Notas de una peregrinación
agosto 2.007
00. Villarreal - Astorga
01. Astorga - Foncebadón
02. Foncebadón - Ponferrada
03. Ponferrada - Vega de Valcarce
04. Vega de Valcarce - Triacastela
05. Triacastela - Portomarín
06. Portomarín - Leboreiro
07. Leboreiro - Arzúa
08. Arzúa - Santiago de Compostela

Villarreal - Astorga

El martes día 2 de agosto, salgo para dormir en casa de mis padres, pues hemos alquilado un coche Paco y yo para llegar hasta Astorga, desde dónde iniciaremos nuestra peregrinación hasta Santiago de Compostela.

El miércoles día 3 de Agosto, a las 7 de la mañana salimos desde Villarreal. Como siempre, me dejo algo en casa de los papis; ésta vez el sombrero.

Apenas en tres horas, estamos llegando a Madrid. Se ve que es agosto, hace mucho calor y al tiempo, está casi vacío. Decidimos pasar por el centro de Madrid, entrando por Atocha, Paseo de Recoletos, Castellana hasta la plaza más bonita el mundo, desde dónde Paco llama a David.

Cibeles en medio, al sur sale la calle Alcalá con la puerta levantada por Carlos III, en el S. XVIII, es obra del arquitecto Francisco Sabatini, el arquitecto que modernizó el viejo Madrid. Se halla en la Plaza de la Independencia, en el cruce de las calles de Alcalá, Alfonso XII, Serrano y Salustiano Olózaga y junto a la Puerta de España, entrada principal a los jardines del Retiro. Al igual que la calle en que se halla, la Puerta recibe su nombre por hallarse en el camino que conducía a la localidad de Alcalá de Henares.

En esa plaza lo que era el edificio de Correos, hoy es edificio de la Comunidad de Madrid. Al fondo lleno de banderas, el Palacio de Linares.

Hacemos la rotonda junto a la vieja Cibeles, para ver a nuestra izquierda el banco de España, y al frente, una calle con dos posibles ascensos, el de la izquierda, junto al Palace, la Carrera de San Jerónimo, dónde se ubica el Congreso de los Diputados, que llevará a la Puerta del Sol, y por la derecha (la que tomamos), la Gran Vía, que nos lleva a Callao, para seguir por Plaza de España, y tomando Princesa, por delante del Palacio de Liria (de la Duquesa de Alba), hasta la Puerta de Hierro, Moncloa, pasando frente al Ministerio del aire y la columna con el pájaro negro que siempre me gustó, a la salida de la Calle Fernando el Católico, dónde vivía el tío Rafa.

Emprendemos por la A-6, carretera de La Coruña, nuestra salida de Madrid. Dejamos a nuestra izquierda la casa de Zapatero con sus jardines... La Moncloa.

Tras dejar Madrid, y antes del túnel observamos la Cruz de los Caídos del Valle del Escorial. Pasamos el túnel y a las 11,15 nos detenemos a cargar gasolina y almorzar en La Pausa. Hace un sol radiante y calor.

Apenas son las 14 horas, cuando entramos en León, aparcamos en un aparcamiento público y tras verificar que la catedral estaba cerrada, decidimos visitar la Colegiata de San Isidoro.

Hace calor, y pasamos por una bodeguilla dónde tomamos algo con una tapa de gazpacho.

Esta magnifica iglesia, inicialmente, de estilo prerrománico asturiano, se levanta en un lugar donde se alzaban otras anteriores iglesias, en la plaza del mismo nombre adosada a la muralla romana. Se construyó entre 1056 y 1067 por iniciativa de Doña Sancha, esposa de Fernando y para dar cobijo a los restos de San Isidoro de Sevilla. Posteriormente se añadió un ala entre 1072 y 1101. Coronada por una torre cuadrada, en su lado sur se abren dos portadas decoradas con relieves. El interior es de tres naves y en la Capilla Mayor, obra de Juan de Badajoz se guarda una caja de plata que contiene los restos de San Isidoro.

Posteriormente se mandó edificar el famoso y soberbio Panteón de los Reyes, monumento sepulcral que actualmente es lo más antiguo que se conserva.
En sus bóvedas se pintó en el siglo XII un repertorio de primer orden en el románico europeo `por lo que se la denomina la "Capilla Sixtina" del románico.
En la cripta se alberga el Panteón, decorado con espléndidos frescos románicos de la segunda mitad del siglo XII. Pueden verse las tumbas de 11 reyes, 12 reinas, 23 príncipes y varios miembros de la alta nobleza.
Poco después se mando reconstruir la iglesia ya al estilo románico pleno que imperaba en aquella época y traído por los aires internacionales del Camino de Santiago.

En el costado meridional se abren las dos monumentales puertas. La del Perdón se abre en el muro del hastial del crucero y se decora con un tímpano bellamente esculpido con las escenas del Descendimiento, el Sepulcro vacío y la Ascensión. Las mochetas que lo sostienen son magníficas con dos expresivas cabezas de animales.

Por encima aparecen las figuras hieráticas y solemnes de San Pedro y San Pablo y más arriba una arquería sobre el tejado. La Puerta del Cordero es más bella aún, con la escena del Sacrificio de Isaac. Le acompaña las esculturas de San Isidoro y San Vicente y un hermoso zodiaco.
El interior respira un difícilmente descriptible ambiente medieval. La penumbra, la solidez de los pilares, la imaginación de las tallas transportan al visitante a un mundo olvidado.

Tampoco es despreciable el museo que conserva algunas piezas de arte mueble de primera magnitud y en su Biblioteca se conservan recuerdos históricos, tejidos árabes y manuscritos, entre los que destacan una Biblia visigoda miniada, obras de San Martino de León del siglo XII y una gramática del siglo XV. En el Tesoro se guardan diversos relicarios y objetos de orfebrería y culto, como el cáliz de doña Urraca y cruces procesionales de Enrique de Arfe.
De todos los museos, visitas y entradas, junto con postales, decidimos remitírselo a Papá en un sobre.

Caminamos por León, para llegar a comer un plato de cecina, chorizos y quesos de la zona, regado con un vinillo. Es la hora de aperitivo y el sitio está lleno, es una especie de mantequerías dónde ponen de comer pinchos, raciones y tapas.

Tras llenar el buche, pasamos al bar de al lado: café LOLA, del padre del de los Café Quijano. Halamos con la paisana que atiende y nos cuenta lo de la taberna y la canción de los Café Quijano.

Salimos en dirección a la catedral, está abierta, nos adentramos en su interior con la luz de sus vidrieras.

El año 916 fue de suma trascendencia para la historia de la Catedral de León: el rey Ordoño II, que hacía pocos meses había ocupado el trono de esta ciudad, venció a los árabes en la batalla de San Esteban de Gormaz. "Agradecido a Dios por el beneficio que acababa de recibir", comenta el Tudense, cedió su palacio real para que en sus aulas se erigiese el primer templo catedralicio. Todo ocurría bajo el episcopado de Fruminio II, quien, "con la ayuda del pueblo fiel", transformó aquellos espacios en lugar sagrado. Anteriormente al rey Ordoño, habían estado dedicados a termas y otros edificios públicos que la Legio VII había construido a mediados del siglo II, cuando instaló su campamento en este lugar, entre los ríos Torío y Bernesga. Nada queda de estas primitivas edificaciones, salvo algunos restos de mosaicos, teselas y cerámicas, hoy expuestas en el Museo.

