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Bici Vva.Mesia
Camino de Santiago
0a. Prólogo
0b. Nuestro equipaje
0c. Oración del Peregrino
01. Roncesvalles - Cizur Menor
02. Cizur Menor - Estella
03. Estella - Logroño
04. Logroño - Santo Domingo de la Calzada
05. Santo Domingo de la Calzada - Burgos
06. Burgos - Frómista
07. Frómista - Sahagún
08. Sahagún - León
09. León - Rabanal del Camino
10. Rabanal del Camino - Villafranca del Bierzo
11. Villafranca del Bierzo - Samos
12. Samos - Melide
13. Melide - Santiago de Compostela
14. Epílogo

Prólogo

La primera vez empleamos 15 días en hacer el mismo recorrido. Merece la pena ir sin prisas. Detenerse en donde te apetezca, disfrutando de todo lo que el Camino te ofrece (que es mucho y muy variado). No compensa ir ajustado de tiempo, ni tampoco como si fueras en una competición (aquí la gente chulea mucho de los kms que es capaz de hacer cada día). Vas cargado, con un peso extra al que normalmente no estás acostumbrado; la bici no se baraja de la misma forma que cuando vas de vacío y el Camino es duro, muy duro (calor, frío, lluvia, viento y otros compañeros de viaje -como por ejemplo, algún que otro bichejo que te llega a poner el ojo como una mismísima bota y así tienes que ir pedaleando). Vamos a ir enviando correos con cada una de las etapas (individualmente), adjuntando las fotos que creamos más bonitas. Los envíos los haremos conforme vayamos pudiendo, ya que no disponemos de todo el tiempo que quisiéramos.
Esperamos que os guste. Nuestro esfuerzo nos ha costado; eso no lo dudéis.
Un abrazo a todo el mundo.

Belinda y Chema.

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Nuestro equipaje

Asunto muy importante a la hora de preparar un largo recorrido en bici.

Nuestro equipaje incluye lo siguiente:

En el interior de las alforjas llevamos:

La mochilita la utilizamos para llevar siempre contigo el dinero, tarjetas de crédito, documentación, llaves, el móvil y el consabido botiquín para casos de necesidad (para esta ocasión va bien revisado). Y también algo de comida para ir picando cuando se necesite.

Belinda.

Por favor, nuestro equipaje llevaba, además:

Faltaba más que se me olvidara algo tan importante y tan utilizado.

Belinda.

La TOALLA DEPORTIVA es un nuevo accesorio en la práctica de deportes, que viene a sustituir a las voluminosas toallas que tienes que poner a secar a diario para evitar que se te empapen y huelan a rayos. Presenta una revolucionaria novedad: la has de usar húmeda y seca mucho mejor que una toalla tradicional (al contrario de lo que en principio pudiera parecer). Su material es a base de PVA, superabsorbente. El caso es que te duchas, te la pasas por el cuerpo (su tacto es muy suave), va absorbiendo toda el agua, la escurres sobre la marcha y sigues secándote el agua que te quede (yo me seco incluso el pelo con ella). Comprobarás que tu piel queda totalmente seca y la toalla, antes de guardarla en su cajita, la enjuagas bien con agua corriente, la escurres y la guardas enrrolladita tal cual.
Es resistente, ligera y compacta. Además, su material es biodegradable.
Sus medidas: 43 x 32 cm Su peso: 100 grs (escurrida, claro)
Hay que enjuagarla bien con agua tibia antes de usarla por primera vez y para mantenerla en perfectas condiciones, una vez enjuagada después de su uso, se guarda húmeda en la cajita de plástico donde viene y lista para usar de nuevo. Es perfectamente lavable con jabón normal (nunca con lejía). Hay que procurar que no se quede seca, ya que se vuelve rígida; aunque si ésto sucede, se moja, se escurre y de nuevo lista.
Se encuentra en establecimientos deportivos especializados y su precio, cuando yo la compré, era de 9 euros.

Belinda y Chema.

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Oración del Peregrino

Oh Dios,
sé para nosotros compañero en la marcha,
guía en las encrucijadas,
aliento en el cansancio,
defensa en los peligros,
albergue en el camino,
sombra en el calor,
luz en la oscuridad,
consuelo en los desalientos
y firmeza en nuestros propósitos,
para que, por tu guía,
lleguemos sanos y salvos
al término del camino y,
enriquecidos de gracias y virtudes,
volvamos ilesos a nuestra casa,
llenos de saludable y perenne alegría.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amén.
Apóstol Santiago,
ruega por nosotros.
Santa María,
ruega por nosotros.

(Pensando en Belinda y Chema y en todos
los que pedalean y andan por esos caminos...)

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Roncesvalles - Cizur Menor

Etapa 1
55 kms.
20.06.03

Nos hubiera gustado salir desde Saint-Jean-Pied-de-Port (pequeña localidad francesa en el corazón del Pirineo, separada de Roncesvalles sólo 26 kms). Lo que ocurre es que el transporte desde Roncesvalles a este pequeño pueblo es un poco complicado y caro, ya que no puedes coger autobús y te tienes que buscar taxi o algo similar. Alguna gente coge su bici desde Roncesvalles y se va pedaleando a Saint-Jean y al día siguiente vuelve. Para nosotros esto no podía ser ya que íbamos justillos de tiempo y eso te supone disponer de 1 día más, ya que el recorrido es corto pero muy duro (tienes que salvar un desnivel muy fuerte en pocos kms).

En fin, que no tuvimos más remedio que salir de Roncesvalles, tal como hicimos la vez anterior. El Refugio del Peregrino de Roncesvalles, junto a la Colegiata, está genial. Duermes en cama, no en litera. Hay agua caliente para ducharse sin problema. Todo muy limpio y ordenado. Cuesta 5 euros por persona (sólo dormir). Nos encontrábamos muy poquita gente y eso nos permitió tener una pequeña tertulia antes de acostarnos. En esa tertulia, unos colegas que comenzaban el Camino a pié, nos dieron a conocer la existencia de la toalla deportiva, un invento genial del que hablaremos en otro momento. Para comer, existe la posibilidad de ir a alguno de los mesones que hay cercanos, donde se ofrece el llamado "menú del peregrino" (cuesta 6-7 euros, prácticamente en todos los sitios); no obstante (y esto va a ser una norma para nosotros durante todo el Camino), pasaremos de mesones y restaurantes (al igual que pasamos de hoteles) y procuraremos valernos por nuestros propios medios. Para la cena, ya habíamos comprado algo de comida en Pamplona, mientras esperábamos la salida del bus para Roncesvalles (ya hablaremos del importante tema de la comida). Nos tocaba cenar bocadillo de jamón serrano, zumo de frutas y yogur. A las ocho de la tarde se celebra la Eucaristía en la Colegiata; es la Misa del Peregrino, donde recibimos la bendición todos los peregrinos que comenzamos al día siguiente a hacer el Camino (muy bonita y emotiva). A las 10 de la noche todo el mundo tiene que estar durmiendo (apagan la luz obligatoriamente y hay que guardar estricto silencio, ya que te tienes que levantar muy temprano -entre 5 y 6 de la mañana). El refugio lo tienes que haber abandonado entre 7.30 y 8 am. No obstante, esa noche teníamos entre todos un poco de jolgorio. Sería por los nervios. Itinerario: Procuramos seguir siempre el Camino y evitar en todo lo posible la carretera (esto va a ser una norma constante). Sin embargo, hay tramos que obligatoriamente los tienes que hacer por la carretera, ya que son impracticables para la bicicleta (y menos aún con alforjas).

Hasta llegar a Pamplona tienes que salvar dos Altos: Alto de Mezkiritz y el Alto de Erro. Parte del recorrido se hace por una vereda bastante estrecha y con balate a un lado o a otro. Realmente es difícil manejar la bici en algunos momentos, por lo que te tienes que bajar de ella. Vas por sitios alucinantes: frondosa vegetación y agua, mucha agua. Llegamos a Pamplona y no había refugio donde pasar la noche, ya que el de la Iglesia de San Saturnino no está preparado para admitir bicicletas (se sitúa en un tercer piso y es muy pequeño, admitiendo sólo peregrinos a pié). Aún no se había habilitado el segundo refugio, ya que comenzaba a funcionar a partir del mes de julio. Por tanto, tuvimos que seguir camino hasta Cizur Menor, rezando porque no hubiera problema de ocupación. Por suerte, no tuvimos problema en encontrar plaza en el refugio privado de Mª Ángeles Roncal (4 euros por dormir) (el público estaba cutrecillo, según nos dijeron). Lo primero que haces cuando llegas al refugio (y esto es válido para cualquier día), es lo siguiente: coger cama, ducharse, lavar la ropa que has utilizado, tender, ir a comprar comida para la cena de ese día y desayuno del día siguiente y, por fin, comer en condiciones (mientras que vas pedaleando vas comiendo para mantenerte -plátano, algo dulce-).

El desayuno ha de ser fuerte (1/2 litro de leche, plátano y dulce en abundancia), ya que la comida del día la sueles hacer hacia las 8 de la tarde. Incidencias: No hubo ninguna en particular, salvo el lógico cansancio del primer día y un pequeño insecto que se le metió a José Mª en el oído, hasta que el pobre bicho salió por sus propias patas (no podíamos sacarlo ni a la de tres). El tiempo fue muy bueno; incluso, excesivamente bueno ya que pasamos bastante calor llegando ya a Cizur Menor (todos los días procuramos dejar de pedalear no más tarde de las 5 pm).

