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Camino de Santiago 2011
0a. Prólogo
00. La serpiente de dos colas
01. Con los Pirineos a la espalda
02. Despacito hasta Pamplona
03. Viejas cuentas saldadas
04. Una larga travesía hasta Estella
05. Las primeras trazas de una Castilla inminente
06. Un ratico hasta Viana
07. Bajando hasta el valle del Ebro
08. 30 hasta Nájera
09. Dos gallos y una gallina
10. Dos semanas en Castilla
11. Tras los Montes de Oca
12. Chinches en Burgos
13. Mares de trigo en Castilla
14. 'Leones' en tierras del 'País Lleonés'
15. Cuando Castilla era León...
16. El puente del Passo Honroso
17. La Maragatería
18. Picando hacia arriba
19. El Bierzo y a las puertas de Galicia
20. A Villafranca con la retranca puesta
21. En el hogar de Breogán
22. Otra vez en Barbadelo
23. Sol sobre Portomarín
24. Como un cohete hasta Pedrouzo
25. Santiago; kilómetro cero

Prólogo

martes 27 de diciembre de 2011

Estimados amigos. Hace algunas semanas culminamos nuestro cuarto Camino de Santiago. Ha sido una aventura que trasciende el esfuerzo físico y la majestuosidad de paisajes y monumentos. Hacer el camino es una experiencia humana increíble que sirve para aprender y conocer gente con una enorme valía personal. Durante 31 días recorrimos el tramo que separa Roncesvalles de Santiago de Compostela con un grupo de personas que hoy, son nuestros amigos. Les invitamos a seguir el día a día de este viaje iniciático y vital a través de los post que, desde el mismo Camino, fuimos escribiendo tarde a tarde, kilómetro a kilómetro. Este es un diario vivo. Escrito con las tripas y desde la emoción. Ojalá disfruten con su lectura tanto como lo hicimos escribiéndolo. Buen Camino.

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La serpiente de dos colas

viernes 30 de septiembre de 2011

El camino es viejo. Más viejo de lo que uno pueda imaginar. No hace falta más que alzar la vista hacia arriba en una de estas noches claras previas al invierno para darse cuenta de ello. Uno se imagina al primer hombre (y mujer, oiga) que tuvo una chispa de genio en alguno de los centímetros cúbicos de su cráneo mirando hacia el cielo y preguntándose hacia donde va esa enorme mancha lechosa que se pierde hacia occidente. Es probable que ese primer intelectual se diera cuenta de que el reguero de estrellas sigue el mismo camino que el sol en su ruta diaria y que atara cabos; ¿un rastro de ese objeto bondadoso que da luz, calor y vida? No lo sé. Pero no es difícil elucubrar que el homínido u homínida de marras vinculara esas dos realidades y viera en ellas algo mágico que se escapaba a su comprensión. Y si hoy aún nos sigue pareciendo cosa de hados pese a los neutrones y todas esas cosas no me puedo imaginar lo que debería pensar aquellos humanos que vestían por primera vez los pañales de eso que llamamos cultura.

Pues sí, es viejo. Uno siente los millones de pies que hollaron la senda desde tiempos inmemoriales. Se siente a través de las leyendas; de las piedras que forman puentes, abadías, iglesias, castillos, tumbas; del anhelo y el esfuerzo de los que te acompañan en esta senda hacia el occidente... Porque esta vía que busca el lugar donde se pone el sol es tan vieja como la propia humanidad que lo transita. Dicen, los que saben de estas cosas, que antes de que se descubrieran los restos del apóstol en una ciénaga cercana a la parroquia de Irina Flavia ya caminaban hasta los límites de la tierra los paganos para quemar sus pertenencias y purificarse en ritos que, hábilmente, se encauzaron dentro de la ortodoxia cristiana para evitar que las viejas costumbres se dejaran de lado ocasionando problemas sociales entre los fieles menos domesticados. Los primeros fueron los creyentes de olimpos de antes de la cruz y sólo después (mucho después) llegaron los reyes, los obispos, los hermanos hospitaleros, los franceses, los visionarios, los templarios, los pícaros, los magos, los turistas, los místicos...

Al camino lo llaman de muchas maneras. Pero una de las que más me gustan es 'la serpiente de dos colas'. Quizás porque enlaza con la esencia más antigua de esta ruta más allá de apóstoles, cruces, penitentes e insufribles 'turigrinos'. Porque hace referencia a ese enorme jirón de pequeñas luces que, por las noches, marca el camino hacia el ocaso. Porque Compostela significa, sencillamente, eso: Campo de Estrellas (Campus Stellae).

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Con los Pirineos a la espalda

sábado 1 de octubre de 2011

Ahora mismo estamos en Zubiri, en dónde María, y la verdad es que estamos la mar de bien. Da gusto encontrar lugares como el Albergue Zaldiko después de una jornada como la de hoy en la que, la falta de kilómetros que añadir al libro de ruta se compensa de manera crecida con un continuo sube y baja que te deja las piernas molidas. Casi 22 kilómetros desde Roncesvalles para completar este descenso al valle de Estiribar desde las alturas de la cordillera de Los Pirineos. La ruta no es demasiado exigente, pero las continuas subidas y bajadas convierten el paseo en un auténtico 'rompe piernas'. Nada que no arregle un rato de conversación con los que vienen compartiendo estas primeras millas con nosotros mientras metemos los 'pinrreles' (pies) en las aguas frías de un río Arga que aún baja tranquilo a la espera de las primeras aguas de un invierno que se aproxima inexorable (solo hay que ver como los naturales ya van apilando grandes cantidades de troncos ante las casas para darse cuenta de que el frío ya está a la vuelta de la esquina).

Salimos de Roncesvalles cuando el sol aún no asomaba por las cresterías que cierran el valle por el flanco de naciente. Tenemos que confesar que hemos pecado de perezosos, ya que cuando alcanzo a abrir los ojos la mayor parte de los peregrinos y peregrinas que han dormido en este albergue recién remozado han partido ya camino a Compostela. Cada mañana se repite la frenética rutina de mochilas que se recomponen entre prisas y bostezos. Es uno de los muchos ritos que se repetirán hasta la saciedad en las próximas semanas. Pero hoy, mientras todos arreglaban con frenesí el equipaje, nosotros aún dormíamos. Por eso hemos tenido que desayunar en la parte trasera del refugio entre las brumas de una mañana fresquita. Todos los albergues públicos cierran a las 8.00. Pero las sábanas nos han permitido disfrutar de la espléndida Santa María de Roncesvalles en exclusiva. Sólo un sacerdote anciano de postura hierática, la hermosísima imagen de la virgen, todo ese gótico francés del más puro estilo y nosotros.

Y que quieren que les diga, ha valido la pena. El resto ha emprendido ruta al socaire de linternas. Círculos de luz que apenas permiten distinguir más de un par de pasos cuadrados. Nosotros hemos transitado por las veredas que salen de Burguete con un sol rojo bañando los campos de una luz encantadora de otoño. Y la verdad es que son imágenes que no olvidaremos durante el resto de nuestras vidas.

Dicen las guías que el camino de hoy es un suave descenso hacia el valle esculpido por el río Arga, pero la verdad es que dos chinchetitas como los altos de Mezkiritz y Erro son para tenerlos en cuenta. No es que sean murallas imposibles de escalar, pero están situadas en el lugar indicado para convertir 21 kilómetros de plácida y bucólica travesía en un paseo exigente; que no difícil, eh!!! Y en medio quedan los prados, los cercados donde pace tranquilo el ganado, las cresterías lejanas de unos Pirineos venidos, en estas latitudes, a menos y los pueblecitos encantadores como el propio Burguete, Espinal, Bizkarreta y este Zubiri en el que, en estos momentos, me encuentro.

Lo peor son las bajadas. Algunas de extrema dureza como los últimos metros de ruta que desembocan en el románico 'Puente de la Rabia', una de esas obras maestras de la ingeniería medieval que sirve, en este caso, para acceder a la meta de este primer día de peregrinaje. Un puente que tiene leyenda, puesto que la tradición asegura que todo animal que da tres vueltas a su estribo se ve liberado de la temible enfermedad. Y también hay gente. Sobre todo eso: gente. Como ese argentino que va adelantando el Apocalipsis o el joven que pide alojamiento gratuito en los albergues porque, como él dice, ha hecho voto de pobreza a la hora de empezar la peregrinación.

Y aquí estamos, en Zubiri uno de esos pueblos encantadores pueblos de la alta montaña navarra. Mañana habrá que seguir el cauce del Arga hasta Pamplona aunque por ahí han propuesto la posibilidad de seguir hasta Cizur para darnos un homenaje en el Martintxo, uno de los mejores mesones que conozco. Eso es lo que tiene el Camino, que desde el primer momento uno hace grupo y aunque hoy cada uno ha disfrutado de su momento de soledad, al final se crean lealtades que permanecen inquebrantables por los kilómetros de los kilómetros. Esta noche hay movida en Zubiri: chistorrada y deportes autóctonos. Ya les contaremos.

¡Buen Camino!

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Despacito hasta Pamplona

domingo 2 de octubre de 2011

El Puente de La Rabia es un auténtico tapón en el flujo constante y tupido de peregrinos a primeras horas de la mañana. Hace ya casi una hora que amaneció y los más rezagados comienzan con ganas desandando el apenas centenar de metros que separa el centro de Zubiri de la margen izquierda del Arga para reincorporarse a 'El Camino'. Hoy opto por la soledad y me adelanto al grupo cohesionado que ya formamos Montse, Soraya, Rafael, Heriberto y el que suscribe. Ellos están tomándose un café cuando yo empiezo a caminar. Lo tengo claro. Voy a disfrutar a tope de la jornada y eso impone reglas severísimas: caminaré lento; no haré paradas salvo para hacer fotos y beber agua y hablaré con mis compañeros de peregrinación en marcha. Son casi 21 kilómetros. Una caminata que dejará atrás la cordillera de Los Pirineos para empezar a buscar paisajes más 'mesetarios'. El tiempo acompaña. Cielo de azul profundo. Luz de otoño. De esas que tanto me gustan.

El camino es ameno hasta Arleta (los primeros 13,5 kilómetros de la cuenta de la jornada). Veredillas que suben y bajan junto al río dejando joyitas como Ezquirotz, Larrasoaña, Irotz o Zabaldika. Pueblecitos colgados de las laderas de este Valle de Esteribar que abandonaremos hoy cuando lleguemos a Pamplona. Voy lento. No desespero cuando veo como hiperactivas damas bien entraditas en años me pasan como una exhalación deseándome Buen Camino. No me importa lo más mínimo llegar el último y verle el culo a todos los que comparten hoy la senda conmigo. Estoy disfrutando de la mañana como hacía mucho tiempo que no hacía.

Rebosa el sol por las cresterías de Esteribar y los bosques cobran vida. Avanzo por una especie de túnel de árboles en el que la luz no las tiene todas consigo. De vez en cuando algún rayo se cuela entre la fronda creando un cuadro de claroscuros que acentúa la belleza de un lugar sólo estropeado por la horrenda mina a cielo abierta que te repele nada más salir de Zubiri. Y en estas voy pensando en lo que ha pasado en los últimos meses y llego a la conclusión de que he acertado con la decisión que he tomado; que es más importante ser feliz que tener dinero o prestigio profesional. Hoy he sido feliz. Felicidad, de verdad y sólo me han faltado mis padres o Patricia para que la cosa fuera completa.

Hablo con otros peregrinos como Jack y Leroy, de Atlanta. Leroy es profesor de Historia en una universidad norteamericana y desde siempre ha tenido una "enorme fascinación por lo que el Camino significó para Europa en la Edad Media". Hace cuatro años probó por primera vez y ya lleva cuatro. Cada año vuelve y dice que repetirá hasta hacerlos todos. Él también es feliz. Les deseo buen camino y los dejo ir. Van como un tiro y, según parece, dormirán en Cizur. Lo más seguro es que no los vuelva a ver.

Y casi sin darme cuenta llego a Arleta, donde el camino sigue el trazado de un precioso parque fluvial que recorre el cauce del Arga hasta más allá de Pamplona. El Camino se hace aquí más monótono y sacrificado. Y se suceden Huarte, Villava y Burlada en una calle sin fin que sólo se interrumpe cuando el camino llega al deprimente Barrio de La Magdalena, una mancha de injusticia social en la pulcra y rica Navarra. De ahí al Puente de la Magdalena, una joya del románico que hay que ver, sólo hay un paso. Desde mucho antes, se ve por encima de las copas de los árboles la silueta maciza de la Catedral de Pamplona lo que hace un poco más llevadero un camino que llega a cansar. El postre de la jornada es la entrada a la ciudad a través de las murallas. Plis, plas y estamos en el bonito barrio antiguo pamplonica.

¡Buen Camino! De esta guisa me reciben en la ciudad. Una turista me lo dice de una manera tan débil que casi no la oigo. Aprovechan que estoy allí para hacerme una foto mientras dicen: Peregrino, Peregrino. Los pies me están matando. Heri me llama para saber dónde estoy. Ellos aún andan en Villava por lo que me subo a la catedral que está cerrada. Pintxos de altura en 'Bistró Catedral' para esperar al grupo que llega cuando estoy pagando la cuenta. Los acompaño a comer y hablamos de la jornada. Comparto con ellos ese momento de intensa alegría que he tenido por la mañana y brindan por mi decisión. Me abrazan y dicen que he acertado; que ha sido un arrebato de valentía que sólo puede traerme cosas buenas. Brindo por ello. Ahora estoy en el impresionante Albergue de Jesús y María juntando estas letras mientras el grupo hace yoga para recuperar fuerzas. Yo estoy bien. Sorprendido con mis piernecillas castigadas. Lo que han sufrido y aún están ahí, aguantando mi peso y mis locuras.

PD: Acabo de llegar de ver la Catedral de Pamplona y es hermosísima. Gótico puro.

Buen Camino!!!!

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Viejas cuentas saldadas

martes 4 de octubre de 2011

Todo lo que venga a partir de ahora es un regalo. Hacía días que andaba yo dándole vueltas a la etapa de hoy y no sabía como convencerme de que era capaz de hacerla. Repetirme una y otra vez que aquel recuerdo nefasto de 2002 no se volvería a repetir y que podría seguir más allá del puente que separa la orilla oeste del Arga del magnífico casco medieval de Puente la Reina. Y aquí estoy; sentado junto a la corriente mansa del río mirando la otra orilla; la que mañana, si nada lo impide, me conducirá a Estella, la cuarta etapa de este camino de estrellas. Dos perrillos de esos tipo fregona olisquean sin mucho asco las cholas sobre las que descansan unos pies doloridos después de más de 30 kilómetros de marcha bajo un sol de justicia. "Hacia años que no teníamos estas temperaturas por estos años", nos suelta un vejete gracioso que anda enchufando a manta un huertecillo de coles a las afueras de Puente. Puente la Reina. Otra vez aquí. Esta vez me quedo anclado en esta orilla. No quiero pasar al otro lado. Lo haré mañana.

Las amistades de camino son de verdad. "Aquí nadie puede esconder lo que verdaderamente es", me cuenta Montse mientras ascendemos sin pausa ni prisas las últimas rampas del traicionero Puerto del Perdón. Caminamos despacio. Yo por esa mezcla de precaución y miedo que me acompaña desde que decidí embarcarme en esta aventura hace ya algunos meses. Ella ya anda lastrada por esa primera ampolla temible que ha aparecido en el tercer día. Es curioso lo que pasa cuando uno transita rumbo a Compostela. Horas después, bajo un sol abrasador camino de Muruzábal, Rafael me cuenta que se ha ido a la calle después de más de 38 años de trabajo en una empresa textil que ha decidido abaratar costos trasladando su producción a La India.

Pero eso no es todo: Hace unos años le diagnosticaron un cáncer del cuál salió airoso, pero con unos terribles efectos secundarios que le destrozaron la cabeza de ambos fémures. Rafael venció al cáncer, se sobrepuso a sus problemas físicos y se dijo, "me voy a hacer el camino" Y aquí está. Lo conozco desde hace tres días y sabe cosas mías que nunca le he contado a nadie. Sori y Heri forman también parte de lo que he llamado 'La hermandad de la serpiente de dos colas', un grupo al que esta noche se han adherido Félix y Juani, dos ciclistas que se amoldarán a nuestro paso para compartir viaje hasta Logroño. Casi todos contamos cosas de calado: decisiones que nos marcan. Pinceladas de vida que van conformando lo que vamos a ser en los próximos años. Hoy el verbo no es tan fluido. Quizás la sidra tenga la culpa.

Y también hay camino. Hay paso nostálgico por Cizur Menor. Para algunos esta será la localidad de las iglesias Sanjuanista y Parroquial, ambas de un inmaculado románico que las convertiría en joyas en cualquier lugar, pero yo paso de largo con amargura por las puertas del Martintxo, uno de los mejores asadores que conozco. La economía de guerra ya no permite esos dispendios; también está ese ascenso al Perdón entre los campos agostados y desnudos de Girasoles; que les voy a contar de la bajada hasta Uterga. Lugar de infausto recuerdo donde terminó mi último camino entre dolores y sangre coagulada. Y Eunate (sueño cumplido a medias porque está cerrada a la visita), y Obanos, lugar dónde se unen los caminos aragonés y navarro para enfilar juntos la meta compostelana. Pero ahora en Puente la Reina la cosa vuelve a tomar sentido.

