Este diario se encontraba en:

https://creativerural.com/es/tag/peregrinaje/

Diario de un peregrino
00. Prólogo
01. Sarria - Portomarín
02. Portomarín - Palas de Rei
03. Palas de Rei - Melide
04. Melide - Arzúa
05. Arzúa - Pedrouzo
06. Pedrouzo - Santiago de Compostela

Prólogo

Abr 16, 2019

Muchas son las personas que realizan anualmente el Camino de Santiago en general, y de Sarria a Portomarín en particular, con cifras récord de peregrinos que se van superando año tras año.

Lo que impulsa a ponerse las botas en este peculiar Camino puede llegar a ser de lo más variopinto. Aunque probablemente los que lo hacen por motivos religiosos sigan siendo mayoría, cada vez son más los peregrinos que le dan un sentido espiritual no religioso, los que se buscan a sí mismos "dejando que sea el camino el que pase por ellos", los que se lo plantean como un reto personal, o los que simplemente desean compartir esta experiencia con otras personas. Y es que esta mezcla de gozo-sufrimiento es altamente atractiva, y en ocasiones adictiva. Una pequeña (o gran) hazaña, que en realidad está al alcance de la mayoría.

De caminos hay muchos, siendo el más concurrido el denominado Camino Francés, que fué la principal vía de aportación de peregrinos en épocas medievales y que, en su paso por Francia, tenía cuatro ramales: el de Tours, el de Limoges, el de Le Puy y el de Tolosa. Si bien su recorrido supera los 900 Kms, no todo el mundo tiene posibilidad de realizarlo de un tirón, ya que eso llevaría unos 37 días siendo optimistas y sin descansar, a lo cual le habríamos se sumar otros 37 días para recuperarnos y aceptar volver a la normalidad. Así que, lo más común es realizar solo unos cuantos tramos, siendo el trayecto entre Sarria (provincia de Lugo) y Santiago de Compostela el más popular, ya que con él se superan los 100 Kms (120 Kms, para ser exactos), que dan derecho a recibir la "Compostela" (acreditación que da la iglesia caso que el motivo de la peregrinación haya sido religioso) o simplemente para completar con éxito la Credencial del peregrino. En el mes de septiembre, tenéis la posibilidad de acompañarnos en el viaje: CAMINO DE SANTIAGO FRANCÉS CONFORT, FINISTERRE Y PORTUGAL.

Nota: este diario se está escribiendo en ruta al finalizar cada jornada, así que, podréis disfrutar del recorrido completo a lo largo del conjunto de publicaciones.

Así pues, comencemos esta apasionante ruta en la población de Sarria, a la cuál accederemos bien por tren, con autobús o en transporte privado.

[subir]

Sarria - Portomarín

La villa de Sarria, lleva más de 800 años siendo uno de los mayores centros de de servicios del camino francés, y ya en la época medieval, fue sede de una escuela de trovadores (a los que podríamos considerar como antepasados de los bloggers). Destacan en el la iglesia de Santa Mariña y el Castillo de Sarria del que solo se conserva un torreón de 14 m de altura (ya que fue arrasado en 1467).

Tras el desayuno (hay cafeterías que abren a las 6:30, para los más mañaneros), iniciamos la ruta con dirección a Portomarin. Perfecta señalización durante todo el trazado, tanto a nivel de Hitos que se sitúan aproximadamente cada 500 mts, como también por la infinidad de flechas amarillas presentes en muchas fachadas.

Primera subida para salir de la Villa, llegando casi enseguida a una cruz con buenas vistas del pueblo, donde se amontonan multitud de peregrinos. Esta va a ser la primera pequeña aglomeración que encontraremos durante estos días.

Para tomar un café y estirarnos en la hierba, una buena opción es en Casa Barbadelo, Pensión, Albergue y cafetería acogedores, donde aprovecharemos para estampar el primer sello después de Sarria. A la salida, divisamos un Hórreo (elemento constructivo muy común en Galicia, que sirve para almacenar grano principalmente, y del que se dice existen más de 100.000 en toda Galicia, con diferentes tamaños, estilos y calidades).

