Este diario se encontraba en:

http://www.biescasvignau.com/03Espanol/07.Trekking/10.CaminoFrances/Diarios/Alfonso/%2010C.Diarios12.04.htm

Camino de Santiago
00. A Roncesvalles
01. Roncesvalles - Larrasoaña
02. Larrasoaña - Cizur Menor
03. Cizur Menor - Puente la Reina
04. Puente la Reina - Estella
05. Estella - Los Arcos
06. Los Arcos - Logroño
07. Logroño - Nájera
08. Nájera - Santo Domingo de la Calzada
09. Santo Domingo de la Calzada - Belorado
10. Belorado - Atapuerca
11. Atapuerca - Burgos
12. Burgos
13. Burgos - Sarria
14. Sarria - Eirexe
15. Eirexe - Ribadiso
16. Ridabiso - Santiago
17. Santiago
18. Epílogo

A Roncesvalles

Escapé huyendo de mis sombras, buscando la luz.
El bosque me hizo comprender que no hay sombras sin luz.
30.11.04
000.00km

Una vez más, madrugón para coger el Talgo que me ha de llevar a Pamplona. Cuando salgo de casa el termómetro de la farmacia del barrio marca 6.5ºC. La mañana es fresca para estas latitudes. No hay que olvidar que mañana empieza diciembre y este es un mes que promete fríos.
El taxista que me lleva por una ciudad desierta y silenciosa es cabezota y torpe. Y no calla. Me marea tan de mañana. Se hace un lío y casi llego tarde.
Aún me da tiempo de tomarme un café y un donut antes de bajar al andén, corriendo.
Sigo cojo. Antes de ayer me cogió un dolor en la cadera izquierda que no me deja andar bien. Veremos como responde en el Camino.
El tren va lleno de señoras con unas maletas inmensas. No caben en los maleteros y las hemos de colocar en el pasillo. La verdad es que no se puede pasar. Es un caos si han de ir al lavabo. Están ya torponas y he de ayudarlas. No acabo de sentarme. Hacía frío pero tanto movimiento me está haciendo sudar.
La verdad es que de cualquier forma no callan. Parece un gallinero. Siendo yo el único varón, debo de parecer el gallo del corral. La verdad es que me da la risa sólo de imaginarlo. Miro por la ventana ocultando mi sonrisa.
Al poco de amanecer aparecen las primeras nieblas al pasar por los valles. Según avanzamos llegan a ser muy espesas en algunos lugares. Me pregunto qué hago yo metido en estas aventuras, caminando por los montes con frío y brumas. Alguna razón habrá si he venido. De algo huyo o algo busco, que sino estaría en casa cómodo, caliente, seguro, tranquilo.
Las señoras se pasan revistas del corazón y critican a todos los que en ellas salen. El tren parece una prolongación de uno de esos programas basura que tanto abundan. No comprendo cómo les preocupa tanto las vidas y pasiones de los desconocidos.
Y yo sin comprender la mía. A mi edad y todavía buscando las razones del ser y existir.
Llega el tren a Pamplona y las señoras se quejan de que llevamos un cuarto de hora de retraso. Con todo el tiempo que se pierde en la vida, qué poco son quince minutos. Salgo y me enfrento al tremendo frío y a la espesísima niebla que desfigura la ciudad. Me voy hacia la Plaza del Castillo a tomarme algo en el Café Iruña. Quedan muchas horas hasta que den las seis y pueda coger el autobús de la Montañesa que me lleve a Roncesvalles.
Con un café bien caliente me planteo mi recorrido. Decido que sino encuentro a otro peregrino empezaré en Roncesvalles. Puede ser una locura el salir solo de Sain Jean Pied de Port y cruzar los Pirineos con esta metereología. Niebla, posiblemente nieve y mucho frío no son buenos compañeros aunque sea un trayecto que ya haya hecho varias veces. Además el día es muy corto, y se me puede hacer de noche en el hayedo de bajada. A saber si llegaría a la Abadía y a qué hora. La prudencia es sabia consejera. Tiempo habrá para hacerlo en otra ocasión.
Tras varias horas de espera me acerco a la estación de autobuses y me subo al que va a Roncesvalles. Vamos el chofer, un par de señoras y yo. Me duermo. Despierto ya casi de noche, en Burguete y solo. Al poco llego y me despido del conductor. Hace frío, quizá 0ºC. Me acerco a la Abadía y cumplo con los requisitos. Me mandan al refugio juvenil, pues el de peregrinos está en obras. Allí me encuentro con dos peregrinos. Miguel es bombero y está haciendo el GR.11 (Cap de Creus - Cabo Higuer). Cuando lo termine hará el Camino Francés y desde Santiago se irá a Sevilla por la Vía de la Plata. Bonito plan, aunque sea una paliza. Menos mal que va en bici. Quedamos en vernos cuando me adelante. El otro es Vittorio, un fotógrafo italiano que empezó esta mañana en Saint Jean Pied de Port. Ha venido por la carretera porque había nieve y se le ve cansado. Al poco llega un francés que viene desde cerca de Ginebra andando. Se le nota que ya lleva un mes caminando. Está moreno y fuerte y lleva un magnífico equipo. Nos vamos a la Misa y Bendición. Al comenzar, uno de los sacerdotes nos dice que está muy contento porque acaba de llegar un peregrino que daban por perdido por los Pirineos. Con la nieve y la noche se había desorientado. Termina la ceremonia y cuando nos vamos a cenar (puré y trucha) Fernando nos cuenta que de pequeño llevó a cuestas una estatua muy pesada de Santiago en una procesión de su pueblo. Y que cuando hoy ya desesperaba por el hayedo en la oscuridad, le ha dicho que ahora le tocaba a él llevarlo a Roncesvalles. Y así ha sido. Estaba radiante, pues se ha librado de milagro. Y nunca mejor dicho.
Cena: 7€
Refugio:7€
Recorrido desde casa: 005.90Km.

[subir]

Roncesvalles - Larrasoaña

I.- 01.12.04

La noche ha sido tranquila. Amanece con nubes altas que no amenazan lluvia. No pido un día brillante, pero no me gusta empezar el Camino bajo un aguacero. Hace menos frío que ayer por lo que se camina bien. Una de las ventajas de peregrinar en estas fechas es que los pies no se calientan, no se dilatan por el calor y sufren menos aunque se hagan muchos kilómetros. Otra es que hay papel en todos los aseos. Un lujo.
Desayunamos en Casa Sabina y salimos juntos Vittorio, Fernando (el venezolano de origen calabrés que ayer se perdió por los Pirineos) y yo. El francés ha salido disparado pues quiere estar en casa por Navidades. Me ha dicho que hoy se iba hasta León. Tras reirnos y discutir un poco, ha aceptado que quería decir que queria llegar a dormir a Pamplona. Es un jet.
El otoño tiñe de colores los robles, hayas y resto de la vegetación. El camino está cubierto por la hojarasca que produce un maravilloso sonido al pisarla. Además amortigua el golpe contra el suelo y hace que los pies no sufran nada, importante los primeros días.
Vittorio se va retrasando. No camina bien y en el alto de Mezquiritz ya lo hemos perdido. Fernando es un tipo duro. Tiene un buen físico y está acostumbrado a correr maratones. Da gusto caminar con él. Tiene un buen ritmo y es un gran hablador. La verdad es que no calla.
Hay una luz extraordinaria que le da mayor belleza al paraje, pero hace frío si te quedas quieto. Los Pirineos se ven nevados. En algún riachuelo rompemos el hielo que alcanza casi un centimetro de grosor. Ha debido de caer una buena helada la pasada noche.
Al pasar por Zubiri nos vamos a comer un menú al "Gau txori" (Pájaro nocturno) pues luego no hay posibilidad de tomar nada por tener Sangalo cerrado el bar, según nos han dicho. Paseamos la comida hasta Larrasoaña. No hay mucho barro, estamos de suerte, y se camina bien. Llegamos al refugio anocheciendo y Santiago Zubiri se enfada con nosotros porque es tarde y ha de irse a Pamplona. Pero a este hombre le dura poco el mal humor. Al rato está encantado de hablar del Camino y como siempre, casi hay que echarlo.
La pierna izquierda ha aguantado bien y creo que no me he creado ninguna tendinitis por andar raro para evitar el dolor. He intentado caminar normal para evitar ese problema.
Hace mucho frío en el albergue. Fernando se acuesta a las 19.30 para no sufrirlo y porque se siente cansado. No ha llegado ningún otro peregrino. Yo leo un rato, pinto otro poco y me entretengo como puedo. Empieza a llover a cantaros. A las 22.00 no puedo más y congelado me meto vestido en el saco (que es de verano) con cuatro mantas encima. Y me lleva un buen rato quitarme la tiritona. El cansancio me vence al ir entrando en calor mientras el sonido de la lluvia me acuna.
Comida: 9€
Refugio: 6€
Recorrido desde casa: 037.59km.

[subir]

Larrasoaña - Cizur Menor

II.- 02.12.04

Amanece lloviendo. Nos preparamos para el chaparrón y salimos al Camino. Al poco deja de llover aunque está muy encapotado. Pero no hay barro. Seguimos con suerte.
El camino, la parte que recorre la vera del rio Arga, está precioso. El bosque tiene los colores propios del otoño y la senda sigue cubierta por un manto de hojas. El rio va crecido. El conjunto pruduce un sonido único, maravilloso. Disfruto de las sensaciones que recibo y no pienso en lo mal que me encuentro.
La pasada noche he tenido mucho frío. No he podido descansar bien y el cuerpo me fallaba antes de llegar a Villalba. Hemos salido sin desayunar y tengo un agujero en el estómago.
Hoy es mi cumpleaños y de momento no lo llevo muy bien. Espero pasar el próximo en los Alpes Austriacos. Si todo va bien y tenemos salud, siguiendo el diabólico plan de dos amigos del alma, Brigitte y Francesc, haremos el E4 o el E4 alpino, desde Viena en donde trabajan, hasta Barcelona, que es donde vivirán cuando terminen su contrato en la ONU. Mi idea es tomar la Via Podense al pasar por Le Puy en Velais y cruzar Francia hasta llegar a Roncesvalles. Y de allí, suavecito, suavecito, hasta Compostela. Puede ser interesante, genial caminando en su compañía, si el cuerpo aguanta durante unos cuatro meses y cruzando cinco paises (Austria, Alemania, Suiza, Francia y España) Que me encuentre mejor que hoy.
En Pamplona me siento enfermo. Hablamos un rato con unas señoras en un bar. Son un encanto. Su conversación, un clarete y un pincho al que me invita Fernando, me entonan un poco y me hacen llegar a Cizur un poco recuperado.
Seguimos solos. En el refugio de Maribel Roncal estamos a cuerpo de rey. Ella nos acompaña un rato, nos cuenta su último viaje, las últimas novedades del Camino y unas cuantas anecdotas de peregrinos.
La pierna sigue aguantado bien. Incluso parece que mejora. Pero todavía es pronto para decir algo.
Nos vamos a cenar a "El Tremendo" a las 20.00h. Hacemos planes de llegar mañana hasta Cirauqui. Nos parece corto hasta Puente la Reina. Pero ya veremos lo que pasa. Depende de lo que nos encontremos, porque con barro o nieve no podremos caminar deprisa y el día ahora no dura mucho. Y depende también de lo que mi cuerpo diga. Aunque una noche de descanso hace maravillas.
Cena: 9€
Refugio: 6€
Recorrido desde casa: 060.59Km

