En este año, me plantee realizar la peregrinación desde la puerta de mi casa, en parte por resarcirme del año pasado. Mi pensamiento era realizarlo solo, pero mi vecino Juan me dijo que él también lo quería hacer conmigo. La verdad es que pensé que no iba en serio, Juan con 60 tacos, sin coger nunca bicicletas durante tantos días seguidos y a una media de cien kilómetros diarios, creí que al final cambiaria de idea y no me acompañaría. Sin embargo pronto me haría cambiar de opinión, lo veía salir todos los días a entrenar, a machacarse, con una voluntad tremenda y al final me acompaño e hicimos un camino bastante bueno, sin accidentes, sin enfermedad alguna, con buen compañerismo. Solo el cansancio que se iba acumulando día a día. Y es que hacer los 1.100 kilómetros en once etapas, son muchas pedaladas al día.
En conclusión, todo bien, buena relación entre nosotros, sin discrepancia alguna. Tan solo mencionar el hecho de que al final hicimos demasiada carretera, para mi gusto. A Juan no le iban bien los caminos y por esta razón tuvimos que ir alternando camino y carretera.
Ahora hay que esperar a las próximas vacaciones de verano para emprender un nuevo camino.
Deseamos que la narración de nuestras andanzas, por esos senderos, ayude a cuantas personas realicen el Camino de Santiago de la Vía de la Plata por Sanabria y hasta Santiago de Compostela.
No intentamos hacer una guía del camino, ya existen muchas. Lo que queremos es comentar nuestras vivencias durante el recorrido, junto con algunas anécdotas que nos acaecieron.
Con esa sana intención queremos hacer llegar esta memoria a una amplia mayoría de personas y al mismo tiempo , que la lectura no se convierta en un tostón. Por el contrario, esperamos que sea amena y entretenida.
La primera etapa la empezamos en la puerta de casa, a las 7 de la mañana. Es la hora adecuada. Por estas fechas ya tenemos luz diurna.
Nos dirigimos al centro de nuestra localidad, Coria del Río.
Unos amigos habían prometido que nos acompañarían durante este primer tramo. Esperamos y al ver que pasaban de las 7,30 y nuestros amigos dormilones no aparecían, comenzamos a pedalear para vivir nuestra aventura.
Pasamos por Itálica y no paramos siquiera, será que al tenerlo tan cerca no sabemos apreciar ese legado.
Llegamos a Guillena y como de costumbre desayunamos en el Bar El Frances. Tostaita con su aceite de oliva.
Por este nuestro sur hay que aprovechar las tostaitas que más arriba se acaban.
Salimos de Guillena en dirección Castilblanco, los olivares y frutales, pronto se permutaría n en dehesas de alcornoque y encinas.
A mitad del trayecto , o sea, a los 8 kilómetros se puede localizar un pozo donde se puede reponer el agua. Es potable, rica y fresca.
Un letrero en varios idiomas indica donde esta el pozo.
En principio nuestra intención era terminar esta primera etapa en Castilblanco de los Arroyos, pero llegamos temprano, sobre las 11,30 de la mañana y fue por eso que tomamos la errónea decisión de avituallarnos y llegar hasta Almadén de la Plata. El calor era tremendo y temía a la subida final del día: El Monte del Calvario.
Antes de llegar a las puertas del Parque del Berrocal surgió la primera avería. El freno delantero de Juan había perdido un tornillo, igual que nosotros, (pensé en ese momento). Le hicimos una chapuza y proseguimos nuestro camino. La chapuza resulto no ser tal pues duro todo el camino.
El calor era sofocante en el asfalto y entre el tiempo que perdimos con la avería y algunas paradas para refrescarnos, llegamos a la entrada del Parque del Berrocal sobre las 13 horas y a la subida del Calvario a las 14,30, ¡casi ná!!
Lo pasamos fatal en la subida, con avances de apenas 4 o 5 metros y descansando a la sombra de cada una de las encinas que hay en la cuesta.
Durante la ascensión se me rompieron los botines de la bici. Menos mal que llevaba unos pedales mixtos y con los botines normales hice todo el camino.
Si la subida al Calvario la recordaba dura de por si, parece ser que a un lumbrera se le ha bía ocurrido, no hace mucho, la idea de pasar una maquina , trillándola, lo cual la endureció aun más.
Pero bueno, al final te reconforta admirar e se magnifico espectáculo natural que se observa desde el mirador. Creo que eso es lo que año tras año te ayuda a subir esta cuesta mítica de la Vía de la Plata.