Y el camino se convierte en algo más que una sucesión de lugares, paisajes y nombres. A la mesa hay gente que apenas ha cruzado media docena de conversaciones serias en los últimos días; pero son mi gente. Los que comparten conmigo los dolores y sufrimientos del camino. Los que me escuchan cuando hablo y brindan por mi felicidad futura. Eso es el camino. Quien no sepa ver más allá es que nunca sabrá lo que esta decisión significa. Los que fanfarronean; los que se pasan de listos; los que hablan sin saber; los que buscan cosas que no se encuentran aquí... Esos nunca sabrán lo que supone peregrinar hacia Santiago.

PD: Soraya nos ha dejado hoy para volver a su casa. La volveremos a ver en unos días y siempre formará parte de este grupo de gente especial con el que nos hemos topado. No todos llegaremos a Santiago; Alguno caerá y otros más se añadirán en los próximos días. Todos forman parte de esta hermandad extraña. Voy a preguntarle a Sara los fundamentos psicológicos de esta especie de euforia colectiva y buen rollito que imperan en el 'Camino'. Les mantendré informados.

PD1: Espero que mañana hablemos un poco más de la etapa del día (si el Apóstol nos permite terminarla).

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Una larga travesía hasta Estella

martes 4 de octubre de 2011

Los peregrinos entran y salen del camino de manera constante. Hace unas horas andaba sentado en un pequeño puente entre Ciraqui y Lorca y despidiéndome de Félix y Juani, dos valencianos que hacen la ruta desde Roncesvalles a Logroño en bicicleta. Ayer nos los encontramos poco después de acabar la peligrosa cuesta abajo del Alto del Perdón y anoche compartimos una animada cena en una sidrería de Puente la Reina donde, a parte del jugo fermentado de la manzana corrieron anécdotas, anhelos, esperanzas, risas: Camino, al fin y al cabo. Y hoy los hemos dejado de ver. Les ofrezco mi casa para cuando quieran ir a Gran Canaria. No sé si los volveré a ver. Pero entran otros. Como Joaquín, un valenciano muy cachondo con el que he compartido la última parte de una exasperante etapa que ha acabado en Estella.

23,5 kilómetros. Esta mañana me queda ya lejos. Es como si los primeros pasos por Puente la Reina con la alborada en ciernes no se hubieran dado hace ocho horas. Y eso que se empezó fuerte. Apenas clareaba cuando salí del albergue y recorrí la Calle Mayor para desembocar en el magnífico Puente Románico que da nombre a la ciudad en combinación con el título de la reina doña Mayor, viuda de Sancho Garcés III. Ayer, mientras los pies descansaban en el césped húmedo y frío desde el que observaba el puente, una pareja local nos hablaba de la simbología del puente en el universo jacobeo y de las tradiciones que se relacionan con el de 'Gares' (Puente, en euskera), como llaman de manera coloquial a la pequeña ciudad. Nos dicen que los peregrinos tenían la tradición de cruzarlo descalzos y dar tres vueltas a un pequeño altar donde se colocaba una imagen de la Virgen. Otra curiosa leyenda es la del 'Txori', un pajarillo que cada mañana limpiaba la efigie con su pico y sus alas. "Energía", nos comentaba la señora. "Aquí estuvieron los templarios y todo tiene un significado oculto. Yo lo noto. Sólo hay que ir a ver Santa María de Eunate para darte cuenta de ello". Asentimos.

El sol salió mientras devorábamos metros por la cómoda pista de tierra que sustituye al Camino original, sepultado por una autopista. La tachuelilla previa a la coqueta Mañeru fue la única dificultad de una mañana que pasó rápido entre viñedos y campos de labor que esperan siembra con los terrones de tierra a tripa descubierta. Curiosa combinación de marrones, amarillos y verdes en una campiña que se deja querer. Los pueblos se suceden con rapidez y te da la falsa sensación de que la etapa acabará pronto. Cae Ciraqui a continuación y son poco más de las nueve de la mañana. Parece que vamos bien.

Ciraqui se agarra a la peña que lo sustenta en un abigarrado laberinto de callejas donde apenas entran los rayos del sol. Desde la distancia (la vista sobre la población aparece nada más salir de Mañeru) sólo se ve un conjunto abigarrado de tejados del que sólo sale la torre de la iglesia. De cerca, el pueblo acentúa su carácter de fortaleza con callejuelas estrechas, quiebros imposibles y joyas como el arco gótico que da paso al casco histórico de este antiguo burgo medieval. Y vamos bien.

Bien cuando subimos las empinadas calles; bien cuando nos reencontramos con la Hermandad de la Serpiente de dos colas en el Ayuntamiento barroco; bien cuando vemos el impresionante aspecto de la Iglesia Fortaleza de San Román; bien cuando bajamos por la calzada romana de Iguste y aún mejor cuando, al son de Donald Luney, vuelo entre una nueva sucesión de campos sin labrar que esperan sedientos las primeras aguas de un otoño que se resiste a desplazar al rezagado y remolón verano.

Se supone que desde Lorca a Estella hay poco más de 9 kilómetros; pero la verdad es que se han hecho eternos. Soñamos con la idea de llegar a nuestro destino a las dos de la tarde (después de un razonable cálculo de una media de 4,5 kilómetros a la hora). Pero no. Se eterniza. Y los campos ya no parecen tan hermosos. Y las torres de las iglesias ya no avanzan hacia nosotros con la misma rapidez que hace apenas un rato. Es el cuarto día de 'Camino'. Sé por experiencia que entre hoy, mañana y pasado está la clave que puede explicar un fracaso o el éxito. Ya empezamos a sentir un poco de fatiga con más de 90 kilómetros en las piernas. Se nota ya el paso de los días.

Por eso no puedo evitar echarme un rato en el parquecillo destartalado que te da la bienvenida al pueblo de Villatuerta. Los pies responden, pero en el dedo gordo del pie izquierdo aparece una pequeña ampolla que indica el preludio de lo que puede ser un desastre si no se ataja a tiempo. El tobillo, por ahora, funciona correctamente pese a un ligerillo dolor nada fuera de lo que es mi rutina normal. Restan apenas dos kilómetros para llegar, pero se hacen largos; muy largos.

Y la recompensa se llama Estella, encajonada por la vega estrecha del Río Ega. Parece bonita, y digo parece porque aún no nos ha dado tiempo a hacer nada más que registrarnos en el Hospital de Peregrinos, esperar más de media hora a que dos coreanas con muy poca educación se duchen y ponerme a emborronar de bits esta humilde bitácora en la que cada día vamos anotando lo que va sucediendo; Camino.

PD: Jack nos ha ido acompañando de manera esporádica durante la tórrida etapa de hoy. Leroy se ha puesto enfermo ya ha tenido que volver a su casa, pero Jack ha decidido seguir adelante e intentar terminar la aventura a las puertas de la Catedral de Santiago. La jornada se ha cobrado también otra baja; la de la pizpireta deportista de Getxo que aparecía y desaparecía donde menos te lo esperabas. Le duele la rodilla y prefiere volver a casa para evitar algún mal mayor. No sabemos si nosotros lograremos acabar; Si me dicen ahora mismo que he de salir al 'Camino' diría que no. Pero una tarde relajada, una buena ducha y ocho horas de sueño hacen milagros. A ver que es lo que nos depara el día de mañana.

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Las primeras trazas de una Castilla inminente

miércoles 5 de octubre de 2011

Hay gente que esta mañana, cuando nos preparábamos para salir del Hospital de Peregrinos de Estella, ya andaba muy mal. Las ampollas ya empiezan a ser un problema serio para muchos de los peregrinos que forman parte de esta extraña y multicultural hermandad de la serpiente de dos colas. Reina el buen ambiente. Ayer comentaba con Joaquín, el chico de valencia, lo del buen ambiente que reina entre los que comparten camino. "Si todos nos comportáramos así cada día esto sería un sitio mejor para vivir", decía mientras caminábamos casi automáticamente esos dos kilómetros exasperantes que separan Villatuerta de Estella. Hay algunos que van a lo suyo: como un grupo de coreanos que van dando por culo allá dónde van. Ayer dos princesitas asiáticas se pegaron 35 minutos en la ducha mientras los demás esperábamos.

Se llevaron una buena reprimenda y hasta se enfadaron las gachís. "Estos son muy educados; los pones a dormir en un ladrillo y no se quejan, pero cuando están debajo del agua se vuelven locos", nos comentó divertido el hospitalero. Noche tranquila en Estella. Después de dar un paseo por la ciudad (es impresionante) al albergue para reparar pequeñas heridas, reventar esa ampolla minúscula antes de que empiece a molestar de verdad y departir con los compañeros de camino. Jack va bastante mal. Tiene los pies destrozados y Montse no le va a la zaga. Una charla de casi media hora con Patricia me levanta el ánimo aunque también me devuelve a la realidad de nuestra vida cotidiana: el laboratorio; la manguera de la azotea; una nueva y alienante oferta de trabajo... No tardo ni cinco minutos en quedarme dormido.

Raya el sol tras las peñas que guardan Estella cuando vamos saliendo por la 'Puerta de Castilla' haciendo camino. Quinta jornada de camino. 21,5 kilómetros por delante para cubrir la distancia que separa nuestro punto de partida y Los Arcos, meta de este día.

Un nuevo día de sol inmisericorde que nos hace pegar la cerviz al suelo en cuanto aprieta. Pero antes de que golpee fuerte nos pasamos por Irache para visitar el monasterio y, de paso, echarnos una ponchuela gratis en la famosa fuente. Del vino de las Bodegas Iratxe. Algunos abusan de la invitación pero nosotros nos limitamos a beber un vasico y seguir hasta el monasterio. Una joya de la que pasan la gran mayoría de los peregrinos que transitan el 'Camino'. Carmelo es el conserje del monasterio y nos cuenta que "apenas son los que se acercan a ver esto". "Esta mañana habéis entrado vosotros y un par de franceses", dice. Hablamos de la vida del cenobio y nos comenta que hace años que nadie vive allí: "Ya no hay vocaciones y sin monjes no hay monasterio".

Y ahí está Iratxe. Con su románico, su gótico su plateresco. Y la gente pasando de largo. Eso sí, la Fuente del vino tiene su aquel y triunfa. Hasta webcam tiene. Pero es que donde haya barra libre que se quiten las cosas artísticas de esas. Nacionales y extranjeros, oiga, no se vaya a creer que uno peca de chauvinista. A la hora en la que visitamos esta verdadera joya del patrimonio español somos cuatro: dos españoles y dos franceses. El resto, a la Fuente del vino. Y en esas seguimos. Los primeros kilómetros compartiendo conversación y millas con Roger, un francés que siente "verdadera pasión por España". Después ratos de compañía y soledad. Bendita soledad cuando se desea. Y en esas que vamos dejando topónimos atrás.

Primero la pequeña Azqueta, después la coqueta Monjardín, con su 'Fuente de los Moros', su precioso casco al socaire del impresionante Castillo del mismo nombre, su iglesia románica de San Andrés, sus viñas... Pintxo de tortilla y tanganazo de azúcar para afrontar los últimos diez kilómetros de camino. Secarrales de principio de otoño. Tierras de cultivo desocupadas sólo interrumpidas por manchones verdes de vino y algún que otro bosquecillo de pinos que rompe la monotonía de ocres y amarillos. Eso sí, cielos de impresión. Recordando a mi admirado Paul Bowles, azules casi sólidos; como si pesaran y se nos fueran a caer encima de nuestras cabezas.

Monotonía sólo interrumpida por curiosos carteles que ayudan a colocar estas tierras en el marco de la historia. 'Por estos parajes estaba la Cueva de los hombres verdes'; 'En estos campos un ejército carlista de 8.000 hombres derrotó a más de 25.000 liberales en 1873'. Eso y las flechas amarillas. De resto, paisajes monocromos; quemados. El sol acentúa la sensación de cansancio y los pies se hinchan dentro de las botas. Duelen. Uno camina porque no tiene otra. Y avanza. Eso si, la luz engaña. Sol 'echado' que hace las mañanas largas y las tardes aún más. La sombra se alarga y no son más de las dos. Y quedan por recorrer unos ocho kilómetros para llegar a Los Arcos.

La meta engaña. Casuchas de mal aspecto nos dan la bienvenida en el arranque de la 'Calle Mayor', pero la villa se enseñorea según uno avanza y culmina en la magnífica Iglesia de Santa María, una verdadera extravagancia que sorprende. Barroco en cada centímetro cuadrado; pan de oro, filigrana, luz; todo ello aderezado con un claustro de puro gótico que me emociona. Sencillez. Para que queremos más. Una de esas sorpresas que se esconden en lugares, en teoría, sencillos. Exterior de piedra desnuda y entrañas de pan de oro. España en estado puro. Por fuera, adustez, por dentro magnificencia.

La tarde se nos va en cervecitas y fiestas. Al final la cabra tira al monte. Vemos como cada tarde, los extranjeros se reúnen en una mesa y los españoles en otra. Hoy ha habido cierta interacción provocada por unas fotos de grupo y algunos gritos. Sólo llevamos 5 días; Aún queda mucho. Es posible que alguno de los 'de afuera' vaya sumándose a esta extraña 'Hermandad de la serpiente de dos colas'.

Buen Camino!!!

PD 1: No sé que tiene este camino. Hace unos minutos Jack estaba como una rosa en la Plaza de Santa María en Los Arcos apurando una botella de vino. Montse está perfectamente y mañana caminará. De resto, pocos damnificados. Las checas no han llegado aún. ¿Las volveremos a ver?

PD 2: Hoy nos ha venido a visitar Soraya. Mañana la veremos en su casa de Viana y volveremos a echar un ratico con nuestra compañera de fatigas. Cosas del 'Camino'.

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Un ratico hasta Viana

jueves 6 de octubre de 2011

Hoy tengo la impresión de que es la primera vez que hago el 'Camino'. Y eso que es la segunda vez que paso por estos parajes que separan Los Arcos de Viana y que en cuatro ocasiones he caminado bajo la guía de la 'serpiente de dos colas'. Puede que sean cosas de la edad. La primera vez era un pibito de apenas 20 años y la verdad es que no era lo mismo. En las otras ocasiones tenía la cabeza en otro sitio (por una treintena de chavales o por una relación que hacía aguas por todos lados). No recordaba momentos como los que he vivido estos días atrás. Ratos en los que he podido pensar en cosas que no me había planteado hasta ahora. Bendita soledad. Pero no te equivoques. Forma la senda grupos de amigos que se juntan y se separan sin peros. Hay una única regla. La del más escrupuloso de los respetos. Uno parte solo y los demás, o no aprietan la marcha para alcanzarlo o no la ralentizan para dejarse coger. Y uno se junta dos o tres veces a lo largo de la jornada y se refuerzan los lazos a golpe de foto, cerveza o momento compartido en alguna de las fuentes que se encuentran a ras de la ruta. Basta un saludo. Nada más. Cuando termine la jornada, con los pies ajados por el cansancio, volveremos a ser parte de esa hermandad invisible. Mientras la cuenta de kilómetros va corriendo, cada cual es cada uno. Peregrinos.

Por ello camino solo la gran parte de los 18,8 kilómetros de esta etapa donde, a diferencia del día anterior, el terreno se arruga en continuas subidas y bajadas que animan la marcha. Como siempre, son poco más de las ocho de la mañana cuando voy saliendo de Los Arcos. Etapa donde, por primera vez, sentimos los soplos fríos de un Otoño que se ha hecho de rogar. Nubes que anuncian la proximidad de lluvias y un vientecillo fresco del norte que dicen: ojo que llega el frío. Las vamos a pasar putas.

Porque lo que está pasando con este verano retardado "no es normal", asegura la señora que guarda ese tesoro del románico que es la Iglesia del Santo Sepulcro. Este es el segundo de los hitos señalados antes de partir. Es pequeña, pero guarda en su interior toda la carga simbólica de los edificios construidos por la orden el Temple. Desde kilómetros atrás, cuando amanecía en algún lugar entre Sansol y Los Arcos, ya aparecieron los primeros pies de oca pintados o calados en algunas rocas de los muros, adelantando que nos acercábamos a uno de esos nódulos mágicos en los que los caballeros templarios construyeron sus particulares iglesias.

Bafumets, cúpulas califales, cruces de David, cristos situados al Norte... ¿Qué querían decirnos los templarios?. Quizás nunca lo sepamos, pero nos dejaron huellas tan hermosas como esta pequeña iglesia del encantador pueblo de Torres del Río. Fuerza especial que mana de sus piedras. Energía que revitaliza y conecta esta realidad con otras. ¿Por qué acabaron con los templarios?; ¿por sus fabulosos tesoros o porque conocían algo que haría tambalear el poder de la Iglesia? La pequeña Iglesia del Santo Sepulcro es un canto a la unidad entre las tres grandes religiones: una mezcla de estilos donde se hacen guiños al Islam y al Judaísmo.