[subir]

Cizur Menor - Puente la Reina

III.-03.12.04

Hoy es San Francisco Javier, patrón de Navarra y fiesta en toda la comunidad. Como es viernes, el lunes es el día de la Constitución y el miercoles la Inmaculada Concepción, los navarros se han montado un puente que ni al que vamos. El problema es que no se puede tomar un café ni comprar nada para ir tirando. Empiezo a acostumbrarme. En el Camino me gusta desayunar bien y no comer nada hasta la cena. Voy más ligero e incluso ahorro, que vivir del arte no da para grandes lujos. Además, la austeridad es buena compañera del caminante.
Hemos dormido bien. La ducha al amanecer me ha dejado nuevo. Tan mal como me encontraba ayer y hoy soy capaz de comerme el monte. Será por el hambre que llevo.
Hace un día fresco pero apacible, aunque vemos como el Alto del Perdón está oculto por las nieblas. Parecen intensas. Ya veremos lo que encontramos. Aunque quizá debería decir lo contrario, es decir, que no lo veremos.
No hay barro. Han arreglado la pista y ahora es un impecable paseo. Si el Camino sigue sufriendo este proceso de mejora, acabará siendo una alameda por la que ya no pasarán peregrinos sino turistas en coche. En mi opinión está perdiendo encanto y puede que ello acabe con su esencia. Que no muera de exito. Sería una lástima.
En Zariquiegui la iglesia está abierta y podemos visitarla. Hablamos con el sacristán sobre la restauración que habría que hacer y las que se han hecho. Nos despedimos con buenas palabras y seguimos subiendo. Vamos acercandonos a la niebla y cada vez se ve menos. En la fuente del Reniego ya apenas se ve a dos metros. El trozo de sendero hasta la cima se adivina entre los recuerdos. Impresiona el zumbido de los molinos en la nada de la niebla. Ya arriba, no se ven a pesar de lo gigantescos que son.
Estamos empapados y he tenido que quitarme las gafas que se me empañan por la condensación. Esto, unido a las condiciones metereologicas, hace que ya camine a ojo. Y con bastón.
Según vamos bajando va apareciendo el valle entre las brumas. Hay unos efectos de luz maravillosos, parecen irreales, tal que paisajes de los grandes maestros de la pintura.
Paramos en Muruzabal, en el bar Los Nogales, a comernos unos huevos fritos con chistorra y clarete. Devoramos lo que nos ponen, no dejamos ni pan. Todo está riquísimo y llevamos un hambre desesperada y antigua. Son amables y cariñosos. Ya felices, seguimos caminando mientras Fernando va cogiendo uvas de las viñas y me va contando cosas de su pueblo de origen, en Calabria. En donde tienen una imagen antiquísima de San Giacomo Apostolo que es patrono de los carboneros.
La iglesia de Nuestra Señora de Eunate está cerrada. A pesar de todo disfrutamos de su entorno y comentamos lo enigmática que es y lo interesante que es desviarse un poco para visitarla.
Al poco llegamos a Obanos en donde nos cobran 1,5€ (250 pesetas) por una cola en una máquina. Un robo.
Al llegar a Puente la Reina optamos por quedarnos. Aunque nos encontramos bien, preferimos no abusar ahora que no estamos todavía fuertes de verdad. Además la villa tiene mucho que ver.
El refugio está cerrado y no conseguimos que nadie nos lo abra. Esperando y llamando va pasando la tarde. Al cabo de un rato aparece una australiana con un perrillo, un mil leches. Me parece que no sabe muy bien en qué aventura se ha metido por la ropa y equipo que lleva. Empezó en Pamplona y anoche durmió en Uterga. Hace muy pocos kilómetros al día.
Por fín conseguimos que nos abran y nos acomoden. Tras la ducha llegan tres peregrinos de Pamplona que están aprovechando el puente para ir haciendo Camino. Se me hace raro estar ya seis en el refugio.
La pierna me sigue bien. De momento ni renquea ni se queda atrás. Me tiene sorprendido lo bien que está reacccionando al esfuerzo.
Ceno con los navarros y a las diez estamos en la cama. Me quedo frito inmediatamente, de repente.
Cena: 10€
Refugio: 4€
Recorrido desde casa: 090.36Km

[subir]

Puente la Reina - Estella

IV.- 04.12.04

He dormido como un lirón. De un tirón desde que me acosté hasta las 7.30h. He descansado sensacionalmente. Me he llevado a Fernando a desayunar a un horno. Nos hemos puesto morados.
Casi no había amanecido y ya estábamos cruzando el puente.
Según clarea vemos que va a hacer un día bonito, pleno de luz y sol. No hace demasiado frío. Quizá luego haga calor. La etapa de hoy es cortita y aunque me aburre de Villatuerta a Estella, se hace fácil si no te obsesionas.
Enseguida nos encontramos con las primeras desviaciones por las obras de la autopista. Nos meten por unos buenos barros con unos repechos durísimos. Vemos huellas de bicis y nos preguntamos lo que han debido de sufrir subiendo empujandolas. Porque es imposible hacerlo pedaleando. Las han debido de pasar canutas.
En fín, que a la etapa que algunas guias califican con una bota, abría que sumarle otra por los repechos que te meten antes de llegar a Mañeru. Allí se pasa por el Cementerio, por si ya estás listo. No hemos visto cadaveres, pero con tanto repecho en alguna parte han de caer los peregrinos.
Hasta Cirauqui se va bien y allí aprovechamos para tomarnos un cafelito, descansar y quitarnos algo de ropa. Venimos sudando desde que ha salido el sol. Tras pasar lo que queda de vía y puente romanos y cruzar la carretera, nos metemos otra vez en nuevas desviaciones. Y otra vez un tobogan tras otro hasta que perdemos el resuello. Acabamos en camiseta y sin agua. Aquí le sumaría otra bota a la etapa...
De Lorca a Villatuerta, que antes se hacía por un agradable sendero, te desvían a la izquierda por una magnífica pista forestal que te lleva al horizonte y luego vuelve serpenteando, dando vueltitas. Dicen que con este último paseo solo lo han alargado unos dos kilómetros, pero la sensación que teníamos era de siete u ocho más.
El último tramo es aburrido y aunque es pronto ya estamos desesperados por llegar. Y Estella no apartece por ningún lado. Se hace eterno este final. Dos maratonianos en un último kilómetro que nunca acaba. Creo que cuando vemos la maravillosa Iglesia del Santo Sepulcro estamos convencidos que es la peor etapa del Camino, mucho más dura que la que cruza los Pirineos y peor que la de O Cebreiro. Al menos psicológicamente. Te sientes destrozado por 22 kilómetros, y esto es algo que te deja desmoralizado, hundido.
Menos mal que el refugio es sensacional y los hospitaleros amables. Siempre se quejan los peregrinos de ellos y sin embargo son los que mejor me han tratado de los que me encuentro por el Camino. Y mira que los hay santos.
Llegamos los primeros y poco a poco hay un goteo de peregrinos que aparecen de la nada. Ahora ya somos 16 cuando ayer eramos 6 y antes de ayer 2. Misterios del puente. Emma la australiana, se ha esfumado. Cosas de la etapa. O de la niebla.
Tras la ducha nos hemos ido de compras para aprovechar la magnífica cocina. Como es sábado por la tarde, hemos de dar muchas vueltas para encontrar algo abierto. Total, unos kilometricos más no nos van a matar. De vuelta al refugio, Fernando se ha liado a cocinar unos spaghetti con txistorra y ajo que nos han sabido a gloria. Como nadie se ha apuntado, nos hemos comido tres platos. Estábamos bajos de glucógeno. Hay que cuidarse.
Fuera está haciendo mucho frío, está cayendo una buena helada, pero nosotros estamos en la gloria dentro del saco bajo tres mantas. Pensando en la etapita de una botita que nos hemos merendado. Si es que da risa. Es como aquellas maratones en que los tres últimos kilómetros son en cuesta arriba y con viento de frente. Y llegas llorando.
Cena: 0€
Refugio: 4€
Recorrido desde casa: 119.11Km.

[subir]

