http://aulaliterarialogrono.blogspot.com/2006/04/relato-viajero-de-diego-gonzlez.html
http://www.reterioja.es/personales/diego.gonzalez/personal/Magari.doc
Entre caseríos del siglo 18 y montañas milenarias, a través de robledales y hayedos, se inicia mi viaje a pie siguiendo la ruta del Camino Francés hacia Santiago de Compostela, el Camino de las Estrellas. Os prometí contaros en este blog cada paso hasta mi destino. Será un relato vivo e impredecible. Quizás algunos días me supere la pereza y el cansancio o quizás la Iluminación me encuentre (debe de estar reñida con Internet), pero procuraré que recibáis mis palabras y contradecir los pronósticos más pesimistas (mi padre cree que no pasaré de Logroño). Toda historia tiene su preámbulo y todo viaje su despedida. En mayo acompañé a Mamen a Roncesvalles. Juntos asistimos a la misa de peregrinos que se celebra todas las tardes del año y juntos pasamos la última noche antes de aquel adiós y de aquel abrazo. Ayer, en la iglesia, me volví a emocionar sintiéndome parte de ese ejército de fieles y paganos que reciben la antigua bendición medieval en varias lenguas. Interpelé a Santiago y, en el exterior, la lluvia me mojó como en primavera, pero con gotas frías. ¡Comenzamos! La primera etapa no ha sido muy dura, a pesar de que se superan varios altos de los Pirineos. Creo que me encuentro en buena forma y, como me gusta caminar rápido, he llegado a tiempo para encontrar una cama en el albergue de Zubiri. Los peregrinos tardíos dormirán en el frontón, sucio y mal acondicionado. Las botas que me compré el jueves sin problemas, ni una rozadura. Desde que he llegado al albergue no he parado: estiramientos (siento un poco de dolor en los hombros); preparar un bocata, comerlo; prepararme para la ducha, ducharme; preparar la colada, hacerla; tumbarme (anoche no descansé bien por el calor que da mi saco de alta montaña y el nerviosismo) y buscar un restaurante. He conocido a una señora de Montreal, que se parece a la Reina Sofía y he sido su traductor. También a un joven milanés; a dos francesas, de unos 40 años, con las que he cenado y a un señor francés de la mesa de al lado que casi se nos muere (corte digestivo y lipotimia). Nadie le conocía. Intenso estreno. Quiero agradecer a Pilar, Shadi y Víctor el acercarme a Roncesvalles. Y a todos vosotros: ¿Me acompañáis?
Durmiendo la siesta acabo de tener un sueño en el que mis gemelos me preguntaban qué estaba pasando. Salí el último a las 8.40 y he llegado a Pamplona a las 14.20. Bonito recibimiento. Primero la silueta de la catedral y después la muralla de Francia. Mientras que el albergue de Zubiri sólo rozaba el suficiente, el pamplonica (edificio adoratrices) merece un notable, aunque echo en falta el patio de ayer. Los peregrinos con los me cruzo comienzan a ser familiares: se están rompiendo las barreras gracias a las sonrisas y a los ánimos que nos deseamos. Esta tarde he mostrado con dos chicas de Haro el recorrido del encierro de San Fermín a un chico de La Coruña: me sentía turista-peregrino y guía al mismo tiempo. Si ayer dediqué un ratito a mi cuaderno de viaje, hoy lo he dedicado a cuidar mi cuerpo porque aún quedan unos 700 Km. a Santiago. Son las 10.15 de la noche y me caigo de sueño. Buenas noches a todos.
