http://www.caminosantiago.tk
La fecha inicial prevista era Junio pero por cuestiones de trabajo tuvo que ser a finales de Agosto cuando emprendí la aventura. Estoy orgulloso de haberla completado con éxito y desde aquí os animo a aquellos que os asalten las mismas dudas que a mi, que hagáis realidad esta experiencia única de atravesar España siguiendo el Camino de Santiago en bicicleta. Espero que esta web os sea de utilidad como lo fueron para mi otras webs relacionadas con esta temática y que me ayudaron a preparar y llevar a cabo el Camino. Cualquier duda o sugerencia que tengáis no dudéis en envíadmela.
Peregrino, te deseo Buen Camino ...
Amaneció nublado y frío lo que unido a mi primera noche "durmiendo" en una litera metido en el saco me embargo una sensación mezcla de pereza, dureza y cansancio. Pongo durmiendo entre comillas porque la noche fue un duermevela en el que lo que no conseguí fue descansar. Desayuné antes de tomar la bicicleta en el hostal de Roncesvalles con unos peregrinos madrileños que pasaron allí la noche. Me abrigué con el jersey pese a ello cuando tomaba velocidad, el frío era insoportable. En Burguete me despiste al no ver las flechas que indicaban el camino y antes de salir del pueblo tuve que dar la vuelta para comprobar como unas flechas pintadas en el asfalto marcaban la ruta.
El camino no parece complicado y transita por un entorno bonito para llegar a una subida terrible que anticipa al alto de Mezquiriz y al de Erro. Con el esfuerzo y la salida del Sol empiezo a sentir calor, guardo el jersey en las alforjas, consigo superar ambos puertos y tomar la primera foto del camino. Al llegar a Zubiri sello la credencial del peregrino en el albergue donde reposo y charlo con la hospitalera que es de Madrid. Me recomienda el albergue de Maribel Roncal en Cizur Menor, la misma recomendación que viene en el libro de Juanjo Alonso. Allí acabaré el día.
Hago todos los tramos por el camino original en Villaba me indican un sitio para comer donde unos entremeses y pechuga de pollo a la salsa del piquillo calman mi hambre. Pasan las cuatro de la tarde y llego a Pamplona. No puedo irme sin ver la parte vieja de la ciudad y hacer el recorrido de los San Fermines con la bici. Cansado pero satisfecho salgo de la ciudad hasta Cizur Menor a unos 2 kilómetros de Pamplona. El cuentakilómetros marcará 64 y eso que al principio de la mañana no funcionaba. Ha sido un día bastante largo para ser el primero y haber descansado mal.
Antes de salir tuve que reparar la bicicleta de un pinchazo que sufrí el día anterior y que no descubrí hasta la mañana siguiente, una rama había atravesado cubierta y camara. Solucionado el pinchazo, desayuné en Cizur Menor pan con mermelada mantequilla y un buen café con Ricardo un peregrino que conocí en Roncesvalles. También nos encontramos con Marco un peregrino italiano que empezó ese mismo día y hará el camino con una bicicleta de carretera que tiene mas de cuarenta años.
La subida al alto del Perdón transcurre sin problemas aunque lleva su buena parte de esfuerzo. Una vez arriba nos hacemos la típica foto, el problema lo encuentro en la pronunciada bajada donde vuelvo a pinchar. La rueda esta tan caliente que cambio completamente la cámara pensando que el problema puede ser la reparación que hice del pinchazo. Continuo el pronunciado descenso hasta el primer pueblo donde en el albergue me espera Ricardo y un uruguayo que esta haciendo el camino en bicicleta en plan bastante tranquilo. Al llegar a Obanos están de fiesta, allí vuelvo a coincidir con Ricardo que también ha parado. Nos invitan a vino y a unos bocadillos.
El tramo de Puente la Reina a Mañeru es provisional, sufro una barbaridad ya que prácticamente tengo que subir un monte empujando la bicicleta por un tramo de escalones. En Mañeru una peregrina me avisa que el resto del camino hasta pasado Lorca esta incluso peor que lo que he encontrado hasta Mañeru por lo que tomo carretera hasta pasado Lorca. El plan que tenía para esta etapa era superar Estella pero me encuentro tremendamente cansado y en el primer albergue que hay a la entrada del pueblo decido quedarme. Tengo la suerte de que el albergue tiene poca gente y esta bien acondicionado.