Estella - Los Arcos

V.- 05.12.04

Me sorprende que Carlos, el hospitalero no nos despierte a las 7.00h con su varita y música. Tiene una gentileza con nosotros por ser domingo, invierno y ser pocos.
Amanece nublado mientras desayunamos. Me he debido tomar unas siete tostadas y tres cafés con leche. Estábamos calculando cuántas llevaba ya, cuando suena la diana de la fanfarria. Hay feria de ganado y allá va la banda. Me trae buenos recuerdos de la infancia.
Los hospitaleros me lían y nos vamos con Fernando a disfrutar de la villa en día tan señalado. Primero nos acompañan a una Peña que lleva toda la noche asando una ternera entera. Entre risas porque unos perros les querían quitar la pieza, nos dan un caldo, ternera guisada y callos. De allí vamos a ver la exposición de ganado. Prácticamente todo son caballos y burros. Los hay de todos tipos y edades, desde preciosos pequeños burros, ponies y mulas, hasta alazanes, percherones y caballos de guerra. Al ver estos últimos comprendemos porqué se dice que Velazquez y otros grandes maestros no sabían pintar caballos. Son los críticos que esto afirman los que desconocen cómo eran los caballos de batalla. Eran auténticos tanques, animales con un pecho de un metro de anchura sino más, de una fortaleza inaudita. Debían ser temibles e invencibles los caballeros de la época, con sus armaduras, ante una infanteria con lanzas.
Y tomando una tapita aquí y un café allá se nos han hecho tardísimo. Carlos y Pedro nos quieren llevar las mochilas hasta Arcos y aunque en un principio nos negamos, acabamos cediendo. Salimos ligeros y en un momento nos hemos plantado en la Fuente del Vino. Fernando disfruta lo indecible bebiendo un vasito maravillado de que algo así exista. De allí al Monasterio de Irache, que por ser domingo podemos visitar. La iglesia es magnífica. En una capilla lateral hay misa y bodas de plata de un matrimonio. Nos quedamos un rato porque el ambiente es entrañable.
Con un día maravilloso de luz y temperatura buscamos la ruta que nos ha de llevar a Azqueta. La otra alternativa la hice en marzo pasado y es de una gran belleza aunque algo más dura. Queremos saludar a Pablito, pero lo suponemos en la feria de Estella. Vamos directo a su casa y no hay nadie. Le dejamos una nota de saludo y seguimos camino saludando a perros y vacas. El día es sensacional y caminar sin mochila debe de ser parecido al doping, vas volando. Nos plantamos en Villamayor de Monjardin en un momento. La iglesia está abierta. Hay misa y aprovechamos para visitarla. Otra maravilla romanico/gotico/barroco. Parece mentira tanto monumento en lugares tan pequeños. Esta tierra es inacabable en arte. Y en clarete.
La pista que nos lleva a Arcos es uno de los trozos de soledad que más me gustan del Camino. Fácil, no excesivamente largo, es el primer momento de la peregrinación en el que empiezo a perderme en mi mismo, en mi esencia. Hasta ahora todo ha saido puro disfrute de la vista y del paladar y sufrimiento de las partes del cuerpo que no estaban en su punto. Ahora es diferente. La procesión va por dentro.
Llegamos a buena hora a Arcos, a las 15.30. Hemos venido a 6.5km/h. por la "autopista forestal" Quedan por lo menos dos horas de luz y me gustaría seguir hasta Torres. Estoy a gusto con el campo, con mi cuerpo, con mi mente y quiero seguir disfrutando. Vamos al albergue "La Fuente" en donde nos han dejado las mochilas y Fernando me convence que no es elegante el cogerlas y seguir. Nos apuntamos en este humilde refugio que nos recibe con la Pastoral de Beethoven. Se agradece algo de buena música tras tantas horas de silencio.
Tratamos de visitar la iglesia y no es posible. Una lástima porque la recuerdo impresionante. Un retablo barroco desbordante. Ha habido misa por la mañana y ahora toca la de la tarde en otra.
Nos tomamos unas tapas para cenar y nos vamos al pequeño cuarto en el que van apareciendo peregrinos de no se sabe dónde y acaba llenandose. Hace calor durante la noche aunque fuera haga mucho frío. Somos muchos y el cuarto practicamente sólo tiene un ventanuco que está cerrado. Creo que nadie duerme bien ya que se oye a todos moverse mucho.
Cena: 0€ (paga Fernando)
Refugio: 6€
Recorrido desde casa: 147.45Km.

[subir]

Los Arcos - Logroño

VI.- 06.12.04

Desayunamos en el refugio y salimos hacia Torres del Rio cuando acaba de amanecer. Hace un frío aterrador. No puedo evitar recordar a Jorge que está en Siberia. Debe ser duro, pero ya está acostumbrado. Vive para viajar, ha estado en los 194 paises que la ONU reconoce. Jorge Sanchez, viajero*. Así le gusta que le llamen. Nos conocimos en el Camino Aragonés en el 2003 y siempre dice que ese fué el viaje que más le ha impresionado. Recordando una foto suya perdido entre las nieves, me cubro la cabeza y acelero para ir entrando en calor. Fernando sigue a mi lado, quejandose de la helada. Ya parecemos novios, siempre juntos.
Se nubla el día y hasta Sansol es un paseo. Poco a poco va templando y al rato hemos de parar para quitarnos ropa y beber. Fué una pena que ayer no hubieramos alargado un poco la etapa. Este trozo se puede hacer a oscuras y podríamos haber ganado al menos una hora hoy.
Al llegar a Torres busco a la señora Mercedes que tiene las llaves de la iglesia del Santo Sepulcro y organizo una visita. Voy reuniendo los peregrinos que van llegando y algún otro que está tomando café en el bar del pueblo. Al final somos un grupito y no decepcionamos a quien nos abre. Admiramos la bóveda, el ajedrezado, los capiteles, y sobre todo el maravilloso Cristo de cuatro clavos. Es el más impresionante que he visto. Cada vez que paso por aquí hago lo que sea para entrar y admirarlo. Y acabo comprando una postal que mando a quien sea capaz de valorarlo.
La visita nos ha hecho perder bastante rato. Pero no me privo de tomarme un cafelito antes de arrancar hacia Viana. Buena gente las chicas de la barra. Me limpian las gafas, que las llevo asquerosas.
Enseguida empieza el tobogán, el rompe piernas. Pero es un paseo cuando recuerdo la etapa a Estella. Esto es gloria. Al rato empieza una brisita helada que nos obliga a ponernos ropa. Sudados como vamos con las cuestas, este aire es peligroso. Cada vez hace más frío. Vuelvo a pensar en Jorge. Empieza a ser duro, pero estamos en diciembre y es lo que hay. Suerte tenemos que de momento no nos ha nevado. Al llegar a Viana, paro a tomarme un pincho de tortilla y he de ponerme toda la ropa que llevo porque ya no se puede aguantar. Seguimos para no congelarnos.
Por el camino vemos muchas setas en los pinares. Fernando que las conoce bien dice que son "Boletus Pinae", o algo parecido, y se pone a recoger todas las que encuentra porque segun dice son exquisitas. Hay muchísimas y acaba seleccionando las mejores. Me promete una cena extraordinaria, aunque no las tengo todas conmigo.
Llegamos a Logroño y a su magnífico refugio. La hospitalera que tambien entiende de setas se lía a hablar del tema con Fernando. Les dejo y me voy a duchar. La pierna izquierda va acostumbrandose al caminar y parece que ya no molesta. El resto va sensacional, llego fresco y fuerte. Podría hacer más kilómetros, pero el día es demasiado corto y no tengo ninguna prisa por llegar. El Camino hay que disfrutarlo, dejar que te entre y que te ayude a encontrar lo que buscas.
Quedamos en ir mañana a Correos para que Fernando facture un paquete a Santiago. Lleva demasiado peso y le hace sufrir.
Salimos a pasear. La Catedral está abierta y podemos pasar a visitarla. Otra obra maravillosa, con casi todos los estilos posibles en un conjunto asombroso. Un paseo del gótico al rococó, una lección magistral de historia del arte.
Nos vamos a cenar al Moderno por recomendación de la hospitalera. Nos tratan muy bien y salimos encantados con el menú que nos han dado. Calidad con amabilidad.
Al regresar al albergue hay un peregrino nuevo de Lerida/Lleida que empieza mañana. Somos tres para repartirnos el dormitorio, pues el resto ha desaparecido por el sendero. Nos acostamos porque el frío aprieta, que no hay calefacción.
Cena: 8€
Refugio: 3€
Recorrido desde casa: 181.90Km.

[subir]

Logroño - Nájera

VII.- 07.12.04

Cuando hemos salido del refugio hacía 2ºC. Hemos ido a correos a facturar el paquete de Fernando y al ir a desayunar había bajado la temperatura a 0ºC. Al salir de la ciudad hacía muchísimo más frío, no quiero saber cuánto. Al cabo de un rato, la brisa helada que ha empezado a soplar acentuaba la sensación. Así que hemos acelerado el paso para entrar en calor.
Tras unos kilómetros hemos alcanzado a un peregrino francés que caminaba con otro brasileño, ambos jovenes. Este último ha hecho promesa de silencio hasta llegar a Santiago. Es muy difícil en brasileño por señas. Es terrorífico, de lo más complicado que uno pueda imaginar, de verdad. Así que hemos optado por seguir adelante, porque entendernos, lo que se dice entendernos, nos entendíamos poco y mal. El silencioso ha salido disparado hacia delante. Anda muy bien y eso que nos ha dicho que sólo come una vez al día cada dos. Bueno, eso es lo que hemos creido entender. Quizá era al revés.
Cada uno comprende la vida como puede y todas las opciones son muy respetables aunque nos parezcan extrañas. Algunas son admirables.
Fernando sigue recogiendo racimos de las viñas. Prueba aquí y allá y va comparando. Esta es dulce, aquella pellejuda, la otra sensacional, etcetera. Pero no para. No para de comer, de hablar, de caminar. Es una máquina desde que ha dejado media mochila en Correos.
En Navarrete nos sentamos un rato al sol y aprovechamos para visitar una de las iglesias. Otra vez la admiración ante tanto arte nos sobrecoge.
Como el frío apreta, nos ponemos en marcha antes de que el aire nos hiele los huesos. Al pasar a la altura de Ventosa el peregrino francés decide desviarse y quedarse en este refugio. Ha salido muy temprano de Viana y hoy no se siente fuerte. Esto me hace recordar a Quim, otro peregrino con el que coincidí en el Camino Aragones en el 2003 y ahora queridísimo amigo, que contaba que Angel, el hospitalero de este refugio, dividía a los que iban hacia Santiago en peregrinos, turistas, mochileros y energéticos, siendo estos últimos aquellos que van buscando o siguiendo las energías, sean telúricas, esotéricas, cósmicas, etcetera. Cuánta razón tiene, porque cada vez hay más gente que llega a Compostela y menos que tengan el autentico espíritu. Pero el Camino es de todos y cada uno lo entiende a su manera. Y a todos hemos de respetar, porque todas las opciones son válidas.
El final de etapa se hace pesado. Iendo bien, al acercarte a la gravera ya quieres llegar. Este último trozo aburre aunque vayas fresco. Fernando ya está de mal humor cuando cruzamos el río. He de animarlo diciendole que el refugio está a menos de cien metros. Pero resulta que no, que lo estoy engañando sin querer, pues lo han cambiado de lugar y ahora hay que caminar un ratito más.
Son unos barracones prefabricados pero al entrar la temperatura es maravillosa. Haciendo el frío que fuera hace, en el interior se está en la gloria. Y Jesús, el hospitalero, es pan bendito. De una bondad inaudita en estos tiempos, nos acomoda con todo cariño y nos da unos cuantos consejos utilísimos. Al cabo aparecen unos que van medio en coche para sellar las credenciales. Jesús cumple las diligencias amablemente y nos comenta en un aparte que son "turistinos" Que en el Camino hay peregrinos y turistinos. Y entre sonrisas nos acomodamos.
Nos encontramos con el peregrino que durmió anoche con nosotros y que esta mañana ha salido a las 6.30h, de noche. Ha llegado de milagro, que lo ha traido la Guardia Civil, con una tremenda cojera y un agudísimo dolor en la ingle. La lesión no tiene buena pinta, ya que lleva muchas horas descansando y sigue sin poder moverse. Lamentablemente creo que ya tiene el billete de vuelta. Una lástima.
La ducha es mejor que las de los hoteles de cinco estrellas, maravillosa. No puedo salir y cuando lo logro, estoy arrugado. Sensacional. Cuando Fernando termina con ella, nos vamos al super a comprar para cenar, pues el refugio tiene una cocina estupenda.
La cena no nos sale demasiado buena. Pero a buen hambre no hay pan duro y así nos vamos a la cama tan contentos, a un enorme dormitorio que nos lo repartimos otra vez entre los tres.
Cena: 0€
Refugio: 5€
Recorrido desde casa: 215.13Km.

