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Fueron 27 días de recorrido duros. Se añora mucho a la familia; la comodidad de tenerlo todo en casa, ropa limpia, tu baño, no digamos tu cama aparte de tantas cosas.
Pero pasadas unas pocas semanas de su final, el "veneno" que se ha metido dentro te hace recordar todo lo bueno pasado y no recuerdas nada de ampollas, tendinitis, lluvias, barros y demás sinsabores que te produce el caminar con la sola ayuda de tus botas, la ilusión y más ó menos 9 kilos de diversas cosas totalmente necesarias que llevas en tu mochila.
Así que el "veneno del camino" me hizo volver a realizarlo. Esta vez desde Jaca; un recorrido de unos 830 kilómetros más o menos y como en las dos veces anteriores lo hice en Septiembre, quería que en esta ocasión fuera en Mayo a fin de poder ver el renacimiento de la naturaleza en esos campos maravillosos por donde discurre esta ruta milenaria, pisada por millones de peregrinos desde hace más de 1000 años procedentes de todos los rincones del mundo hacia esa meta de poder abrazar al Santo Patrón de España, cuyos restos se encuentran en una catedral llena de historia y que como en el lugar en donde se encuentra ubicada, está llena de la magia de Galicia.
Me he encontrado con personas que han realizado la peregrinación muchas veces; 9, 12 veces inclusive. Nadie sabe responder exactamente que es lo que le hace volver al "Camino de las Estrellas". Todos tratamos de explicar que es lo que se siente cuando se ha hecho el "camino". Creo que nadie somos capaces de definir exactamente que es lo que se nos ha quedado dentro. Posiblemente sea imposible explicarlo. Se dice que tú no haces el Camino, sino que el Camino te hace a ti. Te deja un "algo" dentro que no es fácil desecharlo.
Curiosamente cada año son mas y mas las personas que desde lugares tan remotos como Australia, Japón, Islandia, Argentina, EEUU, realizan el camino y no dígamos de Europa; hay alemanes, franceses, suizos, holandeses, etc, etc, pero quizás en estos momentos el país que bate el record de peregrinos sea Brasil. Yo diría que es un fenómeno social motivado por el libro que el escritor brasileño PAULO COELHO escribió sobre el camino, en el que demuestra de una forma fehaciente que ese libro y el Camino de Santiago se parece como un huevo a una bellota; es decir nada de nada.
Para lo que piensen que el camino es para hippies y chalados, les diré que en las tres ocasiones que he hecho el camino, he compartido jornadas de charlas con personas de una gran talla intelectual, moral y política, que despojados de sus pompas terrenales resulta interesantísimo conocer sus puntos de vista en tantos aspectos que el camino y su entorno ofrece.
Que duda cabe que entre todo este rio de personas hay quien se toma el camino como un reto para ver si lo hace en tantos o cuantos días. O muchos que por falta de una preparación adecuada al cuarto día se tienen que volver a sus casas. Pero tambíen conoces a personas que te maravilla el poder de aguante y sacrificio que soportan para poder terminar los últimos kilómetros de una jornada.
Hace pocos días un compañero de camino brasileño, al casi finalizar la última etapa del camino, nos leyó un escrito de sus reflexiones sobre su peregrinación que a todo el grupo (lo componíamos 5 personas de tres paises distintos) nos hizo llorar de emoción. Yo me encontré con esta persona 500 kilómetros atrás. Entonces iba revestido con todo el equipaje que por su gran cargo representaba en su pais. Fue tirando cosas de su mochila y acabó siendo la persona mas querida del grupo por su gran transformación. Se convirtió simplemente en un hombre querido por unos amigos peregrinos como él y fue él quien nos demostró a todos lo mucho que nuestra sencilla amistad le enriqueció. Esta es parte de la magia del camino.
Si me lees amigo Wagner, Dios te bendiga a ti y a tu familia y me permito decirte que una de las cosas mas honrosas que he hecho en mi vida ha sido llorar de emoción contigo en la fila de peregrinos para abrazar ¡por fin al Santo!, junto a ti y a nuestra querida Katia que tantos momentos de alegría nos dio a todo ese pequeño grupo, que decíamos éramos como una pequeña familia.
A partir de este preámbulo narro día a día el recorrido de esta peregrinación que en estos momentos no sé si será la última o quizás el "veneno" me haga repetirla.
ULTREIA
Salimos en tren desde Madrid, estación de Chamartín a las 14,45 y llegamos a Jaca a las 21,50.
Ibamos nerviosos pensando que quizás seriamos los dos únicos peregrinos que en esas fechas y desde un punto como Jaca, saldrían camino de Santiago de Compostela.
Al dejar el tren en Jaca, en la misma estación nos encontramos con dos peregrinos que tambíen venian desde Madrid para comenzar el camino en Jaca como nosotros.
Fuimos los cuatro buscando el albergue de peregrinos y nos acercamos a un señor que pasaba por la calle para preguntarle por su ubicación. La cosa empezó muy bien. Este señor no se conformó con indicarnos el camino para llegar, sí no que nos acompañó hasta la misma puerta del albergue. Después de agradecer a esta buena persona su amabilidad (el trayecto que nos acompañó fue bastante largo)entramos en el refugio de peregrinos y nos quedamos gratamente sorprendidos, ya que éste era muy bueno, con calefacción, nada de literas y el donativo consistía en 700 ptas. Salimos a cenar algo ligero dado lo tarde de la noche y el albergue tenía que cerrar. Extendimos nuestros sacos en las camas y a dormir para estar descansados en nuestro primer día del camino hacía una meta deseada desde hacía mucho tiempo.
Esa noche en el albergue dormimos más de 20 peregrinos, que salvo los cuatro españoles, los demás venian de paises europeos.
Nos levantamos a las 7 de la mañana y nos encontramos con que llovía torrencialmente. Nos equipamos con nuestras capas y salimos del albergue buscando donde desayunar. El encuentro fue rápido. Al lado de la catedral desayunamos en un bar abierto y a continuación fuimos a visitar la catedral y ver su magnífico pórtico.
Después de haber rezado pidiendo protección a Dios en las jornadas venideras, salimos a iniciar el camino bajo un aguacero impresionante.
La salida de Jaca no está muy bien señalizada, de manera que a unos 2 kms. nos metimos en un camino equivocado y después de caminar como 1,5 km. nos tuvimos que volver para localizar el camino correcto. En nuestro camino de regreso encontramos de frente a un matrimonio alemán que tambien se habian confundido. Les infomamos de esta circunstancia y los cuatro deshicimos lo andado.
En el km 14 paramos a desayunar un bocadillo de jamón ibérico con queso y el pan caliente, que nos devolvió las fuerzas gastadas. En este punto quisimos subir en autocar para visitar el monasterio de San Juan de la Peña, pero nos informaron que tal servicio no existía, no obstante de habernos informado en Jaca que allí mismo existia dicho servicio de autocar.
Desistimos de nuestra visita al monasterio y seguimos la marcha.
El camino estaba lleno de agua, había auténticas lagunas y en algunos puntos parecía que caminábamos por entre campos de arrozales. En un determinado punto, el camino se cortó ya que lo cruzaba un auténtico rio y tuvimos que retroceder para poder buscar otro sitio de paso.
Por fin a las 12,30 llegamos a Santa Cilia de Jaca y a las 13,30 terminó nuestra primera etapa en Puente La Reina de Jaca.
Salimos a las 8,10, después de desayunar y comprar bocadillos, ya que en 20 kms. no hay ni una fuente donde beber agua.
Las nubes prácticamente se fueron y disfrutamos de una mañana de sol estupenda, inclusive caminamos en camiseta de manga corta.
Las aguas del rio Aragón, al contrario que ayer, bajaban claras, aguas típicas de la alta montaña y el transcurrir de su cauce mas tranquilo que el de la jornada anterior.
Etapa en la cual durante unos 15 kms. hemos llevado a nuestra derecha los Pirineos, llenos de nieve reverberando a causa del sol dando de lleno en las montañas.
Llevamos buena marcha y el campo de una belleza inenarrable.
Hemos tenido que pasar algún pequeño rio cruzándolo con las botas, ya que lo hacias así, o descalzo. Después de 15 kms de caminata nos paramos en un paraje precioso a comer nuestros bocadillos.
Llegamos a Artieda a las 13 horas y nos animamos a continuar hasta Ruesta, pueblo prácticamente semiderruido, sobre el pantano de Yesa.
El albergue, nuevo de piedra, tiene de todo e inclusive una terraza soberbia con un mirador sobre el pantano cuya vista a sus aguas y a la montaña merecen la pena.