Poco después, llegamos a la iglesia románica de Santiago de Barbadelo, que se encuentra a pocos metros a la izquierda del trazado. El párroco (o su diácono), esperaba hoy a los peregrinos apostado en mitad del camino para avisarnos de que la iglesia estaba abierta y era visitable. Se trata de un templo de una sola nave, con una bella entrada vestida con capiteles adecuadamente ornamentados. Aprovechamos para que nos sellen nuevamente la credencial (son necesarios al menos dos sellos al día, de diferentes establecimientos o monumentos, aunque se recomienda estampar algunos más). Con mano lenta, pero firme, el señor pone la fecha bajo el sello y nos desea Buen camino. La bandeja para los donativos, no anda muy lejana al sello (cuyo destino entiendo debe de ser la conservación de la propia iglesia). A la salida, observo las primeras bicicletas, y al poco rato a las ciclistas que las montan.

La ruta en su paso por los siguientes micro-núcleos aislados de casas, va alternando tramos de tierra con asfalto. Algunas cuestas pronunciadas darán cuenta de que el Camino nos lo habremos de ganar tramo a tramo, superando las subidas, las bajadas, los tramos pedregosos, los de arena resbaladiza y el duro asfalto. Todo ello forma parte del camino y está ahí para que lo superemos.

Un simpático asno o burro (no logro distinguirlos), sale al paso para reclamar su ración de comida (a saber la de cosas que debe de recibir de algunos de los 1000 o 2000 pelegrinos que pasan a diario frente a su verja). En cualquier caso, de mí solo recibió un rápido mimo (mejor no tentar la suerte viendo esa dentadura), prefiero que sean sus propietarios los que controlen su dieta.

Otro elemento presente en este primer tramo son los muretes de piedra a media altura, como elemento divisorio entre caminos, campos y bosques. Estos nos regalan bellas imágenes para tomar fotos o dibujar esbozos.

En Morgade, a mitad del tramo de hoy, encontramos Casa Morgade, buen lugar para hacer parada y tomarse una cerveza bien fría o cualquier otra bebida que nos apetezca. Algunos peregrinos aprovechan ya para comer aquí, aunque no será nuestro caso, ya que queda un buen trecho todavía y más vale avanzar con el estómago ligero.

A poco de dejar Morgade, entraremos en Ferreiros, cuya su iglesia de Santa Maria de Ferreiros fue trasladada piedra a piedra al vecino pueblo de Mirallos en el año 1790 (al ser un lugar más céntrico para los feligreses), entro al paso por esta y aprovecho para tomar una instantánea. No muy lejos de allí, frente al albergue Casas do Rego, una grata sorpresa nos espera. Un hito marca la distancia de 100 Kms hasta Santiago de Compostela, nuestra meta al finalizar estos días de ruta.

Seguimos nuestra ruta y en Paradelas (ya a tan solo 5 kms de nuestro primer destino) se halla una de las miles de tiendas de souvenirs con conchas pintadas de todos los colores y motivos, algunas prendas de ropa interesantes, bebida muy muy fría para aliviar los calores y un tendero simpático y animado (cantando fandangos), con su música algo más que ambiental. Aprovecho para comprar una pulsera de tela, color azul con flechas y conchas color fosfotito.

Llegamos pronto a Portomarín y un grupo de Mexicanos (con bandera tamaño XL incluida), aprovechan para tirarse desde el puente al embalse de Belesar. Hay altura, y al parecer profundidad suficiente, pero no sé yo si recomendaría imitarlos, ya que alguno podría llevarse un susto.

Por fin la población de Portomarín, con sus inconfundibles escalinatas que dan acceso al pueblo. No son pocos los escalones y debemos tomárnoslo con cierta calma, pero una vez arriba, sabemos que estamos a escasos metros de nuestro alojamiento (sea cual sea).

Aprovecharemos para visitar, aunque sea por fuera, la iglesia de San Nicolás, templo de los caballeros de San Juan de Jerusalén y uno de los monumentos románicos más singulares de todo el camino.

[subir]

Portomarín - Palas de Rei

Abr 30, 2019

La etapa de Portomarín a Palas de Rei va a ser la segunda del camino. Abandonamos el pueblo pasando frente a la iglesia de San Nicolás, hoy con una imagen bien diferente a la del día anterior. Lo que ayer era puro jolgorio de centenares de peregrinos, hoy es un remanso de paz, circunstancia que aprovecho para ordenar mis pensamientos de cara a la jornada que nos espera.

