Camino de Santiago
11 de Noviembre - 4 de Diciembre 2003
A mi padre
0a. Prólogo
00. Navalmoral - Santo Domingo de la Calzada
01. Santo Domingo de la Calzada - Belorado
02. Belorado - San Juan de Ortega
03. San Juan de Ortega - Burgos
04. Burgos - Hornillos del Camino
05. Hornillos del Camino - Frómista
06. Frómista - Carrión de los Condes
07. Carrión de los Condes - Terradillos de los Templarios
08. Terradillos de los Templarios - Bercianos del Real Camino
09. Bercianos del Real Camino - Mansilla de las Mulas
10. Mansilla de las Mulas - León
11. León - Astorga
12. Astorga
13. Astorga - Rabanal del Camino
14. Rabanal del Camino - Molinaseca
15. Molinaseca - Villafranca del Bierzo
16. Villafranca del Bierzo - Vega de Valcarce
17. Vega de Valcarcel - O Cebreiro
18. O Cebreiro - Triacastela
19. Triacastela - Sarria
20. Sarria - Portomarín
21. Portomarín - Palas de Rei
22. Palas de Rei - Arzúa
23. Arzúa - Santiago - Monte do Gozo
24. Monte do Gozo - Santiago
25. Epílogo

Prólogo

Camino de Santiago; palabras mágicas desde mucho tiempo atrás. Pensaba en este camino o ruta o lo que buenamente fuera, como algo que ha existido, como algo que estaba allí desde hace la tira pero que el progreso, el desuso y los cambios han hecho que solo quede en algo antiguo y que los niños en las escuelas estudiábamos como otras tantas historias. Siempre lo he imaginado como si estuviéramos en el Medievo donde juglares, mendigos, nobles y demás alcurnia acudían por esa senda hasta la tumba del santo. Pero no solo por peregrinación, sino también por el viaje en sí y el ver mundo. Muy duro tenia que ser, pero también le veía como si fuera algo mágico y agradable, con gente sencilla a tu alrededor, con el anonimato que te permitía atravesar veredas y rutas.

Yo veía que seria un camino que actualmente ya no seria tal camino, olvidado por el paso de los años, tapado, destruido o transformado. El Camino ya no existía, solo aparecía Santiago como ciudad y miles de personas acudiendo a la cita del santo en medios mucho más modernos que los simples pies de los años anteriores. ¿Cómo iba a imaginar que alguien en su sano juicio fuera capaz de andar y utilizar las piernas en los tiempos actuales, existiendo coches, trenes y demás medios a nuestro alcance?, ¿cómo podría ser que nos pudiéramos esforzar de una manera tan tonta teniendo a nuestra mano un vehículo a la puerta de casa que nos llevaría hasta la misma tumba del santo?

Todo eso estaba clarisimo, no había ninguna duda, tampoco había muchos momentos para estudiarlo, pensábamos en otras cuestiones. Era como cuando lees de algún tema y se te queda grabado, pero que no se olvida, solo la vida sigue su curso.

Llegamos al año 1.986, en el trabajo que estaba antes, hay un chico que me comenta que cuando lo despidan quiere hacer el Camino en bicicleta. No se nada más, tampoco pregunté mucho más, estaba pasando por una etapa mala de trabajo, preocupado porque el despido estaba inminente. A este hombre lo despiden antes del verano y en otoño hace ese camino. Al cabo de los meses me enseña unas fotos y ahí comienza el camino para mí. Iglesias románicas, calles solitarias, caminos largos y silenciosos. Quedé cautivado.

Sin saber ni cuando ni como comprendí que ese camino tenia que hacerlo. Pero ahora era casi imposible, no tenía trabajo, tenía un niño pequeño de un año y no quería dejar a mi mujer sola durante tantos días e irme un poco a la aventura. La idea se aparto rápidamente de mí, no era el momento, pero, ¿cuándo seria?

Creo que a partir de 1.993 vuelta a empezar. La Xunta quiere potenciar el Camino y la publicidad es brutal, aparece por todos lados el Camino, todo el mundo quiere hacer el Camino. En el trabajo alguien hace los últimos kilómetros, me vuelve de nuevo el gusanillo, me compro una guía del camino, ya empiezan a tener nombre todos los lugares por donde hay que pasar. Después de esa guía, viene otra y de nuevo otra. Pero todo continúa, sigue todo su curso.

Después del 93, el siguiente año compostelano es el 1.999. Miles de peregrinos hacen la ruta y yo sigo aparcado, no encuentro el momento, lo mismo tengo que dejarlo para la jubilación.

Año 2.002, ya comienzo a cerrar etapas. Miro el calendario, quiero ver como y cuando puedo hacerlo. En ese año veo que es imposible, tengo una recarga en octubre y yo quisiera hacerlo en ese mes. Con mi mujer no he hablado, ella tiene que sacrificarse sus vacaciones para que yo pueda hacerlo. Descarto el 2.002. Al final ese trabajo se hace más largo de lo habitual y hubiera sido imposible hacerlo.