Adriano, un señor florentino, me ha ayudado a aprender algo importante: el peregrino no hace el Camino, sino que el Camino hace al peregrino. Por algo bromeará mi amigo Víctor diciendo: "¡Si el Camino ya está hecho!". Adriano está siguiendo el recorrido de Paulo Coehlo y dormirá en el antiguo hospital regentado por la Orden de San Juan de Malta en Cizur Menor, a solo 5 kilómetros de Pamplona (no estará cansado). Qué pena, es muy entrañable. Tras despedirme, rodeado de trigales segados, pensé haber alcanzado el Silencio...hasta que se me destaponaron los oídos. Después he perdido el ánimo y las fuerzas ascendiendo el Alto del Perdón. El nuevo paisaje de viñas y almendros viejos me es familiar y la sequedad recuerda que estamos aún a finales de verano. Bueno, os dejo, que voy a dar un paseo por las callejuelas de Puente la Reina con Andrés, el coruñés, y las chicas de Haro. Ciao. ¡Ah! Esta mañana el hospitalero ha abandonado el albergue antes que yo. Siempre el último. ¡Seguidme, quedan muchas flechas amarillas por delante!
Hoy está siendo un día muy especial y alegre. Acabo de ejercer de profesor de estiramientos con Adriano y con Catherine en el polideportivo-albergue de Ayegui, a las afueras de Estella. Adriano ayer pensó que era muy poco lo que había andado hasta Cizur y continuó hasta Puente la Reina. Catherine es una chica suiza, sonriente y brava (nos gusta a los dos). Hemos comido juntos en la plaza de un pueblecito llamado Lorca y nos hemos reído muchísimo. Adriano nos ha bautizado como "IL Tre Casinistri" (los tres ruidosos). La pausa me ha venido muy bien, voy aprendiendo a regular el esfuerzo y prefiero no superar los 20 kilómetros en las primeras jornadas. Me he quedado un rato solo esperando a que bajara el sol mientras leía un libro que tenía pendiente de terminar: "El camino de las lágrimas" de Jorge Bucay. Me ayuda a entender mejor mis sentimientos. Ahora me voy corriendo a cenar que queda poco para que toquen silencio. Gracias por estar ahí.
Aún no he llegado a mi destino, Torres del Río (a 26 Km. de Ayegui), donde espero encontrar abierta la Iglesia del Santo Sepulcro, una joya del Camino. Seguro que me inundarán los recuerdos de mis anteriores visitas. En este momento me encuentro en Los Arcos esperando a Adriano y a Catherine. Quiero despedirme de ella. Mañana acaba sus vacaciones de 5 días y coge esta tarde un autobús a Logroño. Adriano tenía heridas en los dedos de los pies y caminaba muy despacio. No sé si les veré. Desde Montjadín he divisado el valle del Ebro con los Cameros al fondo. Todos saben que soy de Logroño, soy el riojanito. Os dejo porque hay ciber-peregrinos esperando el ordenador. Me siento con fuerzas.¡Ultreia!.
Hoy soy viajero en mi ciudad, el primer municipio riojano del Camino. Acabo de despedirme de varios de mis compañeros en el albergue de la Rúa Vieja. Entre ellos, ¡sorpresa!: el gran Adriano, que abandona el Camino cojo y débil, pero satisfecho. En Logroño ha sido nuestro inesperado segundo reencuentro. Se ríe un montón y le gusta mucho nuestro humor. Hemos cenado con Juanjo y Noelia (pareja alicantina) y con Andrés en mi bar preferido de la calle San Juan, el Bar Cocker. Buena cocina, buen Rioja. Les ha gustado mucho Logroño y su vino también. Hasta el momento las jornadas han sido muy diferentes e intensas. La marcha del Perdón fue mi etapa de crisis y en ninguna de las 6 cenas me han acompañado las mismas personas, salvo Andrés y Adriano. Esta noche duermo en mi camita. ¿Cómo sentiré mi casa al regreso? He decidido dejar el pesado saco de dormir porque da demasiado calor y no me deja descansar (he encontrado mantas en todos los albergues). Mañana saludaré a mis padres, que viven a escasos metros de la salida a La Grajera. Quedan más o menos 23 días hasta Santiago. El Camino es más largo que hace una semana. Hasta pronto Logroño...