La salida de Portomarín arranca cuesta abajo para volver a cruzar el embalse de Belesar por un discreto puente, pero solo atravesarlo ese conato de alegría se trunca rápidamente al observar la subida que se avecina, la cual dominará una parte importante de la jornada. El primer repechón, de poco más de cuatro kilómetros, lo haremos en el más sepulcral de los silencios. Sin embargo, toda regla tiene su excepción, y frente a mí una pareja, cuya chica rubia, corpulenta y largas trenzas rubias, posiblemente sueca, empieza a entonar una bella canción, ¿se tratará de un canto vikingo?... pienso yo. Reconsidero mi primera intención de adelantarlos, para escuchar la canción completa, una bonita forma de arrancar el día.

Continua la ascensión, y cambio el canto vikingo por el de miles de pájaros que flanquean el camino. El día promete altas temperaturas (estamos en plena Ola de calor), con valores máximos de 37 grados. Si estuviéramos en cualquier otro lugar del mundo y bajo estas condiciones, desistiríamos de caminar, pero cuando haces el Camino de Santiago, nada te puede parar, ni la lluvia, ni el frío, ni los dichosos 37 grados de hoy. Es uno de los muchos efectos beneficiosos que aporta el Camino, ponerte en modo "reto" y trabajar tu determinación.

Tras 5 kilómetros, llegamos a lo que parece el final de la ascensión, o al menos eso quisiéramos. Pero no, tan solo es un pequeño descanso antes de continuar cuesta arriba, eso sí, con pendientes ya menos pronunciadas.

Hoy nos encontraremos con varios Hitos que nos señalizan desvíos complementarios. Dependiendo de nuestra forma física y de las condiciones climatológicas, les podremos hacer caso o no, y hoy claramente "va a ser que no".

Llegamos a la altura de una antigua fábrica de porcelana y toca cruzar con cuidado por primera vez la carretera. Hordas de peregrinos se aproximan por la retaguardia y otras tantas se ubican frente a mí. Es una etapa larga y todo el mundo se aplica lo de que "a quien madruga, Dios lo ayuda". Si ayer fueron los Mexicanos los que dominaron la ocupación de la vía, hoy son los andaluces los reyes absolutos. Marchan en grupo entre risas y algunos chistes, en una procesión que claramente recuerda alguna de las numerosas romerías que tienen lugar en España, especialmente en el sur de la península.

Entre Castromaior y Hospital de la Cruz, una nueva subida empinada nos quita el aliento, pero al llegar a lo alto del monte, las vistas nos recuerdan que si mereció la pena. Breve parada en un restaurante para hidratarse y a la salida esta exposición de tractores llama mi atención. Estamos en una zona rural que vive de la tierra y del ganado.

La siguiente parada será en Ventas de Narón, otra pequeña aldea con un par de albergues / restaurantes. Se puede parar a comer aquí o hacerlo algo más adelante. Por el camino, me cruzo con una casa que tiene curiosos parterres como el de las setas venenosas y la mariquita. Está claro que contra gustos no hay nada escrito, y personalmente reconozco no he aprendido a apreciar la belleza de estos jardines ornamentados con motivos como pueden ser los siete enanitos, Troles, Gnomos, mariquitas o setas alucinógenas.

El sol cae de lo lindo, y tras un breve descenso donde encontramos una cruz frente a la cual se hayan apostados una veintena de peregrinos franceses (circunstancia que aprovecho para sacar a relucir mi escaso vocabulario en esta bella lengua, con un breve "Bon Apres-midi"), llegamos a un albergue, no recuerdo si en Lameiros o en Ligonde, donde un grupo de jóvenes voluntarios nos obsequian con bebidas frías o calientes (limonada en mí caso), con sus mejores sonrisas y, para los más abiertos atrevidos, con abrazos. Frente al albergue, unas simpáticas gallinas sortean el calor con agua abundante.

