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Camino Aragonés
01. Somport tormentoso (Huesca)
02. Canfranc - Col de Ladrones (Huesca)
03. Prímulas y orquídeas (Somport, Huesca)
04. Canfranc (Huesca)
05. Villanúa (Huesca)
06. Jaca (Huesca)
07. Mirando al Pirineo (Santa Cilia, Huesca)
08. Valle de Berdún y aulagas (Huesca)
09. Arrés (Huesca)
10. Barranco de Calcones (Mianos, Zaragoza)
11. Mianos (Zaragoza)
12. Barranco de Calcones (Mianos, Zaragoza)
13. Artieda (Zaragoza)
14. Ruesta (Zaragoza)
15. Undués de Lerda (Zaragoza)
16. Sangüesa (Navarra)
17. Rocaforte y Aibar (Navarra)
18. Sangüesa (Navarra)
19. Monasterio de Leyre (Navarra)
20. Foz de Lumbier (Navarra)
21. Cruz de forja (Izco, Navarra)
22. Monreal (Navarra)
23. Crucero de Monreal (Navarra)
24. Yárnoz (Navarra)
25. Ermita de Ntra. Sra. de Eunate (Navarra)
26. Ntra. Sra. de Eunate (Navarra)
27. Puente la Reina (Navarra)

Somport tormentoso (Huesca)

Había pasado la noche en el albergue en compañía de dos matrimonios catalanes con los que compartí el desayuno y me despedí de ellos con el saludo "Buen Camino" que se haría habitual a lo largo de mi aventura.
El descenso hacia Canfranc en estas fechas, abril de 2003, es rápido y espectacular. Las nieves están remitiendo y aparecen infinidad de cascadas que se precipitan en el valle envuelto en un gran estruendo. El Aragón nace vigoroso con la confluencia en él de las aguas del deshielo primaveral. El camino es una fresca alfombra de hierba poblada de infinidad de flores de los colores más luminosos que puedas imaginarte. Espectáculo difícil de encontrar en cualquier otra época del año.
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Canfranc - Col de Ladrones (Huesca)

El día había salido lluvioso, pero el cielo fue despejándose a lo largo de la mañana y como era el primer día de mi peregrinación me ponía a pintar inmediatamente de acabar un trabajo (pinté cinco acuarelas).
Al fondo la estación de esquí de Astún, ya sin nieve en sus pistas. Debajo las instalaciones fortificadas del Col de Ladrones mandadas construir por Felipe II en la segunda mitad del siglo XVI.
En las primeras horas del día los peregrinos pasaban junto a mí mientras pintaba. A media tarde llegué a Canfranc Estación. Estaba desierto. Cogí los bártulos, volví a desandar el camino y me puse a pintar unas acuarelas de flores.
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Prímulas y orquídeas (Somport, Huesca)

En mi proyecto contemplo pintar en mis ratos de asueto temas de flores del camino. Aquí van las primeras. A la izquierda unas prímulas y a la derecha una orquídea. Como comentaba al principio, la bajada de Somport a Canfranc son un espectáculo la cantidad de maravillosas flores que inundan el camino.
Para mí es un mero entretenimiento pues no soy conocedor del tema y pido disculpas si en algún caso cometo un error. De éstas me dio sus nombres una hospitalera del albergue de Jaca a la que se las enseñé y dio la casualidad de que era un tema por el que tenía mucho interés.
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Canfranc (Huesca)

