No lo conseguí, ya estaban agotadas todas las plazas para esas fechas de Semana Santa. Así pues, no me quedó más remedio que desplazarme en autocar.
Mi llegada a Sevilla tuvo lugar el 23 de marzo sobre las 7,30 h.
Desde la Estación de Autobuses me trasladé inmediatamente a la Catedral para iniciar allí mis anhelados deseos. Oí misa a las 9 en una de sus Capillas y después pretendí que me estrenaran mi credencial, estampando el primer sello de todo el Camino; no fue posible porque, según la información facilitada por un sacerdote, hasta después de la celebración de la misa conventual no abrían la oficina y esto no tendría lugar hasta las 11 de la mañana.
Considerando que el sellado era algo secundario y que lo realmente importante era lo que ya había realizado, es decir, oír misa y comulgar, decidí no esperar a las 11 y ponerme de inmediato a caminar.
La mañana estaba lluviosa, ya me había tenido que poner el chubasquero para ir desde la Estación de Autobuses hasta la Catedral; ahora al salir del templo nuevamente me lo tuve que colocar.
En estas condiciones climatológicas me introduje en el Barrio de Triana después de cruzar el Guadalquivir por el Puente del mismo nombre y avanzando poquito a poco dejé atrás la Capilla del Cachorro y llegué a un punto en el que se había de cruzar la autovía de Huelva.
Antes de cruzarla observé que, junto a las flechas amarillas indicadoras del
Camino, habían pegado unos carteles propagandísticos con las cinco flechas y el yugo, símbolo de la Falange Española. Para dejar constancia de ello, saqué mi cámara fotográfica e hice sendas fotografías.
Unos minutos más tarde estaba cruzando otro puente, éste muy encharcado por lo que cuando pasaba algún vehículo debía prevenirme para que no me salpicara demasiado.
Después de cruzado, giré a la derecha y seguí el camino que transcurre por el margen derecho del Guadalquivir. Iba dejando a mi derecha, al otro lado del río, la Isla de la Cartuja, lo que fue la Exposición de Sevilla. Ello me trajo gratos recuerdos.
Caminaba con dificultad pues todo éste camino era un verdadero barrizal; procuraba pisar sobre la hierba donde la había para que, de éste modo, no se me adhiriera demasiado barro a las botas.
En este tramo, queriendo darle una sorpresa a Don Felipe el Párroco de mi Pueblo, le llamé anunciándole el inicio de mi segunda peregrinación; se alegró mucho y me deseó un feliz Camino. Yo le pedí que me tuviera presente en sus oraciones.
No tardé en llegar al Cortijo de Gambogaz. Un hombre segaba hierba silvestre junto al camino, justamente delante del Cortijo, usando para ello una hoz. Le saludé: Buenos días. Y le pregunté: ¿Es para los conejos?. Me contestó y me dijo que era para los güarros.
Estuve unos minutos conversando con él y me dijo que la finca que estaba viendo, sembrada de habas, tenía una superficie de 300 Ha., también me dijo pertenecer al Cortijo y que el cauce del río que ahora trascurría próximo al camino lo habían abierto con motivo de la Expo y que el verdadero cauce era el otro. Me anunció también que había visto pasar, así como media hora antes, a otros dos peregrinos, añadiendo: Seguramente estarán ya en Santiponce.
Empezaba a tener una idea más clara de lo que son los latifundios. Las 300 Ha. son 3 millones de metros cuadrados, casi nada. Los de mi Pueblo podrían decir: 4200 heminas ó 12000 fanegas, seguro que no cometerían grave error, pero tal vez no se creyesen que pudiera haber propiedades de tamaña superficie.
Cuando me refería a las habas, no lo hacía ni a las judías ni a las alubias.Hago esta aclaración porque en mi Pueblo y en su contorna se emplean los tres términos como sinónimos. Para nosotros serían: Habas caballares.
Después de la breve conversación con el cortijero me despedí y seguí mi camino sin dejar de oír los ladridos de los muchos perros que tenían en el Cortijo.
Cuando me pareció hice un alto en el Camino para comer un bocadillo y sacar una fotografía de varios alazanes que estaban haciendo algo por su vida: Comiendo.
Eran aproximadamente las 11 cuando llegué a Santiponce donde sólo me detuve a tomar un manchadito, equivalente al llamado, en otros lugares, cortado y a realizar algunas fotografías.
Un poco antes de llegar a esta localidad encontré una moneda, al verla pensé que era romana, luego comprobé que no lo era..
Saliendo de Santiponce, pronto se llega a un cruce de carreteras y allí se toma un camino de tierra, dejando a la derecha un puente al que no se puede acceder con vehículos debido a su falta de resistencia.
Este camino de tierra es ascendente en su primer tramo para convertirse después en una especie de tobogán, es decir, con perfil ondulado.
Camino de Guillena se ha de salvar un arroyo de aguas fecales; apenas me introduje en el camino de tierra me encontré con un señor que venía en una motocicleta, nos saludamos y me dijo:"Llegará a un arroyo y tendrá que descalzarse para atravesarlo, el agua no le llegará a la rodilla".
Después de caminar un buen rato pensé que tal arroyo no existiría en ese tramo y que quizá el motorista se refería a otra etapa o a otro lugar.
Pero no, al fin llegué a él y me propuse no descalzarme para atravesarlo si ello era posible.
Así pues, lo primero que hice fue realizar una pequeña inspección del lugar y vi como, a unos 25 ó 30 metros del camino, aguas arriba, había un árbol caído y medio atravesado sobre el cauce. No podía hacer de puente ya que el extremo del mismo no se apoyaba en el terreno sino que estaba en voladizo, quedando a una distancia de la orilla de unos 70 cm.
Me aseguré que podría resistir mi peso sin hundirse en el agua y luego, con mucha cautela, fui desplazándome, poco a poco, sobre él hasta llegar a su extremo y dando un salto pude alcanzar la orilla pero no sin mojarme algo una de mis botas.
Bueno,Gracias a Dios, no fue necesario meterme en dichas aguas fecales.
Este arroyo queda casi a la altura de un depósito ubicado a la derecha del camino y cuya alzada es de unos 40 metros.
Es una pena que no exista un pequeño puentecillo o al menos una piedras o bloques que permitan cruzarlo sin necesidad de descalzarse.
Estoy seguro que algunos peregrinos han debido descalzarse para atravesarlo.
En mi opinión éste tramo del Camino no está muy bien atendido; tal vez cuando finalice este Relato me dirija por carta a los alcaldes de Santiponce y de Guillena para animarles a que subsanen esta deficiencia. No sé a cuál de los Municipios citados pertenece ese lugar.
Salvado el arroyo seguí a mi ritmo y alcancé una zona con una población numerosa de nabillos que, con sus pequeñas flores amarillas de cuatro pétalos, cargadas de polen, desprendían su olor característico. También a mi izquierda, un poco más adelante, encontré otra, de cardos secos y pasmados por el paso del tiempo, éstos no desprendían ningún olor.
Más adelante encontré una finca de olivos que me sorprendieron porque en lugar de un solo tronco, como los que yo estaba acostumbrado a ver, tenían tres y hasta cuatro, además estaban muy frondosos.
El pueblo de Guillena hacía rato que lo venía divisando; poco a poco me iba acercando a él. El camino de tierra por el que había venido era realmente una pista pero llegó un momento en que ésta se convirtió en un camino más estrecho que girando a la derecha se me hizo un poco largo por las ganas que tenía de llegar y descansar. Un nuevo giro, esta vez a la izquierda, me encaró hacia el Pueblo, pasé por delante de unas fincas de frutales muy próximas ya al mismo, estaban floridos y era un encanto ver tanta hermosura.
Era ésta una muy buena ocasión para dar alabanza a Dios con las palabras de San Francisco de Asís:
Entrando ya casi en Guillena tuve que detenerme unos instantes para dejar paso a un numeroso rebaño de cabras, unas 300, conducidas por un pastor que presumí poco hablador, sólo me dijo que allí se daban mejor las cabras que las ovejas.
La entrada a ésta población se realiza por la calle del Cementerio.
El Pueblo es una delicia. El Ayuntamiento estaba cerrado por lo que me dirigí al cuartelillo de la Policia Local, allí me sellaron la credencial y me entregaron la llave del albergue que se encuentra en el Polideportivo. El Agente me dijo: "Mañana, cuando se vaya, deje la llave aquí, debajo de la persiana de esta ventana".
Con la llave en la mano bajé desde el cuartelillo hasta el albergue pero al ver las condiciones del mismo desistí de pasar allí la noche. Era hora de comer, entré en un Bar próximo y comí algo. A continuación subí al cuartelillo y, no encontrando en él a ningún municipal, dejé la llave en el lugar indicado y fui a alojarme al Hostal Francés.
Pasé la noche por 20 euros, me dieron una habitación muy propicia para coger algo no deseado; no tenía ningún tipo de ventilación, la cadena del water había desaparecido por lo que con un cubo tuve que echar agua para que arrastrara mis dejados, en beneficio de cualquiera que pudiera venir más tarde. ¡ Lo que no quieras para ti, no lo quieras para nadie !.
A pesar de todo ¡ Alabado sea Dios!. Peor hubiera podido ser. El peregrino no debe protestar por lo que se le ofrece sino, antes bien, mostrar su agradecimiento y dar gracias a Dios. Fue lo que hice.
Tal vez en la carta que dirija al Sr. Alcalde de Guillena además de referirme al puente sobre el arroyo, me refiera también al albergue, pidiéndole, por favor, que ponga media docena de literas.
Si tuviéramos que resumir esta Primera Etapa : Sevilla - Guillena, diríamos que es de 22 kilómetros; que la señalización es buena en general; que los terrenos, al menos en su primera parte, se convierten en un barrizal cuando llueve y que hay algún punto ( el del arroyo ) que presenta cierta dificultad. Por
último señalar la abundancia de aguas fecales en la zona.
Eran aproximadamente las 7 de la mañana cuando salí del Hostal Francés.
La salida de Guillena se realiza por un camino que desciende al curso del arroyo para atravesarlo, ésta vez no tuve que recurrir a ningún artilugio, había
Puente.
Las aguas siguen siendo fecales.¿Por qué hay tantas aguas fecales en la zona?.
En el arroyo pude ver varios patos al tiempo que una cigüeña sobrevolaba la zona.
Después de andar aproximadamente media hora llegué a una zona de huertas con vallas alambradas, al otro lado de las mismas los perros guardaban las propiedades, ladrando y ladrando daban fe de su presencia y aviso de que no permitirían entrar en sus feudos.
Siguiendo el itinerario, pasé por una propiedad cuya cerca estaba constituída por numerosas chumberas; estaba a mi derecha.
No tardé mucho en llegar al Polígono Industrial "El Cerro", crucé la carretera de Burguillos y me introduje en el mismo. Allí las señales estaban un poco borrosas por lo que tuve que prestar mucha atención.
Ya en el Polígono hube de tomar un camino a la derecha y en él hay un panel que dice así:
Así pues, en ese momento me encontraba a 16 Km. de Castilblanco y había recorrido 4 aproximadamente.
El camino es ascendente durante varios kilómetros y el piso estaba muy malo, era un verdadero barrizal debido a la lluvia por lo que tuve que extremar la atención y ver muy bien donde ponía los pies para evitar algún resbalón y la consiguiente caída.
De ese modo, fui subiendo y subiendo; tuve sed y hambre pues no me doté de los necesarios pertrechos el día anterior.
Empecé a preocuparme. Sin duda, soy hombre de poca fe. ¿Acaso no dijo Jesús: "No os preocupéis por la vida, pensando qué comeréis, ni por el cuerpo, con qué os vestiréis... Ved las aves,que ni siembran ni siegan, que no tienen despensa ni granero, y Dios las sustenta; ¡ Cuánto más valéis vosotros que las aves!..
Es así que después de ver alzar el vuelo a tres perdices, correr a otros tantos conejos, de ir superando la dificultad del camino y resistiendo la sed, llegué a una finca de naranjos, hermosa finca y más hermosos naranjos, cercada con valla metálica. Había muchas naranjas en el suelo, otras estaban en los naranjos.
Con el bordón tiré del árbol siete u ocho, una por una, luego las arrastré hasta poderlas coger por debajo de la valla metálica. ¡Qué ricas estaban!.
Con ellas recuperé un poco las energías perdidas.
Después de esta finca el camino empieza a descender para llegar enseguida a la primera cancela que me introduciría en la dehesa.
Cuando estaba a no más de 100 metros de la cancela, resbalé y me caí; sólo me hice, afortunadamente, unas pequeñas heridas en la mano derecha, eso sí, me puse perdido de barro.
Lavé las manos con el agua de la lluvia depositada en las hierbas.
Fue extraño que no pronunciara la frase: "Me cago en la puta de oros", habitual en mi cuando me surge alguna contrariedad. En su lugar pronuncié: "Alabado sea Dios".
Había comenzado la mañana con esta oración:
Cuando había transcurrido aproximadamente un cuarto de hora desde la caída recibí una llamada de un compañero de trabajo; le describí lo maravilloso del paisaje, hice alusión a las perdices y conejos que había visto pero nada le dije de la caída, no quería inquietarle.
Todo esto ocurría el día 24 , día de Jueves Santo. Mi caída me sirvió para meditar, durante el resto de la jornada, en las de Cristo con la Cruz a cuestas.
Hago aquí un alto en el relato de la jornada para transcribir una historieta o reflexión que no hace mucho me hizo llegar por correo electrónico una compañera de trabajo a la que tengo en gran estima. Se intitula: "Las cosas no siempre son lo que parecen".
Dos ángeles viajeros hubieron de pasar la noche en el hogar de una familia adinerada que en lugar de ofrecerles la habitación de los huéspedes los enviaron a dormir al sótano. El ángel más viejo viendo un agujero en la pared lo reparó.
La noche siguiente llegaron a la casa de una familia pobre pero muy hospitalaria. Compartieron la poca comida que tenían y después hicieron que los ángeles durmieran en su cama, exponiéndose el matrimonio a pasar una mala noche.
Cuando se levantaron los ángeles al día siguiente, encontraron bañados en lágrimas a los esposos porque la única vaca que tenían, de la que obtenían todos sus ingresos, yacía muerta en el campo.
El ángel más joven, furioso, preguntó al ángel viejo ¿Cómo has permitido que ocurra esto? Tu ayudaste a la primera familia que lo tenía todo y a la familia pobre que lo compartió todo con nosotros has permitido que se muriera su vaca.
"Las cosas no siempre son lo que parecen" le replicó el ángel viejo. En el sótano yo detecté oro almacenado en un hueco y lo tapé para que el propietario avaricioso no pudiera encontrarlo nunca.
Anoche cuando dormíamos, el ángel de la muerte vino en busca de la esposa y yo le di la vaca en su lugar. "Las cosas no siempre son lo que parecen".
Esto es lo que nos pasa cuando las cosas no salen como esperábamos.
Si tu tienes fe, sólo necesitas confiar en que sean las que sean las cosas que ocurran, serán siempre para bien, aunque tardemos algún tiempo en descubrirlo.
Volvamos a nuestro Camino. Después de la caída me levanté, me quité el barro de las manos con las hierbas mojadas y alcancé la cancela, entrando ya en la dehesa fotografié a una ternera muy atenta, yo creo que me miraba hasta con compasión.
En la zona debe abundar la caza menor. En poco tiempo vi varios conejos.
Caminando a través de la dehesa concluí el Rosario, lo había interrumpido para coger las naranjas que tan buenas encontré.
Abrí y cerré varias cancelas; el ganado se mostraba muy tranquilo y en ningún momento sentí la menor inquietud.
Al final me estaba desplazando por una cañada, entre las vallas metálicas de dos fincas, en ella me detuve un par de veces para hacer sendas fotografías.
¡ Qué hermosura! ¡ Cuánta vida!. La Primavera había llegado y, con ella, el campo se vistió de gala con un sinfín de colores.
Seguí avanzando hasta encontrar un gazapillo muerto en el camino, quise también fotografiarle. Aproveché la parada para despojarme de alguna prenda pues comenzaba ya a hacer calor.
Finalmente llegué a una carretera por la que se han de andar unos kilómetros para llegar a Castilblanco de los Arroyos, final de la Segunda Etapa.
En total recorrí 20 kilómetros, muchos de ellos por la dehesa. La señalización fue buena y el recorrido hubiera resultado fácil si en la primera parte el suelo no lo hubiera encontrado mojado.
A la entrada del Pueblo hay una escultura dedicada a las cigueñas.
Ya en el Pueblo me dirigí a la gasolinera a recoger la llave del albergue, se encuentra muy cercano; todavía no había llegado ningún peregrino siendo yo el primero, ello me permitió elegir la litera que más me convino, después fueron llegando varios y entre ellos un par de ciclistas
Una vez me hube duchado crucé la carretera y en el Bar "Nuestra Señora de Escardiel" comí una ensalada abundante de primero y un bistec con patatas fritas de segundo.
La credencial me la sellaron en la gasolinera si bien en el sello figura: "Oficina de Turismo".
A unos metros de la gasolinera un panel dice así:
De origen romano, ubicado en la Comarca Corredor de la Plata, a 33
Kilómetros de Sevilla, Castilblanco de los Arroyos posee una población
de 4500 habitantes.
Pueblo serrano andaluz, tuvo gran importancia en los siglos XVI y XVII
por ser paso de Sevilla a Castilla.
En Castilblanco sitúa Cervantes la acción de la novela: Las 2 Doncellas,
conservándose aún el mesón que se cita en dicha novela.
Entre sus obras arquitectónicas destaca la Iglesia Parroquial del Divino
Salvador, de construcción mudéjar, así como la Casa de la Sierra, el
Hogar del Pensionista y las ermitas de San Benito y Escardiel.
Durante los años 50 y 60 tuvo su época más brillante con la fabricación
de la crin vegetal, producto obtenido del palmito.
En la actualidad la población vive de los sectores servicios, agricultura
Y turismo.
El albergue es un buen albergue, es como un chalet espacioso, con muchas literas y buenos servicios.
Por la tarde subí a la iglesia, estaban preparando la procesión que debía salir a las 19 h.; no había ningún otro acto litúrgico por lo que me quedé sin poder asistir. Aproveché también para ir a la Farmacia a comprar un gel para aliviar de la caída a las rodillas.
Más tarde cené unos huevos con patatas fritas. A continuación me acosté dando así por concluído el día.
Me había propuesto, al iniciar el Camino, rezar todos los días, el Rosario, las oraciones de San Francisco de Asís, pedir la intercesión del Santo y tener un recuerdo para familiares, bienhechores y amigos fallecidos. Así lo hice en esta Segunda Etapa y en todas las siguientes.
En el Libro del Peregrino dejé constancia de mi paso con un pequeño texto del Evangelio.
Fui el primero en salir del albergue, era todavía de noche
Atravesé todo el Pueblo encontrando un solo bar abierto, repleto de gente, decidí no entrar y seguir mi Camino.
A la salida hay una estatua; luego me esperarían 16 kilómetros de carretera pura y dura.
Los gallos anunciaban el amanecer y los pajarillos con sus trinos deleitaban nuestros oídos; la mañana estaba fresca.
Comienza la carretera con una subida y luego su perfil es ondulado, tipo tobogán, es decir con subidas y bajadas a lo largo de los 16 kilómetros.
Ello hace que resulte pesado este tramo pero lo sería mucho más de no encontrar los maravillosos paisajes a lo largo de todo este recorrido.
A mi izquierda dejé la finca "El Piquillo". En el kilómetro 3,9 un indicador, situado a mi derecha, señala la Ermita de Nuestra Señora de Escardiel a la izquierda.
Una puerta da acceso a la finca Escardiel y tras ella un camino recto conduce a la citada ermita.
En este punto hice una pequeña parada para tomar algunas notas y hacer un dibujo.
Apenas terminé de tomar las notas cuando vi las primeras vacas de la jornada, estaban en una extensa pradera, en la dehesa.
En un espacio muy corto aparecen dos caminos, el de" El Pimpollar"a la derecha y el que conduce al Cortijo "El Rodeo" distante 4 kilómetros.
Seguí caminando y coroné una cuesta con una pendiente del 7%.
Un grupo de vacas, muy próximas a la valla, cerca de la carretera, se espantaron a mi paso y se alejaron, con sus terneros, hacia el interior.
Como es natural, habiendo vacas hay mugidos. El cuco también hacía llegar su canto a mis oídos cuando estaba alcanzando el kilómetro 6 y llevaba ya más de una hora caminando.
Pasado el kilómetro 7 una hermosa verja, a mi izquierda, da entrada a la finca "La Resnera Alta" y un poco más adelante está la denominada: Yerbabuena
Propiedad de la popular Rocío Jurado
Esta otra entrada lo es para la finca "El Tinajar" y se encuentra en el kilómetro 10,50.
Continué sin hacer concesión al cansancio hasta que en el punto kilométrico 13 aproveché una alcantarilla para apear mi mochila, hacer un pequeño descanso, ponerme calmatel en las rodillas, expulsar mis líquidos sobrantes y echar un buen trago de agua.
Reanudada la marcha, enseguida apareció un repetidor de T.V,.dando la sensación de abandono, con necesidad de una buena capa de pintura, estaba ya en el kilómetro 14 . Allí mismo otra cancela tenía esta forma:
Pasada esta cancela enseguida abandoné la carretera para, girando a la derecha, introducirme en el "Parque Berrocal". En la entrada había una barrera y una pequeña fosa con algún tipo de desinfectante, se desprendía un fuerte olor a zotal
El Parque es una verdadera delicia, su travesía es preciosa.
A los pocos metros de su entrada fotografié a un ciclista y él hizo lo propio conmigo.
¡ Cuántos alcornoques ! ¡ Qué vitalidad ! ¡ Cuánta frondosidad !.
Es el alcornoque un árbol de copa muy extensa, hoja perenne, madera durísima y cuya corteza, muy gruesa y fofa, constituye el corcho. Todo el Parque es un verdadero alcornocal.
Al llegar a un determinado punto hay una Casa Forestal, tuve la intención de acercarme a ella para pedir un poco de agua pues me quedaba muy poca en la botella; como no vi a nadie seguí adelante pero antes tuve la oportunidad de captar un conjunto de margaritas en la orilla de la carretera. Véanse
Diremos con San Francisco: "Loado seas mi Señor, por nuestra hermana la madre tierra, la cual nos sustenta y gobierna y produce diversos frutos, con coloridas flores y hierbas.
Es aconsejable llevar agua suficiente en todas las etapas en general y en ésta en particular para no sufrir la sed que yo sufrí.
Tardé en cubrir la etapa siete horas siendo la distancia recorrida de unos 30 kilómetros. Atravesar el Parque me llevó tres.