Continuamos el camino con las últimas subidas, disminución en número compensada con la ausencia de arbolado, lo que nos permite mejorar notablemente nuestro incipiente bronceado. Justo en este punto me uno a una joven pareja valenciana, ambos sumamente agradables. Me explican entre risas como le habían echado a la jornada 4 kilómetros extras al desviarse para ver una iglesia y recibir una larga explicación de cura de toda la historia de ese santo lugar. Me imagino a los pobres, ambos dos muy educados, soportando las explicaciones durante casi una hora.

En muchos pueblos se hacen visibles las hortensias, generalmente azuladas, rodeando incluso como en este caso, la totalidad de la casa. A pocos metros de esta casa, se oye a alguien que está aprendiendo a tocar el violín, el tema escogido "La Marsellesa", muy adecuado en los días que corren.

Finalmente, tras una bajada, llegamos a Palas de Rei. Desde las primeras casas y la piscina municipal, aún nos queda un kilómetro hasta llegar al centro del pueblo, donde se hayan multitud de albergues y esta iglesia.

Fin de la jornada (de algo más de 23 kilómetros) y nos retiramos a descansar, no sin antes en mi caso para aprovechar a pintar un precioso hórreo situado en el jardín particular de mi alojamiento.

[subir]

Palas de Rei - Melide

Con la ruta de Palas de Rei a Melide entramos en nuestro tercer día del Camino de Santiago. La de hoy va a ser una etapa corta comparada con la de ayer, tan solo 15 kilómetros que podremos completar sin problema para llegar a Melide a la hora de comer. Y es que hoy, el mantra que guiará nuestra jornada será "comer pulpo en Melide, comer pulpo en Melide" y así todo el camino...

Esta pasada noche estuvimos durmiendo en Casa Roan, a las afueras de Palas de Rei, donde José Manuel y su mujer ofrecen un trato cercano y atento a sus huéspedes. Los pasan a buscar por Palas y al día siguiente los devuelven al mismo lugar de recogida, "así no hacéis trampas" me señalaba hoy José Manuel. Menudo hartón de comer me pegué ayer... ensalada a lo grande, filete de ternera, pimientos del padrón, patatas fritas caseras y huevos fritos. Helado para finalizar. Por cierto, el hórreo que publiqué en el resumen del segundo día, y que tambien publico ahora, se ubica en su jardín.

En fin, a lo nuestro, arranco la jornada algo tarde, ya que mi móvil ayer se cayó al suelo y al reconfigurarlo me cogió la hora de las Canarias, por lo que dormí una hora más de lo previsto (o una hora menos en Canarias). Las temperaturas bajaron y el calor se hizo mucho más soportable. Además, esta etapa ofrece abundantes zonas de sombra, por lo que el riesgo de insolación cae en picado.

Al poco de salir, las primeras dos peregrinas que encuentro son madre e hija de nacionalidad francesa. A la madre la veo sumamente apurada en la subida, así que reduzco mi marcha y lo hago por dos motivos: el primero para no despeinarla (en serio, pienso que la cena de ayer me dió superpoderes), y el segundo para empatizar en la medida de lo posible con su notable sufrimiento, Y es que fastidia bastante ver que no puedes con tu alma y que alguien te rebase como si fuera llano. Así que la adelanto lentamente, expiro fuerte (quizás incluso excediéndome en la dramatización), detalle que ella agradece con su sonrisa. Continúo así hasta llegar a la primera curva, y una vez desaparezco de su campo visual apretó el botón que me permite saltar a velocidad de hiperespacio (los seguidores de Star Trek me entenderéis). En mi caso, hablamos nada más y nada menos que de situarme en una velocidad de crucero de 450.000 milímetros por hora!!

Pronto llegamos a San Xullán, un pequeño y acogedor pueblo, donde sólo hay un albergue (el Abrigadoiro) y una preciosa iglesia románica del siglo XII (necesitada de cuidados por las numerosas humedades interiores). Aprovecho mientras me sellan la credencial para hablar con el Misionero laico que recibe a los peregrinos. La trama de la charla no es otra que la necesidad de apostar por un turismo sostenible, cosa que va en beneficio de todos, clientes, negocios y pobladores de los diferentes destinos.

