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Crónica de "La Ruta de la Plata"

Agosto 2.001

Emerita Augusta - Asturica - Segisamunculum
(Mérida - Astorga - Cerezo de Río Tirón)
Un viaje de hace 2.000 años
00. Prólogo histórico
01. Mérida - Cáceres
02. Cáceres - Carcaboso
03. Plasencia - Guijuelo
04. Guijuelo - Salamanca
05. Salamanca - Riego del Camino
06. Riego del Camino - La Bañeza
07. La Bañeza - Reliegos
08. Reliegos - Castrojeriz
09. Castrojeriz - Cerezo de Río Tirón

Prólogo histórico

Una vez realizado el "Camino de Santiago" en 1999 y la "Ruta del Destierro del Cid" en 2000, la tercera gran ruta en bicicleta de montaña por España es la "Ruta de la Plata", o "Camino de Santiago" desde el sur de la Península. Algunas fuentes se empeñan en iniciar este "Camino" en Sevilla y extenderlo hasta Gijón, pero las fuentes históricas no dejan lugar a la duda, la calzada romana conocida como "De la Plata" discurría por la número XXIV, denominada "Iter ab Emérita Asturicam", es decir, camino entre Mérida y Astorga. Mérida (Emérita Augusta), capital de la provincia romana de Lusitania, fue fundada en el año 25 a.C. por Augusto para acoger a los legionarios licenciados (eméritos) de las guerras contra cántabros y astures. De aquí partían otras calzadas menores, una de las cuales se dirigía a Híspalis (Sevilla), pero como también lo hacían otras ramificaciones hacia Córdoba, Toledo o Lisboa. O como un ramal de la calzada romana salía de Cerezo hacia Belorado. Por Cáceres, Salamanca y Zamora nos acercamos a Astorga (Astúrica Augusta), fundada también por Augusto en el 14 a.C. Actualmente quieren identificar la "Ruta de la Plata" con la N-630 por intereses económicos, tal y como ocurre con el "Camino de Santiago" ("Camino Real" y no "Camino Francés" como bien me indicó Resti, hospitalero de Castrojeriz) y la N-120; pero la calzada auténtica o "Cañada Real" muy pocas veces coincide con esta carretera. En muchas partes es apreciable la antigua Calzada, pero en otras el asfalto o los caminos modernos se han tragado la vía XXIV.

Otra polémica es la del nombre, "Ruta de la Plata"; en ningún documento antiguo se hace referencia a este título o algo parecido. En un principio se pensaba que debía tal denominación a que por ella se transportaban los metales preciosos de las minas asturianas y leonesas ("Las Médulas" en Léon) que por Mérida bajaban hasta Sevilla; pero esto está totalmente descartado. Lo más rápido y seguro era la línea recta y ésta era hacer los transportes desde Astorga hasta Tarragona (Tarraco), "Iter ab Asturica Tarracone" para por mar conducirlo hasta Roma. Y esta "Vía De Italia in Hispanias" pasaba por César Augusta (Zaragoza) y por el Segisamunculum celta una vez romanizado, y que se unía a la "Vía Aquitania" en Virobesca (Briviesca). Hoy día parece claro que el nombre procede de los tiempos de la invasión árabe cuando éstos utilizaron la aún bien conservada calzada para su incursión hacia el norte y que la llamaban B’lata, que significa camino empedrado. La evolución lingüística de este término árabe dió lugar al que hoy conocemos.

De todas formas, los romanos no inventaron esta ruta, ya que Astorga ya existía con anterioridad y era un importante centro astur, capital de no menos de 22 tribus diferentes. Y como los romanos fueron maestros en aprovechar y mejorar lo ya existente, "asfaltaron" por describirlo con un término moderno, el corredor natural que las tribus iberas utilizaban en sus migraciones norte - sur. Siglos antes de la invasión romana, astures, vetones, vacceos, lusitanos, etc., ya utilizaban los pasos de los puertos de Béjar y Los Castaños, así como la tranhumancia los utilizó para subir en verano el ganado desde las agostadas tierras extremeñas a los verdes prados de la cordillera cantábrica y en el crudo invierno lo devolvía al templado clima meridional. Hoy conocemos al detalle el discurrir de estas calzadas romanas in Hispania gracias a un "mapa de carreteras romano" trazado en el siglo III y conocido como el "Itinerario de Antonino"; si bien mi guía es la de El País Aguilar, "La Ruta de La Plata a pie y en bicicleta". En esta guía ya se advierte que no debemos esperar una señalización tan buena como la del Camino de Santiago y que la hospitalidad no es la misma, cuanto más grande es la ciudad, más hostil es con el peregrino. Y en efecto, la señalización es escasa y la poca que hay es mala. En dirección sur - norte hay flechas amarillas y a la inversa hay algunas de color blanco. Refugios hay muy pocos y las capitales son las menos sensibles, Mérida, Cáceres, Salamanca y Zamora no tienen albergues, siendo La Bañeza la única población importante que cuenta con uno, muy bueno por cierto.

