bebimos y cargamos las cantimploras! Yo he cogido cierto grado etílico. No soy yo, soy yo y el alcohol que recorre mis venas.
Cesar, ¿vamos a ver el Monasterio? -Le sugiero -. ¡Vale! . Nos recibe el portero, que pierde un poco de aceite. ¡Ahí queda su refrán!. Nunca digas de esta agua no beberé, por muy turbia que baje, ni este cura no es mi padre. ¡Cómo le hemos puesto! En este mundo tiene que haber de todo.
A la par que nosotros, ha hecho su aparición una peregrina de color de quitar el hipo. Para darle un chalo y salir corriendo, sin parar.
Continuamos hacia delante, nuestra siguiente meta es comer en la Fuente de los Moros, el Camino discurre en Paralelo a la carretera. Para llegar hasta la mencionada fuente sufrimos un poco, es cuesta arriba. Me asombra, que con el poco preparativo preliminar, Cesar mantiene una capacidad ciclista tremenda, yo tampoco me he preparado, pero me asombra. Su capacidad de sufrimiento es mayor, yo me veo más cómodo. Si una cuesta se me atraganta, paro y me bajo, mi compañero se retuerce y sigue. Dos concepciones diferentes.
Llegamos a la fuente. Es algo atípico, es una construcción tipo portal de iglesia. Dos arcos y una escalera hacia abajo, la zona de abajo es una piscina de agua, en donde se remansa un agua. Para beber nada, para mojar los pies y refrescar el vino bien. Para beber el ganado nulo.
Me doy cuenta de que Cesar tiene unas amigas, ¡Marimar, he dicho amigas!. !, que siempre se le pegan al cuerpo. LAS AVISPAS. Va ha beber, y ahí están, va ha comer, y lo mismo. Siempre le aparecen las avispas, de mí huyen. Yo tengo repelente. Llegamos a Villamayor de Monjardin para llenar las cantimploras ¡y zas!. Las avispas con Cesar. ¡Ah, Ah, Ah! Oigo a mi compañero gritar. ¡ Qué he hecho yo!.
Nuestro Camino discurre en una pronunciada bajada, entre vides. Me da la impresión de que mis ruedas están sufriendo mucho. La bajada se transforma en una bonita pista de tierra y grava, donde nuestras bicis cogen velocidad. Cesar va delante, yo voy metros atrás. ¿Qué me pasa?...¡Fastidio! La rueda de atrás ha pinchado. ¡Cesar!. No me oye, vuelvo a llamarle. Veo que se aleja. Bueno ya volverá.
Justo me he detenido, con la rueda pinchada en un pequeño estanque, tipo piscina. ¡Así podré verificar que la rueda queda sin agujeros!. Cesar aparece de vuelta en la lejanía. Se me rompe la bomba también. Por unos instantes, la bastoestimuline me sirve de lubrificante para la bomba. ¡Habrase visto para lo que puede servir!. Tenemos que desmontar totalmente el transportin y ponerlo en la rueda delantera. Somos incapaces de apretar los tornillos del eje trasero con dicho aparato.
Viene gente del Camino que nos ofrecen su ayuda. Realmente no me hace falta, lo que noto es que estamos perdiendo un tiempo vital. Por fin arreglamos la bici, medio hinchamos la rueda y continuamos el Camino.
Es cómodo el Camino en este trayecto hasta Los Arcos. ¡Vamos hasta Los Arcos, estoy roto!- Me comenta Cesar -.¡ Necesito agua!
Vamos como motos y llegamos a los Arcos, concretamente a la fuente sita en el portal de la Iglesia de Santa María. No paramos de beber agua, hemos llegado deshidratados. Agua, agua. ¡Qué preciado líquido! ¡Sobre todo si es escaso!
Paramos un poco a relajarnos, y nos metemos en la Iglesia. Merece la pena ver su retablo central y la cúpula. ¡ Impresionante!, me comenta Cesar. De verdad impresionante!!!! Unas viejillas, las del rosario y tercer misterio, nos invitan a marcharnos. Y nos vamos.
Son sobre las cinco de la tarde, y nos queda un buen trozo de camino. Como quiera que mi bici va con problemas mecánicos, optamos por ir por la carretera. La rueda trasera ha quedado mal montada, va descentrada y voy saltando a caballitos. Con peligro de empezarme la piel que roza el sillín.
Hemos parado hasta dos veces, pero no conseguimos nuestro objetivo.
Sansol y Torres del Río, nos han aconsejado un nuevo refugio en este pueblo, pero todavía no esta acabado. Hablamos con el chaval que lo lleva. También hizo el Camino en anterior año Jacobeo, por febrero. ¡Por una promesa, frío y sufrimiento! ¡Ha quedado enganchado! Nos ayuda a centrar la bici un poco y fijar los frenos. Marchamos con la sensación de dejar una buena persona en éste pueblo. ¡Que coste económico lo que esta haciendo este chaval!¡ Por amor a los demás! ¡ De verdad, el Camino te va enganchando!
Nuestro Camino se torna cuesta arriba, voy sufriendo mucho, paramos y Cesar se nutre de uva tempranilla. Yo sigo sufriendo una subida anterior a Viana, la subida de mataburros. La llegada a Viana es fenomenal, todo llano y bajada. Tremendo, a caballitos.
Hemos llegado a Viana. El albergue, bajo una imagen de antiguo nos ha sorprendido, es moderno por dentro. Allí nos hemos encontrado con "Tabique" el del albergue de Puente La Reina, el que roncaba. ¡Cielos que horror!¡El que roncaba....! En fin, ya veremos.
Como siempre nuestro problema de fin de día. Mover los coches. Nos supone tres horas de descalabro y 250 km de recorrido. Tenemos que ir a Santo Domingo de la Calzada y volver aquí. ¡Esto no se volverá a repetir en nuestro próximo periplo!
Aprovechamos para cenar en Santo Domingo, la vuelta se hace pesada, al menos para mí. El pobre Cesar va cansado y cae dormido. ¡Que envidia me das! Como ya me sucedió en Puente La Reina, me he cambiado de habitación para dormir, tabique atacaba de nuevo. ¡ Esto es un camión cuesta arriba ¡ Por un momento entre sueños, Cesar me tapa la boca, entre sueños piensa que el camión cuesta arriba sale de mi boca!. - ¡Cesar, que no soy yo! - ¡ Perdona Alejandro! ¡ Pense por la proximidad que fueses tú! - ¡ Mira Cesar, como con este ruido no me coge el sueño, me cambio de habitación! ¡ Qué sufrimiento!
Me he cambiado de habitación, estoy yo solo en un habitáculo con media docena de literas. Me he dormido.
Cuando me despierto por la mañana, he mirado por el ventanal. Se presume un día brillante, sol, y cielo azul. Me levanto y me acerco a la habitación donde están los otros dos peregrinos. ¿Otros dos peregrinos?. Tabique ya ha salido, nosotros recogemos nuestros enseres, vamos tarde y somos los últimos en abandonar el refugio. Fotos de rigor, y camino a Logroño.