Torres del Río es una amalgama de casas de piedra organizadas en una especie de laberinto del que puedes salir rápido gracias a esas flechas amarillas que surgen en cualquier lugar donde surge la duda. Y gracias. Flechas que nos guían y que nunca te fallan.

De Torres del Río a Viana sólo viñedos y campos ondulados. Tobogán que sube y baja de manera continua. Monotonía que se rompe gracias a esos encuentros de los que hablaba anteriormente. En una fuente de un pueblecito perdido pueden aparecer los valencianos; en una casa perdida en cualquier lugar de la nada están Heri, Rafa y la Montse. Compartimos un saludo; un beso... Y después uno parte y no hay que explicar nada. Nos volveremos a ver más adelante, si el 'Camino' así lo dispone o en Viana, o quien sabe si el impulso de seguir nos deparará una separación definitiva. Esto es lo grande del Camino.

Y llegas a Viana aunque el horizonte te muestre, desde hace ya varios kilómetros, que Logroño está cerca. Para hoy 18,8 kilómetros y mañana sólo 9. Hay que reponer fuerzas. Lo importante no es llegar rápido, sino llegar. Y en esas estamos. En Viana nos espera Soraya. Nos ha hecho una comida digna de reyes. Nos abre su casa; nos da de comer; no nos pide nada. Hace siete días no la conocíamos; hoy bebemos y reímos en su casa brindando por el 'Camino' y por esta amistad que, no por fugaz, es menos intensa. Mañana será un día duro para nosotros aunque sea la etapa más corta de las que afrontaremos antes de ver las agujas de la Catedral de Compostela.

Algunos de nuestros amigos abandonarán la Hermandad de la Serpiente de dos colas y volverán a sus vidas cotidianas. Otros seguiremos adelante quemando millas y castigando nuestros cuerpos. Vamos a sufrir; sudaremos; pasaremos frío y calor; sé por experiencia que, en algún momento, lloraremos por el esfuerzo y la frustración que supone sabernos tan débiles. Pero los que mañana se van darían casi cualquier cosa por estar en nuestro lugar. Sufriremos por ellos y los llevaremos en nuestros corazones porque son nuestra gente.

Por eso hoy celebramos que estamos juntos. Y bebemos y reímos. Y corre el pacharán, porque como dice Raúl, de aquí "llegamos a Santiago aunque sea de rodillas". Si el Apóstol lo quiere que así sea. Con pasar días de fraternidad como éste, yo ya estoy del todo servido. Me quedo, para terminar con otra fase de ese gran filósofo que es este Chimo nuestro: "Si todos nos comportáramos todos los días como lo hacemos en el Camino, no harían falta abogados".

Ultreia!!!

PD: Chimo el alicantino pronuncia la frase de la jornada: "Creo que me gusta el Pacharán".

PD2: Chimo, otra vez: "Esta noche no me van a hacer falta ni los tapones".

PD3: Arribarem tots a Santiago. Por mis huevos que llegamos. Huevos de Gran Canaria!!!

PD4: Te echo mucho de menos, morena mía.

Que buena gente son nuestros valencianets...

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Bajando hasta el valle del Ebro

viernes 7 de octubre de 2011

Ayer me tocó ejercer de doctor. Jack tenía los pies plagados de ampollas y me ofrecí a curárselas. No me puedo ni imaginar el sufrimiento que ha tenido que padecer para llegar a Viana caminando en esas condiciones. Pero ahí está; se acostó diciendo que hoy caminaría y vaya que si lo ha hecho. En estos momentos, se encuentra más de 12 kilómetros por delante de nosotros. "Doctor Ata" me llama ahora agradecido cada vez que nos cruzamos. Si pasara al contrario sería él el que me ayudaría a pasar el mal trago sin pedir nada a cambio. "Esto es el camino", le digo para atajar una nueva retahíla de agradecimientos. Por mi parte, la pequeña ampolla del dedo gordo del pie izquierdo vuelve a hincharse, pero la atajo de inmediato para que no dé más la lata. De momento, y cruzo los dedos, las cosas van bien en el plano físico. Los tobillos me duelen un poquito, pero no mucho mas de lo que suele ser normal en mi caso. Cuando uno convive a diario con el dolor acaba por minimizarlo. Seguro que más de uno, en mi lugar, se hubiera dado la vuelta desde el primer día.

La verdad es que de Viana poco podemos decir. Estuvimos en la casa de Soraya comiendo y después los cafés se juntaron con los pacharanes y la cosa acabó por liarse parda. Hubo de todo un poco y algunos sentimientos y lágrimas afloraron gracias al licor de las endrinas. Cosas que pasan. Ya lo dijo sabiamente mi santa madre aquella noche ya lejana de mi adolescencia en la que llegué a casa echo unos zorros y echando las tripas por la boca: "Que feita es la bebida". Y que razón llevaba . De la jornada sale el pacto solemne que firmamos los que, a partir de mañana, seguiremos siendo miembros activos de la Hermandad de la Serpiente de dos colas: "Tenemos que llegar a Santiago aunque sea de rodillas". Las palabras de Raúl se suscriben rápidamente por la concurrencia. Llegaremos a Santiago y lo haremos por todos los que estamos en este bar de Viana; o por lo menos lo intentaremos. También decidimos que mañana será un día especial. Nos despediremos en una cena comunal.

Y con esas dejamos atrás Viana, última parada y fonda del Reyno de Navarra para adentrarnos en tierras de Castilla por la que hoy, en virtud del reparto autonómico, es La Rioja. No luce el día sus mejores galas. El otoño ha caído de sopetón y en apenas doce horas pasamos del calor del verano a un vientecillo con aires de cierzo que trae frío y agua. Cielos que visten todas las tonalidades del gris desde el blanco sucio hasta el plomo oscuro. Pero el camino es sencillo. Apenas 10 kilómetros entre nuestro punto de partida y la ciudad de Logroño. Eso son poco más de dos horas que se cubren sin apenas empezar a notarlo. Ni siquiera las gotitas heladas nos hacen ralentizar la marcha. El campo, con la vid como protagonista absoluta, nos regala algún 'encuadre' de esos que no se pueden desaprovechar y nos avisa de que la cosa va a ponerse jodida a partir de ahora. Pero el frío de verdad nos cogerá de lleno en los yermos campos de Castilla, ya que, según nos dicen, el tiempo mejorará un poco el fin de semana.

El Ebro no se toma las cosas de la misma manera en la orilla este que en la oeste. Desde el lado navarro, que acaba en una concentración desmesuradas de fábricas y empresas colocadas a escasos cuatro kilómetros de la capital riojana al socaire de la ventajosa fiscalidad foral, el valle baja en una pendiente casi imperceptible que hace el descenso cómodo. Ya desde ayer, a medio día, podíamos ver las casas de Logroño en la lejanía; campo despejado. Pero en la vertiente riojana, nuestro río prefirió excavar su cauce de manera brusca dejando el poniente logroñés cerrado por montañas que auguran una próxima etapa más difícil. Cortinas de agua caen acá y acullá velando el paisaje; pero tenemos suerte, puesto que en ningún momento descargan sobre nosotros. Peregrinos afortunados, por ahora.

Los últimos cuatro kilómetros se hacen pesados. Cinturón despoblado tras las últimas naves industriales y descenso por unas casuchas de mal aspecto en la que se han instalado algunos tenderetes para satisfacer las necesidades de los peregrinos. Sellan la credencial; historias por las que paso de largo para llegar pronto a la ciudad. Y después descubro que hago mal y me pierdo una de esas cosas que hacen especial el 'Camino', pero el frío me puede. Y camino. Sin descanso hasta cruzar el río por el Puente de Piedra y meterme de lleno en el casco viejo de Logroño. Desayuno reconstituyente y para el albergue. Somos los primeros, ya que no hemos hecho más que un par de kilómetros; el grueso de los que pasarán la noche en Logroño han salido hace unas horas de Los Arcos y tardarán aún bastante en llegar.

La mayoría de nuestros compañeros de viaje siguen de largo hasta Navarrete. Jack es de los que nos tomarán ventaja. Me da pena despedirme de él, pero es lo que hay; es el día a día del 'Camino'. Nuestra decisión de parar en Logroño nos alejará de la mayoría de los que han compartido senda con nosotros desde que salimos desde Roncesvalles. Habrá que tejer nueva red de amistades, aunque Raúl y Antonio, del clan de los valencianos, siguen con nosotros y la Montse ha decidido quedarse un par de días más y llegar hasta Santo Domingo de la Calzada.

Madejas para comer y al albergue; La temperatura desciende de manera brusca y el tobillo se resiente. Toca recogerse no vayamos a tener algún problema serio. Logroño es una ciudad bonita. En las pocas horas que hemos estado por aquí nos ha dado tiempo apenas para hacernos una idea de lo que ofrece: un buen casco histórico, tradición jacobea, gastronomía a tener en cuenta (en la que dicen una de las mejores zonas de tapas de España, la calle Laurel). Esta noche (bueno con el tope de las 22.00 horas) nos despediremos de los que se van con una cenita por ahí. Ya les contaremos que tal se da la cosa.

PD: Tenemos un nuevo Friki entre nosotros. Es extremeño y es uno de esos elementos singulares que forman la fauna del Camino de Santiago. Parece que es un ultra católico de esos con pocas luces: "Ahora hace el camino todo el mundo; he visto hasta moros haciéndolo. Moros haciendo el camino de Santiago matamoros". No para de hablar y lo hace de manera estridente. Lleva aquí sólo un par de minutos y ya me tiene hasta los mismísimos. Que no pase nada porque ya le he tenido que parar los pies.

PD1: Me estoy cagando por las patas abajo. Tengo el estómago descompuesto y no sé por qué. Alguna de las fuentes de ayer, la comida, el exceso de chistorras, una maldición templaria...

PD2: Mañana la etapa va a ser un verdadero infierno. Hará frío y lloverá. Serán 29 kilómetros muy duros hasta Nájera. A ver como lo pasamos. El cambio de tiempo me tiene preocupado. Me duele la pierna una barbaridad. Voy a tomar algo para calmarlo. Si veo que la cosa va mal me quedaré en Navarrete.

Que vivan las madejas!!!!

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30 hasta Nájera

sábado 8 de octubre de 2011

Iba a empezar la crónica de hoy hablando de los 30 kilómetros que separan Logroño de Nájera. Todo ello aderezado con una buena ración de frío, padecimientos y dolores de tobillo; pero después de una buena ducha de agua fría las cosas se ven de otra manera y uno se olvida de lo que padecía en esta entrada interminable y fea que es el tramo del camino que acaba en esta joya del urbanismo del medievo que es la ciudad najerina. El primer guiño de alegría, en esta última parte de la etapa, la puso el pequeño puente que construyó Tomás, el hospitalero de Logroño, para facilitar el tránsito de los que, como yo, llegan más mal que bien al final de la jornada. Y después, el recibimiento de Antonio y Raúl, que han llegado mucho antes que yo, me reconcilian con un día que ha sido duro. Para que negarlo.

Ahora, ya sentado a la mesa de este estupendo Albergue de la Asociación de Amigos del Camino de Nájera, el ligero sopor de una buena ducha de agua fría también ayuda a olvidar lo malo que ha pasado (como la subida a Ventosa o las punzadas agudas en la pierna derecha) para hacer un repaso amable de lo acontecido desde que esta mañana, a las 7.24 para ser exactos, dejé el albergue de Logroño y empecé a caminar. Cosas buenas como el magnífico paseo que, desde la capital de La Rioja, sube hasta el embalse de La Grajera entre pinos. Y ahí la primera sorpresa. El reencuentro con los valencianos y la charla animada con Marcelino, el 'Peregrino pasante', que tiene su particular capilla a pocos kilómetros de la salida de la ciudad. Ha recorrido todos y cada uno de los 'Caminos de Santiago' que hay en España y gran parte de Europa y ha completado multitud de peregrinaciones que ha hecho "desde los 17 años".

"Yo creo que habré caminado entre los 80.000 y los 100.000 kilómetros". Casi nada Como para quejarme yo de estos últimos 30. Este hombre es toda una institución en el 'Camino' y lo vive con pasión. "Ojalá fuésemos todos en nuestras casas, como somos en el Camino", dice mientras nos ofrece un par de manzanas para que repongamos fuerzas mientras se deshace en consejos para afrontar los kilómetros que nos quedan. Todo un personaje, si señor. Dice que mi cara le suena del anterior camino. Yo sí lo recuerdo a él, para no acordarse de un personaje tan entrañable como éste; pero no creo que atine al situarme. "¿Tú ya has estado por aquí?" Nos despedimos con un abrazo y nos desea Buen Camino. Raúl y Antonio cogen rápidamente ventaja, yo contemporizo para evitar problemas. Y paso junto a la verja de la Autopista, que se ha convertido en un hito de la etapa gracias a las cruces que los peregrinos han dejado colgadas, sin problemas y fresco subo al coqueto casco medieval de Navarrete, con sus casas de ladrillo y vigas de madera.

Y cuando más fácil parece es cuando empiezan los problemillas. Cuándo me quiero dar cuenta he olvidado ese paso corto y completo que me ha permitido llegar hasta aquí y ando con los viejos vicios de siempre. Un par de kilómetros más, cuando subo hacia Ventosa, bastan para que ya duela. A veces mucho. Botas apretadas al máximo y paso corto. Los kilómetros caen poco a poco y el día avanza.

Podría seguir relatando la lenta agonía hasta que, por fin, encontré el Alberge najerino después de quedarme embobado ante la visión de Santa María La Real. Pero me quedo con otra de las sorpresas de esta etapa de caminos anchos entre viñas cargadas de uvas. Para subir el Alto de San Antón la senda se estrecha y surge lo insólito. A lo largo del camino, que serpentea empinándose hacia arriba, los peregrinos han creado cientos de montículos de piedras pequeñas formando un paisaje de tintes surrealistas. No recuerdo esto y creo que si hubiera estado ahí lo recordaría. En medio de este campo de monumentos efímeros se encuentra un pequeño monumento erigido en memoria de la escocesa Kathleen Dyer, que falleció en 2010. "Cada año el camino se lleva unas 10 personas", nos recuerda el hospitalero de Nájera.

No sé si este particular paisaje lunar se ha erigido en su honor o ha sido una casualidad; quizás le gustó mucho este sitio en particular. Eso es lo que hace del 'Camino' algo especial. Es un camino humano; trazado a base de creencias, sentimientos, anhelos. Y eso deja un rastro emocional que se contagia. Quizás esta sea la clave para entender este ambiente.

PD: Ayer salieron del camino Amparo, Enrique y Chimo. La cena, organizada por Neus y Asun (nuestras particulares mamás vascas por lo bien que nos cuidan) fue emocionante. Nos reímos muchísimo, pero al final la cosa terminó con lágrimas. Hoy los echamos de menos.

PD1: A ver donde coño veo esta tarde el partido de la UD.

Buen Camino!!!

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Dos gallos y una gallina

domingo 9 de octubre de 2011

Las mesoneras siempre han tenido fama de mujeres voluptuosas que llevan a los hombres por los oscuros caminos que marcan la tentación y el vicio. Pues esta de la que habla la leyenda debió ser de cuidado y muy dada a los amoríos. Toda una mesalina que atentaba contra la casta moral de los peregrinos que acudían a la tumba del Apóstol (ya sabemos como se las ha gastado siempre la 'santa' Iglesia con el sexo femenino). Enamoradiza y perdida; corrompedora y viciosa... Un putón, vamos. Pues nuestra mesonera quedó prendada de un joven tudesco (alemán) que hacía la peregrinación con sus padres y le pidió amoríos. El muchachito, hombre santo y casto ante la malvada mujer, se negó y la chica pues quedó escocida tras el resultado del lance. Tanto que decidió vengarse de una manera reptil. Escondió una copa de plata en el morral del muchacho y denunció el robo. Huelga decir que la autoridad encontró el objeto del delito entre las pertenencias del chaval y que resolvió ahorcarlo por amigo de lo ajeno en una muestra de la efectividad y rapidez de la justicia medieval. Y quedó prendido de soga el inocente.

La cosa no hubiera pasado de ahí si por mediación de Santo Domingo, el casto rubicundo no hubiera quedado vivo pendiendo del hilo contra todo pronóstico. Así, ni fricción ni gravedad pudieron con el cuello del muchacho que quedó a la vista de sus asombrados padres que interpretaron aquel prodigio como una muestra de la inocencia de su vástago. Corrieron a casa del gobernador y le anunciaron el milagro y la autoridad, como cabeza del cuerpo funcionarial del rey estaba a lo suyo, esto es, desayunando. Pollos, para concretar. El funcionario no se creyó la historia y espetó con sorna.: -su hijo está tan vivo como esta manduca mía. A lo que respondió el santo devolviendo el ánima a las aves asadas que empezaron a cantar desplumadas y doradas. Ni que decir tiene que el chaval fue bajado con deferencia del patíbulo y que pudo continuar su camino. A la mesonera se las debieron hacer pasar putas, aunque creo que no ha trascendido el castigo que recibió por su felonía.