Después de fotografiar a las margaritas seguí caminando y a mi derecha pude ver en la lejanía, entre montañas, un embalse. Cuando hubo pasado un rato me detuve nuevamente, eran las 11,40, venía un airecillo fresco, mojé un poco los labios con la escasísima agua que llevaba; debía racionarla para poder llegar al final de la etapa.
Apareció después, a mi izquierda, una plantación de eucaliptos. Los alcornoques se vieron sustituidos por éstos árboles originarios de Australia y cuya corteza puede usarse como curtiente mientras que las hojas cocidas tienen propiedades curativas.
Un arroyo me separaba de la cerca, el agua estaba casi estancada, lo que no impedía que hubiera numerosos pececillos y también ranas, a juzgar por el croar que se sentía.
Seguí por la pista, bastante mal conservada en este pequeño tramo en el que el arroyo transcurre paralelo a la misma, hasta alcanzar, a ambos lados, una plantación de pinos. ¿Por qué se han substituido las especies autóctonas por otras que no lo son ?. No lo entiendo.
Pasado el punto que se recoge en esta fotografía, subí una pequeña cuesta, arriba hay una explanada y en ella una casa abandonada, luego aparecen nuevamente los pinos.
El tramo por el que ahora caminaba fue el más cómodo pero resultó corto.
Estaba muy cansado y no sabía lo que me esperaba todavía.
Tomaría a continuación una senda con abundante hierba. De repente aparecieron tres jóvenes que venían en sentido contrario y a un ritmo casi vertiginoso. Les pregunté. ¿Falta mucho para llegar a Almadén de la Plata ?
Sin detenerse me contestaron: No, ahora ya pronto llega.
Bastante tiempo hacía que veía en la lejana montaña un pasillo sin vegetación, pensé que se trataría de un cortafuegos pero ahora que ya lo tenía casi al alcance de la mano me di cuenta que era el camino que habría de subir.
Se trata de una cuesta con una pendiente muy pronunciada. Trabajo me costó poder coronarla. En ella me alcanzaron cuatro ciclistas de Ibiza, ellos tuvieron que apearse de sus bicicletas y subir arrastrándolas, no sin gran esfuerzo.
Yo fui subiendo poco a poco, en zig-zag, descansando a cada momento, mi corazón iba muy acelerado. La poquísima agua que llevaba sólo me permitía mojar un poco la boca de vez en cuando pero sin echar un verdadero trago.
Entendí que los deportistas a quienes pregunté no quisieron meterme el miedo en el cuerpo y nada me dijeron de El Calvario que me esperaba, limitándose tan sólo a contestarme: Ya pronto llega.
Y hago referencia a El Calvario, no sólo porque lo fue para mí sino porque así se llama la mencionada montaña.
¡ Qué casualidad !. Era el día de Viernes Santo.
Este pobre pecador puede decir que subió El Calvario un Viernes Santo, aunque, evidentemente, nada tiene que ver con el de Jesús de Nazaret.
El mío fue infinitamente más suave y llevadero que el de Nuestro Señor Jesucristo.
Desde la cima se divisaba una magnífica vista.
Existe en el lugar la siguiente inscripción:
Se encuentra usted en la vertiente norte del Cerro del Calvario, a una altitud aproximada de 550 m. y en el Término Municipal de Almadén de la Plata (Sevilla). Lugar de tradicional culto religioso, como denota la Cruz emplazada junto al camino de acceso, por aquí discurre la vía pecuaria denominada "Vereda de Castilblanco".
En este lugar, ya en el Período Calcolítico (3000 años a.C.) el hombre prehistórico extraía malaquita (mineral rico en cobre) y otros compuestos metalíferos de estas minas. También en este Cerro se halla la Cueva de los Covachos, importante habitat de nuestros antepasados prehistóricos, donde se han descubierto importantes grabados y restos del período Calcolítico.
La montaña que subí ahora tenía que bajarla, así pues, comencé a descender desde el Mirador; el camino de bajada estaba poco bueno y lo bajé con mucho cuidado para no dar una mala pisada.
Seguí las flechas que me condujeron al albergue, allí ocupé plaza, aún había muchas literas libres. La señora que se cuida del mismo vive a escasos metros; después de cobrarme 6 euros y de sellarme la credencial me informó de los restaurantes donde podía comer.
La comida aunque no muy buena me costó 10,50 euros en el Restaurante "Casa Concha". No muestran la carta y luego cobran lo que quieren. A los que llegue este Relato les aconsejo que pidan siempre la carta. Es un aviso para navegantes. De ese modo se evitarán desagradables sorpresas.
Cuando hube comido me dirigí nuevamente al albergue, pronto se llenó de peregrinos, realicé la colada y tendí la ropa en las ramas de unos naranjos pero pronto comenzó a llover y tuve que recogerla.
Todos los que llegaron eran extranjeros: cuatro alemanes, tres suizos y una polaca, ningún español.
Por la tarde, casi a última hora, asistí a los actos litúrgicos y comulgué. Al sacerdote le hice mi ofrecimiento para hacer las lecturas, me dijo que ya tenía dos personas del Pueblo y me dio las gracias.
A continuación al albergue y a descansar para estar en forma el día siguiente.
Escudo de Almadén de la Plata
Es Sábado Santo. He de recorrer los 18 kilómetros que hay entre ambas localidades; se trata de una etapa corta.
Me levanté a las 7, llovía con intensidad, esperé un momento para ver si paraba pero viendo que el cielo estaba encapotado y que no tenía traza de escampar me decidí a salir.
La salida la hice por lugar equivocado. Una polaca, tomándome como guía, siguió mis pasos. Ella tenía un caminar más rápido y me alcanzó; recorrimos como un kilómetro sin ver señales. Se acercaba una furgoneta que detuvimos para que nos informara si íbamos por buen camino.
El conductor nos dijo: Van ustedes justamente en dirección contraria.
Tuvimos que dar la vuelta y desandar lo andado.
La polaca era una peregrina de buena talla, de rápido caminar. Me dijo que ella quería llegar a Monesterio y no quedarse en El Real de la Jara, iba a hacer dos etapas en una.
Se despidió y yo, a mi ritmo, fui hasta la iglesia para desde allí seguir las flechas indicadoras, renunciando a cualquier tipo de atajo.
El día anterior, mientras comía, uno de los ciclistas a los que ya me referí me dijo que alguien les había manifestado que para El Real de la Jara había que ir por carretera. Yo en base a esa información, tomé la carretera pero no la adecuada ya que en el Pueblo concurren varias, siendo ese el motivo de mi equivocación.
Crucé todo el Pueblo, mientras lo hacía recibí llamada de Ana María que me anunciaba su llegada a Almería. Al llegar a la Iglesia seguí las flechas y tomé, correctamente ya, la carretera de El Real de la Jara.
A la salida del Pueblo vi un pequeño rebaño de ovejas, luego pasé por delante de unas canteras y un poquito más adelante, a unos dos kilómetros, apareció la primera piara de cerdos.
Aproveché para hacer la oración mientras caminaba.
De nuevo vi a la polaca que, abandonando un camino por el que salió de la población, se incorporó a la carretera.
Iba delante de mí, no a mucha distancia. La carretera en ascenso suave. Un kilómetro más adelante descansaban los alemanes; la polaca se detuvo unos instantes con ellos pero enseguida reanudó su marcha y yo ya no fui capaz de alcanzarla.
Adelanté a los alemanes que seguían descansando pero luego ellos me adelantaron a mi cuando hice una parada corta.
La salida la hice en ayunas y en ayunas permanecí hasta llegar al Real de la Jara.
La cámara no la saqué de la mochila renunciando a sacar algunas fotografías aunque el paisaje bien lo merecía.
En un cercado, una piara de cerdos convivía con un burro, todos estaban a lo suyo y no se molestaban entre sí. No era necesario decirles: Comed y callad .
Ya lo hacían por propia iniciativa.
Sobre las once llegaba al final de la etapa después de haber dejado atrás algunas villas o fincas como: "La Huerta" "El Alcornoque"y la "Villa Felisa".
El albergue estaba cerrado y cuando llegué los alemanes esperaban. Una nota colocada en la puerta mandaba pasar a recoger la llave en la Oficina de Turismo. Les pedí sus credenciales y bajé a dicha Oficina mientras ellos se quedaron esperando. Allí me las sellaron y pagué los 40 euros, ocho por barba.
Después de recoger la llave me detuve un momento en una tienda y compré lo necesario para prepararme una buena ensalada, también fruta, pan y agua.
Ya de nuevo en el albergue, abrimos y ocupamos plaza. Preparamos nuestras comidas y las compartimos.
Luego hubo que tender la ropa lavada el día anterior y que no se había podido secar
Como habían pasado varias horas y no veía ninguna disposición por parte de mis amigos de abonarme la cantidad adelantada, a media tarde me dirigí a Karl
para reclamársela, los otros se habían ausentado del albergue. Me costó hacerme entender pero al final recuperé los 32 euros.
Al llegar la noche nos acostamos, después de desearnos un buen descanso.
Madrugué, era el día de Pascua y quería llegar pronto para asistir a misa.
Salí a las 6,30, era de noche todavía.
Después de atravesar el Pueblo que es practicamente una sola calle, dejando a mi izquierda la carretera de Santa Eulalia y la calle de la Iglesia tomé, siguiendo las flechas, un cordel o vía pecuaria ancha y hermosa por la que me introduje nuevamente en la dehesa.
Es necesario repetir las exclamaciones: ¡ Qué paisajes! ¡ Qué placer transitar por esos lugares! Y alabar a Dios, diciendo: "Tu eres el Santo, Señor Dios único, el que haces maravillas".
Atrás, en lo alto, dejé un castillo, luego crucé un arroyo. El camino es ascendente y pronto estuve ante otro castillo en estado ruinoso.
En este punto dejaría la provincia de Sevilla y me introduciría en la de Badajoz
Un monolito se encargaría de darme la bienvenida a la de Badajoz.
En una finca aparecieron un buen número de vacas portando sus campanos, hasta ese momento ninguna de las que había visto los llevaban. Había también caballos, uno de ellos se aproximó a la valla, pude acariciarle el morro y traté de darle unas avellanas en mi mano pero las rehusó, me fui, tirándoselas al suelo por si cambiaba de opinión.
Era domingo y tocaba rezar los Misterios Gloriosos. Fue lo que hice.
Atrás dejé, a mi derecha, las fincas "La Estrella" primero y "El Chaparral" después.
Llevaba caminando algo más de una hora cuando el Astro Rey se dispuso a salir. Los trinos de los pájaros y el canto del cuco saludaban y anunciaban una buena mañana.
Vi un gato, probablemente montés, y siguiendo mi propio ritmo llegué a la finca "Gabriel Esteban", allí realicé una pequeña parada, bebí un trago de agua, recé algunas oraciones e hice la siguiente fotografía.
En ella se observan: la finca, el buen estado del camino, la dehesa maravillosa, mi mochila y la señal en forma de cubo que la Junta de Extremadura ha colocado a lo largo de la Vía de la Plata.
Nuevamente cargué con mi mochila y reemprendí la marcha, crucé una enorme dehesa llamada "El Romeral", se extiende a ambos lados del cordel y ésta es su puerta que trato de representar a continuación.
En esta dehesa, en la misma falda de la montaña, vi a mi derecha un rebaño de incontables ovejas, tal vez rebasarían el millar.
La Sierra estaba muy próxima y enviaba una brisa frequita. No podía tardar en encontrar una nueva finca cuyo nombre es "La Mimbre".
A lo largo de todo el cordel o vía pecuaria había venido observando, al otro lado de las vallas, en las propiedades, unas tuberías de plástico de unos 20 cm. de diámetro. Estaban por el suelo y pendientes de ser unidas.
Pasada la Dehesa "La Mimbre" me alcanzó un coche, se trataba de un 4L, se paró y el propietario me saludó: "Buenos días". Hola, buenos días, le respondí.
¿ Va usted a Santiago?. Sí, esa es mi intención.
Me indicó que detrás de mí venían otras personas pero que yo les llevaba bastante ventaja. Le contesté: Sí, son los alemanes que quedaron preparando sus mochilas cuando yo salí del albergue.
A continuación el hombre se despidió y se alejó con su vehículo.
De vez en cuando miraba hacia atrás pero no pude verlos hasta que estuvimos en Monesterio.
Eran las 8,50 y esperaba llamada de mi esposa pero aún tardó un poco en llegar.
La travesía resultó fantástica hasta la llegada a la autovía en construcción, allí se pierden las señales y surgen dudas, decidí ir por ella hacia la derecha. En algunos puntos el suelo estaba más blando por la lluvia que había caído el día anterior. Llevaba adherido bastante barro a mis botas como me había ocurrido ya en la primera etapa siguiendo el curso del Guadalquivir, antes de llegar a Guillena.
Recorridos unos doscientos metros por las obras de la autovía ví a mi izquierda una ermita y tomé el sendero que pasa junto a ella, pero pronto tuve que volver a la autovía.
La ermita en cuestión es la de San Isidro y se encuentra entre la N-630 (Sevilla-Mérida) y las obras de la autovía.
Después de caminar un rato por la autovía llegué a un lugar en el que había aparcados varios camiones enormes, era día festivo y no trabajaban. Luego al llegar a un puente en construcción me detuve, preparé un bocadillo de atún y recuperé las energías perdidas.
Mientras lo comía, un Patrol abandonó la N-630 y se introdujo en las obras de la autovía; cuando llegó a mi altura lo detuve y pregunté a sus ocupantes si mi camino era el acertado para llegar a Monesterio. Me contestaron: Sí, ha de seguir por esta pista en construcción hasta una salida que hay a la Nacional por la que deberá caminar un pequeño trecho para luego tomar una senda que ya verá y que transcurre paralela a la carretera y que de nuevo le meterá en estas obras.
Fue en esta senda donde hice protagonistas a la mochila, bordón y gorra en medio de la majestuosidad del lugar.
Nadie puede negar que la Primavera no se haya manifestado como procede en este lugar pues, no cabe la menor duda, que resulta idílico.
Un título para la fotografía, sencillamente: "Primavera".
No tardé ya mucho en tener que tomar de nuevo la autovía por la que se habría de coronar una cima después de una larga y tediosa subida, se trataba del Puerto de la Cruz.
Desde lo alto ya divisé Monesterio, hay un precioso mirador y un no menos precioso crucero con una zona ajardinada rodeándole, quise también fotografiar el lugar.
Al fondo, en la lejanía, entre los arbolillos y a la izquierda de la mochila pueden apreciarse las obras de la autovía
La última fotografía del carrete la hice con la entrada al Pueblo.
En la gasolinera pregunté por el albergue, estaba a tan sólo 50 metros, era la Cruz Roja y me indicaron que la llave debía retirarla en el Hotel Moya.
Así pues, fui al hotel, pedí la llave, abrí el albergue, analicé la situación y ocupé la litera que mejor me convino pues fui el primero en llegar. Enseguida puse a secar la ropa que había lavado el día anterior y que no se había secado.
A continuación me duché y me afeité, llevaba barba de varios días. Más tarde puse el móvil a cargar y lavé la ropa que acababa de quitarme, sellé la credencial y anoté un texto bíblico en el Libro de Visitas.
Cumplidas todas estas tareas llamé a mi esposa y le dije: Estoy en la Cruz Roja de Monesterio. Ella se asustó y tuve que explicarle que era el albergue del Pueblo.
Volví al Restaurante Moya, comí unos macarrones y un plato de lengüas con patatas fritas, todo por 7,21 euros.
Cuando terminé de comer llegaban los alemanes. Me manifestaron que habían tenido problemas en la autovía. Sólo venían tres, quise entender que el que faltaba se había caído y que lesionándose una rodilla tuvo que abandonar el Camino.
En el Restaurante busqué el número de la Parroquia para informarme del horario de misas. El sacerdote me dijo que no había misa por la tarde. Así pues, el día de Pascua me quedé sin oír misa.
El albergue se llenó de peregrinos e incluso uno, el último en llegar, tuvo que dormir sobre una colchoneta en el suelo.
Como tuve tiempo, di una vuelta por el Pueblo para conocerlo un poco.
Está atravesado por la N-630 y su tráfico es intenso. De bares y Restaurantes está bien servido.
Cuando quise fotografiar la iglesia, unos niños que jugaban al fútbol en la Plaza que hay delante, corriendo se situaron ante la magnífica Fuente para ser retratados. ¡ Qué contentos estaban!
Tiene también este Pueblo una magnífica Oficina de Correos y en general todo él está muy limpio y cuidado.
Inicié la jornada a las 7 tomando un manchadito con dos bolsitas de azúcar en el Restaurante Moya.
Ya empezaba a haber movimiento en sus calles. Al aproximarme al Hostal "El Pilar" vi salir de él a 2 peregrinos a los que di alcance, resultaron ser vascos, intercambiamos algunas frases y cada uno siguió su propio ritmo; más tarde me alcanzaron otros dos vascos compañeros de los anteriores.
Monesterio es un pueblo-calle al igual que El Real de la Jara, por eso me llevó su tiempo atravesarlo.
La salida se hace por delante del Estadio; la Estación Depuradora está un poco más adelante.
Después de abandonar un arroyo pestilente volvemos a entrar en la dehesa.
Me llamó la atención ver una finca, cercada como todas, de no mucha extensión, en la que en lugar de alcornoques o encinas, había higueras.
Era la primera que veía con este tipo de árbol y pensé que tal vez no vería ninguna otra en todo el Camino.
El cielo estaba nublado y la mañana suave; los pajarillos contentos y los cucos cantando; seguí viendo muchas vacas y al coronar una cuestecilla me detuve para tomar unas notas, momento en el que me adelantaron los vascos primero y un alemán, que iba sólo, después.
En mi caminar, a estas primeras horas de la mañana, dejé atrás la finca "El Zapillo" y después de cruzar una carretera secundaria, con poco tráfico, la dehesa "Cabra del Medio".
Seguí viendo muchas ovejas y llegué a una especie de paso fronterizo, estaba abierto, los pilares eran blancos y en el suelo había una especie de foso con un enrejado, sistema éste utilizado en todas las entradas a las dehesas y que ya venía viendo desde el Parque Berrocal siempre que tenía ante mí una cancela.
El enrejado consistía en varios perfiles colocados horizontalmente y paralelos entre sí, con una separación entre ellos de unos 10 ó 15 cm.
Cuando mis amigos los alemanes me dijeron en el albergue que uno del grupo se había caído y que tuvo que retirarse del Camino ya que tuvieron que darle nueve puntos de sutura en una de las rodillas, pensé que la caída se había debido a un resbalón pues aunque ellos me lo explicaron, en alemán, yo no entendí nada.
Pero cuando yo di un traspies al pasar lo que he llamado el paso fronterizo, estando a punto de caerme, fue cuando dije: Date, esto fue lo que le pasó al alemán; en uno de estos pasos se le trabó la bota entre dos perfiles y se cayó.
En mi caminar pasé por un rótulo: "Vereda de la Plata" así como de un anuncio con los teléfonos del albergue de peregrinos.
Luego, poco a poco, la dehesa va desapareciendo y dejando paso a campos de cereales.
En el punto más bajo de la etapa hay que cruzar el arroyo " Bodión Chico ".
A partir de él comienza un ascenso que me llevaría a Los Llanos de Santiago.
En este lugar aparece una cruz de madera con una tablas clavadas
En la superior se lee: Peregrinos, pisáis los "Llanos de Santiago" y a la derecha de la inscripción hay tallada una concha.
En la del medio: Buen camino tengáis y cuando ante el Santo os postréis una oración por nosotros recéis.
Finalmente en la inferior hay tallado un mapa en el que aparecen tres puntos: Monesterio, Moro Tonto y Camino de Santiago.
Lo que más me llamó la atención fue que en la base de la cruz había un lápiz y una cajita con un pequeño libro dentro del estuche de una cinta de vídeo.
Como no podía ser de otro modo, dejé constancia de mi paso escribiendo unas notas y dando testimonio de mi fe.
El pueblo de Fuente de Cantos hacía unas 3 horas que lo había divisado en la lejanía y poco a poco iba acercándome a él. Cuando estaba ya muy cerca comenzó a lloviznar y tuve que ponerme el chubasquero.
Al fin llegué sobre las 12 h. y enseguida me dirigí hacia el albergue llamado: El Convento.
Es un muy buen albergue, sus habitaciones son estupendas, con 2 ó 4 camas.
El precio es de 11 euros por alojamiento y 9 por comida.
Primero me dieron una habitación de 2 camas, luego me cambiaron a otra de 4.
¡ Qué holgura !. Disponía para mí solito de una habitación, casi como un campo de fútbol.
El albergue "Convento de los frailes de Zurbarán" es de la Junta de Extremadura y la concesión la tiene Don Felipe Carrasco que está atento a la llegada de los peregrinos y que se desvive por hacerles grata su estancia. Con él colabora la Señora Magdalena, muy atenta también, en todo momento, con los que allí buscan un descanso.
Después de hacer la colada y de asearme pasé al comedor, ubicado en edificio aparte, a recuperar calorías. Comí bien y entablé conversación con Felipe.
Resultó que conocía León y de forma especial El Bierzo. Había estado en San Juan de la Mata y allí tenía a su tía Celsa. Me dijo que le habían llamado la atención ciertas expresiones usadas en la zona, tales como: " Vamos a apañar patatas". El infinitivo apañar parece que no le sonaba bien.
En el albergue, además de los dormitorios, hay un restaurante-mesón, el refectorio, la sala capitular, el centro museo, talleres de pintura, sala de exposiciones, sala de formación y de reuniones de empresas.
Vemos pues que no sólo sirve para acoger peregrinos sino que en él también se desarrollan actividades sociales y culturales.
Después de la comida me acosté a descansar un poco pero antes hube de darme un par de golpes en la cabeza y que no fueron los únicos.
Descansé y después salí a conocer el Pueblo.
La Iglesia es una gran mole, exteriormente muy hermosa, interiormente no tuve ocasión de verla. Al lado se encuentran las Plazas del Mercado y de la Constitución. En la del Mercado vi, en una pared, uno de aquellos reclamos para el agricultor, antes bastante frecuentes, ahora no tanto, me refiero al realizado con el siguiente lema: Abonad con Nitrato de Chile.
En la Plaza de la Constitución se encuentran el Ayuntamiento y el Cuartel de la Policía Local.
Deambulando, pasé por delante del Convento de las Carmelitas Descalzas en la Plaza del Carmen, más tarde vi, por primera vez en lo que llevaba recorrido, una casa de tapial; está ubicada en la calle Laurel.
Fuente de Cantos fue la cuna del famoso pintor Zurbarán. Tuve ocasión de pasar por delante de la casa que le vio nacer, está en la calle Aguilas, 37.