Llegamos a Almadén y nos dirigimos a la piscina municipal. Al principio nos pusieron pegas para pasar con las bicis, pero al final las dejamos dentro, junto a la portería.
Después de un baño reconfortante nos comimos un serranito estupendo en el bar de la piscina, regado con zumo de cebada bien fresquito.
Ya recuperados y con la tripita a rebozar de cerveza y serranito nos dirigimos al albergue. Resulta que ese día se celebraba una maratón de futbito en Almadén y los chavales que venían de fuera dormirían en el albergue. Presentía una noche movidita.
En el albergue encontramos a dos peregrinos, uno de ellos era madrileño, Pedro que tuvo la fatalidad de sufrir un esguince andando por las aceras de Castilblanco, con todo ello consiguió llegar hasta Almadén donde el medico le recomendó dos semanas de descanso, sentenciando así de esta manera su camino. Esperamos que te recuperaras y prosiguieras tu camino, saludos Pedro.
También nos acompañaba en el albergue una bicigrina vitoriana , Celeste, que hacia el camino sola con su bici. Las hay que los tienen bien puestos. Después de charlar durante un rato y entre salidas y entradas de los chavales futboleros caímos en los brazos de Morfeo.
Después de una noche movi dita, por la entradas y salidas de los futboleros durante toda la madrugada, no hizo falta ni que tocara el despertador, Celeste salio por la mañana muy temprano para hacer por carretera el tramo de Arroyo Mateos. Total, que nos levantamos, desayunamos lo que compramos el día anterior, dos palmeras de huevo y tres zumos para cada uno, salimos como motos y después de realizar el recorrido por Arroyo Mateos pasamos a Celeste antes de llegar a la Venta El Colibrí. Allí paramos para comer algo de fruta y al rato llegó Celeste que ya nos acompañó hasta Los Santos de Maimona.
En Monesterio paramos para comprar algo de comer. Hay que ir prevenido. Tomamos un refresco y proseguimos el camino para Santos.
Pasamos tela de calor por los continuos sube y baja del camino. A Celeste le gustaba más la carretera, los caminos se le daban bastante mal. Comento que yo era un kamikaze , o sea un loco porque me tiraba por los caminos a mucha velocidad.
Llegamos a Santos y lo primero fue tomar una cervecita en la estación de servicio, por eso de recuperar liquido, ¡pero que calor hacía!! Luego buscamos a la Policía Local. Un agente nos tomó nota, nos cobro 3 € a cada uno y nos dio las llaves del albergue, a continuación buscamos la piscina municipal para darnos un chapuzón.
Nos comimos unos bocatas en el mismo bar de la piscina y después de descansar un poco , nos fuimos a buscar el albergue, ¡coño, que alto estaba!! Subimos la cuestecita y llegamos, por fin, al albergue. La verdad es que lo encontramos bastante presentable.
Algunas impresiones, si tenemos en cuenta lo que se escribe en los foros, de este albergue no se ajustan a la realidad. Encontramos unos aseos, unas camas y una limpieza dentro de lo normal. Además, tiene una cocina bien equipada, con dos frigoríficos y hasta televisor con TDT, en fin, ¿que tenemos que pedir más? Quizás no tan alto.
En el albergue ya estaban una madre y su hijo, eran italianos.
Como el albergue dispone de dos dormitorios, con 20 camas cada uno, nos quedamos los tres solos en el otro dormitorio. Hicimos la colada, lavamos y engrasamos las bicis, dimos una vuelta para conocer los alrededores, pero sin bajar la cuestecita que luego hay que subirla y no estaba uno para esos trotes. Menos mal que también f uimos precavidos y ya teníamos la cena con sus correspondientes cervecitas. Cenamos en el exterior, con unas vistas y una climatología excelente.
Después del rato de charla cada uno a su cama, que las seis de la mañana llega muy ligero. Celeste quedo en hacer el camino hasta Alcuescar por carretera y que allí nos veríamos, parece ser que algo falló por que ya no volvimos a encontrarnos y como tampoco nos pasamos los números del móvil , no pudimos contactar. Esperamos que haya s tenido un buen camino, un saludo coriano, Celeste.
La salida fue sobre las 7,15 y paramos a desayunar en la estación de servicio. Celeste ya se había marchado y como dije antes, ya no la volveríamos a encontrar , ella prefería carretera y ademá s se proponía llegar hasta Astorga con dirección a Gijón.
Ya desayunados proseguimos nuestro camino. Llegando a Villafranca de los Barros nos despistamos. Eso nos pasa por no ir pendientes de las flechas amarillas e hicimos unos pocos kilómetros de más. En esta zona Juan se llevó la primera y única caída en todo la ruta: se olvidó de los pedales automáticos y al suelo. Menos mal que era zona de arena.