En el trabajo comienzo a comentar mi ilusión de hacer el Camino. Comienzan las primeras voces contrarias a que yo no podré hacerlo, no me ven capaz, soy una persona poco amiga del deporte y mi figura no es precisamente la de un deportista.

Tengo ya claro que en la primavera del 2.003 haré el Camino, comienzo a caminar y comienzo a ver que será duro. Hablo con Maribel, le digo mis pensamientos y acepta a que haga el Camino. Siempre se lo agradeceré el esfuerzo que también iba a hacer. No me importa irme solo, he leído bastante sobre el camino sobretodo diarios y parece que es incluso normal ir en completa soledad, la sensación de libertad, de recogimiento, de ordenar muchos aspectos de tu vida creo que es fundamental para ir en solitario. Pero no seria así y que conste como más adelante seria, no me arrepiento en nada. Una mañana hablando en el pasillo del trabajo (parece que estoy viendo el momento), un compañero me dice que se viene conmigo a hacerlo. Le miro y me pongo a reír, me contesta que esta hablando en serio. Yo me pongo también serio y entonces me doy cuenta que es verdad. Se viene conmigo. ¡Manolo se viene conmigo!

Conversaciones, comentarios, charlas, primeras impresiones, entrega de documentación, datos, cifras, camino, camino, camino... Nos absorbe, nos va uniendo cada día más. Comenzamos a andar juntos, no mucho él tiene una forma especial de ver todo esto, yo lo veo más difícil, meses después creo que yo estaba equivocado.

Llega la Navidad del 2.002. Un médico amigo de la familia y que trata a mi padre me dice que hay algo que no le gusta de su aspecto. La primera vez que oigo la posibilidad de que mi padre tenga cáncer. Me deja preocupado. Por cierto Pedro Puñal, así es nombre, también es peregrino. Hizo el Camino años atrás y con salida desde la catedral de Toledo hasta Santiago. Tuvo que ser difícil.

Es el comienzo de una tragedia. Un domingo de enero caminando con Manolo le digo que la próxima semana dan los resultados de una biopsia realizada a mi padre y que si las sospechas son ciertas no podré hacer el Camino. Manolo me apoya y me dice que el Camino lo quiere hacer conmigo y lo podemos posponer para más adelante. Yo de acuerdo.

En efecto, mi padre tiene cáncer. Todo pasa a un segundo plano, todo se trastoca, ya nada es lo mismo. Todo se suspende, no puedo andar, parece que todo se acaba de parar. Mi hermano Pedro me dice que tenemos que seguir nuestra vida, yo le digo que ahora es imposible, lo que yo quiero hacer me lleva mi tiempo y además no quiero perder días de vacaciones por si él me necesita. Me da la razón.

7 de junio. Para mi padre todo acaba y para los que estamos a su alrededor también. Nada volverá a ser igual. Yo comprendo que él debe de irse antes, de que es ley de vida que los mayores vayan delante, pero a pesar de todo él es mi padre y ahora más que nunca le voy a echar de menos. Manolo Couceiro el viernes día 6 me dice que mi padre ahora esta vivo, en coma, como un vegetal pero vivo, mañana si muere sabrás que es entonces cuando falta tu padre. Parece que estoy viviendo ese momento, me acuerdo de esa situación como si fuera ayer mismo. ¡Qué días tan jodidos pase en ese tiempo!

Después del verano, Manolo me pregunta que hacemos, adelante contesto, él estaba deseando escucharme eso. La esposa de Manolo, Teresa, quiere venir a toda costa. Con nosotros estuvo paseando un par de días, se nota que tiene ganas de venir, pero es casi imposible, su espalda no se lo permitiría, son muchos días, hay días agotadores y el descanso no seria del mismo modo que el esfuerzo exigido. Le pregunto muchas veces que tal va el tema y él siempre me contesta que no me preocupe que ella lo comprende. Y la verdad es que nunca lo acepto y aun hoy en día me ha dicho que "la dejamos en casa".

Tenemos un día muy especial. Vamos a Monfragüe y subimos al castillo. La subida es dura, corta pero dura. Manolo ha estado de fiesta la noche anterior, le cuesta trabajo, pero sigue y aguanta bien el tipo. Llevamos muchas prendas de las que hemos comprado para el viaje, las mochilas, chubasqueros, botas, etcétera. ¡Cuantas veces nos acordaremos de este día durante el camino!