Saliendo de la iglesia, entro en una pequeña tienda dividida en dos espacios, en uno ofrecen shiatsu y en el otro manualidades. Quiero recoger tarjetas pero no tienen, apuntar su Web y tampoco, el motivo es que quieren «vivir el ahora" y cuando alguien reserva algo se anticipa al ahora, por lo que se sale de su filosofía. Me da un teléfono pero me advierte que miran de no cogerlo por el mismo motivo... así que quizás en nuestro próximo encuentro (en el programa de septiembre), decida que vamos a vivir ese "ahora" y reclamaremos 12 masajes, sin cita previa, aunque solo sea para ver qué sucede.

Continúa la ruta por agradables y poco concurridos senderos (que gozada el día de hoy) y volvemos a hacer una breve parada en Leboreido, donde entramos en su iglesia de Santa Maria y, a la salida del pueblo, cruzamos su bonito puente medieval. Faltan solo 5 kilómetros para Melide.

A partir de aquí ya las señales de civilización se hacen más presentes, pero tampoco se trata de un cambio dramático, enseguida volvemos a entrar en zona de bosque hasta llegar a Furelos, con su espectacular puente también de la época medieval y variedad de establecimientos para comer.

A tan solo un kilómetro para Melide, el sol ya cae con más fuerza y las sombras escasean. Eso sí, encontramos diversas fuentes en el recorrido. Una vez en el núcleo urbano entramos en una de las dos pulperías más famosas de Melide, con capacidad para muchísimos comensales. El plato obligatorio es la ración de Pulpo (Polbo) con acompañamiento aparte de patatas hervidas. Todo condimentado con pimentón picante y sal. Una delicia que tenéis que probar.

Por la tarde, después de la siesta de rigor, paseo por el centro del pueblo (casco antiguo pequeño pero acogedor) y para cenar me dirijo a Casa Alongos, un pequeño restaurante con terraza y jardín cercano a las pulperías, donde se pueden comer platos vegetarianos y así compensar el exceso de proteínas del mediodía. La familia que lo regenta es gente amable a la que le gusta el trato con el público. Quedó pendiente probar sus hamburguesas de pulpo, quizás también en septiembre será una buena ocasión.

[subir]

Melide - Arzúa

Ya estamos en la cuarta etapa del camino con el trayecto que une de Melide a Arzúa. Se trata de una opción relativamente nueva, ya que antes todo el mundo hacía de un tirón Palas de Rei - Arzúa, recorriendo sus 30 kms. En cambio, ahora cada vez más gente (como nosotros), opta por hacer tramos más digeribles con el fin de disfrutar del Camino y no de sufrirlo. Sorprende ver multitud de gente que obsesionada por quemar kilómetros, no levantan la vista del suelo para contemplar el bello paisaje por el que atraviesan, se marcan tiempos estrictos y no se permiten más allá de 15 o 20 minutos para comer. Difícilmente el Camino pasará por ellos!.

Hoy, sin echar cuenta, cambio mi desayuno habitual por otro bajo en hidratos de carbono, a lo que le sumo la ausencia de café. El resultado ha sido la falta de energía que no me permitió despegar los pies del suelo. Hoy mis piernas y mis pies ya no volaban como ayer.

Nuevo cambio meteorológico y la temperatura en claro descenso, lo cual me obliga a caminar abrigado. En dos días, se redujo la temperatura en 22 grados. A este paso, no sé si mañana habré de alquilar raquetas de nieve para completar la próxima etapa!!

Una vez desayunado, arranco a caminar en un paseo que vuelve a ser sumamente agradable y sombreado. Al poco rato llegamos a Santa María de Melid, una pequeña ermita románica del S XII que alberga en su interior un fresco original perfectamente conservado y la última verja de hierro medieval que se conserva en todo el camino.

La primera parte del recorrido transcurre por caminos de fácil pisada, entre bosques y campos de cultivo. Estamos todavía en la Galicia Rural, y eso alegra la vista y el espíritu.

Hoy también son pocos peregrinos que se cruzan en mi camino, pero en esta ocasión seré yo el que sufra adelantamientos constantes, como el de esta familia, donde el chaval escucha atentamente las explicaciones de su padre sobre lo que significa ISO en la fotografía. No importa, simplemente le eché la gasolina incorrecta al motor, mañana le añadiré algo más de octanaje.