Así pues, ¿porqué no retrotaerse unos dos mil años y hacer un recorrido por la época de la República Romana desde Emérita Augusta hasta Segisamunculum, tierra de los autrigones, pasando por Castra Caecilia (Cáceres), Salmantice (Salamanca), Ocelo Duri (Zamora), Astúrica Augusta (Astorga), Legio (León) y Frumesta (Frómista)?. Esta vez la aventura iba a ser un poco diferente, pues iba a contar con vehículo de apoyo y la agradable compañía de Rosa Ana, en los inicios, los finales y la mitad de las etapas. Y he escrito iba porque fue así durante la mitad de ellas, ya que una dolencia me hizo dividir el recorrido en dos mitades y sólo tuve tal suerte en la primera parte, como más adelante relataré.

La idea era hacer estos aproximadamente 850 Km en diez días, que al final se quedaron en nueve. Tras muchos días de preparativos y con la bicicleta sobre el techo del Opel Astra de Rosa, partimos de madrugada el día 2 de agosto de Cerezo hacia Mérida. Aprovechando el viaje hacemos paradas en las hermosas ciudades de Segovia y Ávila y entramos en Extremadura por el valle del Jerte. Comemos en Cáceres y bien entrada la tarde llegamos a Emérita, la capital de Lusitania, la Roma hispana. Rosa, que se había encargado de la intendencia y tenía bien estudiadas las ciudades vía internet, encuentra rápidamente alojamiento. Descargamos el coche, preparamos la bici para el día siguiente, la subimos a la habitación y aprovechamos lo poco que queda del día para visitar Mérida y cenar. Nadie puede dejar de ver sus famosos Teatro, Anfiteatro y el Circo romanos, el Arco de Trajano, El Templo de Diana o el Acueducto de los Milagros coronado por numerosos nidos de cigüeña.

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Mérida - Cáceres

82 Km
Viernes 3 de agosto

A las 6:30 suena el despertador, un ligero desayuno, últimos retoques a la bicicleta y las dos mochilas y con las primeras luces del día cruzo el río Albarregas por el puente romano, de 145 metros de largo y que soporta sobre sus cuatro arcos y después de más de 2.000 años el paso de tráfico rodado, junto al acueducto de los Milagros. Por carretera se asciende suavemente hacia el embalse de Proserpina, con su dique romano piedra sobre piedra y el tímido sol reflejado en las aguas que daban de beber a la ciudadanía emeritense. Sigo por carretera hasta el primer desvío que ya me da algunos problemas con las flechas amarillas. De esta manera me interno por la dehesa extremeña. El camino asciende con suavidad entre encinas y la primera de las innumerables puertas que hay que abrir y cerrar aparece ante mí. Los primeros cerdos ibéricos trotan entre los árboles con su bello andar. Llegando a El Carrascalejo unos mastines me esperan a lo lejos, cuando me acerco veo que uno está atado, ligero alivio, pero el más lejano baja por la ladera ladrando hacia mi, así que sin esperar a ver sus intenciones emprendo el primero de mis apurados sprints ciclísticos; al llevar sólo las dos alforjas laterales, pesan menos pero también son más inestables y un extremo rozaba con los radios frenando la rueda, así que paro para solucionarlo pero al volver la vista observo a mi canino amigo venir de nuevo, al que lógicamente no esperé y con el ímpetu de la escapada asciendo la dura subida de entrada al pueblo. En seguida se desciende por un mal camino hasta Aljucén, pueblo de unos 150 habitantes pero que cuenta con el primer albergue de la Ruta. Se sale de este pueblo por carretera hasta la gasolinera y se retoma el camino. El viento comienza a dar de cara. El siguiente pueblo es Alcuéscar, a 20 Km, por un difícil camino de tierra y piedra suelta, una dura subida por un encinar y con muy poca señalización, tal es así que en dos o tres cruces de caminos me confundo y únicamente al no ver rodadas de otras bicicletas es cuando me doy cuenta de mi error. Afortunadamente reencuentro de nuevo el buen camino. Se cruza un altiplano por un camino pesadísimo, de una tierra suelta en la que se clavan las ruedas de la bicicleta, siendo muy peligroso al perder la dirección. Se llega a la Cruz del niño muerto y al final de la subida, Alcuéscar. El camino discurre entre huertos y pequeños cercados de ganado y en muchos tramos puede apreciarse el cascajo superficial de la antigua calzada romana. A Aldea del Cano se llega por un camino paralelo a la carretera N-630 después de Casas de Don Antonio y con un calor ya asfixiante. Es el lugar en que debo encontrarme con Rosa. Compro algo de comida y bebida en una tienda y descanso junto a la "Fuente del pozo nuevo" donde hay un cartel que pone agua no potable pero del que todo el pueblo coge agua para beber en las casas. Hasta Cáceres queda poco más de 20 Km pero se hacen muy duros. El viento no deja de dar de frente y es desmoralizante. En un de las pocas bajadas, un bolsillo de la alforja izquierda se me engancha en una jara y se desgarra, esparciendo todo el contenido por el camino. Tras cruzar un aeródromo en deshuso y por un llano se llega a Valdesalor donde encuentro los primeros caminantes y a su salida... pinchazo en la rueda trasera. La subida al puerto de Las Camellas no es difícil, pero la jornada ha sido dura y el viento mina las fuerzas, físicas y mentales. Un descenso y en un alto espera Castra Caecilia, Cáceres.