[subir]

Nájera - Santo Domingo de la Calzada

VIII.- 08.12.04

No hemos empezado bien el día. Nos hemos dormido, estaba muy nublado cuando hemos salido del refugio y amenazaba lluvia. Y lo mejor, desayunando nos ha caido un broncón, una filípica impresionante. El dueño del local tenía los cables cruzados y lo hemos pagado nosotros. Todavía no sé por qué nos ha metido semejante paquete. Pero hace mucho que ya no me alteran esas cosas. Contesto con exquisíta educación a aquellos que la pierden o que nunca la han tenido y ahí termina el problema para mí. Si aprende la lección, estupendo. Si no, peor para él.
El cielo se ha ido cubriendo más según avanzaba la mañana. Era extraño ver cómo el día se iba oscureciendo cuando tenía que clarear al pasar las horas. Al cruzar Azofra la cosa estaba ya muy negra. La verdad es que no llevamos muy buen día, y nunca mejor dicho.
Pierdo a Fernando entre la niebla cuando le da un apretón y se mete entre las matas. Camino despacio para que pueda alcanzarme, pero ya no lo veré hasta Santo Domingo.
Llego al golf de Cirueña perdido entre las brumas. Cómo está cambiando este lugar. Entre vallas y obras recupero el antiguo camino hacia la capital del Santo. Me gusta esta zona, lomas suaves de fácil caminar. Disfruto en ellas aunque hoy no se vea mucho. Me pierdo en mi mismo y medito mientras avanzo a buen paso.
Al poco adivino formas de la ciudad a la que me aproximo. Voy sin gafas porque se me empañan y así veo. Me ladran los perros desde la zona industrial y me quedo parado, como un tonto, cuando veo el tremendo montón de patatas que siempre allí hay. Pienso en una buena purrusalda, hecha despacito y con cariño, que hoy me sentaría tan bien, con esta tremenda humedad.
En el centro me espera Cesar, lugareño que conocí peregrinando en el 2002. Hemos quedado para comer juntos. No nos veíamos desde marzo pasado, cuando volvimos a coincidir en el Camino. Un abrazo con mochila, que es el más dificil de dar, nos une en la alegría del reencuentro. Mientras nos ponemos al día de las novedades, esperamos a que llegue Fernando para ir juntos los tres a un mesón de las afueras. En Santo Domingo hay Feria Medieval y la villa está desbordada. Tanto tarda que empezamos a preocuparnos. Pasa un buen rato y al fín aparece por entre la niebla. Dice que quiere seguir hasta Grañón, que no quiere venir a comer. Nos despedimos. Tengo la seguridad de que no nos vamos a volver a ver. Sé que le va a entrar la prisa y va a empezar a hacer etapas largas. En cierta forma lo lamento, pero la vida y el camino están llenos de encuentros y desencuentros y hemos de aprender a valorar positivamente el tiempo que compartimos con aquellos que luego perdemos.
Me voy con Cesar a comer unos caparrones y a disfrutar de su compañía. Si algún defecto tiene este hombre es su bonhomía. Gente más buena no la hay. Educado, generoso, cariñoso y amable. Un buen amigo. Tras unos cuantos días de refugios y barros, de fríos y nieblas, es como encontrarte con tu casa, con tu familia.
Al salir de comer y disfrutar de la sobremesa, cuando me lleva de vuelta a Santo Domingo, nos encontramos con Fernando que está llegando a Grañón. Hacemos unas risas y cada uno sigue su camino, su destino.
Cesar me acompaña toda la tarde. Hacia las nueve me deja en el refugio pues ha de ver a sus amigos. Cuánto he de agradecer el tiempo que ha perdido conmigo.
Al albergue ha llegado el francés que ayer se quedó en Ventosa. También un grupo de cuatro ciclistas de Madrid, tres chicos y una chica, esta de una belleza inaudita, impresionante, de aquellas que son guapas y no lo saben o no le dan importancia. Hablo un rato con ellos, termino mi diario y me acuesto. Hace frío pues no hay calefacción, pero duermo bien abrigado y descanso.
Cena: 0€
Refugio: la voluntad
Recorrido desde casa: 244.87Km.

[subir]

Santo Domingo de la Calzada - Belorado

IX.- 09.12.04

Vuelve a amanecer nublado pero no tan brumoso como ayer. No puedo quejarme, porque llover sólo me ha llovido en la mañana del segundo día, y la verdad es que muy poco. Así que en cuanto recojo el saco y ordeno la mochila (no sé qué hago que cada noche se me desbarata y acaba todo por el suelo y la litera superior) me voy a desayunar al Parador. Lo hago siempre que paso por Santo Domingo, y lo hago por dos razones. Una, porque fué Hospital de peregrinos y dos, porque por 10€ me pego un desayuno-buffet maravilloso. Suelo empezar por los zumos y frutas naturales. Paso a mayores con embutidos, huevos fritos y demás carnaza. Medianamente satisfecha mi gula, me meto en zona de bollería, mantequillas y mermeladas, rematando con un amplio desfile de churritos en lo que debe ser mi segundo café con leche de desayuno, es decir, grande. Mientras me preparo unos bocadillos para el camino, me tomo otra taza. Quien diga que es caro, no sabe lo que dice. Aprovecho para ir al baño y lavarme las manos llenas de mermelada y dulces, cerpillarme los dientes. Y confortablemente, aliviarme. Y ya listo, me despido del personal que tan gentilmente me ha tratado y que me recuerda de otras veces. Aprovecho para saludar a Don Alfonso, el director, que siempre ha sido amable conmigo y con todos aquellos peregrinos que por el hotel se han acercado. Y salgo feliz como un niño hacia la Catedral, a saludar al Santo antes de dirigirme hacia el horizonte.
Suavecito suavecito como dice Eva y que luego te mete una paliza en clase de yoga que lloras por un relax, voy caminando hasta llegar a Grañón. Allí me encuentro con otro peregrino y nos tomamos un café, mientras arreglamos el mundo con la dueña del bar. Y hacia adelante. En Redecilla he vuelto a intentar visitar la iglesia y ver la pila bautismal. Pero vuelve a estar cerrada. De las cinco veces que por aquí he pasado, sólo una y de milagro he conseguido que me abrieran y me la enseñaran. He tenido suerte si pienso en todos los que lo intentan y los pocos que lo logran.
Me fijo que las aldabas de este pueblo son falos. Unos más grandes, otros más pequeños, pero casi todos son unos penes enormes y gordos. La cosa tiene gracia. Y no me invento nada, que tengo fotos.
Mientras sonrio, le voy pegando a los bocadillos que me he preparado. Es que están buenísimos y anoche no cené. Vamos, que entre el hambre y la gula no paro. Es que de otra cosa no creo que vaya a pecar en la soledad de los campos de Burgos. Y algo hay que ir haciendo, que sino qué nos va a perdonar Santiago.
En llegando a los barros que siempre hay en el linde de la Rioja y Burgos, me encuentro con los cuatro ciclistas que esta noche han dormido en Santo Domingo. Llevan las bicis destrozadas por el barrizal. Están atascados. La que mejor va, y va hecha unos zorros, es la chica. Pero ni la suciedad la afea. Es una maravilla encontrar tanta belleza en medio del lodazal, es como irreal, mágico. Me da pena dejarla y seguir, me cuesta, pero por una vez voy yo más rápido que ellos y no les puedo ayudar, que ya me he ofrecido.
Al pasar por Viloria, cuna de Santo Domingo, los perros me saludan. Son cariñosos los animales en este pueblo. Alguna vez he tenido que luchar para que alguno no me siga.
Hoy todo es agradable. Salvo el día, al que le va cayendo la niebla. Quizá es lo mejor, que así no veo la carretera que va junto al andadero de la parte final de la etapa.
Al rato me alcanzan los ciclistas. A uno se le ha roto el cambio y no pueden seguir. Van empujandolo entre todos y cuando no pueden con él, se baja y empuja la bici. Se quedarán a dormir en Belorado e intentarán que se la arreglen en el taller. De no poder, tendrán que volver a casa. Y mientras, sigo disfrutando de la belleza de ella, profundamente admirado.
Y hablando y hablando se pasan volando los últimos kilómetros. Seguiría pues me siento bien y es pronto, pero tendría que caminar hasta Villafranca y la etapa se iba a alargar demasiado. Me quedo en Belorado, en el albergue privado que está bien y son amables. Hay calefacción, pero los pies se me quedan helados sin botas. Voy a coger algo.
Paseo por el pueblo, me compro un periódico, me tomo un café, escribo el diario, pinto un poco, leo otro poco y por fín llega la hora de cenar. No sé que me pasa, pero devoro lo que me ponen. Vaya día llevo.
De vuelta al refugio, me cuentan los ciclistas que no tiene remedio la avería. seguirán como puedan hasta Burgos y allí les vendrá a buscar la familia. Una pena, pobre gente, también con billete de vuelta. Deberíamos recapacitar sobre lo afortunados que somos cuando nada nos pasa, sea en el camino o en la vida y podemos seguir avanzando hacia nuestro fin. Medito. Luego leo hasta las once de la noche, un mal libro. Pero me entretiene. No estoy cansado y no quiero desvelarme.
Cena: 7€
Refugio: 5€
Recorrido desde casa: 273.65Km.