Recorro la ciudad hasta encontrar un restaurante donde estuve años atrás con amigos de la universidad. Tras dejar la bicicleta en el albergue me dirijo a cenar, de camino me encuentro con Marco con quien comparto mesa. Avisé en el albergue que llegaría un poco más tarde de las diez, no pusieron demasiados problemas. A las 10:30 llego dispuesto a descansar como un señor.
Al día siguiente y pese a que por la mañana temprano es una de las peores horas del día, me siento con mucho ánimo para afrontar la etapa. Verdaderamente he descansado bien, al salir de Estella veo un sitio bastante apetitoso para desayunar, erróneamente estimo que es demasiado temprano y continuo camino con la idea de desayunar en Azqueta. Al llegar descubro a un personaje famoso que vende o regala las calabazas, su garaje estaba lleno de peregrinos a pie sin embargo el bar del pueblo esta cerrado. Sigo camino prácticamente sin fuerzas, con el regusto de un café con leche en el paladar que no llegará hasta que llego al albergue de Villamayor donde tengo la suerte que me ofrecen el desayuno en el propio albergue. Esto me salva de más kilómetros de angustia con el estomago vacío. Todas las monedas que llevaba sueltas quedan en agradecimiento a este albergue.
Con el desayuno en el cuerpo la llegada a Los Arcos no es tan costosa, hoy es la primera vez que coincido con unos peregrinos mexicanos. La iglesia de Los Arcos es preciosa, al salir de la iglesia me encuentro con Marco. Llegamos a Viana cansados y con hambre, comimos unos pinchos riquísimos acompañados de cerveza en uno de los bares del pueblo.
A las cinco de la tarde estoy llegando a Logroño, sello la credencial en el albergue de la capital que tiene muy buena pinta por cierto, doy una vuelta por el casco antiguo y prosigo con la idea de llegar a Ventosa. De Logroño se sale por un carril bici que da a un parque muy bonito junto al embalse y puerto de la Grajera. Al bajar el puerto consigo la foto del toro de Osborne. El siguiente pueblo es Navarrete donde prácticamente no paro tras confirmar con el hospitalero de Ventosa que no hay problema de plazas en su albergue. Se me ha hecho un poco tarde pero consigo el objetivo que me había marcado a las ocho estoy llegando a Ventosa. El albergue esta muy bien, no puedo perdonar la ducha y acto seguido al bar del pueblo con la esperanza de cenar algo. El bar parece una estampa de hace 20 años, el suelo, la barra, las mesas, en fin el sitio perfecto para tomar una tortilla de queso con cerveza y un par de "chucherias" de dulce como postre. Sinceramente lo considero un lujo en mi propio paraíso.
No me preguntéis si el camino entre Ventosa y Belorado es duro, bacheado, estrecho porque no sabría responderos. Desayuno en el mismo albergue un poco de pan con mantequilla y mermelada y salgo con poco ánimo y menos fuerza. Siempre se consigue avanzar unas veces pensando el Santiago otras con la mente en blanco y por las mismas llego a Nájera. Aprovecho para enviar las primeras postales con imágenes de la capilla funeraria del Santo Sepulcro de Torres del Rio, al salir de Nájera pierdo el rastro de las flechas amarillas con lo que me cae un buen tramo extra en el cuerpo.
La salida de Nájera es una cuesta que se me antoja bastante dura. Lo que ocurre entre Nájera y Santo Domingo de la Calzada es un completo vacío en mi memoria (tengo incluso un sello en Azofra). No podría asegurarlo pero creo que estuve pedaleando con cuatro ciclistas andaluces a los que perdí ya en Santo Domingo de la Calzada. En un supermercado compro provisiones: yogurt de almendras, acuarius y barritas de chocolate. Veo el sepulcro pero no el gallo y la gallina tradicionales. Grañón es mi siguiente objetivo, como viene siendo habitual en el primer bar que veo en el camino paro para comer. Allí me indican que solo hay comida en el Bar Sindicato. Una ensalada y un filete con patatas fue el menú con el que me recompenso la señora del bar (no tenía otra cosa), lo acompañé con cerveza helado y café. La tarde se me hará pesada pero con el estomago lleno todo se ve de otro color.