Estamos en Santo Domingo de la Calzada, uno de los puntos más importantes de la ruta jacobea. Etapa sin muchos sobresaltos después de las penalidades de la anterior. Tras la paliza najerina, con casi 30 kilómetros, este paseico de 20,8 nos parece hasta corto, aunque tengo que confesar que los últimos tres o cuatro he sufrido un poquillo. ¿Qué se puede contar de esta etapa? Pues la verdad es que muy poco. Se ha hecho rápido (a las 13.00 ya estábamos por aquí) y la monotonía de un paisaje de vides en pleno proceso de vendimia y trigales segados hacen que la sucesión de kilómetros sea cansina. Eso sí, salimos de Nájera junto a los muros imponentes de Santa María la Real y, tras la enésima entrada decepcionante, Santo Domingo de la Calzada cuenta con un casco histórico que bien merece una escapadita a estas tierras riojanas. Por el medio quedan sólo dos pueblecitos sin mucha historia Azofra y Cirueña. Lo de éste último bien merece una mención.

Cirueña es apenas un par de casas de aspecto descuidado. Nada que ver con otros puntos de descanso de la ruta estos últimos días. No es bonito: para que negarlo. Está rodeada del mismo paisaje del que hemos hablado antes. Trigo, papas y vid en suaves colinas que bajan hasta el amplísimo valle que forma el Río Najerilla. Lo que llama la atención de Cirueña es su campo de golf y la urbanización de chalets y pisos de lujo que surgen casi de la nada. Un espanto que, incluso, ha obligado a desviar el camino casi un kilómetro. Pues resulta que el lugar de marras es una urbanización de segundas residencias poblada, en su gran mayoría, por vascos. Aquí; casi en mitad de la nada. Cosas del boom del ladrillo. Alucinando bajamos hasta Santo Domingo. La entrada en la ciudad se nos hace pesada pero al final, y gracias a la crema antiinflamatoria que me ha comprado el bueno de Antonio, llego al albergue.

Lo de Santo Domingo es el ejemplo de la cabezonería en el buen sentido de la palabra (no se me vaya a enfadar nadie). Desde chiquitín tuvo vocación religiosa, pero no lo admitieron en ninguna orden, por lo que decidió montárselo por su cuenta. Se metió a eremita por estos andurriales y desde su posición pudo ver las dificultades que tenían los peregrinos en este tramo entre Nájera y Belorado. Lo primero que hizo fue construir un puente. Después, alentado por el rey se lío la manta a la cabeza, preparó y acondicionó el camino entre estas dos localidades y puso en pie un hospital de peregrinos que sería el germen de la actual ciudad. Su labor la continuó San Juan de Ortega, el otro gran ingeniero de la ruta jacobea. Nosotros conocimos en Logroño a otro de esos ingenieros; nuestro Tomás y su pequeño pero cómodo puente a la entrada de Nájera.

La ciudad es bonita para ver. La catedral es imponente y cuenta con una jaula con dos gallos vivos que recuerdan el episodio de la mesonera y el alemán estrecho. Palacios; plazas porticadas; murallas; media docena de iglesias más... Una buena opción para esta tarde de domingo con frío. El cielo se ha abierto y presagia nuevo día veraniego. Mejor para mi pie. Esperemos que mañana no me dé la lata. El objetivo es llegar hasta Belorado, ya en Burgos.

PD: En Logroño, la policía trajo hasta el albergue a un holandés totalmente borracho a las tantas de la madrugada. El 'susobicho', a estas horas, ya anda soplado como un requinto por las calles de Santo Domingo de la Calzada.

PD1: Nos acompaña una verdadera horda de coreanos. Ocupan todas las instalaciones; gastan sin contemplaciones el agua caliente; no dejan usar la cocina... José Antonio, nuestro fantástico hospitalero de Santo Domingo de la Calzada, los ha "aislado convenientemente".

PD2: Este albergue municipal de Santo Domingo de la Calzada es, hasta el momento, el mejor de los que hemos encontrado. José Antoniolo lleva de escándalo y se desvive por la comodidad de los peregrinos. Es un verdadero Crack. Uno de esos personajes imprescindibles del 'Camino'. ¡Buena gente!

PD3: Si cuando estás en la catedral de santo Domingo tienes la suerte de oír cantar a alguno de los gallos estás de enhorabuena: eso, según la tradición, significa que llegarás sin problemas a Compostela. Esta vez no ha habido suerte. Remolones están estos gallos...

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Dos semanas en Castilla

lunes 10 de octubre de 2011

Hay que ver como cambia la perspectiva cuando vas haciendo el Camino de Santiago. Ahora estamos en el estupendo Albergue de Los Cuatro Cantones, en Belorado después de una jornada de poco más de 21 kilómetros desde Santo Domingo de la Calzada. Sol, otra vez. Y calor. Cielos azules de esos que pesan. Y esos campos de Castilla que sólo se dan un respiro cuando la pendiente pica un poco y deja espacio libre al bosque. De resto, paisaje humanizado. Roturado hasta la extenuación en un sin fin de colinillas amarilleadas por el verano que, después de tres días de ausencia vuelve a golpearnos. Yo no puedo quejarme. El calorcillo me duerme el pie y hoy voy volando por las pistas de estos primeros kilómetros castellanos que pulverizamos a un ritmo que asusta. Coño. Hablábamos de la perspectiva. Peregrinar te cambia la visión de las cosas. Ahora estamos en un jardincillo de césped con piscina y olivos que nos protegen de un sol inmisericorde. No importa el olorcillo a mierda de gallinas y conejos que llega desde la finca de al lado. Estamos como Dios. Estamos disfrutando de una tarde de esas que recordaremos mucho tiempo. Montse, Raúl, Antonio, Rafael, Heri y el que suscribe. Contentos después de quemar nuestra novena etapa en este 'Camino' que, poco a poco, va dejando de ser algo excepcional para convertirse en un maravilloso día a día de horarios, rutinas y sudor. Cosas que pasan.

Andaba yo preocupadillo después de las últimas jornadas, pero tengo que confesar que hoy he andado bien. He sido hasta temerario, en algunas ocasiones. He caminado a un ritmo medio alto que me ha permitido salvar estos 21 kilómetros en poco menos de seis horas; una menos que lo acostumbrado. Calorcillo y noticias que llegan desde casa que me alegran el día; casi tanto como esa vocecilla mimosa que espero como agua de mayo cada mañana para recuperar fuerzas. Pero a lo que estábamos...

Del día que podemos decir... Pues que salimos de Santo Domingo con la alborada en ciernes y que pronto nos sorprende uno de esos amaneceres mesetarios de horizontes infinitos. Madrugada tardía de tonos rojizos que pronto da paso a ese cielo azul intenso del que hablaba hace un momento. Precioso.

Los peregrinos avanzan rápidos estimulados por la planicie y se pierden en una fila india que casi se funde con ese lugar donde cielo y tierra se dan un beso. Coño, hoy estoy que me salgo. Pica el terreno hacia arriba después de la mítica Grañón (hay un dicho del camino que reza: la misa en Santo Domingo y la fiesta en Grañón) y de repente un monolito te anuncia que acabas de dejar atrás La Rioja y que te espera la inmensidad castellana por delante. Calculamos que andaremos por sus campos llanos, montes y páramos durante unas dos semanas. Algunos de los camiones que pasan a toda velocidad por la vecina N-120 estarán subiendo las rampas que llevan a Piedrafita do Cebreiro esta misma tarde.

Esta es otra de las cosas que te enseña el 'Camino'. Desnudos de nuestra tecnología nuestra escala vuelve a ser ínfima en comparación con los que nos rodea. Y un kilómetro es una distancia considerable que se salva tras 15 minutos de esfuerzo. Y esa Castilla se convierte en gigantesca. Dos semanas...

De Redecilla del Camino podemos contar que nos estafaron vilmente en el bar panadería y que tuvimos que pedir las llaves de la iglesia para poder ver su fantástica pila bautismal románica en la que se representa la 'ciudad de Dios' a la que acceden todos los bautizados que son introducidos en los misterios y ritos de la religión católica. Uno se estremece al pensar que durante casi 1.000 años, por ahí han pasado las cabezas desnudas de miles de niños y niñas que han vivido, amado, odiado y muerto en las inmediaciones. A la mayoría les habrá tocado habitar los barrios más miserables y duros de la ciudad de Dios mientras que algunos menos han tenido la suerte de tener la casa en la parte pija. Ciudad de Dios... Cuantas imbecilidades se han dicho en tu nombre. Debes estar hasta los cojones de nosotros.

Hablo con mis compañeros de peregrinación y veo que son gente sencilla. Trabajadores y trabajadoras que las pasan putas para llegar a fin de mes y que tienen que lidiar con mil y una injusticias para salir adelante. Cuando dentro de 1.000 años alguien estudie nuestra época nos verá como nosotros vemos a las gentes de la Edad Media; una masa de pobres ignorantes que no tuvo agallas para enfrentarse a los que mandan y cambiar las cosas.

Se me va la olla. Será el sol o la mezcla de misticismo jacobeo y el libro de Hanna Harendt que estaba leyendo antes de venir para acá. Combinación peligrosa que puede crear un nuevo iluminado. Pero yo prometo bañarme (ya explicaré porque digo esto). De resto. Camino. Pasamos rápido por Viloria de Rioja, patria chica de Santo Domingo de la Calzada y aún más velozmente por Villamayor del Río. De ahí a Belorado son unos cinco kilómetros desoladores junto a la N-120. De Belorado poco les puedo contar, puesto que ando escribiendo estas notas. Mañana les digo algo.

¡Buen Camino!

PD: Messalina es voraz. La tudesca viene de los países del Este y ha atrapado en sus redes femeninas a un pobre vikingo al que no deja respirar. Ayer se lo montaron intentando disimular en el albergue pero nuestros valencianos fueron testigos de lo chungo que es follar en una litera.

PD1: Te echamos de menos Chimo. Hoy hablamos de tí y la verdad es que nos invadió una mezcla de sana nostalgia e hilaridad. Es que eres la polla!!! Un beso.

PD2: Por qué los franceses creen que con hablar más alto y lento podemos entenderles. Alguien debería decirles que hay otros idiomas y que el suyo, por cierto, lo hablan cuatro gatos.

PD3: ¿Lograremos ver como el chinches se lava? Que peste lleva el tío, la virgen...

PD4: ¿Cuántos damnificados ha dejado el fisioterapeuta asesino?

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Tras los Montes de Oca

martes 11 de octubre de 2011

El homínido A mantiene los sentidos en constante alerta. De su capacidad para advertir el peligro depende que su vida se extienda más allá de los 30 ó 35 años a los que llegan los más afortunados. Es joven. Apenas un chaval. Pero hace 900.000 años las cosas no eran como ahora. Convive a diario con la muerte. Mata y evita ser muerto. Ni si quiera los ve llegar. De repente siente un terrible golpe en la cabeza y cae desplomado sin sentido. Su aventura en este mundo apenas ha durado una docena de años. El homínido B recoge al joven A del suelo y lo arrastra hasta una cueva cercana donde le esperan C, D y E para desmembrarlo y comérselo. Y tú dirás. A que demonios viene esto. Pues que desde este albergue de Agés (a casi 30 kilómetros de Belorado) se pueden ver los tejadillos de Atapuerca, un pequeño pueblo que tiene el honor de ser el lugar donde han quedado al aire las vergüenzas de los primeros humanos de Europa.

Ya ves, amigo o amiga mía. La primera muestra de actividad humana detectada por los arqueólogos en este solar ibérico nuestro fue como un congénere le hacía la puñeta a otro. Canibalismo hispano casi un millón de años antes de que a alguien se le ocurriera inventar esta España nuestra. Y seguirás diciendo: ¿Éste de que va? Esta mañana, cascadillo, bajaba yo los famosos Montes de Oca y me encontré con un sencillo monolito que recuerda el lugar donde los criminales fascistas asesinaron a 300 personas en julio del 36 tras el golpe. No dice nada en contra de nadie; pero algún hijo de puta se ha molestado en subir aquí con una escalera y tachar de mala manera la placa en la que los familiares recuerdan a los representantes de la legalidad constitucional que fueron asesinados por los criminales franquisas. Ya ves. Ha pasado casi un millón de años y los españoles nos empeñamos en seguir comiéndonos unos a otros.

En Belorado se lió parda ayer noche. La cena fue todo un éxito. La gente salió contenta y volaron las botellas de vino, el pacharán y la cerveza. Lo pasamos bien, la verdad y se unieron al grupo nuevos miembros de la hermandad como el Xavier, de Barcelona, y Jacobo, un italiano que va por el mundo dándole al Diábolo. Y ya sabes amigo que quien con vino se acuesta, con agua se levanta. La mañana nos deja una nueva baja. Mai Liss, una chica lituana, se retira a casa después de destrozarse los pies en la última etapa. Ayer le hice unas curas básicas, pero no hay manera. Las heridas son brutales.

Y nosotros, por un día más, estamos en la brecha, aunque hoy he sufrido mucho y ando un poco maltrecho.

Tocaba pasar una de las tachuelas más difíciles de la ruta jacobea. Casi 30 kilómetros entre Belorado y Agés, con los famosos Montes de Oca de por medio. Que nadie se piense que estos famosos montes son una barrera infranqueable; nada que ver con esas paredes verticales de casa. Pero el sol es inmisericorde y la monotonía del descenso termina por desquiciarme. Me agoto mentalmente y camino mal. Y la consecuencia es un par de ampollas y un preocupante dolor de tobillo que me tiene esta tarde medio doblao. A ver cómo amanezco mañana. Aguanté bien el ritmo de Antonio y Raúl hasta las primeras rampas de este pequeño puerto montañoso. Primeros 12 kilómetros hasta Villafranca de Montes de Oca (buen bocadillo sí señor) a golpe de talón. Pero a partir de aquí la cosa se tuerce. Pica el camino hacia arriba y empiezo a pasarlo mal. De tanto caminar salvaguardando el tobillo de la pierna derecha acabo por cargar de mala manera la rodilla de la izquierda. ¡Mierda!

Estas tierras eran uno de los puntos negros del camino en tiempos medievales. Los bosques de encinas, que ocupan más de 12 kilómetros de despoblado, eran un nido de bandidos que hacían su agosto a costa de los peregrinos. Aquí surge la figura de Juan de Quintaorduño, discípulo de Santo Domingo de la Calzada que continúo su labor siendo uno de los responsables de las primeras obras de acondicionamiento y señalización del camino. Uno de sus logros fue crear un hospital de peregrinos para los que bajaban de los montes en un lugar conocido como 'El Ortigal' de ahí a Ortega fue un paso y el lugar pronto se convirtió en San Juan de Ortega.

El calvario de la bajada (por una cañada anchísima que deja entrar el sol por todos los lados) se ve recompensado por el magnífico convento del siglo XII fundado por este santo caminero. Ahí me esperan todos. Hay que tomar una decisión. Seguimos hasta Agés para ahorrarnos un par de kilómetros mañana. Si todo va bien, en un día andaremos por las calles de Burgos. Para terminar la jornada apenas tres cuartos de hora de camino hasta Agés.

PD: Al llegar a Agés nos alojamos en el Albergue el Pajar. Una maravilla. No sólo por las instalaciones y la limpieza, sino por el maravilloso trato de Amapola, una hospitalera como Dios manda. Muy recomendable.

PD1: Un besito para Amparo, que anda recuperándose en casa de un pequeño problemilla en una pierna. La echamos mucho de menos. Esto es lo malo de compartir senda con tan buena gente.

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Chinches en Burgos

miércoles 12 de octubre de 2011

El titular de la jornada está claro. Chinches en Burgos. Se ha liado parda esta tarde en el Albergue Municipal. Han intentado silenciarlo de todas las maneras posibles. Incluso hay un periodista de la prensa local convencido de que lo que ha pasado hoy es cosa de peregrinos insatisfechos. Una nadería para los hospitaleros de Burgos que piensan que para solucionar un problema no hay nada mejor que ocultarlo. Pues que lo sepa todo el mundo. Hoy hay chinches en el Albergue municipal de Burgos. Y no es culpa de ellos. Hay peregrinos irresponsables que cogen chinches y siguen adelante sin importarles una mierda que alguien pueda contagiarse. Y después están los guarros vocacionales; esos que no ven agua ni por asomo. Gente que a diez metros apestan que tiran pa'tras y que son un nido andante de chinches. Esos son los responsables y ahí es donde hay que actuar. Con ocultarlo no se soluciona nada. Pero lo cierto es que esta tarde se ha liado parda en Burgos con gritos, insultos y policía de por medio.

Y esto ha acabado por empañar un día que empezó de manera preciosa en Agés y que acabó en un paseo agradable a la vera del Río Arlanzón en la entrada a esta maravilla medieval que es la ciudad de Burgos. Y ahora, cuando habría que hablar de esa mañana de luna llena y cunetas escarchadas; del ritmo frenético junto a la N-120 junto a Rafa, Antonio y Raúl devorando kilómetros hasta Burgos; del fantástico albergue, uno de los mejores de los que hemos visto hasta el momento; de la catedral y sus filigranas góticas; del estupendo Museo de la Evolución, por el que hemos flipado Antonio, Raúl y el que suscribe o la estupenda cena a base de Sopa Castellana y Cochinillo que nos hemos metido entre pecho y espalda. Pero hoy, desgraciadamente, de lo único que podemos hablar es de las chinches que han aparecido en el Albergue de Burgos y los intentos torticeros de algunos para ocultar el problema.