Siguiendo la tradición cristiana de enterrar dentro de los templos a quienes encarnaban la autoridad "venida de Dios", aquella sencilla catedral muy pronto se vio enriquecida con los restos del rey Ordoño, fallecido en Zamora el año 924. En el epitafio de su tumba, labrada en el siglo XIII, se perpetúa el piadoso agradecimiento del pueblo leonés, por "haber cedido su silla real para sede episcopal".
El templo estaba custodiado y regido por monjes de san Benito, y es muy probable que su estructura fuera muy similar a la de tantos y otros existentes durante la mozarabía leonesa.

Nos hablan las crónicas del paso de Almanzor por estas tierras a finales del primer milenio, devastando la ciudad y destruyendo sus templos. No obstante, parece que los daños ocasionados a la fábrica de la Catedral debieron de ser fácilmente resarcidos, ya que el año 999 era coronado en ella, en un acontecimiento lleno de esplendor, el rey Alfonso V.

Tras una sucesión de revueltas políticas y de duras empresas bélicas, hacia el 1067 el estado de la Catedral era de suma pobreza. Ello conmovería al rey Fernando I, quien, después de trasladar los restos de san Isidoro a León, "se volcó en favores a la misma". Con este rey se inició una época pacífica y bienhechora, cosechando grandes triunfos en la expansión del reino cristiano. Era el momento del florecimiento del románico isidoriano.
Con la ayuda de la princesa Urraca, hermana del Rey, se inicia la construcción de un nuevo edificio, acorde con las aspiraciones de la cristiandad románica, y dentro de su estilo arquitectónico. Ocupaba la sede episcopal Pelayo II. Cuando el arquitecto Demetrio de los Ríos, entre los años 1884 y 1888 excavó el subsuelo de la catedral para reponer el pavimento y cimentar los pilares, encontró parte de los muros y fábrica de aquella segunda catedral. A través del plano que él mismo levantó, podemos apreciar como se configuraba todo dentro de la gótica: era de ladrillo y mampostería, con tres naves rematadas en ábsides semicirculares, dedicado el central a santa María, como en la iglesia anterior. Aunque toda ella estuviese ejecutada dentro de las corrientes internacionales, contemplando lo que ha pervivido de su estatutaria, podemos averiguar que tenía su carácter autóctono, utilizándose aún el arco de herradura, al menos como forma decorativa. Se sabe que fue consagrada el 10 de noviembre de 1073. Es de suponer que en ella trabajasen los canteros que lo estaban haciendo en san Isidoro.

Esta catedral se mantuvo en pie hasta finales del siglo siguiente. Cuando accede al trono el último rey de León, Alfonso IX, se asiste en la ciudad y en el reino a un importante cambio social, de creatividad artística y desarrollo cultural.
La Catedral, se comenzó a construir, como era costumbre, por la cabecera, para lo que fue preciso romper la muralla. Era, pues, lo primero que tocaba la luz, tanto por orientación como por altura. En los dos vanos de la vidriera central del ábside se representa el árbol de Jesé, el padre de David (el bíblico, no de nuestro David, je, je, je), de cuyo tronco había de nacer Cristo, tema importante dentro de la catequesis bíblica del siglo XIII, con el que se intentaba resaltar la naturaleza humana del Hijo de Dios.
Sobre ella, en el rosetón central, aparece la figura solemne del Pantocrátor, que se sitúa como la cúspide absoluta de todo cuanto es y significa el templo.
Las vidrieras tienen un simbolismo lumínico y didáctico; relaciona al "astro sol" y el "Sol Salutis ", o luz verdadera "que alumbra a todo hombre que viene a este mundo", a Cristo, Verbo Encarnado, "la luz que habría de alumbrar a todas las naciones".
En las vidrieras altas del lado norte, donde nunca se posa la luz, predominan las figuras del Antiguo Testamento; hacia Oriente, donde nace la luz; en ellos encuentra el relato de Isaías: "El pueblo que habitaba en tinieblas ha visto una gran luz: para los que habitaban en las mortales sombras, una luz se levantó".

En las de la nave sur, sobre las que gira el sol, aparece la Iglesia triunfante con sus ministros, confesores y testigos de la Verdad.
Cada cristal, como una piedra preciosa, se convierte en fuente de mil matices coloreados y cargados de mensaje trascendente. No se sabe si la luz se hace palabra o si la palabra se transforma en luz.

Cuando el peregrino reposa bajo las bóvedas, se siente envuelto por una atmósfera densa, cargado de cromatismo. Casi inconscientemente sintoniza con esta teología de la luz y de la belleza, cuya finalidad intrínseca era la de acercar a un orden superior o la de preguntarse por él.
Son mil ochocientos metros cuadrados de superficie de vidrieras que se distribuyen en tres grandes rosetones, de ocho metros de diámetro cada uno, treinta y un ventanales altos, de doce metros de altura. Sobre ellos hay ochenta y tres rosas polilobuladas, y cuarenta y ocho huecos, y dieciocho rosas, más treinta y siete ventanales de tres metros y medio de altos cada uno, treinta y seis huecos y cuarenta y ocho lancetas. A ello tenemos que añadir multitud de enjutas, triángulos, las divisiones de los rosetones, etc..

Salimos, como siempre anonadados de La Catedral, y tras pasear frente a la Casa de Botín, y enviar la carta a Papá, vamos al aparcamiento... Que susto, no encontramos el ticket y pensamos que lo habíamos enviado a Papá.

Tras unas risas, comprobamos que lo teníamos encima, sacamos el coche y nos dirigimos a devolver a AVIS el vehículo, tras rellenarlo de gasolina; justo al lado de AVIS está la estación de autobuses. Ha suerte sale ya un bus hacia Astorga. Lo tomamos, y sobre las 17,30 horas estamos en Astorga.
Cayo Plinio describió Astorga en el siglo I como la poderosa capital de la tribu de los astures. Su ubicación, muy cerca del Monte Teleno, la convirtió en una encrucijada para los pueblos celtas que habitaban en el noroeste de la Península, algo que tampoco pasó desapercibido para las tropas de la Legio X Gemina que establecieron allí su campamento durante las Guerras Cántabras que dirigió el propio emperador, César Octavio Augusto, en el siglo I a.C. El objetivo de esta campaña militar era tratar de controlar los ricos yacimientos mineros de la zona y establecer rutas más seguras para el oro que se extraía en el cercano paraje de Las Médulas y para el comercio con los puertos de la Gallaecia.