Esta es su fotografía
En ella hay una placa con el siguiente contenido:
Excmo. Ayto. MCMLXXVIII
Dicha casa, cuna de Zurbarán, está muy próxima a la Plaza Colón.
Felipe, el concesionario, me dijo que la mencionada calle Aguilas también era conocida como la de las Parteras o la de las Barrigas porque antiguamente era la del gremio de las Matronas.
El Pueblo está bien cuidado y no le faltan plazas.
Aproveché mi paseo por el Pueblo para ver el camino de salida pues pensaba madrugar y era conveniente saber de antemano el itinerario a seguir, más tarde se lo mostré a uno de mis amigos alemanes.
En el Mesón está el Libro de Visitas y, como siempre, en él dejé un mensaje para posteriores peregrinos.
Conociendo Felipe mi intención de madrugar me dijo que me dejaría a la puerta de la habitación una bolsa con algo de comida ya que no pensaba quedarme hasta las 9, hora en la que servían el desayuno incluido ya en el importe abonado.
Antes de acostarme tuve tiempo de darme otros dos cabezazos, con éstos eran ya cuatro. Dicen, yo pude comprobar que con razón, que sólo el hombre tropieza dos veces en la misma piedra. Yo creo que, en mi caso, el grado de torpeza va aún más allá, tropecé cuatro y no con los pies sino con la cabeza.
En descargo de mi torpeza he de decir que en la habitación había literas, dos alturas, inferior y superior. Cada una de ellas tenía su correspondiente mesita de noche. Es fácil entender los golpes recibidos si digo que la mesita correspondiente a la litera superior estaba a su misma altura, aproximadamente a 1,60 metros y por tanto cada vez que me acercaba a dejar o a coger algo de la mesita inferior tropezaba con mi cabeza en la superior.
Después de los dos últimos golpes hice las oraciones de rigor y me acosté, era pronto y no pude conciliar el sueño, primero tuve sensación de poca ropa, me levanté y puse una manta más, luego sentía calor y la retiré. Vuelta a un lado, vuelta al otro, y de dormir, nada.
Así pues, me levanté nuevamente y me empleé con el contenido de la bolsa que Felipe me había preparado para desayunar por el camino el día siguiente. Pensé que llenando el estómago podría dormirme con más facilidad, pues ni aún así.
No sé a qué hora me quedaría roque, en cualquier caso dormí pocas horas.
Me levanté a las 6, después de asearme salí del albergue siendo aún de noche, con la linterna fui buscando las flechas una vez hube salido del Pueblo.
Antes de abandonarlo rodeé la ermita de San Juan para tomar luego una carretera de tierra. En todo momento se hicieron presentes, con sus cantos, los gallos y, con sus ladridos, los perros.
Al amanecer pasé por delante de la finca "El Arquimista", dejándola a mi izquierda, luego hay una pequeña cuestecita y aparecen viñedos a ambas partes del camino.
Y así, poco a poco, seguí adelante, con la mañana un poco triste. Tuve la sensación de que no vería el sol, sin embargo no fue así, llegó un momento en que los nublados fueron desapareciendo y el Astro Rey volvió a alegrar mi caminar.
Llegué a Calzadilla de los Barros. En su entrada hay un precioso monolito con la siguiente inscripción:
"El 21 de noviembre de 1998 fue inaugurado este monolito por el Ilmo. Sr. Presidente del Cabildo Insular de Gran Canaria Don José Macias Santana, siendo alcalde de Calzadilla de los Barros Don Antonio Galván Porras, como símbolo de hermanamiento entre Calzadilla de los Barros y el Cabildo de Gran Canaria"
La iglesia del Pueblo tiene la advocación del Divíno Salvador y su retablo es gótico-mudéjar.
En Calzadilla de los Barros hube de recuperar fuerzas y lo hice con un par de huevos fritos y unos choricetes en el Bar "Los Rosales".
El Pueblo tiene unos 800 habitantes. Después de alimentarme no tardé mucho en abandonarlo; recibí varias llamadas mientras caminaba. Llegué a un arroyo del que levantaron el vuelo 5 patos, caminé paralelamente al mismo durante un buen rato, luego en lo alto de una colina vi a 6 trabajadores, no supe que trabajo realizaban.
Más tarde, cuando había descendido de la colina, fueron tres los trabajadores que realizando las tareas de poda de olivos habían hecho un descanso y sentados en un ribazo comían su bocadillo. Buenos días, les dije. Ellos me los devolvieron, intercambiamos unas frases, me desearon "Buen Camino" y yo seguí adelante.
A no más de 200 metros de este encuentro tuve que cruzar un regato y apoyando mal el pié izquierdo sobre una piedra me entró agua en la bota, no obstante seguí caminando hasta cruzar una carretera, luego encontré una alcantarilla y aproveché para quitarme la bota, sacar la plantilla, cambiar el calcetín mojado por otro seco y ponerlo todo a secar. Allí estuve detenido bastante tiempo.
Mientras tanto me alcanzaron los vascos y me dijeron que los alemanes venían detrás. Ellos eran: Karl-Heinz Bonsch, Heiko Schomerns y Ulrich Schnock.
Heiko es pastor protestante. Desde Monesterio venía yo albergando la sospecha de que tenía tal condición pues hizo una anotación en el Libro de Visitas, anotación referida a uno de los Evangelistas, más adelante vi también que llevaba un librito con Los Evangelios.
Al pasar por Puebla de Sancho Pérez me detuve a tomar un manchadito en la Cafetería Galea y en ella me sellaron la credencial. Antes había buscado el albergue turístico que resultó estar cerrado y ello me hizo perder un tiempo muy hermoso.
Como puede apreciarse, tiene el pueblo una hermosa Avenida, denominada "Vía Crucis", por ella transité innecesariamente, ya que resultó infructuosa la búsqueda del albergue.
Así pues, no quedaba más remedio que seguir adelante.
La distancia a la que me encontraba de Zafra era de unos 10 kilómetros por lo que un par de horas más tarde me encontraba en dicha localidad.
La entrada a la misma se caracteriza porque en un espacio de unos 70 metros hay que cruzar tres pasos a nivel.
Es Zafra una gran ciudad, observé mucho movimiento, lo que me hizo pensar que su economía es floreciente. La entrada la realicé por la carretera; es una travesía pesada, además se pierden las señales y surgen dudas.
Cuando iba a tomar una carretera que se dirige a los Santos de Maimona, un muchacho que esperaba el autobús me preguntó: ¿Va usted a Los Santos?.
Le respondí que sí. El añadió: Le interesa más ir por el camino pues además de ser más corto el trayecto, es también más seguro.
Un instante antes de ese encuentro me llamó mi esposa y aproveché su llamada para sentarme en un banco que había en la acera.
Mientras hablábamos pasó una señora que, oyendo nuestra conversación, echó una sonrisa.
El muchacho me dijo: Vaya usted hasta la rotonda y allí coja un camino a la derecha que le llevará a la torre de San Francisco, tiene que seguir dicho camino hasta que llegue a Los Santos de Maimona.
Pasada la Torre, me paré en una pequeña cuesta y sentándome a la sombra, delante justamente del chalet "Sierra de los Santos", tomé unas notas.
Mientras lo hacía me adelantaron los alemanes.
Este camino que desde Zafra me llevaría hasta Los Santos de Maimona está flanqueado de varios chalets y en todos ellos hay algún perro guardián.
Finalizado el ascenso, suave ascenso, vino el descenso que resultó bastante penoso por la gran pendiente existente, lo bajé en zig-zag y fui siguiendo las flechas que me llevaron al centro del Pueblo, a la iglesia. Allí pregunté por el albergue a unos muchachos.
Para llegar a él tuve que subir la cuesta que antes había bajado pues está ubicado en la parte más alta del Pueblo.
Cuando llegué, ya estaban en él los vascos y los alemanes, éstos últimos no sufrieron el despiste que yo sufrí.
La vista del Pueblo, desde lo alto, es preciosa.
Ya en el albergue me duché, hice la colada y puse la ropa a secar colgándola de las ramas de unos árboles, como no le dio tiempo de secarse al aire la coloqué sobre unos radiadores eléctricos.
La ubicación del albergue no puede ser mejor, desde él se divisan unas vistas fabulosas, es grande y muy acogedor.
Como llegué cansado no quise bajar al Pueblo. A los vascos les encargué que me subieran unos bocadillos y que me sellaran la credencial, quedando yo encargado de retirar la ropa de los radiadores cuando estuviera completamente seca.
Cansado de esperar la llegada de los bocadillos sin que éstos llegaran, hice la oración y me acosté. Ya había echado un buen sueño cuando uno del grupo me despertó dejando sobre la silla tanto la credencial sellada como los bocadillos encargados y también el dinero sobrante.
A la mañana siguiente me enteré que los otros tres vascos continuaron en el Pueblo hasta mucho más tarde y que uno de ellos cogió una buena cogorza.
Escudo de los Santos de Maimona Escudo de Almendralejo
Mi salida del albergue coincidió con la de los alemanes e hicimos toda la etapa juntos.
Un extintor descolgado de la pared y tirado en el suelo fue uno de los frutos de la cogorza cogida por nuestro amigo el vasco.
Desde el albergue salimos a la carretera y luego tomando una calle llegamos a la Iglesia; después sólo hay que seguir las flechas.
Campos de olivares y cereales fueron testigos de nuestra salida.
La mañana se presentó estupenda, hizo muy buen día y el sol calentó más de lo deseado.
Quedé sorprendido al ver a la vera del camino varios pozos, todos ellos con el correspondiente brocal. En uno de ellos inmortalicé a mis tres amigos, a los alemanes.
El del medio es el Pastor y con sus cumplidos 72 años caminaba a buen ritmo aunque a veces lo veía algo más fatigado que nosotros; el de la izquierda es Karl y tiene 67 años. Ulrich es el de las gafas y el gorro, va a cumplir los 70.
¡ Qué valientes ! ¡ Qué ánimo ! y sobre todo ¡ Qué fe !.
Un poco más adelante, en otro punto del camino, hicimos otra parada, hubo un momento para la oración, primero en alemán y luego yo en castellano recité:
Oh alto y glorioso Dios
Ilumina las tinieblas de nuestros corazones
...
Realizada la oración compartimos los dos pequeños bocadillos de jamón que la noche anterior encargué me subieran del pueblo, nos tocó a medio por barba.
Después de rebasar un depósito sobre estructura metálica el camino tuerce a la derecha y enseguida se deja atrás, a la misma mano, un cortijo en ruinas en el que aún quedan vestigios de antiguas higueras.
Y ya a muy poca distancia se ubica el albergue de la Ruta de la Plata, propiedad de la Junta Extremeña, denominado "La Almazara".
En él hicimos una parada para tomar unos cafés con leche, luego lo visitamos, es estupendo. Se trata de una antigua almazara restaurada y adecuada a la finalidad que ahora sirve.
Después de tomar el café con leche, mis amigos me obsequiaron con dátiles y chocolate. A lo largo del Camino íbamos compartiendo cansancio, camino, comida, albergues, alegría, etc.
Tuve ocasión también de ver al "Bebé del Camino", hijo de la señora, joven señora, que nos atendió, sirvió y selló. Era un niño tranquilo, regordete y muy hermoso.
Allí mismo, Juanito recibió unas caricias en el lomo, es un gatito negro y muy dócil.
Con pocas ganas de abandonar lugar tan acogedor, tuvimos que reiniciar la marcha. Ahora sería por entre viñedos y olivares hasta llegar a la N-630 que cruzamos en el kilómetro 669. Un instante antes habíamos cruzado la vía del tren.
Recorridos unos 50 metros por la carretera, enseguida tuvimos que dejarla para tomar el camino que sale a la derecha. Me retrasé un poco y disparé.
En primer plano están los alemanes y en segundo los jóvenes vascos.
Pasamos la propiedad "Las Caballeras 1906" antes de llegar a Villafranca de los Barros por la calle del mismo nombre.
En el Ayuntamiento nos sellaron y mientras lo hacía le dije al Municipal:: Tienen un Pueblo muy hermoso. Si disponen de alguna vacante nos quedamos de Municipales.
Esta fue su contestación: Ustedes, por edad, tendrían que ser jefes.
Nos quedamos en la Plaza Mayor, delante del Ayuntamiento, a la sombra, sentados en unos bancos. Mis amigos no me dejaron ir en busca de un Restaurante para comer; sacaron sus viandas y comimos los cuatro; me ofrecieron salchichón, mortadela, queso, pan y plátanos.
Mucha de la gente que pasaba se quedaban un poco absortos viéndonos el buen apetito que teníamos.
En la Plaza hay una hermosa fuente con varios caños echando agua, al parecer no potable. Por esta razón busqué una tienda para adquirir unas botellas. ¡Qué sorpresa!, llegué a una pescadería y unos repartidores introducían varias cajas de agua en dicho establecimiento. Pregunté: ¿Es una pescadería o un bar?. El propietario me respondió: "Por la mañana pescadería, por la tarde bar".
Es un establecimiento bien original. Nunca había visto cosa igual.
Compré 8 botellitas, me las cobró a 50 céntimos por ser peregrino en lugar de a 80 que es el precio habitual.
Mientras permanecimos en la Plaza pude observar que entraba mucha gente en el Ayuntamiento y que salían enseguida. Pensé ¿Irán a cobrar o a pasar algún tipo de control relacionado con el PER?.
En ese momento la campana del reloj de la iglesia nos anunció que era la 1 y lo hizo con buen toque.
Media hora más tarde abandonábamos la Plaza, el sol calentaba de lo lindo, atravesamos enormes viñedos hasta llegar a Almendralejo. Este recorrido se nos hizo muy largo y tedioso.
Al llegar a un cruce de caminos las flechas señalaban indistintamente uno y otro; después de unos momentos de duda, decidimos tomar el de la izquierda que nos llevó a las afueras del Pueblo, a una zona con varias naves industriales, luego alcanzamos la carretera y allí buscamos un bar en el que poder saciar nuestra sed con unas cervezas frescas.
En el Bar-Restaurante "El Danubio" se nos dio una mala noticia y es que el albergue parroquial con el que contábamos se había cerrado, por fallecer Don Jesús, el sacerdote que lo llevaba. Así pues, como dice el refrán: "Todo nuestro gozo en un pozo".
¿ Qué hacemos ahora ?. Yo hubiera buscado un hostal para descansar hasta la mañana siguiente, sin embargo mis amigos decidieron llamar un taxi que nos desplazaría hasta Torremejía, distante unos 14 kilómetros y donde deberíamos encontrar, según nuestras guías, albergue de la Junta de Extremadura.
Así lo hicimos, llegamos a Torremejía pero su albergue estaba también cerrado, no sabemos por qué motivos.
Aprovechamos para que nos sellara el cura que nos aconsejó tomar el autobús e ir a Mérida, donde encontraríamos plazas libres en alguno de sus albergues.
Al llegar a Mérida, en la Estación de Autobuses, una señorita nos informó adecuadamente de la ubicación de un albergue, pero no captamos bien la onda y cambiamos de calle, yendo a parar a los Estudios de Televisión Extremeña.
Allí el vigilante de seguridad nos indicó el camino para llegar, después de atravesar el Guadiana por el Puente Lusitania, al albergue llamado "Molino de Pan Caliente".
Al fin llegamos y ocupamos las últimas plazas disponibles.¡Alabado sea Dios !
Tuve que dormir en las alturas, en una de las literas superiores, pero después del día que me tocó vivir, eso era una bendición.
Eran las 20 h. aproximadamente cuando hacíamos la entrada en el albergue; después de poner un rato los pies en remojo, me dirigí a un bar próximo a zampar un par de huevos fritos acompañados de un choricete extremeño; tardaron en servírmelos, pues había fútbol y el bar estaba a tope de gente.
Pensé que llegaría tarde al albergue pues me habían dicho que lo cerraban a las 22 h., afortunadamente llegué antes del cierre.
Antes de acostarme le di las novedades a mi esposa, luego hice la oración y por último escalé a las alturas (nunca mejor dicho) y a dormir, que sin ser gerundio, a los efectos oportunos, tanto da.
Esta etapa debería haber concluido en Almendralejo pero por las razones expuestas nos encontrábamos en Mérida. Así pues, nos saltamos el tramo Almendralejo - Mérida.
Hice el propósito de hacer este recorrido en mi Segunda Fase del Camino.
Es una etapa corta pero muy interesante, de unos 18 kilómetros.
Salí al amanecer. Cuando entré en el lavabo vi como otros tres peregrinos estaban ya con las mochilas preparadas y a punto de salir, se me adelantaron unos cinco minutos.
Cuando salí ya no pude verlos y desconociendo la salida de la Ciudad ,esperé a que alguien pudiera informarme.
Pasó un hombre y me indicó la dirección que debía tomar para llegar al Pantano de Proserpina.
Cuando había recorrido unos 500 metros coincidí en una rotonda con los peregrinos citados anteriormente, se trataba de una pareja suiza y de un alemán con los que había coincidido ya en otras ocasiones; ellos salieron seguramente por otra calle.
Así pues, me puse detrás de ellos, a escasos metros, y les seguí hasta coronar una cuesta que hay a la salida de la Ciudad.
En la cima aparece un crucero que fotografié con mi mochila y el bordón; está en el borde mismo de la carretera.
La salida de Mérida se hace por carretera, después del crucero se baja una cuesta que nos lleva al Pantano de Proserpina y luego, siguiendo por el asfalto unos tres kilómetros, se toma un camino que sale por la izquierda.
En la zona del Pantano hay un panel en el que se lee:
Como no podía ser de otro modo, saqué una fotografía. ¡ Qué bonita vista !
Pasé varios bares cerrados, tenía ganas de desayunar, al fin llegué a uno en el que la señora estaba haciendo la limpieza y después de darle los Buenos Días y de saludarla lo abrió para mí. Se trataba del "Bar Eméritos".
El desayuno consistió en un café con leche y unas tostadas con mantequilla; total 2 euros, que se convirtieron en tres al pedir una botella de agua.
Salí del Bar y a escasa distancia unos obreros trabajaban en una obra, uno de ellos con riesgo de caída de altura en un andamio con un solo tablón y sin barandilla protectora.
Pasando tan cerca no pude ignorar la situación de peligro. Así les hablé:
Buenos días. ¿ Quién de ustedes es el Encargado?
Me contestaron: No está en este momento.
Entonces dirigiéndome al trabajador del andamio le hice bajar del mismo con una pequeña mentirijilla: Baje usted inmediatamente del andamio y coloquen tres tablones y barandilla horizontal de protección para poder trabajar sin riesgo de caída".
Y añadí: Sepan ustedes que también está abierto el Camino de Santiago a los Inspectores.
Gracias, me contestaron, que tenga buen viaje. Gracias.
De nuevo se oyen los trinos de los pájaros, el canto del cuco y se ven muchas cigüeñas y vacas.
Antes de tomar el camino a la izquierda, la carretera va casi paralela a un arroyo que queda a la derecha. En este punto contemplaba un paisaje parecido al de la Sierra de Madrid de mi anterior Camino.
Entré en el camino que me introduciría otra vez en la dehesa. ¡Qué paisajes más hermosos! ¡ Qué diferencia con respecto a las dos últimas etapas!
Me detuve en un punto, saqué una foto de mi propia sombra, autocomplacencia
Unos instantes después repetí la experiencia, pero esta vez dejando como testigos mugientes a media docena de vacas, ninguna de ellas se inmutó.
La travesía por la dehesa es amena y agradable. Cuando hubo pasado un tiempo llegué a dos explotaciones porcinas y luego enseguida puse mis pies en Carrascalejo.
Delante de su Ayuntamiento una señora mantenía una conversación con un señor. Les pregunté: ¿Está abierto el Ayuntamiento?. Respondieron: No
Era mi intención que me sellaran en él la credencial.
Mientras llenaba mi botella en la fuente que hay junto a la iglesia vi que la referida señora, subiéndose en un coche oficial, se alejó. Seguramente era la Secretaria.
Otra señora apareció en aquél momento y me dijo que si quería ver la iglesia iba a buscar la llave; me indicó también que la distancia a Aljucén era de 2 km.
Después de Carrascalejo hay una gran extensión de viñedo, casi hasta Aljucén.
Hay también, en ese tramo, una bifurcación de caminos y en medio el crucero que aquí vemos.
Y seguí hasta lo alto de una cuesta en la que aparece una cruz, indicando la existencia de albergue de peregrinos en Aljucén. Al bajar encontré, en la orilla del camino, un gran sapo muerto; también a la altura de Proserpina había visto una culebra muerta en medio de la carretera.
Pronto recorrí los dos kilómetros. Al pasar por debajo de la autopista quise fotografiar las señales que allí aparecen: Concha, peregrino y Cruz.
Al llegar a Aljucén pregunté por el albergue y a él me dirigía cuando me encontré con la pareja suiza que habiéndolo encontrado cerrado bajaban a buscar la llave al lugar indicado en una nota colgada en su puerta.
Les acompañé a la Casa Rural que era el lugar donde se había de retirar; allí nos la dieron y nos sellaron las credenciales.
La chica que nos atendió nos informó sobre el horario, precio y de la posibilidad que teníamos de comer en el Hogar del Jubilado donde ella daba comidas para los que así lo deseasen.
Tanto los suizos como yo nos apuntamos para la cena, pero la comida preferimos prepararla nosotros mismos, después de haber adquirido en la tienda del pueblo lo necesario.
Ya en el albergue lo primero que hice fue ducharme, a continuación vino la colada para poder tender la ropa lo antes posible y finalmente preparé la ensalada y comí.
Mis amigos los alemanes llegaron mientras yo hacía la colada.
Después de la comida, tumbándome en la cama hice un pequeño reposo; mientras tanto llegó un peregrino murciano que se instaló en mi habitación.
Aljucén significa castillejo en árabe, lo que nos da pistas acerca de los orígenes de este pueblo.
Por la tarde di un paseo por el Pueblo.
En la iglesia sobresale la torre y, sobre todo, su portada renacentista. En ella
existen referencias al Camino de Santiago; de hecho es el primer lugar en que aparece una inscripción en honor de los peregrinos.
A uno del lugar, jubilado ya, le dije: Tienen una magnífica Iglesia pero hay que darle un retoque. ¿ Por qué ? me contestó. Porque tiene el alero muy deteriorado, mire como está, seguramente habrá alguna gotera. Bueno pues que la arregle el obispo. Me dio la impresión de que no le importaba mucho que se viniera a tierra.
En estas cuestiones me parece que extremeños y castellano-leoneses tenemos bastantes coincidencias. No sabemos apreciar los tesoros que tenemos. Hay una dejadez y despreocupación por todo lo que es común y parte de nuestra historia. Otros pueblos de ESPAÑA tienen una mentalidad diferente, saben que la iglesia no es del obispo sino del Pueblo. El obispo y el cura pasarán y se irán, la iglesia sin embargo quedará, salvo que demos lugar a que se caiga por desidia y abandono. Lo mismo podríamos decir de otras cosas.