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Cizur Menor - Estella

Etapa 2
53 kms.
21.06.03

El albergue de Maribel Roncal nos permitió pasar una buena noche, durmiendo como lirones. Se trata de una edificación bastante antigua, adosada a la vivienda particular de la hospitalera (dicha vivienda, por cierto, es alucinante de bonita). Dormimos en una dependencia fresquita (la jornada había sido bastante calurosa) y no nos molestaron demasiado los ronquidos de los colegas. Lo mejor de todo es cuando extiendes tu saco de dormir, lo abres y te cuelas en el sobre limpito, oliendo a gloria (aunque el colchón esté como Dios quiera). Tienes posibilidad de disponer de cocina y para la ducha no tuvimos escasez de agua caliente. El único problemilla que le encontré al albergue es que, para mi gusto, no estaba demasiado limpio.

Cizur Menor es una pequeña localidad donde no hay ninguna tienda de comestibles, por lo que tuvimos que coger el camino y, después de una buenísima ducha, trasponer hasta Cizur Mayor, que se encuentra a unos 2 kms y algo. Fuimos andando con bastante calor, hicimos la compra y regresamos. Total que, por si no habíamos tenido bastante con el día, nos chupamos unos 5 kilometrillos andando y cargados con los víveres de la comida y el desayuno del día siguiente (pa relajar piernas, vamos). Ni que decir tiene que íbamos ya con un hambre canina. A las 10 de la noche todo el mundo al catre. Al día siguiente, al emprender el camino, descartamos seguir el itinerario que te lleva hasta el Alto del Perdón. Maribel Roncal nos animó a seguir otro recorrido ya que, los que van caminando tienen una bajada desde el Alto bastante problemática (muy pendiente y con mucha piedra suelta), así que los que vamos con bicicleta con alforjas... Ella nos dijo: "habéis venido a hacer El Camino y a disfrutar; no debéis de poneros en peligro de forma innecesaria, así que me hacéis caso y os vais por donde os indico". Y así lo hicimos, como unos chicos obedientes. Hay que decir que la vez anterior tampoco subimos al Alto del Perdón, pero fue porque nos perdimos y aparecimos en el quinto pino, pegando un vueltón de 2000 pares de narices.

Seguimos el siguiente itinerario: desde Cizur Menor - Esparza - Arlegui - Subiza - Biurrun - Ucar, todo por pistas de tierra, salvo un poquito de asfalto. Por cierto, desde Esparza hay pista de tierra que comunica con Arlegui. Cuando la estábamos tratando de localizar, preguntamos a un lugareño, quién nos indicó por dónde había que cogerla, pero nos dijo: "Tened cuidado con los putos perros del pastor; el otro día le mordieron a unos que bajaban del monte". No necesitamos nada más; olvidamos la pista de tierra, cogimos el asfalto y dejamos lo más lejos posible a los putos perros del pastor (bonico es José Mª pa los perros).

Entre Enériz y Puente la Reina se localiza uno de los elementos más bonitos, misteriosos y de más carga simbólica que se encuentran en el Camino: la ermita de Santa María de Eunate, construida por los caballeros templarios en el s.XII (Eunate: cien puertas en euskera) (si hubiéramos subido al Perdón, nos la hubiéramos perdido, así que nos alegramos mucho de haberle hecho caso a Maribel).
En Puente la Reina es obligado visitar la iglesia del Crucifijo (también templaria), donde se encuentra un Cristo en Y, donado hace muchos siglos por un peregrino germano. El hospitalero del refugio de Puente la Reina (donde sellamos nuestra credencial), nos aconsejó que, hasta llegar a Estella, no hiciéramos algunos tramos por el camino, sino que cogiéramos la carretera nacional. En nuestro afán de no pisar carretera, no le hicimos caso … y pasamos uno de los peores ratos de todo el recorrido, especialmente en el tramo antes de llegar a Mañeru (Dios, que agobio).
Por fin, Estella, donde "el pan es bueno, el vino excelente, la carne y el pescado abundante y rebosa de todas las delicias". Es una de mis ciudades preferidas. De sus muchos monumentos, destaca la iglesia de San Pedro de la Rúa, con un claustro alucinante. Hay que procurar dejar de pedalear a buena hora porque, entre otras cosas (comer, por Dios, comer), hay que adecentarse y hacer un poquito de turismo. Si no … ¿a qué viene uno?.
Para mí, personalmente, hacer El Camino tiene un sentido religioso. Por tanto, procuro celebrar la Eucaristía todas las tardes en la localidad donde nos encontramos ese día, buscando alguna iglesia especialmente bonita donde dar gracias a Dios por todo lo que nos ha dado durante la jornada. Ninguna incidencia que comentar.

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Estella - Logroño

Etapa 3
50 kms.
22.06.03

Es domingo, día del Corpus. Son las 5 de la mañana y uno de los hospitaleros del refugio de Estella entra donde estamos todo el mundo durmiendo como lirones y … "buenos días, buenos días, …, todo el mundo arriba"; al mismo tiempo comenzaba a escucharse una cancioncilla típica navarra. Comenzamos una nueva jornada. El refugio del peregrino en Estella, fenomenal. En plena Rúa de Curtidores (casco antiguo de la localidad), se ha ampliado bastante, respecto a la vez anterior que lo utilizamos. Está limpio; se está cómodo; tiene derecho a cocina; dispone de comedor y sirven desayunos por la mañana (no me acuerdo de lo que cobran por desayuno), aunque nosotros seguimos nuestra norma de autoabastecernos con lo que compramos el día anterior (nos tomamos unos desayunos de escándalo, ya que la comida quedará lejos). A las 7.30 de la mañana comenzábamos a pedalear en dirección al Monasterio de Irache. Un poco antes de llegar pasamos por la famosa Fuente del Vino, también en Irache. Esta fuente, por un caño da agua y, por el otro, vino, recuperando así la tradición medieval de no negarle a ningún peregrino un trozo de pan y un vaso de vino (el pan lo pones tú). Como no era hora de beber la reparadora bebida, llenamos una botellita pequeña y la reservamos para beberla cuando comiéramos en Logroño (así lo hicimos). Seguimos en dirección a Azqueta por un camino entre encinas y después viñedos. Un poco antes de llegar encontramos un aljibe medieval del siglo XIII, restaurado. Los vecinos lo conocen como Fuente de los Moros.

En nuestro recorrido pasamos por la fachada de un cementerio y José Mª me dice: "Mira lo que está escrito en la puerta"; y leo la frase siguiente: "Yo he sido lo que tú eres; tú serás lo que yo soy". Anda con la inscripción; ya tenemos en qué meditar lo que nos queda de camino. Después de dejar Villamayor de Monjardín, seguimos un maravilloso carril de tierra que, por un paraje absolutamente solitario, nos dejará en Los Arcos. Al llegar a Los Arcos, las calles del pueblo se encontraban vestidas de fiesta; iba a pasar la procesión del Corpus. En una panadería de su estrecha y fresca calle principal hacemos un pequeño repuesto (la boca se te hace agua cuando ves las delicias que hay en la panadería).

Reponemos agua en una de sus maravillosas fuentes y seguimos camino. Desde Sansol a Viana se hace necesario tomar la carretera, ya que el camino se introduce en un barranco y pega un vueltón agotador e innecesario. Incluso muchos peregrinos a pié optan por el asfalto. Hay que entrar en el casco urbano de Viana; no conviene perdérselo. Dejamos Viana tomando de nuevo una pista de tierra. Logroño no está lejos. Antes de llegar a Logroño volvemos a pasar por la casa de la Sra. Felisa. Llegamos al cobertizo que da sombra a la mesa con el cuaderno de firmas y el sello para la credencial y nos recibe una mujer que, evidentemente no es Felisa, ya que es bastante más joven. Preguntamos por ella. Esta mujer es la hija de Felisa y nos dice que su madre falleció en el mes de octubre pasado. Felisa tenía la costumbre de recibir a los peregrinos con higos recién cogidos (si era el tiempo del higo, naturalmente) y agua fresca; te ponía tu sello en la credencial y firmabas en el libro que tenía en su mesa. Felisa tenía más de ochenta años cuando la conocimos hace cuatro años. Fue un acierto hacernos unas fotos con ella en aquél momento, ya que esta agüelilla se ha convertido en una figura histórica del Camino. Nos dijo la hija que hasta el día anterior al que murió, estuvo recibiendo peregrinos. Hablamos un ratico con la hija de Felisa. Nos comemos unos cacahuetes que nos ofrece (aún no es tiempo de higos), nos sella la credencial, firmamos en el libro, bebemos agua y bajamos a Logroño.