En las inmediaciones de Torremegía nos encontramos con cuatro paisanos de La Rinconada, llevaban ondeando la bandera del Glorioso Betis ¡ole mi Betis!! Nos bajamos de las bicis y caminamos durante un buen rato con ellos, finalmente nos hicimos unas fotillos de recuerdo y nos despedimos.
Paramos en Torremegía para repostar y comer un poco de fruta de la tierra, nos sentamos para comer en la plaza del pueblo y en eso llegaron los paisanos de La Rinconada buscando tiendas para comprar comestibles. Para venir andando traían un ritmo bastante bueno.
Seguimos y entramos en Mérida. Allí pude comprarme unos botines para la bici. Los zapatos viejos los envié en Cáceres por correo para que un zapatero me los arreglase en Coria del Río. No esta la situación para tirar nada.
Nuestra estancia en Mérida fue prácticamente una entrada por una salida. Nuestra intención era hacer una parada en el Embalse de Proserpina y darnos un chapuzón. Nos bañamos y comimos en uno de los chiringuitos del embalse.
La siguiente parada para reponer agua fue en Aljucén y un poco después llegamos al final de la etapa del día, Alcuescar. Era la hora de la siesta, así que esperamos un rato hasta que nos recibieron. Aquí hago un inciso, quiero realizar un reconocimiento a la labor que desempeña el Convento Esclavos de María y los Pobres. Al peregrino lo tratan como de la familia. Por eso a este albergue lo considero como un oasis para peregrinos , además resaltar la gran labor que hacen por las personas con incapacidad psíquica.
Es de alabar ese trabajo desinteresado que hacen desde la década de los 60.
El hospitalero se llamaba Pepe, estaba de manualidades, recreando la iglesia de su pueblo en Burgos y la verdad es que le estaba saliendo bastante bien.
Después de asignarnos nuestra habitación hicimos la colada y limpiamos las bicis, las guardamos en un garaje exterior donde el hospitalero guarda también su coche.
A pesar de que en el albergue nos invitaron a cenar, preferimos dar una vuelta por la localidad y conocer algo de la misma. Además la cena en el albergue era demasiado temprano.
Al pasar por el centro urbano entramos en un edificio municipal que resulto ser la biblioteca. Tenían Internet y aprovechamos para poner al día nuestros correos.
Cenamos en Casa Alejandro , bien y un precio asequible. Sobre las diez se cierra el albergue, así que prontito a la ca ma y a descansar para el día siguiente.
Nos levantamos bien temprano y esperando a que el hospitalero abriera el garaje, nos tomamos un pequeño desayuno consistente en unos dulces y zumos. Al final, viendo que no aparecía el hospitalero, lo llama mos al móvil para que nos abriera la puerta, nos abrió, preparamos las bicis y salimos pitando hacia el camino. En este tramo se conservan bastante bien los restos romanos y donde vemos los primeros miliarios de verdad.
En Casas de Don Antonio paramos para echarnos unas fotos, Además, justo antes de llegar a Valdesalor echamos a faltar una bomba manual en un pozo junto al camino. Esperamos que no haya sido un golfo que la ha ya ma ngado y solo sea por una avería. En días de calor un buen refrescón viene bien.
Nuestra intención era visitar la Ciudad Monumental de Cáceres, pero, a consecuencia de unas obras en la plaza , la accesibilidad para las bicis estaba bastante complicada, así que decidimos continuar hacia Casar de Cáceres.
Entre miliarios y puentes romanos hicimos el recorrido hasta Cáceres.
Realizamos una parada en Casar de Cáceres para comprar avituallamientos y r eponer agua. El camino hasta Cañaveral es seco y solitario, exceptuando algunas fincas con ganado. Nos comimos el bocata mañanero y paramos a sellar en el Bar Majuca.
Durante el camino hasta Casar de Cáceres coincidimos con varios peregrinos, pero después no vimos a ninguno hasta llegar a Cañaveral.
Total, que al fin llegamos, después de sudar la gota gorda. Nos paramos en la fuente para refrescarnos y allí conocimos a Elena , una chica encantadora que hacia sola el camino. Buscaba un sitio que le habían recomendado para comer. D e haber ido con ella hubiéramos acertado, pues según ella, comió muy bien por 9 €, en el Restaurante Villa de Cañaveral.
Bueno, pues nosotros llegamos al albergue, dejamos las bicis dentro y buscamos algú n sitio para comer, al final fuimos al peor, el bar Taiko, de la piscina municipal.