Volviendo al albergue he de decir que es privado y que lo llevan dos chicas, está ubicado en la parte alta del Pueblo, junto al viejo cuartel de la Guardia Civil.
Tiene tres habitaciones con 8 plazas, recibidor, cocina, salón comedor, baño disponiendo de agua caliente, patio interior y tendedero de ropa.
Una de las chicas es Ana , es la administradora, lleva también la Casa Rural y el Hogar del Pensionista; es una mujer de empresa.
Conversando con ella descubrí que era de Falset por lo que surgió enseguida una buena química, como se dice ahora, entre los dos.
De alguna manera fue providencial que Ana pasara por el Pueblo y decidiera instalarse en él, pues lo ha revitalizado con sus iniciativas.
Para terminar con esta etapa diremos que Aljucén se halla en un extremo del Parque Natural de Cornalvo.
Mi salida del albergue "Annalena" de Aljucén tuvo lugar a las 7 h. del primer día del mes de abril.
La distancia recorrida fue de unos 20 kilómetros y el tiempo empleado 5 horas aproximadamente.
Desde el albergue, calle abajo hasta el final del Pueblo; allí sufrí un pequeño despiste cuando torcí a la izquierda y perdí las flechas. Retrocedí y muy atento a las señales me encaminé correctamente.
Fui el primero en levantarme pues había un solo lavabo y no quería perder tiempo esperando mi turno.
La salida se hace por una carreterilla local, hasta llegar a la N-630 en la que se debe torcer a la izquierda y que después de cruzar el rio Aljucén abandoné, tomando un camino a la derecha que transcurre paralelo al cauce del río por su margen derecho.
Cuando comenzó a amanecer los trinos de los pájaros eran una verdadera sinfonía, las ranas también mostraban su alegría croando incesantemente y yo, contento también, no alteraba mi ritmo. Estaba transitando por una vaguada idílica, bajo mis pies una alfombra natural de césped me permitía disfrutar de un suelo blando.
Al finalizar la vaguada comencé un ascenso largo pero no pronunciado, oí los campanos de las vacas cuando éstas estaban aún distantes; transcurridos unos 5 ó 7 minutos estaba frente a un gran número de ellas, había también muchos terneros. Me miraban absortas y ni se asustaron ni me asusté.
Hice una parada y llamé a mi mujer mientras las contemplaba. ¡ Qué equilibrio natural !. Las madres con sus crías y las crías con sus madres, todas en medio de una dehesa bien hermosa, libres, a sus anchas, con posibilidad de moverse, de ir de acá para allá, de ponerse al sol o a la sombra, de comer o no comer.
¡ Qué diferencia respecto a las que están estabuladas en unas instalaciones sin apenas espacio para moverse.
Mientras caminaba iba dejando a mi derecha una sierrecilla no muy distante y divisando otra al frente, en la lejanía. Poco a poco me fui aproximando a ella, primero por un camino ascendente y con un tramo en mal estado.
La proximidad a la sierrecilla se dejaba sentir pues la mañana comenzó siendo suave pero luego se tornó fresca y tuve que ponerme el jersey.
Después de este ascenso llegó una gran llanura, en ella hay una plantación, no sé si de viñas o de encinas. El campo plantado estaba labrado y lleno de unos canutos o tubos de plástico color verdoso, perfectamente alineados para proteger las plántulas que se encuentran en su interior.
Pasada esta plantación, el camino transcurre entre jaras; al final llegué a un crucero, en él me detuve a recuperar fuerzas con un bocadillo de atún y mientras lo hacía me adelantaron los suizos.
Ellos habían venido, durante bastante tiempo, delante de mí, pero en un punto se detuvieron y apeando sus mochilas, ella, Heidi, así se llama, se retiró del camino hacia el interior y se ocultó entre unos matorrales mientras el marido la esperaba junto a las mochilas. No es de "mal pensados" suponer que se retiró a regar las hierbecillas de la zona.
Recuperadas las fuerzas continué avanzando hasta llegar a la sierra que antes veía tan lejana. Junto al camino aparece una señal amarilla con el número 53, se trata de una conducción de gas.
Entre las jaras hay también hiniestas que, floridas, ofrecen un placer a nuestros ojos y alegran nuestro caminar.
Luego apareció un primer cortijo,a la izquierda del camino, con animales y en la falda de la montaña, a mi derecha, otro, que por su color podríamos denominar "Cortijo Blanco"en recuerdo de otro que conocí en la Sierra de Gádor, concretamente en Celín.
Un poco más adelante, torciendo a la derecha, el camino lleva ya directamente a Alcuéscar. Aquí nuevamente me despisté y no seguí las flechas. ¿En qué iría pensando?. Seguí recto por el camino que traía y llegué a la carretera por lo que tuve que hacer un recorrido un poco mayor para llegar al Pueblo, al Convento de los Esclavos de María y de los Pobres que sería nuestro albergue.
Llegué al mismo tiempo que los alemanes aunque el recorrido lo hicimos separadamente.
En la Portería del Convento nos recibió el Hermano Portero que nos selló las credenciales y nos hizo esperar un poco a que viniera otro fraile que se encargó de alojarnos.
Efectivamente, no tardó en llegar, nos hizo subir a la segunda planta, nos asignó habitación y nos mostró los servicios.
Las habitaciones son individuales y disponen de cama, mesa, silla y lavabo. Los servicios y duchas son comunitarios.
En el Convento ofrecen cama, cena y desayuno, todo gratuitamente, a nadie se le pide nada. En el vestíbulo hay un cepillo donde el que lo ve, si así lo desea, puede echar una limosna para colaborar.
Así pues, una vez aposentado, me cambié el calzado y fui en busca de un lugar para comer. Lo hice en el Bar "El Rincón de Paco" donde se encargaron de prepararme unos bistecs con patatas fritas; comí bien, la carne era excelente.
Allí vi las Noticias (Telediario), más tarde subí hasta la iglesia, dedicada a Nuestra Señora de la Asunción.
El templo es como una fortaleza, la torre tiene base cuadrangular y cinco contrafuertes lateralmente.
Unos niños jugaban al balón en la plaza que hay delante de la Iglesia, estaban acompañados de sus maestras. En medio de esta Plaza hay un crucero y en la pared de la Iglesia una placa recuerda a los Caídos por Dios y por España, en total 32.
Observé que las calles estaban dedicadas, muchas de ellas, a la Virgen, bajo sus múltiples advocaciones: Virgen de Fátima, Virgen de Lourdes, etc.
Otras lo son a los diferentes Alcaldes que el Pueblo ha tenido, por ejemplo: calle Nemesio Rosco (Alcalde). No podían faltar las dedicadas a los conquistadores: Pizarro, Hernán Cortés,etc, ni a otros personajes de ciencia como la dedicada al Profesor Eduardo Hernández Pacheco (Geólogo 1872-1965).
Volviendo al Convento, he de decir que me sorprendió gratamente ver como los pocos miembros de la Comunidad llevaban sotana y fajín azul, recordé mis tiempos de seminarista en Comillas, allá por los años 50.
La entrada al Convento es una maravilla, primero se encuentra un crucero con la siguiente inscripción:
En el patio nos encontramos con un hermosísimo jardín, lleno de pensamientos que con sus vivos colores alegran el sentido de la vista de cualquier visitante.
Tuve ocasión de transcribir varias inscripciones existentes en diferentes lugares del Convento. Así por ejemplo:
Poco cristiano sería
el que a esta puerta llegara
y por vergüenza dejara de decir
AVE MARIA
Y menos aquel que oyendo
esta palabra divína
no respondiera diciendo
SIN PECADO CONCEBIDA
Y esta otra, en el pasillo de la primera planta donde hay expuestas dos magníficas casullas:
Junto a la Portería, en el pasillo, el Hermano Portero tiene una jaula con una cotorra; en el patio interior y en el Camarín de la Virgen tienen jaulas con canarios y jilgueros que trinando alaban a Dios.
La Capilla es muy hermosa, el presbiterio está construido en ladrillo simple pero con un gusto exquisito, difícilmente superable empleando otros materiales más nobles.
Tuve ocasión de hacer oración en la misma, contemplando el Camarín de la Virgen, preciosa imagen; mientras permanecí allí, los pajarillos contribuyeron a un mayor recogimiento.
También los alemanes mostraron interés en ir a la Capilla, se la mostré al Pastor y en ella hizo un momento de oración.
En el patio y alrededores del Convento vi a varias personas mayores, algunas disminuidas, que se encuentran acogidas por la Comunidad. Conversé con un par de ellas, me dijeron ser de Toledo.
Aquí, en este Convento, sí se cumplen las Obras de Misericordia que un día aprendimos cuando éramos niños, por ejemplo: Dar posada al peregrino, dar de comer al hambriento, dar de beber al sediento, consolar al triste, etc.
Por la tarde fui a misa al Pueblo, me ofrecí para realizar las lecturas, el párroco me lo agradeció pero me dijo que ya había una persona que se encargaba de ello.
Un instante antes de las 9, hora de la cena, el fraile que nos había alojado nos invitó a asistir al rezo en la Capilla. Todos asistimos y fue emocionante ver a una pequeñísima Comunidad haciendo el rezo comunitario.
Después del rezo nos pasaron al Comedor y nos sirvieron la cena, una cena sencilla pero más sabrosa de lo habitual, no sólo por la preparación y condimentos sino por la paz, solidaridad y hermandad que allí se respiraba.
Yo le pregunté al fraile que nos sirvió ¿Usted ha cantado misa?, lo veía demasiado joven. El me contestó: No, ahora estoy preparándome para ser sacerdote.
Después de habernos servido la cena salió un momento del Comedor y cuando a los poco minutos regresó nos dio la mala noticia, así se había anunciado erróneamente en la TVE, de la muerte de Juan Pablo II.
Mi amigo Heiko, el Pastor Protestante, de forma inmediata se puso en pie, nos hizo un gesto y todos nos levantamos, interrumpimos durante unos minutos la cena guardando silencio y orando por el Santo Padre. La concluimos con tristeza y después nos retiramos a nuestras habitaciones.
Quiero manifestar aquí que mis amigos los alemanes, aún siendo protestantes, pude comprobar que le tenían, al Santo Padre Juan Pablo II, no sólo un gran respeto sino también un grandísimo cariño.
El fundador del Instituto Esclavos de María y de los Pobres fue el sacerdote Don Leocadio Galán Barrena.
La Comunidad tiene 2 ó 3 casas pero la escasez de vocaciones también les afecta.
El lema de Don Leocadio era: "Tú para mí, Señor, y yo para los demás".
En el vestíbulo de la segunda planta, antes de pasar a las habitaciones, me despedí de los que habían sido mis compañeros de peregrinación y amigos.
Yo debía interrumpirla allí para incorporarme al trabajo y no pensaba madrugar pues el autobús que me llevaría a Cáceres salía a las 10.
Así pues, con un abrazo a los tres alemanes del grupo, a Heidi y a su marido, al joven suizo y, como no, también al murciano, nos despedimos y les deseé BUEN CAMINO, advirtiéndoles que yo lo concluiría cuando tuviera vacaciones.
La noche no la pasé muy bien, dormí poco, estaba inquieto, tal vez se debía a la nostalgia que empezaba a sentir por tener que abandonar El Camino, sólo de forma transitoria, y a mis amigos.
De este modo finalizó la Primera Fase del Camino de Santiago. Vía de la Plata. Iniciado en Sevilla y concluido en Alcuéscar sin novedad GRACIAS A DIOS.
A la mañana siguiente, cuando en el autobús me desplazaba a Cáceres, me enteré que Juan Pablo II seguía con vida.
Alcuéscar está situado en el corazón de Extremadura, tierra de grandes conquistadores y de profundas tradiciones. La villa de Alcuéscar ofrece un amplio abanico de posibilidades para el visitante como punto de partida hacia los diferentes recursos turísticos de la comarca.
Su localización geográfica en el centro del triángulo formado por 3 ciudades patrimonio de la humanidad - Cáceres, Trujillo, Mérida - le confiere una posición privilegiada. Alcuéscar, además, está situada sobre la Ruta de la Plata, una antigua ruta comercial romana que unía el Norte con el Sur de la Península y que a su paso por este lugar era conocida como Alba Plata.
También la historia y el arte salen al paso del visitante. La Basílica hispano-visigoda de Santa Lucía del Trampal está situada a escasos metros del Manantial del Trampal, al que debe su nombre.
Santa Lucía surge de la tierra en un paraje de extraordinaria belleza en la falda de la Sierra del Centinela.
La tradición habla de esta Basílica como Ermita de Santa Lucía en la época en la que fue parte de un convento de monjes templarios
Esta etapa y la siguiente quedaron pendientes en la fase anterior por los motivos expuestos en la Octava Etapa: Los Santos de Maimona - Almendralejo.
Así pues, la denominamos etapa 11 en lugar de etapa 9.
Desde Tarragona me desplacé en tren hasta Mérida y luego en autobús hasta Almendralejo, llegando a esta ciudad sobre las 15,30 h. del 28 de abril.
Desde la Estación de Autobuses emprendí inmediatamente el camino para llegar a Torremejía aproximadamente a las 20 h.; todo él por carretera y con bastante calor.
No sellé ni en Almendralejo ni en Torremejía pues ya lo había hecho en mi primera fase del Camino.
Al llegar a Torremejía me alojé en el Hostal que hay a la salida del Pueblo, allí pude ducharme y descansar hasta la mañana siguiente.
Nada digno de mención en esta etapa de 14 kilómetros por asfalto: Señalar solamente el intenso tráfico de la N-630.
Eran pocos los kilómetros que tenía que recorrer y no necesitaba madrugar.
Se sale por un camino paralelo a la carretera, por ella se hacen unos dos kilómetros y finalmente se toma otro camino a la derecha de la N-630 que nos lleva ya hasta la hermosa Ciudad Romana Emérita Augusta.
En este camino, ya próximo a la Ciudad, tuve necesidad de evacuar, que es necesidad fisiológica muy digna de tenerse en cuenta. Dada la dificultad que tenía para, una vez en cuclillas, levantarme, tuve que ingeniármelas para salvar dicha dificultad.
Se dice que "La necesidad obliga" y también que "estudia más un muerto de hambre que un abogado".
Así pues, existiendo la necesidad de incorporarme a la posición erguida y de abandonar la de en cuclillas, tuve que recurrir a fabricar, con los elementos que la propia Naturaleza me proporcionaba, un sentajo (así se llama en mi Pueblo) que vino a cumplir muy eficazmente la misma función que cualquier buen retrete (suena mejor, por más castellano, retrete que water).
Aproveché para ello el hueco existente en lo que fue tronco principal de un eucalipto y colocando un palo atravesado horizontalmente, apoyado en sus extremos, tal y como puede verse en la fotografía, pude realizar la faena con altura suficiente y comodidad manifiesta. Lo que no pude hacer fue tirar de la cadena. De todo ello doy fe.
Al llegar a Mérida caminé paralelo al Guadiana, siempre siguiendo las flechas. Después de atravesar un parque llegué al Puente Romano y me detuve unos instantes para contemplarlo.
Tiene una longitud de 792 metros. La fecha de su construcción coincide con la de la fundación de la Ciudad, es decir, sobre el año 25 antes de Cristo.
Me hubiera gustado ver un río con aguas cristalinas, no fue así.
En el pedestal o columna que sostiene a la Loba Capitolina con Rómulo y Remo se lee: La Ciudad de Roma a la Ciudad de Mérida..."
Pasado el Puente se encuentra La Alcazaba. Probablemente sea del siglo IX construyéndose en el 835, siendo emir de Cordoba Abd-al Rhamán II.
Como recinto militar salvaguardaba la ciudad con una guarnición establecida permanentemente en ella.
Una vez reconquistada Mérida por Alfonso IX en 1230, este edificio militar fue entregado y después se convirtió en un convento.
Después de ver La Alcazaba seguí mi itinerario por la Ciudad, subí por la calle
Santa Eulalia y pronto tuve ante mí el Templo de Diana.
Véamos algunos datos históricos de la Ciudad.
A finales del siglo I a.C. Publio Carisio, por orden del emperador Octavio Augusto, decidió asentar a los soldados veteranos de las Legiones V Alaudae y X Gemina en el año 25 a. C. sobre la antigua y estratégica población emeritense situada en el centro de la región extremeña y a orillas del río Guadiana.
Dominada la Península por los romanos, estos la dividirían en tres provincias: Bética, Tarraconense y Lusitania, siendo la capital de ésta última Mérida, conocida desde ese momento como Emérita Augusta.
Durante siglos y hasta la caída del Imperio romano de Occidente, Mérida fue un importantísimo centro jurídico, económico, militar y cultural, siendo esta capital uno de los centros administrativos romanos más importantes del occidente peninsular.
Los suevos, en el siglo V, instalaron en Mérida la capital de su reino, al igual que posteriormente lo harían los visigodos, dando con ello continuidad e importancia política, económica y cultural
En el siglo Vi y con Mausona de Obispo, el cristianismo en Mérida se arraiga aún más, iniciándose una fe popular en la que sobresalió Santa Eulalia, patrona de la Ciudad.
Mérida será Sede Metropolitana hasta 1119 en que ésta se trasladará a Santiago de Compostela.
La llegada de los árabes a la Península y la pronta ocupación de la capital visigoda por las tropas de Muza traerá consigo el declive de la ciudad, en comparación con etapas anteriores.
A principios del siglo XIII, en 1230, las tropas cristianas de Alfonso IX conquistaron la ciudad y Mérida se convierte en sede del Priorato de San Marcos de León de la Orden de Santiago, junto con Llerena.
Será en época de los Reyes Católicos cuando la ciudad inicie una recuperación política motivada por el apoyo del Maestre de Santiago don Alfonso de Cárdenas, defensor de la causa de Isabel la Católica en su lucha por la corona con Juana la Beltraneja.
Por su situación fronteriza con Portugal se verá envuelta en continuas refriegas y batallas en época de los Austrias y Borbones, sin ningún beneficio político ni económico.
La invasión francesa supondría para Mérida una lamentable pérdida de parte de su patrimonio histórico artístico, así como el parón económico que se inició a finales del siglo XVIII.
Finalmente ha contribuido a su desarrollo el interés por parte de arqueólogos e instituciones en sacar a la luz la inmensa riqueza arqueológica que cada año, afortunadamente, se viene recuperando y que ha dado motivos para que su Conjunto Arqueológico fuera declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en diciembre de 1993.
Desde los años 80, Mérida fue elegida capital autonómica.
Además de los monumentos citados anteriormente he de hacer referencia a su Teatro y Anfiteatro, al Circo, a los acueductos de San Lázaro y de los Milagros así como al Puente Romano sobre el río Albarregas.
Después de visitar estas maravillas y de cruzar el Guadiana por el Puente Lusitania llegué a la Estación de Autobuses, desde donde salí para Alcuéscar, pero no sin antes zamparme un plato combinado en el Bar del recinto.
Mi desplazamiento desde Mérida lo realicé en autobús, llegando a Alcuéscar sobre las 17,30 h., enseguida me dirigí al Convento y me asignaron la misma habitación de la vez anterior. Lo primero que hice fue preparar la cama y dejarla lista para acostarme cuando fuera la hora.
Allí coincidí con una docena de peregrinos, entre ellos: Emilio el palentino, el matrimonio valenciano Pepe y Pili, el matrimonio Helmunt y Sidonia (alemán él, austríaca ella), Miguel Angel el cántabro, Joop Spaans, Ludeurs Osfean, Guard Sas y alguno más, todos holandeses. Seguramente no están bien escritos sus nombres, si es así pido perdón.
Cuando llegó la hora asistimos a los rezos en la capilla (completas) y luego nos pasaron al comedor. La cena fue sencilla pero abundante; cenamos bien y en buena hermandad. Al finalizar recogimos los platos y enseguida surgieron voluntarios para fregarlos pero ello no fue posible porque el Padre Superior se nos adelantó y sin quitarse la sotana, colocándose un gran delantal, se puso manos a la obra.
Esto es dar prueba y testimonio de humildad, nunca mejor dicho: No vine a ser servido sino a servir.
Hasta la hora de los rezos tuve ocasión de conocer a los que habrían de ser mis compañeros y amigos, les hablé de mi anterior experiencia como peregrino en el Convento en el que estábamos y les animé para que acudieran a participar de la cena que los frailes nos ofrecerían. Todos bajaron cuando llegó el momento y así, en buena armonía, compartimos y agradecimos lo ofrecido, dándole gracias a Dios.
Helmunt y Sidonia se me adelantaron, cuando bajé a la Portería ellos ya esperaban en el pasillo a que el Hermano Portero abriera la puerta. Madrugaron más que yo pero salimos a la par del Convento.
Caminé hasta llegar a la dehesa, pude ver muchas vacas y también mucha sequía, luego llegando a una carretera la abandoné enseguida, pues así me lo ordenaban las flechas amarillas y tomé un camino, a la derecha, que me llevaría hasta Las Casas de Don Antonio, atravesando antes el hermoso puente romano que aquí contemplamos.
Antes de llegar, mientras caminaba, vi a mi derecha el Embalse de Ayuela.
Aunque pensaba desayunar en Las Casas de Don Antonio, cambié de opinión y preferí seguirles los pasos a Helmunt y Sidonia.
El camino continúa por la derecha de la N-630 casi paralelamente. En él pasé por delante del miliario XVII y un poco más adelante hice una parada para tomar algunas notas y a la vez despojarme de alguna prenda, pues ya comenzaba a hacer calor. Me detuve delante de la entrada a la finca "Santiago de Bencáliz", allí copié lo que sigue:
Aún perviven, de forma espaciada, restos de la construcción original y de reformas históricas y se aprecian bordes y alojamientos. Entre Casas de Don Antonio y Aldea del Cano se encuentra la Dehesa y el Cortijo de Santiago de Bencáliz, allí se han desarrollado excavaciones que han revelado restos de una villa romana.
En este punto encontramos miliarios.
Estos restos arqueológicos son muestra de una historia llena de viajeros y caminantes que necesitaba la Vía de la Plata para comerciar, aprender, predicar o sencillamente vivir.
Uno de los miliarios forma parte de una valla, otro se mantiene en su lugar original, ya que se usó para dejar el correo destinado a la cercana Casa de Santiago de Bencáliz.
El paisaje de la zona está dominado por la encina, el alcornoque y los cultivos de cereales.
El resultado es un entorno típicamente extremeño, donde el animal pastando se convierte en pieza imprescindible de la estética y de la producción".