Como anoto al pie, esta acuarela la pinté en la segunda ocasión en que realicé el Camino Aragonés. Ahora acompañado de mi amigo Remigio Casiriain.
Descendiendo desde Canfranc Estación, después de cruzar el Aragón a su margen izquierda al pie de la presa de la central hidroeléctrica (lugar en el que había estado hace 33 años visitando al padre de mi esposa que estaba montando la central eléctrica) caminábamos observando los magníficos matorrales de boj de los que numerosos peregrinos habrán cogido rectas ramas para utilizarlas de bordón a lo largo del camino que ahora comenzaban. En esas estábamos cuando me tropecé con unas raíces dando de bruces en el suelo y aunque nada me pasó bien podría haber sido una caída grave. Como la de mi madre que una hora antes que yo había sufrido en Bilbao. Caída de la que me dieron aviso casi cuando me quitaba el polvo de la mía. Proseguimos el camino pero en Jaca tuvimos que abandonar y volver a casa, pues la caída de mi madre había sido bastante más grave que la mía.
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Villanúa (Huesca)

Primavera del 2003. El Camino Aragonés fue mi primera experiencia en el Camino de Santiago. Había salido en Canfranc Estación (Huesca) un buen día primaveral, no estaba muy nublado y las dibujadas nubes dejaban entrever un cielo de luminoso azul. El camino, en descenso, transcurre por la margen izquierda del río Aragón entre árboles y arbustos de boj. Si hiciese calor no se notaría caminando por el interior del bosque y distraido por el sonido de las aguas bravas del deshielo haciéndose camino entre las piedras del cauce, pero el cielo se fue tornando nublado de gris plomizo, amenazaba lluvia y me puse hasta contento, iba a estrenar mi flamante poncho rojo geráneo. De inmediato comenzaron a caer las primeras gotas y tuve que darme prisa para ponerme el poncho. La mochila con los bártulos de pintar y el engorroso caballete de pintor impidieron, a pesar de las mil filigranas que realicé, ponérmelo y en un momento me vi empapado hasta los huesos. Si alguien vio la escena tuvo que reírse un rato. Paré para protegerme al pie de un farallón rocoso, monté un tenderete para secar la ropa y mientras tanto aproveché para, a duras penas, pintar esta acuarela en la que quedaron patentes las huellas de la lluvia.
Ya estaba llegando a Villanúa, pernocté en el albergue Tritón. He pernoctado en él en dos ocasiones, es un albergue de los característicos de esta comarca y utilizado tanto por peregrinos como por montañeros y senderistas muy habituales en esta zona pirenaica.
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Jaca (Huesca)

Mi salida de Jaca coincidió con la fiesta mayor del pueblo y según caminaba iba cruzándome con jóvenes que venían de haber pasado una buena noche de "botellón" festejando mi paso e invitándome a participar de su alegría. No les hice mucho caso y seguí adelante adentrándome entre miles de bulliciosos romeros. Ni desayuné ni cogí agua para el camino.
La majestuosidad del Pirineo te hace volver la vista constantemente y a media mañana decidí parar a pintar. Antes aproveché el poco agua que llevaba para pasar unas onzas de chocolate y un trozo de pan duro que tenía en la mochila desde el día anterior, teniendo que bajar al fondo del valle a coger agua del río para pintar la acuarela.
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Mirando al Pirineo (Santa Cilia, Huesca)

El día anterior había sido un desastre absoluto mi avituallamiento. Así que quedé con el tabernero para desayunar a las ocho y no salir en ayunas. Esperé quince minutos y como no abría el bar partí de nuevo sin desayunar. Después de una hora de camino decidí detenerme a pintar nuevamente otra acuarela con la cordillera pirenaica como fondo, aunque ahora el valle se va haciendo amplio. Quedé satisfecho, pero decidí no volver la vista atrás. Cerca había un cámping y en él paré a tomar un aperitivo a media mañana continuando hasta Puente la Reina de Jaca donde me avituallé para comer en ruta. La temperatura era muy agradable y se hacía el camino con comodidad a pesar de que el sendero discurre en ocasiones por carretera. Apenas hay peregrinos.
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Valle de Berdún y aulagas (Huesca)