Necesariamente nuestras bicis tienen que ir al taller. ¡Han sufrido mucho! Radios, ruedas, dirección, sillín..... Nos movemos por una bonita pista hasta Logroño. En la misma pista antes de entrar en la capital, nos sorprende la abuelita del camino. Higos, bebidas, la voluntad y sellito. ¡Y el puñetero crío dale que te pego con la bici! Cesar prueba los higos, la abuelita aumenta su cuenta corriente en 500 calas. Total un sellito.
Nuestra primera labor es encontrar una tienda de bicis, nos atienden muy bien. Dejadas las bicis un par de horas, y nos solucionan las averías.
En el intervalo del arreglo aprovechamos para visitar Logroño, el albergue es precioso. Vemos la catedral, incluso por dentro. Nos zampamos un pastelitos, ¡Bocato di cardinale! Y nos hemos surtido de vino CUNE para nuestra comida. ¡Ah, y caramelos Vda. de Solana!
Partimos a nuestro destino de etapa, Santo Domingo de la Calzada. Nuestra primera meta es Najera, para ello vamos al embalse de "La Grajera".
Me he encontrado con un peregrino pintor, viene desde Alemania en bici, sobrecargado...
Nos para una apuesta ciclista solicitando una bomba para hinchar su rueda, la bomba es nueva, la otra sé joribio. ¡Ni la blastoeslimuline pudo con ella! Ante mi sorpresa su compañero es cara conocida para mí. Se trata de mi compañero de trabajo Enrique, que emigró para estas latitudes.
Seguimos subiendo y llegamos a Navarrete. ¡Alex, Alex...! ¿Quieres comer? ¡Cielos! ¿Quién me llama?. Se trata de Mª Carmen, la cocinera de "El Molino" el restaurante donde como normalmente en Santurtzi. Nos saludamos y seguimos camino.
Encontramos un sitio, en el Camino, lleno de torres de piedras con mensajes. ¡María, hemos llegado, de aquí a Santiago!.... Nada más ascender de este punto, en mitad de la vereda paramos a comer, sentados a la sombra, al lado de una viña. Hemos destapado nuestras botellas de CUNE, y nuestros bocatas, y nuestro chocolate, Cesar toma el postre de las viñas. Uva negra, parece que estaba riquisima.
Nos subimos en nuestros vehículos y nos lanzamos a Nájera. El camino es largo y en bajada, lleno de grava suelta, pero no hay que pedalear. El sol nos está achicharrando, y llevamos crema para protegernos de los rayos. ¡Es igual! ¡Nos está friendo!
Cuando llegamos a Nájera, estamos deshidratados y en el primer bar paramos a reponer líquidos.
Visitamos el albergue y el Monasterio de Santa María La Real. Nos ha gustado, nos relajamos y hemos disfrutado del frescor que ofrecen estas piedras.
Nos subimos en nuestras burras y nos dirigimos a nuestro próximo destino. Nos hemos encontrado, nada más salir de Nájera una subida dura, dura.. Me he bajado de la burra, ya que mi marcapasos particular no bombea bien.
El resto del camino es pista de tractores, en algunos momentos con rodadas que tenemos que esquivar. Empieza una cuesta no pronunciada, llena de grijillo, no sabes si tu lado es el bueno, o sería mejor la otra vereda. ¡Da lo mismo! Siempre te parece mejor la otra vereda. Se nos hace larguisimas, y el sol sacudiendo.
Llegamos a Cirueña y por la carretera enfilamos a Sto. Domingo de la Calzada.
Llegamos bastante bien de tiempo, pero no lo suficiente para hacer el cambio de vehículos, esto lo haremos mañana pronto. Después de ducharnos y nos vamos a cenar con Lupi, charlamos de nosotros, de la sensación del miedo de los montañeros y campistas. ¡Lupi nos sorprende! ¡Miedo, a qué! Cesar y Lupi conectan bien. Hablan de Asturias. Cenamos bien, ¡estas monjas...!
Nos hemos encontrado en el albergue, buenísimo por cierto, a unos chicos de Burgos que se marchan a Santiago. También están rendidos. Nos metemos en los sacos, cuatro chistes y a dormir. ¡El Santo vela por nosotros!
Me despierta el canto de los gallos. La gente del Camino está levantada. Hemos quedado en desayunar donde las monjas. Buen desayuno, leche, croissantes, mermelada, a tope...
Lo que no hicimos ayer, lo hacemos hoy. Tenemos que mover los coches, el mío se queda ya en Burgos, volvemos con el de Cesar.
Nos subimos a las monturas, foto de rigor, y carretera adelante. En Grañón nos surtimos de comida, y mi compañero recibe la visita de sus inseparables amigas: las avispas.
Nos movemos por Castilla, estoy apreciando el agua más fresca, en la zona de Navarra y Rioja estaba más calentorra. Hasta Belorado prácticamente vamos por carretera. He cambiado mi dieta hoy. Voy a picar mucho, pero muy continuo. Bocata, chocolate, caramelos y agua. Prácticamente todo el día voy a llevar esta dieta.
Nos detenemos en Belorado, vemos la plaza mayor, tomamos agua y seguimos por pistas de tractores, en liviana subida hasta Monte de Oca.
En Villafranca de Montes de Oca paramos a semicomer, en el inicio de la durísima cuesta del alto de la Pedraja.
Cuando te sientes agotado, cuando te has bebido el agua, cuando sudas y no sabes como aguantarás, aparece la fuente del Mojapan. ¡Bendita fuente del Mojapan! Agua fresca, vista sosegadora, frescor de la naturaleza, y para Cesar las avispas de siempre. ¡Le estarán acompañando todo el Camino! Reponemos fuerzas y seguimos subiendo, pero más liviano, sintiendo la naturaleza al cien por cien.
En el Alto de la Pedraja, a la sombra de unos arboles nos encontramos a unas peregrinas en fase de descanso.
Por una pista descendente enfilamos a San Juan de Ortega, refugio de peregrinos y rincón de tranquilidad, al olvido de las rutas motorizadas.
El hecho que voy a contar me ha dejado en "Off". A nuestra llegada al lugar he visto un peregrino haciendo su colada, nosotros visitamos la Iglesia y el albergue, nos indican que tendrán que cerrar por falta de presupuesto. Dirigimos nuestros pasos al bar a tomar un cafelito, y allí me vuelvo a cruzar con el peregrino en fase de colada, viene cojeando, le veo mal de los pies. Hago un gesto en clara expresión de ¡Qué mal lo llevas! El buen señor, en edad sobre los sesenta, se expresa en francés y me enseña sus llagas. Una ampolla en su planta del pié, larga como un dedo, la uña suelta, señales de dolor. En una semana se ha hecho 240 Km, una media de 30 Km al día por las zonas duras. No ha dormido en albergues, prefiere el cielo raso. Duro de verdad. Con un torpe francés de indico que llevo betadine y tiritas, para su cura y me dice: He rogado a mi Dios, ¡Hace tres minutos! En la Iglesia, por tener betadine. ¡Et voila! ¡Y he aquí! ¡Betadine!
Tenemos la sensación de que por alguna extraña razón hemos sido la mano de Dios para este hombre. ¡Acojonados...! Le dejamos nuestro botiquín, ya que nuestra meta final está a 20 Km. y tomamos el café con él.
