Km. 12: Coria - Sevilla
Km 7: Guijuelo - Fuenterroble de Salvatierra
Salida desde Coria del Río, a las 9:30 de la mañana, para coger el autobús que nos dejaría en Guijuelo a las 17:45. A continuación, después de un cafelito, salimos en bici hasta el Albergue de Fuenterroble de Salvatierra. Este albergue es para mí parada obligatoria en la Vía de la Plata. En él se respira el verdadero camino. Recomiendo a todos los peregrinos una parada en este albergue, aunque solo sea para descansar un rato. Siempre encontraras unas palabras amables y un buen recibimiento.
Después de presentarnos al hospitalero, sellar nuestra credencial y registrarnos en el libro del albergue, nos aseamos y salimos a comprar algo para la cena, y también para desayunar por la mañana. A nuestra salida no hay ningún bar abierto.
En el albergue solo encontramos un peregrino, se estaba recuperando de una caída en bici y tenía el brazo escayolado, según nos comentó, pensaba hacer algunas etapas a pie mientras se quitaba el yeso. También había un matrimonio belga que hacía el camino en bici.
Después de una buena cena, de albóndigas, zumo de malta y frutas, nos dimos una vuelta por el pueblo, para reposar y bajar las bolitas antes de acostarnos. Aprovechamos para visitar algunos lugares históricos de la localidad, con las fotos correspondientes. Sin más, nos fuimos a la cama. Había que madrugar.
Velocidad media: 13,8 km
Velocidad máxima: 45,5 km
Tiempo de pedaleo real: 7,28 horas
Desayuno y salida a las 7:30 de la mañana, en compañía del matrimonio belga. Ellos no tenían intención de realizar la subida al Pico de las Dueñas y nosotros si, por lo que llegó un momento en que nuestros destinos siguieron por senderos diferentes. La verdad es que subir el Pico de las Dueñas tiene migas, pero con las fuerzas intactas por ser el primer día y con tranquilidad se sube perfectamente, unas veces a pie y otras andando.
Una vez en la cima y tras un pequeño descanso y fotos de rigor, comenzamos la bajada, que también se las trae, con mucha piedra suelta y otras no tan sueltas, las que en un momento te cortan una cubierta y si te caes te puedes hacer bastante daño. Por esto hay que bajar con sumo cuidado y sin hacer locuras. Ya bajado el Pico de las Dueñas todo era cuesta abajo y algún que otro repecho, que por la propia inercia se subía tranquilamente.
A nuestro paso por San Pedro de Rozados tomamos alguna fruta. Entramos en Salamanca a la 12 de la mañana por la localidad de Aldeatejada.
Pedaleamos por una pasada de carril bici y peatonal que llega hasta Salamanca, donde realizamos una fugaz visita. Ya la conocemos de caminos anteriores. Preferimos seguir hasta el albergue de la localidad de El Cubo de la Tierra del Vino, en el cual teníamos previsto pernoctar. Claro que antes nos echamos las fotos de rigor, en una visita a la Plaza Mayor de Salamanca. ¡Impresionante!. Poco antes de llegar al Cubo paramos en Calzada de Valdunciel, para comer en el bar de la piscina municipal, tomamos un bocata caliente y unas jarras de zumos de malta, recuperamos fuerzas y seguimos para llegar cuanto antes.
En Calzada de Valdunciel hay también un buen albergue, en el cual hemos pernoctado varias veces.
Llegamos al Cubo de la Tierra del Vino nos fuimos directos al albergue. No estaba el hospitalero, así que entramos, hicimos la colada y nos aseamos.
El albergue tiene muchas camas, pero muy apretadas y además cuesta 10 €.
El principal problema era que había una peregrina, con una tos de fumadora superactiva, y cuando dejó de toser, al dormirse, parecía un volcán en erupción por sus ronquidos. La noche que nos esperaba podía ser tremenda.
Total, que lo pensamos mejor y sobre la 5 de la tarde, con la colada casi mojada, nos montamos en las bicis y nos fuimos en busca de próximo albergue de Villanueva de Campean. En esa localidad hay dos albergues, uno privado y otro publico. Después de ver los dos escogimos el privado. Aunque ambos costaban lo mismo, 6 €, el privado lo vimos más acogedor, y además teníamos el albergue para los dos solos. El dueño del albergue lo es asimismo del bar Vía de la Plata y allí comimos un buen menú por 9 €. Albergue y cena por 15 €.