Rosa ya espera en la habitación del hotel, en la plaza mayor a los pies de la ciudad antigua, que es imperdonable no visitar. La ducha es un bien reparador y la tarde-noche invita a pasear por la historia escrita entre las piedras. Las cigüeñas son las dueñas de todos los edificios y descendientes sin duda de aquellas otras testigos desde la altura de los abatares de su antigüedad.

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Cáceres - Carcaboso

96 km.
Sábado 4 de agosto

Tranquilo amanecer en Cáceres y desciendo por sus empedradas calles para tomar la carretera de Casar de Cáceres, por el asfalto se llega rápido, es un pueblo bonito para ver pero yo no me detengo y así tomo la cañada real que a lo largo de 22 km y siempre entre vallados, vacas, ovejas y cancelas nos llevará hasta el embalse de Alcántara. El paisaje está continuamente salpicado de jaras y grandes afloramientos de roca granítica, algunos corros de encinas adornan este tranquilo paisaje. Justo antes de el comienzo del descenso al pantano me encuentro con dos peregrinos a pie, Paco de Viladecans y Josep de El Pont de Suert. El camino les ha hecho amigos y compañeros de viaje. Como casi todos los que recorremos esta vía, antes han hecho el "Camino de Santiago". Mantenemos una prolongada charla y nos despedimos dedicandonos los mejores parabienes. Por la transitada N-630 se bordea este embalse del Tajo. Junto a un restaurante de carretera se retoma el camino y se asciende de nuevo al monte superpoblado de jaras. Portillos a montones, toros y vacas de finas astas. Con la debida precaución y sin asustarles no hay problema, son mansos... aunque como bien advierte la guía de El País, cuidado, porque ellos eso no lo saben. Tras unas cada vez más duras subidas y rápidas bajadas se llega a la estación de Cañaveral y después de un pequeño tramo por carretera da comienzo el ascenso al puerto de Los Castaños, la subida es fuerte y con el máximo desarrollo subo sufriendo por el camino, pero unos metros más allá la misión es imposible y hay es tal la inclinación que hasta subir a pìe es un tormento bajo un sol de justicia. Una vez alcanzada la cima se desciende por un encinar hasta Grimaldo donde espero a Rosa que viene en mi ayuda con un excelente bocadillo y bebida fresca. Un largo descanso a la sombra de unos chopos y de nuevo a pedalear. Se sale de Grimaldo por carretera y al llegar a un amplio y faraónico canal se sigue un camino que va continuamente bordeándolo durante casi 20 km. Calor y viento son siempre los peores enemigos. A la altura de la carretera de Riolobos se abandona el canal y comienza una fuerte subida por asfalto hasta coger un desvío a la izquierda e internarse en una loma despoblada. El ascenso es penoso y el calor infernal, así que me despojo de la camiseta y se nota cierto alivio. Una vez encumbrado se inicia un rápido descenso hacia los maizales regados por los faraónicos canales y acueductos del "Plan Badajoz". Ya cerca de Galisteo se comienza de nuevo a subir para llegar a un pueblo que yo esperaba amurallado, pero he debido despistarme en alguna flecha y estoy en San Gil, a dos km de Gaslisteo. Los cubro por carretera y en la entrada de este pueblo una empinada calle me conduce a la entrada del recinto amurallado. Ligero paseo por el pueblo y un chapuzón en la fuente de la plaza para ya por carretera acercarme hasta Carcaboso entre grandes extensiones de tabacales, pasando por Aldehuela del Jerte, donde Rosa me adelanta con el coche para en el final de esta etapa cargar la bici en la baca y desviarnos 10 km hasta Plasencia, ciudad monumental. Ya estaba la habitación preparada, así que guardamos la bici en un local y tras la ducha decido que no tengo ganas de andar, estoy bastante cansado y el sol me ha quemado un poco la espalda. Rosa visita la ciudad por los dos y vuelve encantada de todo lo que ha visto, habrá que volver a Plasencia con más calma.