Nos preparamos para marchar, despidiéndonos de nuestros compañeros de alcoba en la noche anterior de Sto. Domingo.
Nuestro Camino enfila hasta Atapuerca por un camino bonito, abriendo y cerrando verjas, pero la subida de la sierra de Atapuerca es dura y tenemos que echar pie a tierra, el final no es de bicis. La vista desde el alto es preciosa, vislumbramos Burgos, las torres de su Catedral, y nos lanzamos cuesta abajo.
Se nos hace largo desde Villafria hasta la Catedral de Burgos, donde hacemos la foto de rigor. Concretamente nos la hacen unos alemanes, por la pinta de uno de ellos cercanos al Tirol. Y nos vamos al albergue. El albergue es pésimo, a las afueras de Burgos, una miniducha, con agua ya fría, y por turnos. Vergonzoso para un Burgos, espero que para el próximo año lo mejoren.
Finalizamos nuestro Camino por este año 1.998. Nos hemos marcado fecha para mayo de 1.999.
Montamos en nuestros vehículos y nos enfilamos a Santo Domingo a por el coche de Cesar. Aunque hablamos del Camino, nuestros pensamientos se transforman en misticismo. Con la llegada a Santo Domingo, ya vamos bastante tarde para volver a los lugares de origen, pasamos los bultos de mi compañero a su coche, y con un abrazo emocionado nos despedimos...
Ya estamos en contacto nuevamente. El teléfono como medio de transmisión de noticias. Nos planteamos tener la salida para el 12 de mayo, pero por problemas laborales nos vemos en la necesidad de atrasar una semana la fecha de salida. Santiago nos echó un capote. No paró de llover esa semana, con lo que implicaba el camino embarrado.
Para este bloque de cuatro días contamos con un gran apoyo. Fernando me lleva hasta Burgos, nos dará cama en su casa de Itero del Castillo y durante un día será nuestro coche de apoyo. ¡Qué bien nos vino! Precisamente esa etapa gozaba de las excelencias del barro, con lo que no llevar alforjas, esto es más peso, fue un alivio.
Esta vez salía más nervioso, esperé a que Leire saliese de clase, me despedí. Metí la bici y demás en la "Turbo", y me paso a recoger a Fernando y a Tobi. Nuestra primera meta es Poza de la Sal, en donde nos proveeremos de chuletillas, morcillas para la cena en la bodega. El viaje es tortuosillo, nos llueve y para más mala suerte nos tenemos que desviar por Frías, ya que la carretera está cortada por Oña. Hemos llegado a Itero del Castillo a las 9 de la noche, durante el trayecto estamos en contacto con Cesar, dando las indicaciones de su recorrido.
Prácticamente llegamos a la par. Sin más nos presentamos, damos leña al fuego y a cenar. Chuletas de cordero riquísimas, morcillita superior, choricillo a la brasa, buen vino de Valladolid. Para rematar la noche partidita de mús , cafés y unas copitas de orujito. ¡Superior!
Hemos conocido a un buen amigo de Fernando, se llama Jóse. Una buena persona, pedazo de corazón que acaba de sufrir hacia dos semanas un accidente de circulación, lo que provoca un dolor general, pero la simpatía y el carisma castellano positiviza su estado físico.
Saco, y cama, que mañana será un gran día.
Amanece el día triste, encapotado, algo fresco, pero bien. Nos preparamos, metemos las bicis y nos encaminamos a Burgos.
Justo antes de llegar desayunamos para coger fuerzas. Vamos a la catedral para sellar la credencial, no costó encontrar el portero. Estaba en la capilla del famoso Cristo, le hemos llamado y ya está. Unas fotos de rigor para comenzar nuestro periplo, y a rodar.
La salida de Burgos por un caminillo ciclista, y en cuanto salimos del casco urbano de lleno al barrillo. Representa nuestra primera toma de contacto con éste elemento. Tardajos, Rabé de la Calzada, y vuelta la barro. Empezamos a ver peregrinos en bicis sobrecargadas, que tiene la necesidad de volver a la carretera. El barro bloquea los frenos, los cambios, el grupo, nos para. Nosotros adelante, en la bici, bajados de la bici. Subimos, bajamos y nos acercamos a Arroyo San Bol. Este lugar se ve como enigmático, metido en pleno páramo. La fuente de dicho lugar le viene bien a las bicis , (necesitan limpieza urgente), y a nuestro cuerpo deshidratado.
El tramo hasta Hontanas se me hace eterno por el barro. Llegados a este pueblo bebemos de su famosa fuente. Dice la gente del lugar: "La fuente de la Estrella, no encontrarás en camino ninguna como ella y en la agonía te acordarás de ella". Buena, fresca, y alivio para el peregrino...
Comenzamos un llano-descenso que nos aproxima al Convento de San Antón. Pasamos bajo sus arcos derruidos, lugar para fotografías.
Continuamos el llano que nos aproxima a Castrojeriz. Vislumbramos su castillo, y la Colegiata de Ntra. Sra. del Manzano, y también a nuestro coche de apoyo, Jose y Fernando. Paramos a charlar, y limpiar algo del barro que lleva la bici. Ascendemos por el centro del pueblo y nos encaminamos a uno de los altos del Camino: "El cerro de Mostelares". Las primeras rampas, por las regueras del camino, las hacemos pie en tierra. El resto lo sufro en la bici, quizá herido mi amor propio ante frases lapidarias de "eso no lo subes en la bici...". ¡Pues lo pude subir!
A media subida nos encontramos con un peregrino particular, venía en sentido contrario a nosotros. Su nombre era Pablo y su intención llegar a Jerusalén. Calculaba sobre 5 ó 7 meses andando. ¡ No le queda nada!
La llegada al cerro de Mostelares me deja agotado, la vista es impresionante, y Castrojeriz aparece como una postal.
Después de una buena subida, una buena bajada. Antes de descender trago saliva, cargo el peso hacia atrás, tenso el freno y para abajo. El piso es grijoso y con mucha pendiente, pero lo conseguimos. ¡Y sin caernos!
Nos aproximamos a Itero del Castillo, punto donde pernoctamos la pasada noche. Antes de llegar bebemos agua en la fuente del piojo. ¡El piojo ni lo vimos!. Y alguien se deja los guantes olvidados.
La llegada al puente Fitero, línea divisoria entre Burgos y Palencia, nos recuerda qué poco nos falta para terminar la etapa. Desde este punto comienza la llamada Autopista de Santiago, que no abandonaremos hasta Sta. Catalina de Somoza, ascendiendo al Monte Irago.
Cesar tiene algunos problemas para continuar a ritmo. Bajando la velocidad lo solucionamos.
El camino en este tramo invita a charlar de trabajo, de familia, de pisos, son 15 kilómetros de charla, chiste y jotas. El piso grijillo fino. Una vez que pasamos Boadilla el Canal de Castilla es compañero de viaje.