El albergue publico estaba ocupado por un único peregrino, el roteño Pedro, con el cual, después de comer charlamos largamente, dando una vuelta por el pueblo, hablamos de nuestros respectiva anécdotas en el camino. Nos contó que coincidió con la señora que roncaba tanto y para dejarla atrás hizo dos etapas en una. Decía que era insoportable el respirar de esa señora, parece que acertamos al venirnos. En el transcurso del paseo observamos unos ciruelos en plena calle y lleno de frutos, así que pensamos que ya teníamos el desayuno, llenamos una bolsita para cada uno.
Velocidad media: 12,5 km
Velocidad máxima: 42 km
Tiempo de pedaleo real: 7 horas
Las ciruelas nos sirvieron para coger fuerza por la mañana, puesto que los bares tan temprano están cerrados. Salimos a las 7:15 en dirección a Zamora y pasamos junto a la localidad de San Marcial. En este pueblo parece que no quieren nada con los peregrinos, colocan las señales de forma que rodeemos el pueblo para pasar de largo, y esto es lo que hicimos. Antes de entrar en el término de Zamora volvimos a encontrar al roteño Pedro, se pego el madrugón y comenzó su andadura a las 5 y media de la mañana. Le saludamos, deseándole un buen camino y continuamos nuestra ruta.
Entramos en Zamora sobre las 9 de la mañana y desayunamos nuestro café con tostadas, que ya lo echábamos de menos. A partir de ahora es difícil encontrar tostadas en los bares. Solo te ponen dulces o croissant.
Sellamos la credencial en el albergue de Zamora, compramos el bocata de media mañana y al pasar por la localidad de Montamarta nos sentamos en un banco de la plaza y allí mismo comimos.
Recuerdo que el año pasado, nos tuvimos que desviar a la carretera porque el camino estaba inundado por el embalse, este año estaba vacío.
¡¡¡ Qué falta hace el agua en toda España...
La salida de Montamarta sigue igual de mal que otros años. Con las obras de la autopista casi paralizadas, al final nos hacen cruzar la general y seguir por un camino más en condiciones, el cual nos llevo hasta Granja de Moreruela. Creo que es preferible salir de Montamarta por la N- 525 y coger el desvío a la derecha hacia Granja, aunque la circulación de vehículos es bastante peligrosa. En esta ruta se encuentran las ruinas del Castillo de Castrotorafe que en sus tiempos sería una gran fortaleza.
En Granja de Moreruela nos pasamos para conocer el estado del albergue municipal. Estimamos que es pequeño para tantas camas como hay en las habitaciones, está todo muy reducido y resulta muy agobiante. Por esto decidimos seguir mas adelante.
Granja de Moreruela es una localidad muy emblematica en la Via de la Plata, por lo que nos extrañó los pocos servicios de que dispone la localidad para los peregrinos. Hay que resaltar que en Granja de Moreruela se encuentra la división entre la Via de la Plata y el Camino Sanabrés.
La Vía de la Plata sigue hacia Astorga para enlazar con el Camino Frances y el Camino Sanabrés nos lleva por Puebla de Sanabria y Orense.
Comimos en uno de los pocos bares que hay en la localidad, o por lo menos esa fue nuestra sensación.
Antes de abandonar el pueblo , nos desviamos para visitar las ruinas del Monasterio de Moreruela. Nos pegamos cuatro kilómetros hasta el Monasterio y nos encontramos con las puertas cerradas, los lunes no abren. Un poco desilusionados, nos sentamos a la sombra de unos árboles, descansamos un rato y seguimos hasta Faramontanos de Tabará donde nos refrescamos y de camino nos pasamos a conocer, lo que ofrece el ayuntamiento para que pernocten los peregrinos. Se puede dormir en un salón grandísimo, un edificio municipal de multiusos, con aseos, pero sin duchas, ni colchones. Por lo menos ofrecen lo que tienen, que no es poco.
Proseguimos el camino y llegamos a nuestro destino , por ese día, la localidad de Tabará.
Encontramos a varios peregrinos ya en el albergue, un español y tres alemanes. También ellos están que trinan con la política de la Merkel.
En el mismo albergue comimos algunas latitas de conservas y frutas. Y ya puestos a dormir, pude comprobar que uno de los peregrinos, precisamente el español, no roncaba. Eso eran tormentas de truenos. Así que tome mi colchón y lo tendí en el salón de la cocina, bastante grande. Allí dormí de un tirón, sin escuchar ni una mosca.