[subir]

Belorado - Atapuerca

X.- 10.12.04

Me levanto temprano. Estoy harto de cama. Salgo al clarear, todavía veo estrellas. Hace un frío que no te lo crees. Burgos debe estar cerca de Moscú. Digo yo que para estas fechas ya se habrán hermanado. Se lo preguntaré a Jorge. Rompo un par de hielos que encuentro en el camino y observo el grosor. Vamos a más, tienen unos 12mm. Osea, que debe haber una temperatura de unos 12ºC, negativos claro. O aún menos, pues se me hielan hasta los mocos.
La luz es impresionante. El día está limpio con un cielo de un azul intenso. Es maravilloso. Está ahí mismo, al alcance de la mano, con un color inolvidable. Pero este sol mañanero no calienta y la brisa me hace llorar. Lágrima a lágrima, pasito a pasito, voy pasando pequeños pueblos hasta llegar a Villafranca de Montes de Oca. Allí paro a comerme un excelente bocadillo en "El pájaro" con una cola. Descanso un rato, más psiquica que fisicamente y entro en calor con un café caliente. Todavía no me creo el frío que hace fuera.
Entonado, me enfrento con el subidón que te encuentras nada más salir. En primavera me perdí aquí. Iba tan agobiado con la cuesta que no miré las señales y me fuí a un paraje maravilloso. A punto estoy de dejarme tentar y perderme otra vez, a lo tonto, para disfrutar de aquél lugar. Pero me centro en lo que estoy y voy subiendo.
La soledad y el silencio es absoluto, casi asusta. Acostumbrado a la charla de Fernando, que no callaba, el sonido del bosque impresiona. Mientras no me aparezca un jabalí mosqueado y me dé un susto, que no tengo ni edad ni ganas de subirme con mochila a un roble. Pero nada altera el silencio salvo el murmullo de las hojas secas al caminar. Algo me dicen que no comprendo.
Cuando llego a la fuente ya casi sudo. El sol ha ido calentando y el ejercicio colabora. Y sigo adelante, disfrutando de la soledad, del lugar, del andar, del permanecer en mí mientras cambio lentamente, paso a paso, de lugar.
En uno de los toboganes veo a lo lejos a alguien. Si sigo este paso, pues voy con un caminar alegre, lo alcanzaré. Al cabo de una hora llego a él. Es Giraud, el peregrino francés que se busca a sí mismo en el Camino. Chapurreamos un rato en los dos idiomas y nos separamos. Se queda a meditar en un claro del bosque, protegido de la brisa asesina, en donde el sol calienta un poco.
Las pistas forestales rectas me desconciertan. Acaban cansandome. Es como con las autopistas, que las hacen con curvas para que los conductores no se duerman. Pues lo mismo, me cansa ver una linea sin fín. De cualquier forma disfruto de los laterales con pinos y robles que juegan con luces y sombras. Hay barro y todavía queda bastante hielo, así que camino con cuidado. Si me caigo aquí, me pongo perdido. Aunque casí estaría bien, pues el barro de la zona es de un maravilloso color rojo, casi carmín. A partír de ahora, en el estudio, cuando me líe con los pinceles y colores, al "rojo inglés" le voy a llamar "rojo montesdeoca" Es lo menos que se merece un barro tan bonito.
Y así, perdido en mis alegrías, en mis dudas, llego a San Juan de Ortega. Me llevo una gran desilusión cuando veo que la iglesia está cerrada. Este lugar es mágico, maravilloso. No puedo evitar imaginar el concierto que este verano dieron aquí el Monteverdi Choir dirigido por Sir John Elliot Gardiner, cantando a capella obras de Tomás Luis de Victoria, Francisco Guerrero, Antonio Lobo y otros. Qué pena no haber podido oirlo, sentirlo, vivirlo.
Me acerco al refugio y allí encuentro a Don Jose María, el párroco. Charlo un rato con él. Me cuenta que hoy había una niebla que parecía queso, de lo densa que era. Le ha sido muy difícil venir con el coche desde Burgos. Nos reímos cuando le digo que andando se choca más bien poco. Amablemente me abre la iglesia. Me admiro ante tanta belleza, ante tanta magia. Medito un rato y bajo a saludar al Santo. Le tengo simpatía, cariño, quizá porque hizo tanto por el Camino, quizá porque el lugar me hechiza.
Es pronto para quedarme aquí, alargaré hasta Atapuerca. Es un suave paseo. Paso a despedirme de Don jose María, y como siempre, siguiendo la broma de otros años, me dice que tenga cuidado con los lobos. Cuando vengo al Camino digo a mi familia que si no me comen los lobos, volveré.
Me tomo un refresco en el bar de Marcela y sigo senda abajo. Veo que ahora hay otra ruta alternativa. Voy por la de siempre, que ha cambiado mucho, ya que ahora es una magnífica pista forestal. Llegará el día que los peregrinos vayan en descapotable. Porque en quads ya me han pasado unos cuantos. Creo que hay cosas que no hay que mezclar, por incompatibles. Por ejemplo, el silencio del bosque con el ruido de un motor de explosión.
En llegando a las vacas, que me tienen rodeado, vislumbro la niebla en el valle. Menos mal que todavía las veo, que topar con una de ellas me da reparo. Así que esquivandolas ligerito, me voy al valle. En Agés ya empiezo a ver poco y el frío me come. Acelero para llegar pronto sin enfriarme.
En el refugio no hay nadie. He llegado el primero, o mejor dicho, soy el único que de momento aquí se aloja. Me cojo la cama grande, sin litera encima y me voy al hotel rural a tomar algo y evitar la rasca que hace. Al rato aparece Giraud. Nos quedamos como tontos viendo la tele. Aprovecho para ir terminando el diario mientras pasan las horas. A la hora de cenar llegan los ciclistas, los que van como pueden acompañados de la belleza y otra pareja. También un peregrino a pie de Rentería. Buena gente. Al final somos nueve. Cenamos y me quedo un rato leyendo. Cuando voy a acostarme, me encuenro al chico francés embutido en su saco y encima del mio, frito. Trato de cogerlo y lo despierto. El pobre, avergonzado se va a otra litera.
Y congeladito, empiezo a estornudar. Ya lo he pillado, un buen catarro. Ya no voy solo, este se viene conmigo.
Cena: 8€
Refugio: 6€
Recorrido desde casa: 304.89Km.

[subir]

Atapuerca - Burgos

XI.- 11.12.04

Cuando me levanto ya han salido algunos. He hecho el vago porque no me encuentro muy bien con el gripazo que llevo. No he dormido bien y tengo frío, tiritonas. De cualquier forma es todavía casi de noche. Así que voy recogiendo todo tranquilamente.
Abrigado, preparado para lo peor, abro la puerta del refugio y me encuentro con la niebla, espesa y blanca. No se ve nada de nada. Dos metros cortos como mucho. Mientras me la miro, aparece entre las brumas el de Rentería, que no encuentra la salida. Lo mando para abajo, hasta la carretera y luego a la derecha. Y ojito, que enseguida se entra al monte por la izquierda. Y mientras él se va a intentarlo, yo trato de tomarme un café. Pruebo en los tres bares del pueblo y nada de nada, a la calle, con fiebre, frío, niebla y el estómago vacío. Peores las he pasado, así que recordando una vieja película, digo lo que el prota se repetía en los momentos más difíciles, "Ahora está la cosa como me gusta"
Y me tiro al monte.
Al llegar a la Cruz, la niebla va atenuandose. A lo lejos veo al de Rentería que no va bien. Lo alcanzo y me dice que tiene problemas con las rodillas, pero que tranquilo, que puede seguir. Ha de tener cuidado en las bajadas, que es cuando sufre. Sigo con la ilusión de encontrar un lugar en el que tomarme un cafelito. Me entonaría. Es que el trancazo que llevo me está ahogando.
En Cardeñula Riopico (¿Qué nombre tan extraño? ¿De qué le vendrá?) consigo tomarme un café con leche y un pincho de tortilla de patatas, con el que recuerdo a Iria. Qué bocadillos se metía. Daba gusto verla comer y hacerlo a su lado. Como no está, desayuno sólo y estando malísimos tanto el pincho como el café, me saben a gloria. Lo hago tranquilo, despacito, pues es pronto y sólo tengo intención de ir hasta Burgos. Es que no puedo, me ahogo, los mocos me devoran.
Paso Orbaneja y al cruzar la autopista, la A1, me quedo pensando lo despacito que voy, que tardo cinco horas en hacer lo que los coches hacen en un cuarto de hora. Eso iendo yo como un tiro y ellos de paseo. Si es que no soy nada.
Pero puedo oler el rocío y sentir las hojas secas bajo mis botas. Oir el silencio, ver los pajaros volar y saborear el color azul del cielo de Burgos mientras avanzo.
Pruebo la variante por el Arlanzón para evitar los más de diez kilómetros de zona industrial que hay desde Villafría hasta el centro y luego al refugio del Parque del Parral. En un principio es sencillita pero agradable. En llegando al aeródromo, empiezan los barros. Estos se hacen inmensos y profundos al llegar a la escombrera. En un charco me hundo casi hasta la rodilla y al intentar salir y seguir, me caigo de bruces. La mochila me ha vencido y meto literalmente la cara en el fango. Me doy un golpe en la mejilla con una piedra y me hago un corte en una mano que sangra como un cochino. Estoy hecho unos zorros, lleno de barro, sangrando y ahogandome por tener todas las vías respiratorias atascadas. Me llega un hilillo de aire que es lo que me mantiene vivo. Me da la risa de sentirme en tan triste estado. Y me da tremenda envidia una maravillosa pista limpia y con grava al otro lado de la valla metalica. Me planteo saltarla e ir allí. Pero solo faltaría engancharme en la alambrada, así que sigo por el barrizal hasta Castañares. Al llegar, los lugareños me miran y no me extraña. Parece que venga de la guerra. A los que les pregunto para seguir la ruta del río, la senda de Santa Marina que no está muy clara, me responden con otra pregunta tipo de dónde vienes o qué te ha pasado. Tras aclarar que me he caido en el barro, harto evidente, sigo pues nadie sabe de ese sendero. Así que cojo el camino oficial que me lleva por la zona urbana. Algo he ganado, pero no sé si merecía la pena la lucha contra el barro, batalla que he perdido, por tan poco beneficio.
Cuando llego al refugio está Manolo. Hospitalero voluntario, amable, cariñoso y servicial. Me cuenta que la pista al otro lado de la valla que he estado tentado de coger se ha hecho para los peregrinos, para evitar el barrizal que, como el mismo decía, es tremendo en días secos, intransitable con lluvias. También me explica que en donde he dudado y preguntado, hay que seguir recto derecho cruzando un parque hasta encontrar el sendero. Buenos consejos para los que vengan detrás si los leen en estas lineas.
En el albergue no hay nadie más, ningún otro peregrino. Ayer durmió aquí Fernando, que ya me ha sacado un día. Quizá empiece a acelerar en cuanto me recupere del gripazo, aunque cruzarme medio país solo ya me gusta. Ya veremos.
Me acomodo, limpio todo un poco y me voy a comer algo y sobre todo a beber. Voy deshidratado con los estornudos, lagrimeo, tos y fiebre, que me está subiendo. Tras ello me doy una buena ducha que me entona un poco y me voy al centro, a visitar la Catedral. Hace mucho frío. O a mí me lo parece, que voy destemplado. Por el Paseo de la Isla me coge una especie de alergia ante la helada que cae. Toda la piel me escuece. Las vías respiratorias también y lo paso muy mal. Algo muy raro. Me ahogo, no puedo respirar y llego a pensar que de esta no salgo. Tras unos minutos de sufrir lo indecible, todo empieza a recuperar la normalidad. Mi cuerpo empieza a ser el de antes, aterido y enfermo, pero que a trancas y barrancas funciona. Y el frío sigue azotando de verdad. Que lo decía el otro día, que en Burgos hace mucho frío. Mucho.
La Catedral está prácticamente restaurada y es de una belleza extraordinaria. Es un placer visitarla y además hay oferta para pereginos. Toda la belleza de Burgos a tu alcance por un euro. Admiro a arquitectos, maestros de la piedra y demás artistas capaces de crear semejante obra. Me pregunto cómo se organizaban para diseñar y delegar trabajos y que el conjunto fuera coherente a traves de los muchos años que duró su construcción. No me puedo creer que una sola mente tuviera en la cabeza semejante filigrana y además la pudiera transmitir a los que vinieron detrás de él. Eran maestros.
Me queda mucho barro por la ropa y los turistas que van impecables, limpios y perfumados, me miran por mi aspecto. Con lástima unos, con simpatía o desdén otros, con sorpresa todos. Una de las grandes alegrías del peregrino es no estar atado a las obligaciones que la sociedad nos impone. Puedes ir manchado, barbado, con pantalón corto. Libre. Sin necesidades. Es otra dimensión.
Unas turistas se me acercan y me preguntan si soy peregrino. Y alaban mi valor por meterme en semejante aventura y hacerlo solo y en invierno. Les respondo que no tiene ningun mérito, porque es lo que me gusta y ya se sabe, sarna con gusto no pica. Y ya metido, las acompaño y les explico lo poco que de la Catedral y de arte sé. Al salir me invitan a un café y no me escapo con ellas porque estoy enfermo y voy hecho un gitano. Pero una me pasa una dirección y un teléfono. Si ligo con esta pinta y a mi edad, como me arregle, arrollo.
Vuelvo al refugio tras tomarme una sopa castellana y una morcilla que están buenísimas, impresionantes. En el Camino es un placer el ir probando las diferentes cocinas de las diferentes comarcas. Todas aportan cosas exquisitas, deliciosas, porque en todas partes se intenta comer lo mejor que se puede.
Al Albergue ha llegado un peregrino japonés en bici de paseo. Viene desde Bulgaria pedaleando. No habla mucho ingles y yo saliendo del "watashi wa ka" no hablo mucho japo, así que él se va para el ordenador y yo para Manolo, que me cuenta un par de historias y me pasa un vaso de leche hirviendo con miel. No tengo palabras para agradecer el detalle. Calentito, me acuesto tras pedir al japones perdón por adelantado, porque estando como estoy, voy a roncar seguro.
Cena: 5.70€
Refugio: 3€
Recorrido desde casa: 335.89Km.