Después de desayunar en el albergue, salimos a las 7,30 de Ruesta. Está lloviendo, nos ponemos las capas para defendernos de la lluvia y comenzamos la jornada.
Bajamos del pueblo que se encuentra en lo alto de una colina y desembocamos en un puente de madera precioso que cruza un pequeño valle a un lado del pantano de Yesa. Aquí se encuentra un camping capaz de hacer las delicias del mas exigente amante de la naturaleza.
Tomamos la traza del camino e inmediatamente comenzamos a subir por la sierra de Peña Musera. La subida es muy fuerte, de unos 2 kms. y 7 kms. mas de subida mas normal. El camino es un auténtico barrizal que cuesta andarlo. Seguimos hasta coronar la sierra y bajamos por una fuerte pendiente, muy mala, llena de piedras, hasta alcanzar una calzada romana, que tras una breve, pero muy fuerte subida, nos conduce hasta Undués de Lerda. Nos cuesta un poco localizar el único bar del pueblo y por fin cuando llegamos a este bar, la pareja que lo regenta nos dicen que se tienen que ausentar de inmediato ya que tienen hora con el notario. No obstante a toda prisa nos preparan unos bocadillos formidables y con el bocadillo en una mano y la bebida en la otra, lo comemos en el portal del albergue que existe en ese pueblo.
Faltando 5 kms para llegar a Sangüesa a mi compañero le da un pinchazo en la parte posterior de su pierna derecha y entre Pedro y yo le damos linimento, se la vendamos y despacio conseguimos llegar a Sangüesa a las l3,30.
Buscamos el refugio y muy amablemente las Hijas de la Caridad, que lo regentan, nos entregan las llaves y nos informan de todos los servicios en este albergue.
Un albergue magnífico con camas, sábanas, mantas, edredones; en una palabra, todo un lujo para un peregrino.
Por la noche a la hora de acostarnos decidimos que mi compañero hiciera la etapa del dia siguiente en autocar para dar descanso a su pierna, cosa que le pareció era lo más lógico.
A la hora de acostarnos Pedro me informa de que se tiene que volver rápidamente a Bilbao, ya que tiene un cáncer de piel y al lavarse la boca se ha visto algo en la nariz, que según su médico este síntoma debe ser revisado de inmediato en un hospital. Siento muy de veras perder a Pedro, un hombre de 67 años que camina formidablemente bien y que conoce muy bien las plantas y la naturaleza. Espero desde aquí Pedro todo haya sido una falsa alarma y lamento que aquella noche con la premura no tomara tu teléfono para saber de ti.
Salgo a las 7,30 de Sangüesa, después de desayunar. Pedro se ido a Bilbao y mi compañero ha tomado el autocar, como convinimos, camino de Monreal.
Una vez alcanzado el pueblo de Liédana, camino como unos 5 kms, llevando a mi izquierda el rio Iratí y de repente veo que el camino penetra en un túnel y para cruzarlo tengo que dejar mi mochila en el suelo, buscar la linterna y con esta luz atravesar el tunel, " negro como la boca de un lobo". A la salida de este tunel me quedo boquiabierto: ante mí la foz de Lumbier. Un estrecho desfiladero, maravilloso que acoge en sus crestas una de las mayores colonias de buitres y águilas del pre-Pirineo. En el fondo del valle las aguas rápidas del Iratí. Me quedo largo rato contemplando el vuelo de estas rapaces y haciendo fotografías de este bellísimo lugar. Continuo el camino por el desfiladero y para salir de él, de nuevo el camino penetra en otro túnel, pero en esta ocasión no necesito de mi linterna para cruzarlo. Pocos metros mas adelante me encuentro con el guarda de este parque, me paro a charlar con él y muy amablemente me explica cosas para mi muy interesantes, como que aquellos túneles correspondieron al ferrocarril que atravesaba la montaña entre Pamplona y Sangüesa, y que dicho ferrocarril hace ya muchos años que no existe y ningún vestigio de él, como vías señales, etc.
Abandono con gran pena este lugar y me dirijo al Alto de Loiti (740 mts), subida pesada por lo larga y monótona. Se hace fatigoso este recorrido ya que hasta llegar a Monreal no existe en ningún pueblo nada para tomar algún alimento.
Llego por fin a Monreal a las 14 horas, 10 minutos antes de que descargara una fuerte tormenta de granizo. La etapa ha sido dura y me encuentro con ganas de descansar.
Etapa imborrable en mi memoria. He pasado una noche fatal en la que apenas he podido dormir una hora. Cuando por fin había cogido el sueño una serie de ruidos me despiertan a las 6 de la mañana. Trato de volver a dormirme, imposible, los ruidos no cesan. Me levanto tarde, a las 7,30, me duele el cuerpo y tengo los ojos que me duelen de no poder dormir; la cabeza me da vueltas, me levanto con este panorama, desayuno y me tomo un calmante para iniciar la etapa del día.
Salimos tarde, a las 8,20 y tomamos la traza que discurre por la falda de la sierra de Alaiz. En muchos puntos el camino es estrecho y resbaladizo. El barro se pega a las botas y es muy peligroso. En cualquier momento puedes rodar por la falda del monte ya que el peso de la mochila no te permite hacer muchos equilibrios. Etapa muy dura por la gran cantidad de barro acumulado y los continuos sube y baja en la montaña.
Por fin alcanzo Tiebas, lugar con una gran iglesia románica dedicada a Santa Eufemia. Le pido a la Santa que me deje terminar la etapa con bien, ya que voy hecho una birria. Mas que un peregrino parezco un paria. Un gran bocadillo de tortilla con chorizo me restablece las fuerzas y continuo por ese camino infernal hasta Eneriz donde por fin, el camino sale a la carretera y se acaba mi calvario.
Por fin diviso la ermita de Santa Maria de Eunate. Ermita que me maravilla cada vez que la veo, pero que en esta ocasión debido a mi cansancio la disfruto muy poco. Es una lástima, otra vez será.
Llego hasta Obanos, unión que fué de los dos caminos, el francés y el aragonés, hasta que posteriormente los unieron por Puente La Reina. Son las 3 de la tarde y mi meta es Puente La Reina. Aunque tengo bastante hambre continuo hasta por fin alcanzar ese maravilloso lugar.
Me voy derecho a un hotel con la idea fija de comer bien y descansar en una buena cama al menos 14 horas de sueño reparador.
Después de haber desayunado opíparamente y dormido 10 horas
seguidas, me reencuentro con la normalidad del camino.
Cruzo el bellísimo puente romano del siglo XI que permite el paso por el rio Arga. Voy ilusionado porque esta etapa la recuerdo con cariño del año anterior. No me defrauda, no obstante de estar la mañana desapacible, nubes y viento; se camina bien.
Antes de llegar Cirauqui existen varias subidas y bajadas que hacen daño a las piernas, pero merece la pena el esfuerzo ya que aquí la naturaleza se muestra maravillosa en esta época del año.
Llegar a Cirauqui es una gozada (Cirauqui en eusquera significa Nido de Víboras). Después de dejar atrás este maravilloso pueblo enfilo la bajada por la calzada romana.
Paro en Villatuerta y en el bar del polideportivo me preparan un gran bocadillo de tortilla con chistorra que mas que comer lo trasiego de una forma voraz.
El tiempo amenaza lluvia y de en vez en cuando, alguna gota de agua cae, de forma que acelero el paso hacia Estella a donde llego a las 13 horas.
En la puerta del albergue cuento 25 peregrinos (ninguno español) esperando la apertura del mismo, que es a las 13,30. Siguen llegando mas peregrinos detrás de mi y no se si cabremos todos.
El tiempo está frio y muy nublado. Salgo a las 7,30 después de haber desayunado en el albergue.
Después de una hora de camino alcanzo el Monasterio de Irache, donde la "fuente del vino" tiene cerrado su acceso (quizás porque hoy es domingo y hay mucho "cara").
Pasado Villamayor de Monjardín alcanzo a una pareja que camina un poco lenta. Ella Katia, brasileña lleva ambas piernas muy doloridas con tendinitis. El, Manuel, vive en Madrid, tiene 42 años y la acompaña por solidaridad. Los saludo y entre Manuel y yo ayudamos a Katia a proseguir. Esta es la 2ª vez que esta brasileña realiza el camino desde Saint-Jean-Pied-de-Port. Manuel viene desde Roncesvalles.