Cuatro días en el Camino es tiempo suficiente para encontrarse con caras conocidas, gente con la que has compartido alojamiento, coincidido en una comida, o simplemente caminando, como por ejemplo una extensa familia andaluza que en la "Cafetería el Alemán" han entonado el himno del Sevilla (con el clásico "sevillista seré hasta la muerte..."). Se me hace raro escuchar himnos futbolísticos en este contexto, solo con que cambiaran la palabra "sevillista" por "peregrino" el resultado tendría más sentido: "peregrino seré hasta la muerte...".

Cruzamos un riachuelo saltando sobre una piedras. No hay peligro alguno y el páramo es realmente bello, digno de pararse al menos 5 minutos a contemplarlo y escuchar el paso de las aguas.

Poco después el camino comienza a enseñar sus garras y las cuestas se suceden sin piedad. Mientras acometo la subida, tratando de tomármelo con calma, controlando mi respiración y pulsaciones, una voz femenina aguda me pega un susto de muerte, deseándome el conocido "Buen Camino" pero a un volumen no inferior a los 300 decibelios. Se ve que estaba escuchando música con su iphone y no controlaba el volumen que emitía su voz. Pero saqué partido de este pequeño incidente, ya que al disparse mis niveles de adrenalina, pude acelerar el paso, aunque solo fuera durante tres o cuatro minutos. Quizás sería buena idea incorporar voluntarios asustadores a mitad de estas subidas...

Pasamos un puente medieval a la altura de Ribadisio, donde algunos aprovechan para remojarse los pies. Un poco más adelante, hay la opción de desviarse unos 200 mts. para ir a una playa fluvial (bien señalizada).

Antes de llegar a la altura de la nacional, a la izquierda se puede ver una casa repleta de banderolas con frases inspiradoras», alimento del espíritu.

En fin, llegamos a Arzúa y me llama la atención la existencia de muchos negocios dedicados a hacer masajes a los peregrinos. No es mala idea, pienso... así que después de comer, decido probar a ver qué tal sienta eso de relajar las partes más castigadas del cuerpo. La respuesta no se hace esperar, "de maravilla", salgo como nuevo y me lo apunto para el viaje de septiembre, seguro que más de uno del grupo se apuntará también.

Así como ayer se imponía comer pulpo, hoy en Arzúa se impone comer queso de Arzúa-Ulloa, está elaborado exclusivamente con leche de vaca y su maduración no debe de superar las dos semanas. Pero eso ya por la noche, acompañando dicho manjar con otro no menos suculento, el caldo gallego.

[subir]

Arzúa - Pedrouzo

En este quinto día de viaje recorremos el tramo que va de Arzúa a Pedrouzo. El día se levanta nublado y algo frio, en una etapa que se asemeja en cierto modo a la de ayer, aunque las ascensiones son más gentiles.

Aprendida la lección, hoy toca desayunar correctamente. No sé qué pasará en los pueblos con los bocadillos, todos me parecen tamaño XXL y apenas soy capaz de comer la mitad, incluso menos, dejando el sobrante como tentempié durante la ruta.

Pocos son los elementos a destacar del recorrido de hoy: bosque, campos, más bosque, algunas casas, riachuelos, más bosque,... , por lo que os contaré la forma peculiar con la que vivi esta jornada.

De inicio, y durante los primeros 3 kilómetros, parece como si todos nos hubiéramos puesto de acuerdo en mantener las distancias entre nosotros, una especie de tratado de "no adelantamiento". Resultaba relajante contemplar como todos nos integrábamos perfectamente en el entorno, lo que me permitía centrarme en el "aquí" y en el "ahora". Más súbitamente, escucho las primeras pisadas sobre el terreno que se acercan rápidamente hacia donde yo me encontraba. Se trataba de una chica, con la que me crucé el día anterior y que, tras desearme "Buen camino", con paso ligero, muy ligero, decide romper el tratado y ponerse en cabeza. Con este acto, se abre una pequeña brecha en el estado de paz interior en el que me hallaba sumergido, por lo que dos opciones se abrían ante mí: regresar a ese estado de paz o presentar batalla (metafóricamente hablando, claro está). Analizo brevemente ambas opciones y me declino por la segunda.