La llegada a Frómista es singular, tenemos que atravesar las esclusas del canal, donde se detalla el uso del mismo. Es algo curioso. Llegados a Frómista, llamamos a nuestro coche de apoyo, y aprovechamos para ducharnos y ponernos guapos. ¿Ducharnos? Una verdadera pena, ni duchas, ni camas. Nos hemos encontrado con unos peregrinos de Galicia, donde nos comentan los rigores del clima de estos días de atrás. Nosotros hemos tenido suerte al retrasar la salida en una semana, si no tendríamos los mismos agobios.
Llegó el apoyo. Se han roto creencias equívocas. No pensé que los haríais, - nos comenta José -, ahora si me creo que llegareis a Santiago.
Cargamos las bicis, nos metemos en la turbo y nos vamos a Lantadilla a por Orujo y en Astudillo cogemos la carne para la cena (chuletillas de cordero, para variar). Llegados a Itero del Castillo, duchados, y perfumados nos damos un paseo antes de cenar. Vemos Itero del Castillo, el río, las choperas, su frontón, las bodegas.
Terminado el tour-turístico a la Bodega. Leña al fuego, chuletillas a la parrilla, vino a la mesa y a cenar. ¡Superior! Obligada es la visita al Bar, orujos y partida de mús. Esta la hemos perdido los peregrinos.
Nos despiertan los gallos. Al abrir la ventana se nos ofrece un día soleado, es justo lo que necesitamos. La gente del camino se pone en marcha, bicis a la turbo, peregrinos a la turbo, y camino a Frómista. Punto de salida de esta etapa.
Inicialmente el proyecto es llegar a El Burgo Raneros. Desayunamos en Frómista, cafés, zumos, bollos, como buenos peregrinos. Me parece que todos los peregrinos han salido, y que nosotros somos los últimos. Eso no impide el que una vez montados en la bici, inseparable compañera de viaje, y realizados 200 metros, nos vemos obligados a parar con el fin de ver la iglesia de San Martín de Frómista. Este hecho deja perplejos a nuestro equipo de apoyo. Pero así es el Camino, lo importante es llegar.
Seguimos por la autopista de Santiago, y encaminamos nuestra primera parada en Villalcazar de Sirga, en cuya Iglesia de Santa María la Blanca sellamos y visitamos. Una florera tiene la amabilidad de fotografiarnos.
La siguiente parada en Carrión de los Condes. Sellamos en el Convento de Santa Clara donde nos aprovisionamos de las famosas almendradas. En este pueblo el teléfono reclama mi atención. Se trata de Roger que me llama desde el curro, interesándose por mi Camino. También aquí nos preparan unos bocatitas para comer.
El camino hasta Sahagún es un suplicio para Cesar. Su rodilla le da problemas y puede que tengamos que parar.
El primer trozo de camino es una pista en preparativos, la bici la siento como una batidora en mis posadera. Incluso nos tenemos que desviar hacia la carretera nacional hasta Calzadilla de la Cueza. Seguro que Cesar no lo olvidará nunca.
En Terradillos de los Templarios nos cuesta encontrar el camino dentro del pueblo, de aquí un sube y baja liviano hasta Sahagún. Nuestra parada y sello lo hacemos en el Albergue de Peregrinos Cluny, Cesar en busca de farmacia para solucionar sus problemas de rodilla. Santa rodillera que bien le ha venido. Continuamos por la Autopista del Camino hasta Burgo Raneros. Este trozo del Camino se me hace largo, una inmensa llanada para la media tarde. Me alegra ver la recuperación milagrosa de mi compañero.
La llegada a Burgo Raneros me resulta idílica, ¡de postal! Temperatura ideal, comodidad del Camino, el sol cayendo, el cielo dorado, y el albergue de artesanía. Por supuesto al completo. Después de sellar y sopesar la situación de fuerzas y rodillas nos animamos a tirar hasta Mansilla de las Mulas. De destacar el paso de las vías del ferrocarril, con saludo del maquinista y fotografía de la zona.
Nuestras fuerzas, ya mermadas, nos están pasando factura. Además tenemos el viento en contra, incluso en bajada nos obliga a pedalear. Esto sí es duro. Pero a las 9 de la noche, de día, hacemos entrada triunfal en Mansilla de las Mulas. Hemos recorrido 105 km. de camino, y hemos estado 9 horas rodando la bici. Después de ducharnos nos sorprende el que no hay camas, esto nos obliga a buscar cama en un hostal. Esta cama nos curará para enfilar el día de mañana. Cenamos bien y ha dormir.
Nos hemos levantado prontito, y bajamos al desayuno. Nuestra salida es fresca y neblinosa y nuestro primer destino León. Allí veré a la familia, la catedral, San Isidoro...
Se nos une en Puente Villarente un peregrino cuarentañero, y rasurado cerebral. Nos comenta entre pedalada y pedalada que el pasado año, con su hijo jovencito se lió la manta a la cabeza en el mes de diciembre, y que por un accidente con la bici su hijo, tuvieron que abandonarlo. No llevaba ni saco, solo una triste mochilita , y venía desde Roncesvalles. Le había tocado sufrir el agua de la pasada semana, y muy contento. A Cesar y a un servidor nos da la impresión de ser un poco pasado de vueltas.
Con él llegamos a León, nutriéndonos con los restos de las almendradas de Carrión de los Condes. Y es en León nuestro punto de separación. Nosotros a ver a Pedrín, con el fin de proteger la bicis y ver dicha ciudad. No encuentro a nadie, ni Pedrín en casa, ni Txema en casa, ni Maruja, ni Mari Jose. ¿Será posible que con toda la familia que tengo, y no encuentre a nadie?. Mi pregunta tiene respuesta al momento. Llamada de Txema que se acerca a recogernos. Su idea comer con su familia y luego con su furgoneta nos acerca hasta Astorga. ¡El no se lo dice a nadie!
Nos vamos a ver su nuevo coche y a picar unos pepitones de ternera, que nos viene de perilla. Y pagar, ¡como siempre en León, imposible! Nos lleva para que veamos a Pedrín, el hombre está bloqueado de trabajo en el taller y no nos puede dedicar tiempo. Con Txema, después de ver a Isa, que salida de un cólico nefrítico del hospital, nos acerca a la Catedral de León. Hace de cicerone, y de cuidador de bicis. ¡Nunca se lo agradeceremos bastante!
Ya en la Catedral y entendiendo que deba de ir con Isa, nos despedimos y continuamos nuestro Camino. Paramos en San Isidoro, y nos sacamos fotos en San Marcos.
El siguiente trozo del Camino me ha resultado incomodo, hasta pasar La Virgen del Camino. Carretera nacional, cruces, rotondas, sol de pleno, y páramo leonés, duro e improductivo, zonas industrial. Una vez llegamos a la Virgen del Camino, donde perdimos por momento el rastro del Camino, retomamos la autopista del Camino. Volvemos a la batidora sobre ruedas, en paralelo a la carretera.
El aproximarnos a una gasolinera nos anima a reponer agua para nuestros cuerpos y para nuestras bicis. Las hemos mangueado a presión, con el fin de quitarle todo el barrillo que tiene acumulado de días pasados, y parecen nuevas.