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Logroño - Santo Domingo de la Calzada

Etapa 4
55 kms.
23.06.03

El refugio de Logroño está fenomenal; además, como novedad, en esta ocasión nos hemos encontrado con que tenía la posibilidad de Internet gratuito para todos los peregrinos, con lo cual pudimos enviar algún que otro correíllo sorpresa. Es un refugio que dispone de cocina estupenda y comedor. Está limpio y es grande; las literas cómodas con colchones buenos (no siempre sucede así). No obstante, a pesar de todo esto, pasamos una de las peores noches del Camino. Yo, personalmente, casi no pegué ojo; la causa de todo esto: la noche tan calurosa que nos tocó soportar. Bueno, son gajes del oficio. Nos despertamos bien temprano, como de costumbre; desayunamos en abundancia y comenzamos la ruta. Abandonamos Logroño por el Parque de la Grajera, zona arbolada de descanso a la orilla de un lago; salvamos el alto de la Grajera y llegamos a Navarrete, donde es preciso detenerse en su famosa entrada al cementerio, con rica portada gótica (ya antes nos habíamos detenido en una de las panaderías de la localidad, donde el rico olorcillo nos llamaba a grito pelado).

Salimos de Navarrete entre viñedos, salvando alguna que otra pequeña dificultad, como por ejemplo el desprendimiento del camino a causa de las lluvias torrenciales caídas en primavera. La pista de tierra asciende hasta el alto de San Antón, tramo bastante penoso, donde se hace necesario echar pié a tierra en más de una ocasión. Al fondo, en la llanura, se divisa Nájera. En una de sus primeras casas se lee un letrero alentador: "Peregrino en Nájera, najerino", lo cual da muestra de su hospitalidad. Sales de Nájera por un pedazo de cuesta que tela marinera; y no es ni más ni menos que el preludio de lo que viene después: las cuestas de Peñaescalera. Pronto se abre de nuevo el espacio, dirigiéndonos hacia Santo Domingo de la Calzada. Pasamos por Azofra y al cruzar su calle Mayor, nos encontramos con un montón de ciclistas que estaban esperando en la puerta del refugio de la localidad. Íbamos a pasar a que nos sellaran la credencial, pero al ver tal cantidad de gente enchufamos el turbo hacia Santo Domingo, pensando en que igual nos quedábamos sin cama como llegara antes que nosotros el batallón. En el tramo siguiente te encuentras con un cuestarrón (que ya lo ves venir desde lejos), que tiene castañas. En la edición anterior no fuimos capaces de subirlo en la bici; tuvimos que bajarnos y seguir a pié hasta llegar a lo alto. En esta ocasión, para nuestro regocijo, no tuvimos que bajarnos de la bici, lo cual nos supuso una alegría considerable (¡qué machada!).

Pues nada, llegamos a Santo Domingo (no sin antes recibir una llamadita en el móvil de nuestra hija la zaragozana, quejándose de que se encontraba muy mal, que le dolía mucho la garganta y un oído - ¡vaya por Dios! -). Aunque hubiéramos podido seguir avanzando un poco más (podíamos haber llegado hasta Belorado), hubo que detenerse por necesidad en la ciudad del Santo: a José Mª se le había roto un pedal automático y había que cambiarlo. Este hecho nos supuso una auténtica aventurilla, ya que el único establecimiento de bicis estaba regentado por un tío más desagradable que la madre que lo trajo y no hizo más que ponernos problemas: que si no tengo el pedal que quieres, que si no puedo cambiarlo, que ahora qué hago yo, …. Nos puso de los nervios y al final tuvimos que ir a buscar a un metalistero para que nos ayudara a solucionar el problema. Menos mal que el hombre fue un tío apañado y se prestó. En fin. Con más hambre que nos alcanzaba la vista, al fin pudimos almorzar-cenar, compartiendo víveres con un matrimonio francés (andarines) y con un chico norteamericano (Jonathhan French), que también iba en bici; con este último hicimos amistad (fuimos coincidiendo con él hasta que llegamos a Santiago) y en el mes de agosto vino a Granada a visitarnos.

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Santo Domingo de la Calzada - Burgos

Etapa 5
78 kms.
24.06.03

En Santo Domingo de la Calzada nos alojamos en la Abadía Cisterciense (s. XVII), donde nos recibieron las mismas monjitas que la vez anterior. La parte de la Abadía dedicada a refugio de peregrinos, no se puede decir que sea un hotel de cuatro estrellas, ni mucho menos (tampoco se pretende); pero puedes tomar una buena ducha calentita y comer en un comedor/cocina bastante acogedor. La localidad debe su nombre a un vecino de la cercana Viloria: se llamaba Domingo, pero pasó a la historia como santo Domingo de la Calzada, siendo el mayor benefactor del Camino, al que dedicó buena parte de sus 90 años de existencia, después de ser rechazado como fraile. En el interior de la catedral de Santo Domingo se conserva un gallinero, en cuyo interior hay una hornacina con dos gallinas, en recuerdo del más popular milagro atribuido al santo de la Calzada. Como todos los días, nos levantamos antes de que amanezca, desayunamos de forma abundante (la jornada va a ser dura) y comenzamos nuestra marcha antes de las 8.00 horas.
Pronto dejaremos atrás Grañón, Redecilla del Camino (en cuya iglesia se guarda una joya de pila bautismal del siglo XII) y Vitoria (lugar de nacimiento de santo Domingo de la Calzada), …
Íbamos acompañados por Jonathan, el colega estadounidense.
Acercándonos a Villambistia, el cielo comenzó a avisar: las nubes se arremolinaban y un paisano que nos saludó al tomar agua en una de las fuentes del Camino, ya nos comentó que aquello comenzaba a tener mala pinta. Llegamos a Villafranca de los Montes de Oca, donde una dura cuesta nos dirige hacia las alturas de los Montes de Oca. Esta era una zona muy temida por los caminantes medievales, ya que podían aguardarles mil peligros. Ahora, la travesía de esta zona es mucho menos expuesta, pero no por ello menos emocionante (lo que nos esperaba fue la pera). Bosques de roble y ningún otro ruido que no provenga de la naturaleza.

Y la naturaleza empezó a hacer ruido …; madre mía qué truenos. Teníamos encima de nosotros, en mitad del bosque, un pedazo tormentón de mil pares de narices. De pronto parecía que alguien me había tirado una piedra; pues era granizo. Una bolas tan grandes que te hacían daño; al dar en el casco, sonaban de forma bastante preocupante. En principio, ante el panorama, nuestro primer impulso fue echar a correr como locos e intentar salir del bosque cuanto antes; pero al ir avanzando nos dábamos cuenta de que íbamos en directo hacia la tormenta.
El granizo dio paso a una lluvia torrencial y ya no hubo más remedio que pararse y sacar los chubasqueros. El problema es que, en mitad de la lluvia, cuando dijimos de arrancar de nuevo, pudimos comprobar que estábamos totalmente clavados en el terreno (era arcilla pura) y al intentar mover la bici, las ruedas arrastraban unas plastas de barro alucinantes que se quedaban enganchadas en todos los mecanismos. Jonathan, al intentar pedalear, se pegó una torta que hizo época; se levantó absolutamente manchado de barro y con una herida en el brazo. La cosa se comenzó a poner bastante chunga, pero aún así no dejé de echar de menos mi máquina de fotos para inmortalizar el momento; pero no pude, ya que la cantidad de agua que caía lo hizo imposible.
Bueno, pues aguantamos el chaparrón y salimos como pudimos (absolutamente embarrados y chorreando) en dirección a San Juan de Ortega.

Al llegar a esta pequeñísima localidad, lo primero que hicimos fue ir hacia una magnífica fuente donde unos piadosos lugareños, al vernos cómo íbamos, nos dejaron una goma que enganchamos a uno de los caños y, manos a la obra: a quitar barro de las bicis, de las alforjas, de nosotros, para poder continuar hacia la serranía de Atapuerca (aún quedaba un buen tirón hasta Burgos). Quise de nuevo inmortalizar el momento, aunque no había dejado de llover; pero el carrete de la máquina de fotos se había terminado y no podía localizar el carrete nuevo con el follón que teníamos liado. Una vez finalizada la tarea de limpieza, comimos un poco de lo que llevábamos y continuamos camino.
Por fin dejó de llover; atravesamos la serranía de Atapuerca y llegamos a Burgos hacia las 19 horas; un poco tarde, pero es que eran muchos Kms y habíamos perdido bastante tiempo.
En fin, tarde, pero bien y con más hambre que nos alcanzaba la vista (aparte del cansancio del que nunca se cuenta). No obstante, como recompensa, nos estaban esperando unos amigos que viven allí para ir a cenar a su casa. Una vez duchados (por cierto, con agua fría ya que no había agua caliente en el refugio) y adecentados, nos recogieron y nos deleitaron con una comida y buen vino que nos resarció de todo lo pasado durante la jornada.