Aquel pequeño castro de los astures, rebautizado en honor al César como Astúrica Augusta, creció hasta convertirse en capital de uno de los siete conventos jurídicos, Asturum, en los que se organizó la provincia Tarraconense durante el Alto Imperio, abarcando el territorio situado entre el Mar Cantábrico y la Meseta Norte. De aquella época de esplendor, se conservan todavía parte de los lienzos de la muralla (aunque fueron muy reformados en la Edad Media), el foso del campamento, la domus del mosaico, el foro, los restos de unas termas, el sistema de cloacas y la ergástula (una cárcel para esclavos) que en la actualidad alberga un acogedor Museo que muestra al público el origen de la ciudad; pero la caída del Imperio Romano abrió un periodo desolador en la historia de Astorga que fue despoblada y destruida, sucesivamente, por los visigodos (siglo V) y los árabes (siglo VIII) hasta que el rey de Asturias Ordoño I ordenó su repoblación al Conde del Bierzo, a mediados del siglo IX, con familias procedentes de esta comarca leonesa.

El renacer de la ciudad coincidió entonces con el descubrimiento de la tumba del apóstol Santiago, un acontecimiento que situó a la capital maragata en pleno camino de Compostela. Gracias a ello, se pudo reconstruir la muralla, se levantaron hospitales para atender a los peregrinos y resurgió una de las sedes episcopales más antiguas de la Península junto a las diócesis de Mérida y Zaragoza.

A partir de la Edad Media, se invirtió el proceso y Astorga comenzó a languidecer en favor de otras ciudades cercanas, como Ponferrada y León. Hoy en día, la ciudad es la tranquila capital de una comarca que atrae cada año a más turistas, deseosos de contemplar su patrimonio, degustar el cocido maragato y comprar dos de sus especialidades más típicas: el chocolate y las mantecadas.

Vamos al Albergue de peregrinos, dejamos las mochilas, nos dan litera en el segundo piso. El Albergue sigue bien, regentado por ingleses, pero bien.
La Catedral, que está cerrada, fue honrada con el título de "Apostólica", tanto por la relación con el Apóstol Santiago como por la antigüedad de los primeros cristianos que divulgaron desde allí los Evangelios, la catedral astorgana forma parte de uno de los entornos monumentales más destacados de todo el Camino jacobeo; un magnífico conjunto histórico y artístico formado por las murallas romanas, el Palacio Episcopal (obra de Gaudí), la iglesia de Santa Marta, el Hospital de San Juan y la propia catedral.

Como suele ocurrir en la mayor parte de nuestros templos, la sede del Obispado de Astorga se levantó en el mismo solar donde se habían construido otras dos catedrales anteriores, ambas de estilo románico, en los siglos XI y XIII; ésta última fue consagrada en 1265 por el obispo Pedro Fernández, desafortunadamente, apenas se conservan algunos restos de estas construcciones como la capilla de santa Marina que forma parte del Museo Catedralicio.
Los expertos atribuyen a Simón de Colonia su construcción; el 16 de agosto de 1471 se colocó la primera piedra en la cabecera de la nueva catedral gótica, que se levantó en los tres siglos posteriores pero no se terminó definitivamente hasta 1965, cuando se remató el capitel de la Torre Vieja. El resultado: la fusión y síntesis de los diversos estilos artísticos (gótico tardío, renacimiento, barroco y neoclasicismo) imperantes en cada momento.
Pasamos a visitar el Palacio Arzobispal de Astorga, obra de Gaudí y dónde se inspiró el castillo de Cenicienta de Walt Disney.
Las primeras comunidades de cristianos se asentaron en Astorga por su privilegiada situación como cruce de caminos (paso natural de la Meseta a Galicia, Vía de la Plata, calzada a León y Zaragoza, etc.); por ese motivo, ya en el siglo III se tiene constancia de la existencia de una sede episcopal en la ciudad gracias a la llamada carta sinodial de san Cipriano de Cartago, un documento escrito en el año 254 que menciona, expresamente, a la sede de Astorga-León y a sus primeros obispos, Basílides y Sabino. El posterior resurgimiento de la ciudad, a partir del siglo IX, supuso la presencia ininterrumpida de prelados hasta la actualidad.

Este obispado es, hoy por hoy, uno de los mejores ejemplos de que los límites diocesanos no coinciden con los administrativos, pues la diócesis de Astorga incluye parroquias enclavadas en dos provincias castellanoleonesas (León y Zamora) y una gallega (Orense) y es sufragánea del Arzobispado de Oviedo junto a las sedes de León y Santander.

Vamos a pasear por Astorga, por delante de todas las chocolaterías y tiendas de venta de chocolates de mil sabores y formas.
En la Plaza mayor, esperando a que sonara y dieran las horas, el maragato y la maragata con sus martillos, del reloj del Ayuntamiento. Luego tomamos algo, para ir callejeando hasta un restaurante dónde cenamos, salimos hacia el albergue dónde ya nos quedaos recogidos para dormir y comenzar al día siguiente El Camino.

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Astorga - Foncebadón

Sábado 4 de agosto de 2.007

Nos levantamos excesivamente pronto. Son las 5,45 h. y bajamos a desayunar en el propio albergue. Un desayuno potente, por el que pagamos 3 € cada uno.
Comenzamos, una vez pertrechados a caminar, dejando a nuestra espalda Astorga, para llegar sobre la Autopista hasta la capilla del Ecce-Homo, dónde sellamos. Desde ahí, hasta más allá de Murias de Rechivaldo, vamos con un paisano de 68 años, que nos acompaña. Se jubiló y anda todos los días un poco. Lleva un buen ritmo, como nosotros. Comenzamos un ligero ascenso por camino de tierra, estamos en tierra de barros, Pasamos Santa Coloma de Somoza, y el ascenso se empieza a incrementar desde El Ganso. Llevamos buena marcha. Pasamos por Rabanal del Camino dónde pedimos ducharnos en el albergue, el hospitalero nos PRETENDE COBRAR 2 € !!!!, NI DE COÑA, es por principios.

Compramos en la tienda de Rabanal algo de frutos secos liofilizados, dos manzanas y bebida isotónica y nos paramos a la salida del pueblo, en la fuente, dónde está el pilón. Descansamos los pies, refrescándolos en agua fría. Paco se resiente de su fastitis.
Al ira a tirar la basura al contenedor, pregunto a un paisano sobre la siguiente fuente, y VAYA BRONCA... el octogenario paisano está hasta los mismísimos ... de los peregrinos, una señora lo arregla pidiendo disculpas.

Iniciamos un ascenso medio bajo un sol que comienza a dar fuerte. Dejamos atrás el monte Teleno, y en subida hasta el abandonado pueblo (hoy ya no en verano) de Foncebadón.
Poco queda de este pueblo en la actualidad, uno de los lugares mas famosos en la historia de la Edad Media en Maragateria, en invierno sólo tiene como únicos vecinos una pastora llamada María y su hijo.
El primer acontecimiento del que se tiene constancia por este emplazamiento, fue el llamado concilio de el Monte Irago celebrado en el año 946, en el cual se trato de poner remedio a los incesantes robos y asesinatos que se cometían en el Camino de Santiago.
Pero será el ermitaño Gaucelmo, quien de presencia humana al lugar al fundar una hospedería y una iglesia a finales del siglo XI, que mas tarde se convertiría en una abadía.
Por esta obra, dedicada a la atención de los peregrinos que transitaban por el puerto hacia la tumba del Apóstol, el Rey Alfonso VI le concederá el singular privilegio, en el año 1103, de la exención de todo pago de tributo a perpetuidad, y así lo ratifican reyes posteriores -Fernando II, Fernando III, Carlos IV y Fernando VII.