Se paso un par de pueblos en el precio, para la comida que nos puso.
En el albergue estábamos solos, porque Elena se fue por la tarde para hacer el tramo hasta Grimaldo. Después nos enteramos que también estuvo sola en ese albergue, nos contó que el albergue estaba muy bien y además gratuito.
Como de costumbre, la salida a las 7 de la mañana. La etapa prevista era hasta Aldeanueva del Camino, pero al final nos pegamos la paliza hasta Fuenterroble de Salvatierra, una barbaridad. No aprendemos, hacemos kilómetros y kilómetros sin pensar en que a la larga nos pasa factura el cansancio.
Pues eso, salimos de Cañaveral y preferimos subir el Puerto de los Castaños por la N-630, muy tranquila y el tráfico rodado prácticamente nulo, quizás nos adelantaron un par de coches, no más.
Pasamos por Grimaldo y nos vino a la mente Elena, la peregrina del día anterior, al poco rato la encontramos por el camino, charlamos un rato, nos deseamos buen camino y segui mos pedaleando.
Paramos en el bonito pueblo de Galisteo, en el cual comimos el bocata mañanero, con un poco de fruta.
El siguiente pueblo es Carcaboso. Aquí hay que llenar los botes de agua, nos queda un trozo de etapa con pocos sitios donde reponerla.
Un poco antes de llegar al Arco de Caparra encontramos a un paisano, haciendo el camino a pie desde Sevilla. Como es natural nos bajamos de la bici, le ofrecimos si le hacia falta algo y nos dijo que no, que iba bien. Pensaba dormir bajo el Arco de Caparra. Le dijimos que preguntara si le podían dejar dormir debajo de la marquesina del Centro, después de un buen rato de acompañarlo le deseamos buen camino y proseguimos nuestra ruta.
Visitamos el Centro de Interpretación de la Ciudad Romana y charlamos un rato con la persona encargada del centro. Ya no dejaban dormir allí, mala suerte para el paisano, tendría que quedarse bajo el Arco de Caparra. Compramos en las maquinas expendedoras unos refrescos, agua fresca y a pedalear de nuevo.
Esta visto que el ser humano es el único animal que tropieza más de una vez en la misma piedra, me refiero al tramo de autovía hasta Aldeanueva de Camino. Es la segunda vez que me equivoco tirando por el camino pegado a la autovía, al final no tiene salida y o sigues o retrocedes ¡ Eso nunca!! Para atrás, ni para coger impulso, seguimos adelante con el riesgo de que nos pusieran una multa por circular por el arcén de la autovía.
Hay que ir muy atento a las señales en ese tramo, pues te confundes rápidamente.
Al final llegamos a Aldeanueva del Camino más de las tres de la tarde, comimos en un bar de la carretera y entre el almuerzo y un pinchazo de Juan nos encajamos en las cinco.
Nos entró la punza y seguimos para llegar hasta Fuenterroble de Salvatierra, mala hora en que lo decidimos, ¡tela marinera!! La subida a Baños de Montemayor, el Puerto de Bejar, la subida de cabras hasta Calzada de Bejar y después los repechos entre Valverde de Valdelacasa y Valdelacasa nos dejo ya listos de papeles, al final llegamos a Fuenterroble a las 21:30 horas. Nos recibieron como siempre, con amabilidad y ofreciendo lo que tienen, que no es poco.
Compramos en una tienda comida para la cena. Estaba cerrada y la señora nos la abrió solo para nosotros, muchas gracias. Solo nos dio tiempo a cenar y asearnos, yo casi me quedo dormido en la ducha.
Después nos fuimos directo a la cama e intentar recuperarnos para el día siguiente. Menos mal que el terreno de la etapa de mañana no tiene grandes subidas, si exceptuamos el Pico de la Dueña.
El desayuno lo hicimos en el albergue, por gentileza de la casa, el hospitalero se levantó a las 6 de la mañana para preparárnoslo.
Que pena que llegáramos tan tarde el día anterior, es un gustazo respirar el ambiente de este albergue, muchas gracias por todo.
Salimos a pedalear a las 7:15 y enseguida empezamos a encontrarnos con peregrin@s que también habían pernoctado en Fuenterroble.
La subida al Pico de la Dueña lo hicimos estupendamente, un poquito andando y otro poquito a pie, pero al final subimos.
Ya después todo fue coser y cantar. Decidimos no pasar por San Pedro Rozados y seguimos por la carretera comarcal que pasa por Aldeatejada, por cierto que esa localidad dispone de un refugio para el peregrino, a solo 6 kilóme tros de Salamanca.