Sobran las fotos. Sobra la literatura. A ver lo que pone el diario mañana.

Buen Camino

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Mares de trigo en Castilla

sábado 15 de octubre de 2011

Un par de jornadas sin Internet han dispensado a este modesto juntaletras de escribir lo que nos ha ocurrido en la desesperante jornada del jueves, la sorpresa del jueves y la maratoniana etapa de hoy sábado. Qué quieren que les diga. Castilla. Con eso basta. Muchos de los que han compartido camino con nosotros han optado por obviar el secarral castellano y partir en guagua hasta León. Se ahorrarán 194 kilómetros de campos sedientos recién segados; verán los primeros campos verdes del Bierzo mientras nosotros seguimos torrándonos bajo este sol inmisericorde que nos acompaña desde el principio salvo aquellos dos días de chimimiri entre Viana y Los Arcos (que lejos queda todo eso ya); llegarán a Santiago mientras nosotros subimos en corvados por el peso de nuestras mochilas las rampas que te llevan al Cebreiro. Pero no verán San Martín de Frómista. Pasarán de largo de Carrión de los Condes. Verán desde la ventana de la guagua los trigales, los pueblos austeros, el románico palentino... No harán buena parte de este camino nuestro.

Hacemos buenas migas. Ayer hice la práctica totalidad de la etapa entre Burgos y Hontanas con Rafa, Raúl y Antonio. Me cuidan. Saben que la pierna me exige un esfuerzo importante. Podrían llegar una hora antes cada día, pero cuando ven que flaqueo aflojan la marcha. Me dan ánimos. Y gracias a ellos voy quemando kilómetros aproximándome al punto medio de esta ruta entre Los Pirineos y los fértiles campos gallegos. Sólo el tramo entre Arrollo de San Bol y Hontanas (el jueves) se nos atraganta por el golpeo continuo de un sol que va por debajo de los ojos. Pero después de unas nueve horas nos fundimos etapa y media. Más de 32 kilómetros; todo un notición si queremos dejar atrás los secarrales en dos semanas.

El viernes la cosa ha sido mucho más tranquila. Entre Hontanas y Boadilla del Camino hay 29 kilómetros que se hacen más amenos. Es la primera vez en estos 15 días de ruta en la que hacemos todos juntos la gran parte de la ruta. Salimos a las siete de la mañana. Noche cerrada. Y nos cogen las primeras luces del día en Castrojeriz, un pueblecillo abrazado a una montaña que bien merece una visita. Pero vamos con prisas. Suele ser este lugar final y principio de jornada, pero nuestra intención de ir ganando días al calendario nos hace pasar con prisas. Piedras hermosas que vemos desfilar con pena. Pero hoy hay que llegar a Boadilla, a las puertas de la mítica Frómista. Desde el Alto de Mostelares (su puta madre) echamos la vista atrás y vemos en la distancia los Montes de Oca. Y vemos que hemos hecho camino. Y nos sentimos bien.

Pero no hay que demorarse demasiado en hacer balance. Para adelante!!! Devoramos kilómetros y en un par de horas estamos en Itero de la Fuente. Pero antes tachamos dos nuevos hitos del camino. Atravesamos el Pisuerga por el magnífico Puente Fitero, antigua frontera de los reinos de Castilla y León antes de que entre todos inventáramos esta cosa que, pese a quien le pese, es y será España. El otro hito de la jornada es que entramos en la provincia de Palencia. Ya hemos dejado atrás Navarra, La Rioja y Burgos. Por delante, Palencia, León, Lugo y La Coruña. Nos quedan 419 kilómetros.

Y qué más contar... Pues que nos echamos unos bocadillos de impresión en Itero de la Fuente en el supermercado de la localidad. Un lugar de esos auténticos donde lo mismo te pillas 200 gramos de salami (si mi endocrino lee esto se va a cabrear y mucho) que un bote de aguarrás. Y que seguimos y atravesamos campos requemados. Que caminamos pese a ese sol que nos pega de costado. Y que atravesamos el Canal del Pisuerga, un adelanto de ese gran Canal de Castilla que pasaremos mañana cuando enfilemos Frómista. Y que subimos como un tiro el alto de Oteros desde donde podemos ver Boadilla.

Esa noche la pasamos en el albergue 'En el Camino', una especie de oasis entre los secarrales castellanos. Algunos peregrinos siguen camino a Frómista, pero creo que los volveremos a ver, porque entre Carrión y Calzadilla de la Cueza hay, la nada. De momento toca disfrutar de estas tardes tranquilas de camino. Alguna cervecita, charloteo, despedidas, bienvenidas. Esto es el Camino. Esta patria de despatriados que no tienen más posesiones que lo que pueden cargar a la espalda. Lo que somos fuera de aquí nos es totalmente ajeno. Como si no existieran.

Y hoy tocó llegar a Carrión de Los Condes. 24 kilometritos con Frómista como hito más importante. Día completo que se inició con una charla profunda con el bueno de Hugo, un argentino que está haciendo 'el Camino' para encontrarse a sí mismo. Me dice cosas importantes y poco después sé que está aquí sin saber a ciencia cierta si ha superado un cáncer de Próstata. Dice que este lugar es especial; que acumula la energía positiva de todos los que han pasado por aquí hasta este momento y que eso se transmite. Es un gran tipo. Uno puede estar o no de acuerdo con él, pero transmite una seguridad en sus convicciones que da envidia. Entre disertaciones profundas atravesamos el Canal de Castilla y nos metemos en Frómista.

Mis amigos se dejan llevar y 'perdemos' más de hora y media visitando esa maravilla que es la iglesia de San Martín, uno de los mejores ejemplos del románico que existen en España. El sol nos cogerá de lleno, pero merece la pena detenerse y admirar esta obra de arte que sobrecoge. Tengo el encargo de fotografiar columnas, capiteles, canecillos... Y cumplo. Y con esas que salimos con la solana en todo lo alto para quemar los 19 kilómetros que median entre esta joya de la arquitectura medieval y Carrión de Los Condes. Pero se hacen con alegría y, bocadillo de jamón y queso mediante, cogemos ritmo y quemamos millas. Volvemos a ser los cuatro de las últimas jornadas. Rafa, Antonio, Raúl y el que suscribe. Nos llevamos bien y disfrutamos de la compañía de cada cual. Pero es curioso. Hay momentos en los que nadie habla. Entonces cada uno se adelanta o se atrasa y camina en silencio. Son momentos en los que hacemos lo que hemos venido a hacer. Pensar, reflexionar, sacar conclusiones, intentar ser mejores personas.

Ahora estoy en un bar de Carrión emborronando estas líneas rodeado de madridistas que jalean a su equipo que, de momento, está ganando 3-1 al Betis. Los niños se han ido a casa de Emilio y Sonia, buena gente de Vitoria que hacen el 'Camino' con nosotros y que nos han invitado a pasar la noche en su casa. Hoy cocinaré para ellos y me voy a dejar la piel. Se lo merecen. Ya les contaré. Espero que San WIFI me permita volver a hablarles mañana.

Buen Camino!!!

PD: Hoy damos un beso fuerte a Herminia, nuestra compañera brasileña. A estas horas andará en algún lugar entre León y el Bierzo. No tiene tiempo para hacer el 'Camino' entero y se saltará el secarral en bus.

PD1: Las hospitaleras de Hontanas son como las avispas... La gracia en el culo. A ver si se alegran un poco o alguien las alegra.

PD2: Nos hemos topado con peregrinos canarios. Uno es de Telde y el otro de Las Galletas, en Tenerife!!!

PD3: Por ahí ya me llaman doctor Ata...

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'Leones' en tierras del 'País Lleonés'

martes 18 de octubre de 2011

Uno no sabe bien como empezar a escribir después de tanto tiempo. Los rigores del campo castellano ha impuesto etapas de gran dureza, espacios espartanos y un sol de justicia que sólo hoy, cuando descansamos en Mansilla de las Mulas, ha dado tregua anunciando pronto cambio de tiempo. Hoy volvemos a tener conexión. Hoy podemos volver a hablarles desde esta pequeña ventanita a 'El Camino' que intentamos mantener abierta día a día pese a los dolores de pies, la pereza que impone el esfuerzo acumulado o la tentación de abandonarse a las cañas frescas del bar que, en todo pueblo de esta España nuestra, nunca falta. Pero ahora estoy aquí, frente a estos dos kilos de bites, cristal y metal (ya todo se mide en gramos) escribiendo un ratito después de, como dice Mariano, "gestionar". Esto es, ducharse, lavar, ocupar la litera, meterle un chorro de antichinches, preparar la ropa de mañana, prepararse para cenar... Hugo, que anda aquí delante haciendo estiramientos cantando. Nos ameniza esta tarde de pocas palabras.

Y es que los más de 420 kilómetros que llevamos acumulados desde que iniciamos esta locura en Roncesvalles empiezan a pesar. Y los imponderables. Como el que Antonio se haya abierto la cabeza con una señal de tráfico ayer cuando salíamos de Sahagún (afortunadamente sólo fue un rasguño); o que, sólo en mi mano derecha, acumule catorce picaduras de mosquito ganadas a pulso en el Albergue de Bercianos del Real Camino. Pero aguantamos. Uno se asombra de ver la capacidad de recuperación que tiene el cuerpo de cada uno después de cada paliza diaria. Sólo hay que pasarse por los albergues a media tarde para ver en que condiciones estamos. Parecemos una cofradía de mendicantes lisiados. Pero cada mañana nos ponemos la mochila y seguimos adelante.

Les hablábamos el otro día desde Carrión de Los Condes, en Palencia. Ahora estamos 78 kilómetros más al oeste. En tres días oiga que no está nada mal. Entre medias más Castilla. Campos y campos. Pueblecitos de casas de adobe a medio derruir que te gritan que hubo tiempos mejores. No es esta tierra de ciudades de lustre. Es un país austero de paisajes más bien parcos y hombres y mujeres rudos. Bueno, en Carrión hay buena arquitectura, una plaza mayor bonica y hasta un teatro donde, según nos cuenta Sonia, se hace una temporada más que decente. Pero entre esa última noche de fiesta en casa de los Valdeón (hospitalarios como hay pocos) y esta Mansilla de Las Mulas poca piedra y mucho adobe. Pobreza digna de gentes que deben sudar sangre para salir adelante.

Aunque hay chicas como la camarera del pequeño bar de Bercianos del Real Camino, que dicen que no cambian este pequeño pueblo en medio de la nada por la mismísima París. Y hace bien si está a gusto. "Y si quieres ciudad León está a media hora"... "A dos días", le rectifico con una sonrisa pícara. "Joder es verdad que vosotros vais caminando".

¿Y del Camino? Hay quien me llama y me dice que es lo que pasa, que no cuento nada. Cosas de la conexión, que en estos lugares es complicada. El otro día, en Hornillos del Camino, nos decía la dueña del bar en el que nos comimos unos bocadillos como barcas de grandes, que para 17 personas Telefónica no se molesta ni en darse una vuelta para poner la fibra óptica. Ya ven. Pasamos por la España desconectada. Y hoy, en Mansilla de las Mulas tenemos hasta un bar con wifi gratis. ¡La virgen!

El grupo que formamos Rafa, Antonio, Raúl y yo sigue caminando unido aunque hoy, al salir de El Burgo Ranero he necesitado un pelín de ánimos en forma de música y he ido un poco a mi bola. Después de la parada diaria para echarnos algo en el estómago (otro magnífico bocado de lomo y queso en un bar de Reliegos) volvemos a hacer piña y entramos juntos a la que, por las próximas doce horas, será nuestra casa. Hoy hemos llegado poco después de las dos y hemos tachado 28 kilómetros del 'debe'. Parece que cada vez vamos más rápido.

Ayer tocó dormir en uno de esos sitios que hacen de este 'Camino' un lugar especial. En Bercianos del Real Camino aún subsiste uno de los pocos albergues que respeta el sentido original de la peregrinación. Es religioso, pero de esa manera relajada que permite la lejanía de la curia. Esperemos que la iglesia no ponga sus manos encima de estos reductos de verdadero cristianismo basado en el respeto escrupuloso y la vida comunitaria. Entre todos se hace de comer, se limpia, se recoge, se prepara el desayuno. También se reza, pero de aquella manera. Caben todos. Y eso se agradece. Y se olvida uno de los picotazos de los mosquitos y de los ronquidos y de los que se 'olvidan' cada noche de cerrar el móvil.

Y tras noches así uno se siente con ganas de volver a caminar y se olvida de los dolores. Hoy hemos ido muy bien. Rápidos. Dicen que, a partir de las dos semanas uno ya coge velocidad de crucero y ya no para hasta Santiago. La tradición asegura que el que llega a la Cruz de Ferro llega a Santiago. Estamos a unos días de soltar la piedra que lastra nuestras existencias; ¿llegaremos a Santiago? Por si las moscas, Raúl y yo andamos afanados en planificar cada uno de los días que nos restan para intentar cuadrar etapas lógicas que nos permitan estar en Santiago el día 31. Ya ven. Yo venía a hacerlo en unos 40 ó 50 jornadas y al final, si todo va como se prevé, lo acabaremos en 31.

Ya les iré contando.

Buen camino

PD: ¿Por qué todo el mundo se afana en demostrarte que no estás preparado para hacer el camino? Te quejas y te mira alguien y te dice: Esas botas, ese peso, esa mochila, esa... Uno tiene ganas de escupirle en la cara que en las pobres piernas de este escribiente ya hay tres caminos completos, siete Teides, un Toubkal, una integral de Los Pirineos, tres integrales de Sierra Nevada, una Travesía de Gredos, miles de kilómetros en una geografía mucho más exigente que ésta...

PD1: ¿Por qué los que cagan en el 'Camino' no lo hacen diez metros más allá y nos ahorran el penos espectáculos de ver sus firmas biológicas? La ruta está llena de mierda y es una pena. Basura, cagadas, papeles... Guarrigrinos.

PD2: Hoy el beso va para Ana, que ya es como de la familia. El Raúl está cuidando de mí y yo hago lo que puedo.

PD3: Nos sorprende la cafetería del Hostal Moratinos (www.moratinos.es) , no sólo por el buen gusto del local, sino por la calidad de los desayunos y por lo razonable del precio. Muy recomendable.

PD4: Según el ala femenina anglosajona de 'El Camino', "los españoles son como leones". Y es verdad. Somos como leones, pero nos reservamos para nuestras leonas. Y yo a mi leona la echo muchísimo de menos.

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Cuando Castilla era León...

viernes 21 de octubre de 2011

Las etapas que terminan o empiezan en las grandes ciudades del camino suelen ser decepcionantes. Los últimos diez o quince kilómetros suelen ser una sucesión de polígonos industriales y solares a medio burbujear, perdón digo urbanizar, que anteceden a esos barrios tan característicos que suelen rodear a los centros urbanos. Después vienen las avenidas interminables que, en el mejor de los casos, culminan en un casco histórico destacable. Y la del miércoles no ha sido ninguna excepción. Los que transitaron la senda antes que nosotros ya anuncian que la de hoy es una de las cenicientas del camino aunque la recompensa final es la impresionante ciudad de León. La noche empezó con chinche (la que descubrió nuestro explorador particular, Hugo) y acabó con madrugón de esos de los que hacen afición que nos hizo salir de Mansilla de Las Mulas cuando el reloj no había llegado a las 7.00 horas.

Frío intenso y nubes para empezar. Desayuno en Puente Villarete y como motos hasta León. Poco después de las 11.00 horas, Rafa, Antonio, Raúl y un servidor estamos ya callejeando por las calles de la capital leonesa en busca del Albergue Municipal. La otra opción es el religioso de 'Las Carbajalas'. Éste último tiene la ventaja de estar en pleno centro pero el grave inconveniente de cerrar a las 21.30 horas. Y con el Barrio Húmedo (que nadie busque ninguna explicación de índole sexual al topónimo de marras) y sus bares de tapas, este inconveniente bien merece esos quince minutos de andurriales hasta el 'Municipal'. Esperamos y nos despedimos de La Montse que vuelve a Barcelona. Es una pérdida sensible para la Hermandad de la Serpiente de Dos Colas. Si las previsiones se cumplen entraremos juntos a Santiago en unos doce días (¡sólo restan 12 días!). La cuenta del debe ya ha bajado hasta la cifra redonda de 300. Por cierto, fantástico el albergue público de León. Un lujo. Felicidades a los responsables.

¡León! Cuidad hermosa. Gestionar nos lleva un par de horas y hasta las cinco de la tarde no podemos salir a recorrer esta joya. Murallas, Basílica de San Isidoro, Catedral, Barrio Húmedo. De tapas por las callejuelas del barrio histórico leonés nos reencontramos con Sonia y Emilio que, a partir de mañana, volverán a compartir las penurias del camino con nosotros.

PD: Monste estará ya en Barcelona después de desandar lo andado en tren. Ya no ha podido demorar más su vuelta a la rutina diaria de trabajo, hogar y familia. La echamos de menos. Aunque amenaza con volver y pronto. Seguiremos informando.