Llegamos los tres a Los Arcos, tomamos un bocadillo y continuamos hasta Torres del Rio, donde el albergue particular se ha llenado de peregrinos en muy poco tiempo.
Salí a contemplar por la tarde la Iglesia del Santo Sepulcro, y de nuevo, como la vez anterior me quedé maravillado de este románico, símil del templo de Jerusalén.
Por la noche cené en el albergue junto con Manuel y katia, que me parecieron unos compañeros excelentes de camino.
A las 8 salimos del albergue Manuel, Katia y yo para Logroño. La mañana bastante fresca, nublada. Manuel nos pide continuemos nosotros sólos ya que quiere caminar sólo unos cuantos kilómetros. Quedamos en vernos en el próximo pueblo.
Katia parece se encontraba mejor de su tendinitis y está deseando llegar a algún sitio para enviar a lista de correos de Santiago unos 4 kgs. De peso que lleva de más en su mochila.
Llegamos a Viana y nos encontramos de nuevo con Manuel en un bar. Comemos unos bocadillos estupendos y salimos junto con otra brasileña y un austriaco hacía Logroño.
Aquí en Viana en La Plaza de los Fueros, mucha gente se iba juntando, ya que el Ayuntamiento habia convocado una manifestación por el asesinato de ETA del día anterior.
5 kms. antes de la llegada a Logroño, veo que nadie me sigue y pienso que el grupo se ha quedado descansando en un precioso pinar en mitad del camino. Otra vez sólo; no importa.
En la bajada a Logroño, un camino sembrado de viñedos y huertas a ambos lados, encuentro la casita y el pequeño tenderete de FELISA RODRÍGUEZ, con su mesita y su famoso sello, ofreciéndoselo a los peregrinos. Felisa cuenta ya con casi 91 años y a todo el mundo se dirige en un español universal. Tanto sean alemanes, franceses, ingleses, etc, etc.. Todo el mundo la entiende, porque sus palabras de viejecita están preñadas de amor y buenos deseos a todos.
Tiene un platito encima de la mesa donde depositas unas monedas, si quieres, pero siempre Felisa tiene allí higos secos y dulces para que los cojas y sientas el gusto de ese manjar en esas circunstancias. Su sello dice "amor, higos y sello".
Cuando yo llegué a su tenderete Felisa estaba conversando con el peregrino más joven que yo haya visto. Un niño de 8 años, con su mochila y sus padres, mayores ya, austriacos.
Llegué a Logroño y me recomendaron comer en un restaurante que se llama Las Escalerillas, en la calle Carnicerias, 2. Me atiende el hijo del dueño, Jorge Escalona. Este restaurante no es un 5 estrellas, salvo su menú del día; sopa de garbanzos con fideos, cabrito asado con ensalada y de postre un queso de oveja cortado en pequeñas lonchas que quita el sentido.
Después de este ágape me dirijo al albergue donde una cola impresionante de peregrinos estaba esperando la apertura de sus puertas. Allí estaban Manuel y Katia que al verme me cogieron mi mochila para que pasara con ellos, ya que estaban en los primeros lugares.
Manuel nos pide que nos vayamos ya que él quiere salir más tarde. Necesita todos los días caminar unos kilómetros sólo para reflexionar. La tarde anterior le han tenido que llevar a que le viera el médico unas ampollas. Lleva los pies hechos una pena y lo aguanta de una forma ejemplar (a estas alturas le hemos tomado un gran cariño ya que es una excelente persona con cierto tipo de problema laboral).
Salimos Katia y yo y pasamos el precioso parque de La Grajera. Ya en Navarrete nos paramos a esperar a Manuel, pero Manuel no viene.
A la salida de Navarrete hay dos brasileños haciendo auto-stop porque van ya que no pueden ni con las mochilas.
El camino se me hace muy pesado, ya que Katia va que no puede mas. Nos paramos varias veces a descansar y a 1 km. antes de llegar a Nájera viene Manuel que apenas puede apoyar los pies en el suelo, acompañado de varias personas; una de ellas con la rodilla hecha cisco. A estas alturas se empieza a notar los estragos de los kilómetros recorridos de los peregrinos, ya que prácticamente todos vienen como menos desde Roncesvalles.
Manuel Katia y yo nos vamos a un buen restaurante y nos comemos un buen "menú peregrino" para a continuación en el albergue descansar.
Me da cierta vergüenza ir tan fresco sin ningún problema de pies ni dolores de nada. No les digo nada porque estoy dispuesto a ayudarles ya que ambos se lo merecen.
Por la tarde visitamos el Monasterio de Santa Maria La Real.
A un kilómetro antes de llegar a Nájera, pintada en la pared ví esta poesía que me entretuve en copiar:
PEREGRINO ¿QUIÉN TE LLAMA?
¿QUÉ FUERZA OCULTA TE ATRAE?
NI EL CAMPO DE LAS ESTRELLAS
NI LAS GRANDES CATEDRALES.
NO ES LA BRAVURA NAVARRA,
NI EL VINO DE LOS RIOJANOS
NI LOS MARISCOS GALLEGOS
NI LOS CAMPOS CASTELLANOS.
PEREGRINO ¿QUIÉN TE LLAMA?
¿QUÉ FUERZA OCULTA TE ATRAE?
NI LAS GENTES DEL CAMINO
NI LAS COSTUMBRES RURALES.
NO ES LA HISTORIA Y LA CULTURA
NI EL GALLO DE LA CALZADA
NI EL PALACIO DE GAUDI
NI EL CASTILLO PONFERRADA.
TODO LO VEO AL PASAR,
Y ES UN GOZO VERLO TODO,
MAS LA VOZ QUE A MI ME LLAMA
LA SIENTO MUCHO MAS HONDO.
LA FUERZA QUE A MI ME EMPUJA
LA FUERZA QUE A MI ME ATRAE,
NO SE EXPLICARLA NI YO
¡!SOLO EL DE ARRIBA LO SABE!!
Por fín un día con sol aunque algo nublado.
Salimos a las 7,30 y andamos sin prisas, ya que la etapa era corta.
Paramos en Azofra, desayunamos un buen bocadillo, coca cola y café. Llega Manuel bastante animado aunque sus pies son una auténtica pena, pero lo aguanta muy bien. Es una persona excelente que todo lo que tiene lo comparte con los demás y para todos tiene una palabra amable y una sonrisa.
A la salida de Azofra, a la derecha del camino allí sigue la picota de piedra. Observo que los peregrinos pasan sin prestarla ninguna atención, ya que desconocen que es esa especie de columna de piedra puesta allí, a la salida del pueblo.
Llegamos por fin a Santo Domingo de la Calzada. Visita obligada a la Catedral, el gallinero y a la cripta del aquel personaje que tanto hizo por el Camino de Santiago en el siglo XI, Santo Domingo de la Calzada
Anoche Llovió mucho. Temíamos la jornada de hoy y el cielo cuando amaneció estaba nublado, pero afortunadamente no llovía.
Salgo a las 7,30 y me encuentro más adelante a un grupo en el que está Katia, pero no Manuel.
A la salida de Redecilla del Camino, a la subida de una larga pendiente, mas adelante creemos ver a Manuel. Apretamos el paso, pero no es él.
En Viloria, pueblo donde nació Santo Domingo de la Calzada, hacemos un descanso y aprovecho para visitar la pila bautismal donde fue bautizado el Santo y me proveo de agua, ya que el sol brilla y hace mucho calor. Por primera vez después de muchos días me puedo poner en camiseta corta. Cuando salíamos de Viloria aparece Manuel.
Nos comenta que ayer llegó al refugio cuando estaba lleno y que por caridad el hospitalero le ofreció dormir en un cuarto del albergue, que resultó frio como un congelador y estaba solo y helado.
Nos da la impresión que hay mucha gente que se aprovecha de los albergues en detrimento de los auténticos peregrinos.
Cuando paramos a desayunar celebramos con café el 31 aniversario de boda de una brasileña que su marido no pudo acompañarla.
Hablamos de la diferencia entre los peregrinos de los diferentes paises. Los alemanes vienen con unas mochilas enormes, parecen que tienen garaje dentro y todo. Otros van vestido como si fueran a cazar leones con machete al cinto. En fin la cosa es muy variopinta.
Salí de Belorado muy ilusionado pensando en Los Montes de Oca, de gran recuerdo para mi ya que la vez anterior que pasé por allí la naturaleza era de una belleza impactante.
Lógicamente al pasar por Espinosa del Campo paré a sacar fotografía de los restos del monasterio de San Felices. Aquí un francés me pidió le sacara una fotografía, cosa que con mucho gusto le hice.