[subir]

Burgos

XII.- 12.12.04

La fiebre me ha hecho tener pesadillas esta noche. Estoy agotado y me duermo. Manolo me despierta a las 8.20. Le pido permiso para quedarme un día más en el albergue. No puedo seguir. La verdad es que me encuentro realmente enfermo. Me planteo el volver a casa. No valgo nada y no sé cómo me voy a recuperar perdido por el campo, malcomiendo y durmiendo en lugares en los que hace un frío aterrador.
Conseguida la autorización me relajo y trato de ir tomando decisiones en cada momento, viendo lo que pasa. De momento decido abrigarme e irme al centro a desayunar calentito y leer el periódico.
Mientras me estoy tomando unos churritos a los que, lástima, no les encuentro el sabor por el gripazo, me llama Cesar. Me pregunta que en dónde estoy y que cómo voy. Le pongo al día de mis desventuras y me comenta que mañana se viene a Burgos para coger un tren a Sarria, para rematar la peregrinación que tuvo que dejar en octubre por haber perdido un par de uñas e ir cojo de ambos pies. Hablando y hablando trata de convencerme para que haga trampas y me vaya con él, que podría estar bien, que luego nos vamos a Finisterre, que si ya me conozco este trozo de memoria, que ya lo he hecho un montón de veces, que así estoy para Navidades en casa, etcetera, etcetera. Dado que estoy tan mal, flaqueo y le digo que me lo pienso. Que ya le diré algo de aquí a mañana. Y sigo con mi periódico. Me lo termino y me voy a visitar las Huelgas, en las que no he estado desde que fuí con el colegio y quince años. Otra maravilla. Cómo me alegro de haberla podido ver y haber aprendido un poco sobre lo que allí pasaba. Y qué satisfacción saber que se ha conservado todo hasta nuestros tiempos, a pesar de los siglos transcurridos, de las guerras e invasiones, de la incultura y el abandono.
Me vuelve a pasar lo de ayer en la Catedral. Me han metido en un grupo, para hacer una visita guiada (que de otra manera no se puede hacer) y otra vez me he sentido observado por los turistas. Esta vez la que se enrolla es la guía, que me sonrie y me cuenta cosas por lo bajini. A ver si esto de ir hecho un gitano va a dar resultado. Pero no, debe ser que tienen espíritu maternal y me ven desvalido. O más bien que el Camino deja huella, eso seguro. Y no lo digo por los restos de barro que llevo sobre mí.
Cuando la visita termina me desea Buen Camino y algunos turistas la imitan. Gracias.
Y me voy al refugio y le cuento a Manolo mi mañana, lo que he hecho y he vivido. Llega un peregrino holandés que ha llegado en autobús desde Villafranca, creo. Hace un mes que lo operaron y no se quiere forzar. Me voy con él a comer unos pinchos porque se está haciendo tarde. Se hace el longuis y he de pagar yo, que no tengo un clavel. De verdad que estoy enfermo.
Y paso el resto del día en el refugio, metido en el saco, con tiritonas y flojera, pero algo mejor. Decido que no puedo seguir así, que o me voy a un hotel un par de días más, me voy con Cesar o me vuelvo a casa. Me lo pienso bien y decido hacer trampa y coger mañana el tren a Sarria. Eso me permite tener un día más para recuperarme y disfrutar de la compañía de un buen amigo. La verdad es que me apetece irme con él. No hemos coincidido en el Camino desde marzo cuando salimos desde Roncesvalles y el hubo de parar en Burgos por no tener más tiempo. Así que le llamo y le digo que mañana le espero en la estación de autobuses. Y siempre puedo hacer el trozo que me salto con Eva y Quim, que han de continuar desde aquí cuando puedan. Salgo a cenar algo y me acuesto. Prefiero no analizar demasiado lo que he decidido. He llegado a la conclusión de que es lo mejor y no le doy más vueltas. Así está bien Y con esto y un bizcocho hasta mañana a las ocho.
Cena: 5€
Refugio: 3€
Recorrido desde casa: 349.29Km.

[subir]

Burgos - Sarria

XIII.- 13.12.04

He dormido muy bien y me encuentro bastante recuperado, aunque toso y sigo flojo. Parece que ya no tengo fiebre. Recojo todo, me despido de Manolo y le agradezco toda la ayuda que me ha brindado y me voy al centro frente a la Estación de Autobuses a desayunar, mientras espero que llegue Cesar. Aparece pronto. Tranquilo y entretenido con el periódico ha pasado el tiempo deprisa. Nos abrazamos y nos vamos a la Estación de Renfe. Sacamos un par de billetes a Sarria. A las 12.30h llega el tren, subimos y como nos hemos confundido, hemos de atravesar todos los vagones hasta el último, que es el nuestro. Va bastante vacio. Me sorprende lo limpio y nuevo que está. Da gusto viajar así. De cualquier forma, cuando paso unos días por los montes y campos, andando y avanzando poco a poco, paso a paso, todo me impresiona. La velocidad, la comodidad, la limpieza.
Nos hacemos unos bocadillos con lo que nos hemos comprado en el mercado y comemos tan ricamente. La verdad es que en este Camino no paro de comer. Será que lo necesito.
El movimiento nos acuna y nos echamos una siesta deliciosa. Cuando despertamos nos queda poco para llegar a Monforte de Lemos en donde hemos de hacer trasbordo. Allí cogemos un trenecito de un solo vagón. Disfruto mucho en él. Es como de juguete, pero va como un tiro. Moderno y agradable nos pone en Sarria en un momento. A las 18.50h estamos buscando el refugio. Cesar conoce a la hospitalera y antes de llegar le compra unos bombones. Le está muy agradecido de otras veces que por aquí ha pasado, y él es un caballero.
Hay ya doce peregrinos. Llenamos completamente un dormitorio. Si no llega nadie más, tendremos que dormir todos amontonados. Si aparece uno más, han de abrir otro cuarto y nos podemos distribuir. Mejor será, porque los que hay casi ni han saludado. No se enrollan. No había visto nunca recibimiento tan frío. Parece que molestáramos.
Vamos a tomar una cervecita y volvemos para llevarnos la alegría de que podemos cambiar de cuarto. Ha llegado un suizo y han tenido que abrir. Genial. Luego llegan otros dos.
A las nueve nos vamos a cenar a un bar muy cutre en el que nos dan unas lentejas maravillosas (cinco cazos) y un pollo riquísimo (medio animal). Con vino, agua, pan y postre. Todo por seis euros. Cuando le decimos a la señora que nos sirve lo bien que hemos cenado, se le alegra la cara, se nota que le llega al alma nuestro cumplido.
Quedamos en madrugar y hacer tantos kilómetros como podamos. La mayoría de los que hay en el albergue parece que se van a quedar en Portomarín. A nosotros eso nos parece poco y cuanta mayor distancia dejemos entre esta gente y nosotros, mejor.
Cesar es muy buen caminante, andarín ágil y rápido. Creo que yo ya estoy recuperado. El haber dormido bien la pasada noche y la siesta del tren me han devuelto la salud. Además aquí ya no hace el frío de Burgos. Esto parece primavera, hace una noche deliciosa.
Cena: 6€
Refugio: 0€
Recorrido desde casa: 357.45Km.

