http://www.e-mtb.com/foroleer.php?id=11299
http://www.ciclofilia.org/documentos/cronicas/CaminoSantiagoViaPlata2006.pdf
Este escrito llego a nuestras manos después de dos años consecutivos realizando el camino de Santiago, según este trozo de historia el Apóstol Santiago salio desde Sevilla acompañado de un paisano nuestro.
A pesar de que continuamente pensamos en volver realizar el Camino de Santiago, estas notas históricas nos da mas motivos, si cabe, por volver a ese camino, admirar esos paisajes, nuestro paso por esos pueblos maravillosos y lo más importante, gozar de la hospitalidad y el ánimo que recibimos todos los peregrinos a todo lo largo de la Vía de la Plata. Esas cosas, en su computo global, son las que nos tiene impacientes todo el año, deseando de que nos llegue la hora de volver a rodar por la Vía de la Plata hacia Santiago de Compostela, ese camino que parece que mientras más se hace, más te engancha.
Es pues que les queremos comentar nuestras vivencias en ese camino, deseamos que la narración de nuestras andanzas por esos caminos ayude en un futuro a cuantas personas deseen realizar el Camino de Santiago por la Vía de la Plata (Camino Sanabrés) hasta llegar a Santiago de Compostela. No hemos intentado hacer una guía del camino, ya existen muchas, lo que queremos es comentar las vicisitudes del camino, junto con algunas anécdotas que nos han pasado. Con esa sana intención queremos hacer llegar esta memoria a cuantas más personas mejor y al mismo tiempo intentar que la lectura no sea un tostón, solamente que sea amena y entretenida.
La historia comienza como siempre, es decir, con todo el año pensando y hablando de lo mismo, cuando salimos y a que hora. Pues bien, a continuación y tras esta parrafada lo mejor es que vayamos al lío, allá vamos.
Después de todo un año esperando llego la hora, la hora de comenzar nuestra segunda andadura por el Camino de Santiago "Vía de la Plata". Teníamos ilusión en que nos acompañaran algunos chavales del club, en principio eran tres chavales los que querían hacer el viaje, pero por circunstancias diversas no pudieron venir y la verdad es que estamos seguros de que cultural y socialmente se hubieran enriquecido bastante.
Aparte de ello las cosas se nos pusieron bastante bien, hablando con el delegado de deportes del Ayuntamiento de Coria del Río, Emilio Osuna, le propusimos que nos subvencionara algo de esta actividad socio-cultural-deportiva que pensábamos realizar y después de presentarle el proyecto que nos solicito consiguió una subvención que nos vino de perla.
El mismo día de partir tuvimos una baja inesperada, justo en la misma noche del día 12, casi al tiempo de partir, a Pedro le surgió un problema que le impidió hacer el camino, Al final los que partimos a las 7 de la mañana, desde el Parque Carlos de Mesa, fuimos cuatro, cuatro corianos rumbo a Santiago de Compostela por la Vía de la Plata, Miguel Recacha, Manuel Solano, José María Perejón y Antonio Garzón.
Comenzamos la aventura.
La primera etapa empezó bien, con un ritmo estupendo, fuimos por la orilla del río hasta Santiponce y seguimos por camino hasta Guillena donde paramos para desayunar.
El próximo pueblo era Castiblanco de los Arroyos, paramos un rato para reponer agua, tomar un refresco, se notaba ya el calor, y algo de comida porque ya no pisábamos más pueblos hasta Almadén de la Plata, quedaba un buen tirón y en muchos kilómetros no encontraremos ninguna localidad. Al final llegamos hasta Almadén, de milagro pero llegamos, no nos podíamos imaginar lo que pesa una bicicleta cargada con las alforjas subiendo la cuesta del "Calvario", llegamos reventados y menos mal que Recacha subió con su bici y bajo para ayudarnos.
Una vez arriba y con Almadén a un paso nos paramos para respirar un poco de aire y tomar las fotos de rigor con nuestras caras reflejando la fatiga que habíamos pasado.
Bajamos por una buena pendiente y llegamos al pueblo, no se a quien se le ocurrió, pero preguntamos a un chaval si había piscina municipal y nos respondió positivamente, nos fuimos derechito a la piscina y después de un baño reconfortante nos pegamos unas pocas cervezas, por eso de recuperar liquido, nos comimos allí mismo unos serranitos estupendos. Después de una buena siesta en el césped de la piscina y de otro remojón en la piscina nos despedimos de Almadén y partimos rumbo al Real de la Jara.