Tomada ya la decisión, inicio gradualmente la aceleración pero justo entonces aparece la primera subida, no muy pronunciada pero si lo suficientemente larga como para aconsejar volver al ritmo anterior. Observo a mí anónima contrincante con la esperanza de que se tome un respiro, más ella no parece estar por la labor. Es más, no se le ocurre otra cosa que apretar el paso. Debe de ser esa clase de senderistas que se crece con las subidas (no es mi caso).

Por un momento su reacción ante el obstáculo me aturde, era difícil de imaginar que toparía con una adversaria tan preparada, atlética casi diría. Pero lejos de doblegarme ante la evidencia, decido no a dar mi brazo a torcer tan fácilmente y meto la reductora mientras aprieto también el acelerador. No llevo pulsómetro, pero seguro que mi ritmo cardíaco no bajaba de las 140 pulsaciones/minuto.

Tras 7 kilómetros de constantes aproximaciones y distanciamientos, se obra el milagro y consigo rebasarla. Qué momento de gloria!!. Sin duda me merecía un trofeo de enormes dimensiones por mi tenacidad. Pero era consciente de que mantenerse en el Podio sería complicado ante semejante rival, muy superior a mí en cuanto a capacidad pulmonar se refería, por lo que decido colgar las botas y retirarme como un campeón. Paro en seco, reposo en el suelo mi mochila, me bebo de un solo trago media cantimplora y dejo que ella me rebase hasta perderla de vista en horizonte. "Buen camino peregrina!!".

Referente a lo de colgar las botas, en este tramo son muchos los hitos en los que encuentro botas colgadas sobre ellos, probablemente de peregrinos que decidieron abandonar su sueño ante el cansancio acumulado, dejando allí la huella del esfuerzo por coronar la cima de todo peregrino, llegar a Santiago de Compostela.

Y hablando de esfuerzo, de constancia y de tesón, pronto paso frente a un peregrino que sufre inmovilidad total en sus dos piernas, avanzando lentamente por el camino con ayuda de dos muletas. No puedo ni siquiera imaginar la dimensión del esfuerzo que se precisa para completar cada tramo con semejante hándicap. Así que decido simbólicamente, desprenderme del trofeo recién ganado para entregárselo en el más completo de los silencios. Él sí que en verdad es un campeón.

Llego por fin a Pedrouzo, final de etapa y con una población de aproximadamente 300 habitantes que alberga más de 2.000 peregrinos al día. Aquí podemos encontrar supermercados, cajeros, tiendas de souvenirs, peluquerías, quiroprácticos y un sinfín de restaurantes y cafeterías.

Tras recibir las pertinentes y acertadas indicaciones del responsable de la Pensión donde me alojo, decido comer en el restaurante Pedrouzo, donde por 12€ tienes un excelente menú de ternera a la piedra (con salsa a parte del estilo chimichurri), patatas fritas, ensalada, postre y bebida. Altamente recomendable!

[subir]

Pedrouzo - Santiago de Compostela

Con la etapa que va desde Pedrouzo a Santiago de Compostela concluimos nuestro viaje por la más importante ruta de peregrinación de Occidente.

El día arranca pronto, a las 6:30. A esa hora abandono el hotel y me dirijo a una de las dos pastelerías del pueblo que abren a las 6h para desayunar. Entro a la más concurrida, la otra anda más justa de clientela. Nunca sabes si la diferencia se debe a un tema de calidad, de fama o tan solo de suerte, pero es cierto que acostumbramos a movemos por referencias.

Son las 7:15 y comienzo a moverme, deshago el último kilómetro que hice ayer para acceder a mi alojamiento y pronto entro en una zona boscosa. La cantidad de peregrinos que a esta hora se concentra en este primer tramo de la ruta se sale de lo habitual. Como no me gusta demasiado marchar a la cola de un grupo, básicamente porque me tapan la visión diáfana del camino, decido mantener el ritmo fuerte con el que arranqué en la pastelería. Comienzo a dejar a mis espaldas peregrinos y más peregrinos. Para ser mi último día de ruta, me sorprende el ritmo al que soy capaz de caminar, velocidad y energía que contrasta con los rostros que observo a mi paso. Algunos, al ver cómo los adelanto, no pueden evitar el hacer algún comentario, como por ejemplo: "ves, a este no le hace falta la bici" (en referencia a un comentario anterior), o bien otro más corto donde exclamaba un "jo..r, vaya máquina". Menudo chute... con un público tan entregado uno se viene arriba rápido!!