En Villadangos del Páramo, atravesando un camino entre arboles idílico, recibo la llamada de Mari Jose desde León, que quieren verme y que se acercan. Tengo que convencerles de que por donde me muevo pierdo el rastro por momentos de la carretera, y será difícil encontrarme. He agradecido su llamada, y quedamos en el propósito de vernos en agosto.
En un pis pas llegamos a Hospital de Orbigo, y su famoso puente del Paso Honroso. Paramos para fotografiarnos, para disfrutar del puente, de la gente, de la vista y del día. Me parece larguísimo el puente (19 arcos). Comentamos nuestras fuerzas para tirar hasta Astorga.
Después de nutrirnos convenientemente, enfilamos la ruta por el Camino histórico, a pesar de las advertencias de que está mal para pasarlo. Todo queda en nada, salvo 200 metros aguados, el resto es seco, y vamos a disfrutar de uno de los entornos de camino más atractivos. Mieses, robledales, sombras, cantos de pájaros. Nos hemos separado por momentos. Cesar lleva un ritmo mayor que yo y las cuestas arriba me pesan. Pero nos encontramos en un prado. Tiramos las bicis y nos hemos tumbado a disfrutar de nuestro entorno.
Continuamos por pistas, hasta llegar al crucero de Santo Toribio, momento que aprovechamos para descansar y fotografiarnos. Por una rápida bajada hacemos entrada en Astorga. La población está en un alto, lo que provoca una nueva subida, corta y dura. Llegados al albergue, donde ya no hay sitio, sellamos.
Me llaman por la espalda, vuelvo mi vista, y me encuentro a mis primos Conchi y Pedrín que vienen desde León a vernos. Siempre agradeceré este detalle.
Vemos la plaza y nos sentamos los cuatro a tomar una buena cerveza, oyendo tocar las horas a la pareja de maragatos de la torre. Nos despedimos de ellos y bajamos al polideportivo para buscar sitio para dormir. En un alarde de inoperancia municipal, pasada una hora nos vamos en busca de hotel, ya que nadie aparece por este sitio. En el restaurante "La peseta" nos calzamos un soberbio cocido maragato, que nos estuvo repitiendo hasta altas horas de la madrugada. Damos un corto paseo y a roncar.
Salimos del hotel dirección Murias de Rechivaldo, vemos a cantidad de peregrinos a pie, iniciando la ascensión al Monte Irago. En este pueblo tomamos agua, continuando por una pista de tierra en continua ascensión. Las cuestas pronunciadas las sufro, y Cesar se aleja por delante. Me lo encuentro en Rabanal del Camino, donde paramos a reponer fuerzas y tomar agua. El agua sale de una fuente abovedada, y muy fría. Cada uno se impone su ritmo, yo voy mas lento, pero voy.
Poco a poco me acerco a Foncebadón. Son muchos los segundos que he destinado a pensar en el paso por este pueblo misterioso, negativo, de brujas, desolado y abandonado. Siempre pense que pasaría lloviendo, tronando, con un tono gris oscuro. Nada... Sol a cal y canto, y buena temperatura.
Continuo por caminos ascendiendo a la cruz de ferro, donde tiraré mis piedras. Una ha venido desde mi pueblo en Salamanca, y la otra desde Barakaldo. En la lejanía diviso la Cruz, y también a Cesar, que me hace señas. Una vez llego, descanso un poco y nos hacemos las fotos de rigor. Le hemos cedido un poco de blastoestimulina a otro ciclista que tiene el culo "a tope".
Tras una pequeña bajada comienza una nueva subida. No pense que todavía teníamos que subir más. Paramos en Manjarín para reponer líquidos. Llega en esos momentos un autobús de gallegos emigrantes, que viven en Alemania. Provoca algo de masificación, por el autobús el sitio.
Para momentos de lluvia y nieve será un palacio el sitio, en las condiciones que lo vemos nosotros denota un antro. Pero atienden con mucho cariño.
Continuamos subiendo un poco más, hasta el fortín, y empezamos una rápida bajada hasta Molinaseca. Nos encontramos Acebo y Riego de Ambros, paisajes, olores, colores, cigüeñas, peregrinos... Cruzamos por el puente de los Peregrinos de Molinaseca, y aprovechamos para comer en el mismo puente. Sopa, carne, postre, pan y vino, y relax al lado del río. Hablamos con nuestro equipo de apoyo, están en Continente, en Ponferrada comiendo. Y quedamos en el albergue.
El camino a Ponferrada es suave, alguna pequeña subida y llanos. Llegamos al castillo templario de Ponferrada, y todavía nos quedan dos repechoncitos callejeros. Llego bastante extenuado al albergue, donde están Fernando, su primo y Jose. Abrazos y saludos. ¡Lo habéis conseguido! - nos comenta Jose. Sellamos y nos duchamos, ya que tenemos que volver a Itero del Castillo, donde Cesar tiene su coche. Tomamos una cerveza y marcha.
La turbo se pone a 200. Es increíble como anda el coche. Cesar y yo vamos durmiendo un buen rato. Aprovecho para animar el viaje contando unos chistes que provocan la sonrisa de los viajeros. Con la llegada a Itero, nuevamente fotos, compromisos para dentro de un mes y despedida.
Cesar nos sigue con su coche hasta el cruce de Villaquirán, donde toma destino a Madrid y nosotros a Bilbao.
He partido de Barakaldo con Fernando y sus padres. Dejo nuevamente mi familia, mi entorno cotidiano, mi trabajo, para engancharme nuevamente al "Camino".
Aprovechando mi salida dejaremos en Itero de la Vega a Visi y Vale, los padres de Fernando. El viaje hasta Burgos es rapidisimo, bajamos los bultos y recogemos a Jóse, que ya estaba esperando.
Nos lanzamos carretera adelante buscando Ponferrada punto destino y encuentro. Hemos parado en Carrión de los Condes para requerir de las monjitas unas almendradas con que nutrir los cuerpos desvalidos de estos peregrinos. Una caja cayó en Carrión, la otra la reservamos para el "Camino "y Cesar.
Por teléfono nos ponemos en contacto con mi compañero, ya esta en ruta y va por delante de nosotros. Nos indica que aflojará el pié para contactar en transito. Una parada por accidente en la entrada a Ponferrada provoca y pequeño retraso. ¡Allí está! Justo a la entrada de Ponferrada y todavía con el buzo puesto, se desprende de la corbata en nuestro encuentro. Un saludo, un abrazo, unas risas. ¿La familia como esta?
Llegamos al albergue, tal y como lo dejamos el pasado mes, antiguo pero reconfortante. Tomamos cama y dejamos nuestro equipaje. La cama esta situada en el último piso, una habitación con dos literas para nosotros. La ventilación es escasa y tenemos sensación de calor, dejamos el equipaje, guardamos la bici y enfilamos a cenar, momento que aprovecho para hablar con mi "buena" Pili que me aguanta, y eso es un triunfo.
Paseamos un buen trecho por Ponferrada, hacemos fotos en el puente y damos por inaugurado con nuestra presencia Pepe-tapas, de la cadena que representa mi amigo Cesar, y aliado en la aventura. ¡Nos ponemos morados a comida y cerveza! Caen regalos de recuerdo y cafelitos.