Llegamos sobre la 18:30 y tuvimos que esperar un buen rato, en el Ayuntamiento, a la encargada del albergue, pagamos 8 euros por barba, un poco caro, el albergue aunque esta bien creemos que es mejorable, no tiene frigorífico, ni cocina. Limpiamos las bicis y engrasamos, eso tiene que ser diario, nos aseamos, comimos en un bar y después de andar un rato nos fuimos a la cama, con el calor que hacia Perejón y Recacha durmieron en unos colchones fuera del albergue, fin de la primera etapa.
La segunda etapa estaba previsto de hacer unos 100 km, al final hicimos 146 desde el Real de la Jara a Mérida con un calor sofocante, una brutalidad que después nos paso factura. Partimos del Real de la Jara sobre la 7 de la mañana, tomamos café y unos dulces en el mismo pueblo y a pedalear. Encontramos algunas rampas fuertes antes de llegar a Monasterio, allí tomamos un desayuno reconfortante, sentados en los veladores de una plaza céntrica con una buena temperatura.
Al paso por Fuente de Cantos se unió a nosotros Miguel Trujillo, un malagueño que iba haciendo el camino solo.
Pedaleando, pedaleando llegamos a Villafranca de los Barros, lo primero fue preguntar donde estaba la piscina municipal, el encargado se enrollo con nosotros y dejo entrar las bicis casi en la zona de baño. Allí nos bañamos, comimos y nos dimos un "peazo" de siesta, gente muy amable en ese pueblo. Sobre la cinco empezamos otra vez a pedalear para intentar llegar al albergue de Mérida, una locura con 45 grados de temperatura, por el camino nos encontramos a un ciclista que resulto ser paisano nuestro, un farmacéutico de Mérida que era familiar de García Campos, un medico de Coria del Río, después de pedalear unos 50 km llegamos a Mérida, nuestro paisano nos llevo directamente al albergue, muy agradecido.
El albergue es muy bonito, un viejo molino de pan rehabilitado y enclavado en un sitio perfecto, sobre el rió Guadiana, le falta habilitar la cocina, por lo demás bien. Tiene también el problema de las duchas en verano, las tuberías que suministran el agua están a pleno sol y el agua siempre sale caliente, incluso cortando la llave del termo no salía fría, nos entraron ganas de bañarnos en el río porque hacia una calor sofocante. Después de "asear las bicis", nos aseamos nosotros y salimos a buscar algún sitio para comer, justo llegando a un bar empezó a caer un autentico diluvio de agua, incomprensible después de la calor que habíamos pasado, sentados en una mesa, en calzonas y chanclas, comimos y esperamos que dejara de llover.
Ese día estaban de fiesta en la plaza con obras de teatro, por cierto, se nos acerco uno de los jóvenes y le tuvimos que invitar a un bocata, algunos se buscan la vida muy bien. Una vez que dejo de llover nos fuimos para el albergue y aunque había llovido el calor seguía presente, Perejón y Recacha al igual que hicieron en el Real de la Jara, sacaron los colchones y durmieron en el porche del albergue, la segunda etapa estaba hecha.
La salida a las 7 de la mañana, aquí se nos despidió Miguel, el ciclista de Málaga, un familiar estaba bastante enfermo y tenia que regresar, pero la vida sigue y nosotros no íbamos a ser menos, después de las fotos en lugares emblemáticos de Mérida iniciamos el pedaleo con idea de llegar al albergue de Casar de Cáceres. Pasamos por el Embalse de Proserpina y seguimos deseando encontrar un sitio donde tomar algo sólido.
El desayuno lo tomamos en Alcuescar, unas tostadas y cafelitos, Garzón metió la pata y nunca mejor dicho, le dio a la mesa y regó el suelo de café. Aunque hacia bastante calor no había fuertes pendientes y el camino se hizo bastante llevadero.
Por el camino paramos en varios miliarios para hacernos fotos, era obligado posar junto a tanta historia, y llegamos a Valdesalor con parada para el almuerzo y como no, chapuzón y siesta en la piscina municipal, la comida fue abundante, quizás mas de la cuenta con el calor que hacia.