Velocidad media: 14,7 km
Velocidad máxima: 46,5 km
Tiempo de pedaleo real: 5,21 horas
A las 6:15 en planta, tomamos nuestros zumos y dulces en compañía de los demás peregrinos. Un poco de cachondeo por el tema de los ronquidos y a pedalear de nuevo , en busca de un café. Todo cerrado en Tabará, pasamos por Villanueva de las Peras, Santa Croya del Tera, Santa Marta del Tera y seguían todos los bares cerrados. Al final tomamos el dichoso café en Calzada del Tera a las 10 de la mañana.
Durante esta etapa estamos encontrando más peregrinos a pie. La ruta también se endurece bastante, con continuos sube y baja, el típico terreno conocido como "rompepiernas". Menos mal que la belleza de la ruta, siempre bordeando el Río Tera, nos hace más llevadera la etapa.
En Río Negro del Puente, sobre las 12 del mediodía, paramos a tomar algo de alimento. En un bar tomamos unos pinchos con unas cervezas y luego nos paramos un rato en la piscina fluvial. Allí nos relajamos un rato, con un pequeño baño en el río, eso sí, solo las piernas que no era cuestión de mojarse el culote.
Ya en Asturianos intentamos comer en el Restaurante Las Vegas. Aquí pasan de los peregrinos, no querían que dejáramos las bicis en un rincón de la terraza, las querían fuera y la verdad es que la bici para nosotros es todo, es nuestra casa ambulante, así que desistimos de comer donde a los peregrinos no nos quieren. Nos marchamos hacia el albergue y allí mismo comimos unos montaditos y unas cervezas.
El albergue esta bastante bien, cuesta 4 € y tiene unos servicios muy buenos, con camas estupendas, así como una buena limpieza. En el mismo albergue dan un menú de 9 €. Por la noche lo probamos y quedamos más que satisfechos.
Para hacer un poco la digestión, salimos a dar una vuelta y preguntando una cosa del pueblo a un señor que pasaba, nos invito a entrar en su casa, en la cual pasamos un rato tela de agradable en compañía de su esposa e hijo. Amablemente nos invitaron a unos licores caseros y unas pastas. Estas personas son las que dan esencia al Camino de Santiago, gracias Fina, gracias Antonio y también a su hijo que nos presento a una perdiz que parecía un perrito faldero, no se separaba de el.
Ya teníamos hecha la idea de estar solos en el albergue, pero por la tarde se presento un peregrino andando, era italiano. Hacia el camino bastante tranquilo, con etapas cortas y sin madrugar mucho .
La anécdota fue que quería las ventanas abiertas porque tenia calor y nosotros frío, así que en democracia las mayorías mandan y las ventanas cerradas. Hacia frío, hasta el punto de que por la mañana el termómetro marcaba los 5 grados, aunque en el albergue no se notaba tanto.
Velocidad media: 13,1 km
Velocidad máxima: 54 km
Tiempo de pedaleo real: 8,19 horas
Esta etapa fue de una dureza extrema, con unas temperaturas muy bajas, (salimos con 5º grados) y además nos esperaban dos puertos de montaña, El Padornelo y A Canda.
A la salida, como siempre sobre las 7 de la mañana, tomamos unos zumos con dulces y salimos confiados porque parecía que no hacía frío, pero en bici es diferente y el error de no abrigarnos bien nos pasó factura a lo largo de la etapa. En la cuesta abajo paramos para colocarnos el chubasquero y en Puebla de Sanabria tomamos café y acabamos de colocarnos perneras, manguitos y hasta las bragas. Hacía tanto frío que subimos Padornelo con el chubasquero puesto.
Llegando a la localidad de Requejo nos adelantaron tres ciclistas, un catalán y un matrimonio vasco, con los cuales intimaríamos en las posteriores etapas. Pasando la localidad de Padornelo hay que bajar el puerto. Muy bien abrigados bajamos a toda velocidad hasta llegar a Lubian. Allí paramos para comer el bocata mañanero y volvimos a encontrar a los tres ciclistas, también desayunando
La salida de Lubian tiene una fuerte bajada hasta el cruce de la N-525 y la antigua carretera comarcal. Hay que elegir un itinerario y optamos por esta última, pues aunque se sube mucho más alto, la pendiente es más relajada.
Subiendo el puerto de A Canda lo normal era tener calor, pero no, lo mismo teníamos calor que frío. El chubasquero era un continuo quita y pon, ello dependía de las continuas curvas de la carretera, cuando te daba de cara el viento gélido del norte.