Me percato de la hora, ya que el tiempo apremia, al tener que ir al albergue antes de las 10 y media. ¡Son casi las 11! Taxis al canto y para arriba, despedida del coche de apoyo, excusas a la hospitalera que nos ha esperado y al saco. Hace bastante calor, y la puñetera puerta del baño no para de golpear.
A media noche me he levantado al baño y miro por la ventana. La noche de Ponferrada se extiende ante mis ojos, noto la sensación de contraste entre el exterior y el ambiente del albergue. Pienso en el día que nos espera mañana. He cerrado la puerta del baño para evitar los golpes y me coloco en mi saco. Sigo notando calor y alguien se levanta y abre la puerta. El ruido continuará ya, toda la noche.
Nos levantamos prontito, aunque ya desde las cinco de la mañana la gente del "Camino" está en marcha. Nuestra etapa de hoy llega hasta Triacastela, en un principio finalizaba en Cebreiro por la dureza de la subida, pero buscando rebajar los kilómetros de la etapa final optamos por sufrir más hoy y avanzar hasta Triacastela.
La salida de Ponferrada es grisácea y triste climatológicamente hablando. Pasamos por Columbrianos, me ha gustado el comienzo, huertas de regadío y un camino cómodo.
En Fuentes Nuevas hemos parado a desayunar. Entablamos conversación con un personaje curioso, "El Legionario", tabaco rubio y cubata mañanero. Nos comenta que viene desde Barcelona todos los fines de semana hasta este pueblo. ¡No tiene camino el tío!
En Cacabelos, una vez pasado "Prada a Tope" buscamos una tienda donde proveernos, y como siempre bocata de queso, jamón y chorizo entre pan del lugar. Hemos aprovechado para arreglar el freno de la bici de Cesar, que no le funciona.
A partir de este momento es cuando siento que realmente comienza nuestra etapa, subimos el repechón de Pieros para poder llegar a Villafranca del Bierzo. Sellamos en el albergue de JATO, personaje que no hemos visto pero muy famoso por sus cualidades de masajista. Es un hito del Camino. La Iglesia de Santiago, con la otra puerta del perdón y jubileo para peregrinos que llegasen enfermos está cerrada. Bajamos por la calle del agua y llegamos al puente sobre el río Burbia, en donde observamos a un canastero trabajando el mimbre.
Llegado al puente se nos plantean dos vías, una cómoda y peligrosa, la de Pereje, por el valle carretera de la Coruña y la otra difícil, bonita y con fuertes pendientes, esta es la de Pradela. Nosotros optamos por la segunda. La salida de Villafranca del Bierzo es bestial, con una subida... con una pendiente... Pie al suelo y empujamos las bicis. Rampas para todoterreno y tracción hasta en la rueda de repuesto.
A los dos kilómetros paramos para reponer fuerzas y líquidos, y por supuesto para descansar. La ascensión se estira durante 13 kilómetros, con más o menos pendiente, pero... pendiente.
La bajada a tope. Son cuatro kilómetros disfrutando de la bici.
Paramos en Portela a reponer líquidos, Cesar ha comprado unas cerezas, que luego le pasaron factura y reiniciamos con la ascensión a Cebreiro, lugar emblemático del Camino. Hasta las Herrerias es suave subida por una carretera rural. Nos topamos con varios grupos de peregrinos ciclistas y ecuestres. Nos hemos unificado por momentos en un grupo ciclista, con unos madrileños hasta la salida de Herrerías. Me llama la atención el ciclista de cabello largo. ¡Qué capacidad para subir! ¿Y el de la cazuela sobre las alforjas? ¡Todo vale, lo que importa es llegar!
Los casi 4 km. de subida a La Faba son duros. Aunque con paradas vamos subiendo bastante bien. En este pueblo entablamos conversación con un lugareño, que resulta ser familia de unos vecinos del pueblo de Cesar, en Asturias. "El mundo es un pañuelo".
Faltan aún otros cuatro kilómetros para llegar a Cebreiro. El Camino solo es apto para hacerlo a pie. Empujamos nuestras bicis, disfrutamos de nuestras primeras corredoiras, y subimos y subimos. Y sufrimos... y sufrimos.
Llegado a este punto, en un momento de descanso le he preguntado a mi compañero. ¿Qué cojones pinto yo aquí, sudando la camiseta? Sigo adelante sin tener una respuesta clara. Sí noto una sensación de positivismo por la epopeya que estamos realizando.
Antes de llegar a la cima he aprovechado para abrigarme más. Noto frío, la voz se esta enrroqueciendo, y me comienza a doler un poco la garganta. A la par, me comenta Cesar, que le
ha salido un perro y le ha abocado. ¡Lo suyo son los animales, los perros, las avispas!
Amenaza la lluvia al llegar a Cebreiro. Existe mucho movimiento de peregrinos de autobús. Han llegado también arriba uno de los grupos ciclistas que encontramos en la Portela, y nos han fotografiado. ¡Nunca veremos esa foto! La visita a la Iglesia, para ver el cáliz y la patena del milagro y volvemos a subirnos a las bicis una vez hemos sellado.
Continuo sin encontrarme bien, me duele más la garganta y tengo escalofríos, pero el Camino continua. Llegamos a Hospital, donde reponemos agua y agotamos las últimas almendradas de Carrión de los Condes. Buscamos ya el último alto del día, el alto del Poio. ¡Qué no sé porque se llama así! ¡Yo el pollo ni lo vi!
Iniciamos una vertiginosa bajada hasta Triacastela. Está comenzando a llover, y vamos a estrenar los chubasqueros que incluimos en el equipo. ¡Jó, creí que no lo iba a estrenar!
Cesar en la bajada a mordido el polvo dos veces, cosa que no me extraña porque el suelo mojado se encuentra resbaladizo. Mención especial al tractorito y a las vaquitas, que nos ralentizaron aún más nuestra bajada. Los últimos kilómetros antes de entrar en Triacastela son bellísimos, entre arboles, y además deja de llover.
En principio pensamos ir al albergue, que hemos encontrado lleno. Nos ofrecen como alternativa una grandísima tienda del ejercito, sin suelo. En mi estado le he sugerido a mi compañero buscar un alojamiento más digno para estos peregrinos. En los hoteles no encontramos nada, es en un bar donde se encuentra la dueña de una vieja casa, "la casa Pereira", aunque dista mucho de ser el Melia lo hemos cogido. La citada casa ha resultado ser el antiguo hospital de peregrinos de Triacastela, allí nos atiende Loli, nos ha abierto las puertas de su casa. Después de ducharnos en un milimétrico y bajito cuarto de baño nos atracamos a cenar en el Mesón Vilasante, donde nos atienden muy bien.
Nos levantamos a las ocho y lo primero que hago es mirar por la ventana. ¡Llueve, que fastidio! Todos los peregrinos van emponchados, y nosotros también. Bajamos ya preparados a desayunar y leer la prensa al Bar O Noa, y una vez surtido de líquidos nos lanzamos al Camino.
Existen dos alternativas, la de la derecha va por Balsa y la de la izquierda por Samos. Hemos optado por la de Samos, para evitar posibles barrizales al ser la alternativa que discurre por carretera. ¡De eso nada! Pasados los primeros cuatro kilómetros nos metemos de lleno en el Camino. Este sendero es otro paraje bucólico y místico, olores, cantos de pájaros, arboles, bosques y encima ya no llueve.