A las cinco de la tarde, con 40 grados de temperatura empezamos a pedalear para llegar cuanto antes a Cáceres, paramos en todas las fuentes que encontrábamos por el camino y llegamos, por fin a Cáceres. Era parada obligatoria, la Ciudad Monumental de Cáceres se merece una visita y la realizamos plasmando en las fotos de nuestra cámara digital el inmenso patrimonio cultural que encontrábamos en las calles de esa ciudad monumental.
Para no llegar demasiado tarde a Casar realizamos la visita un poco rápida, con todo ello nos dio tiempo de ver casi toda la ciudad monumental, nos montamos de nuevo en las bicis y a pedalear rumbo a Casar de Cáceres, en los 18 kilómetros que hay hasta llegar a Casar de Cáceres empezó Solano a ponerse enfermo, la cantidad de kilómetros realizados y la tremenda calor que llevábamos soportando todo el día nos hizo mella, Manuel Solano casi no llega a Casar, justo en la entrada de Casar le entraron los primeros vómitos, una vez en el albergue no encontraba mejoría y empeoraba cada vez más, con vómitos y diarreas, se puso bastante enfermo, hasta el punto de decidir regresar al día siguiente a su casa.
Los demás por lo pronto estábamos bien, cenamos unas pastas e intentamos descansar algo. La noche fue tremenda, aunque el albergue es estupendo, entre el calor, la puñetera campana del Ayuntamiento y la noche que paso Manuel Solano, no pegamos ojo en toda la noche. La campana del Ayuntamiento se merece una mención aparte, es un martirio para todo el que pasa la noche en el albergue, da las campanadas más fuertes que hemos escuchado nunca, esta justo enfrente del albergue y repite las campanadas a los cinco minutos, totalmente insoportable.
Sin haber pegado ojo nos levantamos para reanudar el viaje, Antonio Garzón empezó a tener síntomas de gastroenteritis pero dispuesto a continuar, Solano había avisado a su casa para que pasaran a recogerlo, José María Perejón estaba hecho polvo y se quería también marchar con Solano, estábamos pagando el esfuerzo de tantos kilómetros diarios soportando una calor sofocante y un ritmo superior al que estábamos acostumbrados, el grupo corría el riesgo de terminar la aventura antes de tiempo. Al final Garzón animó a Perejón a seguir en camino y sobre las 10:30 de la mañana partimos hacia delante solo tres, Recacha, Perejón y Garzón, Solano se quedo esperando a que vinieran a recogerlo, quedamos en que cuando se recuperara cogería un autobús y nos alcanzaría en otra etapa.
Por el camino Perejón fue mejorando, pero no su bici que se la rompió la cadena, paramos y la arreglamos, Garzón al contrario empeoro bastante, los 40 kilómetros hasta Cañaveral fueron un suplicio para él, llegamos a Cañaveral sobre las 2 de la tarde, muy cansados. El albergue es un piso habilitado por el Ayuntamiento con tres habitaciones y siete camas, creemos que se podría aprovechar mejor el espacio instalando literas, también cuenta con cocina, frigorífico y televisor, en general muy bien.
Una vez alojados en el albergue y en vista de que estábamos sin fuerzas y deshidratados, decidimos, Perejón y Garzón, quedarnos ese día en Cañaveral para ir al medico, el cual nos dijo que teníamos que estar de descanso por lo menos dos días para recuperarnos. Ya antes, Recacha había decidido continuar el camino solo, nos dijo que tenía problemas de días de vacaciones y el quería llegar a Santiago, pensaba que tal como estábamos no íbamos a llegar, total que le proporcionamos planos y algunos parches y continuo solo el camino. El grupo quedo reducido a dos personas, Perejón y Garzón.
Pero no todo iba a ser negativo, por la noche nos llamo Solano para decirnos que estaba bastante mejor y quería continuar el camino, le dijimos donde estábamos y por la mañana se nos unió en Cañaveral, fue una tremenda alegría, por lo menos estábamos juntos de nuevo. Pasamos el día en la piscina municipal, fresquito y descansando, la entrada es gratuita para los peregrinos por gentileza del Ayuntamiento, en la misma piscina coincidimos con otros dos peregrinos, padre e hijo, que comenzaban el camino desde Cañaveral, el padre se empeño en que el hijo se bañara en la piscina y el hijo en no bañarse, nos dio la impresión de que no llegarían muy lejos en el camino, pero ojalá lo hayan conseguido, tiene que ser muy bonito realizar ese camino con tu hijo.