He parado en Belorado a comprar la comida (pan, jamón, queso, olivas y patatas fritas) y una navajita (olvidé el cuchillo en casa). Unos kilómetros más atrás queda mi tierra. Las ruinas de San Juan de Acre, la sonrisa del pequeño Miguel, el cementerio de Navarrete, el Alto de San Antón, Ferragut en Nájera, Cirueña, el gallo y la gallina, las viñas, la remolacha, las patatas y la Sierra de la Demanda siempre a la izquierda. Ayer fue la jornada más especial. Dormí en la iglesia de Grañón, donde mis amigos Jorge y Mela se conocieron siendo peregrinos y ahora esperan un niño. Llegué, casi corriendo, antes de comer para encontrar cama, sin agua y con dolor en la rodilla izquierda. Sin embargo, no les faltaron colchonetas a los peregrinos rezagados porque el párroco acoge a todos, incluso en la sacristía y en el coro si es necesario (caso único en el Camino). En el jardín (un oasis) hice mis estiramientos, leí un poco y charlé con los compañeros que aparecieron por la tarde, sin prisas. Juanjo comentó que mucha gente venía al Camino después de un desencuentro sentimental. La cena en hermandad es famosa. 50 comensales de diferentes lenguas y paladares frente a platos de ensalada y patatas a la riojana (demasiado ricas y picantes). Como en una bodega. El señor cura, hospitalero mayor, exhibió su vocación de pastor pero me demostró que no le gustan las ovejas que balan diferente. Con vino, chistes e ironía conocí a Onditz (mi brujita). Después sobremesa a elegir (olvidaba que somos peregrinos y mañana temprano al Camino): friega-platos o misa-bendición (muy emotiva me dijeron). Antes de retirarnos, Ondizt me animó a recibir un masaje homeopático en la sacristía. Me relajé mucho. Al terminar me recomendó que meditara sobre la historia de mi familia y así mejoraría mi rodilla. Atravesé de nuevo la iglesia con una linterna y me acosté. Me dirijo a los Montes de Oca. Mi rodilla bien, gracias. Luna llena. Ciao.
Hola a todos. Retransmito desde Casa Caracol. Su propietaria Ania, alias "la extranjera", nos ha invitado a cenar. A la mesa: Giovanni y Danusa, dos cansados brasileños con quienes coincidí en Pamplona; Loraine, alias "la Reina Sofía"; Álvaro, un experto peregrino que vive con Ania; Andrés y yo. La cocina-comedor es un gran libro de visitas. Los huéspedes escriben sus nombres y frases de ánimo en las paredes. El lema de Casa Caracol es: "La prisa mata". Suena a cierto. Andrés y yo sentimos la necesidad de hospedarnos en albergues como éste: tranquilos, silenciosos, con poca gente y en pueblos minúsculos. La jornada ha sido muy agradable. El Alto de la Pedraja no es muy duro y el sol nos ha regalado una día precioso y el milagro de la luz en el Santuario de San Juan de Ortega, a 3 kilómetros de aquí, volviendo sobre nuestros pasos. Coincidiendo con el equinoccio de otoño, un rayo de luz del atardecer entra por un ventanuco apuntando a un bonito capitel románico que narra la Anunciación de Jesús. En uno de los vértices la Virgen María embarazada e iluminada mira a los devotos y peregrinos que allí se congregan. Marcelino, abogado logroñés, también estaba allí. Nos hemos saludado instintivamente, a pesar de no conocernos, y hemos entablado conversación sobre la devoción mariana, tan fomentada en España. Después nos ha acercado en su coche a Ages (no hemos hecho trampa). Ya veis: sorpresas y regalos da el Camino. Mañana: Burgos.