PD1: Algunos hospitaleros se afanan en denostar al peregrino de hoy comparándolo en todo momento con el auténtico peregrino: esto es, el de antes. Pongámonos puristas y recuperemos el sentido de la auténtica 'romería' a Santiago. Que vuelvan la Peste Negra, las ratas, la Inquisición y las razzias de díscolos y mahometanos cordobeses... Lo que hay que oír.

PD2: Nos soplan que hay un personaje de calado que nos sigue cada día. Somos pocos, pero buenos. Gracias a todos por este vínculo de fidelidad que hemos forjado en estos últimos días. Saber que nos leen, nos invita a seguir adelante.

PD3: Que fue primero: el peregrino o la chinche. ¿Pican con más productividad las chinches de los albergues privados o la de los públicos?; ¿son estas últimas funcionarias o sólo personal laboral?; ¿por qué algunos hospitaleros se afanan en minimizar la importancia de tener una plaga de insectos peligrosísimos para la salud de los peregrinos en sus instalaciones?

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El puente del Passo Honroso

viernes 21 de octubre de 2011

Raúl me sorprende. Es uno de los hombres más inteligentes que conozco. Es difícil razonar a su velocidad y su capacidad de síntesis es asombrosa. Hoy cenábamos en Hospital de Órbigo celebrando su cumpleaños y hablábamos del llamado Passo Honroso, un lance de caballerías que tuvo lugar en el fantástico Puente del Órbigo (una maravilla del siglo XIII) allá por el 1439. El protagonista del suceso fue el caballero Suero de Quiñones, que por amor a su dama retó a todos los caballeros a batirse con él si querían pasar el puente. Dicen que durante más de un mes el señor se batió con más de 300 caballeros y que tras ser derrotado abrió el paso y completó la peregrinación a Compostela. Raúl concluye rotundo: Si querían pasar haber esperado a que tuviera ganas de cagar...

La cena de hoy ha sido especial. Celebramos el cumpleaños de Raúl. Nos hemos juntado en el Bar 'Perrona' a cenar y a festejar el aniversario de nuestro compañero. Bebemos, reímos, comemos. Sopa de trucha... Y después tarta, regalos, cava, emociones. Somos una pequeña familia. Compartimos las 24 horas juntos y eso, después de casi tres semanas de viaje, empieza a tender puentes sólidos. Se habla mucho en el camino. Y no se suele hablar de tonterías; bueno, no siempre. Y hablamos de esta noche especial porque la jornada ha sido un tanto anodina. Más de 32 kilómetros entre León y Hospital que, aunque barruntan el cambio de paisaje que adelanta la proximidad del Bierzo, repiten la monotonía de autopistas, polígonos industriales y pueblos dormitorio que anteceden y despiden a las grandes ciudades del camino.

También ha cambiado el tiempo. Ya empieza a hacer frío. Ayuda el fresco a dar zancadas, pero hoy andamos perezosos y los kilómetros caen en el saco con lentitud. El objetivo es alcanzar San Martín del Camino, a 26 kilómetros de las últimas casas de la capital leonesa, pero resulta que cuando llegamos son poco más de la una de la tarde y que el cuerpecillo aún está para darse una alegría. Por eso nos liamos la manta a la cabeza y andamos ahora por Hospital de Órbigo, a más de 32 kilómetros de León, que no es cosa baladí después de 20 días de paliza que ya empiezan a pasar factura.

Y la elección es buena, puesto que esta pequeña ciudad es una auténtica maravilla y el albergue parroquial, uno de los mejores del Camino hasta este momento. Hemos pasado una velada encantadora pese al intenso frío y el bajón del 'post partido'.

PD: Somos uno más. Al grupo se ha unido Jisun (aunque le decimos Tere) una coreana pizpireta a la que rescatamos de una mochila imposible. Hoy ha hecho el último tramo de la etapa con nosotros y parece que la compañía de este grupo de locos que camina junto le gusta. ¿Aguantará nuestro ritmo?

PD1: Según los argentinos, ando paspado. Esto es, rozado por los muslos a causa de una combinación letal de reducción de masa adiposa y pantalones sueltos...

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La Maragatería

viernes 21 de octubre de 2011

El Cocido Maragato lo carga el 'diablo'. Acabamos de llegar del 'Restaurante Las Termas', en Astorga y la contundencia del almuerzo y la mañana de intenso frío que hemos pasado a la salida de Hospital de Órbigo me atan a la cama mientras los demás salen a explorar esta Astúrica Augusta a la que hemos llegado después de una jornada de plácida marcha. Jisun sigue con nosotros. Ayer hubiera dicho que de cien intentos, otros tantos acabarían con un rotundo fracaso, pero hoy, después de vaciar media mochila de cosas inútiles para la marcha, ha seguido nuestro paso como una más. Lo ha pasado mal durante los últimos siete años. Durante la comida da rienda suelta a sus sentimientos y nos confiesa que lo que la hemos ayudado a llegar hasta aquí ha sido todo un regalo. Hoy creo que llegará a Compostela y lo hará junto a los integrantes de esta curiosa Hermandad de la Serpiente de Dos Colas que va perdiendo y ganando compañeros de viaje.

Ya lo advertíamos ayer. El paisaje va cambiando. Se ondula poco a poco y en el horizonte, aún pintadas de azul por la distancia, empiezan a verse las rampas que nos llevarán a las tierras verdes de Galicia. Ya han quedado atrás los secarrales castellanos; los paisajes planos de amarillos y ocres infinitos; los pueblos de adobe quemados por el sol y el abandono... La ciudad de león es algo así como una frontera entre la estepa castellana y lo que aún anda por venir. Las gradaciones son prácticamente imperceptibles, pero a cada metro que das te das cuenta de que vas dejando atrás una parte del camino y te encaminas hacia la definitiva. Primero son las huertas que sustituyen a los campos de cereal; después las pequeñas montañas que animan la vista.

Hoy salíamos de Hospital de Órbigo con el termómetro desplomado hasta los dos grados sobre cero. Frío que se ha ido mitigando a golpe de sol pero que no ha llegado a desaparecer del todo. El cambio de estación es ya un hecho. Otro signo nos habla de este nuevo escenario. Por primera vez en muchos días, 'El Camino' se ha alejado de la N-120 y se ha internado en pleno monte. Las encinas aún ganan por mayoría aplastante pero ya se ven más pinos. La Maragatería, esa región imponente que sirve de frontera entre castellanos y gallegos, nos anuncia la proximidad del final. Aunque aún restan once días de camino antes de llegar a Santiago. Pues como decía, salimos "cagados de frío", como dice Hugo. Hoy vamos con cachazas ya que lo que ganamos ayer nos permite una etapa corta de apenas una veintena de kilómetros hasta Astorga.

Y nos lo tomamos con calma. La intención es comer en la antigua capital romana y después seguir unos ocho kilómetros más hasta Santa Catalina de Somoza. Pero todos sabemos que esto no va a ser así. Después de la paliza anterior hoy nos hemos ganado el derecho de ser holgazanes y dejarnos arrastrar por los encantos de Astorga y su famosísimo 'Cocido Maragato'. Santiago nos atiende de maravilla en 'Las Termas' y a base de repetir todo tipo de clases de carne, garbanzos, sopas, natillas, vinos y orujos varios, caigo derrotado por una sobremesa soporífera. Bueno, eso y el descargue de espalda que hacen Xavier, Sonia y Jisun. Tarde perdida dormitando bajo el saco mientras el resto del grupo anda disfrutando de los encantos de una de las ciudades con mayor potencial histórico de esta España nuestra.

Mañana a estas horas, si no pasa nada, estaremos en Foncebadón, a más de 1.300 metros de altitud y con los montes galaicos en el horizonte. Nos espera una de las etapas más duras de 'El Camino', pero también una de las más bellas. Si san WIFI lo permite, seguiremos informando.

PD: Hoy se nos ha ido el gran Emilio. Ha sido emocionante decirle adiós. Es una gran persona y por eso no tiene ninguna vergüenza en soltar una lagrimilla al despedirse. Sonia se queda con nosotros. La cuidaremos bien, tanto como ella nos cuidará a nosotros.

PD1: El ala anglosajona nos alcanza en Astorga y nos enteramos que Jack se ha quedado en Villar de Mazarife con problemillas estomacales. Mañana partiremos hacia Foncebadón y lo más seguro es que no volvamos a verlo. Quizás en Santiago.

PD2: Nos enteramos de las magníficas noticias de Euskadi caminando. Nos emociona saber que afrontamos un futuro sin violencia. Los titulares de algunos periódicos de Derechas dan asco.

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Picando hacia arriba

sábado 22 de octubre de 2011

Jisun duerme. No son más de las 17 horas, pero ella duerme profundamente en su litera después de una jornada que ha sido muy dura. Maude, una chica canadiense que nos vamos encontrando cada día, está calentándose los pies en la chimenea del refugio de Monte Irago, en Foncebadón. Estamos a 1.439 metros sobre el nivel del mar con un Otoño cada vez más disfrazado del Invierno que está por llegar y con Galicia ya en el horizonte. Mentiría si dijera que hemos sufrido para llegar hasta aquí arriba. Ha sido un paseo exigente de 27 kilómetros entre Astorga y los altos de los Montes de León. Pero la pobre Jisun está completamente vaciada. Subíamos hace apenas una hora y casi llorando me decía que la dejara; que ya llegaría. -"Tú caminas más rápido que yo y te estoy entorpeciendo. Vete y espérame en el pueblo". Al final la hemos subido entre todos. Cuando el camino picaba en exceso hacia arriba la cogíamos de la mano y tirábamos de ella para que cogiera ritmo.

Y al final lo ha logrado. Y creo que se ha sentido orgullosa de llegar y nos ha agradecido de verdad que, literalmente, la hayamos empujado hasta aquí arriba. Es su tercer día de camino y ya está totalmente agotada. Pero creo que llegará. No sé si aguantará nuestro ritmo de entre 25 y 30 kilómetros diarios, pero llegará a Santiago. Tiene muchas ganas de hacerlo y esta gente de Oriente tiene una capacidad de sacrificio impresionante. Si lo intenta hacer con nosotros la ayudaremos todo lo que podamos. Si decide ir sola sé que tendrá suerte.

Si quedaba algo de Castilla, hoy lo hemos dejado atrás de manera definitiva. Hasta dentro de tres días, cuando, si todo va bien, lleguemos a los altos de O Cebreiro, no dejaremos atrás Castilla y León, pero los paisajes que, lentamente, vamos dejando atrás, ya no tienen nada que ver con los yermos campos castellanos. En dos días hemos atravesado la 'Maragatería', esa región que sirve de transición entre lo castellano y lo gallego. Mañana, después de dejar nuestras cargas en la Cruz de Ferro, ya otearemos los campos del Bierzo, la 'quinta provincia gallega', pese a formar parte de León.

Hoy ya hemos visto como el paisaje se arruga en laderitas verdes que, de golpe y porrazo, se han empinado en los apenas 5,5 kilómetros que separan la coqueta Rabanal del Camino y esta abrupta aldea de montaña que es Foncebadón. Hasta este momento, la jornada había transcurrido plácida. Demasiado tranquila. Vamos a un ritmo lento; cómo si fuéramos de paseo. Ha dado tiempo, incluso, para una sidra y un futbolín en el curioso bar 'El Cowboy', uno de tantos recintos regentados por gente peculiar que aparecen a lo largo de 'El Camino'. Almuerzo con espectáculo de chistes subidos de tono a cargo del propietario del local, un ex legionario que puede cagarse en lo más sagrado unas treinta veces en dos minutos. Uno de tantos frikies del camino. Si algún día pasas por El ganso no dejes de tomarte allí un tentenpié. No sólo te servirá ara afrontar con éxito los últimos kilómetros de la etapa, sino que también te reirás un ratico.

El Xavi ya va con nosotros. Se ha unido al grupo que crece por momentos con la incorporación de Juan, otro 'valençiá' que ha unido sus pasos a los nuestros, al menos durante la jornada de hoy. Lo llamamos doctor amor; cualquier problema de ampollas cuenta con rápida solución por parte de este peregrino de Badalona que anda chamuscado de amores aunque con muchas ganas de seguir adelante. Uno va atesorando las historias personales de mucha gente en poco tiempo. Y a veces cuesta dar cuenta de todo lo que se puede trasladar a esta humilde bitácora. Nos reímos mucho con él. Habíamos coincidido esporádicamente hasta Burgos, pero allí le perdimos la pista hasta hace cuatro días. Lo perderemos pronto, porque quiere llegar a Santiago un día antes que nosotros. Si los planes se cumplen, terminaremos nuestra particular ruta de las estrellas en nueve jornadas más. Creo que podemos conseguirlo; bueno, ellos lo harán sin problemas, yo creo que podré hacerlo.

Y que más; bueno, que han aparecido chinches en el albergue aunque parece que los hospitaleros han reaccionado con presteza y han atacado de manera contundente el foco de esta nueva plaga bíblica que nos acecha a cada recodo de 'El Camino'. Un día especial el que nos espera mañana. Al final soltaremos nuestros lastres en la Cruz de Ferro. Yo traía una piedra negra de Agaete, pero me dí cuenta de que en Agaete no hay lastre alguno que me frene. Reconozco que venía medio acojonado por mi última experiencia en el Alto de El Perdón, así que allí dejé la piedrecita de la playa de El Puerto de Las Nieves y me he traído una piedra del Alto de El Perdón. Ella simboliza todos los miedos que me han impedido volar hasta ahora. Mañana intentaré liberarme de esos miedos y quedarme con lo que de verdad interesa. Mi familia, mi mujer, la ruta, la literatura, las ganas de hacer cosas. A ver si eso también lo consigo.

Ultreia

PD: Parece que al Hugo lo hemos perdido de manera definitiva. Va un par de kilómetros buenos por delante. No creo que se haya quedado en Manjarín, por lo que irá hasta El Acebo, a más de 10 kilómetros de aquí.

PD1: Rafa le manda hoy un beso a Mari, su mujer y el Antonio también quiere saludar a su sobrinilla. Raúl hace lo propio con Anuska. Hoy estamos sensibles.

PD2: Juan también quiere darle un beso María del Carmen Aranzazú, Kiara, Felipe y Tiago, su gente allá en Argentina.

PD3: Yo, como cada minuto, me acuerdo de mi morena.

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El Bierzo y a las puertas de Galicia

lunes 24 de octubre de 2011

El de hoy ha sido un día de emociones fuertes. Según cuenta la tradición, hasta las piedras hablarán durante ese temido Juicio Final en el que todos debemos purgar culpas y sacar pecho de las buenas acciones realizadas a lo largo de nuestra existencia. Las piedras serán testigos de cargo en nuestra comparecencia y se chivarán de todos los pecados cometidos. Por eso los peregrinos de antaño llevaban colocaban una piedra junto a la sencilla cruz de hierro que se levanta en ese collado que culmina la ascensión a los Montes de León desde la Maragatería. Esa piedra diría que habían peregrinado a Santiago, toda una garantía de paso a ese club exclusivo del que hablan los curas para meternos miedo. Hoy las cosas han cambiado y los peregrinos han dado un nuevo sentido práctico al ritual de depositar la cruz a los pies del enorme 'palo macho' que sustenta la pequeña cruz. Hoy, la piedra simboliza todo aquello que cada uno de nosotros quiere dejar atrás y por eso se ven imágenes emocionantes.

Hay quien quiere dejar atrás años de lucha contra una enfermedad que, a punto, ha estado de dejarlo seco; otros purgan penas de amores; otros quieren dejar atrás situaciones familiares y personales penosas; otros queremos deshacernos de todo el ropaje que nos hace infelices. Y la gente se emociona. Y algunos lloran a moco tendido y se abrazan, porque la Cruz de Ferro es algo así como una oportunidad de poner un punto y a parte en nuestras vidas. Parece una chorrada, pero es así. Para muchos, este montículo de piedras, acumuladas por los millones y millones de personas que han pasado por aquí desde la Edad Media supone un punto entre el pasado y la posibilidad de afrontar un mejor futuro. Y para mí también. He tomado decisiones importantes durante estos últimos días y la Cruz de Ferro simboliza ese antes y ese después. Además, dicen que quien llega hasta aquí suele llegar a Compostela. Y por eso yo también me emociono y me abrazo con los compañeros que caminan junto a mí.

Lágrimas que también caen del cielo, aunque hemos tenido la enorme suerte de que la lluvia de verdad, esa que no te dejaría caminar a gusto, ha empezado a caer cuando ya estamos duchaditos y calentitos en el Albergue San Nicolás de Flue de la ciudad de Ponferrada. Tarde desapacible y oscura que avanza lo que tendrá que venir tarde o temprano. Estos cielos azules de las primeras dos partes de 'El Camino' no podían durar hasta Santiago. El parte meteorológico anuncia borrasca a partir de mañana. Creo que la próxima semana va a estar pasadita por agua.