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Plasencia - Guijuelo

98 km.
Domingo 5 de agosto

Me dirijo por las empedradas calles de Plasencia a recoger la bicicleta en un local del hostal donde estamos alojados y me llevo la primera sorpresa del día, de nuevo la rueda trasera pinchada. Al menos esta vez no tengo que quitar las mochilas para repararlo. La mañana esa fresca, así que me pongo el chubasquero y salgo por carretera con dirección a Oliva de Plasencia para reincorporarme al camino en Venta Quemada. Son veinte km por carretera, de poca circulación y siempre entre ganado, vacas, chotos y cerdos de los conocidos en Cerezo como Cucos, negros. Desde Venta Quemada transcurre uno de los tramos más bonitos, durante 6 km se transita por una cañada de 75 metros de anchura, tal y como establecían las normas sobre cañadas reales establecida en 1589 por Felipe II. Acotada por dos muros de piedra y entre encinas se llega a Cáparra, antigua ciudad romana, hoy despoblada, que debió ser muy importante a juzgar por su impresionante arco, de nueve metros de altura y cuatro pilones que soportan otros tantos arcos de medio punto cubiertos por una bóveda de arista. Recientemente han comenzado a excavar los cimientos de la ciudad que lo circundaba. Pasado Cáparra se llanea durante un buen tramo entre plantaciones de tabaco para llegar a las primeras estribaciones de la Sierra de Béjar, el escalón de la meseta. En Aldeanueva del Camino la subida se nota en las piernas y es el lugar elegido para encontrarme con Rosa y preparar el avituallamiento. Un descanso a la sombra y de buevo para arriba, 10 km por asfalto hasta Baños de Montemayor, el último pueblo de Cáceres antes de entrar en la provincia de Salamanca. Tiene un elegantísimo balneario, antiguas termas romanas, con un agua que mana entorno a los 50º C. Son también muy características las tiendas de cestería artesana en madera de castaño, quizá procedentes de la cercana Hervás. El calor del arcén de la N-630 y los vehículos que pasan al lado hacen sufrir en la cuesta arriba sin ninguna sombra hasta llegar a las primeras casas de este bonito pueblo, donde se ha reconstruido un tramo endiabladamente empinado de calzada romana que prácticamente salva lo que queda de puerto en linea recta cuando la nacional describe numerosas y amplias curvas, pero merece la pena, tanto al principio como al final de la calzada hay dos fuentes de un agua fresquísima y una sombra muy agradable. Para coronar el Puerto de Béjar queda un pequeño tramo que no es muy duro. La bajada por los restos de la calzada es muy peligrosa, rápida y con curvas muy cerradas, estrecha y entre una vegetación muy tupida, es de esas bajadas que cansan. El puente de La Malena, sobre el río Cuerpo de Hombre marca el final del descenso y un cansino recorrido por los restos muy deteriorados de la calzada romana. Para llegar a Calzada de Béjar hay que subir de nuevo por un camino de tierra muy blanda en el que las ruedas se hunden de nuevo, teniendo que hacer algún tramo a pie. Tras un llano aparece Valverde de Valdelacasa y de a quí a Valdelacasa son tán sólo 4 km por carretera... pero qué 4 km... con una pendiente de hasta el 17%. Hasta Fuenterroble de Salvatierra se sigue en ascenso pero mucho más suave. Aunque aquí hay albergue y bastante agradable, me desvío seis km hasta Guijuelo donde Rosa ya lo tiene todo preparado para el merecido descanso.

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Guijuelo - Salamanca

64 km.
Lunes 6 de agosto

Con el amanecer vuelvo sobre mis rodadas para retomar el camino en Fuenterroble y encarar en apenas 20 km el duro ascenso al Pico Dueñas. Aquí es donde más sufrí la mala señalización pues me perdí de nuevo he hice caso 10 km de más hasta que encontré el camino correcto. Llegado a la falda del monte si comienza a subir campo a través por una estrecha senda junto a la valla de piedra de una granja de ganado bravo. Con el máximo desarrollo e imprimiendo la máxima fuerza sobre los pedales se van sorteando los robles jóvenes y soportando las espantosas nubes de moscas que impiden ventilar los pulmones con la boca abierta. La subida se hace larga por lo dura y en alguna ocasión hay que parar para recobrar el aliento mientras se escruta la cima en busca de la cruz que la corona. Finalmente se llega a los riscos que coronan el Pico Dueñas y la cruz emerge en todo lo alto marcando el punto más alto del camino entre Mérida y Astorga. Se disfruta en esta altura del merecido descanso y de una vista de la extensa llanura salmantina. Un balcón sobre el camino que desde aquí espera. Hasta San Pedro de Rozados el trayecto abusa en exceso de la carretera y durante 15 km voy siguiendo las ondulaciones de ésta entre numerosos cortijos de ganado bravo. En San Pedro y al pie de su Iglesia ya está esperando Rosa con un buen bocadillo esperando y así a la sombra de la torre disfrutamos durante un buen rato de la agradable mañana antes del asalto final a Salamanca. Retomamos nuevamente el polvo del camino y también las portezuelas que inevitablemente hay que ir abriendo y cerrando a través de la dehesa salmantina, subidas y bajadas ya cerca de Miranda de Azán un ancho camino de concentración parcelaria hasta casi la misma capital en que de nuevo las indicaciones son muy equívocas y la entrada en la ciudad universitaria es bastante caótica. Alojamiento en el Hotel "El Toboso", junto a la Plaza Mayor, aseo y tras un breve descanso hacemos la primera parte de la visita a Salamanca. Tenemos previsto hacer un día de descanso aquí para poder ver todo con tranquilidad. El gentío es impresionante y los monumentos también. Algunas compras para la familia y ya anocheciendo buscamos de nuevo el Hotel para la cena. Noto la espalda algo cargada, cosa bastante normal.