A partir de aquí este francés se empeñó en acompañarme hablándome en su lengua. Yo de francés lo único que se decir es "no hablo francés y no le entiendo a usted". Bueno pues el tipo dale que dale hablándome en francés. Yo que no le entiendo. El me hablaba más alto y más alto. Le pregunté si hablaba inglés. El, que solo francés ya que él era francés. Yo en español, pues estamos apañados. Al final me lo pude quitar de encima a la llegada a Villafranca de Montes de Oca, donde paré a descansar y a recuperar fuerzas mediante el típico sistema español de meterme un buen bocadillo de jamón ibérico con queso.
Comienzo la subida fuerte de los Montes de Oca y poco más arriba, ¡zas! el francés pegando saltos y llamándome. Al llegar a su altura vuelta a hablarme en francés, yo en frances, español e inglés repitiéndole que no le entendía nada. El tipo que me para poniéndome la mano en el pecho y gritándome "ta ta ta ta". Saca de su mochila un papel y bolígrafo y empieza a escribir en el papel. Termina y me lo entrega. Lo miro y todo estaba escrito en francés. Yo ya estaba hasta el gorro del tipo, le devuelvo el papel y sigo la marcha. El francés empieza a gritarme y a pegar saltos y yo subiendo los Montes de Oca casi corriendo temiendo que el tipo la emprendiera a pedradas conmigo. Quien haya subido los Montes de Oca sabrá valorar mi hazaña corriendo por la cuesta de su inicio que tiene un gran desnivel. Menos mal que ya no volví a ver mas a aquel chalado.
Me desilusionó en este caso el paso de los Montes, ya que no obstante de la época, los árboles, plantas, arbustos, etc. todavía se encontraban sin florecer y el paisaje parecía mas de finales de otoño que de plena primavera.
En la llanura de los Montes, me tuve que parar a curarme la única ampolla que tuve en todo el recorrido del camino. Una muy pequeña pero que me molestaba bastante.
Continuo hasta San Juan de Ortega y me encuentro a Katia con Wagner, máximo responsable del tribunal superior de justicia en Brasil. Un hombre muy interesante y bueno que posteriormente llegó a ser mi mejor amigo del camino.
Katia me comenta que hoy no ha visto a Manuel; yo tampoco. Visitamos la famosa iglesia románica donde se produce "el milagro de la luz" en los equinoccios de Marzo y Septiembre.
En el bar que se encuentra pegado al albergue pido unos pinchos de morcilla de Burgos, que los hacen de maravilla y mis nuevos amigos brasileños, Katia y Wagner descubren uno de los placeres de la gastronomía de esta región.
Sigo camino hasta Atapuerca, Katia me sigue y Wagner queda descansando para más tarde reunirse con nosotros en Atapuerca.
En Atapuerca nos metemos en un refugio delicioso, pequeño; sólo 10 literas, con mucho sabor peregrino y situado en un lugar que tiene unas vistas del monte excepcional.
La formalidad en los bares de la ruta no es precisamente para elogiarla.
Nos ha ocurrido ya varias veces, como en este caso que nos habían dicho que abrían a las 7,30 el bar. A las 8 nos tuvimos que ir sin desayunar.
Cruzamos la sierra de Atapuerca con un día maravilloso; lucia el sol y caminaba en manga y pantalón corto.
En la bajada de la sierra de Atapuerca me encuentro frente a mí subiendo a un hombre de unos 65 años, me para y quiere charla. Me pregunta de donde salí y cosas del camino. El lo ha hecho 9 veces y lo volverá a hacer en Septiembre. Dice que se "envenenó" la primera vez y cada año lo tiene que hacer. Se le ve muy simpático, abierto y con una vitalidad envidiable. Me da la bronca porque en esos momentos yo me estaba fumando un cigarrillo. Llevaba toda la razón ¡maldito tabaco!.
Me encuentro con Katia antes de llegar a Burgos y ya en la ciudad la acompaño a correos, donde hace un paquete de cosas que envía a lista de correos de Santiago y se quita un peso de la mochila de 4 kgs.. Ahora ya camina mas ligera.
Cruzar la ciudad de Burgos es terrible, mucha acera, un gran polígono industrial, pero por fin alcanzamos la Catedral, que visitamos y de paso echamos un vistazo a "papa moscas". Comemos en un asador un "menú del peregrino", pero pido una ración de morcilla de Burgos que quita el sentido y así bien comidos y descansados nos dirigimos a Tardajos a 9 kms de Burgos, ya que en la medida que podemos salimos huyendo de las grandes ciudades.
El pequeño albergue de Tardajos es encantador, como su hospitalera Victoria, que sólo por un donativo de 300 ptas. Hasta nos prepara al día siguiente un café con leche formidable. Gracias Virtudes.
Etapa bastante dura, ya que desde que se deja atrás Tardajos te encuentras con una constante subida por el monte hasta llegar a ver el albergue de San Bol. Aquí sólo se encuentra este precioso albergue en completa soledad con la naturaleza. Parece ser que esta aldea fue misteriosamente abandonada por su habitantes en 1503 sin que nadie haya podido explicar todavía que ocurrió con sus habitantes.
El hospitalero que nos atiende en este albergue ofreciéndonos café es un alemán que alguien lo calificaría de "sieso". Hablaba español, pero había que arrancarle las palabras; parecía un eremita.
Compartimos con él nuestros bocadillos, ya que sólo disponía de café y algunos botes de refrescos para vender.
Llegamos a Hontanas y entramos en el bar de Victoriano, famoso personaje por salir en la guia del El Pais. Mi compañera Katia quiso utilizar su teléfono público con una tarjeta de pre-pago y el tal Victoriano la montó un "pollo" tremendo diciendo que luego la factura del teléfono la tenía que pagar él. Nos salimos sin consumir nada y jurando que en la vida entraríamos de nuevo en este bar.
Paramos en el albergue de Hontanas, precioso con todo tipo de servicios; máquina de café, bebidas, teléfono público y una exquisita amabilidad por parte de su hospitalera. Me parece a mí que el tal Victoriano se le marcha la clientela por mucho que salga en la guia.
Salimos hacia Castrojeriz, un poco cansados ya y a poco tiempo pasamos bajo la arcada gótica del antiguo convento de San Antón. A mí personalmente este paso me impresiona por la historia que esta arcada tiene en sus restos.
Cansados, con hambre y mucha sed, por fin llegamos a Castrojeriz. Buscamos el albergue de Resti, madrileño de pro y simpático a mas no poder.
En el mesón que hay al lado del albergue nos encontramos con Wagner que está dando buena cuenta de una buena ración de cordero asado con una ensalada que contiene hasta melocotón en almibar.
Charlamos de muchas cosas, internet, Brasil, Portugal, Inglaterra, etc., nos tomamos unos orujos después de los postres y quedamos muy amigos.
Amaneció buen dia.
Subimos la colina de Mostelares; se sube bastante bien y en su cima se contempla una vista inmejorable de los campos de Castilla.
A medida que íbamos caminando el tiempo iba cambiando; se ponia la cosa fea. A la salida de Puente Fitero encontramos a una extraña mujer que ya hemos visto anteriormente. Lleva la mochila ladeada, calza unos zapatos de medio tacón y camina de lado a lado del camino. Dice que viene de Burgos, que está aterida de frio porque ha dormido a la intemperie y no tiene saco de dormir. Creo que no está en su sano juicio.
Llegamos con lluvia a la ermitade San Nicolas y nos tenemos que poner las capas de lluvia. Cruzamos el puente romano sobre el Pisuerga y después de pasar un poco de frio, alcanzamos Boadilla del Camino en donde lógicamente nos hacemos unas fotografías delante de su famoso "rollo" del siglo XV. Seguimos caminando llevando a nuestra derecha el Canal de Castilla y por fin alcanzamos la presa, que da paso a Frómista.
No puede faltar la visita a la iglesia de San Martín del siglo XI, uno de los románicos mas bonitos de nuestro pais.
Salimos de Frómista con tiempo muy nublado y viento.
En lugar de ir por el andador de la carretera las marcas extrañamente nos han llevado por un camino, lleno de barro, en muchos sitios y a esas horas había varios hombres cogiendo caracoles ya que la constante cuando llueve en esta época, es la gran profusión de estos caracoles, que en muchas ocasiones vas con cuidado para no pisarlos.