Aparte de eso, Garzón siguió durante todo el día con la barriga suelta y visitando continuamente a su amigo Roca, se hicieron amigos íntimos. Mientras tanto en el albergue las cosas se iban complicando, empezaron a llegar peregrinos y ya no se cabía, mucho espacio y pocas camas, unos pocos que llegaron, con caballos, se tuvieron que ir a dormir a la cochera de abajo del albergue, donde también estaban los caballos.
Total, que el día 17 de Julio lo dedicamos a descansar y recuperarnos un poco de nuestra gastroenteritis, comiendo pescadito a la plancha, mucho acuario y suero que compramos en el mismo Cañaveral, por cierto, la farmacia estaba cerrada y la farmacéutica fue tan amable de abrir solo para proporcionarnos el suero, le agradecemos enormemente ese detalle.
Por la mañana, aunque no estábamos completamente repuestos, decidimos partir. El día antes se había declarado un incendio en el entorno de Cañaveral, seguía activo y el camino no estaba apto para ir en bicicleta, ni a pie. Teníamos que ir por carretera, a la vista de ello y que más adelante había un tramo de unos 40 kilómetros en los que no había ninguna posibilidad de repostar agua y como la calor seguía apretando, decidimos coger el autobús en Cañaveral para salvar ese tramo, teníamos miedo de recaer otra vez. Nos bajamos del autobús y paramos en Puerto de Bejar para comprar algunos comestibles, más adelante, sentados sobre un pilón de agua muy antiguo, dimos cuenta de un almuerzo a base de jamón york y frutas, justo al lado había una zona de hierbas que invitaba a darnos una siesta, no lo pensamos y nos tendimos en el suelo con nuestro saco de dormir, de pronto el día comenzó a nublarse y justo con las primeras gotas de lluvia salimos pitando, o mejor dicho pedaleando, bajo una fina lluvia conseguimos llegar al albergue de Fuenteroble de Salvatierra.
El albergue lo conocíamos del año anterior, que aunque no pernoctamos en el nos acogieron estupendamente e incluso nos invitaron a comer. Este año si nos íbamos a quedar a dormir y si era posible compartir algún ratillo con el padre Blas. Nos recibieron estupendamente, como siempre, el albergue es bastante acogedor, de los mas grandes de la Vía de la Plata, hecho con el esfuerzo de todo un pueblo y con el incansable padre Blas siempre trabajando por mejorarlo e intentar que al peregrino no le falte de nada. Una de las anécdotas fue que llegaron cinco ciclistas, creemos que eran catalanes y creyeron que estaban en un hotel, pidieron habitaciones con tres y dos camas. Se ve que desconocían por completo lo que es la Vía de la Plata.
Después de tomar posesión de nuestras estupendas literas, en una habitación con alrededor de treinta camas, lo primero que hicimos fue asear las bicis, como siempre, posteriormente lavamos alguna ropilla, nos aseamos nosotros y a continuación realizamos una visita por todo el pueblo, hicimos algunas fotos, tiene algunos rincones llenos de historia y merece la pena darse una vuelta por sus calles y alrededores. Compramos comida en el único bar-tienda del pueblo y en la misma puerta del bar, sentados en una mesa, nos dimos un banquete a base de chacinas y un buen vino, brindamos porque la cosa iba mejorando, la buena temperatura nos acompañaba y esperábamos dormir sin mucho agobio de calor, Perejon se puso a dormir con la ventana abierta y por la madrugada tubo que cerrarla y taparse con el saco de dormir, justo al lado le toco un peregrino que tenia una respiración totalmente sincronizada con el "serete", es decir, que después de tres ronquidos se le escapaba un "peito", pero todo ello era preferible a la calor de las noches anteriores o a las campanas del Ayuntamiento de Casar de Cáceres.