Hola a todos, peregrinos y amigos. Ayer y hoy han sido días de despedidas y emociones. Ondizt me entregó ayer unas bellotas como recuerdo. Le prometí lanzarlas al océano si decido ir a Finisterre. Noelia y Juanjo se han despedido hoy en la plaza de la Catedral de Burgos. Muchos españoles han interrumpido su peregrinación en este punto. Hace unos minutos hemos llegado al albergue del Parral (el hospitalero me ha tratado como a un nieto). Mi cuerpo está agotado y mi mente se ha rendido. Estoy con Andrés, que termina también sus vacaciones mañana. Nos hemos prometido encontrarnos en la Plaza del Obradoiro. Deseo tomarme las jornadas con tranquilidad y encontrar las soledades de Castilla para pensar cómo nos han conformado a mi madre y a sus hijos el rechazo que sufrió mi abuela por parte de su familia política y la prematura muerte de mi abuelo. Les mando un beso. Muchas gracias por vuestros mails de ánimo. Ciao.
Os escribo desde el albergue de Juanjo, un joven barcelonés que está rehabilitando una antigua casona en Castrojeriz, pueblo de hidalgos castellanos mimetizado con el sobrio y seco paisaje. Poco han durado las soledades aventuradas. Ayer conocí a dos peregrinos muy especiales en el albergue más sucio del camino, el de Hornillos, a 469 Km. de Compostela (todavía). Su alcalde-hospitalero afina a los peregrinos por 4 €, indigno. ¡Ufff!, voy a calmarme. Como os contaba, primero conocí a Fabrizzio con sus vaqueros piratas y camiseta negra sin mangas, que parecía que se había escapado de Ibiza. Me invitó a cenar pasta. Minutos después yo invité a Lourdes, la chica que se instalaba en la parte alta de mi litera, pegada a la cama de Fabrizzio. Ambos comenzaron a andar en Burgos. Riquísima cena italiana junto a cadáveres de moscas. Surgieron las mejores risas y una gran complicidad entre nosotros. Y creo que también surgió la atracción física (entre ellos dos) por los movimientos de literas y los ruiditos que despertaron de madrugada a quienes dormíamos debajo: "la Reina Sofía" y yo. Esta tarde hemos visitado la exposición de la colegiata de Castrogeriz (muy recomendable) y estamos preparando de nuevo pasta italiana. Debe de oler bien porque algún guiri se está acercando demasiado. Estoy muy contento y, a pesar de los campos monótonos y estériles de la Meseta, siempre suena algún ¡Buen Camino, peregrino!
Al entrar en la provincia de Palencia el paisaje ha cambiado gracias a las aguas del Pisuerga y del Canal de Castilla. He constatado también que los castellanos, a partir de Burgos, son un poco huraños y mentirosillos. Delante de mí está la austera y equilibrada iglesia románica de San Martín de Frómista. Y a mi lado los miembros del autodenominado "Trío Magari". Os explico. Fabrizzio, que lleva unos cuantos meses viviendo en España y muchos más viajando por el mundo, no habla ni italiano ni español sino su propio idioma. Emplea continuamente una palabra, "magari", que creemos que significa "igual". La utiliza tanto al comienzo de las frases que parece que habla de un tal señor Magari a todas las horas. Nos reímos mucho los tres. Lourdes es palentina y risueña. Está orgullosa de que nos guste su tierra. Esta mañana una peregrina canadiense me ha filmado para el reportaje que esta realizando sobre el Camino de Santiago para su televisión. Porta todo el equipo necesario encima, ¡qué coraje! He explicado la deforestación de Castilla durante la conquista de América. Espero que no sea un mito porque le ha gustado mucho. ¡Cuántas anécdotas! Cuando he llegado al albergue me he chocado con los ojos tristes de Fabio, compañero italiano de Onditz. Lleva tres días parado con una lesión de rodilla. No sabe si continuar. "La prisa...". Bueno, ahora me voy a cenar el embutido que hemos comprado porque en este albergue no nos dejan utilizar la cocina. Espero que estos textos sirvan para motivaros a recorrer el Camino algún día. Ciao.