Llegamos a Salamanca sobre las 11 de la mañana.
Una vez en la ciudad buscamos un taller de bicicletas, había que arreglar la maneta del freno de la bici de Juan, tan solo era apretar un tornillo, pero no disponíamos de esa llave allén, más larga de la cuenta.
En Bicis Palacios el mecánico nos apretó el tornillo en un momento, pero, también quería el truhán cambiar las pastillas de frenos, las cuales eran nuevas flamantes. Menos mal que le dijimos que no, si no nos cambia hasta la bici. Al final le pagamos y seguimos nuestro camino.
Tomamos nuestro bocata correspondiente y después de sellar en el albergue y visitar Salamanca, proseguimos hasta el final de nuestra etapa de hoy, decidimos que fuera Calzada de Valdunciel , con idea de hacer la colada, no se hizo el día anterior, y descansar un poco para recuperarnos del cansancio de tantos kilómetros acumulados en las piernas.
Una vez en Calzada llamamos a la hospitalera que enseguida llego, nos entregó la llave del albergue y tomó nota de nuestros datos para su registro, se cobra un donativo.
En una sala municipal de usos múltiples hay acceso libre a Internet, como no había ningún ordenador libre la hospitalera, que también era la encargada de esa sala, me prestó gentilmente su portátil y pude repasar mis correos. Muchas gracias.
En el albergue estábamos solos, por lo pronto. Así que nos duchamos y nos fuimos en busca de la piscina municipal para refrescarnos y tomar unas cervezas. E n el bar de la misma piscina nos tomamos unas tapas y un bocata caliente de pechuga de pollo, muy bueno y barato. El café lo tomamos en el Bar El Sevillano y vimos la etapa reina del Tour de Francia. El resto de la tarde la echamos en realizar una ITV a las bicis y hacer la doble colada, al final dormimos como los ángeles, solitos en el albergue.
Después de desayunar los zumos y dulces, que compramos el día anterior, salimos sobre las 7 de la mañana y como ya sabía que después de dar bastantes rodeos , al final el camino te conduce a la N-630, nos dejamos de rollo y cogimos la nacional desde un principio, llegando a El Cubo del Vino en un periquete, tomamos nuestro cafelito, esa mañana hacia un poco de fresco, se apetecía algo calentito.
Entramos en Zamora y seguimos rodeando la muralla, sin entrar por el centro, compramos el bocata y en los jardines de la muralla dimos cuenta de él. Proseguimos nuestro camino tras las fotos de rigor.
Sellamos en Róales del Pan. El ayuntamiento hace un obsequio a todos los peregrinos, un pin con un detalle de la muralla de Zamora.
No encontramos ningún peregrino hasta Montamarta. Allí repostamos agua y en vez de seguir hasta Granja de Moreduela, tomamos la N-631 en dirección Tábara. Justo en la intersección de las dos carreteras sufro un pinchazo en la rueda trasera. Me extrañó porque llevaba una cámara con antipinchazos, claro que al ver la causa del pinchazo ya no me pareció tan raro, un clavo de 6 centímetros que había atravesado la cubierta, cambiamos la cámara y a seguir pedaleando.
Almorzamos en Pozuelo de Tábara, en la misma carretera esta el Restaurante Vianco, comimos un buen menú y barato, 9 euros.
Llegando a Tábara coincidimos con unos peregrinos en bicicleta que también buscaban el albergue. Después nos enteramos que eran extremeños.
En el albergue ya estaban dos alemanas y un valenciano, a sí que ese día no dormiríamos solos.
Salimos todos a sellar y a recoger la llave del albergue , lo hicimos en el centro de turismo de la torre en la Iglesia Románica de Santa María, allí echamos un rato entretenido por la amabilidad de la encargada del ce ntro.
El albergue admite donativo y hay que resaltar que en el exterior del mismo se han producido reformas. Se ha vallado y se han construido unos boxes para los caballos, asimismo han construido un centro de salud a la espalda del albergue, con tan mala fortuna que el movimiento de tierras se ha cargado el manantial del lavadero exterior.
Según los chavales extremeños que pernoctaron en el albergue, le s habían indicado un camino nuevo , desde Tábara a Río Negro del Puente. Decidimos acompañarlos para conocer rutas nuevas y al final de caminos nada de nada, carretera pura y dura. Lo que más siento en habernos perdimos una de las etapas más bonitas del camino, pedaleando por toda la ribera del Tera. No tenemos remedio, pero, de todas las cosas hay que aprender y sacar conclusiones positivas de las mismas.