Nada mas llegar a la provincia de Burgos solicité en la oficina de turismo que tienen habilitada a la entrada de Redecilla del Campo un plano del Camino, foto para el recuerdo al entrar en Castilla y León y su extenso y completo tesoro. En la iglesia de Redecilla del Campo me quedo impresionado por la pila bautismal de una pieza que tienen y el órgano del siglo XVII.
Los últimos kilómetros hasta Belorado se me hacen pesados, escojo el albergue parroquial que es el que me recomendó el hospitalero de Ventosa. Este albergue era un antiguo teatro pegado a la iglesia. Una ducha, acto seguido la colada (esta vez a mano) y a comprar para la cena. En torno a las siete cuando ya me disponía a cenar llegó Marco que estaba en apuros ya que su bicicleta había sufrido cuatro pinchazos. También llegan los mexicanos que dormirán en una casa rural. Comparto mi cena con Marco, asisto a la misa del peregrino, y doy una vuelta por el pueblo para acabar envuelto en el saco de dormir en la parte baja de una litera al lado de una ventana.
Preparo todas mis cosas un día mas y antes de partir desayuno en la plaza del pueblo café y napolitana de Chocolate, salgo con frío y una llovizna con la que estreno el impermeable. Nunca pensé que lo que me esperaba después fuese tan impresionante. La subida al alto de la Pedraja que parte de Villafranca al pasar la iglesia asusta, mas aun con el peso del equipaje. Y eso es solo el principio de un puerto con todas las letras en un entorno fabuloso, es una pena que estuviese nublado.
Después de la bajada, hago una parada técnica y cultural, tengo que secarme y reponer energías lo hago en San Juan de Ortega, otro tesoro donde accedo al sepulcro solo a oscuras con la ayuda de la linterna que llevaba en el equipaje. Allí a oscuras en el sepulcro tengo la sensación de estar descubriendo un tesoro egipcio. El sol se abre paso en Atapuerca, sello en el albergue y asciendo la dura subida por el camino original. A la hora de comer estoy en Burgos dispuesto a dar unas cuantas vueltas para encontrar un sitio donde comer.
Con el sol de la tarde y el estomago lleno sigo con lo que se esta convirtiendo en una costumbre durante todo el camino, comer sobre las dos de la tarde y salir con pocas ganas y calor entorno a las tres y media. Paro en el albergue de Rabe de la Calzada, un auténtico museo donde merece la pena detenerse. Yo sigo camino creyendo equivocadamente que mi cuerpo tiene ganas y fuerzas, al llegar a Hornillos de la Sal trato de quedarme sin éxito en el albergue. Los diez kilómetros siguientes hasta el albergue de Hontanas se me hacen eternos. Llego bastante cansado pero bien, un bocadillo de lomo y pimientos y un flan preparados por la hospitalera es la cena reconfortante que necesitaba.
Hoy toca empezar el día con el estomago vacío, poco a poco pongo el motor en marcha. Las ruinas de San Miguel, donde esta el albergue de San Antón son un sitio verdaderamente mágico. Paro en el primer sitio que veo para desayunar ya en Castrojeriz, unas tostadas con mantequilla y mermelada y un bio frutas (por aquello de las vitaminas). El día va a ser caluroso, me unto bien de crema. Cuidado con el alto de Mostelares que tras salir Castrojeriz se presenta muy duro e inesperado.
Hoy atravieso de Burgos a Palencia, en Itero de la Vega me llama Miguel, un personaje muy majo que atiende y da conversación a los peregrinos, enseña su garaje lleno de imágenes posters y recuerdos de él y de los peregrinos. Rectas por tierras de Campos para llegar a Frómista donde compro provisiones que tomaré en unas mesas al lado de una ermita y una fuente. Allí coincido con una peregrina sospechosamente argentina por el acento, conversamos un rato y con el calor sigo avanzando por las rectas de Palencia, en Carrión de los Condes veo una exposición preciosa del Camino de Santiago. Al llegar a Calzadilla de la Cueza estoy tan cansado que paro sin mas para dormir por primera vez en mi vida en medio de la planicie castellana.