Después de unos días de incertidumbre, por culpa de una recarga y por motivos personales de última hora quedamos emplazados para el día 10 de noviembre en salir hacia Santo Domingo de la Calzada y de allí comenzar el día 11 el Camino. Hemos calculado más o menos que empezando ese día allí podemos estar en Santiago a primeros de diciembre. No es un lugar muy común de comenzar el camino. Los peregrinos suelen comenzar más atrás o más adelante o incluso comenzar desde Roncesvalles o desde Francia e interrumpir la marcha cuando no puedas hacerlo entero y reanudarlo en otra ocasión en ese mismo lugar. Pero nosotros queremos llegar en este viaje a Santiago. Parece ser que es raro el comenzar en Santo Domingo, pero desde algún sitio habrá que empezar.

Desde mucho tiempo atrás he ido recabando documentación, planos, papeles, datos y un sinfín de informes que me obsesionaba de manera desmesurada. Mucha gente experta en estos lares me indican que esta bien informarse, pero lo más importante es descubrir tu mismo los lugares y los sitios, pero la preocupación mía es pasar de largo por lugares emblemáticos. En la mochila me han grabado los nombres de YESTE y NAVALMORAL mi lugar de nacimiento y mi lugar de adopción.

La hija de Manolo y su yerno han venido para llevarse luego a Teresa para Pontevedra y pasar allí los días que estemos andando.

Me olvidaba el mencionar los días anteriores a nuestra partida - o incluso meses - el pitorreo e incluso la no-creencia que esto lo podríamos hacer. Los compañeros de trabajo dudaban de nuestras posibilidades y parece ser que poca gente o casi nadie apostaba por nosotros. Miguel Angel Bailón una mañana me comenta qué cual es el siguiente pueblo después de Santo Domingo, le contesto que Grañón. Él me contesta que allí será el lugar donde terminaremos el camino. Sin comentarios. ¡Cabronazo!.

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Navalmoral - Madrid - Logroño - Santo Domingo de la Calzada

Día 0
Lunes, 10-11-2003

Madrugón tremendo, a las dos suena el despertador. Me despido de Maribel, me dice: "Buen Camino", la primera vez que oigo esas palabras, a partir de aquí será una constante.

A las tres sale el autobús hacia Madrid, ¡la de gente que hay en la estación para ser esa hora! El yerno y la mujer de Manolo van a la estación a despedirnos, nosotros vamos un poco asustados, imaginándonos la que se nos viene encima, ellos están felices, bromean y lo pasan bien viéndonos a nosotros. Despedida de nuevo, adelante.

Viaje dormidos, a las cinco más o menos estamos en Madrid, espera en la estación, espera para poder desayunar, esperamos. A las ocho hacia Logroño, hay niebla, un poco de frío, charlamos y de nuevo nos dormimos. Carretera y más carretera. Cerca de Medinacelli me despierto, la niebla desaparece un momento y el sol me da en la cara, ya no dormiré hasta Logroño. En Soria paramos a tomar un café.

Sobre la una menos cuarto llegamos a Logroño, a la una sale un autobús hacia Santo Domingo, queremos llegar antes de comer. Estamos cogiendo las mochilas y veo que Manolo habla con alguien y miran hacia donde yo estoy. Soy Antonio&Aitor del foro del Camino, me comenta. Resulta que días antes he escrito en un foro de internet que habla sobre el Camino y he comentado con una internauta que hoy saldría para Logroño. Esta persona ni corta ni perezosa ha empezado a mover los cables y lo primero que hace es avisar a Antonio que vamos para allá y que trate de ayudarnos en lo que pueda. La maquinaria del Camino se ha puesto en marcha. No sé que decir, le abrazo, subo al autobús, vuelvo a bajar, vuelvo a abrazarle, me ha destrozado, nos han destrozado, no puedo decirle nada, solo abrazarle y ya esta. ¡Que maravilla de persona!. Se espera hasta que nos vamos, Manolo y yo estamos tocados, estamos radiantes, la moral comienza a subir, estamos contentos. Bueno esa persona que empieza a moverse desde platea, es Gloria, una chica-señora de Barcelona. Es increíble, ese tipo de gente no puede ser mala, ¿verdad?.

Llegamos a Santo Domingo y nos instalamos en el albergue del Santo, no hay nadie, pero en algún sitio he oído que si esta abierto será por algo. Dicho y echo, no hay gente apenas, solo dos chavales de Canadá y dos señores que deben ser como franceses uno de ellos tocado de los pies. Comida y después siesta, nos levantamos como nuevos y compramos fruta para el día siguiente.

Santo Domingo es un pueblo precioso, tiene unas calles muy bonitas y su plaza donde esta el ayuntamiento es algo grande. Hay una gran cantidad de plátanos que están podando y que sus ramas se entrelazan unos a otros dando en verano una sombra agradable. La gente parece cariñosa y atenta.

Cena ligerita y a las 10 a la cama. Primera noche, la calma y el cansancio hacen mella. Ya estamos en ruta, mañana comenzamos, mañana es el gran día, tantos años esperando, tantos sueños ideando por fin se han cumplido. Ya vamos. Aquí estamos. Hasta mañana.