Salimos sobre las 7 de la mañana, como casi siempre. A ntes tomamos unos zumos y dulces, también como casi siempre, y tiramos carretera "avanti " con la intención de encontrar ese ficticio camino nuevo. No lo encontramos y llegamos hasta Mombuey por carretera. Allí nos separamos de los cacereños. Ellos se quedaban a dormir en Puebla de Sanabria y nuestra etapa terminaría más adelante, en Lubián.
Compramos en Mombuey el bocata mañanero y nos lo comimos. En la reanudación dejamos la carretera y tiramos por caminos no asfaltados.
Al pasar por Asturianos nos entretuvimos en conocer el nuevo albergue de peregrinos: un buen albergue, ubicado en un lateral del polideportivo municipal, con 6 camas, buenos aseos y que cuesta 4 euros. En el Restaurante del Polideportivo te ponen menú por 9 euros.
La hora del almuerzo nos pilló en Requejo, sellamos la credencial en el bar-tienda junto a la fuente pública y visitamos el albergue municipal de Requejo. Últimamente han hecho reformas, camas nuevas y aseos nuevos, unos para señora s y el otro para los caballeros. Le hacía mucha falta. El albergue sigue siendo gratuito. Además, justo enfrente se encuentra el albergue privado Casa Cerviño.
Almorzamos en el Restaurante Tu Casa, unos 200 metros más adelante del albergue, como siempre, buen trato, buena comida y buen precio del menú: 6 euros. Comimos estupendamente.
Después de comer había que subir el Puerto de Padornelo, así que lo tomamos con calma.
Echamos una hora de siesta y ya preparados para partir , vimos que la rueda de Juan estaba pinchada, arreglamos el pinchazo y empezamos la subida con toda tranquilidad.
En el restaurante nos dijeron que el camino no estaba transitable para las bicis, así que decidimos hacerlo por la nacional que no tiene tráfico ninguno.
A estas alturas se nota que el clima es más fresco. Después de subir el Padornelo, nos tuvimos que poner el chubasquero por el frío que hacia al bajar.
Llegamos a Lubián y como ya conocía el albergue fuimos directamente al mismo. Juan quería llegar a Agudiña. Se lo quite de la cabeza porque había que subir otros puertos y llegaríamos pasadas las 9 de la noche al albergue, así que dormi mos en Lubián.
Dejamos las bicis dentro del albergue y buscamos una tienda para comprar la cena.
Parece que por fin han arreglado el salidero del aseo. En el 2005 dormimos allí y estaba roto y en el 2009 seguía igual el plato de ducha , estaba roto y el agua se filtraba justo en la entrada del albergue.
Parece que todo llega en esta vida.
El albergue estaba bastante concurrido, con nosotros había 12 peregrinos, la mayoría empezaban el camino desde allí mismo. Llego la hospitalera y nos selló la credencial, cobró 3 euros por el albergue.
Cenamos en el propio albergue, tomamos los datos de la etapa y a la camita, que mañana nos espera una etapa de al ta montaña.
En otra litera, una parejita empezó a hacerse carantoñas, empezamos a meternos con ellos, porque nosotros no estábamos para esos trotes después de 8 días fuera de casa. Ella fue mas compresiva que el, le paro los pies y cada uno a su litera. Q ue espere por el camino, joe. Los tíos es que somos así , no tenemos ningún aguante.
Al final dormimos bien, aunque por la mañana la parejita nos dijo que le habíamos dado una autentica sinfonía de ronquidos. Yo con los tapones es que ni me escucho.
Esta es una de mis etapas favorita, siempre aconsejo que si hacen el camino no se pierdan este recorrido, y eso que casi todo es subida, pero merece la pena.
Como de costumbre la salida a las 7, con un frío que pelaba.
Subimos el Puerto de A Canda por la nacional, ya que si la subida por caminos en Padornelo es poco recomendable con la bici, A Canda es poco menos que imposible, así que tiramos por carretera, sin tráfico alguno.
Pasamos por dos o tres localidades buscando tomar algo calentito y todo estaba cerrado, era 25 de julio, día de Santiago Apóstol y por tanto fiesta nacional.
En Agudiña paramos a desayunar y a comprar algo para el bocata.
Solo estaba abierta la panadería. Así que compramos algo de pan y con las latitas de reserva nos aviaremos para el camino.
Siempre es bueno tener algo de reserva, yo siempre digo que "vayas donde vayas, que no falte la lata de caballa".
En Agudiña tenemos la opción de desviarnos por Verín o por Laza , la ruta que aconsejo es por esta última, así que unas fotitos en el Cruceiro de Agudiña y a zumbar para adelante.