Nos quedamos en el primero de los tres albergues, al lado de la Taberna de Gaia, que es una palloza en la que reza un cartel (aunque tiene una antigüedad de 5 años) "Lugar mágico, donde habitaron los Dioses, en la falda del Monte Irago y muy cerca de la Cruz de Hierro".
El albergue es privado, tiene buenas instalaciones, duchas y comedor.
El siguiente albergue es privado pero en peores condiciones y el tercero es parroquial, sin luz ni agua caliente.

Pasamos a comer potentemente y a hacer la colada. Paco, que se resiente de la fastitis, se echa la siesta. No avanzamos más hoy. Empiezo a pensar que Paco pude tener problemas... Mi idea era avanzar un poco más, pero no hay prisa.
Paso la tarde paseando por el pueblo, voy a Misa a la capilla del albergue de arriba, el parroquial, y me quedo hasta tarde mirando el cielo, y los rebaños, como se vuelven a su majada.
Cae la noche, cenamos y salgo a pasear para observar la vía láctea. Ahí está, señalando a Compostela... Mañana será otro día.

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Foncebadón - Ponferrada

Domingo 5 de agosto de 2.007

Salimos a una hora más prudente, para ver la salida del sol desde la Cruz de Ferro, son las 7 de la mañana y tomamos un café en el albergue.
Muchos peregrinos nos dirigimos ya hacia la cruz de ferro, llegamos justo para ver amanecer desde aquí, desde la cruz de Ferro.
Levantado a 1.500 metros de altura, la cruz de ferro consiste en un palo de roble de unos 5 metros de altura, coronado con una cruz de hierro, sobre un montón de piedras acumuladas por los peregrinos y caminantes.

El origen y significado de esta singular estructura se encuentra en el periodo de ocupación romana (en los hitos o mojones -miliarios- que marcaban la separación de dos circunscripciones territoriales). En la realidad se trata de un milladoiro, un amontonamiento de guijarros que desde época ancestral formaban los caminantes y pastores en determinados lugares para invocar a las divinidades protectoras de los caminos.
Cristianizada esta tradición, los peregrinos creían que el día del Juicio Final, "cuando las piedras hablen", éstas testificarán que el romero había cumplido en vida su peregrinación; en caso de no haber arrojado la piedra, aquélla no tendría validez.
Nosotros dejamos nuestro testimonio... y Paco se comprometió a hacer un azulejo para que la próxima vez que pase por allí lo lleve y lo ponga. Será la constatación de su paso por aquí que el día del juicio final, acreditará el haber peregrinado a Santiago.

A unos metros se levanta una ermita del año 1982, dedicada a Santiago, dónde hay fuente y zona de acampada.
Continuamos por un suave ascenso hasta una torre de telecomunicaciones. Pasamos por Manjarín por el albergue de Tomás y sus ocas, pero no paramos. Iniciamos en descenso por El Acebo, dónde unos ciclistas casi se dejan la piel en la curva de entrada al pueblo. Rellenamos botellas en la fuente y paramos en el bar, dónde hacen esos "chimos" tan buenos, que nos comemos, con una coca de tomate. (Parece que estemos en Villarreal por la comida).
Nos encontramos con dos chicas y un joven de León. El lleva un cinturón de la OJE. Me paro a hablar y por el camino vamos comentando. Nos veremos más adelante.

Pasamos en descenso por Riego de Ambros, y al fondo vemos Ponferrada, hay que bajar y subir...
A llegar al fondo del descenso, paramos en Molinaseca, dónde nos detenemos al lado del río a limpiar y mojarnos los pies en una acequia que corre con agua gélida. Tomaos fuerzas y sellamos. Paco llama a Espe. Tras el descanso y contar la anécdota de que el actual Papa cuando peregrinó a Santiago se quedo a dormir en éste pueblo, en el albergue de Molinaseca, le envió una postal al hospitalero, en la que decía en su firma: Joseph Ratizger, Futuro Papa Benedicto XVI, y ... se cumplió.

La salida de Molinaseca es por carretera, y el ver tras el ascenso, allá abajo Ponferrada, se hace pesado, por las vueltas que da el camino hasta llegar a una pista de aeromodelismo con avionetas y helicópteros, para pasar por una farmacia (a comprar algún medicamento y preguntar por la Formula 1) y por un puente llegar a Ponferrada, pasando bajo el túnel del tren y salida al castillo de los templarios, que cada torre es diferente a la otra.
Han cerrado el albergue de al lado de la plaza y bajamos (por calles en obras) hasta el albergue de abajo, el de San Nicolás.
Hacia el S. XI, el obispado de Astorga (en concreto, el obispo Osmundo) ordena la construcción de un puente para los peregrinos del Camino de Santiago. Se reforzó por los monjes herreros (templarios) con hierro, y esto dará nombre a la población que crece en sus alrededores, a las orillas del río Sil: "Pons Ferrata". Se trata de un puente fortificado por el Temple.

La ciudad fue propiedad de la Orden del Temple, Templarios, que se encargaban precisamente de la defensa del camino. Al desaparecer la orden pasaron por las familias de Osorio, o del Conde de Lemos, hasta que los Reyes Católicos la reclamaron como propia, a raíz de una disputa entre el Conde de Lemos y su hijo, que llevó a diversas batallas en el castillo, y la toma y recuperación sucesiva de la plaza por cada uno de ellos.
Finalmente los Reyes Católicos decidieron que el castillo y la villa eran de su propiedad, acto que puso fin a las refriegas familiares.
El monumento más importante es el Castillo de Ponferrada. Con una gran extensión, en realidad su recinto acoge lo que fue la Ponferrada medieval. Con antecedentes en el siglo XII, la fortaleza fue reconstruida en numerosas ocasiones a lo largo de las Edades Media y Moderna.
Hay una serie de estructuras para hacer visita a la Virgen de la Encina, el astillo y otros monumentos con Las Edades del Hombre, pero con tan mala fortuna que estaba cerrado.

Vamos al albergue y nos quedamos en una litera al lado del chico de la OJE.
Subimos a comer y pasear por Ponferrada, su castillo, y ante el brutal sol nos paramos en una terraza a la sombra para tomar un helado.
Se levanta un viento súbito que tira un carro, de los de un mercado medieval. Damos la vuelta al astillo, y al rato vamos a una especie de casino de pueblo, dónde cenamos. Hablamos con dos peregrinos que salen hacia el Valle del Silencio y las médulas. Lástima... Hemos de seguir el camino, Tempus fugit. Hay un montón de cosas a visitar fuera del camino, el Monasterio de Carracedo, el Vall del Silencio, Las Médulas. Al el domingo, en Turismo nos dicen que está cerrado o que es tarde para visitas.
Nada, tras la cena bajamos al albergue, con sus grandes instalaciones, recogemos la colada. El albergue está lleno a rebosar. Se nota que nos acercamos a Galicia y que es agosto.
Nos acostamos y... esperamos el nuevo día. A Paco la fastitis le molesta, creo que eso de andar sólo por las mañanas hasta medio día no es lo suyo, pero las circunstancias mandan...