Una vez en la cima comprobamos la gran altura que toma esta carretera en comparación con la A- 66 y la N- 525.
En la misma cima se encuentran las señales de la frontera entre Zamora y Orense.
Documentamos nuestra entrada en Galicia con las correspondientes fotos.
Ya nos quedaba tomar la bajada de A Canda a A Gudiña, una fuerte pendiente, aunque antes de llegar a A Gudiña encontraremos, al paso por diferentes localidades, unos continuos "rompepiernas".
Nuestro pensamiento era, en principio, pernoctar en el albergue de A Gudiña. Estaba casi lleno y otros peregrinos que venían de camino, así que para dejar sitio a los que venían andando, comimos en un bar y seguimos nuestro camino hasta el próximo albergue de Laza. Es una lastima que el albergue intermedio de Campobecerros lo hayan cerrado. Este albergue se encuentra exactamente entre A Gudiña y Laza, con lo que la persona que hace el camino andando, tiene ahora que hacer una etapa de mas de 35 kilómetros, con bastantes pendientes.
Llegamos a Laza sobre las 6 de la tarde y encontramos el albergue casi lleno, otra vez volvimos a coincidir con el catalán y el matrimonio vasco, además de con un matrimonio portugués que hacían el camino en un tándem, la verdad es que congeniamos bastante bien con todos ellos.
Nos aseamos y compramos algunos comestibles para la cena y el desayuno . Intentamos hacer una tortilla de patatas para cenar, pero entre que no se podían freír las patatas - las cocimos con agua - la que sartén se pegaba, al final nos comimos, una especie de pasta de patatas y huevos que estaba hasta bueno , o quizás sería el hambre.
Llegada la hora de dormir encontramos algo agobiante la habitación, tan pequeña y con ocho camas en cuatro literas, sin pensarlo cogimos los colchones y nos acostamos en el salón, un salón bastante grande por cierto y donde sabíamos que no íbamos a estorbar a nadie.
Velocidad media: 13,1 km
Velocidad máxima: 54 km
Tiempo de pedaleo real: 8,19 horas
Cuando nos levantamos, a las 6:15, ya habían partido algunos peregrinos a pie. No los encontramos porque las bicis suben por un sitio diferente. Tan solo encontramos a una peregrina en Alberguería de las que estaban en Laza. Esa saldría a las 5 de la mañana andando.
Desayunamos y sobre las 7 de la mañana en marcha, había que subir unos de los puertos mas pesados, el de Alberguería, con más de 12 kilómetros de continua subida. Creo que es el más duro del Camino Sanabrés.
Pero en fin, con paciencia todo se sube y cuando llegas a la cima te encuentras con El Rincón del Peregrino, un paraíso que ha creado Luis para que recuperemos fuerzas, después de tan dura subida.
Tiene un albergue gratuito, desde luego hay que dejar un donativo para su mantenimiento, tomamos un café y un supito de elaboración propia y nos invita a dejar nuestra firma en una viera, luego la coloca en la pared o donde puede, se esta quedado sin espacio , con tantas miles de vieras adornando paredes y los techos.
En la piscina de Xunqueira de Ambia, sobre la 11 de la mañana, tomamos el bocata mañanero.
Con tanto esfuerzo hay que comer algo cada dos horas, antes de que te entre la famosa pájara.
El albergue de Orense se encuentra junto al cementerio de San Francisco en cuya entrada reza esta leyenda "El termino de la vida aquí lo veis, el destino del alma según obréis".
El albergue estaba casi lleno, nos dieron las plazas a regañadientes, pues esperaban a bastantes peregrinos a pie y ellos tienen prioridad hasta las 20 horas.
Poco después, llegaron los ciclistas que estaban con nosotros en Laza, a ellos no les dieron plaza, tuvieron que esperar hasta la hora limite para tener cama en el albergue, esa noche se ocuparon las 36 plazas del albergue. Según la hospitalera, en los dos días anteriores habían pernoctado tan solo 7 peregrinos.
Comimos en el bar de costumbre, junto al puente romano. Sirven un buen menú, buen precio y son agradables. Para que cambiar.
Una de las cosas más agradables de Orense son sus termas, recomiendo a todo el que pase por Orense que no se pierda una sesión en las termas. Esta vez fuimos a unas termas nuevas, construidas recientemente junto a la fuente de las Burgas, cuesta 3 €, tiene sauna gratis, una piscina poco profunda, 50 cm y otra piscina con metro y medio de profundidad, con el agua a unos 37 a 40 grados, una delicia para unas piernas tan cansadas. La verdad es que sale uno casi nuevo.