Nada mas salir, un repechón de los buenos y ya no dejaríamos de subir en unos pocos kilómetros, pero eso si, con unas vistas extraordinarias en todo el recorrido. Nos encontramos con algunos peregrinos y peregrinas, como Estefania, una alemana simpatiquísima que nos hizo unas fotos y además aceptó enseguida hacerse con nosotros.
Iba sola haciendo el camino. Vaya un saludo coriano para ella.
Después de pasar aldeas y más aldeas, dejamos de subir y seguimos por una carreterilla bordeando toda la montaña y pudiendo a dmirar la grandiosidad y belleza del Embalse de Das Portas.
Campobecerros, la siguiente localidad que encontramos, ya dispone de albergue, tiene 6 camas y además es gratuito.
En esta localidad disponen también de restaurante. En años anteriores comimos en El Merendero, que así se llama, y la verdad es que comimos muy bien y a buen precio.
Aprovechamos para descansar un rato y para reponer agua. En la misma fuente cayo el bocata mañanero para reponer fuerzas y empezar otro pequeño puerto: Por tocamba.
En Portocamba, en la Cruz de Cerdedelo, pensaba dejar un objeto al pie de la cruz, lo traía desde Coria del Río. Luego pensé que lo mejor era dejarlo en la Cruz de Alberguería. Esta un poco más reservado.
No es que yo sea católico, ni mucho menos, pero si vale para alejar la mala suerte de mi y mi familia, pues doy por bien el dejar ese objeto al pie de la cruz y, a lo mejor empiezo a creer en algo más de lo que creo.
Todavía espero esa señal.
La verdad es que deposite la piedra con toda la esperanza del mundo.
Después de pasar por Laza, empezamos la gran subida de Alberguería, yo creo que es la más larga y dura de todo el camino, cuanto más con el calor que hacia al mediodía.
La etapa de hoy ha sido una pasada, disfrutando cada pedalada, cada subida y por supuesto, cada bajada.
La etapa estaba prevista hasta Vilar de Barrio. Llegamos sobre las tres de la tarde.
Paramos en el albergue y no había ningún peregrino: solo para nosotros. Después de guardar las bicis y asearnos un poco salimos y justo enfrente del albergue nos prepararon, a pesar de la hora, un plato combinado que junto con unas cervezas nos supo a gloria.
La hospitalera nos cobró el albergue, 5 euros, y nos dio las fundas de almohada y colchón, por cierto , tiene el albergue como los chorros del oro y además es simpática, que mas queremos los peregrinos.
Hicimos la colada y compramos comestibles para la cena. Como era festivo , una familia nos abrió su tienda para ello. Muchas gracias.
A media tarde llegó una familia en pleno para empezar andando desde Vilar de Barrio. L uego no los vimos por el camino. Yo creo que eran turigrinos.
Cenamos en el mismo albergue y a la camita, a ver si llegamos ligeros a Orense. Tenia ganas de bañarme en las termas.
Hoy nos quedamos dormidos, o los despertadores no funcionaron o el cansancio nos hizo mella. El caso es que nos levantamos cerca de la siete y entre preparar las cosas y desayunar, salimos pasadas las 8 de la mañana. Otra etapa bonita, con unos caminos típicos de Galicia pedaleando entre galerías de árboles.
Pasamos por varias localidades sin parar siquiera. Queríamos llegar cuanto antes a Orense y sobre las 11 de la mañana llegamos a la ciudad.
En la misma entrada había un supermercado Eroski. Entramos para comprar el bocata mañanero y llevarnos algo de comida para las termas. No sabíamos que en las termas hay restaurante, ponían de comer unos platos combinados, que se nos iban los ojitos detrás, pero ya teníamos la comida comprada y no la íbamos a tirar. No esta la cosa para tirar cohetes, ni mucho menos.
Pero antes de llegar a las termas la bici de Juan le dice : ¡Quillo, que estoy cansada, que me averío!! Y una avería de las buenas: se rompió el cambio trasero. Así que para atrás y a buscar una tienda de bicis, hay que comprar un cambio nuevo. Entre preguntar y buscar la tienda se nos fue la hora del bocata mañanero, ¡Cachi en la ma!! Muy cerca del Puente Romano encontramos una tienda, compramos el cambio para montarlo nosotros, pero por tres euros más, nos lo montaron y graduaron en la misma tienda, la casa se llama Trevinca y esta en la calle Rua do Ensino, 8, formales y buenos profesionales.
Una vez solucionado el problema, vuelta hacia las termas y al fin pudimos comer algo, por poco nos entra un yuyo.