Paramos a "repostar" en Villalcazar de Sirga donde el grupo se iba agrandando. Allí ya se había consolidado en 6 miembros. André un médico francés y su esposa, Helena, una señora austriaca residente en Londres que había vivido mucho tiempo en Lisboa y que su marido la acompañó desde Francia hasta Pamplona, donde se tuvo que volver otra vez a Londres por razón de su trabajo, Wagner, Katia y yo.
Entre el idioma francés que Wagner y helena hablaban, inglés que Helena y yo hablábamos y Portugues que hablaban Katia, Wagner Helena, y yo entendía bastante bien, la convivencia entre nosotros era total, hasta el punto de que nos considerábamos "una pequeña familia".
Después de dar cuenta de unos buenos bocadillos, coca cola y café, pusimos rumbo a Carrión de los Condes. Visita a la magnífica iglesia de Santiago.
Nos decidimos por seguir hasta Calzadilla de la Cueza, pero como consecuencia de que el temporal ha roto un puente en el camino tenemos que tomar un desvío por la carretera, lo que aumenta la etapa en unos 5 kms. Por fin volvemos al camino original y dejamos la carretera. El camino en este caso es la Via Aquitania, uno de los pocos tramos originales que se conservan de la primitiva via de peregrinos.
Una larga recta, marrón, inacabable, con un viento muy fuerte de cara, hace este tramo muy difícil e interminable.
Llegamos muy cansados, tarde y con ganas de descansar, después de haber lavado nuestras ropas y habernos duchado.
Etapa para olvidar.
Salimos el grupo con lluvia. Un "calabobos", pero a la media
hora la cosa cambió y la lluvia se hizo presente durante toda la jornada.
Llegamos a Sahagún y después de tomar un bocadillo consistente en una tortilla de dos huevos con chorizo, coca cola y café, partimos hacía Calzada del Coto.
Llegamos a este albergue empapados y cansados, pero era tan sumamente " cutre " que no obstante del estado en que nos encontrábamos nos dirigimos hasta Bercianos, 6 kilómetros mas adelante.
En Bercianos el albergue era la que había sido la casa del párroco y el hospitalero Arturo, todo amabilidad. Madrileño y simpático nos facilitó hasta un radiador eléctrico para secar nuestras ropas.
Habia tres camas y colchonetas para dormir en el suelo. Obviamente dejamos las camas a la esposa de André, Helena y Wagner, por ser éste el de mas edad y por que Katia se empeñó en dormir tambien en el suelo. Lo cierto es que en el suelo y todo, dormimos maravillosamente bien.
Por la noche Wagner cocinó para todos en la cocina del albergue.
Fue al pueblo y compró lo que él entendió necesario. Nos sirvió unos macarrones deliciosos y luego una especie de "popurrí" que tenía de todo, inclusive le había puesto unas aceitunas gigantescas. Independientemente de "la pequeña familia", cenó con nosotros Arturo y tres franceses más que ya nos habíamos visto en diferentes ocasiones. La cena fue muy bien regada con vino y el ambiente no pudo ser mejor.
Fue una velada de la que queda un recuerdo imborrable.
Salimos de Bercianos con tiempo nublado, pero sin lluvia.
Después de unos 9 kms de andar llegamos a El Burgo Ranero, donde paramos a desayunar.
A la salida de esta localidad y a unos 3 kms. nos encontramos a un grupo de alemanes que empezaron el camino en Roncesvalles hace 5 años. Cada año vienen a España y caminan durante una semana, pero por la pinta de estos "peregrinos", mas bien parecía que estaban de excursión.
A unos 6 kms más adelante encontramos de frente a nosotros 2 valencianos que empezaron su peregrinación en Santiago, camino de Roma. Ya he visto varios casos de personas haciendo este recorrido.
Hoy me siento algo cansado y preocupado por la operación de amígdalas de mi hija Mar.
A falta de 3 kms. para Mansilla empieza de nuevo la lluvia. Vuelta a coger la capa. Por fin llegamos al albergue. Por primera vez me siento cansado.
Llegamos a León y lógicamente visitamos la Catedral y sus magníficas vidrieras. Como los grandes núcleos no son compatibles con la mente del peregrino, inmeditamente nos pusimos en camino hacía la nueva meta.
La salida de León como asímismo la entrada, son una tortura. Mucha gente que esquivar por las aceras, coches, zonas industriales; en definitiva todo lo contrario de lo que vienes acostumbrado.
En esta etapa Wagner sufrió lo indecible. Iba muy cansado y Katia y yo nos quedamos con él caminando a su ritmo. Tenía que descansar muchas veces ya que llevaba sus pies llenos de ampollas y la rodilla de su pierna derecha muy inflamada.
Como consecuencia de este lento caminar llegamos a Hospital de Orbigo a las 6 de la tarde, muy cansados y sólamente con los bocadillos que habíamos tomado a las 11 de la mañana.
Por la noche fuimos a cenar al bar de una familia muy querida por mí, el bar de la Vda. de Isidro Sejas, donde José Luis, su madre y hermanas nos recibieron a todo el grupo, de una manera amabilísima. Nos prepararon una cena como no habíamos hecho, ni hicimos otra igual en todo el recorrido. Todo eso regado con un cariño enorme, que todo el grupo agradecimos,
Mis compañeros del grupo, al salir de este bar no paraban de alabar a esta familia y cómo no, la cena tan esplédida, que después de la jornada tan dura que habíamos tenido, nos devolvió a todos las fuerzas tan mermadas por los muchos kilómetros que llevábamos ya andados.
Esta mañana hemos desayunado en el bar de José Luis. Como la noche anterior, el desayuno ha sido especial, como tambien ha sido especial la cariñosa despedida de esta gran familia de Hospital de Orbigo.
José Luis os mandaremos las fotografías que nos hicimos con vosotros.
Esta etapa la hemos realizado muy tranquilos y relajados, ya que todos lo necesitábamos, especialmente Wagner.
Paramos a contemplar Astorga desde el famoso crucero de Santo Toribio y a continuación iniciamos la marcha camino del fin de esta etapa.
En Astorga nos fuimos a la "Casa Maragata", donde repusimos las fuerzas gastadas a base de un magnífico "cocido maragato" y que por si alguien no lo sabe, la degustación empieza al revés que el resto de los cocidos de España; es decir, primero te sirven la carne; chorizo, tocino, gallina, vaca, punta de jamón, etc. Luego los garbanzos que se comen como si fueran mantequillas y por último la sopa.
Salí con mucha ilusión de hacer esta etapa, pero las circunstancias mandan.
Por delante iba André y su esposa, seguidos un poco más atrás por Helena y Katia. Yo acompañaba a Wagner que marchaba muy retrasado. Previamente le habíamos curado una enorme ampolla y con gran esfuerzo siguió caminando.
Nuestra marcha era muy lenta, con un calor sofocante. La cara de Wagner reflejaba el sufrimiento que sus pies y rodilla derecha le iban infrigiendo. 5 kms. antes de llegar a Rabanal del Camino, le pedí que desistiera de seguir caminando. El no tuvo más remedio que aceptar. Aquella aceptación se me clavó en el alma. Su cara mostraba muy claramente que se rendía después de haberse agotado. Paré un automóvil y su conductor le llevó encantado hasta Rabanal del Camino. Ya sólo aceleré mi marcha y a unos 2 kms. antes de nuestra meta alcancé a Helena y Katia, coméntadoles lo ocurrido con Wagner.
Por fin llegamos a Rabanal y nos hospedamos en el refugio de Ntra. Sra. del Pilar. Este es un magnífico refugio con una hospitalera encantadora. Isabel muchas gracias por ser tan amable y atenta.
Bueno en esa etapa no todo fué malo, ya que toda "la familia" nos fuimos a un mesón a dar buena cuenta de otro cocido maragato que nos levantó el ánimo a todos. Las penas con pan son menos. Ya se sabe.
Por la tarde fuí a visitar a mis amigos los "MONJES PEREGRINOS", que ya tienen terminado su pequeño "conventín" como diría Santa Teresa de Jesús y Juan Antonio, su Prior, me lo enseñó. Sencillo, práctico y muy funcional con una atmósfera interior de esas que te enganchan para pasar unos días de reposo espiritual en cualquiera de sus 5 habitaciones conventuales.
Por la tarde asistimos todo el grupo, junto con muchos mas peregrinos al oficio de vísperas. Es como una inyección de calma interior, espiritualidad y asombro, que en estos tiempos, en un pueblo que prácticamente está abandonado de los hombres, Dios ha querido poner allí a tres jóvenes monjes que ya forman parte importante de la historia de este pueblo y del Camino de Santiago.