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Ponferrada - Vega de Valcarce

Lunes 6 de agosto de 2.007

Salimos del albergue de San Nicolás sobre las 6,30 h. de la mañana, desayunamos cafés y galletitas en frente del albergue en un bar nuevo y comenzamos a caminar a las 7,45 h. La salida es tranquila, pasando por los polígonos y cruces de carreteras, vamos camino de Camponaraya. Vemos que unos ciclistas han dormido en una vieja casa junto a la carretera... No hay sitios para dormir, se va llenando todo. Cruzamos la carretera y seguimos luego por ella. Es curioso ver las cigüeñas como hacen sus nidos en lo alto de las torres de electricidad de Fenosa. En Camponaraya en el Hogar del jubilado, tomo algo y pido un "pincho de tortilla", QUE EXAGERACIÓN, con eso se come.

Vamos andando entre viñedos para llegar al Prada a Tope de Cacabelos, entramos, tomo un hidromiel, pero ya no como nada porque el "pinchito" del hogar del jubilado de Camponaraya aún lo tengo en el buche.

Pasamos por el albergue de Jesús Jato en Villafranca del Bierzo. Le saludo, está en pleno apogeo de subida de mochilas al Cebreiro. Dejamos las mochilas y vamos a pasear por Villafranca del Bierzo, la calle de agua, la casa de Tomás de Torquemada que tanta ilusión le hace a Paco.
Me compro una tarjeta de la cámara de fotos, las anteriores las he perdido.

La Villa de Villafranca se la conoce como " la pequeña Compostela", y este nombre no es gratuito. En la localidad se encuentran importantes monumentos religiosos como la románica Iglesia de Santiago (s. XII), de una sola nave con techumbre de madera. En el exterior se encuentra la Puerta del Perdón, la verdadera joya de la Iglesia, donde los peregrinos ganan el jubileo, cuando están incapacitados para proseguir el camino y llegar a Santiago.
Hachas neolíticas, una punta de lanza de bronce y un supuesto ídolo de la Edad del Bronce, conservados en el museo de los PP. Paúles, son los testigos materiales de una población que tendría ya cierta importancia en época prerromana y romana, a la vista de los abundantes restos castreños y de las explotaciones auríferas.
La cita más antigua conocida sobre la zona es de época de Bermudo I el Diácono, por el año 791, como lugar de una batalla, librada junto al Burbia, entre los musulmanes que regresaban de Galicia y los cristianos del rey astur, quedando diezmadas sus huestes en la refriega y cediendo la corona a su sobrino Alfonso II el Casto.

El comienzo de las peregrinaciones a Compostela, y las dificultades para atravesar el Camino hace que surjan núcleos privilegiados para asistencia de los peregrinos, tal es el caso de Villafranca que sería una de las jornadas de peregrinación a Santiago en el Codex Calixtinus. (Rabanal-Villafranca-Triacastela), su origen se asocia al monasterio de Santa María de Cluniaco ó Cruñego, un monasterio benedictino del S.XI de monjes de Cluny - los monjes negros-trayendo, entre otras cosas, el cultivo de la vid, y con hospedería aneja para atender a los peregrinos franceses que pasaban por Villafranca del Bierzo, camino de Compostela. Los restos de esta antigua abadía se han perdido, ocultos por la Colegiata moderna.

Llegamos a Villafranca por el camino en el que se encuentra la iglesia de Santiago, un sencillo templo románico, de una sola nave, del siglo XII, hacemos un donativo, y Paco se deja el bordón que ha de volver a recoger.
Lo más importante no es su sencilla arquitectura medieval, sino la tradición de que el peregrino que llegaba enfermo o impedido ante la Puerta del Perdón, recibía en ésta los mismos beneficios espirituales que merecería a su llegada a Compostela.
La puerta del Perdón, en la zona lateral oeste de la iglesia, verdadera sucursal compostelana, es bella, con cuatro arquivoltas sobre airosas columnas.
Visitamos la ciudad, hacemos fotos, Paco se compra unos calcetines para andar con sandalias, visitamos el Palacio de la Inquisición en la calle del agua, llena de escudos y blasones nobiliarios, hacemos fotos a la casa de Tomás de Torquemada, pasamos por la calle del súcubo y del íncubo, y tomamos algo en la plaza, para visitar por fuera el Convento de San Francisco fundado por San Francisco de Asís, en el siglo XVII cuando peregrinaba a santiago de Compostela.

Subimos a la Colegiata y volvemos al albergue a por las mochilas pasando delante del Castillo construido por Pedro de Toledo, marqués de Villafranca, en el s. XV, asaltado por los franceses e ingleses durante la guerra de la Independencia, hoy más que un castillo es un palacio, habitado por el compositor Cristóbal Halffter y su mujer, natural de Villafranca del Bierzo.

Dejamos atrás Villafranca, ahora no hace sol y está bien para caminar. Pasamos a dos peregrinas de Bilbao, vamos por un carril encerrados junto a la antigua carretera nacional 6, y encima vemos la autopista A-6, que hace un ruido ensordecedor cuando pasan los camiones.

Continuamos nuestro camino por la gasolinera de Vega de Valcarce al pie del Cebreiro. Llegamos a Vega, ya es tarde, hemos andado 42 Km. La hospitalera nos vio en Villafranca, y nos atiende de inmediato, nos da dos camas, una en primer piso y otra arriba que va Paco.
Bajamos a cenar y a dar un paseo. Pasamos por la farmacia y vamos a la playa del río Valcarce, hacemos unas fotos, y empieza a hacer frío. Nos volvemos al albergue. Hay fiesta, esperemos que no dure, podamos dormir y salir descansados.

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Vega de Valcarce - Triacastela

Martes 07 de Agosto de 2.007
Etapa Reina. 40 Km.

Salimos aún de noche a las 7 de la mañana de Vega del Valcarce, por la carretera hasta el desvío, tras Ruitelán hacia Herrerías para comenzar el ascenso al Cebreiro. Paco, con paso más largo, inicia el ascenso, yo voy a mi ritmo, le digo que suba a su aire. Pasamos La Laguna de Castilla y La Faba, nos encontramos a las de Bilbao, y subiendo, en ascenso duro, como siempre (es uno de los más duros del Camino) pasamos de Castilla a Galicia. Ahí se encuentra Paco a la Mística que le pide hacer una foto con cámara de usar y tirar.

Es ascenso es duro porque además hace mucho frío, las manos se me congelan y el vaho sale en cada paso de mi boca.
El paisaje como siempre, espectacular, atrás Castilla, adelante Galicia.
En el Cebrero, le enseño a Paco la Iglesia de O Cebreiro y le explico la historia del Padre Elias Valiña, que con un coche, mucha ilusión y pintura donada por fomento entonces amarilla de señalización e carreteras) pintó el camino y recuperó la ruta milenaria.
Vamos a tomar una par de huevos con panceta en casa de Pilar, sobrina de D. Elias Valiña, y luego paso a la Hospedería a hablar con Laurie Dennet. Paco me espera entre las pallozas de la antigua población celta que se conservan, es O Cebreiro.