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Burgos - Frómista

Etapa 6
68 kms.
25.06.03

Después de la maravillosa cena con nuestros amigos burgaleses (Mª Carmen y Alfonso), esa noche dormimos realmente a pata suelta. A la mañana siguiente, después de nuestro acostumbrado abundante desayuno al amanecer, nos despedimos de Jonathan, ya que él se iba a quedar un día más en Burgos para visitar la ciudad (es estudiante de Arte), e iniciamos nuestra ruta.
Al salir de Burgos pasas por la puerta del hospital del Rey y un poco más tarde tomas el camino de tierra. Nuestra mayor preocupación era que lloviera ese día, ya que tienes que atravesar una zona que, con agua, no es que te embarres, es que te traga. Son los kilómetros previos a Hontanas. Por lo tanto, un consejo: si te coge un día con lluvia, ni se te ocurra adentrarte en esta zona; aunque te pese, toma la carretera comarcal; te evitarás un mal trago. Nosotros tuvimos suerte y no cayó ni gota, a pesar del tormentón del día anterior. Por cierto, la localización de Hontanas no dejará de sorprendernos: tú vas pedaleando y, por lo que marca tu cuentakilómetros, adivinas que el pueblo no debe de estar ya lejos; pero si diriges la vista al horizonte, de pueblo nada de nada. Y te preguntas ¿ondandará? Lo único que ves es campo y más campo; sembrados y más sembrados. Pues nada, tú sigues porque las flechas amarillas indican que vas en la dirección correcta; pero sigues un poco mosca, la verdad. De pronto, cuando menos te lo esperas, metido en un auténtico hoyo, aparece ante ti Hontanas.

Esta localidad tiene un refugio alucinante, en el que dormimos la vez anterior que estuvimos haciendo el Camino; se trata de un antiguo hospital de peregrinos totalmente rehabilitado con un gusto genial. Al pasar por la localidad, como siempre sucede, me puse a hablar con un paisano y mira por dónde, al decirle que veníamos de Granada, nos comentó que era familiar de D. Andrés Manjón, fundador de las Escuelas del Ave María y que nunca había visitado nuestra ciudad, aunque tenía muchas ganas de hacerlo. José Mª siempre me regaña porque dice que me enrollo más que una persiana; pero la verdad es que a mí me gusta hacer así el Camino; descubres cosas interesantes.

Siguiendo en dirección a Castrojeriz pasas por el arco de los antonianos, junto al viejo convento de San Antón, un lugar en el Camino cargado de magia y esoterismo.
La salida de Castrojeriz lleva directamente a la colina de Mostelares, importante y última elevación antes de adentrarse en la uniforme Tierra de Campos, donde hay que echar pié a tierra y subir con respiración acompasada. Pero el esfuerzo merece la pena ya que desde la cumbre gozaremos de una de las mejores vistas de la vieja Castilla. Una vez superada la colina, nos espera uno de los descensos más arriesgados del Camino (¡cuidadín, cuidadín!). Acto seguido pasaremos por la fuente del Piojo (en Granada también hay otra con el mismo nombre), ermita de San Nicolás (antiguo hospital de peregrinos del siglo XIII, en la ribera del Pisuerga), Puente Fitero (puente medieval de siete arcos que une Burgos con Palencia), entrando ya en la provincia de Palencia.

En Boadilla del Camino nos encontramos el mejor rollo jurisdiccional de Castilla; se trata de una columna tallada en el siglo XV, de estilo gótico, que simbolizaba el poder jurídico en la comarca y servía para encadenar y ajusticiar a los reos. El Camino se dirige hacia Frómista bordeando el canal de Castilla. En esta última localidad nos encontramos con una de las esclusas más bonitas del canal: una esclusa cuádruple por la que cruzaremos para entrar en el municipio. Al llegar a Frómista estuvimos dudando si seguir hasta llegar a Carrión de los Condes. Al final pensamos que se nos iba a montar en una etapa muy cercana a los 90 kms. (muy larga, como la del día anterior). Es decir, que igual dos días seguidos con tanto km en las piernas nos iba a machacar un poco. Decidimos quedarnos, comer y descansar. Al día siguiente estaría profundamente arrepentida de esta decisión.

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Frómista - Sahagún

Etapa 7
64 kms.
26.06.03

¿Que por qué me arrepentí con toda mi alma de habernos quedado a pasar la noche en Frómista? Bueno, pues resulta que la hospitalera (llámese así a la persona encargada del refugio de peregrinos) se encargó de hacer que un refugio nuevo y magníficamente equipado estuviera tan sólo a su servicio (de ella, de su familia y de sus amistades) y no para uso del peregrino; es decir, como si fuera propiedad privada suya; una total y absoluta impresentable y no tengo el más mínimo reparo en declararlo; incluso tenía muy claro que cuando finalizara el Camino presentaría una queja formal a la Asociación de Amigos del Camino, que se encarga de gestionar muchos de los refugios existentes. Pero esto no queda aquí, sino que después de una noche no muy buena (no descansé prácticamente nada), cuando me despierto por la mañana siento una sensación muy extraña en un ojo; pensando en lo peor, pego un salto de la litera y me voy en directo para el aseo y cuando me miro al espejo casi me caigo de culo: tenía el ojo que no se me veía; algo me había picado por la noche y la hinchazón me llegaba desde la frente a la mitad de la mejilla. Me fui corriendo a donde estaba José Mª y le dije "la hospitalera se ha convertido esta noche en bicho y me ha picado". Bueno, pues nada, a echar mano del botiquín y chute de corticoides+antihistamínicos al canto con el desayuno del día (ojo, a la importancia de llevar un botiquín bien equipado).

Al margen de estas desagradables incidencias (de todo tiene que haber en el Camino), ni que decir tiene que Frómista es una importante localidad del Camino. Los romanos la llamaron Frumesta, por la abundancia de grano. Destacan la iglesia de San Martín,(magnífico ejemplo del románico) y la iglesia gótica de San Pedro.

Salimos de Frómista siguiendo, como es habitual, nuestras queridas flechas amarillas. Nos aguarda el primer andadero de la ruta: una senda peatonal paralela a la carretera, pensada para el peregrino, que no tiene nada que ver con el camino original a Santiago, el cual yace como a unos 200 metros bajo unos cultivos.

Pronto llegamos a Villalcázar de Sirga. Es un error no entrar en el pueblo para contemplar su excepcional iglesia, una de las tres encomiendas templarias del Camino, junto a la de Ponferrada (León) y San Fiz do Ermo (Galicia). Nos estamos refiriendo a Santa María la Blanca, templo con imponente pórtico de gran riqueza escultórica.

Siguiendo el andadero entramos en Carrión de Los Condes, principal ciudad del Camino en la provincia de Palencia. Nada menos que doce iglesias y otros tantos hospitales esperaban al peregrino hasta el siglo XIV. El convento de Santa Clara con sus magníficos dulces y el templo de Santa María del Camino nos reciben a la entrada de la localidad.

Desde Carrión a Calzadilla de la Cueza se conserva el auténtico y originario camino medieval, proveniente de la Vía Aquitania, que pasaba por aquí mucho antes que la Ruta Jacobea; emociona bastante saber que por aquí han pasado millones de caminantes desde hace siglos.

La primera gran ciudad del Camino en la provincia de León es Sahagún, donde del esplendor del pasado sólo quedan los ladrillos mudéjares de sus iglesias. Fue conocida como el Cluny español; hombres de letras, burgueses, ricos y artistas fijaron su residencia en esta ciudad entre los siglos XI y XII, incorporando el arte mudéjar de la España musulmana. A Sahagún se la conoce también como la capital del románico pobre, por el uso del ladrillo de barro en lugar de la piedra. De este estilo nos encontramos con las iglesias de San Tirso, de San Lorenzo y la Peregrina.

Hubiéramos podido seguir pedaleando, ya que llegamos a Sahagún a muy buena hora y sin cansancio en el cuerpo. De hecho, el refugio aún no se encontraba abierto. Pero esta ciudad es muy rica en arte y merece una parada detenida. Hacer el Camino es ir sin prisas (o con las menos posibles).

En cuanto al refugio, pasamos la noche en el instalado en la iglesia de la Trinidad. Está muy bien; las literas son cómodas y dispone de cocina y comedor.

Sólo es necesario mencionar una incidencia: mientras salíamos por la tarde para comprar los víveres y hacer un poco de turismo, intentaron robar en el lugar donde se encontraban las bicis. A un colega, precisamente de Granada, le sisaron el cuentakilómetros y alguna cosa más; al resto les abrieron las alforjas intentando buscar algo de valor. A nosotros, afortunadamente, no nos tocaron nada. En fin, este hecho trajo consigo que tuviéramos en el refugio a la Guardia Civil hasta bien avanzada la noche. Lo cierto es que el robo es una posibilidad que siempre está presente en el Camino, lo cual me recuerda a los asaltos de los primitivos caminantes, por lo cual hay que tomar las debidas precauciones y no pecar de confiado ya que te la pueden gastar (ya nos comentaron que a más de uno le han birlado la bici).

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Sahagún - León

Etapa 8
58 kms.
27.06.03

¿Qué cómo va mi ojo? Mejor, gracias; aunque aún sigue bastante chungo. Fíjate cómo sería la picadura que aún bastante tiempo después de llegar a Granada, habiendo concluido nuestra aventura, tenía molestias que desaparecieron casi en el mes de octubre. Lo bueno o lo malo del tratamiento con los antihistamínicos es que yo soy bastante sensible a ellos y aunque se dice que los modernos no producen somnolencia, a mí me dejaban absolutamente colocada e iba pedaleando con una quietud por la que José Mª no dejaba de dar gracias al Cielo: ¡qué niña más buena¡ ... calladita, modosita, tranquilaaaaa, .... En fin, cría esposos.