La media hora que duró este oficio de vísperas, cantadas con el mas puro de los cantos gregorianos, nos hizo a todos salir como hechizados de esta pequeña iglesia de Santa Maria.
A la entrada del albergue de Isabel hay este pequeño aviso, que creo lo escribió esa sencilla monja "La Madre de Calcuta":
Sólo dura un instante, pero su recuerdo es eterno
y nadie es tan rico como para poder vivir sin ella,
ni tan pobre como para no poder regalarla.
Ella crea un clima amable, hogareño.
Es el signo sensible de la amistad.
Una sonrisa relaja al que está nervioso y da coraje
al más descorazonado.
En resumen,
SONRIE
Con una jornada como ésta, ¿quién no duerme luego placidamente?.
Etapa muy dura en la que me tuve que emplear a fondo con Wagner, para que aceptase ser llevado a Ponferrada en un coche para que sus piernas pudieran descansar.
La tarde anterior yo le había dado un masaje en las piernas para que le descansaran un poco. Las tenía agarrotadas y su rodilla hinchada, pero pudo más el raciocinio que el deseo. Pobre Wagner como sufría de dolor y quizás lo peor, de impotencia.
El camino no es como uno quiere. Este tipo de circunstancias jalonan todo el camino y quizás la grandeza mas grande de los que lo recorren sea aceptar los problemas de cada día con humildad, sabiendo que ninguno de los que caminan sea un superhombre y sólo Dios sabe los esfuerzos de cada uno para hacer su recorrido.
Wagner si lee usted esto, siéntase orgulloso de "su camino", toda la "pequeña familia" que caminamos con usted le admiramos, por que mientras los demás, mas jóvenes que usted, tuvimos menos problemas, nuestro esfuerzo fué infinitamente menor que el que usted tuvo que hacer para llegar a dar el abrazo al Santo.
Isabel nos despidió con un buen desayuno y nos dirigimos hacía uno de los puntos más emblemáticos del camino, La Cruz de Hierro. Llegamos a Foncebadón, pueblo semiderruido, pero en un enclave maravilloso del monte Irago. Llegamos a Manjarín. Allí estaba Tomás tocando la campana que acompaña a los peregrinos para que no se pierdan en la niebla. A mi modo de ver Tomas tu uniforme de templario necesita pasar por el tambor de una buena lavadora.
Por fin alcanzamos La Cruz de Hierro y ¡cómo no!. Sacamos de nuestras mochilas la piedra que dias atrás recogimos del camino y desde la base de la cruz la arrojamos, como manda la costumbre, al gran montón de piedras que reposan en su base, que son las huellas de los millares de peregrinos que por allí han pasado.
Paramos en El Acebo a reponer fuerzas y cómo las repusimos. Tienen unos bocadillos especiales con varias clases de tortillas y el pan rebozado y frito que son una delicia.
Antes de llegar a Riego de Ambrós me doy cuenta que un kilómetro atrás me he dejado mi gorro encima de un mojón de la carretera, donde me había parado para quitarme el jersey. Vuelta a por el gorro. Cuando lo estoy recogiendo, para un coche a mi lado y sale su conductor diciéndome " a usted le buscaba yo". Yo me quedé asombrado y es que Alejandro un Ponferradino que ha ido siguiendo nuestras etapas en el portal de Jubilatas.com, estaba tratando de localizar a la "pequeña familia" y al ver mi camiseta del portal supo que uno de ellos era yo.
Llegamos cansados y sedientos a Molinaseca y después de sacar unas latas de refrescos de una máquina expendedora que resultó ser mágica. Metía 150 ptas. me soltaba una lata de coca cola y me devolvía 450 ptas. mas. De esta forma Helena, Katia y yo bebimos a la salud de aquella máquina bienhechora. Para que luego digan que las máquinas no tienen alma.
Llegamos bastante tarde a Ponferrada, donde ya nos esperaba todo el grupo, ya que me tuve que quedar atrás esperando a Katia, que la pobre brasileña ya no podía ni con la mochila. Tan cansada iba que no dejaba de decir "soy una mujer acabada, soy una mujer liquidada, ya no valgo para nada, los kilómetros aquí son más largos que en ninguna parte". Me tuve que enfadar con ella ya que a mí me ponía nervioso tanta protesta, pero la verdad es que tenía muchísima gracia la forma de expresarse.
El albergue de Ponferrada nos recibió de una forma gratísima, ya que sus hospitaleros, una pareja de americanos, chico y chica, muy jóvenes, hablando español eran la esencia de la más exquisita amabilidad, acompañado todo esto de unas instalaciones que yo calificaría como de 5 estrellas.
Por la noche todo el grupo cenamos en un restaurante de Ponferrada, acompañados de Alejandro, que por la tarde habia ido al albergue a visitarnos.
Salimos por el castillo de los Templarios. La salida de Ponferrada es un poco complicada ya que que cruzar la ciudad y después de un largo camino de calles y urbanizaciones de ENDESA, por fin se sale a la naturaleza, en forma de camino regado de pueblos sin nombre y huertas.
Llegamos a Camponaraya a 10 kms de Ponferrada y no obstante del esfuerzo que viene haciendo Wagner para poder caminar, le pedimos que acabe la etapa tomando el autobús hasta Villafranca del Bierzo. Protesta pero acepta. Sabe que es lo mejor para sus piernas y rodilla.
Visitamos el famoso restaurante "Prada a Tope" en Cacabelos, donde nos invitan a un vaso de vino y un trozo de empanada que a esas horas nos viene muy bien.
Con un calor sofocante continuamos al final de nuestra etapa y nos quedamos a dormir en el albergue municipal, muy próximo al del famoso "Jato", donde Wagner, que llegó antes que nosotros se ha albergado.
Visitamos la iglesia de Santiago y le informo a Wagner, que ante la puerta del perdón, cualquier peregrino, impedido ó enfermo obtiene la misma indulgencia y favor que si hubiera llegado a Santiago de Compostela. Wagner no se rinde.
Comemos todos juntos y después de una buena siesta nos dedicamos a recorrer la ciudad y visitar todo cuanto tiene de interés esta ciudad, que no es poco.
A la hora de la cena, proponemos a Wagner que la etapa del día siguiente la realice en automóvil, ya que posíblemente sea la etapa mas dura de todo el recorrido, con el temido ascenso de El Cebreiro.
Después de mucho forcejear y hacerle entrar en razón, Wagner accede. Su cara refleja una gran desilusión. Le decimos que después de 500 kms que lleva en sus piernas no debe sentirse así. En ese momento nos da miedo que se rinda, ya que sabemos que después de un descanso volverá a ser el mismo.
André y su esposa han continuado unos kilómetros mas adelante hasta Pereje, para que la etapa de mañana no les sea tan dura.
Etapa clave para los peregrinos. Hemos dejado que Jato nos suba las mochilas. Después de tantísimos kilómetros como llevamos andados, el dar este respiro a nuestras espaldas nos viene muy bien.
La temperatura por la mañana es buena, pero la subida del puerto es penosa. 17 kms de asfalto, con un tráfico enorme de coches y camiones de gran tonelaje.
Pasamos esos pueblos preciosos de Pradela, Trabadelo, Ambasmestas, Vega de Valcarce, para por fin alcanzar Las Herrerias, donde comienza el temido ascenso de El Cebreiro por una corredoira que pone a prueba el resto de tus fuerzas. Una vez vez alcanzada La Faba encuentras una fuente de agua helada de manantial, que alguien la puso ahí para mitigar la sed de tantos peregrinos que esta subida va matando.
Faltan aún 5 kms de subida, aunque menos fuerte. Ya se huele El Cebreiro. El mojón que limita Galicia de León se aparece en una curva y ya te indica que sólo te faltan 152,5 kms hasta la meta de Santiago. A partir de este punto, cada 500 metros, tienes un mojón que te informa de los kilómetros restantes. Esto anima mucho.
Por fin alcanzamos la cima. El paisaje no puede resultar mas bonito. Desde aquí se divisa El Irago y los montes de León. Hemos entrado en un territorio nuevo de "meigas y bruxas". A medida que van llegando los peregrinos a la cima se observa que sus semblantes se transforman. Por fin la subida a El Cebreiro ha quedado atrás. Se huele el caldo gallego y el buen orujo y para que nada faltara Galicia nos recibe ¡cómo no! con una neblina típica.
El Cebreiro es la puerta de otro mundo en el camino. Nada a partir de aquí tiene que ver con todo lo anterior. El resto hasta Santiago tiene una personalidad muy propia y hasta te parece que debes ir caminando sin hacer ruido para no estropear el paisaje que sus árboles centenarios han construido en esas montañas tan magníficas.