Durante la noche llovió bastante y por la mañana nos levantamos con la pega de que no había luz, con las linternas nos preparamos como pudimos, tomamos unos dulces y zumos, menos Garzón que no estaba recuperado del todo de la gastroenteritis y seguía visitando a su amigo Roca, la cena de la noche anterior fue más abundante de la cuenta y pago las consecuencias. A Perejón en cambio le sentó bastante bien todas las chacinas, estaba como una moto, comió chorizo, salchichón, queso y casi una barra de mortadela, por la mañana sobre la bici estaba que se salía.
Como era nuestra real costumbre comenzamos la marcha sobre las siete de la mañana, los caminos eran de tierra y estaban bastante húmedos por la lluvia de esa noche. Encontramos al peregrino de la noche anterior y nos bajamos de la bici para charlar un rato. Después de un buen tramo recorrido llegamos al Pico de las Dueñas, una pendiente bastante empinada, lo subimos poco a poco, a veces en bici y casi siempre andando, muy bien señalizado el camino, sin perdidas. Garzón tubo que parar, la gastroenteritis le estaba volviendo a pasar factura y no podía con su cuerpo, el peregrino que venia andando nos alcanzó, nos saludamos de nuevo y seguimos la marcha. Después de una buena bajada tuvimos el primer contratiempo, Perejón pincho o mejor dicho la rueda de su bici, arreglamos el pinchazo y llegamos a San Pedro Rozados donde compramos avituallamientos, Garzón se atrevió con una cerveza después de tres días tomando suero y acuario, parece que le sentó bien.
Llegamos a Salamanca con idea de quedarnos en el albergue, lo conocemos del año 2005 y es un albergue estupendo, pero con unos horarios muy estrictos que se respeta al máximo. Abrían el albergue a partir de las 14 horas y preferimos no esperar, decidimos visitar parte de Salamanca con las bicis a cuesta y después de algunas fotos compramos refrescos y comida para proseguir el camino y pernoctar en Calzada de Valdunciel.
En Calzada de Valdunciel nos habían dicho que había un albergue, y efectivamente, lo había y bastante confortable, era una casita que disponía de ocho o diez camas, un salón con chimenea, cocina, aseos y un patio interior, queremos hacer una mención aparte de este pueblo, que conste que en todo el camino encontramos una extraordinaria hospitalidad, y es que cuando le preguntamos a un chaval, que estaba comiendo, por el albergue, ni corto ni perezoso se levanto y con una calá de sandia en la mano nos acompañó por todo el pueblo para conseguir la llave del albergue, nos la dio una señora muy amable que era la alguacil, nos selló la credencial y después el niño nos llevó hasta el albergue, no había ningún peregrino, por tanto, íbamos a estar los tres solos.
Aprovechando el patio interior del albergue dedicamos un buen rato a poner a punto las bicicletas, lavar alguna ropa y tenderlas en los cordeles, después de asearnos nos dimos una vuelta por el pueblo visitando los principales monumentos, conservan estupendamente las cosas que tienen algún valor cultural.
Después de un poco de cultura, que siempre viene bien, empezamos a pensar mas materialistas, también había que comer, Garzón se compró unos quesitos y frutas porque no se quería arriesgar a una recaída, pero Solano y Perejon se fueron a un bar para que les pusieran algo de comer, los trataron de escándalo, se comieron un bocata de tortilla, una tortilla que tenia de todo, cada vez que hablamos del camino celebran ese bocata.
En fin, una gente hospitalaria como encontramos tantas a lo largo del camino. Guardamos un buen recuerdo de Calzada de Valdunciel.
Con nuestra puntualidad de costumbre salimos a las siete de la mañana, foto correspondiente en la puerta del albergue y comenzamos una etapa que presumíamos bastante dura y difícil, el camino trascurría por zonas que los ciclistas bautizamos como "rompepiernas, era un continuo sube-baja. Otro escollo del camino era atravesar las grandes ciudades, ahora había que atravesar Zamora de punta a cabo y al final se pierde bastante tiempo.
Aprovechamos para descargar la cámara digital en una memoria USB que llevábamos. En Zamora no hay albergue, una lastima, nuestra etapa consistía en llegar al Albergue de Tábara.