Menos mal que lo que nos va a tocar hoy, en gran medida, será una travesía realmente austera por el páramo castellano; eterna planicie sin grandes esfuerzos, en donde las piernas se disparan solas y haces kilómetros y kilómetros casi sin darte cuenta, porque con el atontamiento que me acompaña .... Ojo con asegurar un adecuado aprovisionamiento de agua en la época calurosa durante toda esta etapa.

Salimos de Sahagún bien temprano, como es habitual, y a los 2 kms (más o menos) nos encontramos con una cruz que supone el inicio del monótono y cómodo andadero que no abandonaremos hasta Reliegos (algo más de 30 kms de andadero). Un poco más adelante, antes de llegar a Bercianos, pasamos por delante de la Ermita de Nuestra Sra. De Perales, situada junto a un área de descanso.

Entre el Burgo Ranero y Reliegos seguimos encontrando pequeñas áreas de descanso provistas de bancos para los caminantes. Continúa la eterna planicie donde la monotonía sólo se rompe por el cruce de la vía férrea.

Pronto aterrizamos en Mansilla de las Mulas, en donde tenía su posada la Pícara Justina, obra de la picaresca española del siglo XVI. Se sale de la localidad por el antiguo puente de piedra sobre el río Esla.

A partir de aquí se inicia un tramo hasta llegar a León que a los dos se nos hizo insufrible (es uno de los tramos más horrorosos de todo el Camino). Se trata de un recorrido con bastante dosis de asfalto obligado (el Camino se alía con la N-601), malísima señalización (nos confundimos en varias ocasiones, cosa bastante inusual cuando vas haciendo el Camino gracias a las entrañables flechas amarillas) y con un tráfico rodado que te cagas. Aún sigo sin comprender cómo la Comunidad de Castilla-León no ha buscado un trazado alternativo por un paraje mucho más alentador (seguro que es posible).

Puente de Villarente es una larga área de servicios con restaurantes, hostales y gasolineras, a lo largo de la N-601 que soporta un tráfico intensísimo. Ni que decir tiene que en lo único que piensas es en salir de allí lo más rápidamente posible. No obstante, vimos que una pareja con una furgoneta se había puesto en el margen de la carretera vendiendo cerezas. Tenían una pinta alucinante (las cerezas, claro está) y no dudamos en comprar 1 kg, del que dimos buena cuenta antes de llegar a León.

Si no recuerdo mal, es en Valdelafuente donde se comentaba que había un barecillo donde ponían una tortilla de patatas con acompañamiento que se te hacía la boca agua. Estuvimos dudando si detenernos o no, a pesar de que nos habíamos metido una mano de cerezas que hasta allí; pero no importa, apetito siempre tienes. Lo que pasa es que nos esperaba, justo inmediatamente después, el Alto del Portillo con su consabida cuestecica. Luego nos alegramos al ver y oir a la gente cómo en la subida se le venían a la boca la tortillica, el choricillo, la morcillica, los pimientos, ...; en fin todo muy digestivo; de lo que no te da flato.

Llegamos a León excesivamente temprano; creo que no eran ni las 12 del mediodía; hubiéramos podido seguir, pero había un motivo de fuerza mayor para quedarnos: nos dimos cuenta de que llevábamos los frenos absolutamente desgastados; era urgente reponerlos, ya que nos esperaban unas bajadas bastante considerables, en las que el buen estado de los mismos se hace imprescindible. Cerca del refugio hay un establecimiento de bicis (ya lo visitamos en la edición anterior) y fuimos rápidamente ya que, además, León estaba en fiestas y el horario comercial era reducido.

No obstante, existían más razones para quedarnos y es en este punto donde me gustaría hacer una reflexión que me parece importante: Hay gente (me refiero a los bicicleteros), que se plantea hacer la Ruta Jacobea con el objetivo de recorrer el mayor número de kilómetros posible y empleando el menor tiempo que se pueda. Y es más, se establecen como pugnas por ver quién se cuelga la medalla más grande. Yo creo que si lo que quieres es hacer kms y kms, pues te buscas unos circuitillos cerquita de donde vives y ... !!! to tieso con la boca abierta ¡¡¡ También estamos de acuerdo con el hecho de que no todo el mundo dispone de 15 o 20 días seguidos para lapidárselos. Pues bien, si dispones de menos tiempo, pues te planteas no hacerlo entero sino por partes; este año un tramo y al año siguiente Dios dirá. Pero lo que hagas merece la pena hacerlo disfrutando, sin prisas. Además, muchas veces te ves obligado a parar por distintas circunstancias, totalmente ajenas a tu voluntad; y esto hay que tenerlo siempre en cuenta. Cuando llegamos a León, al refugio, e hicimos el comentario de la posibilidad de seguir (sin habernos dado cuenta de cómo iban los frenos), los muchachos hospitaleros nos animaban a quedarnos, a hacer un alto en el camino y disfrutar con una de las ciudades más emblemáticas de la ruta que, para colmo, celebraba su fiesta mayor.

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León - Rabanal del Camino

Etapa 9
75 kms.
28.06.03

En León pasamos la noche en un refugio un poco retirado del centro de la ciudad, en la C/ Campos Góticos, cerca de la Plaza de Toros y de la cárcel provincial. Tiene gran capacidad (más de 100 camas distribuidas en habitaciones con literas), cocina, sala de TV, aseos/duchas remodelados, muy amplios y muy limpios; en fin, que está fenomenal. Las bicis las dejas en el patio, a la entrada del refugio y te las controlan a través de un circuito cerrado de TV, con vigilante nocturno. Caminando, en cuestión de 10 minutos, te pones en pleno centro de León. Es bastante difícil no encontrar plaza aquí, pero si eso sucediera, se puede contar también con el monasterio benedictino de las hermanas Carbajalas, en pleno centro de la ciudad, aunque no podemos dar información del mismo.

He podido comprobar que en algunas guías se mencionan refugios y se dice de ellos que son gratuitos. Ningún refugio existente a lo largo de la Ruta Jacobea es gratuito. La media suele oscilar entre los 3-4 euros; y en donde no te piden nada (como sucede en los monasterios), qué menos que dejes tu aportación, ya que tienen dispuesta una cajita para depositar "la voluntad".

Salimos de León por el puente de San Marcos, cruzando rápidamente Trobajo del Camino (que en realidad es un barrio de León), por una larga y recta avenida. En la edición anterior (año 1999), nos formamos un auténtico taco a la salida de León y la verdad es que lo pasamos realmente mal porque desembocamos en la autovía y no podíamos dar marcha atrás. Ojo, pues, con la salida. Teniendo la referencia de pasar por Trobajo no habrá problema y una vez aquí, si hay duda pues se pregunta.

El recorrido de esta jornada va a estar dominado, fundamentalmente, por terreno llano; no obstante, también nos encontraremos con alguna que otra pequeña elevación, para no perder la costumbre.

Pronto llegamos a La Virgen del Camino y a partir de aquí hay que ir con cien ojos porque los intereses comerciales de las gentes les han llevado a hacer ciertas pintadas ( las "flechas amarillas") que hacen que la señalización esté cambiada y/o duplicada, de tal manera que te dirigen hacia sus restaurantes, o sus hostales, o sus refugios, etc. (¡¡ mucha picaresca !! ok?). Tal es así que nosotros pretendíamos llegar a Villar de Mazarife pasando por Oncina de la Valdoncina y por Chozas de Abajo. Bueno, pues no hubo forma. Las pintadas en el suelo nos confundieron de tal manera que acabamos cogiendo la variante por el camino paralelo a la carretera nacional, con el consiguiente cabreo por nuestra parte.

A unos 15 kms de Villar de Mazarife se encuentra el puente medieval románico más famoso de todo el Camino: el puente sobre el río Órbigo o también llamado paso honroso, donde el caballero leonés don Suero de Quiñones, acompañado por un grupo de nobles medievales, se marcó una apuesta histórica con motivo de una obligación de amor hecha a cierta señora.

A la salida de Hospital de Órbigo, nos encontramos con dos posibilidades: a la izquierda, 15 kms por el camino paralelo a la N-120; a la derecha, unos 17 kms (o algo más), de camino por el monte entre encinares y tierras de labor, pasando por Villares y Santibáñez. Ni qué decir tiene que nosotros escogimos la opción segunda. Cuando llevábamos algo menos de la mitad del recorrido, nos encontramos a un pastor con su rebaño. Como el Camino se ve afectado por gran cantidad de cruces, le preguntamos y él no dudó en indicarnos que, para no confundirnos, ante cualquier cruce siempre debíamos ir hacia la izquierda. Y así lo hicimos. Pero cuando habíamos hecho un buen tramo empezamos a mosquearnos porque aquello no tenía buena pinta. Total, que acabamos en un sembrado sin camino ni nada. De pronto, vimos a alguien de lejos y fuimos a preguntarle. Pues resulta que en todos los cruces, la dirección correcta no era hacia la izquierda, sino hacia la derecha. Pues nada, marcha atrás y que Dios guarde muchos años al pastorcillo de izquierdas.

La pista nos llevará hasta el crucero de Santo Toribio, desde donde divisamos una magnífica panorámica de Astorga.

Astorga, capital de la Maragatería, ha tenido desde antiguo una sólida vinculación al Camino. Llegó a albergar en la Edad Media hasta 25 hospitales en su perímetro. Son de interés los restos de las murallas, el palacio episcopal (encargado a Gaudí) y la catedral de Santa María (te cogen uno al lado de los otros).