Siguiendo el camino llegué a otro pequeño pero muy hermoso puente.
Después de pasar al otro lado de la carretera vi a dos operarios trabajando en una línea de Alta Tensión (22000 V.), les saludé y me correspondieron. Realizaban sus trabajos cumpliendo estrictamente las normas de seguridad.
Sidonia y Helmunt que iban delante, se pararon junto a una fuente a comer su bocadillo, yo no quise pararme porque calentaba mucho el sol y allí no había ninguna sombra. Seguí adelante hasta encontrar un lugar más acorde con mis deseos. Mientras yo reponía fuerzas, me adelantaron ellos, así como también Emilio el palentino y Miguel Angel el cántabro.
Manolo contestó mi llamada realizada a las 11,40.; me dijo encontrarse en La Almudena, no había comenzado todavía el Camino de Madrid.
Dejé a un lado Aldea del Cano y seguí caminando por una dehesa con ganado vacuno y lanar, por un buen camino.
Cuando llegué a un aeródromo, que debía atravesar tomando una senda a la derecha, yo seguí por el camino que traía hasta que me di cuenta que las flechas habían desaparecido.
Decidí volver sobre mis propios pasos y retrocedí unos 700 metros. Fue entonces cuando vi a otro peregrino que había abandonado el camino y estaba cruzando dicho aeródromo; yo ya no busqué la última flecha para corregir mi rumbo sino que atajando, el terreno lo permitía, salí a su encuentro.
Observé en el citado peregrino, holandés, cansancio; yo también lo tenía pero debía continuar mi camino.
Pasado el aeroclub hay una pequeña depresión en el terreno y allí unos abrevaderos para el ganado pero no agua que pudiera calmar la sed de los peregrinos. Así pues, con sed y todo, seguí hasta llegar al Puente de Valdesalor primero y luego hasta el mismo Pueblo.
Al llegar a lo que podríamos denominar albergue, que no era otra cosa que el propio Ayuntamiento, Sidonia y Helmunt ya habían ocupado plaza tendiendo sus sacos de dormir en la Sala de Juntas sobre sendas colchonetas.
Emilio y Miguel Angel salían cuando yo entraba; me dijeron: Date prisa y ocupa colchoneta pues no habrá para todos.
Efectivamente, ni hubo colchonetas para todos ni todos pudieron dormir en la Sala de Juntas por falta de espacio. Algunos tuvieron que hacerlo en los pasillos.
Después de ducharme me dirigí al Hogar del Pensionista a comer y allí estaban ya Emilio, Miguel Angel, Sidonia y Helmunt.
Todos comimos igual, una ensalada verde como entrante y luego un plato combinado formado por un huevo, un bistec y patatas fritas en abundancia. Quedé bien.
En el Bar había una docena de personas, una de ellas hablaba a grito pelao y a todos les llevaba la contraria. Por lo visto en todos los pueblos hay algún personaje de este tipo. Es posible que el sujeto en cuestión pensara que gritando más, tendría más razón en lo que decía.
Sidonia se quejaba de lo alto que hablaban, al principio pensaba que estaban muy enfadados y que discutían como paso previo para luego enzarzarse a golpes.
La que sirve en el Bar es Marisa, una extremeña alta, morena y delgada; ella nos selló las credenciales. El sello reza así: Asociación de Vecinos Virgen del Rosario. Valdesalor. Cáceres
Después de un merecido descanso, no en balde había recorrido 28 kilómetros, fotografié a mis amigos Sidonia y Helmunt y a continuación me acerqué hasta el Puente Romano para fotografiarlo también, ya que al pasar por él unas horas antes, no lo había hecho. Tomé varias vistas del mismo.
La distancia que separa el Pueblo del Puente es de aproximadamente 1 km.
Valdesalor es lo que se denomina un Pueblo de Colonización. Se proyectó a finales de los 60; es pequeño y ordenado.
Está junto al río Salor en un lugar conocido como Los Llanos de Cáceres.
Las excavaciones realizadas en las afueras de Valdesalor aparte de descubrir interesantes restos, acreditan el dinamismo de la Vía en esta zona.
Viven en la zona la avutarda, el sisón, el aguilucho cenizo o el cernícalo.
En invierno vienen grandes poblaciones de grullas a esperar que pase el frío para volver al Norte de Europa.
Sidonia y Helmunt habían estudiado el día anterior la salida.
Aproveché sus conocimientos del lugar pues salimos juntos del albergue cuando aún era de noche. Fui pisándoles los talones hasta que amaneció, luego reduje mi ritmo y dejé que se distanciaran un poco.
El camino sigue transcurriendo paralelo a la N-630, primero por la derecha, luego por la izquierda y finalmente por la derecha otra vez.
Al llegar a un determinado punto mis amigos tuvieron que detenerse pues ella necesitaba verter aguas, para ello se retiró unos metros del camino, yo les adelanté.
Más tarde cuando surgió en mí la necesidad, fueron ellos los que me adelantaron. Supongo que quedarían sorprendidos al verme manipular unas piedras grandes. Estaba preparando un nuevo sentajo, retrete improvisado; ahora ya tenía cierta experiencia, recuérdese lo realizado antes de llegar a Mérida.
La técnica empleada fue muy sencilla, colocación de piedras, con una altura adecuada, para que sirvieran de apoyo a los extremos del bordón, dejando entre ellas el correspondiente hueco.
Aliviado de mi propio peso, seguí adelante hasta llegar a un campo militar vallado y a un campamento distante unos 500 metros del camino, situado a mi izquierda.
Al estar a su altura sonó la trompeta, tocaban Diana; afloraron recuerdos de mis años mozos en Zaragoza cuando durante 20 meses la escuché todos los días. Me alegré de oírla nuevamente e incluso acompañé el toque silbando.
No pasó demasiado tiempo cuando la oí de nuevo, esta vez se trataba del izado de bandera. Me quité el gorro y, de frente hacia el Campamento, adopté la posición de firmes. ¿Por qué lo hice?. Lo hice simplemente porque así me lo pedía el cuerpo y punto. Sentí una gran emoción.
Aceleré mi velocidad para tratar de reducir la distancia que me separaba del matrimonio austríaco - alemán y lo conseguí pero ya en las calles de Cáceres.
Se entra en la Ciudad por una avenida que la circunda por esa parte. Pasé por delante de la Audiencia y de los Juzgados con un edificio modernista, en mi opinión, poco estético.
También por delante del magnífico Hospital San Pedro de Alcántara y de una iglesia con una fachada preciosa.
Luego pude ver como Sidonia y Helmunt entraron en un bar, al llegar al mismo, yo hice lo propio. Nos tomamos un café con leche y una pasta; me tocaba invitarles pues debía recompensarles por los servicios prestados, antes de la aurora, cuando tuvieron que sufrirme a escasos 2 metros.
Recuperadas las fuerzas nos introdujimos en la Ciudad, en su parte antigua, por una empinada cuesta; antes pasamos por delante de un puente, o mejor dicho, de lo que queda de él. Había obras en la zona.
¡Vaya edificios! ¡ Qué monumentos! ¡ Qué palacios! .
No pudiendo detenerme para conocer la Ciudad hice propósito de volver algún día con Ana María y así poderla ver reposadamente y sacar todo el provecho posible de la visita.
Transité por varias calles hasta llegar a la Plaza Mayor, coincidiendo en ella con una hermosa procesión. Era el día de la Patrona de Cáceres "La Virgen de la Montaña".
La Plaza estaba repleta de gente y la procesión discurría con gran devoción. Todo resultaba muy piadoso y también hermoso. La Virgen estaba muy engalanada no faltándole las flores.
Me detuve unos instantes para verla y mientras tanto recé una Salve.
Era 1 de mayo, del mes de María.
¡ Qué pena!. Ahora casi nadie se acuerda de esta conmemoración y menos aún de aquéllos bonitos cantos: Venid y vamos todos, con flores a porfía, con flores a María, que madre nuestra es...
Ahora parece que mola más, al menos a algunos payasetes que no payasos, pues éstos últimos tienen muchísima más categoría, tratar de ridiculizar a una ingente cantidad de creyentes de los que quieren mofarse. Sepan los dos sujetos de bigote eso, que son sujetos solamente y no personas. Sepan también que si no fuera por las enseñanzas de Aquél al que ellos han tratado de ridiculizar: Amad a vuestros enemigos, sepan digo, que les despreciaríamos y les daríamos el nombre merecido que no es otro que el de Ce-dos .
Abandoné la Mayor para encaminarme hacia la Plaza de Toros y tomar allí la carretera de Casar de Cáceres.
Saliendo de la Ciudad por una hermosa Avenida quise fotografiarla; en ella se ve una estatua y al fondo mis amigos y acompañantes.
Tomada la carretera y haciendo por ella unos cuatro kilómetros, tomé un camino a la izquierda.
La entrada a Casar de Cáceres es magnífica, me encontré con una zona ajardinada preciosa. ¡ Qué colores! ¡ Cuántas flores! ¡ Qué cuido! .
Es verdaderamente una sorpresa encontrar en la misma entrada del Pueblo tal belleza que, sin duda, es la mejor bienvenida que se le puede ofrecer al visitante.
Todos los vecinos del Pueblo, con ellos el Alcalde, merecen nuestra felicitación.
Realizada esta entrada, casi triunfal, me encaminé hacia el albergue, que está justamente delante del Ayuntamiento. Es grande y tiene muchísimas literas.
Al llegar me encontré con Emilio. Como estaban tocando a misa, dejé la mochila precipitadamente sobre una de las literas y me fui con él a la iglesia, se trataba de la Parroquia de la Asunción, era domingo, día de precepto, así pude recibir al Señor.
Al salir quedó de esperarme en el Restaurante mientras yo me duchaba. Pero una vez en el albergue, decidí, primero volver a la iglesia con la credencial para que el cura me la sellara y después lavar la ropa sucia y tenderla para que tuviera tiempo de secarse.
Cuando salía del albergue para ir ya al Restaurante, Emilio venía a buscarme, ciertamente le hice esperar demasiado.
Un buen plato de paella de primero y cordero de segundo nos hizo olvidar las penas de la etapa cuyo recorrido fue de 28 kilómetros.
Casar de Cáceres es un pueblo grande, como casi todos los de Extremadura.
Etapa larga de 35 kilómetros.
Salimos en grupo del albergue a las 6 h., Emilio, Sidonia, Helmunt y yo.
La mañana estuvo fresca y fue un acierto el madrugar pues de otro modo la jornada hubiera resultado más penosa.
La primera parte del recorrido resultó ser muy hermosa, luego fue dejando de serlo, con subidas y bajadas hasta llegar a la carretera por la que tuvimos que transitar varios kilómetros, con el consiguiente peligro debido al intensísimo tráfico.
La N-630 va bordeando el Pantano de Alcántara que lo teníamos a nuestra izquierda. Cruzamos sendos puentes, el primero sobre el río Almonte y el segundo sobre el Tajo.
Atrás dejamos el Club Náutico y la Estación del Ferrocarril "Miraltajo". Vimos también cómo varios pescadores lanzaban sus cañas.
Al llegar al Restaurante Miraltajo, retirado unos 50 metros de la carretera, yo preferí separarme del grupo y bajar a tomar algo pues mi cuerpo me lo pedía.
Mientras tanto mis compañeros siguieron adelante, tomando un camino a la derecha, con subida pronunciada.
En el Restaurante estaban en obras y no servían desayunos, por lo que tuve que renunciar a mis deseos, salir nuevamente a la carretera y tomar el citado camino matador.
Al llegar a un punto del mismo, alcancé a mis amigos que se habían parado a recuperar fuerzas, yo sentándome en el suelo, hice lo propio, comí lo poco que llevaba en la mochila, a saber: Una lata de atún y pan.
Reanudamos la marcha hasta llegar al puente de San Benito pero antes tuvimos que atravesar unos páramos que nos resultaron interminables.
Al llegar a Cañaveral recogimos la llave del albergue en el Hogar del Pensionista ( Bar Mírian y José); allí nos sellaron las credenciales, con un sello muy original: Un toro en tinta negra.
Después de inspeccionar el albergue, no reuniendo las mínimas condiciones de salubridad, Emilio y yo decidimos alojarnos en el Hostal Málaga.
Helmunt y Sidonia ya habían tomado la decisión de continuar hasta Grimaldo, alargando así la etapa en 10 kilómetros.
Realicé varias llamadas, una a Manolo (El peregrino de Madrid) y me dijo encontrarse en Manzanares el Real.
En el Hostal Málaga comimos, por 7,50 euros, una sopa de fideos y cordero.
Después de comer descansamos hasta las siete y por último dimos una vuelta por el Pueblo. Es de destacar la originalidad de las chimeneas.
Nuevamente en el Hostal, dedicamos nuestro tiempo a programar las siguientes etapas pues se suponían largas y no exentas de dificultad. No llegamos a ningún acuerdo firme.
Para rematar el día cenamos también en el Hostal y luego nos acostamos a descansar.
Tuvo lugar la salida a las 6,30 h., por carretera el primer tramo, después por un camino que sale a la izquierda y por el que no tardamos en alcanzar la ermita de San Cristobal.
El camino ha de coronar una montaña, es muy empinado, se trata del Puerto de los Castaños, luego pasamos por delante de un repetidor o antena que dejamos a nuestra izquierda y finalmente salimos a una carretera por la que anduvimos pocos metros, pasando por delante de un club de alterne.
Enseguida nos introdujimos nuevamente en la dehesa, hermosa dehesa, y por ella caminamos un buen rato, dejando a Grimaldo a nuestra izquierda.
Surge alguna dificultad en un lugar en el que hay un importante giro, que parece se ha hecho ya famoso entre los peregrinos. En este punto, Emilio y yo, tomamos una dirección equivocada, ello nos permitió ver unos cuantos buitres empleados en su tarea de limpieza natural.
Al volver sobre nuestros propios pasos, nos encontramos con Pepe y Pili, que llegaban en ese momento al punto en cuestión.
Encaminados ya correctamente, no tardamos en alcanzar a un matrimonio bastante mayor, eran holandeses y habían salido de Grimaldo, iniciando allí su etapa. Su ritmo era más lento así que les adelantamos, deseándonos todos Buen Camino.
Antes de que desaparezca la dehesa se han de pasar muchas cancelas y luego se sale a la carretera de Río Lobos, pasando por delante de la finca Valparaíso.
Un canal con bastante agua nos condujo durante algún tiempo, luego ya entre cultivos y subiendo una cuesta, las flechas indicadoras nos llevaron directamente a Galisteo. Antes de llegar, lo fotografié desde lo alto.
Ya en el Pueblo, nos dirigimos al Ayuntamiento donde nos sellaron las credenciales a las 14 h.
Una mujer que se cruzó con nosotros nos dijo: En la Plaza está el señor Pedro, el encargado del albergue, pero si les pide algo no se lo den pues el albergue es gratuito.
Decidimos continuar caminando por la tarde hasta Carcaboso pero antes había que comer y descansar un rato. Así pues, bajamos desde el Ayuntamiento al Bar que hay a la entrada del Pueblo, en la carretera.
Galisteo es un pueblo precioso, totalmente amurallado. Su muralla tiene unos 10 metros de altura y 3 de grosor, es almohade y de canto rodado. Tres son las puertas de acceso a la Villa.
El río que lo riega es el Jerte y sobre él hay un puente medieval.
Quiero destacar aquí que en las últimas etapas apenas he podido tomar notas por venir en grupo y no hacer más paradas que las estrictamente necesarias por razones fisiológicas.
La salida para Carcaboso la realizamos sobre las 17 h. y llegamos aproximadamente a las 20 h., antes tuvimos que pasar por Aldehuela de Jerte; caminábamos en fila india por la carretera.
La Señora Elena, olé Señora, es la dueña del Bar Ruta de la Plata, en la carretera de Plasencia, número 27, que atiende su hijo. Tiene también habitaciones y el trato que dispensa a los peregrinos es como el de una madre.
Después de asignarnos habitación nos duchamos y fuimos a comer al Bar Las Golondrinas. Por la tarde compramos las viandas para la mañana siguiente. La cena también la hicimos en Las Golondrinas.
La Señora Elena es una persona con mucho carácter pero con un gran corazón
Nos trató como si fuera nuestra madre.
Como la ropa que habíamos lavado no se iba a secar, ella se encargó de secarla e incluso de lavar algunas prendas de alguno de los peregrinos, a pesar de la oposición del propio interesado.
El precio de la habitación fue de 14 euros, estando incluido el desayuno.
Antes de acostarnos insistió en que quería vernos a todos desayunando en el Bar y que ella sería la primera en levantarse para podernos atender.
Efectivamente, cuando nos levantamos, nos tenía preparado ya un extraordinario desayuno; cada uno tomó lo que quiso, tanto en variedad como
en cantidad. Ella nos animaba a comer más: "Coman, coman, que la etapa que les espera es larga".
En uno de los pasillos de la casa, una placa reza así.:
Doña Elena Carrascal de Carcaboso ( Cáceres )
por
La ayuda prestada a los peregrinos de Huelva que portaban los
Bordones de Huelva y Sevilla en el proyecto "Europa a Compostela"
auspiciado por la UNESCO el día 25 de agosto del Año Santo
Compostelano 2004.
Huelva 15 septiembre 2004
El Presidente
Fernando Quintero Rodríguez
Es una etapa de 40 kilómetros. Es la etapa reina de la Vía de la Plata.
A las 6 h. estábamos en pie y desayunando; todos habíamos acudido a la llamada de la Señora Elena del día anterior.
Emilio se ha referido a ella cariñosamente como la gallina y a nosotros como sus polluelos.
Salimos en grupo, sobre las 6,30. En los primeros momentos fue necesario utilizar linternas.
Pronto nos encontramos con el canal, que fuimos siguiendo hasta que las flechas nos ordenaron cambiar de rumbo.
Los 20 primeros kilómetros constituyeron una hermosa travesía
La dehesa está bien señalizada. Ante tal belleza, no pudimos pasar sin antes disparar repetidamente la cámara. ¡ Qué maravilla!. Observen si no y vean la cara de satisfacción de mis amigos. La del fotógrafo, aunque no se ve, seguramente reflejaba tanta o más.
Después de saltar un muro innecesariamente, caminamos por una senda que va paralela al mismo, por la derecha y que nos llevaría hasta Venta Quemada. En este tramo tuvimos que cruzar varias portelas o cancelas.
Ni que decir tiene que seguimos viendo vacas y ovejas. Mis amigos tenían cierta prevención, sin embargo yo no tuve, en ningún momento, el menor temor y los animales lo único que hicieron a nuestro paso fue observarnos con curiosidad. Para comprobarlo basta contemplar la fotografía.
Nuestros maltrechos cuerpos también necesitaban descansar. Aprovechando una parada inmortalicé a mis, no sé si valientes pero sí magníficos, amigos.
Pasada Venta Quemada, tomariamos la vía pecuaria que conduce a Cáparra.
Allí nos detuvimos para admirar el hermoso Arco Romano así como las excavaciones llevadas a cabo.
La ciudad romana de Cáparra tuvo una extensión de 16 Ha. y notables edificios
Estaba unida al resto de la Comarca por el puente sobre el río Ambroz.
Conservado milagrosamente a través del tiempo, el arco de Cáparra se levanta como un fantasma en medio de la campiña con sus 9 metros de altura.
Los historiadores coinciden en señalar que ya existía en el lugar un asentamiento anterior a la llegada de los romanos, si bien éstos lo mejoraron. Parece ser que la ciudad de Cáparra estuvo habitada, al menos, hasta el siglo III d. C.
Emilio prefirió no descansar y seguir adelante pues la etapa partida del día anterior no le sentó bien, es por eso que después de Cáparra se separó del grupo como también lo habían hecho, adelantándose, Sidonia y Helmunt. Así pues nos quedamos solos: Pepe, Pili y el que suscribe.
Se sale de Cáparra por una carreterilla y a menos de 500 metros se abandona para, desviándose a la derecha, tomar una pista forestal en campo de arbustos y matorrales.
Esta pista avanza hacia los relieves de la Sierra de Béjar.
Al fondo, a la derecha, se comienzan a ver las estribaciones de la Sierra de Gredos.
Así pues, siguiendo nuestro camino, éste cada vez se hace más pesado y máxime teniendo en cuenta que en esta fase vamos pisando asfalto.
A punto estuve de que me diera la pájara, creo que se dice así; mis fuerzas se veían bastante disminuidas y no llevaba nada para recuperarlas. Gracias a mis amigos que se percataron de mi situación y enseguida me proporcionaron productos energéticos. Ellos iban bien pertrechados.
Aprovechamos la llegada al río Jerte para refrescar un poco. Sentándonos a la sombra, debajo del puente, en unas grandes piedras que había en la orilla, nos descalzamos y metimos los pies en remojo.
¡ Qué frescura! ¡ Qué descanso!.
Gracias a Dios por todos sus dones, también por el agua tan útil y humilde, preciosa y casta, en palabras de San Francisco.
No sé cuanto tiempo permanecimos allí, tal vez más de una hora, tiempo que aprovechamos también para comer algo.
Después reanudamos la marcha, con el deseo ardiente de llegar lo antes posible al final de la etapa. Poco a poco nos íbamos acercando a los anteriormente citados relieves de la Sierra de Béjar.
Al llegar a un punto con caminos alternativos nos surgió la duda. ¿Qué hacer?
¿Por dónde ir?. Consultamos con un lugareño que estaba paseando unos perros. Nos decidimos a ir en busca del Camino Viejo que nos llevaría ya hasta Aldeanueva del Camino, por una zona húmeda y sombría en sus últimos metros.
¡ Aleluia! ¡ Aleluia!. Al fin estábamos en el Pueblo.
En el albergue ya nos esperaban Emilio, Sidonia y Helmunt. Llegábamos a las 17,30 h. aproximadamente.
Emilio nos contó sus desventuras del último tramo.; él optó por el otro recorrido y tuvo que saltar o gatear, no sé muy bien lo que hizo, para poder cruzar y salvar unas alambradas. Parece que recabó información de otro lugareño, pero la facilitada no le fue muy útil.
Naturalmente, nosotros también, especialmente yo, les relatamos las nuestras.
En el albergue había una habitación con 2 camas que ocuparon Sidonia y Helmunt; los demás dormimos en las literas que había en una Sala.
Como siempre, lo primero que se hace al llegar al albergue es ducharse y lavar la ropa sudada para tenderla lo antes posible; eso fue lo que hice también en esta ocasión. Utilicé como tendedero una valla metálica que cerraba un solar contiguo al albergue.
Luego oí que tocaban a misa y me encaminé hacia la iglesia; al pasar por delante de una tienda vi a mis amigos que estaban adquiriendo provisiones para la mañana siguiente, les encargué mi compra y les dije que iba a misa.