[subir]

Sarria - Eirexe

XIV. 14.12.04

Muy temprano cojo la mochila y el saco y los recojo fuera del dormitorio para no molestar. He dormido mal. Un peregrino no nos ha dejado dormir haciendo "tststs" para callar a los que roncabamos. Un rollo. Me hace recordar una noche en el refugio Gaucelmo de Rabanal del Camino. Era en marzo del 99 y dormimos 64 peregrinos. Unos roncaban, otros hablaban en sueños, alguno suspiraba, uno gemia y también estaba quien no paraba en el saco, haciendo mucho ruido. Y a quien se le iban los aires, más bien ruidosos, olorosos. También había de los que se levantan al baño y tropiezan o los que con la linterna no paran, te despiertan. Pero el peor era un vaina italiano (tontolaba que había venido y se fué en coche) que no nos dejó descansar a ninguno llamandonos a todos al orden. Se pasó la noche haciendo "ssssssss", "tstststs", y demás sonidos al uso. Para matarlo. Quien camina y llega cansado, seguramente caerá en sueños profundos con lo que ello implica. Dormir muchos en un mismo cuarto seguro que da algún buen roncador y alguna otra variedad de alborotador animal nocturno. Comprendo que puede molestar, pero quizá la solución es un poco de paciencia, tolerancia, buen humor y unos buenos tapones. Los que roncamos no lo hacemos voluntariamente. Ojalá pudiera evitarlo.
Así que he esperado a Cesar desayunando tranquilito en el bar O Escalinata, que abre a las cinco de la mañana. Al rato ha llegado todo preocupado. Se creía que me había ido. Mientras se toma su desayuno, comentamos la nochecita y salimos. Todavía es de noche, pero no hace nada de frío. Es un placer caminar en esta atmósfera.
Enseguida llegamos a Barbadelo. Seguimos a buen paso. Cesar camina muy ligero y yo ya llevo muchos kilómetros, así que vamos por lo menos a 6km/h. Llegamos en un momento a Ferreiro. Nos tomamos un agua en el bar, hablamos un rato con la señora, nos quitamos ropa que empieza a hacer calor y cuando vamos a salir entra el francés que venía desde Ginebra y que durmió en Roncesvalles, el que salió disparado hacia Pamplona. Se muere de la risa al verme y le explico toda la historia. Me ha sacado unos catorce días de ventaja en dos semanas. Es decir, que va exactamente al doble de velocidad de lo que es habitual. Ya lo dije, es un jet.
Nos despedimos y seguimos con un día maravilloso. Llegamos a Portomarín muy frescos y seguimos, no subimos a la Villa. Eso nos hace ganar mucho tiempo. Por cierto, el embalse estaba prácticamente vacío y se veían las ruinas del antiguo pueblo. Muy interesante.
En Gonzar nos tomamos un refresco y nos preguntamos qué hacemos. No con nuestras vidas sino hasta dónde vamos hoy. Decidimos seguir pues vamos fuertes y todavía quedan horas de luz. Al llegar a Hospital do Cruz nos tomamos una empanada que nos sabe a gloria y continuamos. A este paso no vamos a parar. Sugiero Ereixe ya que es el próximo refugio y empieza a caer el sol. Al pasar por el crucero de Lameiros vemos que lo han urbanizado, dejandolo de exposición. La verdad es que estaba muy abandonado, aunque en la salvajura residía parte de su encanto. Llegamos bien a nuestra meta, con luz y muy enteros. Preferimos dormir en un ambiente rural que meternos en Palas de Rei. Nos acomodamos como reyes pues estamos solos y nos damos unas duchas gloriosas. Vemos pasar al francés que sigue adelante. Nosotros nos vamos a tomar una cañita al bar Conde de Waldemar, que han abierto frente al albergue. Nos tratan muy bien. La hospitalera, una abuela parlanchina y graciosa, se toma un mosto con nosotros y nos cuenta mil historias.
Cenamos allí mismo extraordinariamente bien. Y a la cama, a descansar como angelitos.
Cena 9€
Refugio 0€
Recorrido desde casa: 397.23Km.

[subir]

Eirexe - Ribadiso

XV. 15.12.04

Qué noche tan fantástica. Hemos dormido de un tirón, profundamente. Cuando amanecía nos ha despertado la luz. A la ducha y a esperar recogiendo el saco a que abran el bar para poder tomar un café. Resuelto el desayuno hemos empezado el paseito diario. Dicho sea de paso, habíamos puesto mucha ilusión en lo que nos darían después de la buenísima cena de anoche y ha sido una pequeña frustración. Nos han largado al pequeño de la familia con un par de sobaos sintéticos y un café regulón. Una pena lastimera. Pero bueno, lo importante es que ambos nos encontramos perfectos a pesar de los más de 40km que nos metimos ayer en el cuerpo. De mi gripe ya no me acuerdo. El día es bonito, aunque todavía quedan brumas. Pero ya se sabe, mañana de niebla, darde de paseo.
En Palas de Rei nos hemos tomado otro café para olvidar el del desayuno. Y aunque parezca increíble, estaba aún peor. Puagh, malo de verdad, rematadamente asqueroso. A veces no se puede luchar contra el destino y hay que tomarlo como viene y con buen humor. Así que hemos seguido camino riendonos de la mala suerte que llevamos hoy con el tema, chupando hierbas para quitarnos el sabor que nos ha dejado. Qué cosa tan mala, puagh. Veneno puro. Horrible. Si lo prueba Hans Blix lo denuncia.
Con el día maravilloso que ha quedado, parando para quitarnos ropa porque el ritmo que lleva Cesar es como para sudar pasando por Burgos, hablando y arreglando el mundo, hemos llegado en un santiamén a Melide.
Nos vamos a la pulpería Ezequiel a cumplir con una de las obligaciones del Camino. La han arreglado mucho, ya no es aquella taberna cutre de lux. Se ha quedado en lo que pudo ser y no llega, un punto kitch. El Camino da mucho dinero y todo cambia muy rápido. Somos un país de nuevos ricos, con arquitectura mediocre. Es triste ver como destruimos lo popular para quedarnos en limpio sintético, frío. Menos mal que lo que sirven sigue siendo autentico. Pedimos pulpo, queso y empanada y vamos haciendo, disfrutando, regandolo con un turbio que sabe a gloria. Cuidando de no pasarnos, vamos acabando.
Cuando estamos pagando, llega un grupo de peregrinos. Parecen muy agradables. Los hay de todas partes. Una chica chilena y otra valenciana, un extremeño de Caceres, un australiano que va en bici de paseo al ritmo de los caminantes y que tiene cara de estar disfrutando mucho. Otro es de Santiago, que como la mayoría de gallegos ha salido de O Cebreiro. También un par de catalanes encantadores. El joven salió de Tarragona hace unos dos meses y en Santo Domingo de la Calzada se le unió su padre, que con la cara de felicidad que tiene, paga. Pena no haber coincidido con ellos el resto del Camino. Buena gente.
Nos despedimos y arrancamos un poco a trancas y barrancas, que la comida pesa. Pero cuando nos da el fresco en la cara, todo vuelve a ser como debe. Todavía no sabemos a dónde llegar. Vamos muy frescos después de haber descansado un buen rato durante la comida. De momento vamos hacia adelante y ya veremos lo que encontramos, dónde y cuándo. Son muchas variantes para resolver la ecuación, que es de integrales triples. Y ya no me acuerdo como se hacían, lo cual es una suerte. Hay cosas que es mejor olvidarlas, como los males de amor, que no sirven para nada, ni para espabilarse en la vida. Sólo dan amarguras.
El paisaje es agradable, las vacas pastan y algunas se entretienen viendonos pasar. Varias tienen la mirada más inteligente que la de muchos humanos que conozco. Y nosotros seguimos adelante, paso a paso pero deprisita. Podemos llegar a Arzúa sin problemas, pero le sugiero a Cesar parar en Ribadixo. Manolo, el hospitalero de Burgos, me encareció parar en este albergue. Me dijo que era sensacional. Llegamos y realmente el entorno es magnífico. Entramos en el refugio y resulta ser una maravillosa restauración de un antiguo hospital de peregrinos. Me sorprende con soluciones y materiales innovadores y valientes. Genial. Merece un premio. Por su arquitectura y por el valor de hacerla. Y por haber convencido al cliente, quizá lo más dificil de todo.
Para variar, el hospitalero es fantasma. No hay nadie, así que nos autoinscribimos y sellamos. En Galicia es gratuito y selfservice. Nos instalamos en una suite privé de dos camas y nos vamos a duchar. Y aquí empiezan las risas. Nos lleva más de media hora encontrarlas. Resultan que están todas juntas en lo alto de la loma. Parecemos tontos y como tal nos reímos. El agua quema, abrasa, y hemos de ducharnos acuclillados para que en el recorrido desde la alcachofa hasta nuestro cuerpo se enfríe un poco. Pero a pesar de los pesares y de las risas, nos deja como nuevos. Nos hemos metido otros cuarenta kilómetros y como si nada. Debe ser el pulpo. O el turbio.
Llega bastante tarde el grupo que ha comido junto a nosotros en Melide. Se van colocando, les hacemos plano del camino a las duchas y nos vamos a buscar en dónde cenar. Dan por supuesto que si no volvemos es que algo hemos encontrado y así saldrán a buscarnos para tomar también alguna cosilla.
Subimos el repecho, tipo final de un ochomil, y llegamos a la nada. Obscuridad absoluta. Allá a lo lejos se ven luces. Tiramos hacia ellas y nos encontramos con la carretera. Nos perdemos. Recuperado el camino nos metemos en otro repecho sabrosón hasta llegar a un poblado. Lo recorremos entero a lo largo y en la última casa hay un bar, cerrado. Desmoralizados, a unos dos kilómetros ya del refugio y sin nada para matar el hambre nos entra un poco la desesperación. En esto estábamos cuando aparece un hombre al que le preguntamos. Nos dice que sigamos, que hay un restaurante más adelante, a unos ochocientos metros. Y así, a oscuras que ya es noche cerrada, con los perros ladrando como locos, seguimos sus indicaciones, guiandonos con las manos, porque no se ve nada de nada. Está negro azabache. Hasta llegar a unas luces que no son otra cosa que Arzua.
Pues si, nos hemos metido unos tres kilómetros extras para poder tomar algo caliente después de los cuarenta y tantos que ya llevabamos hoy. Y esperate, que todavía tenemos que volver. Que no nos perdamos en la negrura de la noche y el vino.
La gente del restaurante es amable y cariñosa, aunque el menú no mata. Pero lo devoramos porque a buen hambre no hay pan duro. Y además no podemos de dejar de reirnos pensando en hasta dónde hemos llegado y lo desesperados que andarán los peregrinos que se han quedado en el albergue y que han de dar por supuesto que hay un sitio o que nos han comido los lobos.
La vuelta ha sido rápida porque ibamos de buen humor y satisfechos. Y los repechos que nos han desfondado al ir, nos llevan al volver. En un momento estamos en el refugio. Los que allí se han quedado se han organizado como han podido y estaban, tan felices. Hablamos un poco y nos acostamos, que los ojos nos empiezan a escocer a todos.
Cena: 8€
Refugio: 0€
Recorrido desde casa: 435.64Km.