Como decía, los nubarrones negros nos han acompañado desde que salimos esta mañana de Foncebadón. Los primeros dos kilómetros de ascensión hasta la Cruz de Ferro el cielo amenazó con descargar agua en varias ocasiones, pero la cosa no pasó de alguna gotita aislada. Poco después de pasar la cruz el cielo se conformó con oscurecer el día dejando escapar algún jirón de sol de vez en cuando. Frío. Hoy he hecho la práctica totalidad de la jornada con Raúl. Nos entendemos bien y estamos a gusto caminando juntos.

La jornada ha sido la mejor desde que abandonamos el Valle de Esteribar en Navarra. Alta montaña por los Montes de León. Senderillos estrechos, pueblecitos encantadores de casitas de piedra desnuda y tejadillos de pizarra, bosques pintados de todos los tonos del rojo y el amarillo por el Otoño. Una auténtica gozada que ha tenido algún punto complicado como la bajada a Molina Seca, en la que he tirado de talones para evitar forzar el tobillo. Pero ha merecido la pena. Estoy contento. La última vez que pasé por aquí los pueblos que dan paso al Bierzo estaban en muy mal estado. Hoy, seguramente gracias al boom de 'El Camino', lugares como Acebo, o Riego de Ambrós son auténticas joyas donde se condensa la tradición berciana. Pueblos encantadores que hay que ver. Y para colmo el fantástico paisaje del monte leonés. Será un día inolvidable. Lo único que ha estropeado un poco el día ha sido el viento; un golpeo continuo y húmedo que se cala hasta los huesos. Y lo que te rondaré morena.

Que más podemos decir. Pues que la llegada a Molina Seca ha sido de lo más relajada. La intención era tomar un café y esperar al resto del grupo, pero al final optamos por las cañas y por las tapas y por el futbolín. Y se nos echa la tarde encima para entrar en Ponferrada cuando ya rozan las cinco de la tarde. Cachazas que se están convirtiendo en algo habitual en los últimos días. El calor no aprieta y ya da lo mismo que nos coja la tarde en plena ruta. Ahora nos vamos a ver el pueblo (con la poca luz que nos queda) y a tomar algo.

PD: Hoy la última foto se cuelga a petición de Juan, el chico de valencia que se ha unido al grupo. Es de las afueras de Astorga y simboliza a la perfección el espíritu de 'El Camino'.

PD1: Cuando salíamos de la Cruz de Ferro, un señor se reía de nosotros por la escenita de los abrazos. Se bajaban de una guagua para caminar un rato. Lo encontramos un par de kilómetros más abajo con la cara llena de sangre. Se había caído. Le limpiamos las heridas y le hacemos la primera cura a la espera que vengan a recogerlo.

PD2: Los españoles somos ruidosos. La mayoría de los extranjeros lo saben y disfrutan de nuestra manera de ser. Se divierten con nosotros. Otros se quejan, pero están en España y en nuestra casa mandamos nosotros. Y si no les gusta que se vayan a casa.

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A Villafranca con la retranca puesta

lunes 24 de octubre de 2011

Después de un hidromasaje a temperatura cercana a la de ebullición, limpio, con las cosas junto a la cama, que no litera, y con una cervecita fresca junto al ordenador las cosas se ven de otra manera. Pero hace apenas unas horas las cosas no pintaban, ni mucho menos, de esta guisa. Juan y yo nos hemos quedado de 'escobas' con la pobre Jisun, que ha llegado baldada y con Akiko, una japonesilla menuda y frágil que camina con muchísima dificultad. Salimos de Ponferrada a las 8.30 horas y hemos llegado a Villafranca del Bierzo a las 18.00. Sí: Villafranca del Bierzo. La intención era llegar hasta Pereje para dejar la temida subida a O Cebreiro en unos escasos 24 kilómetros. Pero no ha podido ser. Las niñas van muy mal y nosotros nos quedamos a tirar de ellas. Este paso lento me mata. El tobillo me va a reventar por todos lados y mañana sé que lo voy a pasar muy mal. Sufriré para subir hasta la puerta de Galicia.

La jornada ha sido complicada. Prometía frío y lluvia. Y la verdad es que el tiempo se ha portado bien y apenas nos ha caído un par de rociadas. Parece como si una mano invisible haya ido despejando el cielo justo por donde íbamos pasando dejándonos arcoiris de ensueño y nubarrones negros que, casi siempre, amenazaban desde una distancia tranquilizadora. Nos hemos mojado poquito. Eso sí, ya hace frío.

Les comentaba que, pese a la enorme suerte que hemos tenido con el cielo, la jornada ha sido muy dura. Está claro que a nuestro ritmo, hubiéramos llegado un par de horas antes y, con toda seguridad, ahora estaríamos en Pereje; pero bueno, esto es 'El Camino'. Siempre hay imponderables. Mañana tocará hacer 29 kilómetros y subir desde los 530 hasta los 1.400 metros sobre el nivel del mar para terminar la jornada en lo que, para un humilde servidor, es el mejor rincón de 'El Camino'. Galicia. Joder. 24 días caminando desde la frontera con Francia. Ya sólo nos restan 190 kilómetros para llegar a Santiago.

¿Y de la etapa de hoy? Pues que hemos disfrutado muchísimo. Desde Ponferrada a Camponaraya, andaderos y calles sin mucha historia, pero desde este último punto hasta Villafranca del Bierzo, pura delicia. Montaña berciana. Paisajes que poco a poco van picando hacia arriba y nos adelantan lo que ha de venir hasta que pasemos la barrera del Macizo galaico y empecemos el sube y baja que nos dejará en Santiago en siete días. Los manchones de luz nos han dejado estampas preciosas como los viñedos que llenan las laderas que separan la espectacular Villafranca y Cacabelos. O las callejuelas encantadoras de los pueblecitos encajonados en este valle hermoso con las montañas de fondo.

Y después queda la llegada a Villafranca. La románica Iglesia de Santiago; el castillo, las callejuelas encajonadas, las casitas de piedra con los tejados de pizarra negra... Más Camino. Escribiría más si tuviera más fuerzas. Pero uno anda hoy justito. Espero que las fotografías puedan hablar por mí. Dicen que una imagen vale más que mil palabras. Así que ahí quedan.

PD: Hoy queremos dar un beso a la familia de Juan que hoy se ha portado como un campeón cerrando el grupo. Dice que Rubén Esparza debería estar acá con nosotros compartiendo alegrías, penurias y vivencias.

PD1: Mañana operan a Juan, el padre de Juan. Así que le mandamos un beso muy grande y aprovechamos para saludar a su hermano Jorge. Ahí queda.

PD2: El Ximo (el amigo de Vall d'Uixo de Raúl) nos lee todos los días. Un saludo amigo. A ver si te animas y haces también 'El Camino'. Para el otro Ximo (nuestro alicantino) un beso fuerte.

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En el hogar de Breogán

miércoles 26 de octubre de 2011

Aquel día del siglo XII no debía ser muy diferente al de ayer. Viento, frío, nieve... Condiciones complicadas para afrontar los últimos siete kilómetros que separan la Vega de Valcarce de las encantadoras casitas de piedra de O Cebreiro. Aquella jornada invernal Xoán Martín, un vecino de la aldea vecina de Baixamaior, salió de casa para asistir a misa. Dicen que el cura que atendía las almas de las gentes de este lugar por aquel entonces no era todo lo creyente que su cargo exigía por lo que se tomó a guasa el esfuerzo del devoto Xoán. Según parece, mientras el sacerdote cumplía con desgana sus obligaciones dijo algo así como "mira éste lo que hace por un trozo de pan y un buche de vino". Y la cosa no debió sentarle demasiado bien al de allá arriba, puesto que transformó los símbolos en verdadera carne y verdadera sangre y hasta Santa María de O Cebreiro abrió los ojos y lloró emocionada por la devoción del vecino. Pues este día es también duro, aunque, ni mucho menos, similar a lo que el invierno será capaz de dejar por estas alturas. Pero lo hemos pasado mal. Hemos sufrido para salvar este escalón que separa Castilla de Galicia. Una etapa dura pero bonita. De esas que marcan.

Nos enteramos un día después (ahora escribo desde un bar de Triacastela) que ayer llovió en Lugo más que en los últimos cinco meses y que se estrena en nieves el año. Justo cuando nosotros andamos por estos andurriales que sirven de antecedente fidedigno de lo que Galicia va a ofrecernos a partir de ahora. Salimos de Villafranca del Bierzo bastante tarde: es lo que tiene dormir en un albergue decente (cama individual, hidromasaje y todas esas cosas decadentes y pequeño burguesas que tanto nos gustan aunque echemos pestes de ellas). Así que faltan pocas horas para que se ponga el sol cuando alcanzamos el objetivo el día. Casi treinta kilómetros con la ascensión más dura del camino de por medio.

Pero merece la pena. Los primeros quince kilómetros transcurren anodinos junto a la autopista, pero desde que llegas a la Vega de Valcarce, el paisaje cambia por completo y se vuelve gallego. El camino se asilvestra y sube junto al cauce del 'Regato de Seara' buscando las rampas del 'Chao da Pota'. Y aparecen los bosques umbríos, y esos túneles vegetales que tanto nos gustan. Me dice Juan, el valenciano, que a estas rampas tan duras las llaman 'mata burros' y nos lo creemos. Sobre todo cuando la pendiente nos obliga a doblar el espinazo para salvar cada metro. Ha sido la primera vez que el esfuerzo me obliga a hiperventilar.

Pero lo hemos disfrutado. Sobre todo cuando dejamos bajo nuestros pies los tejados de pizarra negra de A Faba y vemos como las lomadas que culminan el Macizo galaico se han cubierto de un ligero manto blanco. Espectacular. Y de esta guisa pasamos Lagua de Castela, último pueblecito leonés, y salvamos los dos kilómetros que nos dejan en O Cebreiro. Un lugar especial. Mi rincón favorito de este 'Camino' que empezamos con calor y parece que vamos a terminar con frío y agua.

Y lo de hoy ha sido peor. Agua para parar un tren y viento. Mucho viento. Algunos se lo han tomado de otra manera: mejor me callo. Bajar por el otro lado hasta Triacastela, puerta de entrada de los valles que, si todo va como tenemos previsto, nos dejarán en Santiago en cinco días. Ha sido una jornada dura. Durísima. Pero esto es 'El Camino'. Y ahora estamos en el bar, después de llegar al Albergue calados hasta los huesos y congeladitos de frío. Algunos aún no han llegado y empieza a oscurecer. Han sido sólo 21 kilómetros pero se han hecho largos. Y como estamos cansaditos (y va a empezar el fútbol), lo vamos a dejar por hoy.

PD: Hoy no hay posdatas porque si hablo la cago...

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Otra vez en Barbadelo

sábado 5 de noviembre de 2011

Barbadelo más de 13 años después. El mismo albergue pequeño y estrecho junto a 'El Camino'; los mismos bosquecillos verdes rotos por veredillas enmarcadas entre muros de piedras tapizadas de verde musgo; el mismo paisaje pese a la enorme línea gris hormigón que se ve allá a lo lejos y que anuncia la presencia de una de esas nuevas carreteras que tanto abundan por estos lugares del norte. Aquel día de agosto de 1998 el sol lucía con ganas y apenas se veían algunas nubes (aunque si no recuerdo mal, a la mañana siguiente nos llovió mientras visitábamos el impresionante Monasterio de Samos). Hoy hemos vuelto a tener los mismos cielos gris plomo y casi la misma lluvia de la bajada a Triacastela.

Mientras emborrono la pantalla del ordenador las últimas luces del día (débiles siempre) se van convirtiendo en sombras y el mercurio del termómetro se desploma. Ha hecho frío; en algunos momentos hasta mucho frío. Pero se ha llevado la cosa más o menos bien. Lo peor es el agua. Cuando el rutómetro de cada jornada va llegando a su fin, los últimos kilómetros se ocupan en pensar en la ducha caliente que ha de llegar: en el más que merecido descanso y en la comida caliente previa al descanso. Cuando hemos llegado al pequeño Albergue de Barbadelo nos hemos dado cuenta de que no había agua caliente. Ha sido un buen mazazo moral, pero ahora, después de la ducha fría, el cuerpo se ha tonificado y vamos como flotando.

Los peregrinos de hoy lo tienen mucho más fácil. Y no hablo de la ropa de alta montaña, las mochilas ergonómicas, las botas de trekking, los calcetines antiampollas o los sacos ultraligeros. Uno se pone a pensar en las condiciones en las que viajaban nuestros 'compañeros' de hace siglos y a uno se le ponen los pelos de punta. Es verdad que hay trances en los que lo pasas mal. Me acuerdo, por ejemplo, de lo que sufrimos ayer para bajar desde el Alto do Poio a Triacastela. Pero llegas, te das una ducha, te pegas un buen caldo gallego y mañana será otro día. Aquellos hombres y mujeres viajaban con una única muda de ropa, dormían donde podían y comían lo que les daban. Nada que ver con lo que hacemos hoy.

Por eso no voy a quejarme. Sobre todo porque ha sido una jornada 'bonita' de hacer pese a que hemos tenido que acompañar a Sonia y a Raúl al médico para que les den algo contra las picaduras de las malditas chinches. Yo voy comido de punzadas de mosquitos, pero por el momento voy librándome del acoso y derribo de estos parásitos que parecen monopolizar las angustias de los peregrinos del siglo XXI casi tanto como las temibles ampollas. Y eso que esta mañana, cuándo me levanté en el Albergue de Triacastela, junto a la cabecera de mi cama había uno de estos insectos bien satisfecho de sangre (lo sé porque reventó en una burbuja roja brillante cuando lo aplasté). Me he revisado de arriba abajo y parece que el origen de la trasfusión no he sido yo. Toco madera por los días que nos restan.

Las otras veces que he andado por aquí he cogido la variante de Samos. En esta ocasión hemos caminado por San Xil, que aparte de ser el trazado verdadero y original de 'El Camino' es casi seis kilómetros más corto y más 'auténtico'. Transcurre la ruta entre bosques tupidos y pequeñas aldeas con casas de piedra desnuda. Galicia en estado puro. Casi no importa que nos vaya cayendo encima otro pequeño diluvio que nos mete debajo de nuestros ponchos y nos obliga a echar la vista al suelo y a doblar la cerviz para evitar que el agua nos golpeé de lleno en la cara. Pero, de vez en cuando, la lluvia nos da un respiro y nos regala la visión de valles verdes envueltos en una bruma persistente que acentúa ese halo de misterio que tienen los campos de esta geografía.

Y vacas; y barro; y mierda de vaca junto al barro. Los corrales, húmedos después de cuatro días de agua casi continua, despiden un olor acre y fuerte que lo impregna todo. Poco antes de iniciar el descenso hacia Sarria la lluvia vuelve a cebarse con nosotros y convierte los últimos cinco kilómetros en un verdadero infierno Llegamos a la ciudad totalmente empapados, aunque el homenaje de pulpo y vino de la casa sirven para olvidar por unos momentos que aún nos falta al menos una hora más de camino antes de llegar a nuestro final de etapa.

Raúl, Antonio, Maude, Juan (que hoy ha ido como un tiro), Sonia y yo somos los primeros en llegar y ya han caído un par de raciones de 'polbo' cuando Akiko y Rafa se unen al festín. Del resto del grupo no hay ni rastro. -Estos han ido por Samos, -profetizo. Hay que comentar, en descargo del resto del grupo, que la salida de Triacastela es algo confusa. El camino se bifurca antes de dejar atrás las últimas casas del pueblo. Si vas por la izquierda, bajas a Samos y por la derecha hay que tener cuidado. 'El Camino' cruza la carretera y retrocede una veintena larga de metros para buscar la pequeña vía comarcal que sube a San Xil. No es difícil equivocarse y ellos se han equivocado.

Por eso aún no han aparecido cuando salimos de Sarria y nos internamos en el bosque para buscar la senda de Barbadelo; por eso aún no han llegado cuando terminamos de darnos esa ducha fría que jode tanto como nos reanima; por eso no sé nada de ellos cuando me voy a visitar esa maravilla del Románico que es 'Santiago de Barbadelo', con la inmensa suerte de contar como guía a Don Antonio, párroco del lugar y un verdadero apasionado de estas piedras casi milenarias. Me cuenta que la iglesia "es muy antigua", "una de las primeras que se hicieron de estilo románico". También me advierte que "el muro sur se cayó en el siglo XVIII" y que "por eso, las ventanas de esa parte no son tan bonitas como las originales", dice mientras va cerrando puertas y recogiendo bártulos.

Según parece, los cimientos de la parroquia son de un edificio anterior. Rastros que se ven en las figuras esculpidas que adornan la portada que "son más antiguas que Cristo", dice Don Antonio orgulloso. Desde fuera, de la iglesia apenas puede verse el campanario, ya que un muro de más de dos metros de tumbas rodean el recinto. Es un sitio especial. Por lo menos para mí. Y las horas pasan rápido hasta el punto que hay que recogerse para cenar. Entonces llegan los retrasados. Y nos hablan de lo bien que han comido; de lo bien que se lo han pasado; de lo maravilloso que ha sido estar más de doce horas en 'El Camino'. Todo un clásico. Después de interrumpir la cena para ir a buscar a Xabi y Jisun (que llegan de noche cerrada) toca estofado de ternera y arroz con leche antes de ir a dormir. Nada que ver con las penurias de aquellos peregrinos de antaño.