El sacerdote, persona de edad avanzada, me selló la credencial una vez hubo finalizado la misa; conversamos un rato y me dijo que Aldeanueva del Camino perteneció, a la vez, a dos diócesis diferentes, siendo una calle la que separaba ambas jurisdicciones.
Es Aldeanueva del Camino una hermosa localidad con numerosos balcones de madera en sus casas, repletos de geraneos y otras flores que la embellecen.
Cuando fue la hora de cenar, decidimos democráticamente hacerlo en el Bar que hay en la Plaza. Nos atendieron muy bien y nuestros estómagos salieron agradecidos.
Además, siendo el cumpleaños de Helmunt, había que celebrarlo tal y como lo mandan los cánones. Se oyeron las estupendas voces de un quinteto, aunque a decir verdad, una de ellas, la mía, desentonaba un poco: Cumple años feliz, te deseamos todos...
El propietario del Bar nos hizo saber que la Señora Elena le había llamado interesándose por nuestra llegada.
¿ Es o no acertada la metáfora de Emilio? ¿Se parece o no la Señora Elena a la gallina clueca que vela por sus pollitos?. Yo creo que sí.
Para terminar con esta etapa diré que el albergue es un buen albergue como buena es la señora que lo cuida, por servicial y atenta. Ella nos estampó el bonito sello con la efigie del Santo Apóstol.
La etapa que habríamos de recorrer era de tan sólo 23 kilómetros, por esta razón no salimos hasta las 7 h. del albergue.
Transitamos por la N-630 hasta llegar a Baños de Montemayor, distante 9 kilómetros.Sobre las 9,30 en el Bar "Alegría " de Baños de Montemayor alegrábamos nuestros cuerpos con un buen desayuno; nuestros espíritus lo estaban ya.
Un lugareño nos indicó el recorrido más corto para salir del pueblo y para tomar la Calzada Romana.
Por su originalidad fotografié la torre de la Iglesia primero y del Pueblo después, desde lo alto.
Era Baños de Montemayor una estación termal de aguas sulfurosas templadas donde los romanos pudientes, los que no tenían que trabajar para sobrevivir, se relajaban y recibían masajes de sus esclavos.
Mientras caminábamos por la carretera hacia Baños de Montemayor sentí frío. En fila india por el arcén yo cerraba la formación y ello hacía que mis compañeros me protegieran un poco. Ellos se quejaron del fresco de la mañana, yo no me quejé pero también lo sufrí.
Salimos de Baños por la Calzada Romana, muy bien conservada, en contínuo ascenso.
Como la bota de Pepe también tiene derecho a ser atada cuando se desata, ahí va esta imagen para que vean los lectores que respetamos tales derechos, o al menos los respetó Pepe en esta ocasión.
No podíamos dejar la ocasión de hacer un canto gráfico a la Calzada Romana por la que estábamos transitando. Era protagonista, muy principal, del momento presente, como lo ha sido a lo largo de más de 2000 años.
¿ Cuántas suelas, sandalias y hasta pies desnudos se habrán apoyado en sus piedras?. ¿ Cuántos romanos, hispano-romanos, visigodos, musulmanes, cristianos, ciudadanos, guerreros, esclavos, soldados, predicadores, comerciantes, peregrinos, bohemios, etc. etc. la habrán pisado?.
Siguiendo nuestro camino y como que no quiere la cosa, llegamos a Puerto de Béjar donde se encuentra el miliario CXXXII. Allí, en Casa Adriano, sellamos y sin apenas detenernos seguimos avanzando hasta cruzar el río "Cuerpo de Hombre" por el Puente de La Malena.
Nos habíamos despedido de Extremadura y era Castilla-León la que ahora nos daba la bienvenida.
En nuestro caminar dejamos, a nuestra derecha, el Caserío Sinforiano.
Varios obreros hacían trabajos de mantenimiento y limpieza del camino.
Todo este recorrido fue fabuloso, la zona ofrece una gran hermosura por la mucha y exhuberante vegetación.
Como la ocasión lo pedía, inmortalicé a dos hermosos y observadores alazanes, acaricié a un perrito, nada ladrador, que se me acercó a olfatear la bolsa de plástico que llevaba en la mano, sin obtener resultado alguno ya que nada podía darle.
Más adelante, otros dos pequeños canes tomaban el sol en medio del camino, ni se inmutaron a nuestro paso y como premio recibieron las oportunas caricias, pues no en balde también son criaturas de Dios y además los más fieles amigos del hombre.
Al final llegamos a Calzada de Béjar y decidimos quedarnos en el albergue Alba - Soraya, a pesar de ser una etapa corta.
Está a la entrada del Pueblo, a la vera del camino. Sus propietarios reciben a los peregrinos con música grabada. Se trata de un albergue nuevo y su nombre "Alba - Soraya " responde al de las dos hijas del matrimonio; tuvimos ocasión de conocerlas.
La propietaria nos preparó la comida y mientras tanto nosotros nos ocupamos de la ducha y de la colada; aquí no tuvimos problemas para el secado pues había un hermoso tendedero.
Cuando me dispuse a hacer mi anotación en el Libro de Visitas, vi una, realizada y firmada el día 1 de mayo del 2005 por Francisco Javier, entre paréntesis (Dalias).
¡ Qué casualidad!. Un peregrino del pueblo de mi mujer iba cuatro etapas más adelante.
Enseguida movilicé a los Servicios de Inteligencia de Dalias y conseguí saber quien era el peregrino en cuestión. Espero poder conocerle personalmente y saludarle la próxima vez que vaya a Dalias.
Calzada de Béjar es un pueblo coqueto y silencioso; sus casas tienen balconadas corridas de madera, repletas de flores, con pilares de piedra.
Visitado el único Bar del Pueblo, Sandra, joven algo metida en carnes, muy simpática y habladora, nos dijo ser de Madrid, aunque su madre era del lugar, nos dijo igualmente no gustarle el Pueblo por la excesiva quietud y tranquilidad, ella no quería silencio, estaba acostumbrada al ruido y a las discotecas.
Preguntada si daban comidas, nos respondió que antes sí las daban pero que habían tenido problemas con los propietarios del albergue, de los que habían recibido veladas amenazas y que se decidieron a dejarlas de dar.
El número de habitantes del Pueblo no rebasan los 40, pero en descargo de tan baja población, diremos que hay otros tantos perros. La Iglesia Parroquial tiene la advocación de Nuestra Señora de la Asunción.
El amigo propietario del albergue, en mi opinión, explota abusivamente su negocio, valiéndose de la falta de competencia. Cobra por todo, primero pagas el alojamiento, luego la comida, después, si pides una almohada pagarás un euro más, si una manta, otro euro más.
Loli, la mamá de Alba y Soraya, por la noche lo dejó todo preparado para que antes de abandonar el albergue pudiéramos desayunar. Hubo leche, café, galletas, mermelada y mantequilla.
Nuestra salida tuvo lugar a las 6,45 h. por carretera unos pocos metros para tomar después una cañada hasta Valverde de Valdelacasa.
A la salida del sol saqué dos fotografías del lugar. ¡ Qué bonita travesía! ¡ Qué bonitas fotos !
La etapa que estábamos recorriendo era fácil, corta y muy hermosa. En sus 21 kilómetros hubimos de pasar dos pueblos: Valverde de Valdelacasa y Valdelacasa.
Al llegar a un crucero fotografié a Pili
Después de recorridos unos 12 kilómetros, en Valdelacasa, nos paramos a tomar un cortadito en el Bar "Centro Día", aprovechando también para sellar.
Se deja Valdelacasa por carretera y recorridos unos 2 kilómetros se toma una pista muy bien señalizada y que sale a la izquierda. Mientras la recorríamos, no podía ser de otra forma, muchas vacas contemplaban con mucha tranquilidad, nuestro paso.
Eran las 12,15 cuando poníamos los pies en el albergue de Fuenterroble de Salvatierra. Allí nos esperaba el cura Don Blas, conocido por todos como el Cura Blas.
Nos recibió como a verdaderos hermanos. Yo le dije que era persona muy famosa y querida por los peregrinos y le entregué la fotocopia, tamaño reducido, que llevaba de la etapa, para que la leyera.
En ella se dice, entre otras cosas: "El sacerdote es una persona joven que le habla a la gente con mucha desenvoltura y autoridad", se refiere a cuando oficia la misa.
También dice de él: "Sostiene Don Blas la existencia de una peculiar "trinidad" íntimamente relacionada en el pasado: los arrieros, los peregrinos y las órdenes militares; pies, según él, de un mismo taburete".
Leídas estas hojas que yo le había entregado pretendió devolvérmelas pero yo le dije que se las quedara como recuerdo de lo que decían de él los peregrinos.
En otro relato se dice:
Desde el albergue llamé a Ana María y a Manolo.
Después de la correspondiente ducha y de la colada nos fuimos a comer mis tres amigos: Pili, Pepe y Emilio, al Bar "Casa Modesto Jurama". Los macarrones que me sirvieron los cogí con ganas.
Helmunt, al llegar al albergue, sufrió una lesión en la rodilla; le di mi rodillera para ver si con ella se encontraba mejor.
Su mujer, Sidonia, tenía pensado quedarse una semana como hospitalera. Con lo sucedido, este reposo de una semana le vendría muy bien a Helmunt.
Es ella una persona muy activa, enseguida se metió en la cocina a limpiarla; por la noche ya se notaba el trabajo realizado; la cocina era otra, había llenado varias bolsas de basura que yo me encargué de llevarlas a los contenedores.
Por la tarde, después de comer, salí a conocer un poco el Pueblo y me acerqué a la iglesia. En el atrio hay un miliario esculpido con la siguiente grabación
En uno de los paneles a los que se refiere el texto del relato que anteriormente transcribí puede leerse:
Hay otros paneles explicativos y efectivamente está también el corte en sección de la calzada romana. Es una verdadera lección de historia acercarse a la iglesia y ver lo que el cura Blas ha colocado en el atrio.
El albergue lo ha ido construyendo el cura Blas. Es originalísimo.
Tiene una sala muy amplia, con todo tipo de cosas: Biblioteca, aperos de labranza, arreos, etc. etc.
Los cangilones de las norias los emplea como maceteros; él a todo le encuentra alguna aplicación.
No pudo estar mucho tiempo con nosotros, tenía otras obligaciones.
A la entrada del albergue está esta Bendición del Peregrino:
Cuando llegó la hora nos acostamos y cuando la hora llegó nos levantamos para emprender una nueva etapa.
Después de aseados bajamos al comedor, Sidonia lo tenía todo preparado para que pudiéramos desayunar. Había puesto su despertador para que tocara una hora antes.
Con un abrazo nos despedimos del cura Blas, de Sidonia y de Helmunt al que le deseamos todos una pronta recuperación. ¡ Qué Dios les bendiga !.
Salimos temprano y con calorías suficientes para poder llegar a San Pedro Rozados. Sidonia se había encargado de ello.
Como casi siempre, se sale por carretera y luego ya se toma algún camino, en este caso salió a la derecha de la misma.
Era un camino muy bueno, tipo cañada, nos fue introduciendo en la dehesa y más tarde nos puso en la falda del Pico Dueñas.
La subida no es muy pronunciada pero, al fin y al cabo, es subida.
Es la etapa de las cruces. Ibamos: Pili, Pepe y yo. Los amigos vascos, a los que me referiré más adelante, venían detrás.
Emilio se quedó en el albergue hasta la hora del autobús que le llevaría a Salamanca donde habría de adquirir una mochila nueva.
Junto a la primera cruz había una cabaña, mientras el matrimonio valenciano la contemplaban yo les inmortalicé.
Más tarde aparecieron nuevas cruces, todas ellas rodeadas de un paisaje encantador.
La cuesta seguía y nosotros tratado doronarla llegamos, por fin, al punto más alto; en él se ha instalado una cruz de Santiago hecha en hierro y colocada sobre un poste de madera. Para acceder a ella se ha de cruzar una alambrada.
La primera en llegar fue Pili, es mujer valiente, supongo que como todas las valencianas; enseguida encontró un punto de la valla por donde poder colarse.
Pepe le siguió y cuando ambos estuvieron sobre las rocas, en la misma base de la cruz, les hice sendas fotografías.
En ese momento llegaron los vascos, grupo de los cinco magníficos, con los que, el resto del camino, hasta Astorga, lo compartimos todo, y al decir todo, es todo: cansancio, alegría, comida, sed, paisajes, albergues, etc.
Ellos son: José María Hinojal, Jesús Fernández, Santiago Romero, Ignacio Macias y Miguel Angel Hermoso.
En el albergue de Fuenterrobles Emilio le curó los pies a Jesús, había llegado con algunas ampollas. En otro lugar del relato ya señale que Emilio llevaba un gran botiquín y en todo momento actuó como el Buen Samaritano.
Jesús aparentaba tener bastante, iba a decir miedo pero lo dejaremos en prevención, a las agujas y demás utillaje de Emilio. Por la cara que ponía deduje que tenía mucho dolor, pero superó la prueba y Emilio lo dejó nuevo.
Pues bien, mientras yo retrataba a Pili y a Pepe en el punto más alto de la etapa, en la misma base de la Cruz de Santiago, llegaron ellos y muy voluntariosos quisieron que subiera yo también para hacernos unas fotos del grupo.
Pasé por debajo de las alambradas, me encaramé por las rocas y accedí al punto al que solo las cabras o personas intrépidas, como nosotros, pueden llegar. Se nota que no tengo abuelas.¡ Señor! perdona nuestro orgullo y danos un poco de humildad
También nosotros les fotografiamos; algún día haremos intercambio.
Esta Cruz de Santiago es obra del cura Blas.
La bajada, para mí, fue más penosa que la subida; las rodillas la iban acusando, donde podía procuraba bajar en zig-zag.
Al final de la bajada nos encontramos con la carretera que va a San Peddro de Rozados; por ella recorrimos unos 8 ó 9 kilómetros hasta pararnos a la sombra de una frondosa encina a reponer energías.
Mientras comíamos nos adelantaron unos ciclistas holandeses, marido y mujer. Más tarde fueron ellos quienes se pararon y nosotros quienes les adelantamos.
Pasamos por delante de una dehesa llamada de "Los Mendigos".
Finalizada la comida, hicimos el último tramo por el camino paralelo a la carretera y muy próximo a ella, preparado "ex profeso" para los peregrinos.
Mientras caminábamos por este camino ocurrió algo insólito.
Pili en cabeza, Pepe en medio y yo detrás, íbamos en fila india a dos o tres pasos unos de otros, por una especie de senda cuando, de repente, se presentó un pequeño tornado que tiró al suelo a Pili, también Pepe cayó, no supimos muy bien si fue por efecto del tornado o por el empuje de Pili sobre él.
Yo quedé en pie y les ayudé a levantarse, comprobando que, afortunadamente, las caídas no tuvieron mayores consecuencias.
Pasado el susto, seguimos caminando a la par que comentábamos lo sucedido y las consecuencias que pudo habernos originado el dichoso torbellino (en mí pueblo y en los de la zona estos tornados de baja intensidad son frecuentes en verano y les denominamos "brujas").
Llegamos a un punto donde un indicador nos señalaba un kilómetro para llegar a San Pedro Rozados. Alguien debió colocarlo para animar a los fatigados peregrinos; lo cierto es que menos de dos no había.
Ya en el Pueblo, recogimos las llaves de la Casa Rural, en la que nos alojaríamos, en el Bar Moreno.
Habíamos reservado 2 habitaciones el día anterior. El precio por cabeza fue de 15 euros.
Refrescamos con unas cervezas en el Bar, después del aseo y colada.
Mientras mis amigos quedaron viendo un poco la tele, yo me acosté a descansar pues buena falta me hacía.
Desde la misma casa, intenté hablar con Ana María, no fue posible, no había cobertura; lo intenté más tarde desde distintos puntos del Pueblo y no lo logré . Tuve que hacerlo desde una cabina que hay junto a la iglesia.
En otro tiempo, en San Pedro Rozados se explotaron minas de wolframio y estaño.
A las 18 h. fuimos a la tienda a comprar viandas para el día siguiente.
Una hora más tarde hubo misa y en ella realicé una de las lecturas. El sacerdote, con sus 73 años, hizo una homilía muy clara, valiente, bonita y sobre todo provechosa. En mi opinión, es bien difícil lograrlo. Como cántico previo: Venid y vamos todos...
Para concluir el día cenamos en el Bar una ensalada y pollo con patatas fritas.
Y a dormir para estar mañana en forma.
A las 6 me llamó Pepe. Cuando me levanté, Pili estaba preparando el desayuno con lo que habíamos adquirido la tarde anterior.
Después de desayunar, salimos hacia la iglesia y tomamos una carretera que sale a la derecha; no era este el verdadero camino de Morille.
Anduvimos un buen rato sin la ayuda de las flechas amarillas. Vimos venir un coche, le hicimos señales para que parara, no lo hizo, siguió su marcha, era un taxi.
Al poco rato regresaba después de haber dejado en San Pedro a algún cliente, en esta ocasión se paró pero no supo informarnos de cómo llegar a Morille.
El se fue y nosotros seguimos adelante hasta llegar a un cruce de carreteras, un indicador señalaba como distancia a Salamanca 19 kilómetros, apenas había tráfico, más tarde fue aumentando.
Todo ese recorrido, hasta Salamanca, estuvimos condenados a hacerlo por el asfalto.
Una pequeña parada nos sirvió para recuperar fuerzas y poder llegar así a la ciudad de las dos catedrales.
A la entrada de la Ciudad abandonamos la carretera y por una pradera, campo a través, nos introdujimos en la misma, después de cruzar un pequeño regato y de subir una cuestecita, siguiendo siempre el rumbo que nos marcaban las torres de la catedral.
Fuimos a parar al Puente Romano sobre el Tormes; allí nos esperaba Emilio con el que habíamos contactado unos minutos antes a través del móvil.
También nos alcanzaron los amigos vascos en la entrada a la Ciudad, cerca del Puente. A ellos también les esperaban unos amigos.
Emilio nos dirigió al albergue "Casa de la Calera" ubicado al lado del hermoso jardín de Calixto y Melibea.
Como estaba cerrado, dejamos nuestras mochilas en la entrada, en el espacio existente entre la puerta interior y la verja exterior, quedando bastante ocultas; eso sí, por si las moscas, sacamos de ellas lo que nos convino.
Desde allí nos fuimos a ver la Catedral y aprovechamos para sellar
El Mando Aéreo de Levante había montado unas instalaciones delante de la Catedral y en ellas hacían una serie de ejercicios sirviéndose de los niños, consistían en dejarse caer por unos cables después de colocarse unos arneses adecuadamente. Conseguimos que uno de los suboficiales nos sellara la credencial para tener también un recuerdo de tal evento.
Más tarde comimos en un Restaurante al que llegamos después de darnos un buen paseo.
Hasta las 5 de la tarde, hora de apertura del albergue, estuvimos en el citado Jardín de Calixto y Melibea, algunos tratando de dormir sobre unos bancos o sobre un murete bajo y de bastante anchura.
Yo me descalcé y metí los pies en una fuente buscando su descanso.
Una vez abierto el albergue ocupamos plaza, nos aseamos y luego fuimos a la Plaza Mayor a refrescar con unas cervezas y a ver un poco la Ciudad.
De Salamanca salimos muy temprano, buscando la Plaza de Toros y tomando la N-630 hicimos por ella, por su arcén izquierdo, varios kilómetros.
El tráfico era muy intenso a pesar de la temprana hora; se nos hizo incómodo circular por ella. Cada vez que pasaba un vehículo pesado teníamos que sujetarnos el gorro para que el viento no se lo llevase.
En el kilómetro 335 se abandona la N-630 para tomar una pista de tierra, paralela y por la izquierda. Por ella llegamos hora y media más tarde a Aldeaseca de Armuña
Seguimos por la planicie, por amplios caminos de tierra. Tuvimos algunas dificultades en algunas bifurcaciones ya que o no había señales o no estaban claros sus mensajes. Una flecha en un murete de cemento estuvo a punto de confundirnos. Hay en la zona varios cruces de caminos y varias bifurcaciones lo que obliga a estar muy atentos al itinerario a seguir.
Después de recorridos unos 12 kilómetros llegamos al pueblo de Castellanos de Villiquera, lo pasamos sin detenernos.
Iñaqui se encargó de amenizarnos el camino con algunos chistes.
Cuando algún miembro del grupo, numeroso grupo de 9 sacamantecas, se metía en boxers, quedaba descolgado del mismo y luego le costaba recuperar el tiempo perdido.
Diré sin embargo que cuando me tocaba a mí "darle agua al canario", noté que el resto del grupo aminoraba la marcha para no distanciarse mucho o bien alguno del grupo quedaba un poco más retrasado.
Vamos a hacer algo de filosofía a continuación. Creo que si se va en grupo se supera mejor el cansancio en caso de aparecer, creo también que si aparece es bastante más tarde, cuando se han hecho más kilómetros. Si vas detrás de un grupo y la separación es corta surge como un estímulo para alcanzarles; cuando la separación es demasiado grande o caes en el desánimo o te desmotivas.
Bueno, después de hechas estas elucubraciones, que no lubricaciones, y que no tienen otro objetivo que no sea llenar un poco más de papel, seguímos con nuestro relato.
Habiendo transcurrido cuatro horas aproximadamente desde la salida de Salamanca, entrábamos en Calzada de Valdunciel, donde se hacía obligada una parada para recuperar las calorías perdidas.
El topónimo nos marca su emplazamiento sobre la traza exacta de la calzada romana, sin embargo ésta desapareció bajo la capa de asfalto de la N-630.
Abandonamos el pueblo y seguimos por caminos agrícolas hasta alcanzar la citada carretera, debiendo ir por ella hasta alcanzar una báscula donde, pasando al otro lado de la carretera, aparece una senda que va paralela al ferrocarril.
En este punto hicimos una parada, procurándose cada cual la sombra que pudo.
Con gran dolor tuvimos que abandonar la sombra una vez comido el bocadillo para proseguir nuestro caminar, todavía nos quedaba un buen trecho hasta llegar al final de etapa.
Nuevamente salimos a la carretera y otra vez a un camino por el que recorrimos los 4 últimos kilómetros y llegamos a El Cubo de la Tierra del Vino.
Recorrimos un total de unos 35 kilómetros en ocho horas, llegando a las 14 h. aproximadamente.
El día fue bueno aunque la última parte del recorrido la hicimos con mucho calor.
Al pasar por delante del Bar Santo Domingo, sin detenernos, encargamos nueve comidas.
Seguímos a buscar alojamiento, yo me encaminé a la casa del cura, de Don Tomás; los vascos fueron directamente a la iglesia y ocuparon las plazas que pudieron.