Llegamos a Samos. A la entrada del pueblo nos hemos surtido de comida, de los gustosos bizcochos de Samos, y nos encaminamos al monasterio. Es impresionante, aunque no podemos entrar dentro, lo que exterioriza es grandioso. El entorno de la capilla románica, el río y la arboleda resultan sugerentes. A medida que vamos atravesando Samos, enfilando la salida del pueblo nos vuelve a llover. Ponchos al cuerpo y fotos de rigor.
El Camino que se ofrece es una carreterita asfaltada, que pronto se transforma en un camino pedregoso, con dificultades para mantenernos sobre la bici.
Nos topamos con unos peregrinos ecuestres, que secaban su sed con finos gaditanos, y nosotros con aguas gallegas.
A tres kilómetros de llegar a Sarria vuelve a llover abundantemente. Nuestros ponchos cumplen su cometido. Ha estado bastante bien calculadas nuestras posibles necesidades.
El pueblo de Sarria esta en una ladera, el Camino asciende por sus calles. En una de estas hemos encontrado el albergue. Decenas de peregrinos hacen cola para alojarse, nosotros continuamos ascendiendo. Paramos a sellar la credencial y a tomar un caldo gallego "de Samos", de los de pata de cerdo dentro de la cazuela. Como quiera que la temperatura ha descendido, nos viene bien el caldo caliente, pero no así la fría empanada.
Continuamos el ascenso de Sarria. Santiago nos bendice con una Feria popular: Ganado, gaita, gente y pulpeiras por doquier. Pulpo a rebosar, vino, pan, café de "PUCHERA", botella de orujo, ¡sabor! Esta es nuestra segunda comida en una hora.
Seguimos Camino bajando hacia el famoso puente medieval, cruzamos el ferrocarril, y nos adentramos en un bosque mágico, con duendes incluidos, arboles de formas fantasmagóricas, digno de disfrutar. El Camino asciende y el tiempo mejora notablemente.
Nos hemos mojado los pies atravesando las celebres "corredoiras" con agua. Aguas cristalinas que inundan nuestra ruta, emergiendo algunas piedras para piso de estos peregrinos. Quizás sea una de las partes de "este Camino" que invitan al deleite y la meditación.
Una vez pasamos Rente nos surtimos de agua en su renombrada fuente. Brea y el kilómetro 100 provoca un descanso, que aprovechamos para las fotos de rigor, aunque la foto de la pareja no se pudo hacer por que el gallegiño de paso no quiso hacerla. ¡Dele Santiago mal galardón!
El Camino se torna descendente y precioso, hórreos, carros con bueyes, gente.
La última bajada antes de llegar a Portomarín es espeluznante. Hemos tomado toda serie de garantías para no darnos una leche. El freno a tope. Cruzamos el Miño y sellamos en la iglesia-torre.
Pero después de la calma llega la tempestad. Subir, subir... hasta Ventas de Narón, carretera y Camino se entrecruzan.
Encontramos en Gonzar una pareja de italianos que nos hacen compañía. Hablamos de norte de España, del Guggenheim, de eta, de las brigadas rojas. Por cierto, la chica bien, ¡pero que requetebién! Aunque con truco. Demasiado apoyo de coche, porta-bicis...
Comienza un rompe-piernas, con tendencia a la bajada, hasta Palas de Rei. Palas lleno de peregrinos, simplemente sellamos, cogemos agua y nos planteamos el llegar a Mellide, son quince kilómetros más de rompe-piernas. Estos kilómetros empiezan a pesar, cuando cambiamos de provincia, de Lugo a La Coruña.
En este último ascenso de rompe-piernas recibo una inesperada llamada, es Roger interesándose por nuestro Camino, agradezco en momentos de sufrimiento y agotamiento, esta llamada de animo.
Cruzar el puente de Furelos y llegar a Mellide es todo uno. Vamos derechos al albergue. Nos hemos instalado, duchado y vamos a cenar, como no, PULPO. Por Internet me recomendaban ir donde Ezequiel. ¡Brillante! Pulpo, vino, tarta de Santiago y café de puchera con orujito. Volver al albergue y meternos en el saco es todo uno. Me ha tocado una litera superior, con peregrino roncador bajero. ¡Imaginaria continua!
Me he despertado pronto, ya que el roncador hizo sonar su flauta para regocijo de los trasnochadores. Me acerco a la litera de Cesar. ¡Cesar, Cesar! -le susurro al oído- "la gente del Camino se pone en marcha".
Nos vestimos, y empaquetamos todo al momento. Me estoy percatando que tengo descosida una alforja. ¡Qué bien hice en traer cinta aislante! Envuelvo la alforja, y la amarro.
El día sale soleado y hoy llegamos a nuestra Meta.
Paramos en Boente a desayunar con dos peregrinos, uno de ellos es de Bilbao, y tiene problemas en los pies. Nos llama la atención la fuente inaugurada por Fraga.
Seguimos ruta hacia Castañeda, el pueblo de mi amigo Carlos. Este me comentó que sus padres estarían, me ha hecho un croquis detallado, y me sugiere pasar. ¡Cielos! Que cuesta arriba antecede a Castañeda. Es un pueblo de concepción alargada, con casitas cercanas pero diseminadas. La orografía es la galaica, verdaderos rompe-piernas, verde, bosquecillos. ¡Bonito, bonito...! Me encontré con el padre de Carlos. Estaba en su precioso jardín con cipreses. La tranquilidad de la mañana, con su cielo transformado a escala de grises, nos embarga. Son sensaciones placenteras y relajantes.
Este relajo se rompe con la subida a Ribadixo. En esta subida nuestros destinos se unen al de nuestros hermanos-peregrinos de cabellos largos y cazuela en las alforjas, que conocimos en la subida a Cebreiro. La ruta jacobea discurre entre caminos rurales asfaltados y pistas forestales continuamente.
La proximidad de Santiago se palpa en el ambiente. Somos muchos más los peregrinos que transitamos por "nuestro Camino".
Paramos en Salceda a reponer fuerzas. Nos hemos zampado unas empanadas gallegas calentitas, adjunto a unas coca-colas, todo ello a la sombra de unos arboles, junto a la carretera y Camino que se juntan.
Seguimos viendo gente muy joven en bici y andando, gente con muchos kilómetros en sus cuerpos, expresando la proximidad gratificante de la meta final. Me imagino que nuestros rostros expresarán las mismas sensaciones.
En marcha nuevamente, para ascender el alto de Santa Irene. ¿Qué atractivo tiene para mi compañero de fatigas, el espejo de mi bici?. Nos pasamos toda la subida, con empujones mutuos, continuos sobre la bici. ¡Por una vez corono el alto en cabeza! Normalmente, siempre, salvo muy contadas ocasiones ha sido Cesar el rey de la montaña, y yo el rey de la comodidad. Si la cuesta se empina, mi pie pisa tierra. Me llama la atención la capacidad de mentalización para el sufrimiento de "éste asturiano". Quizá yo me significo por llegar a las mismas metas, evitando el sufrimiento, incluso buscando la ley del mínimo esfuerzo. Creo que todo vale, dentro de unas normas, para llegar al fin. ¡Quizá busque los más fácil! Cesar busca lo más rápido, aunque implique sacrificio.