Hay niebla, pero el sol muy tímidamente comienza a salir. Dejamos atrás el primer pueblo de Galicia, para ir entre subidas y bajadas por un bosque que nos llevará hasta Fonfría, dónde en el bar entro en el lavabo y dejo un recuerdo... tras tomar la consabida clara de cerveza. El sol no es fuerte, estamos ya en Galicia. Continuamos hacia un duro ascenso que aunque corto, es un puerto de primera, se trata del Alto del Poio. La subida ha sido dura, y en Casa de Remedios, paramos a tomar un plátano. Vemos como los ciclistas van llegando apeados de sus bicicletas, pero... vemos un ciclista que llega con la lengua fuera y a pesar de su sobrepeso, llega montado. Todos aplaudimos. Nos encontramos de nuevo con las de Bilbao, les decimos que nuestra intención es continuar hasta Triacastela. Creo que las vamos a perder de vista, a pesar que son de Bilbao.
Pasamos frente a la estatua del peregrino e la carretera que se coge el sombrero por el viento, y le hago una foto a Paco. A lo lejos se empieza a vislumbrar Triacastela.

Pasamos por Hospital y tomamos algo, para iniciar un largo descenso que se nos revela duro. Ha salido el sol, comienza a dar fuerte y hasta llegar debajo de la montaña, no ha ni un solo árbol. Por fin llegamos a unas corredorias que están bajo los magníficos castaños de indias que nos cubren el sol.
Hay una casa en una aldea en la que venden frutas del bosque en una especie de taper de plástico fino. Vemos como los que antes que nosotros pasaron fueron dejando frambuesas por el suelo, y los taper tirados. Que vergüenza. Se nota que es agosto y en Galicia.

Tras el último fuerte descenso (porque Triacastela está en una olla), llegamos y lo primero que vemos es como llegan con taxi la nueva modalidad de peregrino de verano: LOS TAXIGRINOS.
El albergue está completo, se me hace bilis e el estómago porque después de 42 Km. Andando duramente, los que ha llegado, bien en taxi, o bien con coches de apoyo, no dejan sitio a los que vamos andando. Merde!!!.

Recuerdo que hay un albergue privado al final del pueblo, y yendo hacia allí, y tras hablar con José de la Riera que me pide que no me cabreé (que razón tiene, no sirve de nada), nos sale al paso una señora llamada Olga que nos ofrece su casa por un módico precio. Aceptamos, nos duchamos, descansamos un poco un salimos a relajar las piernas, a ver Triacastela. Le explico a Paco que desde aquí hay dos caminos, por San Xil y por Samos, que es uno de los Monasterios más antiguos de Galicia. Decidimos que iremos por Samos.
El pueblo está reventado de gente, pero, encontramos finalmente un restaurante, dónde nos ponemos las botas a base caldo gallego, de pimientos y pulpo. Paco expide una lengua.
De aquí vamos a casa Olga, dónde hago algo de colada y descansamos para salir a día siguiente. Paco va muy bien de la fastitis, lo que parecía en principio iba a ser más jorobado, al final, está aguantando como lo que es un peregrino.

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Triacastela - Portomarín

Miércoles 08 de agosto de 2.007

Nos levantamos descansado y decidimos salir pronto, a las 6,45 h. Salimos entre bosque y aldeas tapadas por una arboleda magnífica, pero se nos revuelven las tripas conforme avanzamos y vemos a turigrinos y taxigrinos llegando con sus mochilas inmaculadas para tomar una plaza en el albergue del siguiente pueblo.
Nosotros a nuestro ritmo, un paso tras otro, nos lleva hasta Samos, dónde vemos el Monasterio, por su espalda que está cerrado, y vamos hasta la frontal de Samos para hacernos unas fotos.

Aproximadamente en el siglo VI, propiciado por San Martín de Dumio, se asentaron en Samos los primeros religiosos que fundaron este monasterio, que se regían por Reglas Hispanas como las de San Fructuoso o San Isidoro, pero a partir del Siglo X la regla de San Benito ordenó la vida monástica en Samos.
El renombre de este Monasterio y su situación en el Camino de Santiago lo convirtió en lugar de obligado descanso de los peregrinos en su peregrinaje a abrazar al Santo Apóstol.
A partir del siglo XVI la comunidad benedictina de Samos pertenece a la Congregación de la Observancia de Valladolid, en el siglo XIX el Monasterio se convirtió en hospital de guerra durante la invasión francesa, atendiendo simultáneamente a más de 800 heridos. La Desamortización de Mendizábal provocó que los monjes abandonaran su milenaria morada. Éstos retornaron en el año 1880, restaurando los muros del noble edificio y renovando la vida monástica hasta la actualidad.

El monasterio de Samos se asienta junto al río Sarria, que roza sus muros, atrae la atención por sus vastas proporciones y sobre todo por sus sólidos y austeros edificios, construidos con mampostería de pizarra.
Integran el complejo dos claustros adosados. Los monjes del monasterio son benedictinos. No sabemos con certeza en qué momento aceptó la Regla de san Benito, posiblemente a mediados del siglo XI. Por una lápida, sabemos que a mediados del siglo VII el obispo de Lugo Emefredo lo restaura.
Monasterio de Sámamos, así lo llamaron durante varios siglos. Este nombre de ascendencia visigótica, con el paso del tiempo, quedaría reducido al de Samos. Lo que más impresiona al visitante al contemplar la fachada principal es la portada barroca de su iglesia, que se presenta como un gran rectángulo dividido en dos cuerpos y tres calles. Una señorial escalera, del siglo XVIII, está inspirada en la del Obradoiro de Santiago de Compostela. En la hornacina superior, se alberga una imagen de san Benito, obra del escultor Ferreiro.

Con el paso de los siglos, la vida sencilla y austera de los primeros monjes fue cobrando importancia dentro de la Iglesia y de la sociedad. Nada se conserva de la época del rey asturiano Fruela I, del siglo VIII, que ofreció al abad Argerico el monasterio, abandonado a causa de la invasión musulmana. Las edificaciones que hoy contemplamos, no son las más antiguas. La antigua iglesia románica, no se concluyó hasta mediados del siglo XVIII.
La comunidad samonense, a finales del siglo XVII, despliega una intensa actividad cultural y religiosa, en decidida ascensión hacia la cumbre de su historia en el siglo XVIII. La mayoría de sus abades poseen grados académicos e incluso algunos han regentado cátedras de filosofía y teología en colegios benedictinos. Tres obispos y tres catedráticos de la Universidad de Salamanca salen de sus claustros.
Oración y Trabajo es su lema, que a través de los siglos tuvo su proyección espiritual y social. Siete obispos salieron de sus claustros y varios monjes destacaron por su saber, en especial el P. Maestro Benito Jerónimo Feijoo, gloria y honra del saber enciclopédico de su tiempo. Con sus obras Teatro Crítico Universal y Cartas Eruditas, se proponía combatir los errores del vulgo y elevar el nivel cultural de España.