Leyendo las últimas notas de este blog, puede dar la sensación de que no estoy ni un momento sin compañía. No es así. Aunque siempre me cruzo con algún peregrino, encuentro muchos espacios de intimidad. Esta secuencia de horizontes efímeros, de formas multiangulares y de colores que empapan, convierten el momento en esencia elástica, en lo único que significa ser. Sigo las flechas amarillas sin preocupaciones y recuerdo el deseo de mi amigo Miguel, "el belga": que el Camino te ayude a descubrir...tu propia riqueza. ¡Forza Magari!
La etapa ha sido dura aunque no muy costosa. El tramo de soledad de 17 Km. tan anunciado por las guías, sin agua, sin sombra, sin pobladores,... no ha sido para tanto. Aún quedan bastantes peregrinos, casi todos extranjeros, a pesar de ser casi octubre. Sin embargo el piso, destrozado por los tractores, ha maltratado mis pies. Tenía una pequeña tendinitis en el tobillo izquierdo y creo que ha empeorado. Además, las zapatillas se están rompiendo por el interior del talón. El albergue de Ledigos se sitúa en el centro del Camino Francés. A pie todo adquiere su justa medida. Siento muy lejos los Pirineos y no puedo imaginar que Santiago esté todavía a dos semanas caminando. No obstante, cada día tengo más claro que quiero terminar este periplo en Finisterre, como los peregrinos experimentados recomiendan (algunos han recorrido el Camino hasta 17 veces). Os dejo porque me avisan desde el patio que la mesa está lista. Nos despedimos de la francesa Magdalena, miembro del Comando Mochila. En su honor pasta italiana por el peluquero Fabrizzio. Besos.
Por la mañana he comenzado a andar a las 8.30. Solamente me he cruzado con unos 5 peregrinos, el resto iba por delante. Que diferente de las primeras etapas masificadas. El piso ok. Los recuerdos de los ultimos cuatro años compartidos con Mamen me han acompañado. Le mando un abrazo. Esta noche duermo en los antiguos vestuarios de la zona deportiva de Calzada del Coto (pasado Sahagun, testimonio de la grandeza castellana). He conseguido olvidarme un poco del ambiente del Camino: solo estamos 4 peregrinos y no hay hospitalero. Mañana llegare a Reliegos por el tramo alternativo de la antigua Via Trajana. Una etapa de 27 Km. en total. Encontrare solo un pueblo, una fuente, a 8 Km. de aqui. Esto si que sera una aventura. Permitidme, para terminar, proponeros la pregunta que mi tendon de aquiles izquierdo me planteo hace un par de dias: "¿Por que corres?" Dormid bien y gracias por vuestros mensajes de animo. Y perdonad la falta de tildes, este ordenador no permite ponerlas.
Estos días están siendo un poco raros por una razón u otra. La etapa de la calzada romana fue eterna, unas 10 horas, 35 Km. aproximadamente. Tras pasar el único pueblo que había, caminé durante más de 27 Km. sin ver a otro peregrino (no los había). El piso me machacó. Llegué muy cansado y deshidratado a Mansilla de las Mulas, pasado Reliegos. El primer lugar que encontré para beber agua fue un hotel. En su interior se agazapaba un puticlub. O me volví invisible o nadie se quiso fijar en aquel tipo con mochila, bastón y cara de perdido en el Sahara. El final de la paliza fue gracioso y mereció la pena ver los restos de la Vía Trajana, aunque sólo se conservan 100 metros en buen estado. Ayer en León visité con Lourdes y Fabrizzio su Catedral. Es la que más me ha gustado por dentro (por fuera, la de Burgos). Ellos se han quedado un día más. Lourdes vuelve al trabajo mañana y no sé si volveré a encontrar Fabrizzio. Son las 20.40. Acabo de cenar con dos jóvenes alemanes. Menudo sentido culinario tienen. Antes de terminar ha llegado un peregrino francés, Eric, que lleva 15 días sin comer. Tiene mucho interés por los sabores de la comida española: la prueba y la escupe. Menos mal que no soy miedoso porque estoy solo con estos tres tipos en el Albergue de Jesús. Creo que lo que más me cuesta en el Camino es compartir. Me voy a la cama (horario alemán).