El despertar del martes día 7 es penoso..., tengo un fuerte dolor lumbar que casi me impide moverme. Rosa, enfermera muy profesional ella, se acerca al hospital de Salamanca y consigue antiinflamatorios y relajantes musculares para inyectarme. Transcurrido un rato noto cierta mejoría, pero insuficiente para poder pensar en coger la bicicleta mañana. Quedo postrado en la cama y Rosa aprovecha para seguir visitando Salamanca. Mi mejoría me permite dar un breve paseo por la Plaza Mayor, pero poco más. Esperamos al miércoles, pero por ahora es imposible seguir el camino, decidimos aplazar lo que resta para cuando esté perfectamente bien. No quiero irme de Salamanca sin ver la zona de la Universidad y tras una "rápida" visista, recogemos los bártulos y en menos de tres horas estamos en Cerezo.

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Salamanca - Riego del Camino

107 km.
Viernes 17 de agosto

La recuperación ha sido más lenta de lo que yo esperaba y a pesar de que no estoy del todo bien ,y a pesar de algunos malos augurios sobre mi espalda de algún familiar, las fiestas de echan encima y quiero estar de vuelta para ellas. Rosa ya ha terminado sus vacaciones, por lo tanto ya no tendré vehículo de apoyo y tendré que incorporar la mochila a las dos alforjas y aumentar de forma considerable el peso de la bicicleta (saco de dormir, esterilla, toalla, útiles de aseo, etc. Todo lo necesario para varios días). Mi hermano Marino me acerca hasta Salamanca y deseándome todo lo mejor se vuelve rápidamente a Cerezo ya que tiene que preparar la charla sobre las calzada romana en Cerezo a cargo de Isaac Moreno. Se Nota que es ya la segunda quincena de agosto y las mañanas son frescas, así que con el chubasquero cerrado me voy alejando de Salamanca camino de tierras zamoranas. Aldeaseca de Armuña, Castellanos de Villiquera, Calzada de Valdunciel... pueblos todos ellos muy cercanos que hacen olvidar un poco las largas distancias extremeñas, excepto los 20 km desde Calzada hasta El Cubo de la Tierra del Vino, curioso nombre para un municipio ya en la provincia de Zamora, entre tramos de buen camino, asfalto y algunas sendas con cinco portillos que hay que abrir y cerrar en menos de 2 km. Se sale de El Cubo entre tierras de labranza y por caminos cansinos por ser muy arenosos y de difícil trazado, hasta llegar a Villanueva de Campeán, donde hago una larga parada para comprar alguna cosa de comer en una pequeña tienda-bar donde el trato es muy amable. En adelante el camino es mejor, firme y ancho, donde toda la fuerza que se imprime en los pedales se transforma en velocidad por la llanura. Antes de llegar a la carretera de Entrala me encuentro con otro chico en bicicleta, Antonio, que hace el recorrido en sentido inverso, salió de Astorga y quiere bajar hasta Sevilla (es de Málaga). Me comenta que se ha perdido muchas veces y que apenas ve marcas y me pide opinión; y no es por desanimarle, pero le digo que lo lleva "crudo" ya que en el sentido sur-norte la señalización es mala y las pérdidas habituales, así que creo que cuanto más al sur lo tendrá aún más difícil, por no decir imposible si quiere seguir por el camino, por lo que le aconsejo que siga la carretera N-630. Después de una larga charla nos despedimos una vez intercambiadas las direcciones de correo electrónico para ponernos en contacto una vez acabada la ruta. De ahí hasta Zamora hay que ir despacio y constantemente ojo avizor para no perderse en el enmarañado laberinto de caminos que van indicando las dichosas flechas amarillas. La enrada en la ciudad es muy hermosa. Con las murallas en lo alto y el imponente río Duero que sale a recibir al visitante y que se vadea por el puente romano. Un pequeño esfuerzo cuesta arriba y ya estamos dentro de la fortaleza. Está todo plagado de gente, no en vano está abierta la exposición "las Edades del Hombre", pero la ciudad no deja por ello de ser tranquila y acojedora a la vez que un concentrado museo de monumentos históricos. Varias vueltas por sus calles y como aquí no hay albergue me encamino hacia Montamarta donde la guía de El País describe uno bastante bueno. Se sale de Zamora bajando por una angosta calle y tras un tramo por carretera se toma un desvío hacia Roales del Pan, pueblo muy volcado con la causa peregrina. Roales dispone de albergue, pero prefiero hacer 12 km más para ir adelantando y llego hasta Montamarta por un continuo sube-baja por caminos rurales que son auténticas batidoras de piedras, donde las manos sufren mucho, para colmo, el viento es contrario. Llegado a Montamarta pregunto por el albergue o la casa del alcalde y algunos vecinos me dicen que ya no hay refugio en este pueblo, el siguiente está a 15 km en Riego del Camino, estoy cansado, pero no quiero volver para atrás, así que como un bocadillo en un bar y sigo adelante alternando camino y carretera. Algunas gotas de lluvia hacen que acelere la marcha y no me detenga a ver el embalse de Ricobayo, ni las ruinas de Castrotorafe y que tras pasar Fontanillas de Castro me presente con presteza en Riego. Casi rezo para que aquí si esté abierto el albergue. Pregunto a un niño y muy amablemente me conduce hasta la casa del alcalde para pedir las llaves. Tardan en responder a la llamada pero finalmente la hija del edil, a la que en día de fiestas he interrumpido la siesta, me acompaña amablemente hasta el albergue y me explica como funciona. Está sobre el hogar del jubilado, se duerme en el suelo y no es otra cosa que un desván viejo con el escudo del régimen anterior en la pared y un elocuente ¡ARRIBA ESPAÑA! escrito debajo. Descargo las mochilas y tiendo esterilla y saco en el suelo. Para ducharse hay que bajar al piso de abajo y pasar hasta el baño por entre la gente que juega a las cartas. Hay una tienda donde puedo comprar cosas para la cena y una buena fuente pública para lavar la ropa. Mi espalda me molesta un poco pero no me duele. Pronto me olvido de la música verbenera que se oye fuera y duermo plácidamente.