En Samos, antes de continuar, nos paramos en la cafetería La Abadía, para dar cuenta a un plato de chorizo y queso, que nos repone las fuerzas del camino.
Llevo mal el calzón, y al llegar a Sarria, entro en una tienda de deporte y me compro un calentador, aprovecho, entro en el Alfonso XI y hago mis necesidades, me cambio de ropa, y salgo nuevo.

Antes de salir de Sarria, paramos en las escaleras un bar junto al albergue, son las 12 de la mañana y hay cola de turigrinos, taxigrinos para coger cama. Una vergüenza. Tras un refrigerio (más chorizo y queso), seguimos camino de Rente, Barbadelo, sale el sol fuerte de las primeras horas de la tarde, pero no hace calor. Paco va muy bien de su fastitis. Por fin llegaos a Brea al Kilómetro 100, dónde nos hacemos unas fotos. Paramos en Morgade, dónde me tomo una clara potente, para llegar en descenso desde Vilachá al puente sobre el Sil, que cruza hasta Porto Marín.

En Porto Marín está todo reventado, albergues públicos, privados... finalmente nos vamos a un hotel. Vale la pena darse un descanso al cuerpo, y más tras 48 Km. Paco está bien de la fastitis, pero se ha fastidiado una uña. Nada, dice que con un calcetín, puede seguir. Está hecho un crack.
Damos una vueltas, compramos lotería y paramos en la Avenida de Fraga Iribarne, frente a la templaria Iglesia de San Nicolás, a cenar a base de pulpo.
Entramos en San Nicolás a sellar la credencial.

La iglesia de Porto Marín - dedicada a San Nicolás- templo fortaleza, perteneció primero a la Orden templaria y después a la Orden de San Juan de Jerusalén y fue edificada probablemente a finales del siglo XII o comienzos del siglo XIII.
Fue reedificada piedra a piedra en su lugar actual cuando se construyó el embalse de Belesar que iba a anegarla completamente junto con los dos barrios que formaban el original Porto Marín (Barrios de San Nicolás y San Pedro).
Lo más impactante de este templo es su gran unidad constructiva, la altura de sus muros que le confiere junto con el remate almenado de un aspecto pseudomilitar.

Además del ábside y los grandes rosetones de ambas fachadas, posee tres portadas decoradas con una variada escultura religiosa de estilo románico.
Tras dar cuenta al pulpo y comprar lotería vamos a descansar al hotel. Paco está un poco fastidiado de su pie, pero a éstas altura lo superará.

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Portomarín - Leboreiro

Jueves 09 de agosto de 2.007

Salimos relativamente pronto, Paco tiene el pie hinchado desde ayer, le ha mejorado algo. Dice que al andar se le va pasando. Salimos por los puentes de peregrinos sobre el Sil desde Porto Marín. Hay niebla matutina, hemos desayunado y sellad en el hotel. Llegamos a Castro mayor dónde hacemos la parada institucionalizada y técnica de chorizo y queso. Vamos a un ritmo más piano, pero continúo. Paco lleva la uña jodida y se ha puesto un esparadrapo sobre ella. Debajo de la uña, lleva una ampolla que le debe de doler, ya no se duele de la fastitis, sino de la uña. Le animo con un pulpo a comer en Palas de Reis en A nosa Terra.
Llegamos a San Tirso y vemos mil y una mochilas agrupadas para quedarse en Palas en el pequeño albergue, ya se sabe turigrinos y taxigrinos...
Nos tomamos no una tapa, ni ración, sino DOS PULPOS, qué buenos estaban... Me acerco al Hotel Vilariño, y les pido el teléfono de una casa rural, de Casa Somoza en el cruce de Lugo a La Coruña, límite provincial. Nos vamos a dar un homenaje, que nos lo merecemos.
Nos llegamos a media tarde tras pasar el famoso puente romano de Leboreiro, que si bien el actual es del S. XII, se cree que está construido sobre un puente romano, que se encontraba en la calzada que unía Lugo con Iria-Flavia. Llegamos a la Casa de Matos o Casa Rural llamada Casa Somoza, que habíamos reservado desde Palas de Reis, por si no había sitio, y dónde la paisana nos atiende estupendamente.

Paco se acuesta a hacer una gran siesta y descansar su malogrado pie.
Llegan unos ciclistas de Bilbao, con los que hacemos una tertulia. Hago la colada, y finalmente Paco se despierta. Vemos los carteles de las fiestas del pueblos creo recordar que la artista principal era PILI PAM PUM o algo así (no lo anoté pero era un nombre cacofónico que se nos quedó por la risa).
Cenamos con la envidia de todos los presentes, pues NOS PUSIMOS MORADOS. Fue una tarde veraniega muy agradable. Dos familias iban haciendo entre coche y a pie el camino, las hijas con sus cámaras de fotos, y las madres andando, los padres esperando en determinados lugares. Por lo menos, no quitan cama a los peregrinos.

Veo un poco el fútbol y me subo a dormir. Paco está dormido y roncando... Menos mal que no me escucha mis ronquidos en la fase más fuerte (o si y no me lo ha dicho).
Descansamos bien, Paco parece que está mejor de su pie.

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Leboreiro - Arzúa

Viernes 10 de agosto de 2.007
Papa cumple 86 añitos.

Ésta noche no de dormido muy bien, Paco ha roncado algo, pero no ha sido por eso, sino porque al andar menos kilómetros y estar más descansado, por la tarde el relax, me llevó a no dormir bien.
Salimos temprano, pasamos por Furelos y está cerrada la Iglesia del Cristo con la mano extendida, pues la leyenda dice:

Según la leyenda parece ser que en 1512 estaban varias aldeanas en la iglesia rezando delante del Cristo, de pronto éste separó el brazo derecho de la cruz y señalando a una de ellas le dijo:
- Tú has sido la única que me ha hecho una petición con amor hacia otra persona, me has pedido que cure a tu hijo de la enfermedad que padece, y has ofrecido tu vida a cambio de la suya.
Respetaré tu vida y sanaré a tu hijo-.
El Cristo calló y su brazo quedó señalando al mismo sitio para siempre.

Llegamos a Melide y en la Chocolatería paramos a desayunar, un chocolatito con churros, tarta de manzana y vemos a los que se hospedaron en Casa Somoza, iban en coche, medio peregrinando dos matrimonios con sus hijas.
Melide tiene una pulpería, más que famosa, la de Ezequiel, pero a estas horas de la mañana no apetece, además está cerrada.
Melide es uno de los hitos del Camino, todos sus monumentos están unidos al Camino de Santiago. Entre ellos destacan: Iglesia de Leboreiro s.XIV, Iglesia de Sta. María s.XII, puente sobre el río Seco (Leboreiro) de la época de los romanos, puente románico de Furelos s.XII, capilla de San Roque cuya fachada principal fue construida con las piedras de la antigua parroquial de San Pedro, también románica. Al lado de la capilla de San Roque está el cruceiro de Melide, del S.XIV y el más antiguo de toda Galicia, según Castelao. Dentro del casco antiguo o histórico tenemos el conjunto monumental con la iglesia parroquial o Convento del Sancti Spiritus, fundado en el siglo XIV, con sepulcros del XV y pinturas del XVI, además de un retablo barroco. Este conjunto también está formado por la capilla barroca de San Antonio, a su lado la casa consitorial y muy cerca el antiguo Hospital de Peregrinos, hoy Museo da Terra de Melide. Varias iglesias románicas como las de Golán y Moldes. Sin olvidarnos de la más reciente de la Virgen del Carmen, en lo alto do Castelo.