Compramos alguna comida para el camino y cuando pasamos por Róales del Pan hicimos una parada para comer, esta localidad nos recordó una etapa del año anterior en que pernoctamos allí, gente amable que compartieron su pan con nosotros, el ayuntamiento ofrece lo que tiene, un local con aseos y unas tarimas de madera para dormir.
Llegamos a Tábara y sellamos la credencial en casa del alguacil, nos dejo las llaves del albergue, allí coincidimos con varios peregrinos, dos extranjeros y un español que estaba con gastroenteritis, tocamos madera, pero al tío le daba igual, se zampo una cena a base mejillones y otras viandas bastantes fuertes, por la mañana cuando nos levantamos ya no estaba, no sabemos si se fue por el camino o por el inodoro. Nosotros compramos comestibles en una tienda del pueblo y nos dimos una buena cena a base de arroz a la cubana con salchichas, buen vino y otras cosillas, por cierto, el arroz lo hizo Garzón, Solano se lo comió y Perejon se cargo el fregao, cachondeo aparte, cada uno tenia su misión y Solano le dio un repaso a las bicis, el trabajo estaba bien repartido.
Con la barriguita llena y un puntito de más, por el vino, nos fuimos a la cama y dormimos estupendamente toda la noche.
Esta etapa es quizás la peor señalizada, nos equivocamos varias veces e hicimos mas kilómetros de la cuenta, entre esos kilómetros, los que llevábamos acumulados y las primeras rampas serias, esta etapa de 105 km. se nos hizo bastante dura.
Paramos en Mombuey y compramos en una tienda, después buscamos un sitio para comer y descansar un rato, encontramos una zona de ocio con mesas campestres, comimos y después nos pegamos una siesta de las que hacen épocas. Reanudamos el camino y entramos en Puebla de Sanabria para comprar radios para la rueda de Perejon, los radios parecían que tenían FM, le costo carísimo los radios, todavía le duele la barriga al Perejón por ese dinero. Total, que entre una cosa y otra llegamos a Requejo, preguntamos por el albergue y nos enviaron a un pequeño bar donde nos sellaron las credenciales y nos dijeron donde estaba el albergue, estaba abierto y sin llaves, buen albergue con muchas camas y un buen aseo, no dispone de cocina. Nos aseamos, dejamos las bicis a punto y salimos a tomar unas cervezas.
En la etapa del año anterior comimos en el restaurante Mayte y no guardamos buen recuerdo de ello, caro y escaso, por eso preguntamos a una señora por un sitio para cenar y que fuera asequible al bolsillo, nos envío al restaurante La Casa, está a la salida del pueblo y fuimos dando un buen paseo, no nos defraudo, comimos de lo lindo y a un precio muy razonable. Como nos pusimos un poco tontillos con las cervecitas, la caminata de vuelta nos vino muy bien. Solano invitó a un cafelito y nos fuimos en busca del catre, al día siguiente nos esperaba la subida del Padornelo, 1300 metros de altitud.
La salida de Requejo sobre las 7:30 de la mañana parando a tomar café en el restaurante La Casa, seguía estando el mismo camarero, con el café cayeron unas magdalenas que faltan nos iban a hacer para subir el puerto de Padornelo.
Poquito a poco y cada uno a su ritmo subimos el puerto y se nos quedo pequeño, estábamos fuertes ese día, atravesamos el túnel y entramos en Galicia, aquí pinchó Garzón.
Atravesamos muchos pueblecitos hasta llegar a otro puerto que también se la trae, "La Canda", pero quien dijo miedo ese día se subía todo lo que hiciera falta, las magdalenas nos habían sentado de p... madre, así sin más llegamos a A Gudiña y otra vez pincha Garzón, paramos para arreglar la rueda. Al mismo tiempo aprovechamos para comprar algo de comida y sentados en los escalones del Cruceiro de A Gudiña hicimos un desayuno fuerte, todavía quedaban bastantes kilómetros y algunas subidas con fuertes desniveles, aunque hay que reconocer que es una de las zonas más bonitas y donde se pueden contemplar unos paisajes maravillosos. Lastima de los puñeteros incendios.
El almuerzo fue en la localidad de Campobecerros, el local se llama Café Bar El Merendero, buen menú y un precio muy asequible.
Con la tripita llena buscamos un sitio donde pegarnos una siesta y en las afueras del pueblo, debajo de unos robles, desplegamos las esterillas y perdimos el conocimiento por lo menos dos horas.