Después cena en el albergue y a la cama con tapones en los oídos, aquello era un concierto de ronquidos, pero a lo bruto.
Velocidad media: 10,1 km
Velocidad máxima: 48,7 km
Tiempo de pedaleo real: 6,59 horas
Antes de partir, foto en la puerta del albergue y del puente romano, la salida a las 7 de la mañana. Otras veces hemos optados por la N-
525 para salir de Orense, pero decidimos esta vez salir por Cudeiro, es el camino que llevan los peregrinos a pie, por cierto bastante duro para ir en bici, con unas pendientes del 20% y además arrastrando el peso de la bicicleta y las alforjas.
Una vez arriba nos desviamos hacia Castro de Beiro y desde allí en dirección Cea. El camino era bonito, pero impracticable para ir en bici. Todo eran piedras y piedras, casi todo el tiempo andando.
Pero por la belleza natural que nos rodeaba, merecía la pena el esfuerzo que estábamos haciendo.
Desayuno en Cea, el bocata mañanero y continuamos nuestro camino.
Entre la opción a seguir entre el Monasterio de Oseira y Piñor, escogemos esta ultima. Tomamos dirección a Castro Dozón, Lalín y el final de la etapa en Silleda. Antes paramos en el Polígono Industrial de Lalín y comimos en el bar Don Antonio.
En Silleda hay dos albergues, uno que es parroquial estaba cerrado y el otro privado. Este es un piso que te alquilan las habitaciones. Tiene cocina, lavadora, secadora y por 8 € esta de lujo, muy recomendable. Las bicis nos la guardan en el garaje Tan solo un pero. Las habitaciones están en la 3ª y 4ª planta y además sin ascensor, las piernas ya no estaban para tantos escalones.
En este albergue volvimos a coincidir , que me perdonen pero no me acuerdo de sus nombres, con el catalán y los matrimonios vasco y portugués. Juntos nos fuimos a cenar, en el Bar Ricardo con un menú de 8 €, un bar recomendado por el albergue, pero que por cierto yo no lo recomiendo a nadie. Comida regular, mal carácter de la señora que por fuerza quería que escogiéramos un menú de 15 €.
Esta localidad es lo bastante grande para poder elegir otros sitios donde comer, incluso en el mismo albergue que tiene una cocina bastante completa.
Velocidad media: 10,1 km
Velocidad máxima: 48,7 km
Tiempo de pedaleo real: 6,59 horas
En la noche anterior quedamos en desayunar todos juntos, unos zumos, dulces, croissant, etc.
Nos levantamos un poco mas tarde que de costumbre, como ya estábamos muy cerca de Santiago y la etapa del día era corta no hacia falta madrugar tanto. Nos levantamos a las 7:15 y nos preparamos para la última etapa. El desayuno resulto muy ameno y entre charla que te charla se nos hizo un poco tarde, queríamos llegar a Santiago sobre la 12 y eran más de las 8 de la mañana.
Como nos temíamos las salida fue tarde, sobre las 9 de la mañana, teníamos que hacer unos 45 kilómetros para llegar a nuestro destino.
Empezamos a rodar por la N- 525 y al llegar a Bandeira entramos ya por el camino tradicional, mas lento, pero mas relajado y bonito.
El tiempo pasaba y viendo que podíamos llegar a Santiago bastante tarde, decidimos volver a retomar la N-525 a la altura de Puente Ulla A partir de entonces rodamos más rápido y llegamos a nuestra meta sobre las 13 horas, una hora aceptable, con idea de buscar alojamiento y asearnos antes de comer.
El alojamiento fue el mismo de años anteriores, Hostal Restaurante Pumar. Siempre nos han tratado bien y la habitación es bastante buena, además de poder guardar las bicis en sitio seguro.
Comimos en el mismo restaurante del hostal y luego nos dimos una vuelta, para relajar la comida y de camino recoger nuestra Compostela.
Ya después de una buena siesta, salimos a celebrar la finalización de nuestro camino, un camino que resulto extraordinario, sin ningún percance y cosa rara, ni un solo pinchazo en cerca de 600 kilómetros y eso que hemos transitado por caminos muy propensos a llantazos y riesgo de caídas. Todo ha salido bien gracias a nuestra precaución.
Ahora a recuperar fuerzas y a pensar en nuestra próxima ruta, ya contaremos.