El hospitalero es brasileño y el albergue tiene incluso piscina. Compro fruta para cenar en un camión de venta ambulante que pasa por el pueblo busco sin éxito la plaza y el ayuntamiento pero encuentro un hostal donde entro a tomar una cerveza. Entablo conversación con un lugareño y un peregrino para descubrir que el pueblo tiene 52 habitantes y que el peregrino tuvo un accidente y ha decidido retomar el Camino desde donde sufrió el accidente. En el albergue termino cenando lo que compré al mediodía y la fruta.
Muy pocos recuerdos de los kilómetros entre Calzadilla de la Cueza y León, debí comer por el camino en Mansilla de las Mulas, ya que aunque llegue a León sobre las tres no tome nada. La temprana llegada a León fue providencial para tras encontrar el albergue de las monjas benedictinas en León, lavar bien la ropa y tenderla con esperanzas de que sacase, engrasar y limpiar la bicicleta (en bicicletas blanco que colabora mucho con los peregrinos) y sobre todo disfrutar tranquilamente de una tarde completa visitando la catedral de León, paseando por el centro y cenar en la zona húmeda. Para terminar la jornada asistí a completas en el monasterio de las monjas benedictinas, otra vez una cama al lado de la ventana dude si ponerme los tapones pero no hizo falta, me venció el sueño.
Desayuno unos churros en un bar de León, el camarero me pone tres churros pero le solicito más energía y llega a subir la ración a cinco. El camino hasta Astorga es bastante ligero, aprovecho para sacar dinero, tomar unas fotos y comprar unas postales. Tengo la sensación de que estoy en forma. El camino se torna cuesta arriba, a las dos de la tarde ya cansado me siento a comer en el primer bar de Rabanal del Camino con el gran dilema de asaltar o no la Cruz de Ferro. Tras una buena comida, macarrones, calamares, tarta y café, salgo hacia la cima con el estomago lleno y mucha paciencia. La subida es lenta y hace calor pero mi motor aguanta y consigo por el camino original alcanzar la cumbre. Allí coincido con unos ciclistas gallegos que han subido por la carretera ya que les dijeron que el camino estaba bastante mal. Antes de bajar me pongo el impermeable por el frío pero sin embargo parece una premonición ya que mas tarde comenzará a llover justo antes de mi llegada al pequeño y bonito pueblo de El Acebo donde pasaré la noche.
Un desayuno de dos magdalenas y zumo de naranja natural para continuar el descenso hasta Molinaseca, pueblo con mucho encanto donde descansaron los peregrinos gallegos que encontré en la Cruz de Ferro. En Ponferrada no falta la típica foto en el castillo templario, el camino continua entre pueblos del Bierzo y viñas para llegar a Cacabelos donde la parada a repostar ya estaba establecida antes del comienzo de la aventura en Prada a Tope. Como no es la hora de comer decido tomar fuerzas comiendo un tarro de Castañas bañadas en licor. Me sellan la credencial y me invitan a empanada y vino (lo rechazo ya que acabo de terminar con las castañas).