Hola a todos, hoy estoy más animado que ayer aunque tengo el mismo sueño a las nueve de la noche. Acabamos de cenar dos señores alemanes y dos jóvenes españoles (Julio, el hospitalero, y yo). No hay nadie más. La señora alemana ha dicho que notaba una atmósfera religiosa y espiritual muy agradable en el albergue. Julio se expresaba con cariñosas carcajadas al oírla. Yo creo, simplemente, que el señor alemán es buen cocinero (menos mal). A continuación os escribe Julio: "Hace unas horas entró Diego por la puerta y pensé que era un peregrino diferente (más tarde se confirmó). Con su ayuda pude ampliar el espacio del albergue, retirar unas banquetas bastante pesadas y colocar un bonito sofá en el salón para dar descanso a los peregrinos. Además creo que coincidimos en opiniones sobre el trato recibido en algunos lugares del Camino. Por cierto, a él le afectaron algunas cosas personalmente y llegó bastante cargado. Aquí ha soltado mucho y espero que los próximos días siga mejorando.¡Arriba los buenos peregrinos, los albergues sanos y los hospitaleros majos!" Bueno, os dejo. Mañana visitaré Astorga y proseguiré después unos kilómetros más. Ciao y forza Magari.
Hace unos minutos se ha ido el señor párroco, después de echar cuentas. Un peregrino alemán con el que coincidí en Zubiri, le ha pedido no pagar los 4€ que se cobran por hospedarse. Se lo ha concedido a regañadientes. Dice que los pobres no hacen el Camino. A mí me parece que le cuesta menos decirle no a un rico que decirle sí a un pobre. Tiene el albergue desatendido y creo que Julio no le gustaba mucho, por eso no puso reparo a su repentina ausencia. Bueno, fuera los pensamientos negativos. Os transcribo el mensaje que he recibido de Shadi: "Ánimo y adelante. Estás naciendo de nuevo. Llegarás a casa como los recién nacidos con 15 días, los primeros que empiezan a ver este bello mundo lleno de alegrías, esperanzas, tristezas, aventuras, desesperaciones, ilusiones... que se cumplen o no... es que da igual, es lo que hay... seguro que este Camino te está sirviendo mucho. No cortes.". Muchas gracias a todos por vuestras felicitaciones. Ayer por la tarde me cantaron los peregrinos.
Realmente me hacía falta descansar. Sumaban 21 días caminando sin pausa. Echaba de menos tener un espacio propio, una cocina. Ayer llegó Eric, el francés del ayuno. Las voces que oye no las oigo yo, pero tiene un gran corazón. Le he contado que mi relación con Mamen terminó una semana después de su regreso de Santiago, sin yo esperarlo. Que intento verla en todos mis pasos. Que me he dado cuenta de que durante nuestros últimos meses juntos perdí la alegría pero, ahora, las vivencias del Camino me están transformando. Y me pregunto si se habría terminado nuestra relación si yo lo hubiera recorrido antes que ella. Eric me ha respondido rotundo: "Haz tu Camino y no el de Mamen". Lo tendré en cuenta. He leído esta frase: "Pobreza de la conciencia humana, que se impone saber gallardamente, no por amor a la verdad, sino por amor a la seguridad; al cauce, no al río. Lo viviente, sin embargo, es el río. Y el cauce, aunque no lo quieras, se modifica con el río.", es del libro "En busca de uno mismo", de Jaime Barilko, que me regaló, sin yo quererlo, Pablo, un peregrino argentino en León. Vivir la única realidad, el ahora, y soltar el pasado. Eric, horas más tarde, cuando el resto cenábamos, preparó una gran cacerola de arroz que se comió entera. Dijo que en ese momento su espíritu le permitía comer y no sabía cuándo le dejaría de nuevo. Una peregrina doctora le pronosticó vómitos nocturnos. Afortunadamente hemos descansado bien. Se ha despertado contento y quería desayunarse la despensa. Hoy es un día tranquilo de lectura en el patio de frutales.