Por primera vez documentada aparece la villa de Melide en el siglo X Aunque sus origenes puedan ser muy anteriores. El Camino de Santiago es su fundamento como pueblo. Ya en el 1212 el rey Alfonso IX concedió la Terra de Melide al arzobispo de Santiago. En 1320 el arzobispo de Santiago, Berenguel de Landoira, tuvo el privilegio de levantar un castillo para fortificar la villa. En el 1467, durante la revuelta de los Irmandiños, se reúnen en Melide y se opusieron al arzobispo Alonso de Fonseca y del noble Sancho Sánchez de Ulloa. Al final de la revuelta es cuando se construye el Convento del Sancti Spiritus, actual iglesia parroquial. En 1520 se reunieron en Melide importantes eclesiásticos y nobles de entonces para acordar unirse en caso necesario en apoyo del rey Carlos I contra los Comuneros. Ya en épocas más recientes Melide en el siglo XIX tiene protagonismo especial al luchar contra los franceses en la guerra de la Independecia.

Continuamos la ruta, pasamos por Bonete y llegamos a Arzúa, donde en una Farmacia Paco compra algunas cosas para su uña. Nos toamos un bocadillo yo con la consabida clara.
Seguimos caminando hasta llegar a casa de la Tía Dolores, dónde una peregrina que vive en Paris, pero es Española, nos cuenta su peregrinación. Todos despotricamos de la masificación al llegar a Galicia.
Además de queso y chorizo, nos metemos entre pecho y espalda unos plátanos, son buenos al caminar sobre todo para evitar calambres.
Habíamos reservado en O Muiño, está desviado 300 metros el camino, en el lugar de Calle, y en lugar de bajar por el camino seguimos por la nacional (N-547), es media tarde. Llamo a los papas, felicito a Papi y después de un cervezón, subimos a la habitación y hacemos siesta. Hemos hecho 35 Km, y estamos a 23 de Santiago.
Bajamos a cenar de cuchara, que viene bien y tras reponer fuerzas, un paseo (es un mesón de carretera, sin nada al lado) corto, vamos a dormir, pensando que mañana llegaremos a nuestra anhelada meta.

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Arzúa - Santiago de Compostela

Sábado 11 de Agosto de 2.007

Salimos y tras tomar un café, enderezamos la carretera hasta llegar de nuevo al camino. El trayecto es un río de gentes. Pasamos Salceda y su cruce de los mesones, Ras y la ermita de Santa Irene dónde hacemos unas fotos, tras el aserradero y la ermita, pues será uno de los últimos paisajes del Camino "algo virgen" antes de llegar a Santiago.

La ermita de Santa Irene está dedicada a ésta Santa portuguesa, que como cuenta su martirologio, Irene, era una joven noble de Nebancia, Portugal. Era tan bella como piadosa y un joven se prendó de ella al verla en la iglesia. La pidió en matrimonio y fue rechazado, explicándole Irene que había hecho voto de virginidad y que se si seguía siendo buen cristiano, se verían en el paraíso. El joven lo aceptó, pero poco tiempo después, un maestro de Irene que intentó seducirla y fue arrojado de su casa, para vengarse, corrió a contar al joven que Irene pronto sería madre. Este, loco de rabia, la mató al salir de la iglesia y arrojó su cuerpo al río.
La encontraron en la orilla del río Tajo, frente a la villa de Scalabis que desde entonces se llama Santarem (Santa Iria o Irene). Esta santa es muy querida en Portugal y en España.

A partir de Salceda la carretera es la referencia, ya que el Camino, serpenteando con ella, pasa por los caseríos de Ras y Brea para llegar al alto de Santa Irene y descender seguidamente a la pequeña aldea del mismo nombre.
A una media hora más de camino se encuentran los núcleos de población de Rúa y Pedrouzo, donde se encuentra el refugio de Arca, llamado así por el nombre de la Parroquia que cubre esta zona, se llega a él siguiendo por el arcén de la carretera.

Subimos hasta Cimadevilla y Amenal, dónde se pretende en la aldea de El Pino hacer un polígono industrial sobre el trazado del Camino, un millón de metros cuadrados de hormigón y asfalto, que de momento ya ha desolado todo un bosque de eucaliptos. Aunque gracias a la Asociación AGACS, actualmente está paralizado.

Pistas y corredoiras entre frondosos bosques de eucaliptos, pasando por las aldeas de San Paio, dónde paramos a almorzar. Hay más de 50 personas pidiendo bocadillos en el bar, es una locura. Finalmente almorzamos, apostando por las pintas, quién es peregrinos que viene desde fuera de Galicia, y quién es peregrino de 100 Km.
Llegamos a la valla de la carretera de lleva al Aeropuerto, pasamos por el final de la pista de despegue, y comenzamos a bajar en dirección a Labacolla, de cuya población toma el nombre el Aeropuerto de Santiago, que se encuentra muy próximo, como así lo atestigua el trepidar de los aviones. Subimos a Lavacolla y pasamos por el monumento del peregrino arrodillado.

Seis kilómetros de ascenso, pasando por la pequeña población de de San Marcos, son los que restan para llegar al Monte do Gozo. Es un continuado ascenso, que son precisamente muy agradables, ya que buena parte del tramo hay que hacerlo por el asfalto, pero la seguridad de que desde la ermita de San Marcos veremos las agujas de las tres torres de la Catedral de Santiago.
Paradita en san Marcos, bebemos algo fresco y llegamos al Monte del Gozo, dónde además de la ermita de San marcos, subimos al Monte dónde está el monumento que se erigió el día que el papa hizo en 1.993 el encuentro con la juventud, y tras sacar unas fotos, desde ahí vemos la catedral.
El Monte do Gozo (380 m), una pequeña elevación desde la cual los peregrinos tenían, por vez primera, la lejana visión de las torres de la catedral de Santiago, de ahí el topónimo con el que se conoce este lugar, Mont Joi, Monte de Júbilo, o del Gozo. Los peregrinos hacían una carrera para ver quién llegaba primero a éste Monte desde dónde se rezaba un rosario, y en primero en llegar era proclamado como "Rey de la peregrinación".

Tras un respiro comenzamos a descender, al lado quedan las instalaciones de Monte del Gozo, dónde hay albergue de peregrinos en barracones que recuerdan a Auswichtz.
Continuamos bajando hasta el puente sobre la autopista y entramos en Santiago, vamos serpenteando por el camino hasta el casco viejo, entrando por la Iglesia de las ánimas, hasta llegar a La Catedral.

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