Llegue a Villafranca del Bierzo sin problemas, saco dinero tomo algún fruto seco y continuo ya con la gran duda de afrontar el ascenso al Cebreiro o dejarlo para otro día. Noto que avanzo con cierto temor a continuar queriendo ganar tiempo hasta la hora de comer para tomar una decisión. Como pese al ritmo tranquilo que llevo no llega ese momento decido tomar el bocadillo de cecina que guarde desde la cena en El Acebo. Recargo las baterías con dos botes de acuarius y un par de barritas de cereal. Hasta la Faba el camino es una carretera secundaria por la que asciendo sin demasiado problemas. Tras pasar la Faba vuelve el camino complicado por lo empinado y las piedras. En esta etapa tuve la gran suerte de encontrarme con un grupo de ciclistas gallegos que me aconsejan subir al Cebreiro por la Faba en lugar de tomar la parte de carretera. Nos agrupamos en la Faba y al principio otro gallego y yo tomamos ventaja. Esta parte final del puerto se me hace eterna y muy larga, creo que mis reservas se han terminado y tengo que parar para tomar otro acuarius en una máquina que esta en el camino. Allí veo como me adelantan, trato de no desfondarme y disfrutar del paisaje que es fabuloso. Consigo coronar ya con el tiempo revuelto y en el bar encuentro a los gallegos que retoman fuerzas. Tienen idea de continuar hasta Triacastela, yo ya no puedo mas y como mucho llegaré a albergue de Poio o de Hospital de la Condesa. Parte de la continuación del camino la hago detrás de un tractor en el que tres peregrinos poco comprometidos con su viaje a pie han decido montar en el tractor para
aliviar su camino. Llego a Liñares donde como empieza a llover tengo que refugiarme en un establo. Estoy bastante cansado, la noticia de que no hay albergue en Poio (esto me librará de una buena) y la lluvia me hacen tomar la decisión de acudir al hostal de Liñares a pedir habitación. No tienen por lo que no me queda mas alternativa que continuar hasta Hospital de la Condesa. Cualquier pequeño tramo de subida se estira hasta limites insospechados. Cuando llego al albergue la única alternativa que tengo es dormir en el suelo. Por fortuna hay un bar donde ceno bastante bien , para mas datos lacón con pimientos y trucha, no falta la cerveza y el correspondiente postre. Este ha sido un día muy duro en el que tengo la sensación de estar desfondado completamente, además para rematar la faena me toca dormir en suelo.
Desayuno café con leche y tostadas en el bar donde cené para encarar el alto de Poio. La última parte de la subida es durísima e impracticable en bicicleta, lo tengo en mis recuerdos como el tramo mas largo y empinado que he tenido que ascender con el pie a tierra. Tras la cima la bajada es prácticamente constante, con tanto peregrino se me hace un poco pesada. Hay tramos en los que sin exagerar la mierda cubre todo el camino con un espesor de cuatro dedos y además para hacer mas divertido el pastel, regueros de agua y piedras.
En triacastela paro, por que la bajada también me agota, la velocidad media es de 11 Km/h. Allí coincido con el grupo de ciclistas de Oviedo que llevan niños y coche de apoyo. Tomo provisiones para la comida y decido hacer el camino por Samos. La suerte esta de cara ya que encuentro unas mesas estupendas para comer. La lluvia en forma de tormenta se presenta justo cuando estoy terminando, otra vez me refugio, esta vez en un vano de la parte baja de una casa, allí termino de comer mientras los truenos resuenan bien cerca y el agua se deja caer con mucha fuerza. Pasada la tormenta emprendo camino, uno de los guantes se me cayó y lo encontré en medio de la carretera completamente aplastado y mojado. El camino es precioso, lleno de magia y paz. Al llegar a Samos percibo la quietud y belleza especial de un sitio fabuloso. Acto seguido a las 14:50 decido quedarme en el albergue del monasterio de Samos. Al llegar tan temprano el sitio que tomo en el albergue es bastante bueno y además con garaje de lujo para la bicicleta.
Hice la colada temprano aunque no conseguí secar la ropa pese a que hice un tendedero en mi cama con las cuerdas que llevaba. Tuve que conseguir en la capilla del ciprés una extensión a mi credencial que ya estaba llena de sellos. Hacer la visita guiada al monasterio de Samos merece la pena. Tengo suerte y la visita la hacemos tan solo tres personas ya que estaba lloviendo. El monasterio me parece precioso, fue realmente interesante. Me impresiono todo, desde las pinturas con la que adornan los claustros, los jardines, la sacristía, la iglesia, la reconstrucción que hicieron tras el incendio, en fin algo verdaderamente mágico y digno de conocer. A las siete y media los monjes cantan para el peregrino , todavía tenia comida que termine al lado del río en un jardín precioso. Envié unas postales y descanse como nunca en la etapa más corta y gozosa que había tenido en todo el camino.