Don Tomás no estaba pero sí tenía una nota diciendo que estaba en la iglesia, hacia ella me dirigí pero Don Tomás tampoco estaba allí.
Contiguas a la iglesia hay dos salas con camas, eran insuficientes para los peregrinos que habíamos llegado. Los vascos me asignaron una de las que ellos ocuparon, estando dispuestos dos de ellos a dormir en el suelo del portal de la iglesia.
Emilio, Pepe y Pili buscaron y encontraron una casa particular que alquilaba habitaciones por 12 euros; habiendo sitio para mí en la citada casa, a ella me trasladé, dejando libre la cama que tan amablemente me habían cedido los vascos.
Ya en la casa, me duché. La colada me la hizo la señora.
Después de aseado fui otra vez a la iglesia, allí, en un banco situado en el portal, Emilio curaba los pies de Jesús y de algún otro peregrino. A mí me cortó las uñas de los pies.
Fotografié la fachada de la iglesia y copié la siguiente inscripción:
Peregrino
En estos lugares, en que la gente se afana día a día, hubo
una ciudad vacea.
Pasó el Cartaginés Anibal con sus elefantes el 220 a. C..
Se ubicó la Mansio Romana de Sabaria y otros vaivenes de la historia
dejaron huella y trajeron gentes.
Que también tú, caminante, cualquiera que sean los pasos de tu vida, te
afanes en los valores humanos de cada día.
Fundación Ramos de Castro
para el estudio y promoción del hombre
Pueblos en defensa de la Vía de la Plata
Amigos del Camino de Santiago de Zamora
En un arco de la puerta de la Iglesia se observa esta inscripción:
Traducida del latín al castellano sería:
Aunque, como ya dije, Don Tomás no estaba en la iglesia, no tardó mucho en llegar acompañado de otro señor, más o menos de su misma edad, los dos con más de siete décadas a sus espaldas.
Don Tomás es también de los que tiene bien presentes las Obras de Misericordia.
El albergue tiene dos habitaciones separadas por el portalón de acceso a la iglesia, separado a la vez de la calle por una verja. En la habitación de la derecha, con dos camas se alojan los transeúntes; en la de la izquierda, con cuatro camas y servicios, los peregrinos.
No podía Don Tomás permitir que dos peregrinos durmieran tirados en el suelo del portal de la iglesia, así que se los llevó a su propia casa a dormir.
Existe en el Pueblo una cierta rivalidad entre Don Tomás por una parte, que desearía que los peregrinos pasaran y se alojaran sin desembolso alguno y en este sentido a todos les ofrece alojamiento y comida. La otra parte está formada por el propietario del Bar y la Casa que ofrece habitaciones. Don Tomás considera que explotan a los peregrinos.
Hice una anotación en el Libro de Visitas y traté de encontrar en él a Francisco Javier (el de Dalias), no lo vi.
Hice que me sellaran la credencial, compré fruta en una tienda. A continuación nos tomamos unas cervezas, para refrescar, en el otro Bar que hay en el Pueblo y mientras los vascos se quedaron echando una partida a las cartas yo me retiré a comerme mi fruta en la casa y a continuación me acosté después de tomar las pertinentes notas de la etapa.
El Cubo del Vino equidista de Salamanca y Zamora pero pertenece a Zamora.
La salida de El Cubo del Vino se hace por un encinar paralelo a la vía, después se vuelve a la llanura sin sombras.
A 13 kilómetros nos encontramos con Villanueva de Campeán donde al sellarnos nos dieron un consejo. Así reza el sello:
Cuando habían transcurrido unos 45 minutos desde nuestra salida de Villanueva de Campeán, después de pasar por una chopera, una flecha nos obligó a abandonar el camino de concentración para dirigirnos a otra chopera; por allí, al menos, no nos dio el sol.
A Zamora llegamos con lluvia, a las 2 de la tarde, después de recorrer más kilómetros de los necesarios por caminos de concentración parcelaria, yendo a veces en dirección norte, a veces en dirección oeste y, en ocasiones, también en dirección este.
Desde que vimos la ciudad de Zamora desde un altozano hasta que entramos en ella transcurrieron, al menos, dos horas y media. Nuestros cálculos fueron erróneos, pensábamos que tardaríamos hora y media solamente.
Este fue el tiempo indicado para la llegada, cuando desde lo alto de la colina llamé a mi amigo Cesáreo.
La llamada fue una sorpresa para él. Para darle más suspense a la situación, de momento, no me identifiqué; le hablé de un peregrino al que conocía; él no podía imaginar de quien era la voz que escuchaba. Pasados unos minutos comencé a darle pistas, hasta que ya, por fin, supo de quien se trataba.
Chema, Jesús y todos los demás, creo que disfrutaron, al ver la situación de suspense que estaba creando.
Con antelación, antes de la referida llamada, habíamos reservado habitaciones en el Hostal Sol, cerca de Correos. Así pues, al llegar nos encaminamos directamente allí.
Para acceder a la Ciudad antes hay que cruzar el río Duero a través de su magnífico puente. El caudal del río era grande.
Ya en el Hostal, después de asearme, cuando estaba ordenando mis cosas, llegó Cesáreo y nos dimos un fuerte abrazo, hacía tiempo que no nos veíamos; luego le presenté a mis amigos y después nos fuimos a tomar unas cervezas con sus respectivas tapas.
De este modo hicimos tiempo hasta la hora de comer.
Irene, su mujer, trabaja y de ahí que tuviéramos que esperar su salida.
Comimos y charlamos ampliamente, recordando nuestras peripecias en Zaragoza, cuando hicimos el Servicio Militar.
Los demás amigos del Camino comieron en un restaurante.
Permanecí en la casa hasta las 17,30 aproximadamente, luego con Cesáreo, después de despedirme de Irene, nos fuimos al Hostal para entregarle las llaves a Emilio, al que encontramos tomando notas de la etapa.
Invitado por Cesáreo para que nos acompañara a visitar la Ciudad, prefirió quedarse; lo hizo, sin duda, para no interferir en nuestros planes.
Visitamos varias iglesias, todas ellas muy bonitas. Me sellaron en la de Santiago. El tenía especial interés en enseñarme el Museo de la Semana Santa, pero no fue posible porque ya lo habían cerrado cuando llegamos a sus puertas.
José María había quedado de reunirse con su hijo en la Plaza de la Catedral y allí nos encontramos con el grupo vasco.
De este modo llegó la noche, Cesáreo se despidió de todos y nosotros nos fuimos a cenar al mismo Restaurante donde habían comido. Después a dormir.
Se toma la Avenida de Galicia en dirección a la N - 630; hay señales en las farolas y no existe posibilidad de equivocarse.
Se toma, primero, la carretera de Hiniesta y después se zapatea por los caminos de concentración parcelaria hasta llegar a Roales del Pan, sin pisar más asfalto.
Roales del Pan dista de Zamora unos 7 kilómetros. A partir de esta localidad no encontraremos ya ninguna sombra en bastantes kilómetros.
Dicen algunos que andar a medio día y en pleno verano por esos pagos es casi un suicidio. Creo que ahora somos demasiado blandos; nuestros padres y abuelos y también algunos de nosotros, que ya tenemos una cierta edad, no sólo andábamos sino que trabajábamos a medio día por pagos parecidos, con las mismas temperaturas y sin embargo seguimos estando, Gracias a Dios.
Después de Roales viene Montamarta. Habíamos recorrido unos 18 kilómetros y necesitábamos reponer fuerzas, por eso en el Restaurante Rosamari hicimos el desayuno.
Nos echamos las mochilas a cuestas y a reanudar nuestra faena que no era otra que caminar, o hacer camino, que viene a ser igual.
Pasamos por delante de un chalet en cuyo jardín su propietario, artista sin duda, ha construido un Paraíso aunque algo desnaturalizado, pues no ha tenido inconveniente en situar en él a San Isidro Labrador.
Así llegamos al Embalse de Ricobayo que fuimos bordeando. A nuestra izquierda quedaron las ruinas de Castrotorafe. ¡Qué sensación más extraña sentí al ver estas ruinas!.
Luego, no tardamos en llegar a Fontanillas de Castro. Todos llevábamos puestos los chubasqueros pues la mañana estaba lluviosa.
Seguimos avanzando, nuevamente por pistas de concentración hasta llegar a Riego del Camino.
Santi nos había abandonado en Montamarta por haberle surgido algún problema en los pies.
Desde Montamarta hasta Riego del Camino utilizó el autobús y por eso llegó bastante antes que nosotros y, como es muy servicial, cuando llegamos ya tenía preparado nuestro alojamiento.
En la Oficina de Información y Turismo de Zamora nos habían dado unas hojas informativas en las que, en lo tocante a Riego del Camino, se decía, entre otras cosas:
"Albergue Municipal, situado a 30 Km. de Zamora. Limpio y cuidado. Hay literas con colchones, mantas y almohadas; baño con lavabo y ducha (agua caliente). Preguntar por la alcaldesa Dorita.
Cuando Santi llegó al Pueblo, nada de esto encontró y lo que la alcaldesa hizo fue llevarlo a una casa donde tenían almacenadas varias colchonetas y en la que todo estaba en desorden.
Santi, ocupó el tiempo en ordenar un poco todo, hacer limpieza primero y distribuir las colchonetas en el suelo, de forma ordenada, después.
A comer fuimos al único bar que tiene el pueblo. La comida no fue muy buena, ni siquiera buena, nos cobraron 7 euros per capita.
Una vez hubimos comido y de nuevo en el, mal llamado, albergue, hicímos lo que hicieron Micifuz y Zafirón. ¿Qué hicieron?.
Así pues, tratamos en conferencia si obraríamos con prudencia yendo a visitar a la alcaldesa Dorita para protestar por la situación encontrada en lo que llamaremos albergue que, evidentemente, no coincidía, en absoluto, con lo indicado en las hojas informativas.
Nos dio la impresión de que había intereses creados, ya que los propietarios del Bar, que también tienen habitaciones, son parientes de la alcaldesa.
La decisión fue unánime: Vamos a hablar con la señora Dorita.
Todos fueron excepto yo; me liberaron mis compañeros: Tú quédate, ya somos bastantes.
Parece ser que la alcaldesa les prestó la necesaria atención, fue receptiva, les dio ciertas explicaciones que justificaban, al menos en parte, la situación encontrada.
Mientras ellos hablaron con la alcaldesa yo lavé mi ropa y la tendí.
Una de las veces que entré en la habitación, vi que me habían colocado tres colchonetas, una sobre otra. Pregunté: ¿Aquí qué ha pasado?. Me respondieron: Nada, tú hoy tienes que dormir cómodo para estar mañana en plena forma.
Antes me había quejado de dolor de espalda. ¡Qué poco dispuesto al sufrimiento! ¿Por qué tuve que quejarme? ¿Acaso no iba de peregrino?.
Di las gracias a Dios y a ellos por las atenciones que estaban teniendo conmigo. A continuación, para lograr una mayor estabilidad, cambié la colchoneta del medio que era más estrecha y la puse arriba.
Estas son las cosas del Camino. ¿Cómo no va a terminar uno contentísimo de haberlo emprendido?
Es bueno recitar antes de dormir la siguiente oración:
Fue una de las mejores noches, dormí como un cosaco. Debo creer que los cosacos duermen bien pues de lo contrario no tendría sentido la frase.
Gracias a todos, a José María, a Jesús, a Iñaqui, a Miguel, a Santi, a Emilio, a Pepe y a Pili.
Con la alegría de verme ya casi en casa, emprendí con mis amigos esta nueva etapa.
Benavente dista de mi pueblo, Cebrones del Rio, unos 28 kilómetros.
Salimos de Riego del Camino con la mañana nublada. Una flecha amarilla en el centro del Pueblo señala un camino agrícola que al pasar la última casa de la localidad gira a la derecha hasta alcanzar un palomar cilíndrico.
Una parte del recorrido fue por camino arcilloso; arcilla que debido a la lluvia se adhería a las botas e impedía caminar con comodidad. Me acordé de las primeras etapas por tierras sevillanas.
Hasta llegar a Granja de Moreruela no encontramos zonas sombrías.
En esta localidad el Camino se bifurca hacia la izquierda, para seguir el camino sanabrés, hacia la derecha, para seguir el de Astorga.
Pepe y Pili tenían decidido ir por el sanabrés y entrar en Galicia por Orense; los demás seguiríamos el de Astorga.
Las despedidas siempre son tristes, al separarnos de nuestros amigos nos invadió la tristeza.
Al llegar al monolito que marca la separación, nos hicimos unas fotografías y luego abrazamos a la pareja y con la canción:
nos despedimos, deseándoles y deseándonos Buen Camino. Adiós, estaremos en contacto. Adiós.
En el citado monolito se lee:
Aquí se bifurca el Camino Jacobeo y aquí se engrandece
la historia: la de la Vía de la Plata.
Con el camino sanabrés que aquí nace, la del Pueblo,
añadiendo a sus glorias con el cister la generosidad con
el peregrino y con la vida.
Caminante que en la andadura que elijas,
la generosidad sea tu huella y tu compañía el Señor Santiago.
De repente el grupo pasó de nueve a siete miembros. Aunque con pena deberíamos seguir adelante.
A Santovenia del Esla llegamos después de haber caminado unas cuatro horas largas, necesitando reponer fuerzas, nos paramos a tomar un café con leche y alguna pasta.
Después de Santovenia, aún debíamos pasar por las localidades de Villaveza del Agua, Barcial del Barco, y Villanueva del Azoague, ésta ya, a tan sólo 3 kilómetros de Benavente.
El recorrido total de esta etapa fue de 32 kilómetros y la hora de llegada las 14,30 .
La última parte del recorrido se hace por terrenos de regadío, con choperas y no lejos del río; se cruza también por algún puente de hierro, de la línea Plasencia - Astorga (cerrada desde hace algunos años).
A mis amigos les encantó esta parte de la travesía.
A la entrada a Benavente pasamos por delante de la Azucarera. ¿Qué pasa en Castilla - León?. Las pocas industrias que hay, se cierran.
Como yo conocía bien Benavente, enseguida nos encaminamos hacia lo que fue la Estación del Ferrocarril, ahora está allí ubicado el albergue, es la antigua casa del Jefe de Estación.
Está muy bien, tiene literas en dos amplias habitaciones, cocina y servicios.
Emilio y Santi habían llegado a Benavente en autobús y por eso cuando los demás llegamos, ellos ya habían buscado un Restaurante para comer.
Terminada la comida les llevé al Mirador para que contemplaran las hermosas perspectivas de la Ribera del Esla a la izquierda y de la Ribera del Orbigo a la derecha. Les invité a que vieran el Parador de Turismo pero desistieron,
Querían ir a descansar un poco sobre las literas, para luego reemprender la marcha hasta Villabrazaro, al objeto de que la etapa siguiente les resultara más corta.
Salieron sobre las cinco de la tarde y después de un buen rato nos llamaron para decirnos que no habían tomado correctamente la salida y que tuvieron que volver sobre sus propios pasos, perdiendo así un tiempo muy hermoso.
Más tarde, cuando llegaron a Villabrazaro, nuevamente nos llamaron para anunciarnos su llegada.
Después de irse ellos, lavé la ropa y la tendí; más tarde compramos para el día siguiente.
Para finalizar el día hice la correspondiente anotación en el Libro, seguidamente las oraciones de San Francisco y por último nos acostamos.
Etapa original. Nada tiene que ver con las anteriores.
Le propuse a Emilio, por la noche, ir hasta mi pueblo en autobús si amanecía lloviendo, para, después de pasar allí el día, ir a dormir al albergue de La Bañeza donde nos reuniríamos otra vez con los vascos. Le pareció bien.
Con esta idea, no tuvimos prisa en levantarnos, estaba lloviendo, nos tiramos de la cama a las ocho.
A las 9 tomábamos el autobús de Cebrones, pero como había parado de llover nos apeamos en la N-VI, en el cruce con la carretera que va a Alija del Infantado.
Los nuevos planes consistían en incorporarnos al Camino de Santiago. Vía de la Plata en el Puente de Lavizana.
Así pues, apeados en el referido punto, nos pusimos en camino y recorrimos los cinco kilómetros que nos separaban de Alija del Infantado. Cuando estábamos en el Puente de Lavizana llamé a José María (Chema) y nos dio su situación, estaban en La Nora del Río, es decir, a tan sólo 3 ó 4 kilómetros delante de nosotros. Quería esperarnos pero yo le dije que continuaran y que no nos esperaran.
En el Puente de Lavizana sólo nos detuvimos un instante para que Emilio leyera la inscripción que hace referencia a algunos datos históricos y contemplara la playa artificial y el caudal del Orbigo.
No nos detuvimos más porque el cielo amenazaba claramente lluvia, lluvia que no tardó en llegar. Arrecíamos el paso para llegar lo antes posible al casco urbano de Alija y buscar donde protegernos de la misma.
Buscamos un bar y en él nos refugiamos, su nombre "Yo-Ke-Sé" parece bastante original. Lo regenta María Luisa Méndez Fernández.
Cuando paró de llover, subimos a la parte alta del pueblo, junto a la iglesia, allí está la casa de la Señora Maruca que es la encargada de sellar las credenciales. Nos atendió muy bien y nos deseó, no podía ser de otro modo, un Buen Camino.
Bajamos al bar nuevamente y como el tiempo no invitaba a seguir la marcha esperamos a que viniera a buscarnos mi primo Julio al que habíamos avisado a través del móvil. Tardó en venir, pero al final llegó
Alija del Infantado, no hace mucho tiempo se llamaba Alija de los Melones, es un pueblo agrícola de la Ribera del Orbigo, tiene dos iglesias y castillo, también un buen manantial de aguas medicinales.
En la Plaza hay una imagen de la Virgen del Carmen, patrona de los marinos así como un ancla. La Marina Española ha querido homenajear al Pueblo del que más marinos han salido de España y ello por extraño que parezca.
Julio nos llevó a Cebrones y dejó su coche a nuestra disposición para que tuviéramos libertad de movimiento.
Emilio pudo ver la casa paterna, toda ella, tanto la parte delantera destinada a vivienda como la trasera dedicada, en su día, a cuadras, también el gran corral o patio interior.
Vio incluso el destrozo causado por los gorriones pues lo subí a lo que llamamos "El corredor" y al abrir la puerta se produjo un enorme revoloteo de 15 ó 20 pájaros que saliendo de sus aposentos buscaban la salida al corral ya que yo había cerrado el espacio con un plástico hacía algún tiempo.
Comimos con mi tía Tomasa y mis primos.
Por la tarde nos acercamos al bar del Pueblo a tomar café. Creo que a Emilio le encantó el paisaje que se observa por los amplios ventanales del mismo, paisaje formado por el curso del río dividido en dos ramales, dejando en medio una isla en la que se han construido una piscina y un frontón
Tuvimos tiempo también de acercarnos a la bodega, distante del Pueblo unos dos kilómetros. En ella comprobó y admiró el trabajo realizado por mi padre (q.e.p.d.) donde cada golpe de pico en la dura arcilla, ha quedado, casi indeleblemente, marcado.
Admiró también, no podía ser de otro modo, la viga empleada para prensar la uva y obtener el mosto. Yo disfruté explicándole todo el proceso.
Nos acercamos también a ver el puente del ferrocarril (puente de hierro) y aproveché para enseñarle algunas propiedades próximas en las que había plantado pinos pero que no prosperaron por haberlos comido los numerosos conejos que hay en la zona.
Cebrones es el pueblo de los puentes, cinco en total. Hay variedad: De piedra, de hormigón, de hierro. Todos ellos están en un espacio no superior a los mil metros.
A última hora de la tarde, Julio nos trasladó a La Bañeza y en su albergue nos encontramos nuevamente con los vascos que se encargaron de preparar una cena de rechupete. ¡Vaya como cocinan nuestros amigos!.
Es el albergue de La Bañeza uno de los mejores de todo el Camino, tiene muchas literas, varios servicios, una cocina estupenda y una gran sala.
En él tomé nota de sus escritos:
¡Vía de la Plata!
Aún percibimos los ecos
del recio pisar de legiones
y cohortes romanas
rumor de vientos
telénicos y carpurianos
envueltos en musicales
notas de chirimías
y de atabales
¡Vía de la Plata!
Por ella caminaron
reyes, príncipes y santos
abades, clérigos y monjes
pecheros, hidalgos y nobles
mercaderes, trajinantes y arrieros
¡Vía de la Plata!
Tierra de cenobios
iglesias y monasterios
de cartas pueblas
foros y behetrías.
¡ Vía de la Plata!
Calzada romana
camino de peregrinos
entraban por el puente de Lavizana
Verdegueantes riberas del Orbigo
Aguas de legendarias gestas
Susurros de rezos
en judías aljamas
Alaixa, Alaixa
arabe, judía o cristiana
que más da
Alija la bautizaron
Vía de la Plata
Cañada real de trashumantes rebaños
vienen y van
de la reseca Extremadura
a la leonesa montaña
Rabadán de Rabadanes
acémilas y mastines
un rabel quejumbroso
y una flauta cantarina
Descanso en La Bañeza
descanso también de peregrino
en San Salvador y Santa María
Al amanecer, en la
Puente de Mojaelgallo
de la villa Bañezana
despedida y bendiciones
Astorga será la siguiente jornada
la benemérita y señorial
la de la Iglesia apostólica
la de las pétreas murallas
en la Vía de las Estrellas
en la Vía de los Misterios
en la Vía de los Milagros
en la VIA DE LA PLATA.
De Conrado Blanco González
Cronista oficial de La Bañeza
........................................................
Recorro sierras y valles pueblos, aldeas y villas
montes, campos y senderos lo que en mi paso me guía
A veces guardo silencio medito sobre la vida
y otras veces voy cantando las canciones aprendidas:
Los sonidos del silencio, el Himno de la Alegría,
Guantanamera y al Alba, Sueños, Libertad sin ira.
Canciones de ayer y de hoy de infancias y fantasías
de adolescencias soñadas de juventudes vividas
¿Y qué buscas peregrino en tu caminar sin prisa?
Lo aprendido en muchos años de este siglo que terminó
Quiero encontrar los motivos, las razones y las cuitas
que mueven a tanta gente a buscar su compañía
Y cuando vea al Apóstol de esta España que es la mía
me retiraré a mi pueblo y acabarán las fatigas
Y en tanto llegue el invierno de tertulia en noches frías
encanecidas las sienes de plata como la Vía,
le contaré a quien me escuche la experiencia recogida:
Campo de estrellas: Santiago Jubileo de mi vida
Romance del Peregrino
Tristán Rubio Nistal
(Dedicada a los amigos de Monte Urba)
Nota: Léase en horizontal.