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Riego del Camino - La Bañeza

80 km.
Sábado 18 de agosto

He descansado bien y tengo la espalda perfectamente, los cristales de la pequeña ventana por la que entra un poco de luz están mojados, llueve. Recojo todas las cosas, desayuno tranquilamente y espero durante una hora para ver si deja de llover, pero como no para, pues pongo el plástico cubremochilas y tirando de chubasquero me lanzo a la carretera ya que el camino está muy embarrado. Afortunadamente no hace mucho frío, que unido al agua hubiera sido tremendo. Pronto, en Granja Moreruela, dejo a un lado el impresionante monasterio de Santa María de Moreruela, abadía Cisterciense del s. XII, hoy abandonado. En el mismo sitio se desvía el llamado "Camino Sanabrés" que llendo por el lago de Sanabria se acercaba hasta Santiago por la costa oeste gallega. Bajo la inclemente lluvia paso Santovenia de Esla, Villaveza del agua y Barcial del barco, pueblos todos ellos de importantes infraesructuras de riego con numerosos canales con agua del caudaloso Esla. Tras Barcial se coge una vía del tren abandonada con mucha vegetación que cala aún más y varios puentes ferroviarios sobre el río, todos ellos de considerable altura y longuitud. En el último de ellos alcanzo a dos ciclistas, uno catalán y otro Valenciano, Seguimos justos hasta Benavente, donde al fin las nubes se abren, deja de llover y unos tímidos rayos de sol alegran el cuerpo y el alma. La pareja de ciclistas sigue adelante y yo me quedo para dar un paseo por esta importante población zamorana. Continúo por carretera, con el sol también ha salido el viento frontal, pero el calor hace que se lleve alegría. Paso Villabrázaro, Maire de Castroponce y el bonitoe histórico Puente de La Vizana, sobre el río Órbigo que separa Zamora de León, para llegar a Alija del Infantado, pueblo de notables marinos a pesar de su ubicación en el interior, como así lo atestigua el bonito monumento dedicado por la Armada Española a los hijos de este pueblo. Poco más adelante encuentro de nuevo a la pareja de ciclistas y seguimos un tramo juntos entre grandes regadíos de maizales que en algunas partes inundan el camino. Antes de San Juan de Torres una mala señalización del camino hace que tomemos opciones diferentes en una bifurcación y ya no nos volveremos a ver, ellos acaban su viaje en Astorga. A partir de San Juan el camino se interna en el monte para tras un duro trazado asomarse sobre La Bañeza. Estoy cansado, porque el viento ha sido constante, esta ciudad tiene un gran albergue según la guía, así que acabo aquí mi etapa. Buscando el albergue una señora me indica por donde tengo que ir sin yo haberle preguntado. Hay que subir a la parte más alta del pueblo. El albergue es todo un lujo para lo que hasta aquí he visto. Camas individuales, duchas completas, cocina, y sala de estar con TV, casi un hotel. Hay una docena de peregrinos que van hasta Astorga andando, todos catalanes, menos un navarro de Estella que seguirá hasta Santiago. La Bañeza está en fiestas y además celebran hoy los Carnavales porque en su fecha cayó una gran nevada e impidió el desfile, el ambiente es magnífico, pero tras cenar en un bar me recojo temprano para descansar, mañana espera un largo trayecto.