Nuestro objetivo final de etapa es otra de mis localidades preferidas a lo largo de la Ruta Jacobea: Rabanal del Camino, donde repondremos fuerzas para enfrentarnos al despuntar el día con las alturas del monte Irago.

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Rabanal del Camino - Villafranca del Bierzo

Etapa 10
66 kms.
29.06.03

La historia de Rabanal del Camino está muy ligada al desarrollo de las peregrinaciones. Se trata de una localidad pequeña (no sé si llega a 60 habitantes), muy acogedora, que invita al descanso. El refugio en el que dormimos también es "mu collejo" y te encuentras realmente bien. Y digo "el refugio en el que dormimos", porque a pesar de ser un pueblo tan pequeñito hay abiertos TRES REFUGIOS (un caso único).

En la parte alta del pueblo se encuentra la iglesia románica de Nuestra Señora de la Asunción, que, a pesar de su extraordinaria austeridad, me sigue causando una gratísima impresión. Frente a esta iglesia se encuentra el monasterio benedictino de San Salvador del Monte Irago.

A las siete de la tarde, en la iglesia de Santa María, se celebra el Oficio de Vísperas, cantado en latín, según la tradición gregoriana. A las nueve y media de la noche, cuando ya termina la jornada, vuelve a celebrarse otra oración (Oración de Completas), para expresar nuestro agradecimiento por todo lo que Dios nos ha concedido en el día de hoy y una vez que ésta finaliza, se imparte la hermosa Bendición de Peregrinos.

En la etapa del día de hoy tendremos que afrontar uno de los lugares más altos del Camino: el Puerto del Monte Irago. La subida hasta Foncebadón no es excesivamente complicada; nosotros subimos por la carretera (gozando de maravillosas vistas de la meseta castellana que definitivamente dejamos atrás), aunque un pequeño sendero permite evitarla a tramos. Desde aquí falta muy poco para llegar a la Cruz de Hierro (Cruz del Ferro). Es tradición depositar en la Cruz de Hierro una piedra (yo aconsejaría que cada cuál se lleve una piedrecita de su lugar de residencia - una piedrecita, no un pedazo marmolillo -); simboliza todo aquello de lo que te quieres desprender en tu camino. Al comienzo del día, durante la Oración de Laudes (7.30 de la mañana), se bendicen estas piedras.

Situada a 1504 metros de altitud, la Cruz de Hierro no es el lugar más alto de la etapa. Éste se alcanza un poco después, donde se sitúan las antenas de telecomunicaciones. A partir de este punto iniciamos una bajada pronunciada por carretera, pasando por Manjarín (donde se encuentra un peculiar refugio) y El Acebo, localidad que da la bienvenida al Bierzo y en donde podemos encontrar un pequeño monumento a un peregrino bicicletero fallecido en accidente.

El trepidante descenso nos deja en Molinaseca y a tiro de piedra, Ponferrada.

Cuando llegamos a Ponferrada, lo primero que hicimos fue llegarnos al refugio de peregrinos. Resulta que en esta etapa hacíamos de correo: en León nos pidieron que hiciéramos el favor de llevar a Ponferrada la credencial de un peregrino que la había dejado olvidada en el refugio. Pues así lo hicimos. Esto nos dio oportunidad de ver el refugio tan estupendo que se ha levantado en esta población. El anterior era una auténtica cutrería y, en cambio, éste es un lujazo. Nos lo enseñaron por dentro y está realmente fenomenal.

Cuando dejamos el refugio comenzó a llover ligeramente; eso duró unos minutos; de pronto, teníamos sobre nuestras cabezas una auténtica lluvia torrencial. Era el preludio de una gran aventura que no nos abandonaría hasta abrazar al Apóstol.

Recuerdo que era domingo; la incesante lluvia nos llevó a refugiarnos en una cafetería de Ponferrada, donde nos tomamos un buen vaso de café con leche hirviendo. Pasaba el tiempo y la lluvia no iba a menos; tuvimos que tomar la decisión de seguir sea como fuere. Nos costó trabajo encontrar la salida para retomar el Camino. Al fin, nos vimos rodando por campos de vides absolutamente embarrados; sin embargo y no sin dificultades y con mucha precaución, pasamos (la lluvia no cesaba). Llegamos a Cacabelos y, en principio, pensamos quedarnos en el refugio, ya que íbamos como sopas; pero nos dijeron que, debido a la lluvia, muchos peregrinos que tenían intención de seguir no lo habían hecho, así que como esperaban que más gente hiciera lo mismo, nos pedían que si podíamos continuar a Villafranca que lo hiciéramos (hay que recordar que los caminantes tienen preferencia sobre los ciclistas). Pues nada, dicho y hecho.

En dirección hacia Villafranca del Bierzo (estamos a 7 km, aproximadamente), un paisano nos aconsejó que no nos metiéramos por el Camino; que siguiéramos por la carretera, ya que habría bastante barro. Bueno, pues siguiendo mi intuición femenina nos metimos por el Camino. Al principio la cosa no estaba tan mal; podías rodar más o menos. Pero poco a poco la situación se iba poniendo más y más fea, hasta que llegamos a un punto en el que nos encontramos absolutamente clavados, ..., y ni p´alante ni p´atrás (con barro hasta en el cielo de la boca). De repente, a mi amantísimo esposo se le mudó el semblante, le salió la mala bestia y se puso a decir que todo era por mi culpa, que siempre tiene que hacer lo que yo digo, que nunca más, etc., etc., etc. Me puso que ya no sabía si ponerme a rezar, a llorar o sencillamente le arreaba un magnífico puñetazo. Finalmente opté por lo primero y rogué encarecidamente a Dios que nos sacara de aquél atolladero. Salimos como pudimos embarrados hasta los ojos; trincamos el tramo de carretera que quedaba hasta Villafranca y llegamos por fin al refugio, que estaba de gente hasta la bandera. Como es de suponer, a partir de Ponferrada no hay fotos; si saco la máquina la tengo que tirar. De hecho, la foto que incluyo del castillo de Ponferrada con ese cielo tan despejadito y tan azul, pertenece al año 1999, cuando hicimos el Camino por primera vez.

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Villafranca del Bierzo - Samos

Etapa 11
70 kms.
30.06.03

Cuando nos vieron llegar al refugio de Villafranca dijeron: "esto es hacer el Camino". Y tanto; si casi no se nos veía la cara del barro que llevábamos encima. Lástima no disponer de documento gráfico para inmortalizar el momento. Pero si encima le digo a José Mª que se espere que le hago una foto, pues ... Lo primero que tuvimos que hacer antes de entrar al refugio fue quitarnos todo el barro. Gracias a que en un lateral del edificio había dos pilas de lavar y allí estuvimos bajo la lluvia un buen rato. Cuando terminamos estábamos tiesos como palos. Cogimos litera y en directo a la ducha. !!! HORROR ¡¡¡ !!! NO HAY AGUA CALIENTE ¡¡¡.

Mi reino por un chorrito de agua calentita !!! Pues NO ¡¡¡ Nos duchamos mu rápido, mu rápido y tendimos la ropa mojada como pudimos. Aquí quiero detenerme un pelín. A pesar de que nuestras alforjas se decían impermeables; a pesar de que llevábamos unos cubrealforjas absolutamente impermeables que nos había confeccionado mi madre a conciencia, se nos mojó el contenido de las mismas; es decir, toda la ropa de recambio. Resulta que los cubrealforjas las rodean bien, pero siempre queda una zona (donde se enganchan), que no queda cubierta. Al girar, la rueda va salpicando agua a esa parte, llegando a penetrar incluso en el interior del cubrealforjas, formando un pequeño charquillo. Pues !! MORALEJA ¡¡. Antes de meter todo en las alforjas, hay que introducir una bolsa de basura bien fuerte que aisle todo el contenido de forma correcta (y dentro de la bolsa de basura ya metes todo); si no haces esto y te llueve, ten por seguro que se moja lo que lleves dentro.

Otra cosa, cuando terminamos de todas nuestras tareas nos dispusimos a ir a comer (yo estaba absolutamente hipoglucémica; había arramblado con todo lo que llevaba de reserva). Como era domingo, no había ningún establecimiento abierto para comprar comida e, irremediablemente, tendríamos que ir a algún sitio a comer el menú del peregrino. Bien, pues cuando dijimos de salir del refugio seguía lloviendo a cántaros y porque nos prestaron un paraguas, ... (el refugio se encuentra bien distanciado de lo que es el centro de la localidad) Pues tomad nota: !! Hay que echar un paraguas lo más pequeñito que se pueda ¡¡.

Pasamos una noche regular; la dependencia donde dormíamos estaba abarrotada y cada uno de su padre y de su madre (algunos franceses, ya mayores, hicieron gala de un comportamiento más que reprobable). En cuanto a la limpieza del refugio, ni siquiera me voy a referir a ella, ¿por qué será? ....