Recogimos nuestras mochilas y a dar buena cuenta de un buen caldo gallego, seguido de una buena carne y queso típico de El Cebreiro, acompañado de membrillo. Para acabar de reponernos, café orujo, ducha y siesta.
Salida de O Cebreiro con muy buena temperatura; un poquito de niebla y contentos de adentrarnos en la Galicia profunda de pequeñas aldeas y felices vacas paciendo en campos maravillosos de fresca y abundante hierba.
Pasado Liñares encontramos en el Alto del Poio el enorme monumento al peregrino. Fotos de rigor.
A partir de Fonfria iniciamos el largo descenso hasta Triacastela. Esta bajada parece no acabar nunca. Las rodillas y tobillos se resienten; son ya mas de 700 kms en las piernas.
Wagner que por fín le hemos dejado salir con todos aguanta perfectamente. Le vemos felíz y recuperado. A partir de aquí le volverá a salir alguna ampolla, pero ya nada le impidió seguir caminando hasta donde se propuso, Santiago de Compostela.
Nos sentimos todos contentos de tenerle a nuestro lado aunque en esta etapa perdimos para siempre a André y su esposa Herminia. Se ve que siempre iban por delante de nosotros.
No obstante de la dureza de la bajada estamos plénamente felices caminando por unos caminos que son como túneles, ya que los árboles de sus costados están frondosos. Las vistas de los valles son incomparables y se ven grandes manchas blancas, amarillas, lilas, entre unos prados verdes, que más parecen gigantescas alfombras de colores a nuestros pies. Estamos maravillados de la naturaleza en esta primavera.
Llegamos a la ciudad de los tres castillos, aunque la verdad no existe ninguno y nos fuimos al albergue que ya en Galicia empiezan a dejar de desear. Necesitan en su mayoria una buena mano de pintura y parece mentira que de quién dependan estos albergues los tenga un poquito olvidados.
Triacastela ofrece una gran gama de restaurantes y lo cierto es que la cena fué estupenda.
Helena nos dejó aquí para volver a Ponferrada a buscar a su hija Natasha, que venía en tren para unirse a nosotros hasta Santiago.
¡Sorpresa! a las 7 de la mañana para ante el albergue un taxi en el que viene Helena con su hija Natasha. Tiene 24 años y tambien habla brasileiro, aparte de inglés. Es muy simpática y nada le cuesta adaptarse al grupo.
Los primeros kilómetros Natasha los hace muy mal a caúsa de que su mochila viene un poco deslabazada. Tiene muy mal distribuido su contenido. Hacemos una parada y después de hacer cambios en su interior la cosa cambia. Una correcta distribución de las cosas dentro de la mochila es fundamental.
De las dos opciones que tiene esta etapa, ir por Samos ó San Xil, elegimos la segunda.
Hay una subida fuerte al Alto de Riocabo, pero merece la pena por ir disfrutando del bosque tan frondoso de este paraje.
Una vez alcanzada la cima bajamos a Sarriá por unos caminos incomparables. El sol no penetra en ellos y parece que vayamos por otro mundo.
Wagner camina ya muy bien. Ya se huele Santiago de Compostela y eso nos da ánimos.
Helena y Natasha se quedan en Sarriá para recoger a su padre que vuelve de Londres para continuar camino con nosotros. Quedamos en vernos en Barbadelos.
Desde Sarriá hasta Barbadelos, el camino es impresionante, con castaños milenarios que algunos de ellos ya están empezando a morir dada su longevidad.
El albergue de Barbadelos está en lo alto de una montaña a la salida del pueblo con unas vistas maravillosas.
Nos vamos a una casa particular que yo conocía a espaldas del albergue donde se puede comer.
El menú consistió en garbanzos con callos, empanada de carne y bacalao, fruta y café regado con un orujo casero, que nos ayudó mucho a dormir la siesta.
La cena tambien fué en esta casa y como la comida de al mediodía nos supo a gloria; caldo gallego, chuletas de cerdo adobadas con patatas fritas gallegas y un trato de lo más cariñoso por parte de la familia propietaria.
Esta mañana en un taxi llegó al albergue Helena, Natasha y su padre que habian recogido en Sarriá.
Desayunamos muy bien en la casa donde comimos el día anterior y nos preparamos para la jornada del día.
El camino fué precioso hasta Portomarín, inclusive 10 kms. antes pudimos recomponer nuestras fuerzas con una soberbia tortilla de dos huevos, chorizo, coca cola y café, de manera que caminábamos todos muy animados.
En Portomarín el marido de Helena pidió que nos quédaramos a comer allí, ya que eran las 12,30 de la mañana y como él venia de Londres tenia hambre. En la parada anterior el sólo tomó café.
Como de alguna manera me habian hecho el "jefe del grupo ó guia", les comenté que quedarse allí a esas horas nos iba a suponer trastocar toda la jornada, ya que salvo él nadie tenía hambre (yo ya había acostumbrado al grupo a los bocadillos pantagruélicos y a la coca cola, por lo del azúcar y cafeína ).
Katia no se quería quedar, Wagner quería venir conmigo y se formó un guirigay de portugués, inglés y español, que una pareja de la guardia civil que estaba con el coche a nuestro lado se dirigió a mi y me preguntó si es que yo era el guia oficial de ellos. Les contesté que no, aunque pareciera que estaba allí mandado por Viajes Halcón. La guardia civil me contestó que lo tenía el asunto un poco crudo, así que les dije a todos que yo me iba camino de Gonzar y allí estaría esperándoles cuando quisieran ir.
Katia y Wagner se vinieron conmigo y yo sin volver la vista atrás tiré para adelante a toda marcha. Hasta Gonzar el calor fué horrible. Llegamos Katia y yo a Gonzar, antes que Wagner y sorpresa, el bar que hay al lado justo del albergue, el único bar del pueblo, estaba cerrado y no abriría hasta la noche. Este bar pertenece a la hospitalera del albergue, por lo que me parece una desatención total hacía aquellas personas que llegan cansadas al mediodía con ganas de comer algo.
Llegó Wagner poco después muy sofocado por el fuerte calor de aquella hora y vistas las circunstancias Katia y yo nos dirigimos 5 kms más adelante hasta Ventas de Narón, en cuyo pueblo hay un buen albergue y un gran restaurante.
A media tarde me llamó Wagner a mi teléfono para informarme que se habian quedado a tres kilómetros de nosotros en unas habitaciones que a él, Helena, Natasha y su padre los alquilaron en un pueblo.
En el albergue aquel sólo pernoctamos 5 personas y salvo yo los cuatro restantes eran brasileños.
Por la noche los cinco cenamos espléndidamente un buen pulpo con una buena ensalada.
Con el resto del grupo quedamos a las 7,30 del día siguiente para desayunar en este restaurante, con lo cual se iban a levantar un poco antes para luego continuar todos juntos otra vez.
Wagner y los demás retrasados no se presentan a la hora fijada en el bar para el desayuno.
Caminábamos sólos Katia y yo, cuando los encontramos a unos 10 kms. mas adelante, parados en un bar cerrado. Nos dicen que no encontraron el restaurante.
Como estaban algo cansados quedamos en vernos en Palas de Rei y allí que nos fuimos sólos otra vez Katia y yo. Nos hicimos fotos en el Cruceiro de Lameiros y era tan grande el calor que a esa hora hacía que pronto agotamos las provisiones de agua. El camino hasta Palas de Rei es precioso, pero no encontramos donde repostar nada de líquido.
Parada en Palas de Rei para esperar al grupo que no viene.
No nos preocupa, ya que les dije que en Melide podrían hospedarse en Sony, un hostal con un gran restaurante y allí nos veríamos, en caso de perdernos.
Llegamos al albergue Katia y yo, muy cansados y después de una buena ducha fuimos a comer una buena parrillada de pescado con una gran ensalada que nos hizo volver a revivir.
Esa tarde tuve una agradable sorpresa. Mi gran amigo Pepe, Chatmaster de jubilastas.com, me llama por teléfono desde Orense y me dice que viene a Melide a vernos.
Cena de amigos, ha venido con su mujer Rosita y la ocasión lo merece. Pepe suda a chorros por el calor tan sofocante del día pero con unas botellas frias de un buen ribeiro y un buen salpicón de marisco, los calores son menos.
Después de la cena un buen par de horas de charla. Pepe tiene que marcharse ya que Rosita tiene que madrugar al día siguiente. Pepe se ha ganado a Wagner y a Katia y es que conocer a Pepe es caer en sus redes.