Para llegar a Arrés hay dos opciones: seguir la carretera o ascender por un camino que discurre a media altura del monte visionando el valle de Berdún entre robles y matorrales de boj. Por la carretera terminas con los pies recocidos por el asfalto. Opté por lo segundo y disfruté del paisaje donde el río Aragón discurre entre chopos y primaverales campos de cereales que verdean el valle al que se asoma Berdún desde su atalaya. Por un sendero cerrado por densos matorrales de aulagas, lleno de arañazos causados por sus espinas, llegué a Arrés, pequeño pueblo sin servicios donde los hospitaleros te dan la bienvenida y te agasajan con una cena comunal en la que todos participamos y que no olvidaré.
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Arrés (Huesca)

3 de Mayo de 2003. El día se hizo largo. Me había detenido en tres ocasiones a pintar: en Santa Cilia, luego la panorámica del Valle del Berdún y finalmente una rama de aulaga, flor muy común en esta comarca y que en estas fechas inunda con su luminoso color amarillo la Ruta Jacobea.
De mi paso por Arrés son todo buenos recuerdos que se han vuelto a ver ratificados en Agosto de 2005 donde volví a parar, en esta segunda ocasión acompañado por mi amigo y acuarelista Remigio Casiriain con quien he vuelto al Camino Aragonés. Después de acomodarnos decidimos dar una vuelta por los alrededores y pinté esta panorámica mirando al norte y en la que en el horizonte deja verse el caserío de Berdún. Luego en casa, desde la memoria, pinté esta nota del pequeño cementerio de Arrés que recuerda a un castro celta.
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Barranco de Calcones (Mianos, Zaragoza)

Con la mañana llegan las despedidas. Yo suelo salir pronto, pues parando a pintar la jornada se hace larga. Tras un par de horas de monótonos caminos aparecen estas barranqueras que me recuerdan a paisajes semejantes de las Bardenas Reales de Navarra. A la sombra, protegido del sol por el barranco, paré a pintar y fui saludando a los peregrinos que, tranquilos, iban adelantándome.
La acuarela izquierda la pinté a primeros de mayo del 2003, donde las fincas verdean primaverales colores. A la derecha el paisaje cambia la gama. Ahora los colores se tornan cálidos, estamos finalizando agosto.
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Mianos (Zaragoza)

El fin de etapa para este día lo tenía marcado en Artieda. Antes de de llegar a Mianos había parado en el Barranco de Calcones. A lo largo de la mañana el sol iba subiendo a su cénit mientras yo recorría los vericuetos de los barrancos que llevan a Mianos que de inmediato apareció ante mis ojos. Estaba cansado y sin agua, pero descargué la mochila y dispuse los bártulos junto al camino para ponerme a pintar. Cogí agua para pintar del arroyo de cristalinas aguas que discurría junto a la cuneta. Miraba sus aguas con ansiedad, pero a pesar de la sed, temeroso de coger una descomposición, pues había bastante ganado pastando en los alrededores, aguanté sin beber hasta la fuente que hay a la entrada de Artieda.
Acabé mi trabajo como pude y seguí la caminata lamentándome interiormente de mi falta de previsión un día sí y otro también e iniciar las etapas provisto del agua y alimentos mínimos para pasar el día sin contratiempos.
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Barranco de Calcones (Mianos, Zaragoza)

Con la mañana llegan las despedidas. Yo suelo salir pronto, pues parando a pintar la jornada se hace larga. Tras un par de horas de monótonos caminos aparecen estas barranqueras que me recuerdan a paisajes semejantes de las Bardenas Reales de Navarra. A la sombra, protegido del sol por el barranco, paré a pintar y fui saludando a los peregrinos que, tranquilos, iban adelantándome.
La acuarela izquierda la pinté a primeros de mayo del 2003, donde las fincas verdean primaverales colores. A la derecha el paisaje cambia la gama. Ahora los colores se tornan cálidos, estamos finalizando agosto.
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Artieda (Zaragoza)