[subir]

Ridabiso - Santiago

XVI. 16.12.04

Nos levantamos temprano, es de noche todavía. Cesar está acelerado, quiere llegar hoy y me saca de la cama. Protesto pero pierdo. Es muy pronto para los demás, que siguen fritos en sus sacos. Salimos sin hacer ruido y los dejamos en lo mejor de sus sueños. Nos enfrentamos con los repechitos que anoche nos desfondaron. Se hacen mejor hoy, a la luz del alba y bien dormidos. Llegamos al restaurante de anoche y nos tratan a cuerpo de rey. Nos hacen unas tostadas maravillosas y un café excelente. Repito de ambos. Debo estar traumatizado por los que ayer al amanecer me dieron. Su recuerdo me mueve las tripas y he de ir corriendo al lavabo.
Está nublado y hay algo de niebla. Pero me ha puesto de tan buen humor el trato de los camareros y lo que nos han servido, que voy feliz. Cruzamos Arzua y seguimos hasta Salceda en donde nos tomamos un refresco. Hacemos unas risas con la camarera y unos peregrinos gallegos, que claro, han salido de O Cebreiro, como todos. Bueno, como casi todos.
Ya queda poco hasta Santa Irene, en donde siempre me llueve. He pasado por aquí cinco veces y siempre me he mojado. A veces es un calabobos y otras una lluvia torrencial. Hoy toca ligerita y casi agradable. Hay que aceptar que estamos ya muy cerca de Santiago y allí, cuando no llueve es que va a llover. Así que chino chano, fresquitos, vamos haciendo, avanzando.
Llegamos a Arca a la hora de comer. El hotel de la gasolinera está cerrado, no podemos tomar nada. Voy bien a nivel de lesiones, todo está perfecto. No tengo ampollas ni tendinitis, ni rozaduras, ni ningún tipo de lesión física, pero empiezo a ver el muro, como en los 30km de las maratones. Se me acaba el glucógeno, la energía, y me duele el cuerpo. Peso 55kg y no tengo mucho para gastar. Me entra un tembleque y flojeo. Cesar me pasa un trozo de chocolate que me salva. Iba realmente apurado. Cuando llegamos al Monte de Gozo ya me he recuperado. Estamos a un paso de llegar a Santiago. Ya es todo cuesta abajo.
Mientras anochece entramos en la ciudad. Hemos hecho en tres días lo que se suele hacer en cuatro. Sin sufrir, disfrutando. Llegamos al centro sobre las 18.30h y nos vamos primero a la oficina del peregrino a rematar y recoger la Compostela. Nos atiende una chica muy guapa y muy amable, que nos pone problemas. Dice que tenemos pocos sellos de Galicia, sólo tres. Hace cuentas para ver si hemos recorrido los famosos cien kilómetros. Le explico que de alguna forma, aunque con trampas porque me puse enfermo, vengo desde Roncesvalles, al igual que Cesar. Que en total he caminado unos 475km, él más de 800. Amable y educadamente me dice que aunque venga desde los confines del mundo conocido, si no camino esos famosos cien kilómetros gallegos, no me la puede dar. Esto acaba de desmotivarnos, que ya veníamos mal en ese sentido. Finalmente cede porque sí hemos cumplido con los requisitos, no sé si de la Xunta o del Arzobispado, y nos la da Pietatis Causa. Hoy pienso que quiere decir "Por Caridad"
Salimos a saludar al Santo brevemente, que ya vendré a hablar con él mañana tranquilo, y nos vamos a buscar un hotel. Lo intentamos primero en el Suso en el que ya he estado otras veces y está muy bien y son muy amables. Hay suerte y tienen sitio. Cogemos una habitación para una noche porque queremos ir a Finisterre. Nos organizamos, nos duchamos y nos ponemos ropa limpia. Y nos vamos a cenar. Vamos impecables. Bueno, casi. Quiero invitar a Cesar por lo bien que se ha portado, por lo buena persona que es y porque me lo quiero como amigo. Tras la cañita para hacer tiempo, nos metemos una buena cena, que nos la hemos ganado. Y tras hablar un rato y otro de paseo por la noche compostelana, nos retiramos a descansar.
Qué maravilla, qué lujo, sábanas. No me lo puedo creer. Qué bien vivimos y que poco nos fijamos en todas las comodidades que disfrutamos, en los pequeños placeres que nos damos diariamente. Qué decadentes somos en el primer mundo, que consideramos básico lo que muchos no pueden ni soñar en otros.
Cena: Amex*€
Hotel: 15€
Recorrido desde casa: 475.45Km.

[subir]

Santiago

XVII. 17.12.04

Me despierta Cesar con un concierto de música clásica en la tele.
¡Seguimos con los lujos!
Nos damos una buena ducha y nos vamos a desayunar. De allí a reservar pasajes. No empezamos el día bien. Iberia ya no acepta la Compostela, es decir, ya no te hace el descuento del 50%. Volver a casa me va a costar más de 200€, , más de 33.000 pesetas de las antiguas. Aproximadamente es lo que pagaría por volver desde Panamá si consiguiera ir, y mira que me gustaría.
Pero a Cesar le va peor. Hay huelga de Renfe del 20 al 24 de diciembre y eso hace imposible que vayamos a Finisterre y pueda estar en casa para Nochebuena. Nuestro gozo en un pozo, se acabó el plan. Nos hemos de volver ya. Estamos contentos. Así que nos sacamos los billetes y nos vamos a tomar un café. Ambos abatidos, y yo arruinado. He tenido que empeñar los mocos.
Entre una cosa y otra se nos ha hecho tarde. Nos vamos para Misa del peregrino. Entramos por la Puerta Santa y cumplimos con la tradición de las dos cruces. Ha habido suerte, no hay cola. Pasamos al interior de la catedral y nos obligan a seguir derechitos hasta la imagen de Santiago que preside el altar. No entendemos nada. Subimos a darle un abrazo observados por un diacono que contabiliza con una maquinilla los que por allí pasamos. Desmotivados, nos obligan a bajar a la cripta. No hay otro camino. Ha de ser así, por narices. Allí nos encontramos a una pareja discutiendo de sus cosas, en plan café y tu me has dicho que yo, etcetera. Harto, decepcionado y de mal humor, sigo la ruta a la que me obligan, que en un momento me pone de botitas en la calle por una puerta lateral. Y otra vez estoy en la Plaza Quintana. Me voy al Obradoiro y tras subir las escaleras intento entrar por el Pórtico de la Gloria. Pues no, está cerrada. Vuelvo a la Plaza Quintana y paso al interior de la Catedral por la puerta lateral. He llegado al amén. Me voy hacia atrás, que en la iglesia llena de turistas no queda sitio. Está a rebosar de público, de ellos unos cinco peregrinos. No me dejan acercarme al Pórtico de la Gloria. Ha de terminar la Misa. Me voy a admirar la imagen de Santiago Matamoros que me parece maravillosa, aunque el concepto está más bien demodé, y aprovecho para ver una vez más el botafumeiro. Y oler a incienso, que tanto me gusta.
Termina la misa y vuelvo hacia el Pórtico. Imposible admirarlo, está desbordado de gente. Decido salir antes de que me dé un ataque. Camino de la puerta veo que hay muchos bancos en los que hay un cartel que pone RESERVADO. Para quién, me pregunto.
Me voy echando pestes a Casa Manolo. Cesar viene indignado, protestando, y mira que es buena persona. Nos ponemos ciegos por 6.5 euros. No ha cambiado, siguen dando unas raciones inmensas. Pena que han cambiado las camareras guapas y coquetas por camareros que me resultan sosos y grises. La verdad es que deben estar agotados, los pobres.
Hablando con Cesar de todo lo vivido en la Catedral nos da la depre. Pero resulta que hay más. Nos cuentan, que este verano había días que llegaban los peregrinos en pleno éxtasis y se encontraban la Catedral cerrada por estar llena de turistas. Dicen que en una ocasión tuvo que intervenir la policía porque hubo un conato de motín. Cesar añade que cuando llegó la vez anterior, un sacerdote que estaba sentado en una silla ante el inicio de las escaleras que llevan al Santo, no le dejó subir a darle un abrazo porque había concertada una visita organizada y estaba reservado. Si, Santiago reservado, Si además de lo vivido esta mañana, todo esto que me cuentan es verdad, creo que estamos perdiendo los papeles. Todos. Desde el Arzobispado y la Xunta hasta nosotros, peregrinos que caminamos durante cientos de kilómetros con la ilusión en el corazón y la luz en los ojos para llegar a esto
O quizá es esta la última prueba.
¿De humildad? ¿De inocencia?
Prefiero olvidarlo, ignorarlo.
Decía Tat que la razón y el motivo del Camino es el propio Camino. Me parece que cada vez tiene más razón.
Por la tarde me voy a ver a Santiago antes de que empiece otra Misa y con ella el show. Le digo que no me gusta todo lo que está pasando, que esto se está convirtiendo en una atracción de feria monopolizada por el Arzobispado y por la Xunta. Que si sigue así va a morir de exito. Que seguiré intentando llegar a darle un abrazo y a hablar un rato con él, pero que lo haré a las peores horas y por el peor camino, en el peor momento. Que cada vez es más dificil estar con él a solas en su casa. Que me voy y me voy muy triste, muy decepcionado. Que sigo enamorado del Camino, de Compostela, de la Catedral y su órgano, de Su imagen, de Su leyenda y de toda la historia y arte que arrastra, pero que me da mucha pena que esto se haya convertido en lo que ahora es, un viaje organizado que está de moda.
Vamos, igual que ir a Formentera o a Cork.
Así que cojo el avión y me vuelvo a casa con la sensación de que he hecho el imbécil, el turista.
Haya paz y después gloria.
Comida 6.5€
Recorrido al llegar a casa: 494.55Km.

[subir]

Epílogo

Volveré a Santiago, volveré a hacer el Camino.
Me siento poderosamente atraído por toda su magia, por toda su belleza.
Pero evitaré todo aquello que según mis criterios desvirtúa el concepto.
Caminaré sin prestar atención a los quads y ayudaré siempre que pueda a los turistas que algo necesiten, pero trataré de seguir sólo con mis pensamientos.
Escucharé al bosque y le hablaré a los pájaros.
Abrazaré al Santo y me emocionaré, pero lo haré a horas ocultas, en años olvidados.
Seguiré soñando con las estrellas, con la luz.
Seguiré caminando.

Buen Camino a todos.

Alfonso