Al día siguiente nos despertamos y lo primero que hicimos fue mirar al cielo; era nuestra mayor preocupación. Hoy toca una etapa bien dura. No pudimos desayunar porque no teníamos comida; habría que comprarla por el camino. Saliendo del refugio comenzaba a llover y cuando dejábamos Villafranca ya llovía a cántaros. La salida de Villafranca ha mejorado respecto a la vez anterior. Ya no tienes que ir por la peligrosa N-VI, sino que se ha habilitado un andadero por el que ruedas con seguridad.

Transcurridos unos 20 Kms, aproximadamente, tomamos un desvío a la izquierda y nos dirigimos hacia Vega de Valcarce y a partir de aquí comenzaremos el ascenso hacia Piedrafita, no sin antes tomarnos un abundante desayuno en un bar/supermercado. La lluvia no cesaba y decidimos subir por la carreterita comarcal y no meternos en corredoiras cuesta arriba, habida cuenta de las experiencias sufridas con anterioridad (las corredoiras son caminos tradicionales que sirven para mover el ganado hacia los pastos; barro + excrementos de vaca gallega = "colacao maravillao").

La carreterilla es preciosa, con magníficas vistas al "valle encarcelado" (de ahí deriva Valcarce); vas tranquilo porque no te encuentras prácticamente ningún coche, aunque nunca se puede bajar la guardia.

Cuando llegamos al cruce de Piedrafita íbamos superempapados. Yo notaba como al contacto con el sillín hacía chof, chof,... Hay que seguir subiendo hasta O Cebreiro, poblado de piedra y pallozas, considerado como el pórtico de Galicia. De repente cesó la lluvia y se levanto un vientazo (ariazo, que dirían algunos) que te tiraba; había tramos que tenías que bajar de la bici porque ibas al suelo. No veas el frío que llevábamos en el cuerpo.

Llegamos al refugio del Cebreiro un poco antes de las 13 horas y ni siquiera estaba abierto. Nos esperamos, junto con otros peregrinos que estaban en la puerta y lo primero que preguntamos cuando nos dejaron entrar es si había secadora: !!! SÍ ¡¡¡ Aparcamos las bicis y pasamos directamente a la cocina, donde se encontraba la secadora; nos desnudamos al integrasss (no sin antes cerrar la puerta) y metimos todo tal cual en el maravilloso aparato. Salió la ropa calentita, sequita; nos vestimos, comimos algo y seguimos camino. Media hora más tarde no nos serviría para nada habernos secado hasta la ropa interior.

Tras O Cebreiro, volvemos a coger asfalto y ganamos el Alto de San Roque (1270 m), en el que nos encontramos con un gran monumento al peregrino. A la derecha comienza un andadero que permite obviar el asfalto. No obstante y debido al fuerte viento y a la amenaza de lluvia constante, decidimos seguir por el asfalto para evitar problemas mayores.

Pronto alcanzamos el Alto do Poio y pasado Fonfría, iniciamos un constante descenso hacia Triacastela. Tengo que decir que fue una auténtica lástima que el intenso viento y la incesante lluvia no nos permitiera atrevernos a seguir la senda peatonal. Todo fue asfalto, pero no nos podíamos arriesgar. Si alguien pasa por aquí con buen tiempo (o por lo menos no tan malo como el que nos acompañó a nosotros), que no dude en abandonar la carretera.

Ahora te toca una dura elección: Al llegar a Triacastela se te plantean dos opciones; o te diriges a la derecha hacia Sarriá por San Xil (unos 20 kms por pistas de tierra con ciertos tramos de asfalto con poco o nulo tráfico) o bien, a la izquierda hacia Samos (9 kms, aproximadamente, por asfalto con bastante tráfico). A mí, personalmente, me es difícil elegir, ya que obviar el monasterio benedictino de Samos, uno de los más antiguos de España y símbolo de la cultura en Galicia, cuesta un poco. Pero rechazar la ruta por San Xil, supone no rodar por un tramo histórico de la Ruta Jacobea, a través de un solitario valle plagado de aldeas perdidas y corredoiras entre lajas de pizarra y carvallos (robles). En la elección te condicionará, fundamentalmente la climatología y el punto en donde tengas previsto el descanso de la etapa. También se puede hacer una cosa: un año te vas por un sitio y al año siguiente eliges la otra opción ¿OK?.

Bueno, pues nosotros lo tuvimos claro: la lluvia torrencial y la necesidad de encontrar lo más pronto posible un lugar a cubierto, nos dirigió en directo hacia Samos. A mí no me ha llovido nunca en la bici con tanta intensidad como en aquél momento. Más que bicicleta, creo que el mejor medio de transporte hubiera sido una piragua. Se formaban como olas en la carretera, todo ello aderezado con un viento racheado que ni en las películas. Por fin llegamos a Samos sanos y salvos. En el refugio (una gran sala del mismo monasterio), había bastante sitio libre, lo cual nos permitió montarnos unos tendederos entre las literas que se encontraban libres y así pudimos secar la ropa que hacía ya dos días llevábamos mojada. Otra moraleja: hay que ir provistos de unas cuerdecitas que, liaditas en un ovillo, no ocupan nada de sitio y te sacan de un apuro.

Y por fin .... !!!! LA DUCHA CALIENTE MÁS MARAVILLOSA DE TODO EL CAMINO ¡¡¡¡

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Samos - Melide

Etapa 12
80 kms.
01.07.03

En el monasterio de Samos descansamos genial; la verdad es que el día anterior había sido duro. En cuanto nos despertamos, lo primero que hicimos fue echar un vistazo al cielo. Afortunadamente no llovía; se alternaban los nubarrones con algunos claros (bueno, algo es algo). Antes de salir estuvimos hablando un poco con los hospitaleros y les preguntamos cómo veían ellos el tema: si seguir por la carretera o arriesgarnos por el trazado del Camino. Nos dijeron que viendo la lluvia torrencial del día anterior, lo mejor era seguir por carretera, ya que había bastante riesgo de embarre con la bici al pasar por las corredoiras. En fin, que enfilamos la carretera LU-634 en dirección a Sarria (unos 11 kms, aproximadamente). Cuando llegamos a esta localidad, nos encontramos con el mismo problema: estuvimos preguntando a la gente y todos nos aconsejaban que no nos metiéramos con las bicicletas en el trazado del Camino. Además, de nuevo comenzaba a llover.

Cuando hicimos el Camino en el año 1999, tuvimos la gran suerte de no tener nada de lluvia. Cuando llegamos a Sarria, es que no nos lo pensamos: nos dirigimos a Portomarín adentrándonos en la vega del río Sarria y en el valle del río Miño; son unos 22 kms de auténtico rompepiernas (Galicia es un continuo sube y baja), pero disfrutando de unos parajes de auténtica originalidad; rodamos por un conjunto de caminos, pistas, corredoiras, sendas y alguna que otra carreterilla asfaltada, con la ayuda de nuestras inseparables flechas amarillas, hasta que llegamos a Portomarín. Ahora bien, este itinerario presenta numerosos tramos de difícil tránsito para la bicicleta: casi todas las corredoiras son de firme bastante accidentado, embarrado y resbaladizo. Otro tema es que si por desgracia tienes algún problema, las aldeas por donde pasas no ofrecen prácticamente ningún servicio (no ves ni a gente por las calles), salvo alguna honrosa excepción.

Junto al factor climatológico, se nos unía otra adversidad: durante esta jornada teníamos que cubrir 80 kms. y esta distancia es difícil hacerla si ruedas exclusivamente por el itinerario de a pié. Las prisas no son buenas consejeras del Camino; no me cansaré de repetirlo. En el año 1999 disfrutamos bastante más que en esta ocasión y sólo empleamos dos días más. Creo, sinceramente, que merece la pena.

Bueno, pues nada; sintiéndolo en el alma, seguimos nuestra ruta por carretera (la verdad es que fue un día bastante desmoralizador, al menos en su primera parte), hasta llegar a Portomarín.

La localidad originaria de Portomarín se encuentra bajo las aguas del embalse de Belesar. Lo que ahora vemos es el nuevo Portomarín, construido en 1960. Lo único que se salvó de las aguas fue su iglesia de San Nicolás, construida en el siglo XII. Esta iglesia se desmontó piedra a piedra y se reedificó en la plaza de la nueva localidad.

Poco después de salir de Portomarín, abandonamos definitivamente la carretera. El trazado peatonal es totalmente apto para bicicleta aunque llueva y lo seguiremos hasta llegar a Melide.

El Camino está salpicado por un buen número de aldeas pequeñas en las que el olorcillo a vaca es tela marinera. Entre Ventas de Narón y Ligonde se encuentra uno de los cruceros más interesantes de la Ruta Jacobea: se trata del cruceiro de Lameiros (ojo con no perdérselo; si vas rápido igual no te das ni cuenta y pasas de largo). Data de 1670; los cuatro lados de la base hacen referencia al calvario o a la muerte, mientras que en la cruz se representa la maternidad, la vida.

Pronto entraremos en la provincia de A Coruña y en Melide (localidad del pulpo a feira) nos espera el descanso de esta penúltima jornada.