4 de Mayo de 2003, llego a Artieda destrozado. El día había sido duro. Hizo bastante calor y demasiadas horas de camino. Llegué bien entrada la tarde, había parado en dos ocasiones a pintar paisajes de Mianos: el Barranco de Calcones que, me traía recuerdos de mis excursiones por las Bardenas Reales de Navarra, y la panorámica de Mianos.
Al llegar al albergue de Artieda la hospitalera, una joven malagueña, Yolanda para más señas, me echó una buena bronca por no haberme quitado las botas al entrar en el albergue. Luego resultó muy agradable y amiga de amigos míos del albergue de Ruesta con quienes tomamos unas cervezas mientras en el exterior llovía copiosamente. No paró de llover hasta el día siguiente al llegar a Sangüesa. Imposible pintar.
La acuarela de Artieda la pinté en mi segundo paso en Agosto de 2005. La de abajo es de Tiermas, pueblo que aparece sobre una atalaya en la otra orilla del pantano de Yesa y que pinté en 2006.
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Ruesta (Zaragoza)

El día que pasé en Ruesta no paró de llover en todo el día. Desde la terraza del albergue se domina una hermosa panorámica de frondosos bosques de robles y la Sierra de Leire que hoy ocultan las densas nieblas que se funden con el bosque.
No desistí y, protegido por unas sombrillas del albergue, me puse a pintar con mucha dificultad debido a que la humedad impedía la fijación del color sobre el papel como se percibe en el cielo de la acuarela.
El pasado mes de agosto volvía pasar pos Ruesta y pinté un par de acuarelas de la que cuelgo esta en la web, la ermita románica de San Juan Bautista en la que muchísimos pegrinos depositan exvotos en forma de verticales acumulaciones de pequeñas piedras del lugar.
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Undués de Lerda (Zaragoza)

En Mayo de 2003 el recorrido entre Ruesta y Undués lo realicé bajo una lluvia incesante, lo que me impidió el poder parar a pintar.
He vuelto a recorrer estos paisajes en Agosto de 2005. Pintamos estos robles al abandonar Ruesta, junto al cámping, donde comienza un ascenso de cinco kilómetros, que aunque tendidos, se hacen duros. En el alto descansamos e hice unas notas, continuando hacia Undués de Lerda donde pernoctamos en el albergue que está ubicado en el ático de un palacete del siglo XVI. Sólo pasamos la noche cuatro peregrinos. La tarde la aprovechamos para pintar la panorámica del descenso del Camino hacia Undués, donde llegamos tras caminar por una todavía practicable calzada romana.
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Sangüesa (Navarra)

Cuando pinté la portada de la iglesia de Santa María la Real de Sangüesa, obra de gran importancia del románico, ya había terminado el Camino de Santiago, pero haciendo reflexiones sobre mi trabajo consideré necesario volver para pintar este motivo. La realicé en Mayo del 2004, año Xacobeo, así que durante el tiempo en el que estuve pintando fue constante el paso de peregrinos con los que me identificaba y a los que con agrado deseaba "buen camino".
La portada de Santiago la pinté en Agosto de 2005 fecha en la que pasé por Sangüesa como peregrino. Fue un día malo para pintar, pues aunque no jarreaba, no dejó de llover en ningún momento. Mala suerte.
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Rocaforte y Aibar (Navarra)

Para llegar a Izco hay dos opciones. O subir a Rocaforte y cruzar la sierra de Aibar o ir por Lumbier. Como yo pensaba seguir esta segunda opción, a la vista de Rocaforte me paré y pinté su panorámica en la que llama la atención la gran roca de la que seguramente viene su nombre.
El Camino es fuente de infinidad de anécdotas. Estando pintando esta acuarela en el arcén de la carretera, percibí un gran ruido. Instintivamente alcé la vista y mi sorpresa fue mayúscula al ver como pasaba ante mis ojos, a gran velocidad, una rueda de camión. Miré en la dirección que traía la rueda y otra rueda se estrellaba violentamente contra la cuneta mientras un camión de tamaño medio se arrastraba sobre el asfalto sin sus dos ruedas traseras. Se detuvo en la cuneta y vi como su conductor salía descompuesto del vehículo. No pasó nada más ni nada menos.
Las acuarelas de abajo corresponden al camino que va a Izco desde Rocaforte, pasando por la sierra de Aibar.
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Sangüesa (Navarra)