Son las 8 menos diez de la mañana y, cuando limpie los baños, partiré hacia Astorga. He retomado fuerzas y creo que son las botas las que me están provocando la tendinitis. Las llevaré a un zapatero. Os presento las cifras de estos tres días de hospitalero. Número de peregrinos por día: 14, 3 y 7. Solo dos eran españoles: Santiago y María (gente bien maja). Despido hoy en Santibáñez la llanura leonesa con muchas ganas de sentirme peregrino de nuevo.
Hoy me ha pasado un poco de todo en mi vuelta al Camino. Desde un amago de suicidio estomacal por culpa del cocido maragato en Astorga (acogedora ciudad), hasta disfrutar de un nuevo paisaje al atardecer. Voy a dormir en el albergue más bonito del Camino: "Las Águedas". Le doy las gracias a Isidoro, su propietario, por invitarme. Julio ha escrito un mensaje diciendo que regresaba a Santibáñez.
Amigos, después de los más de 32 Km. de ayer subiendo y bajando, hoy me encuentro un poco cansado, pero se me pasará. Ayer fue emocionante llegar a la Cruz de Ferro. ¡Cuántos peregrinos dejaron su piedra antes que yo! También había algunos pedruscones. Tenía un punto gracioso el sitio. Deposité dos piedras recogidas en los Pirineos (si quieres, una de ellas era por ti). Más tarde presencié la puesta de sol desde lo alto de la hoya que conforma el Bierzo. Fue maravilloso. Castilla se esconde en el recuerdo. En Acebo me he vuelto a encontrar con Santiago y Mari. Su conversación es muy amena y admiro su sencillez y su coraje. Voy a disfrutar de la tarde en Ponferrada, relajadamente. A ver si puedo publicar pronto las fotos que he recibido de antiguos peregrinos.
Ahí es donde me encuentro, en Pereje, valle de Varcarcel. El Bierzo es una de las regiones más bonitas de España y me recuerda a La Rioja. También sus vinos, a los que he sido invitado por sus gentes varias veces.¿Cómo irán las vendimias en casa? En Ponferrada se ha quedado Eric buscando a los templarios. ¡Menuda noche de locos pasamos juntos! Ayer también me reencontré con David, un chico al que conocí rápidamente en Los Arcos afeitándose la cabeza (no me recordaba por la barba). Su vieira al cuello dice "Lo siento, hago voto de silencio" pero en privado habla con quien le da la gana. Un tipo sabio. Se acumulan las vivencias. Estoy muy contento y en plena forma. Galicia amenaza lluvia.
Quizás mi sensación al alcanzar O’Cebreiro sea la de un montañero al aterrizar en Katmandú: nuestro Everest se encuentra a escasos 154 Km. La ascensión del puerto más alto del Camino Francés (800 M.) ha sido una delicia. Acompañando a Norina, una chica alemana que en el páramo palentino cubría su cuerpo con gasas blancas, he paseado bajo castaños que nos daban de comer. Ella dormía en la Faba (pequeña colonia alemana) y allí me ha conocido otra chica alemana, Kora. No ha dejado de sonreír bajo el sol. Me ha contado que se hospedó en Santibáñez después del regreso de Julio y que no tenía buen recuerdo de él porque el albergue parecía su casa. En la cima la niebla cubría las casas de piedra. Han sido momentos inolvidables, tanto como los de anoche en Pereje: un gaditano, un granadino, un navarrico y yo (parece un chiste) nos saltamos las normas cenando y bebiendo orujo casero hasta que terminamos de destripar nuestras filosofías de vida a las dos de la madrugada. Estoy tan contento que hoy he sido el único en todo el día que ha respondido "muy bien" a la hospitalera cuando pregunta a los peregrinos que qué tal estábamos. Mañana más.