En las termas nos tomamos un macetón de tinto de verano y comimos más de la cuenta, quizás para resarcirnos del bocata mañanero perdido, descansamos un rato y pensamos en partir ya, para recuperar el tiempo perdido por la avería.
Eran ya las cinco de la tarde, así que decidimos tirar por carretera hasta Castro Dozón, una tremenda paliza con una continua subida, al principio, y después repechos y más repechos.
Más de tres horas por carretera con bastante circulación.
En las fuentes había que parar, para refrescarnos y reponer el agua, estábamos haciendo mucho esfuerzo y teníamos que hidratarnos convenientemente.
Vimos a muchos peregrinos y yo me adelante para intentar reservar plazas en el albergue, si quedaban. Al llegar al albergue y ver que no había problemas de camas me fui a esperar a Juan. Llego al poco rato y bastante tocado, eran ya las 8:30 de la tarde.
Esperamos a que llegara la hospitalera para ver si nos dejaba dormir en el otro dormitorio. Hay dos dormitorios con 16 camas cada uno.
En el albergue había ya 12 peregrinos y todos iban a pie. Como ellos se leva ntan antes, lo ideal era que nosotros que nos levantamos mas tarde, durmiéramos en el otro dormitorio. La hospitalera no quería, pero al final consintió en dejarnos y la verdad es que descansamos tela de bien.
La cena fue en la completa cocina que dispone el albergue. E n cuanto al precio, 5 euros con fundas para almohada y colchón.
Hoy no nos quedamos dormidos, descansamos estupendamente y nos despertamos antes incluso de que sonara el despertador.
Ya estábamos deseando llegar a Santiago.
Desayunamos en Lalín y entre paradas y fotos en los lugares que nos parecieron má s bonitos, llegamos a las puertas de Santiago de Compostela, prácticamente sin darnos cuenta.
Justo en ese momento me di cuenta de que había perdido el móvil, estaba casi seguro de que lo perdí en Lestedo, 10 kilómetros más atrás. Eran la una del mediodía, así que decidí volver sobre mis pedaladas y buscarlo.__Efectivamente, allí estaba el dichoso móvil, en el suelo, con la pantalla rota, pero por lo menos recupere la tarjeta y la pantalla se arregla si merece la pena.
Cuando llegué de nuevo a Santiago eran las dos de la tarde, había tardado apenas una hora, las piernas las traía a caldo.
Una vez en la ciudad compramos los billetes del autobús, para el regreso del día siguiente, solo entran dos bicis por bus, así que hay que andar listo o te quedas en tierra un día más.
Una vez con el billete en nuestro poder, nos fuimos directamente a la Plaza del Obradoiro para plasmar nuestra llegada con las fotos de rigor , así como felicitarnos mutuamente por el reto conseguido.
Nos alojamos en el Ho stal Pumar, cerca del centro. Nos costó la habitación doble 40 euros y podíamos guardar las bicis en un patio interior. Disponía de baño y televisión, pero para ver la tele estábamos nosotros.
Una vez aseaos y con la tripita llena, nos dimos una vuelta para recoger la Compostelana y comprar algunos recuerdos para la familia.
Nos pegamos una tremenda siesta y después de la ducha y ponernos guapos, es un decir, busca mos un bujio para darnos el merecido homena je culinario, nos recomendaron el Restaurante 16 y la verdad es que no nos defraudaron.
Comimos estupendamente a base de bien y no resulto nada caro, aunque esa noche , Juan insistió en tener el gusto de invitarme a la cena.
Ya cenados nos dimos una vuelta por Santiago, pero una vuelta cortita. Todavía teníamos el cansancio acumulados en nuestro cuerpo, así que nos fuimos temprano a la cama que mañana será otro día.
Al día siguiente nos levantamos y salimos a desayunar y acabar de comprar los regalitos para la familia, dejamos la habitación a las 12 de la mañana y con las bicis a cuesta nos fuimos para e l centro a dar la ultima vuelta de este año, al rato tiramos para la estación de autobuses. Había que preparar las bicis para envolverlas, compramos papel cel trans parente de cocina y las envolvimos, en total un rollo por bici.
Después nos enteramos que la misma compaña te vende, por 10 euros, una bolsa tan grande que cabe la bici dentro. Será para la próxima , porque ya teníamos las bicis que parecían momias envueltas con el papel cel.
Y que decir más, nos despedimos de Santiago, con el pensamiento d ándole vueltas haciendo planes para ver que camino hacemos en 2011.
Y 14 horas de autobús son muchas horas para pensar.
Antonio Garzón - Juan Escobar
Coria del Río, 2010