Después de la siesta otra vez en marcha para llegar cuanto antes al próximo albergue, nuestra intención era llegar a Vilar de Barrio, pero en el cruceiro de Cerdenelo quisimos cortar camino y nos equivocamos, ya lo dice el refrán "no dejes camino por coger verea", gracias a ello pudimos ver la gravedad del incendio en la comarca de Laza del año anterior, un desastre ecológico donde siempre ganan los mismos, los que negocian con la madera.
Después de dar unas vueltas de mas decidimos quedarnos en Laza, la Agrupación Local de Protección Civil es quien lleva la gestión del albergue y después de sellar las credenciales nos dieron las llaves del albergue.
En este encontramos bastantes peregrinos, unos de los mas frecuentados y es que el albergue merece la pena, varias habitaciones con ocho camas cada una, buenos aseos, cocina completa de enseres, frigorífico, etc.
Compramos comida para hacerla en el albergue, esa noche nos pegamos un banquete y después a la cama "que hay que descansar para que mañana podamos madrugar", dormimos como un lirón, con los correspondientes tapones para los oídos porque allí roncaba uno que parecía un volcán a punto de erupción.
Esta etapa también fue bastante dura, se iba acumulando el cansancio. Tras tomar unos zumos y dulces salimos de Laza y nos encontramos una serie de pendientes muy cojonudas hasta llegar a Vilar de Barrio donde existe un buen albergue, paramos y nos tomamos nuestro cafelito con nuestras magdalenas y partimos enseguida porque temíamos perder mucho tiempo en cruzar Orense.
Se cumplieron nuestros temores, perdimos mucho tiempo en cruzar la capital, en vez de circular por la N-525 por temor al excesivo trafico, decidimos seguir las flechas amarillas y cruzar todo Orense, pasamos el Miño por el puente romano y tras comprar comida seguimos las flechas hasta llegar, sobre la una del mediodía a una cuesta de seis kilómetros de larga, con una pendiente del 19 o 20 %, con un calor sofocante, así que preferimos dar la vuelta y bordear la montaña hasta Castizo de Beiro, esa alternativa fue mas llevadera, la pega fue que en una zona del camino encontramos una concentración mundial de moscas y todas se posaron encima de Garzón, fue bastante molesto, nos tapaban las gafas y no podíamos ni ver.
Al fin llegamos arriba sobre las 3 de la tarde y buscamos algún establecimiento cervecero, entramos en un restaurante para tomarnos unas cervezas, muy caras para nuestros bolsillos, no estaba la cuestión monetaria para tirar cohetes, buscamos algún otro sitio para comer y por casualidad vimos un cartel que nos indicaba una Asociación de Vecinos, nos acercamos y acertamos de pleno, nos recibieron como en nuestra propia casa e incluso nos prepararon unas mesas para que pudiéramos comer con comodidad, personas como estas son las que nos enganchan para realizar año tras año el camino de Santiago.
Entre las cervecitas que nos tomamos y la comida que llevábamos nos dimos un homenaje de aupa, después del café nos invitaron a unos chupitos de un licor hecho por ellos mismos, muy fuerte, tan fuerte que dormimos la siesta como benditos y eso que estábamos junto al cementerio.
Sobre la cinco de la tarde y tras despedirnos de todos nos pusimos otra vez en marcha para ver si llegábamos a Bandeira. El cansancio de la mañana y el viento en contra nos devolvió a la realidad y a la altura de Castro Dozón sobre las 8:30 y temiendo que se nos hiciera de noche decidimos quedarnos en la Piscina Municipal donde existe un refugio para los peregrinos, el refugio era debajo de la marquesina con tu saco de dormir, también en la misma piscina hay un hostal que después de hablar con la propietaria le alquilamos unas habitaciones por un precio razonable.
A la hora de la cena, otro problema, el bar del hostal estaba cerrado ese día, la señora se ofreció a llevarnos a un restaurante conocido suyo, estaba a unos cinco kilómetros del hostal, nos llevo con su coche y entramos en lo que en Galicia se conoce como "Parrillada", la cena fue de película, manteles, entremeses, pulpo a la gallega, una parrillada que el Perejón se puso "morao", se acababa una bandeja de carne y traían otra, cervezas, vino, postre y café, nosotros pensábamos que aquello nos iba a costar un dineral, pero cuando nos dijo el precio nos quedamos asombrados ¡¡10 euros cada uno!!, eso es comer bien y barato.