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La Bañeza - Reliegos

115 km.
Domingo 19 de agosto

Aún sin amanecer me levanto, los catalanes siguen durmiendo, ellos sí que celebraron el Carnaval bañezano. El navarro ya no está y la mañana es fría. En el callejeo para salir de LA Bañeza aún hay restos de la fiesta nocturna y casi sin dejar los edificios me presento en Palacios de la Valduerna para internarme en una zona montañosa, un espeso robledal que tras 15 km me llevará a Cuevas. A mitad de camino alcanzo al chico de Estella, nos hacemos una foto y nos deseamos buen camino, su padre le espera en Astorga para hacer juntos el resto. En Astorga también son fiestas. Visito la Catedral, donde recojo una credencial de peregrino, y el Palacio de Gaudí, la ciudad romana aún está cerrada, así que no me detengo más y salgo por un camino que me es familiar aunque sea a la inversa, ya que lo hice hace dos años. Al ir a contracorriente es inevitable cruzarme constantemente con numerosos peregrinos y un rosario de saludos, dados y recibidos, me espera. La subida al crucero de Santo Toribio es muy dura y es de piedra suelta, no tengo más remedio que echar pie a tierra y subir despacio. En el crucero descanso y charlo con otros peregrinos. Muchos preguntan el motivo de la dirección que llevo y se interesan por mis comentarios sobre la Ruta de la Plata. Ya hasta Cerezo hablaré con mucha gente sobre esto e informaré a gran parte de ellos sobre la Vía de la Plata y sobre el Camino del destierro del Cid. Cuando se hace el Camino de Santiago uno se anima ha descubrir nuevas rutas y vivir otras experiencias similares.A través del monte que me es conocido paso por Santibáñez de Valdeiglesias, Villares y Puente y Hospital de Órbigo. Produce cierta emoción el recorrer de nuevo caminos que ya se conocen, aunque sea a la inversa, resultan familiares y hace que sea muy fácil orientarse aún sin ver las flechas. Con el giro hacia el este en Astorga el viento es lateral algo favorable y eso se nota en la marcha, unido a que desde Hospital de Óbigo casi todo son andaderos y que es terreno bastante llano hacen que la velocidad sea elevada; Villar de Mazarife, La Virgen del Camino, Trobajo y al fin... León. Tenía pensado acabar la estapa aquí, pero me encuentro muy bien y decido avanzar tarea. Una rápida visita por el casco antiguo y la Catedral que ya conozco. En un bar como un buen bocadillo y con unas cocacolas recupero energías para afrontar la dura subida que despide la Legio romana. Al fin se alcanza el Alto del Portillo y se emprende un rápido descenso hasta Puente de Villarente, donde me llama la atención un restaurante de carretera llamado "Restaurante Avellaneda", y es que el apellido tira un poco. He hecho más kilómetros de los esperados y creo que Mansilla de las Mulas es buen sitio para descansar pero el albergue está lleno y Reliegos está sólo a 6 km, un paseo. Hay sitio, el refugio es grande y con muchas literas. Ducha y aseo y una vuelta por el pueblo de Gregorio Bermejo. Es domingo por la tarde y no creo que Gregorio esté aquí, pero al menos haré una visita a su padre. Cuando unos señores me indican la casa una voz de niño con un acento cerezano dice "¿Pero qué haces tú aquiiiiiiiiií?", es Jorge, el hijo de Gregorio, con cara de sorpresa y una gran alegría en su risueña cara. Enseguida me acerca al lugar donde están sus padres. Y en esta cordial compañía ejercen una impagable hospitalidad mostrándome los encantos de su pueblo y el excelente guiso de Mª José que tuve el gusto de disfrutar en la cena que tuvieron a bien ofrecerme No necesitaba alojamiento, pero allí tenía unos vecinos que tan lejos de Cerezo hacían de su casa la mía, gracias Gregorio, gracias Mª José.