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Melide - Santiago de Compostela

Etapa 13
74 kms.
02.07.03

Cuando llegamos al refugio de Melide, lo primero que tuvimos que hacer fue mantener una pequeña charla, que estuvo a punto de acalorarse, con la hospitalera de turno. Al vernos bicicleteros, se le puso en montera a la buena señora que no nos podía confirmar si nos admitía en el refugio hasta las 20 horas. Pero bueno, vamos a ver, si no hay problema de ocupación (y aunque lo hubiera); si ya los caminantes están colocados; nosotros necesitamos parar, ducharnos, comer, descansar, venimos mojados .... ; salimos de Roncesvalles, llevamos ya muchos kms en las piernas y estamos a punto de llegar a Santiago. Además, hay gente que camina pero con coche de apoyo; o que le llevan las mochilas de un refugio a otro (esto último se ha puesto muy de moda y yo mantengo que esto es hacer el Camino con coche de apoyo y que alguien me diga lo contrario); y todo el peregrino que va con apoyo a motor (coche, autobús, etc.) es el último en tener plaza en cualquier refugio; comprensible ¿no?. Bueno, pues aquí, alguna gente, va tan ricamente con su coche, el cual aparca un poco retirado del refugio para que no le vean y pretende ser el primero en el refugio; es más, es que no llevan ni las botas manchadas y cuando ven al ciclista ..., bueno, pues parece que éste no va realizando esfuerzo alguno; vamos, como si la bici tuviera un motorcillo. Desde aquí quiero mostrar mi más profundo desacuerdo con el menosprecio que en muchas ocasiones inspiramos los peregrinos en bicicleta. Hay mucha gente que te mira raro y, personalmente, pienso que exige un esfuerzo incluso mayor que hacer el
Camino a pié. Un poco de solidaridad a todos no nos vendría mal. Tomemos nota.

Bueno, pues nada; nos plantamos y nos dejó estar; !! vaya si nos dejó estar, ...¡¡

El refugio estaba hecho una auténtica porquería; yo no he visto más mierda (con perdón), reunida en tan poco espacio y mira que las instalaciones eran buenas, pero muy mal cuidadas; una pena. En fin, la cercanía de Santiago convierte la estancia en el sucio refugio en algo extraordinariamente secundario.

Salimos bien temprano con lluvia desde la puerta del refugio; no era intensa, aunque sí constante. Un grupillo de cuatro chicos vascos en bici se las arreglaban como podían, envolviendo sus alforjas y demás enseres en bolsas de plástico (incluso a ellos mismos, ya que no llevaban chubasqueros). Más adelante los pasábamos y vimos cómo se afanaban en que no se les volara el lío de bolsas que llevaban encima (más de una ya nos la íbamos encontrado tirada en el camino). Por tanto !! OJO ¡¡ Hay que venir provistos de buena protección para la lluvia (cubrealforjas, cubresaco de dormir, magnífico chubasquero, etc., y aún así, como llueva como aquí suele llover, te pones chorreando).

Íbamos a comenzar a pedalear y suena el telefonillo:

piticlín, piticlín, ....¡¡¡

- Lucía, hija, ¿qué me cuentas tan temprano?
- Mamá, que estoy de bajón.
- Pero !!! Qué me dices ¡¡¡
- Nada, que me van a suspender todas.
- Anda ya mujer; mira ....

Pues sesión de ½ hora de psicoterapia individual dirigida a nuestra hija Lucía, la monstruito que estudia telecomunicaciones, en un momento de agobio por los exámenes finales.

Salimos de Melide con el buen sabor de boca de tener por delante de nosotros una de las rutas más bonitas y gratificantes de todo el Camino. Éste discurre superando, uno tras otro, un conjunto de pequeños valles que harán que nos enfrentemos con una sucesión de subidas y bajadas que endurecerán considerablemente el recorrido, sobre unas piernas un poco machacadas a estas alturas. El paisaje por el que discurre este último tramo de la Ruta Jacobea es auténticamente laberíntico: multitud de pequeñas aldeas entre bosques de helechos y eucaliptos. El olor que se respira es especial; sólo se huele allí y no me cansaba de repetirle a José Mª que es el ambientador que yo quisiera para mi casa.

Si podéis parar un poquito, hacedlo en el refugio de Ribadiso da Baixo, a orillas del río Iso; merece la pena echar un vistazo.

La llegada al Monte do Gozo, desde el que ya se divisan las torres de la Catedral de Santiago, da paso a un conjunto de sensaciones que cada uno personaliza en su interior.

Llegamos a Santiago de Compostela lloviendo y cuando nos acercábamos a la Plaza del Obradoiro, ya no llovía ... diluviaba; tanto es así que tuvimos que parar y refugiarnos en unos soportales. En cuanto disminuyó salimos pitando para la susodicha plaza, que la teníamos muy cerquita. La intensa lluvia hizo que toda la gente se dispersara y cuando llegamos nos encontramos con la plaza vacía (cosa absolutamente inusual porque siempre hay bastante gente de aquí para allá), lo cual nos permitió hacernos una foto histórica, sin nadie que nos molestara; nosotros solitos ante el Apóstol. Una vez aquí, ves recompensados todos los esfuerzos realizados desde que salimos del Pirineo.

Lo primero: Un beso y una oración ante el Apóstol.

Lo segundo: tres llamadas telefónicas (a nuestras hijas, a nuestros padres y, la última, a D. Luis Díaz, nuestro gran Presi-Menda, allá donde los haya).

Lo tercero: ir al refugio a coger cama.

El refugio del peregrino ocupa la tercera planta del Seminario Menor. Dispone de unas 400 plazas (o más) y puedes permanecer en él un máximo de tres noches, aunque nosotros saldríamos para Granada al día siguiente.

Esa misma tarde nos dirigimos a la Oficina del Peregrino para conseguir La Compostela. Si quieres que en la misa del peregrino que se celebra en la Catedral a diario (a las 12 horas), hagan referencia a tu peregrinación ("en el día de hoy han llegado a esta Catedral dos peregrinos procedentes de Granada"), lo tienes que comunicar en dicha Oficina y ellos te incluyen en el listado que, por la mañana, pasan a la Catedral.

Presentando La Compostela en el Hostal Reyes Católicos (actualmente, hotel de ˜˜˜˜˜, en plena Plaza del Obradoiro), puedes comer gratis a las 9.00, 12.00 y 19.00 horas, siempre que seas uno de los 10 primeros peregrinos que lleguen al Hostal. Nosotros hicimos el desayuno del día siguiente: bollería, churros calentitos y crujientes y café con leche, servido todo ello en el Comedor del Peregrino. Hace ilusión seguir una tradición que se remonta al tiempo del medievo, en el que los peregrinos eran atendidos de forma caritativa, una vez concluida su peregrinación.

Después del opíparo desayuno en un día con sol radiante (parece que estaba esperando a que nosotros dejáramos de pedalear), nos dirigimos a la estación de autobuses a sacar nuestro billete de regreso a Madrid y, de camino, juguetear con las bicis de un parque infantil (es que el mono tira mucho). Más tarde, misa del peregrino a las 12 horas y pantagruélico almuerzo en Casa Manolo (te pones las botas por un más que módico precio; ahora bien, esto los peregrinos lo conocen y te tienes que ir con tiempo y a una hora que no sea demasiado punta).

Por la tarde, regreso a casa. La única anécdota que puso el broche final a esta aventura es que cuando el autobús salió, al cabo de un rato, vimos que llevaba una dirección un poco extraña. Pues sí; salimos para Madrid pasando por A Coruña. Una revuelta que nos dio oportunidad de conocer de pasada la bonita ciudad.

Las bicis las llevábamos con nosotros en el autobús; aunque hubiéramos podido facturarlas en la Oficina del Peregrino, preferimos no hacerlo. La compañía de autobuses tiene establecido un tope máximo de bicis para transportar en cada viaje (3 o 4, no recuerdo bien) y nos cobraron tres euros por cada una (facturarlas nos costaba cerca de 30 euros cada una), no necesitando un embalaje especial, sólo quitarles la rueda delantera.

Llegamos a la Estación Sur de Madrid y cogimos el bus para Granada, aterrizando hacia el mediodía.

¡¡¡ Aventura concluida !!!, y gracias a Dios, en perfectas condiciones.

Cuando llegamos a casa, una de las cosas que hicimos fue pesarnos: habíamos perdido unos 3 kg por cabeza, y eso que durante todo este tiempo nos dimos unas tripoteras de comer de esas que dices "¿pero cómo es posible que esté comiendo de esta forma...?" . Yo me había quedado prácticamente en los 50 kgs, con lo cual me tendría que agarrar en los días siguientes a los buenos potajes que mi mamá se encargaría de prepararme (!!! a ver si engordas, niña ¡¡¡).

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Epílogo

Total kms: 846 en 13 días

Bueno amigos, pues con esta última etapa nos despedimos habiendo cumplido el compromiso adquirido con la Peña.
Sólo decir que lo hemos hecho con todo el cariño del mundo y que estamos contentos del resultado, a pesar del esfuerzo y del tiempo que nos ha llevado.
Si alguien tiene algún problema, alguna duda, alguna sugerencia, ...., estamos a su entera disposición. Por otra parte, si alguien decide hacer el Camino teniendo como orientación estas líneas, nos gustaría que nos comentara su experiencia y si, bajo su criterio, merecería la pena añadir o modificar algo.
En fin, un poco de intercambio que resulta bastante enriquecedor y para eso está el Libro de Visitas de esta web.

Pues nada, !!!!! BUEN CAMINO, PEREGRINO ¡¡¡¡¡