Sobre las 12 de la noche llamamos a la dueña del hostal y al rato nos recogió llevándonos de vuelta, esta claro que la hospitalidad es característico del Camino de Santiago, gracias señora.
Esa noche dormimos como benditos y mucho mas pensando que al siguiente día ya entraríamos en Santiago de Compostela, con lo cual veríamos recompensado todos nuestros esfuerzos.
Tempranito nos montamos en la bici, ya teníamos ganas de llegar a Santiago. Durante el camino realizamos diferentes paradas para las fotos de rigor, como por ejemplo en la Fuente del Santiaguiño, en Puente Ulla aunque ese día una niebla tremenda nos impedía ver el puente en todo su esplendor y finalmente Santiago, fue una sensación de bienestar enorme después de los esfuerzos realizados y los días que habíamos pasados tan malitos.
Lo primero que hicimos fue reservar los billetes de autobús para la vuelta y posteriormente directos a la Plaza del Obradoiro, la ciudad estaba a reventar de peregrinos y de gente llegados de todas partes del mundo, Santiago era una fiesta enorme. Tras las fotos de rigor nos dedicamos a buscar alojamiento. En el bar Jacobeo 93, al igual que el año anterior, comimos espléndidamente con un menú que cuesta 6 euros y una amabilidad exquisita por parte de la dueña del bar, por mediación de ella encontramos alojamiento en un hostal cercano, las habitaciones eran muy confortables e incluso nos dejaron un rincón para guardar las bicicletas. Nos aseamos, descansamos un rato y vuelta a la calle para visitar la catedral y sus aledaños, recogimos la "compostelana" y nos dimos una vuelta por las calles, era todo fiesta por todos los rincones, con orquestas, desfiles, etc.
En la cena nos pegamos un merecido homenaje a base de pulpos y otras cosillas, regados con cerveza y buen vino de la tierra.
La noche en Santiago era extraordinaria, los fuegos artificiales eran dignos de ver, estábamos alucinados, si hubiera que definirlo en una palabra esa sería ¡¡impresionante!!
Ya bien entrada la madrugada y con el cansancio todavía en el cuerpo decidimos irnos a descansar, era una pena porque la noche era estupenda, pero el día siguiente nos esperaba otra paliza ¡¡ 15 horas de autobús!!
Aprovechamos bien la cama y nos levantamos ya tarde, nos arreglamos y nos fuimos de compras, algunos dulces típicos de Santiago y algunos regalos.
Paseando por el centro nos encontramos con unos paisanos que habían realizado algunas etapas por el camino francés, estuvimos un rato comentando las anécdotas del camino, da alegría encontrar personas conocidas tan lejos de tu tierra, nos echamos unas fotos para el recuerdo y nos fuimos a comer que el autobús no espera.
Tras despedirnos de Santiago de Compostela, hasta el 2007, partimos en dirección Sevilla a las 16:30 horas y llegamos sobre las 7 de la mañana, nos montamos en la bici y entramos en Coria del Río una hora después.
Creemos que el viaje ha sido positivo en todos sus aspectos, en lo personal, cultural y sobre todo en la relación mantenida entre nosotros durante todos esos días, cada uno con sus pegas y sus manías, pero en general muy bien.
Esta experiencia nos ha enseñado que no hay que hacer más kilómetros de la cuenta, el camino hay que realizarlo sin prisas y disfrutando del mismo, no ir nunca por encima de tus posibilidades. Lo extraordinario de este viaje es el camino en sí y no el querer llegar cuanto antes.
No queremos terminar sin agradecer el trabajo que realiza, año tras año, la Asociación de Amigos del Camino de Santiago - Vía de la Plata, en la conservación y señalización del camino con esas flechas amarillas que tanto nos reconforta cuando las visualizamos, asimismo agradecer también la ayuda prestada por el Patronato de Deportes de Coria del Río en la persona de su delegado Emilio Osuna, así como a las entidades que han colaborado con nosotros, ellos también han recorrido la Vía de la Plata en nuestro maillot.