El agua, el color verde, la pizarra, el cocido gallego y la mierda de vaca son nuestros nuevos compañeros de viaje. Se han multiplicado los peregrinos, las caras jóvenes y las sonrisas. Los más nuevos corren, los más veteranos les aconsejamos. El ejército ansía alcanzar Compostela. Todavía no había hablado de Aurora, una chica menudita con la que coincido desde Rabanal del Camino. Nuestras conversaciones son largas y muy interesantes y creo que seremos buenos amigos. Os recomiendo, si hacéis el Camino, que toméis el tramo alternativo de Samos. Me llaman para cenar, ciao.
El Camino en Galicia gana intensidad, todos nos abrimos, todos compartimos y nos buscamos. Parece que todas las jornadas previas se concentran en esta semana.
Disfruto charlando con Aurora (se llama como su abuela). Nuestras preocupaciones, penas, satisfacciones y remedios surgen en la conversación. Me ha confesado que lleva tratando de superar una anorexia hace año y medio. Una enfermedad que acobarda y anula a quien antes no sentía tanto miedo ni tristeza. Ahora se sorprende de que tantos peregrinos le agradezcan su sonrisa. Su mérito ha sido recorrer sola al camino. Ella dice que uno de los míos es no llevar saco de dormir; nimiedades. ¿Qué le he confesado yo? Le he confesado cómo me encoge el estómago la ausencia de Mamen, con quien sentí que compartía la vida plenamente. Cómo estoy batallando conmigo mismo para aceptar una decisión, la de romper nuestra relación, que, sin ser mía, quizá precisamente por ello, me tambalea.
Os escribo rápidamente. Estos días he conocido a Lucía, una joven de 25 años, uruguaya y lindísima. Lleva 6 años casada y no sabe que significa para ella su matrimonio. Se lamenta de no haber encontrado tiempo para meditar. Se ha enrollado con un chico argentino y no entiende que le ocurre. Yo le he dicho que no piense, que sienta, que sienta el Camino y que se sienta a ella misma. Le he entregado una poesía escrita a mano que encontré dentro del libro que me regaló, sin yo quererlo, Pablo. Un poema de desamor que, en el momento de redactar este relato para el concurso de La Gota de Leche, no consigo recordar, pero que tiene el aire de esta canción del gran Falete: "Lo siento mi amor... hace tiempo que mi cuerpo no tiembla de rabia al verte encendido y tus besos que ayer me excitaban no me dicen nada " (si intuyes a que versos me refiero te agradeceré mucho que me los envíes a holadiego@hotmail.com, quizás sean de Neruda). Ojalá el poema le ayude, como a mí me ha ayudado conocerla, a comprender que los sentimientos cambian: los suyos, los de Mamen, los de cualquiera. Mañana caminaremos juntos hasta Santiago: Aurora, Lucía, Alejandro, Patricia, la hermana del argentino, y yo. Nuestros diamantes están limpios.
La noticia es buena: hace dos días, el 18 de octubre, llegué a Santiago de Compostela y hoy he comenzado un nuevo camino de cuatro jornadas hacia los confines de la Tierra. El Atlántico se acerca. Me pregunto si sigo siendo peregrino. Me siento un poco triste. Tengo ganas de volver, de llegar a mi casa y ver a mi familia y a mis amigos. En la biblioteca de Negreira he fichado un libro (o me ha fichado): El camino del corazón, de Fernando Sánchez Dragó. El sol ha brillado en Galicia toda la tarde acompañado por la flauta de David.
En hora y media tomo un tren de vuelta a Logroño. Acaban de afeitarme la barba de 6 semanas y cortarme el pelo en una barbería de A Coruña. Es mi particular hoguera al final del Camino. Me llevo un color en la mochila: el verde esmeralda y sé que Santiago me escuchó en Roncesvalles; vuelvo en paz conmigo mismo. He llegado al fin del mundo para regresar al inicio de todo. Gracias internautas, amigos y peregrinos por acompañarme. ¡Buena Vida peregrinos!