La idea era llegar a Palas de Rei, así que me levanto temprano y desayuno unas tostadas y un zumo para emprender el camino. Al llegar a Sarria me pierdo en el pueblo con lo que doy un poco mas de vuelva aunque eso me permite ver el paso del tren tras atravesar la vía a la salida del pueblo. Territorio gallego me acompaña en el camino hasta llegar a Portomarín, afortunadamente aunque un cielo oscuro lleno de nubarrones se impone me respeta la lluvia, una parada técnica en Portomarín para seguir la senda del camino. El libro de ruta en Galicia esta lleno de poblaciones que vas atravesando, el problema que tuve es que la mayoría de esos pueblos no tienen sitio para comer, con lo que encontrar un sitio me costo algunos kilómetros de ligera angustia.
De menú, lentejas y chuleta de cerdo calmaron mi apetito para continuar camino ya a duras penas hacia Palas de Rei. Como me suele pasar durante todo el camino los finales de etapa se me hacen largos, aun así la lluvia me sigue respetando aunque paro para reposar poco después de la comida. Al llegar a Palas de Rei me dan la desagradable noticia de que el albergue esta lleno y solo les queda sitio en el polideportivo del pueblo. El polideportivo lo había dejado atrás a mas de un kilómetro, por lo que tengo que retroceder en subida para llegar al polideportivo. Nadie te comenta nada salvo los propios peregrinos. La ducha con agua fría es terrible pero también reconforta. Bajo caminando al pueblo y compro cosas para cenar. Tras la cena toca la dura decisión de tirarme al suelo a dormir. Afortunadamente me prestan un aislante que suaviza un poco la dureza del suelo. Mi segunda noche durmiendo y además con el ruido atronador de la lluvia sobre el techo del polideportivo como acompañamiento.
Me levanto sobre las siete y media para salir con un día gris y lluvioso pasadas las ocho. Paro en el primer café que veo en la calle principal de Palas de Rei para tomar fuerzas. Y continuo con los toboganes gallegos entre la llovizna y las calles llenas de cagadas de vacas. El día transcurre normal, y como viene siendo habitual la incertidumbre de encontrar un sitio para comer aunque finalmente lo encuentro. El menú no me convence por lo que tomo un plato combinado. Sigo camino ya bastante cansado hacia el Monte de Gozo donde sin entrar en Santiago tengo pensado terminar hoy la etapa. Las constantes subidas y bajadas machacan el cuerpo y llegar al Monte de Gozo parece una meta imposible. Al final tras una pequeña bajada aparece el albergue o complejo donde pasare la noche. Como ayer me indican mal y tengo que bajar una buena tanda de metros para volver a subir al albergue. Si no fuera por que las personas cuidamos bastante mal lo que nos ofrecen este albergue estaría muy bien, me refiero sobre todo a los baños. Al final me ducho para volver a recuperar la tranquilidad de saber que casi está cumplida la meta. Curiosamente aquí es donde me mojo de verdad cuando estoy bajando para tratar de coger el autobús que va para Santiago. Pierdo el autobús y me mojo por lo que termino tomando una cerveza y un sándwich en el propio complejo.
No madrugo mucho, ya se percibe la meta cercana, me visto de paisano para hacer los últimos kilómetros, al entrar a Santiago desayuno y prosigo camino hacia la catedral, en un momento determinado tomo mi propio camino para llegar ya que pierdo la pista de las flechas amarillas. Disfruto al llegar con la bici y dar unas vueltas por la plaza del Obradoiro. Tengo muchas gestiones que hacer y el vuelo sale a las seis por lo que llamo a Seur para que me envíen la bici a casa. Al final decido llevarla yo al polígono industrial donde esta Seur (unos cuantos kilómetros por cierto). Desde el polígono tomo el autobús de vuelta para asistir a la misa de peregrinos donde ondean el botafumeiro. Tras la misa voy a recoger la Compostela, todavía me queda completar el ritual de abrazar al Santo y hay un cola tremenda. Decido comer en un burguer para volver a ponerme a la cola. Cumplido el abrazo no tengo mas tiempo que el de ir a la parada del autobús que me llevará al aeropuerto. El despegue del avión es como un juego de niños y disfruto como si estuviera en el parque de atracciones, será la alegría del regreso tras el deber cumplido.