Hoy las subidas se concentran en dos tramos, la primera entre Amenal y Cimadevila y la segunda entre Labacolla y el Monte do Gozo. Le estoy comenzando a coger el tranquillo a las subidas, compensando las carencias respiratorias con ejercicios de hiperventilación que me ayudan a superarlas sin reducir excesivamente la velocidad. Además, las pulsaciones las mantengo controladas, por lo que mi cuerpo da señales de que todo va bien.

En Labacolla, localidad hoy es conocida por albergar el Aeropuerto de Santiago, antiguamente los peregrinos lavaban sus ropas y sus cuerpos para presentarse debidamente ante el apóstol. Además, esa costumbre higiénica, les permitía ascender a buen paso hasta el Monte do Gozo (llamado así porque era el primer punto donde se divisaba la ciudad). A día de hoy, la existencia de un complejo hospitalero construido desde la capilla de San Marcos hacia abajo, ha arruinado ese paisaje.

Comienza el descenso por el otro lado del Monte do Gozo y estamos expectantes de ver aunque solo sea un detalle de la Catedral, pero eso no ocurrirá hasta que transitemos por la Rua de San Pedro, a un kilómetro exacto del Monumento. Esta bonita calle se la ve repleta de vida, de comercios, restaurantes y pastelerías donde comprar una tarta de Santiago.

La entrada en Santiago se produce justo cuando abandonamos el Monte do Gozo. Como sucede con la entrada en buena parte de las ciudades, no será esta de las mejores visiones que hayamos tenido en el Camino, Además, estamos impacientes por llegar y nos interesan lo más mínimo las autovías, rotondas, barrios residenciales, etc... Un gran cartel y una estatua de grandes dimensiones nos anuncian la llegada al núcleo de la ciudad.

A partir de la Plaza del Carmen arranca el casco antiguo, con calles cada vez más concurridas, músicos y artistas callejeros se ubican por doquier, siempre rodeados de un público ocasional.

Y, por fin, entro en la Plaza de Obradoiro, accediendo desde la parte trasera y pasando tras un pequeño túnel. Muchos son los grupos de personas que se concentran en la plaza y no es difícil percibir la explosión de emociones que se produce en ese lugar. Abrazos, risas y también llantos. Y es que hacer el Camino nada tiene que ver con salir a hacer un paseo o una excursión, son muchas las horas en las que le exiges tus pies que aguanten un poco más, a los pulmones que alberguen más oxígeno y a tu corazón que lata con fuerza pero de forma controlada. A eso, quizás le debas sumar un clima adverso, la falta de horas de sueño o el haberte separado durante unos días de tu familia o pareja. Yo no pude tampoco contener parte de esa emoción, cerré los ojos, inspiré profundamente y le regalé una sonrisa al sol.

Tras ese momento, puedes optar por entrar en la Catedral (ojo, primero habrás de dejar tu mochila en Campus Stellae situados en Plaza de la Quintana, ya que no permiten el acceso con ellas), o bien ir al directamente a la Oficina de acogida del Peregrino (Rúa Carretas, nº33), donde darán la "Compostela" que acredita tu peregrinación a la Tumba del apóstol Santiago. Yo me había propuesto llegar para la misa de las 12h, y justo a esa hora estaba subiendo por las escalinatas de la Catedral mientras sonaban sus potentes campanas.

Por la noche, toca descansar del viaje y en esta ocasión escogí el Hostal Alfonso, un pequeño establecimiento muy céntrico a la par que tranquilo, ya que está situado frente al parque de la Alameda. Mi habitación goza de spectaculares vistas a la Catedral. Tortilla de patatas, pimientos del padrón y algunas copas de buen vino albariño nos acompañan en esta cena de despedida con la que, improvisadamente, nos han obsequiado los amables dueños del Hostal. Buena suerte y Buen Camino Peregrino!