A partir del alto de Santa Irene nos movemos por pistas forestales, entre eucaliptos. En la subida a Labacolla me he propuesto no bajarme de la bici. Cesar se distancia por delante. Son cuarenta minutos de subida continua, me hago a la idea de que ya es la última subida. Mi compañero me espera en el alto, y vamos notando el aumento de peregrinos en el Camino.
Bajando Labacolla nos volvemos a reencontrar con aquella pareja de italianos, que se nos unieron cuando subíamos Ventas de Narón.
Pensé que mis sufrimientos ciclistas habían terminado, pero no es así. Para llegar al Monte del Gozo nos topamos con fuertes repechones cortos, hasta llegar a Villamaior. Luego el resto es una llanada, hasta llegar a San Marcos, antesala del Monte del Gozo.
Nuevamente noto el incremento del flujo de peregrinos, de todas las edades, naciones, colores, estados psíquicos y físicos. ¡Y también estamos nosotros aquí! Como siempre que lucho por conseguir una meta dura, mi estado anímico es de quietud y tranquilidad, sin expresión externa de júbilo.
En el ascenso al Monte del Gozo hemos hablado con nuestro querido equipo de apoyo, sin el cual nos habría sido más complicado y difícil el llegar y volver a nuestros destinos. Les hemos pescado en Lugo y todavía tardarán una hora. Mientras tanto nos encargamos de conseguir alojamiento para los cuatro. Con ruegos y carantoñas hemos conseguido habitación para los cuatro juntos, con sabanas. Al hospitalero le hemos pedido, si es posible, que nos deje a los cuatro solos en el cuarto. Entre bromas acepta la propuesta, ahora bien, si hay peregrinos nos meterán a unas "buenas" peregrinas, cosa que hizo.
Nos hemos lavado "la colla", o sea duchado, para estar limpios y poder recibir el abrazo del Santo. Jose y Fernando me vuelven a llamar desde el mismo Monte del Gozo. ¡Eh! ¡Aquí, Fernando! ¡Ya me ha visto! Bajan presurosos a nuestra habitación. La comida nos llama y juntos comemos. La idea es visitar al Santo después de comer, sellar en la Catedral y patear la calle.
Tenemos la sensación de hacer excursión en autobús por Santiago. Fernando al volante y los peregrinos disfrutando del entorno. ¡La próxima vez que haga la Ruta Jacobea llegaré hasta la misma Catedral en bici!
El corazón se nos acelera cuando ascendemos la rampa de acceso al "Obradoiro". Muchísima gente y el cielo encapotado. Subimos las escaleras de la Catedral. Otra vez multitud de gente dentro del templo. El pórtico de la Gloria, el Maestro Mateo, Santiago al fondo, el botafumeiro. ¡Santiago de Compostela!
Por segundos interiorizo, trato de digerir la sensación de la meta conseguida, los sufrimientos pasados. El momento se hace corto. Salimos por otra puerta, para sellar por última vez. Ultima vez en este "Camino". Ultima vez en este "Año Santo". Ultima vez en este siglo... Nos toman los datos y nos entregan "La Compostela". ¡Lo hemos conseguido, Cesar!
Volvemos a la Catedral para cumplir con el rito de pasar por la Puerta Santa, la Puerta del Jubileo. Nos sentamos a celebrar la llegada, y planeamos ir a cenar la ría de Arosa.
Subida a la Turbo y autopista adelante. La ría de Arosa esta cerca. Llegados a la Isla de Arosa preguntamos a un pescador sobre sitios para cenar. Nos sugiere el restaurante López. Se trata de un sitio económico, donde nos atienden formidablemente. Mientras nos preparan la cena, hemos echado una partida de mús, que hemos perdido los peregrinos. Pulpo con cachelos, pimientos de padrón, chipironcillos, patatas fritas, quisquillón, centolla y demás.
Nos volvemos a Santiago.
¡Jo! Nos hemos perdido, y a poco mas nos vamos a Lugo. Al entrar en la habitación encontramos compañía en las camas superiores de las literas. Lo que el hospitalero dijo, lo cumplió. Ha metido a tres chicas. Son las tres de la madrugada, al saco y a roncar. ¡Bueno! El que roncaba era Jose. Volaron térmicos, calcetines que hicieran callar ese zumbido repetitivo. Particularmente, yo no me he enterado. Me indican que también ronqué. ¡Jolín, del cansancio!
Jose se ha levantado para tomar la manta que había dejado en la litera de arriba, y por coger una manta agarró una teta de la peregrina. Por lo que contaron los del equipo de apoyo, a partir del agarramiento tetal, las pobres peregrinas agotadas, se han marchado. ¡800 kilómetros, para que te acaben sobando y agarrando una teta! ¡Vaya cruz!
Tocan diana, recogida de bártulos, y todo a la Turbo. Nos vamos a desayunar. Como prometí, en especial a mi compañero, he tirado el casco a la basura. ¡El también se ganó el jubileo!
Nos vamos a la Catedral para oir la misa del Peregrino, que es a las 12. Hasta ese momento aprovechamos para hacer compras. Nos situamos en el Pórtico de Platerías, con el fin de ver el Botafumeiro balancearse. Impresionante el número de personas.
La música del órgano de la Catedral invade mis oídos, me desconecto de mis compañeros, y me encierro en "mi yo". Pienso en esos momento vividos durante el "Camino": La salida de Roncesvalles, los hayedos navarros, la ascensión al Alto del Erro, la subida del alto del Perdón, el cruzar el puente en Puente La Reina, el embalse de la Grajera, la subida a los Montes de Oca, la belleza y quietud de San Juan de Ortega, el ascenso de Atapuerca, el barro de Hontanas, el teso de Mostelares, el románico palentino, la maragatería, León, la subida a Foncebadón hasta la Cruz de Ferro, el indescriptible ascenso por Pradela, la subida a Cebreiro, el contacto con la lluvia, las corredoiras, la magia de los bosques gallegos.
Son secuencias imborrables para el recuerdo, en los que se fundieron colores, olores, sabores, sueños, inquietudes, risas, y sobretodo "buenos momentos", y buena "compañía". En mi amigo Cesar, y en sus jotas cantarinas "Que llevas bajo la saya, que tanto vuelo le das, llevo rosas y claveles, para el Cristo de Candás"...
Trato de unirme al sentimiento religioso, intento unir mi voz a la del resto, pero se me forma un nudo en la garganta. Lo intento todo el tiempo que dura el acto religioso, y exploto, interiormente, cuando comienzan a nombrar a los peregrinos. Nos han nombrado de los primeros: "Desde Roncesvalles un peregrinos de Madrid y un peregrino de Bilbao..." ¡Cesar!- le susurro- ¡Esos somos nosotros!
Con el balanceo del botafumeiro siento el fin de "MI CAMINO". Ya tengo ganas de engancharme de nuevo a la magia "del CAMINO".