PD: Juan, nuestro valenciano veloz, ha terminado hoy su 'Camino' y volverá a casa en los próximos días. Nos ha acompañado desde tierras leonesas y ha sido un buen compañero de fatigas. Ya lo echamos de menos (menos a la hora de dormir por lo que ronca el muy jodido) y esperamos que la ruta nos vuelva a juntar algún día. Cuídate compañero, eres una buena persona y eso, hoy, es todo un lujo.

PD1: Ya se nota la proximidad del final de esta aventura. Nadie lo dice abiertamente, pero todos andamos con una mezcla ambigua de alegría por saber que la meta está a la vuelta de la esquina y pena por lo que será una separación inevitable.

PD2: El espacio del Albergue de Barbadelo se ha aprovechado al máximo. Apenas queda sitio para moverse. Esto es una constante desde que entramos en Galicia. El espacio se aprovecha al máximo y donde caben dos literas se meten tres.

PD3: Hoy nos enteramos de que Jack se ha quedado rezagado por una enfermedad. Ojalá se recupere pronto y podamos verlo en Santiago. Me haría muchísima ilusión poder darle un abrazo.

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Sol sobre Portomarín

lunes 7 de noviembre de 2011

Ayer Juanito lo pasó mal; muy mal. Fue de los que se equivocó y dio el enorme rodeo hasta llegar a Barbadelo ya de noche y bastante cascado. Hacía mucho frío y la humedad de una jornada de lluvia acabó por dejarlo maltrecho. Hoy se ha venido con nosotros y la verdad es que ha ido bastante bien. El de hoy ha sido un día bastante especial por varias razones. La primera es que después de cuatro días muy duros hemos vuelto a ver el sol; y eso es siempre un motivo de alegría. Ya no hablamos de aquel sol inmisericorde de las lanuras castellanas; es un sol tímido que calienta pero no quema. Cuando uno se esconde en la sombra hasta siente fresquito. Cielos azules y campos verdes. Hoy Galicia nos ha regalado un día espléndido. También ha sido especial porque hemos dejado atrás el mojón que indica los últimos 100 kilómetros de 'El Camino'. Quizás para muchos de los que lean esto un centenar de kilómetros a pie sea una barbaridad. Y lo es. Pero cuando sales de Roncesvalles y ves 'Santiago de Compostela 790', lo de bajar de tres cifras es ya un sinónimo de triunfo.

Hoy se unirán a nosotros un centenar bueno de 'turigrinos', gente que cubre los últimos 100 kilómetros para ganar la Compostela sin mucho esfuerzo o con poco tiempo (no hay que ser injusto con todos los que salen desde Sarria). Pero ya empieza a notarse la afluencia de grupos curiosos. Gentes ataviadas con enormes palos con concha y calabaza; pijogrinos de Lacoste y Tous; grupos de adolescentes cuajados de hormonas... Y junto a ellos nosotros: sucios, cansados, maltrechos, llenos de picaduras y mordeduras de todo tipo de insectos. Cuando nos preguntan de donde venimos lanzan alguna exclamación de admiración. Llevamos ya 29 días caminando y si todo va bien, en tres jornadas llegaremos a Santiago.

Hemos vuelto a hacer una burradilla. Desde Barbadelo a Hospital da Cruz; casi 30 kilómetros. Cuando nos planteamos la posibilidad de llegar a la meta el 31 de octubre señalamos un par de días en rojo. Hoy es uno de ellos. La mayoría de la gente empieza el día de hoy en Sarria y termina en Portomarín (22,7 kilómetros). Si bien nosotros hemos recortado los primeros cuatro (porque ayer llegamos hasta Barbadelo), vamos 13 kilómetros más allá para ir ganando distancia. Y hubiera sido un día aprovechado sino hubiéramos caído en las redes del 'hedonismo' peregrino; al final, la fiesta acaba por pagarse. Pero vayamos por partes.

Salió el sol mientras salíamos del bar de Mercado da Serra donde hemos vuelto a desayunar como auténticas bestias (tengo que reconocer que me he pasado un poco con la comida hoy). Pero hay hambre acumulada. Salió el sol, decía y se nos alegró el alma. Aún más cuando a media mañana, después de dar un enorme rodeo por obras de acondicionamiento en 'El Camino' pudimos hacernos la foto de rigor junto a la señal que marca los últimos 100 kilómetros para llegar a Santiago. Gasolina de moral que nos dejó a poco más de la una de la tarde bajando hacia el cauce del Miño y, por ende, enfilando camino hasta Portomarín. El río va bajo (deben haber abierto las puertas de la presa de Belesar) y las aguas nos dejan ver el antiguo puente medieval y los cimientos de la antigua Portomarín. El progreso mandó esta importante ciudad del camino a lo alto de la margen derecha del valle y hubo que trasladar los edificios más notables de la localidad piedra a piedra para salvarlos del agua.

Subimos las empinadas cuestas y nos metemos en la ciudad hasta su corazón: San Nicolás de Portomarín, una de las grandes joyas de la arquitectura de 'El Camino'. Iglesia fortaleza de tiempos del románico que, según dicen los expertos, contó con el admirado 'Maestro Mateo' como uno de sus artífices. Lamentablemente está cerrada y nos tenemos que conformar con ver su exterior cúbico imponente. Otra vez aquí, pienso mientras comemos junto a los muros de esta maravilla. Y comemos, y comemos. Hemos cometido el error de abandonarnos a placer de una comida copiosa y una animada sobremesa. Hasta tal punto que salimos de nuevo a la senda a las cinco de la tarde con más de 13 kilómetros por hacer. Una locura. Para algunos, esto es el pan nuestro de cada día, pero para otros no. Decidimos que a partir de mañana volveremos a nuestra rutina castellana. Bocadillo a las 12.30 y de un tirón hasta el final de cada etapa.

Porque no podemos volver a llegar, como hoy, con las últimas luces del día. Antonio, Raúl y yo le metemos la quinta y hacemos esos últimos kilómetros en poco más de dos horas (hemos rozado los 6 por hora), pero hay gente que llega de noche. Lo bueno de haber elegido Hospital da Cruz es que está en medio de los teóricos principio y fin de etapa. El albergue es pequeño y apenas hay media docena de peregrinos (entre ellos Dani, nuestro particular teleco catalán) cuando llegamos. Literas bien separadas, techos de madera, últimos materiales y duchas novísimas con hectolitros de agua caliente. Disfrutamos como gorrinillos bajo el agua caliente mientras Raúl nos deleita con un 'concierto de vientos'. La gente va llegando y se va al bar a comer algo antes de dormir. Yo no puedo. Estoy muy cansado y prefiero quedarme en la litera escribiendo estas líneas que llegarán a su destino cuando este esquivo San wifi nos sea propicio.

PD: Hoy se nos ha unido Eugenio, un chaval de Madrid. Ayer decíamos adiós a Juan y hoy decimos hola a este funcionario de Hacienda que ha venido a hacer los últimos kilómetros para completar 'El Camino'. Dice que no aguantará nuestro ritmo y que cogerá algún día la guagua. Yo le he dicho que lo hará completo con nosotros. A ver quién gana la apuesta.

PD1: Las lluvias han dejado algunas zonas de 'El Camino' como una verdadera carrera de obstáculos. Hoy hemos tenido show entre A Brea y Ferreiros. 'Zamburguesas' con premio gordo de agua, barro y mierda de vaca. Xavi se ha llevado 'El Gordo'. Nos hemos reído. Ver a Akiko y Jisun atravesando el lodazal sobre las piedras no ha tenido precio. Humor Amarillo en estado puro.

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Como un cohete hasta Pedrouzo

domingo 13 de noviembre de 2011

37 kilómetros a una media de 6 a la hora. Una verdadera locura que, a estos momentos, me tiene anclado en la cama del Albergue de Pedrouzo con un dolor de tobillo indescriptible. Hoy no basta el Radiosalil. Un par de pirulas me calman las punzadas agudas que atacan con precisión. No quiero ser sincero conmigo mismo. Tal como estoy ahora no llego. Y eso que sólo faltan 18 kilómetros. Nada comparado con lo que hemos hecho hasta el momento. He sido imprudente. Me he dejado llevar por el entusiasmo y he forzado la máquina de una manera imperdonable. Habrá que esperar a mañana para ver si puedo culminar con éxito 'El Camino' mañana o tengo que partir esos miserables 18 kilómetros en dos etapas.

Volvimos a cumplir y salimos muy temprano pero el cambio de hora ha adelantado el amanecer y eso nos ha privado de una primera parte de ruta bajo las estrellas. También hemos vuelto a tener muchísima suerte con el tiempo. Ha lucido el sol durante todo el día. La previsión inicial era llegar hasta Santa Irene, lo que iba a suponer otra jornada de 30 kilómetros para dejar para el último día apenas una veintena larga. Después de lo que hemos hecho en los últimos días una verdadera tontería. Y hemos salido con ánimo. Juntos hasta el puentecillo que cruza el Río Catasol, a apenas tres kilómetros del inicio de la marcha en Melide. Ahí me he juntado con Gabriel, un argentino de verbo inteligente y piernas ágiles con el que he volado.

La conversación ha sido interesante y me he olvidado de mis limitaciones físicas hasta el punto de que he caminado como hacía años que no lo hacía. Zancada larga, ritmo vivo, paso firme. Lo bueno ha sido que he cubierto la etapa en apenas una mañana lo malo es que estoy echo polvo. Lo que más me jode es que no estoy cansado. Si hubiera estado bien de la pierna hoy llego a Santiago antes de hacerse de noche. Mi fondo físico es bueno; es el tobillo de mierda este el que me lastra y me impide ir más allá. Pero el forzarlo ha sido, sencillamente, una soplapollez por mi parte. Una muestra de estupidez que puede haberme costado no llegar a Compostela en el plazo previsto. Espero que mañana esté en condiciones de llegar.

Rápido. Vamos muy rápido. Me habla de su vida en Barcelona como tirititero y de su pasado en Argentina ejerciendo los más diversos oficios. Es un tío inteligente que ha viajado bastante. Ha hecho otros 'Caminos' similares a éste en Japón y Suramérica y dice que aunque le gusta ver la vitalidad de grupos como el nuestro prefiere viajar solo. Conocer a una o dos personas en cada día y seguir camino. Salió de Sant Jean el cinco de octubre y ya está a las puertas de Santiago. Le manda bien el pibe. Está fuerte. Casi sin darme cuenta pasamos junto al entrañable albergue de Ribadiso (me acuerdo de mis niños) y poco después dejamos atrás las calles de Arzúa y nos encontramos con Vladimir, un chaval de Guanarteme (un barrio de mi ciudad natal) que va camino de Santiago después de hacer el Camino del Norte. Anda cascadillo. Lo agarró un gripazo en Melide y anda haciendo medias etapas a ver si se recupera. Charlamos un ratito con él y seguimos adelante.

Recordaba este trozo de 'El Camino' de manera diferente. No sé si es que se me ha borrado de la cabeza o ha cambiado de trazado. Recordaba más carretera y menos bosque. Quizás me equivoqué las veces anteriores o vete a saber tú qué... La senda transcurre casi en paralelo a la N-547 pero dejando de lado el asfalto y subiendo y bajando por caminos arbolados, pueblecitos muy pequeños y algún que otro barrizal. Es bonito, aunque el ritmo al que voy casi no me deja disfrutar de los rincones. Apenas hago una docena de fotografías en toda la jornada. No me da tiempo. Sólo nos damos un respiro cerca de Calle, donde una señora muy amable nos da agua y una par de higos que saben a gloria. Poco antes nos alcanza Antonio, que ha sudado de lo lindo para ponerse a nuestra altura.

Yo aprovecho una llamada de casa para dejar pasar algunos metros y dejarlos caminar sólo. Me doy un respiro y aflojo un punto la marcha aunque nunca los pierdo de vista. Como decía con anterioridad, el objetivo de hoy era llegar a Santa Irene. Antonio y yo comemos en un bar de 'O Empalme' a 800 metros de Santa Irene (Gabriel ha seguido para intentar llegar al Monte do Gozo). Fabada y Chuletas. Nos dicen que cerca del Albergue no hay donde comer y que para cenar habría que volver aquí. La comida serían 1,6 kilómetros más. Decidimos seguir hasta O Pedrouzo. El consenso con el resto del grupo se logra por teléfono, ya que hemos logrado mucha ventaja. Últimos kilómetros con Antonio y llegamos a eso de las cuatro.

En el Albergue 'Arca do Pino' manda con acierto Obdulia, que tiene como misión "que los peregrinos estén cómodos porque ya bastante tienen con el día a día de 'El Camino' como para que venga cualquiera a darles más disgustos". Es una mujer mayor pero con una vitalidad enorme. Y mucha guasa. Nos comenta que 'El Camino' es capaz de sacar lo mejor de cada uno de nosotros y que debemos "aprovechar al máximo una oportunidad que es única". También da algún que otro consejillo subido de tono a Sonia cuando llega y la ve rodeada de tanto hombre. "Niña, a los hombres cuando les sube lo de abajo se les nubla lo de arriba": risas generalizadas y escándalo. Nos trata de maravilla y nos deja la puerta abierta para que vayamos a cenar tranquilos a la enésima pulpería. Se repite el menú. Mientras escribo esto la mayoría duerme. A mí, el dolor no me deja casi ni pensar.

PD: Ayer pasaron por aquí Abilio, Mariano y Hugo. Nos han dejado un par de recuerdos que nos dan ánimos. Los echamos de menos.

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Santiago; kilómetro cero

martes 27 de diciembre de 2011

Cuando ves de cerca el final del camino te invade una curiosa mezcla de euforia y melancolía. Esta vez de manera especial. Será por la edad, o por el enorme caudal de emociones que me han sacudido de arriba abajo durante estos 31 días de marcha. Hoy ha sido un día realmente especial. Y lo ha sido por muchísimas razones que van más allá de la emoción de ver cumplido el objetivo. He podido hacerlo. Esto ha sido, algo así, como un ejercicio autoimpuesto para probarme a mí mismo. Y, pese a esos días de flaquezas y dolores, he logrado completarlo. En total, con rodeos, paseos innecesarios, visitas a lugares fuera de ruta y demás caprichos e imprevistos, unos 900 kilómetros. Roncesvalles, Santiago de Compostela. El tiempo ha pasado muy despacio...

Podría extenderme en las pirulas que, esta fría mañana de finales de octubre, han conseguido que el intenso dolor de ayer se convierta en una leve molestia que no me ha impedido 'volar'; o en las sensaciones que he sentido cuando, en solitario, he subido hasta el Monte do Gozo y he visto la ciudad; o en el amanecer cerca de las rampas que suben hasta el aeropuerto; o en el momento en el que, junto a Antonio y Raúl, he entrado en el Obradoiro. Pero no. Me quedo con el beso a los pies de la catedral. Encontrar a Patricia junto a las escalinatas ha sido lo mejor de este viaje. Un buen viaje. Navarra; Castilla; Galicia... España.

El grupo se desintegrará en las próximas horas. Todos lo sabemos. Y mientras caen los últimos kilómetros nos empeñamos en hablar de un futuro de contactos inciertos. Algunos volveremos a cruzarnos más o menos veces. Sé que hay muchos a los que, salvo en la red, nunca más volveré a ver. Y da pena; casi tanto como los campos desvastados por los eucaliptos que rodean Compostela. Es una certeza absoluta. Hoy ha sido un día de triunfo; de alegrías. Pero mañana empezarán las despedidas; algunas se han producido hoy mismo. Juanito se va con sus familiares gallegos. -No seas huevón que a ti te voy a ver en Argentina en pocos meses, -me dice mientras nos fundimos en un abrazo. Qué gran tipo es Juan. De lo mejor del Camino.

Y es verdad. Intentaré volver a ver a Juan en su casa. Tenemos pendiente una jornada de pesca en el Delta del Río de La Plata: ojalá que en ese reencuentro también contemos con Huguito, que partió ayer (según me comenta Mariano) hacia Finisterre a completar su peregrinación.

Pero hoy toca disfrutar de estos últimos kilómetros que acaban de pasar a la cuenta del haber. El debe está, en este viaje, a cero. Recordaba el último tramo mucho más pesado, pero la verdad es que lo he disfrutado. Después de pasar junto al río en el que los peregrinos se aseaban para entrar medianamente decentes a la ciudad, hemos comido algo y yo me he adelantado. He hecho los últimos kilómetros en solitario hasta Santiago. He esperado en un bar al grupo y hemos culminado la peregrinación juntos. Ha sido un gran momento. Emocionante. Inolvidable, diría yo. La lluvia de la última hora de camino ha aportado ese toque épico que faltaba para que la cosa estuviera completa. Catedral y credencial mediantes, hemos comido todos juntos en un buen restaurante de Santiago. Y ahí hemos empezado a ir cada uno por su lado. Es el fin del camino. Yo me quedaré algunos días en Santiago, pero eso es ya otra historia, porque el Camino ya ha acabado.

Pero Juan, Hugo, Antonio, Rafa, Raúl, Sonia, Mariano, Abilio, Jisun, Javi, Montse, Dani... Todos ellos permanecen. Son la huella física más importante de este mes cabalgando al lomo de las estrellas.