Siguiendo las flechas desde el albergue, pasamos por delante de la Iglesia de San Salvador, luego tomamos la carretera comarcal de la Valduerna.
Pasamos por el puente del ferrocarril y pronto llegamos a Palacios de la Valduerna.
Chema, Miguel y yo nos acercamos a ver la entrada para el castillo; los demás se quedaron en una pequeña plaza del pueblo.
Yo me entretuve hablando con una señora del pueblo a la que le pregunté por una parienta llamada Sabina.
Mientras tanto, cansados de esperar, Iñaqui, Jesús y Santi se adelantaron bastante por la carretera de Castrotierra, interpretando mal mis palabras cuando les dije que el camino más corto para llegar a Astorga era tomar la carretera; yo me refería a la N-VI y no a la comarcal de Castrotierra.
Así pues, sin más, tomaron carretera adelante y se distanciaron más de lo necesario de nosotros.
Chema les gritaba y silbaba para que se detuvieran y anunciarles que el rumbo no era el adecuado; ellos no oían y seguían caminando, nosotros les seguimos.
Al llegar a la ermita de la Virgen de Castrotierra tomamos la carretera de Riego de la Vega y por ella fuimos todos los miembros del grupo.
En un cierto punto de la misma sale un camino a la izquierda, pensando que por él sería más corto el recorrido, decidimos patearlo,Jesús, Iñaqui y yo, separándonos del resto. No tuvimos suerte, el camino hacía una curva que nos cambió totalmente la dirección, yendo a parar otra vez a la carretera.
Una llamada de Chema para indicarnos donde se encontraban nos hizo ver el acierto de los que prefirieron ir por la carretera y el desacierto de los que quisieron ir por el camino. Quedaron de esperarnos en el punto en el que se encontraban.
Reunidos con ellos a la altura de Valderrey, seguimos todos juntos hasta Astorga por la N-VI.
Al pasar el río Turienzo, Chema gravó, desde la carretera, el puente romano que se encuentra muy próximo.
A los pocos minutos nos detuvimos en Celada a desayunar.
Entramos en Astorga por la Plaza Mayor; en ella había dos grupos escolares, uno de Huesca y otro de Málaga, estaban de excursión. Hablé con una maestra y con algunos niños tratando de explicarles el significado de la estatua al General Santocildes. Les hablé de la batalla contra los franceses librada en la ribera del Orbigo por dicho General.
Como mis amigos no se detuvieron, luego me costó darles alcance, a pesar de que apenas estuve un par o tres de minutos con mis atentos oyentes.
Fue en las escaleras que hay en la muralla, junto a la catedral, donde les di alcance. Allí les esperaba Félix, cuñado de uno de los del grupo y que sería el que les llevaría a Bilbao en su furgoneta.
Yo fui a la Estación de Autobuses a sacar billete para Cebrones. Resultó que no había ningún autobús ni para ese día, sábado, ni para el siguiente, domingo.
Subí al albergue a sellar y después me dirigí a la Sidrería Luis a comer; ya conocía el establecimiento del pasado año en el que me dieron un muy buen trato.
Apenas había llegado cuando sonó mi móvil, era Chema, le informé del citado Bar y enseguida se presentaron y comimos todos juntos y en armonía. De primero comí unos macarrones y de segundo callos, como postre me sirvieron membrillo con queso. Cada cual pidió lo que quiso.
A la hora de pagar, la factura ascendió a 42 euros, es decir, a 6 por barba. No me dejaron aportar mi parte, quisieron invitarme. El precio fue muy barato y todos quedamos contentos.
Después de comer les acompañé hasta la furgoneta y nos despedimos con un abrazo.
Desde allí bajé a la Estación de la Renfe a sacar billete para el lunes a las 0,30 por temor a que no hubiera plazas si lo dejaba para ese día.
¿Qué hacer a continuación? ¿Tomo un taxi que me lleve a Cebrones? ¿Duermo en el albergue de Astorga? ¿Salgo andando para La Bañeza?.
Opté por desandar lo andado por la mañana, así pues, sobre las 17 h. aproximadamente comencé la que podría ser una nueva etapa pero en sentido contrario, es decir, desandar por la tarde lo andado por la mañana.
Por la senda que transcurre a orillas de la vía llegué a los pabellones que en otro tiempo fueron casas de los ferroviarios, ubicados en la estación de clasificación. Ahora dichos pabellones están ocupados por familias de etnia gitana.
Varias familias estaban sentadas fuera de los mismos cuando pasé por delante, algunos comían, les saludé dándoles el "Buen provecho". Me contestaron cortésmente.
Varios canes, de poca talla y mucho ladrido, parecía que me querían comer vivo, los tranquilicé y seguí mi camino.
Después de saltar un pequeño reguero, salí a la N-VI, a la altura de Celada, donde habíamos desayunado por la mañana. Luego ya sin parar, carretera adelante, hasta llegar a La Bañeza a las 20,30. La tarde estuvo fría y lluviosa.
Decidí quedarme a dormir en el albergue de La Bañeza ocupando la misma litera de la noche anterior.
Cuando llegué había un grupo de cuatro chicas y un chico, todos ciclistas. Yo me comí un bocadillo y me acosté, ellos salieron a dar una vuelta por la localidad, llevándose las llaves.
Por la mañana mi tío Pepe me llevó a Cebrones, allí recogí algunas cosas y enseguida regresamos a La Bañeza.
Era domingo, día de precepto. Tuve tiempo de ir a misa de once a la iglesia de Santa María.
A las 13,30 salí en autocar para León, pasé la tarde con mis familiares y a las 24 h. pedí me llevaran a la Estación; media hora más tarde regresaba para Tarragona.
Así pues, concluí la Segunda Fase de mi Camino por la Vía de la Plata.
Cuando me faltaban dos días para terminar la elaboración de este Relato recibí una carta que me llenó de alegría. Venía de Argentina y me la enviaba el sacerdote irlandés de mi anterior Relato, el sacerdote con el que coincidí en el Consultorio Médico de Sahagún
Este es su contenido:
Por su interés reproduciré el texto escrito por Fray Tim Mulcalry O.P., luego de realizar el Camino de Santiago en el Año Santo 2004:
Camino 2004
Más de mil años antes de que Arthur Guinness abriera su primera fábrica de cerveza en Dublín (Irlanda), peregrinos que se dirigían a Santiago de Compostela en el Norte de España, se juntaron en la Puerta de Santiago, donde dicha fábrica está ahora. Desde allí, hicieron camino a través de la ciudad vieja, hasta el puerto de Dublín, desde donde embarcaron hacia La Coruña y, desde allí, a pie, a Santiago de Compostela. Desde 1998, la conexión entre estas venerables instituciones (fábrica de cerveza y peregrinaje), ha sido renovada con el estampillado del Pasaporte del Peregrino, en la mesa de recepción de la Puerta de Santiago, en Dublín. Dicho Pasaporte es también estampillado en los refugios del peregrino, a lo largo del Camino, sirviendo como prueba de que uno es un peregrino de buena fe, y como crónica de la propia peregrinación.
El peregrinaje a la tumba de Santiago Apóstol en Santiago de Compostela, está a la par de Jerusalén y de Roma, como uno de los tres grandes peregrinajes cristianos. El Camino de Santiago es descrito en nuestros días, como el Itinerario Cultural de Europa, y como la calle más larga de Europa. Las rutas del peregrino comienzan en lugares tan lejanos como Rusia y Escandinavia.
Hace algunos años, con ocasión de excavaciones que tuvieron lugar en la vieja Abadía dominicana en Tralley (Irlanda), se encontraron restos humanos que habían sido enterrados con la "ostra del peregrino". Es muy posible que la ostra indique que fueron peregrinos hacia Compostela, en tiempos medievales.
Cuando la fiesta de Santiago cae en domingo, ese año es celebrado como Año Santo. Yo comencé mi viaje el 9 de junio del Año Santo del 2004 en San Jean pied de Port, en las faldas de los Pirineos, en la popular ruta "Camino francés", cruzando la frontera española más tarde, ese día. Así comenzó la aventura de casi 800 kilómetros, a pie, a través de adormecidos villorrios, pueblos y ciudades, a lo largo de zonas rurales, colinas y ríos.
Así me encontré caminando alrededor de 25 km. por día, como promedio. Habitualmente, estaba cada día en la carretera antes de las 6 de la mañana, y caminaba hasta casi las 14 horas.
Teniendo tanto tiempo para mí cada día, gradualmente nació un modelo de oración. Busqué permitir que el Espíritu me guiara. La salida del sol era bienvenida con el Benedictus. Con frecuencia me encontraba repitiendo el Salmo 23, pensando en el Señor como el Pastor que me guiaba a lo largo del recto sendero. Las paradas para tomar un café eran una oportunidad para recitar Laudes y para reflexionar sobre el Evangelio del día. Por la mañana, más tarde, me encontraba trayendo a la memoria a miembros de mi familia, amigos, maestros, a gente que tuvo que ver con mi vida, incluyendo a los hermanos y hermanas de la Orden. Esto me tomó una cantidad considerable de tiempo, pues la lista se hacía más larga, con cada día que pasaba.
Cantar ayudó a acortar la jornada de viaje. En la última hora de mi marcha, me encontraba cantando el Rosario.
Esto me hizo recordar un hermoso momento en el Perú, cuando formaba parte de un grupo grande de personas que cantábamos el Rosario por las calles de nuestra parroquia, en el primer domingo de octubre. En el Camino a Compostela, canté el Padrenuestro en irlandés, con la música de Seán Ó Teada, compositor de mi país. Cada Avemaría era cantada en español, con una música que oí en Perú. Estoy seguro de que mi canto no era entonado, pero...¡no importaba!.
Fue una hermosa experiencia. Me di cuenta de que, frecuentemente, Santiago aparece como un compañero de Jesús en los misterios de Luz, así como en los dolorosos y gloriosos.
Hubo muchos momentos en los que, caminando a través de campos de trigo, dorado en la meseta, me encontré cantando espontáneamente "Bendito seas, Señor Dios del universo, por este pan, fruto de la tierra y del trabajo del hombre...". Antes, caminando por los viñedos de La Rioja, había orado: "Bendito seas, Señor, Dios del universo, por este vino, fruto de la vid y del trabajo del hombre".
A lo largo del Camino, hay refugios que proveen a los peregrinos con agua caliente, la posibilidad de cocinar y dormitorios con literas. Aquí, uno se encuentra con compañeros peregrinos de todo tipo y lugar, compartiendo amistad y comida. Encontré muchos peregrinos que se cruzaron conmigo en un momento de transición en la vida. Algunos se habían recién jubilados o habían sufrido la pérdida de la esposa.
La única vez que caminé acompañado fue un trecho de 11 kilómetros, con Francoise y Philippe, una pareja francesa recientemente jubilada. Este encuentro fue en verdad, providencial. Cuando les dije que me llamaba Tim, me dijeron que así se llamaba su hijo. Éste había muerto trágicamente cuatro años antes y, evidentemente, estaba a menudo en sus pensamientos. Caminamos hacia la Abadía benedictina de Samos, y compartimos cena. Fue un momento especial, tanto para ellos como para mí.
Una tarde, temprano, en una tranquila calle de pueblo, tuve el privilegio de compartir la comida con cuatro peregrinos ciclistas. Eran una señora inglesa, su esposo alemán y dos españoles. Estas personas a quienes veía por primera vez, pronto compartieron su salame, vino rosado y tinto, y también su amistad. Fue para mí un momento eucarístico.
Otra vez, me encontré con un peregrino que me dijo ser un profesor retirado de psicología experimental. Nos habíamos ya encontrado en varias ocasiones. Sintiéndome de pronto inseguro, me encontré pensando que este hombre me debía haber analizado. Pero me sorprendió cuando me dijo que le gustaría tratar conmigo sobre algunos temas personales que le vinieron durante la peregrinación. ¿Fue este el modo que tuvo Dios para afirmarme y darme coraje? Creo que sí..
En los primeros días del Camino, los peregrinos se dan cuenta de que llevan mucho equipaje. Al llevar todo lo necesario en su mochila, rápidamente vemos la necesidad de desprendernos de cosas innecesarias y reducir el peso al mínimo. En un momento, corté 2/3 partes de una toalla de baño diciéndome que me las podría arreglar con sólo 1/3. También arranqué páginas con los Evangelios cotidianos de Junio y Julio, dejando atrás el resto.
Después de 17 días, me sorprendió una tendinitis en la pierna izquierda, llevando mi marcha a un abrupto detenerse. Tengo bellos recuerdos del cuidado que me dio Santiago, un argentino amistoso, y José, que era responsable del refugio de Castrogeriz. Fueron muy solícitos y excelente ejemplo de los voluntarios que ofrecen libremente sus servicios para atender a los peregrinos. Gradualmente, pude llegar hasta la Virgen del Camino, un moderno santuario mariano atendido por dominicos, en las afueras de León. Allí pude descansar una semana en una pequeña comunidad donde Benjamín, Julio y Angeles me dieron la bienvenida y atendieron.
El 5 de Octubre, pude renovar mi peregrinación a Santiago, desde la Virgen del Camino, donde me vi forzado a permanecer en julio. Estaba mejor y no encontré motivo alguno para no intentar meterme nuevamente en el "Camino". Esta vez tuve un especial cuidado de mis piernas, masajeándolas con gel antes y después de la caminata de cada día.
La última parte del "Camino" nos lleva a través de Galicia, cuyos panoramas y clima me hacían recordar a Irlanda.
Después de 15 días llegué a Santiago de Compostela con lluvia a cántaros. Allí pude atravesar la Puerta Santa, dar el tradicional abrazo a Santiago y participar en la Misa de mediodía para los peregrinos, presidida por el Arzobispo, en una catedral repleta. Esta celebración concluye con el gran turibulo o botafumeiro, por sobre los fieles, acompañado por un estruendoso órgano, en una atmósfera de alegría y entrega.
Me desilusionaron las liturgias dominicales experimentadas a lo largo del "Camino". En general, no se daba en ellas participación de los laicos. Con frecuencia, no había ni coro ni cantos. En un pueblo, el sacerdote no predicó, dejándome defraudado. Apagó las velas y las luces apenas terminó la Misa. Aquí uno ve la necesidad de renovación litúrgica.
Los monjes y monjas benedictinos están presentes a lo largo del "Camino". En Rabanal del Camino, una comunidad de cuatro monjes hace grandes esfuerzos para comprometer a los peregrinos en su oración, proveyendo libros e invitándolos a leer en diversas lenguas.
En Santiago, compré un azulejo que tenía una flecha amarilla sobre un fondo azul. Era un recuerdo de las flechas amarillas a lo largo del Camino, indicando la ruta a Santiago. Pero tiene para mí un significado más profundo. Se ha convertido en un símbolo del Uno a quien le pido que me guie continuamente por el camino recto en la vida.
En los primeros pasos del Camino, muchas rutas están marcadas con una X, indicando que dichos caminos conducen a un lugar equivocado. Me encontré a mí mismo reflejando cuántas veces he equivocado, andando por rutas que fueron penosas y aun destructivas. Aprendí duramente lo importante que es pensar rectamente.
De este modo, pido diariamente al Espíritu que ordene mis pensamientos, de modo que puedan ser saludables y guiados por la Verdad de Dios.
Quiera Él conducir mis pensamientos por el recto camino. Seguramente es lo que Jesús oró cuando pidió al Padre: "Conságralos en la Verdad".
Estoy agradecido a todos los que me apoyaron en mi peregrinación; a Dios que me guió por el recto sendero, y a mis compañeros peregrinos que me sostuvieron y alentaron. Yo fui bendecido de muchas maneras por haber podido transitar por el Camino y por haber tenido la oportunidad de ser peregrino.
Fr. Tim Mulcahy O.P.
Hasta aquí su Relato.
La Tercera y última Fase la concluiré, si Dios quiere cuando tenga vacaciones y la comenzaré en Granja de Moreruela ,con el cántico:
para, yendo por Sanabria, entrar en Galicia por Orense.
Como un fruto más de este "Camino" me he propuesto llevar a cabo y espero, con la ayuda de Dios, poder conseguirlo, lo que leí en alguna parte:
Y ya, para poner punto final a esta fase del Relato, narraré una pequeña historieta, cuyo nombre y contenido son los que siguen :
Cuentan que ocurrió por éstas tierras, si fue por otras, la historia no se altera.
Un muchacho caminaba por la calle de una ciudad, iba absorto en sus pensamientos, meditabundo, preocupado, triste.
De repente, levantó la vista y pudo leer el siguiente rótulo en un establecimiento: " Establecimiento Celestial ".
Su corazón le dio un vuelco, tornándose su tristeza en alegría al pensar que todo aquello que era objeto de sus preocupaciones pronto dejaría de serlo, sin más que entrar en dicho establecimiento y solicitar remedios celestiales para tales preocupaciones.
Sin más, el muchacho entró.
El viejo que atendía el establecimiento le preguntó: ¿ Cuál es tu deseo?
El muchacho contestó: "Deseo que desaparezca el mal de la tierra, que se acaben las guerras y conflictos, la miseria y el hambre, el dolor, la discriminación, la injusticia, la falta de entendimiento, la explotación, el paro, la enfermedad...".
El viejo no le dejó proseguir, le interrumpió y le dijo: "Joven, aquí no tenemos los frutos, sólo proporcionamos semillas".
Ojalá que nuestra peregrinación, nuestro Camino, nos proporcione, al menos, las semillas necesarias para que éstas produzcan posteriormente frutos abundantes.
Alabado sea Dios.
Aproveché una de las estancias en mi pueblo, Cebrones del Río; para cumplir mi deseo.
Me desplacé a Benavente en autocar y desde la antigua estación del ferrocarril, reconvertida en albergue de peregrinos, comencé la travesía.
Sólo vi en una de sus paredes una flecha borrosa, no había nadie en el lugar, por eso me pregunté ¿Seguirá siendo albergue de peregrinos?.
Escudo de Cebrones
Desde la estación tomé rumbo al oeste transitando por un buen camino durante bastante tiempo, ignoré dos giros a la izquierda para seguir de frente, es decir, sin variar la dirección. En el segundo giro el camino se transforma en una senda que se acerca hasta discurrir pegadita a la propia vía.
Al final esta senda desemboca en los vestigios de lo que fue una carretera, ahora cubierta de hierba, que baja al valle acercándose a la Ctra.Nacional que hube de cruzar para ir por la otra orilla durante un tiempo hasta que apareció un mojón con la concha y una flecha que me hicieron abandonarla. Gracias a Dios que al fin encontré una señal.
A lo lejos veía un pueblo, pensé que se trataba de Villabrazaro, pero no, se trataba en realidad de Manganeses de la Polvorosa.
La señal me sacó de la carretera y me hizo subir a un pequeño montículo poblado de encinas; las flechas ahora se hacían visibles cada cuatro pasos haciendo imposible abandonar el rumbo correcto. Ya lo dice el refrán : "Días de mucho, vísperas de nada". Anduve muchos kilómetros sin que apareciera señal alguna y ahora de repente empezaban a proliferar.
Me había separado bastante de la vía, dejándola a la derecha, pero ahora las flechas me iban acercando a ella cada vez más, hasta tener que cruzarla por primera vez y dejarla a la izquierda. Seguí caminando y al final de la ladera del monte nuevamente hube de cruzarla. En este punto me detuve unos instantes para hacer algunas anotaciones; eran las 10 h. 50 m.
Apenas reanudada la marcha vi , como a unos 200 metros, un paso subterráneo por el que hube de pasar y al fondo un pueblo, era Villabrazaro.
Antes de llegar al pueblo se dejan a la izquierda dos grandes naves con cubiertas semicirculares, es decir, con bóvedas de cañón. Ya en él se pasa por delante del Bar Real y de este bonito monolito de granito.
Un poco más adelante tuvimos ocasión de contemplar, deteniéndonos unos instantes, tanto la iglesia parroquial de "La Magdalena", fábrica bien proporcionada, de piedra, con torre cuadrangular rematada por pararrayo y acompañada por numerosas cigüeñas, como el hermoso crucero en el que puede leerse: "Caminante, da tu corazón en la andadura y serás de la tierra sementera"
Es Villabrazaro un pueblo imbuido del Camino de Santiago (Vía de la Plata) hasta el tuétano a juzgar por la simbología en él existente.
En una placa junto a la pared de la iglesia
podemos leer:
CAMINANTE: SE TU TAMBIEN ADELANTADO
EN EL SERVICIO A TU PRÓJIMO Y A TU
TIEMPO. EL SERVICIO ES EL CAMINO
Tiene el crucero un cuerpo prismático en su parte inferior y en cada una de sus caras una inscripción, éstas son las tres restantes:
"Aquí, antes Brigueco, después
Villabrazaro y siempre sus gentes
dieron a la historia vida, valores y
esperanza".
"El Ayuntamiento de Villabrazaro
y la Fundación para el bien común
y para los siglos, ofrecen este
crucero en el año 2005"
Si el peregrino llega cansado a este hermoso Pueblo puede entrar en el Bar Real y reponer energías o mitigar su sed, igualmente puede sellar y pedir las llaves del albergue.
Si aún le quedan fuerzas, o una vez las haya recuperado, puede darse el gusto de transitar por el hermoso paseo bajo los chopos o visitar la iglesia en la que encontrará una hermosa talla de San Roque Peregrino con el perro a sus pies.
Continuamos nuestra andadura saliendo del pueblo por carretera y por ella se llega a Maire de Castroponce primero y a Alija del Infantado después.
Aproximadamente a las 14 h. cruzaba el Orbigo por el Puente de La Vizana y media hora más tarde, cuando ya empezaban a flaquearme las piernas, recuperaba fuerzas en el Bar "Pub Black White" ubicado en la calle Lino, número 3.
Recuperadas las energías necesarias reinicié la marcha no tardando en alcanzar primero La Nora del Río que queda a la derecha de nuestro caminar y después Genestacio que dista de Alija unos cinco kilómetros. Su iglesia bajo la advocación de Santa Marina tiene 22 tablas góticas que merecen ser contempladas.
En esta Vega del Orbigo los pueblos están muy próximos; antes de llegar a Quintana del Marco abandoné la carretera y tomé un camino de los de Concentración Parcelaria que se dirige en dirección a la torre de la iglesia, luego lo abandoné por otro que transcurre paralelo al río Jamuz hasta Villanueva.
En Villanueva tomé la pista alquitranada que me llevaría a San Juan de Torres donde al llegar me detuve unos minutos en casa de mis primos para continuar enseguida pues era ya tarde.
Crucé nuevamente el Orbigo, esta vez por el Puente de Hierro, cuando era ya de noche y, por el camino que se observa en la siguiente fotografía, pronto llegaría a mi casa, dando por concluida mi andadura.
ALABADO SEA DIOS.