Si alguien quiere conocer a este superhombre, que entre en el chat de jubilatas. Es todo amabilidad y simpatía. Gracias Pepe por tu visita que me hizo muy feliz.
Luego, antes de acostarnos nos volvimos a reunir toda la "pequeña familia", excepto el marido de Helena, que todavía no sé porqué se marchó después de despedirse de Wagner en un momento determinado del camino hacía Melide.
Hoy salimos a las 6 de la mañana para evitar en lo posible el calor.
Salimos Helena, Natasha, Katia, Wagner y yo. A Andrés y esposa no les hemos vuelto a ver. Una pena ya que son un matrimonio muy agradable con el cual compartimos muchas jornadas.
Quedan sólo 32 kms para la meta final y nuestro ánimo es contradictorío. Estamos contentos porque el camino ya pronto toca a su final y por la misma razón nos encontramos tristes.
En esta parte de Galicia es muy difícil encontrar donde poder desayunar porque escasean los bares, no obstante de haber tanto peregrino circulando por sus pueblos. Tardamos dos horas y media desde que salimos de Melide para encontrar donde poder tomar algo.
En Arzua, pueblo importante en la ruta, Helena y Katia no pueden cambiar sus travellers cheques, ya que los bancos allí no lo hacen. Todavía quedan muchos sitios en nuestro pais donde el progreso es sólo una palabra. Sucursales de bancos importantes que en una ruta por donde pasan tantos peregrinos, a estas alturas no cambien algo tan corriente como son los cheques de viaje no son para llamarlos bancos; mas bien chiringuitos.
Aquí en Arzua Wagner quiso comprarse una camiseta fresca de manga corta y no encontró donde. Sólamente en una tienda le vendía camisetas que sobraron en el Xacobeo del 99 que por supuesto, además eran horrorosas y sólo tenian tallas de niños.
Los caminos son preciosos, muchos árboles y muchísimo calor. Hay rios y riachuelos por todas partes, pero no nos atrevemos a meter ni siquiera las manos en sus aguas ya que pensamos que con tanta "purina" como tienen sus campos, el agua debe ir contaminada por el orín de las vacas. El olor es francamente insoportable en esta parte de Galicia.
Por consenso decidimos quedarnos en un albergue particular en Santa Irene, ya que íbamos deshidratados de calor y ya era cerca de las cuatro de la tarde.
Este albergue de Santa Irene es una auténtica preciosidad. Muy buenas camas, duchas, toallas, limpieza; en fin todo muy bien, además de tener un gran jardín.
Aquí cenamos muy bien junto con otros peregrinos extranjeros y la velada resultó muy entretenida.
Habíamos decidido llegar hasta el Monte del Gozo, sólo a 5 kms de Santiago, a fin de que al día siguiente, nos pudiéramos presentar ante el Santo lo mas aseados posible.
Desayunamos muy bien en el albergue y a las 8 emprendimos camino hacía el mítico Monte de El Gozo.
A estas alturas la mochila parecía ya un apéndice de nuestro cuerpo. Llevar durante 29 días algo de 9 kgs. a la espalda termina por ser cansado.
Como en las etapas anteriores, el calor nos agobiaba. No habia fuentes ni bares donde mitigar el calor. Yo sudaba a chorros, de manera que apenas podía ver, ya que el sudor me resbalaba a los cristales de las gafas.
Esta etapa te engaña totalmente, ya que instintivamente crees que por ser prácticamente la última y su recorrido sólo de 20 kms. la vas a hacer muy bien.
El recorrido es un auténtico rompepiernas. Subidas muy fuertes al igual que las bajadas y la constante la misma, calor y falta de lugares donde abastecerse.
Por fin llegamos a Labacolla, 6 kms. antes del final de nuestra etapa y en el bar de un hotel pudimos restablecer las fuerzas, aunque a esas horas, serían las 12, aún no les habían llevado el pan. Nos tuvimos que conformar con pan de sandwich.
La llegada hasta el Monte de Gozo nos parecía ya interminable. Delante caminando íbamos Wagner y yo, y por fín cuando llegamos un poco antes del Monte nos paramos a esperar a nuestras tres compañeras rezagadas, para juntos avistar la ciudad motivo de nuestra peregrinación.
Los 5 juntos nos dirigimos a la cima y como aquellos antiguos peregrinos, nos abrazamos de alegría cuando contemplamos, por fín, las torres de una de las catedrales mas emblemáticas del mundo.
Nos quedamos en el grandísimo albergue allí existente y por recomendación del hospitalero nos dirigimos a un restaurante, en el que dimos buena cuenta del último "menú peregrino", que además resultó ser extraordinario.
Se nos notaba inquietos ante la proximidad del final y quizás fuera por esto o quizás por el fuerte calor que a las tres de la madrugada hacía, que a esa hora, Wagner Katia y yo, estábamos sentados fuera del albergue sin poder dormir.
Por la tarder Wagner nos leyó un escrito de sus conclusiones sobre el camino, que a mí me emocionó, pero a las mujeres les hizo llorar.
A las 6 de la mañana, muy despacio y muy tranquilos nos preparamos para salir hacía Santiago de Compostela. Yo por primera vez en 29 días me peiné, ya que antes de salir de Madrid, mi peluquero se encargó de que no tuviera que utilizar el peine en todo ese tiempo.
Nos fuimos cuesta abajo hacía la ciudad y poco después de la entrada a la misma, paramos a desayunar muy tranquilamente en un bar.
La llegada desde la entrada hasta la Catedral es muy larga pero no teníamos ninguna prisa por llegar, ya que llegar era acabar y nuestro interior era un rosario de emociones.
Llegamos, avistamos la Puerta del Perdón y se nos hizo a todos un nudo en la garganta. Nos dirigimos a la oficina del Peregrino a recoger "La Compostela", documento que acredita el haber realizado la peregrinación.
Dejamos nuestras mochilas en la oficina del peregrino para así poder estar más libre en Santiago y poder hacer el resto de las cosas que teníamos que hacer.
Helena y Natasha se fueron a ver si podían tomar ese mismo día un autobús para Oporto y Katia, Wagner y yo, nos dirigimos hacia la entrada de la Catedral mas hermosa que yo haya visto nunca.
Frente a aquella maravilla de piedra construida por el maestro Mateo en el siglo XI, sólamente 33 escalones te separaban del Pórtico de la Gloria.
Alcanzado el parteluz hundimos nuestros dedos en su base y en su parte posterior inclinamos nuestra cabeza en la estatua que reza arrodillada.
No me da ninguna vergüenza decir que los tres, Wagner, Katia y yo, se nos saltaron las lágrimas de emoción y así ocurrió nuevamente esperando la cola para abrazar a Santiago Apostol, Patrón de España, hijo del Zebedeo.
Había merecido la pena haber caminado 830 kms desde Jaca, por sentir esa emoción y por haberlo hecho junto a esas magníficas personas.
Wagner parecía un niño, despojado de toda pompa llegó a Santiago como un auténtico peregrino.
Katia llegaba por segunda vez y en esta ocasión su eterna sonrisa que tanto nos alegró a lo largo de los días se la quedó muy triste. El Camino ya lo tenía metido en su corazón; ya tenia su "veneno". Me dijo que quería aprender español esta psicóloga que se había enamorado de España, para poder leer nuestra historia y saber mas de nuestra patría. Ya ves que contraste; muchos españoles no quieren saber nada de lo mucho acontecido en un pais, que en un momento determinado de la historia fué el dueño del mundo. Los hay que son aldeanos.
Comimos todos juntos, por supuesto de primero vieras. Esta vez en lugar de transportarla fuera lo haríamos al reves, la transportariamos dentro.
La vuelta fué para mí muy dolorosa. Atrás quedaban las montañas, los caminos, las lluvias, los albergues, los "menús peregrinos" y muchas cosas mas. Pero quizás lo que mas me hacía sufrir era despedirme de aquella "pequeña familia" con la que compartí todo eso.
Me he limitado a explicar las cosas humanas del camino.
Dentro de cada uno de nosotros tiene su "cambio interior" y eso no es fácil explicarlo; pertenece a ese archivo donde se guardan las cosas que te cambian los conceptos y te hacen ver las cosas de otra forma.
Ahora que todavía tengo en la retina de mis ojos la belleza de esos campos maravillosos, me hago de nuevo la pregunta ¿volverás al camino?
¡SOLO EL LO SABE!
U L T R E I A
Madrid, Junio 2001
--ANGEL-