Cuando pinté la portada de la iglesia de Santa María la Real de Sangüesa, obra de gran importancia del románico, ya había terminado el Camino de Santiago, pero haciendo reflexiones sobre mi trabajo consideré necesario volver para pintar este motivo. La realicé en Mayo del 2004, año Xacobeo, así que durante el tiempo en el que estuve pintando fue constante el paso de peregrinos con los que me identificaba y a los que con agrado deseaba "buen camino".
La portada de Santiago la pinté en Agosto de 2005 fecha en la que pasé por Sangüesa como peregrino. Fue un día malo para pintar, pues aunque no jarreaba, no dejó de llover en ningún momento. Mala suerte.
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Monasterio de Leyre (Navarra)

El Monasterio de San Salvador de Leyre está enclavado en la sierra de su nombre sobre el pantano de Yesa rodeado de bosques de encinas y robles. La construcción románica es del siglo XI, destacando la cripta con enormes capiteles.
Algunos peregrinos al llegar a Artieda suelen tomar la margen derecha del pantano de Yesa para visitar el Monasterio de Leyre y Javier. Yo seguí la ruta clásica que es hacerlo por Ruesta y Undués de Lerda por lo que, entonces no visité Leire.
Estuve en mayo de 2004 y aproveché la ocasión para pintar esta acuarela e incorporarla a la web.
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Foz de Lumbier (Navarra)

Mi llegada a la foz la hice bajo en sol de justicia, así que agradecí entrar en ella y protegerme del sol a la sombra de sus farallones rocosos y el frescor de las aguas del Irati que lo cruzan vivazmente. Comí un bocadillo y me puse a pintar por enésima vez la foz mientras contemplaba evolucionar, silenciosos, a los buitres que en gran número anidan en los recovecos más altos de la foz.
El Monasterio de San Salvador de Leyre está enclavado en la sierra de su nombre sobre el pantano de Yesa rodeado de bosques de encinas y robles. La construcción románica es del siglo XI, destacando la cripta con enormes capiteles. Estuve pintando en mayo de 2004, el mismo día que pinté en Sangüesa.
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Cruz de forja (Izco, Navarra)

Esta cruz está en el atrio trasero de la iglesia. Era media mañana y según estaba pintando fueron llegando peregrinos que habían hecho noche en Sangüesa y deteniéndose a la sombra del atrio a descansar y comer algo antes de proseguir el camino. Un hombre del lugar me dijo que la cruz era obra de Martín Lacabe, herrero del pueblo ya fallecido. Me llamó la atención el que sin ser una gran forja se percibía que estaba trabajada con cariño y se notaba el gusto del herrero por el trabajo bien hecho. Una base de piedra formando escalones sostienen la columna de piedra y la cruz. Hay una sensación de que todo se hunde, pero lo impiden las grapas de hierro que unen cada una de las piedras. La cruz está junto a la iglesia y como de alguna manera le quitaba el protagonismo a la cruz, eliminé el edificio dejándola despejada.
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Monreal (Navarra)

Bosque de robles a la entrada en Monreal. Según iba avanzando por el bosque dudaba entre parar a pintar o seguir adelante. Era un tema complejo y ya había pintado un par de acuarelas durante el día, pero finalmente decidí parar y pasar un poco de frío en este interior sombrío. Mientras pintaba pasó un joven "italiano con un acento un tanto germánico" que había conocido en Izco, me hizo un comentario certero: es un tema subrealista. Siguió su camino y volvimos a encontrarnos en Monreal. Lo nombro por si él entra en esta web. Seguro que recuerda el encuentro y la merienda que compartimos en el albergue de Monreal. Suerte.
La acuarela inferior se corresponde con una bella imagen del camino con el monte la Higa de Monreal, a cuyas faldas se haya la población.
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Crucero de Monreal (Navarra)