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Reliegos - Castrojeriz

121 km.
Lunes 20 de agosto

El descanso en la litera ha sido reconfortante y el ajetreo de los peregrinos de a pie me despierta. Como el espacio es estrecho dejo que emprendan camino antes de que amanezca y comienzo a preparar mis cosas para retomar la ruta en esta fresca mañana leonesa. De nuevo el viento es contrario y las continuas subidas y bajadas de las lomas desarboladas hacen dura la tarea de dar pedales. El Burgo Ranero y Bercianos ejercen de pequeños oasis hasta llegar a Sahagún donde hay que hacer una obligada parada para reponer fuerzas, así que busco un supermercado y hago acopio de alimento y bebida para tomarlos bajo unos árboles, protegido del duro sol de agosto. Entramos en tierras palentinas y las ondulaciones de la estepa castellana me conducen por San Nicolás, Moratinos y Terradillos hasta Calzadilla de la Cueza donde un giro de 90º hace que el viento sea menos severo conmigo y que incluso en algunas zonas sople sobre mi espalda. De esta manera los casi 20 km hasta Carrión de los Condes se hace bastante llevadero, salvo el vadeo del río carrión, que hay que hacerlo por una estrecha pasarela que sustituye al viejo puente que las riadas invernales se llevaron. Carrión disfruta de sus fiestas con una gran celebración en este mediodía, bailes regionales y una batalla de agua aplacan el calor del sol palentino.Ya en tierra de Campos el camino discurre siempre por unos andaderos muy artificiales siempre paralelos a la carretera y por los que ya se nota un menor fluir de peregrinos hacia Santiago, la oleada que salió de sus puntos de partida en agosto ya ha pasado. En la monumental Frómista cruzo el Canal de Castilla, no sin antes comer un apetitoso bocadillo de tortilla de patata con el consiguiente refresco de acompañamiento. Dejo Boadilla del Camino atrás y la cercanía de la provincia de Burgos me produce cierto cosquilleo en el estómago, uno se siente cerca de casa. Puente Fitero es el límite que el Pisuerga marca entre las provincias de Palencia y Burgos y justo a la medieval ermita de San Nicolás un señor mayor le cuenta a un peregrino donostiarra las batallas de piedras que cuando él era niño mantenían los de Itero de la Vega e Itero del Castillo cada uno a un lado del río, cada uno en una provincia diferente, aunque les separen 30 metros; y en la cara del anciano se dibuja una sonrisa que le transporta ochenta años atrás. Sin hacer una larga parada encaro el camino hacia Castrojeriz sabiendo que bajo un sol de justicia me espera la penosa subida al tremendo Alto de los Mostelares. Hace dos años le pasé bajo una gran tormenta de agua y rayos y hoy el astro rey abrasa mi espalda. Los amigos del Camino de Castrojeriz han construido una coqueta fuente con un agua fresquísima de la que lleno los botes antes de enfrentarme a la árida ascensión. Casi arriba me cruzo con un ciclista alemán que conn gran valor ha subido por el otro lado con una antigua y pesada bici de paseo y en chancletas, muy pintoresco el teutón. La vista desde el Alto es expléndida y a ambos lados puede apreciarse la dureza de este tramo, de todas las maneras, mejor con sol que con agua y fango. Ha sido otro buen día en líneas generales y he adelantado mucho terreno, con otra pechada de kilómetros mañana... hasta Cerezo. En Castrojeriz tengo la suerte de disfrutar del mejor Albergue que he conocido, y no por su lujo, sino por tener las instalaciones que aunque recias son las precisas, por el excelente trato del hospitalero Resti y por el agradable despertar con suave música de canto gregoriano y la ofrenda de un escueto pero agradable desayuno de café y mantequilla al que nos invitan estas desinteresadas personas.

[subir]

Castrojeriz - Cerezo de Río Tirón

104 km.
Martes 21 de agosto

Castrojeriz me despide con una luminosa mañana y desde el principio con viento favorable, hasta Hontanas por el arco de los Antonianos y ascenso al páramo Burgalés. Contínuo subir y bajar de diferentes lomas, a la salida de Hornillos del Camino la dura subida del "Mataburros", el último tramo andando. Desde Rabé de las Calzadas a Tardajos y entro a Burgos por Villalbilla siempre por la llanada por la que discurre el Arlanzón después de atravesar la capital. Aprovecho para entrar por el paseo de la Isla y visitar el Arco de la Llana. Entrada a la Catedral por el Arco de Santa María y un bocadillo en la zona antigua y salgo de Burgos por la N-I dirección a Villafría. Hace muchísimo calor y al tener el viento a favor hace ir más rápido pero también impide la refrigeración. Orbaneja, Cardeñuela y Villalval para atravesar la sierra de Atapuerca y llegar al pueblo del mismo nombre. Hasta Agés se sigue por carretera y ya internarse en los montes de Oca, sin duda una de las zonas más bonitas de todo el recorrido. Una parada para comer de nuevo y referescarme en la fuente de San Juan de Ortega y atacar el definitivo y último ascenso, La Pedraja, monte a través. La subida no es muy dura pero es muy larga y constante, siempre entre pinos y robles que permiten de vez en cuando hacer unos metros por la sombra, aunque el sol cae verticalmente. Por fin encumbro e incicio el descenso hasta Villafranca. Me cruzo con varios ciclistas que sufren lo indecible en las duras rampas del puerto, nada que ver con el trayecto por la carretera N-120, este camino sube en línea recta y en algunas partes tiene un 20% de pendiente. No se disfruta de la bajada porque es difícil, con muchas piedras, y hay que ir frenando continuamente. Al fin desemboco en las calles de Villafranca. Sello mi credencial en la base de acampada de la Junta y tras repostar agua sigo camino de Espinosa para cruzar la nacional hacia Villambistia, Tosantos y salir a Belorado por el cruce de San Miguel, junto a la gasolinera. Tengo ganas de llegar a Cerezo. Sigo por la carretera y al llegar al cruce de Fresno me desvío para coger el camino de Cañarrazo en "La Capellanía". Entro a Cerezo por la carretera y Enrique me recibe nada más llegar. Objetivo cumplido. La espalda bien y he invertido un día menos de lo esperado. A planear la ruta del año que viene, se me ocurren varias..., vuelta a Burgos por el límite provincial, La marca sobre Osma que hace doce siglos, en la reconquista, dirigío el Conde de Cerezo Gonzalo Téllez, llegando hasta Cerezo de Abajo, probablemente fundado por aquellos cerezanos de entonces. pero no adelantemos acontecimientos.