No todas las cosas están al pie del camino. Para ver el crucero gótico de Monreal hay que buscarlo a la salida del pueblo al pie de La Higa, montaña que sobresale del resto, junto a la carretera que lleva a Pamplona. Está bien restaurado. La columna es nueva y conserva del primitivo la cruz, de muy bella factura, y la base.
Los paisajes cambian cada día. Al fondo la montaña posee infinidad de nuevos "molinos": generadores eólicos de energía eléctrica de los que están llenas las cumbres de los montes de este entorno. Por aquí sopla mucho el cierzo.
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Yárnoz (Navarra)

Yárnoz es uno de los pueblos más sencillos y hermosos del camino. Así me lo parece a mí. No entré en él, pero me encantó su silueta desde que apareció ante mi vista. Me gusta como ocupa escalonadamente la ladera. Su iglesia y la bella torre-fortaleza rematada con ese liviano tejado. Generalmente los núcleos urbanos crecen girando en torno a la iglesia, aquí la disposición es completamente distinta y compone muy bien el tema.
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Ermita de Ntra. Sra. de Eunate (Navarra)

Llegan a decir que este lugar está tocado por la magia. Al llegar yo recibí una atención exquisita en su albergue. A tomar ejemplo, aunque los peregrinos nos conformamos con menos.
A Eunete llegué muy cansado, pues no quería haber realizado tantos kilómetros en la jornada. Venía desde Monreal con mis catorce kilos de mochila al hombro.
Me recibieron María Luz y su esposo, junto con un peregrino que iba a pernoctar en el albergue. Después de charlar un rato, Marúa Luz me comentó que tenía por costumbre lavar los pies de los peregrinos que paraban en su casa. Me pidió mi toalla, me mandó sentarme en un banco e introducir los pies en una palangana de agua tibia que había traído. Puso una música suave y, al compás de las notas, me lavó delicadamente los pies y los secó. Sin comentarios. A continuación me invitaron a cenar algo y a la mañana siguiente al bajar a desayunar me encontré el desayuno preparado y en el tazón, depositada sobre una servilleta, una flor y unos poemas. Gracias María Luz. Hoy, 2008, el hospitalero es otro.
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Ntra. Sra. de Eunate (Navarra)

Antes de partir hacia Puente la Reina todavía tenía ganas de pintar algo más en Eunate y decidí pintar el interior de la ermita. Tuve que esperar un buen rato, después de montar los bártulos, para hacerme con la luz interior que prácticamente está a oscuras y comenzar a ver el color. Mientras pintaba llegaron infinidad de turistas y bastantes peregrinos, pues queda a muy poca distancia para los peregrinos que vienen desde Roncesvalles. Dos matrimonios alemanes entraron sucesivas veces y entonaron diversos cánticos ante la mirada complaciente de otros que permanecían en silencio haciendo signos de aprobación. Los sonidos armoniosos en estos recintos siempre suenan solemnes.
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Puente la Reina (Navarra)

Panorámica de Puente la Reina y el Puente de los Peregrinos, monumento del que toma su nombre la localidad. Fue construido en el siglo XI, bajo el reinado de Sancho III de Navarra, para facilitar el paso de los peregrinos sobre el río Arga camino de Estella. En el horizonte, junto a la torre de la iglesia se intuye la silueta de Obanos, localidad donde se encuentran el Camino Aragonés y el Camino Francés. Los peregrinos continúan hasta Puente la Reina, una de las poblaciones claves en la ruta jacobea, con numerosos servicios, lugares de interés y albergues en los que pernoctar y reponerse del cansancio.