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Santo Domingo de la Calzada - Belorado

Día 1
Martes, 11 de Noviembre de 2003

La Rioja. Amanece en esta bonita región, aunque esta noche dormiremos ya en Castilla. Nos da tiempo a ducharnos, no parece que hace frío, tampoco hay niebla. Salimos a la calle, la mochila ¡cómo nos pesa!, pero no vamos a quejarnos antes de andar, tiempo tendremos más adelante.

Estamos a la puerta del albergue, comenzamos. La marcha es agradable, estamos contentos, como niños. Salimos del pueblo, nos cruzamos con trabajadores y nos miran como con extrañeza o con envidia, no sabría la forma, pero como bichos raros y deben estar acostumbrados a este continuo peregrinar.

Cruz de los Valientes, casi pasamos de largo, ha aparecido algo de niebla. Primer lugar de mencionar. Continuamos hacia Grañon. Me acuerdo de Miguel Angel, en ese pueblo os quedáis. Cuando lo dejamos atrás lo comento con Manolo y reímos. Hemos conseguido la primera meta.

Gloria nos llama a la salida de Grañón, primeras palabras de aliento. Antiguos campos de cereales, comienzan a labrarlos.

Comemos la fruta, pero algo ocurre. Llevo en el cinturón una navaja de cazador, no es muy grande. Me la regalo mi compañero Jesús que falleció hace dos años de cáncer de pulmón y le tengo mucho cariño. Antes de salir del albergue, Manolo tenia problemas con las pilas de su linterna y yo con la navaja le he ayudado a sacarlas y la he dejado allí olvidada. Cabreo monumental, primer olvido y no será el ultimo. Llamo de nuevo a Gloria y le pido el teléfono de Antonio para que se pueda acercar al albergue y recogerla. No me importa que él la tenga, prefiero que esté en manos conocidas y además en este caso con una buena persona.

En Redecilla del Camino hay una oficina de información al peregrino. Hay una chica muy agradable que nos da información sobre lo que nos espera, muy maja la chica.

Pasamos por delante de la iglesia y entramos a ver la pila bautismal. Preciosa. Incluso hay una copia en pequeño que no es muy cara, pero no es cuestión del primer día cargar con más peso.

Entramos en Viloria, cuna de Santo Domingo, pequeño chasco. El camino se desvía para pasar por él y la verdad es un rodeo un poco tonto, pueblo pequeño, nada que nos haga recordar al santo y además no hay nadie, nada de información, nadie por la calle. Será la constante en la ruta. Debemos de pasar por Villamayor del Río, pero no recuerdo nada de este pueblo.

Aparte de Gloria nos llaman también la familia y Elena, mi compañera de trabajo. Ella será una persona que estará siempre allí y que nos animara cada día a seguir adelante. Un sol de criatura.

Tenemos carretera a la derecha y campos a la izquierda. Camino al frente. La carretera con mucho trafico, los camiones pasan a docenas, solo un coche nos saluda. Falso llano hasta Belorado. Preguntamos a un señor si queda mucho para el pueblo y nos dice que a la derecha de una loma que vemos al frente se encuentra. Manolo cree entenderle que tenemos que subir esa loma y se desespera. La mochila nos pesa, hace calor. Nos quitamos las prendas de arriba y andamos en camiseta. Sudamos como bellacos. Al llegar al pueblo, nos damos la mano.

En Belorado hay dos albergues, pero nos quedamos en el primero. Los pies nos matan. La entrada del pueblo es lenta y engañosa. Una señora nos dice que el albergue esta cerca. La puerta casi cerrada, llamamos incluso. Hay un señor, mayor, esta leyendo. Creo que es el cura, él me dice que no que es voluntario, es médico y tiene 69 años. Me recuerda mucho a mi padre. El albergue es agradable, es una estancia al lado de la iglesia, todo muy ordenado y con carteles informando en varios idiomas donde están las cosas y que son.

No hay nadie más, arriba están las literas. Nos dice que el ya ha comido, una alubiada y nos comenta donde podemos comer. Es en la plaza, es grande y en verano debe estar a rebosar de terrazas de las cafeterías y de los bares que hay alrededor y con sombra de sus numerosos plátanos.

En el bar que nos recomienda, nos dicen que han cerrado ya la cocina, pero que nos pueden hacer unas tortillas. Fenomenal y además regado con buen vino de la tierra. La chica en cuestión tiene dos buenas razones para convencernos, ¡madre mía que frondosidad!.

Pequeña siesta y charla con Vicente. Antes nos despertamos con un estruendo de voces y gritos. Dos perros pelean contra uno pequeño y Vicente los espanta. Vicente es de Santander, por supuesto jubilado y su vida transcurre entre Santander, hospitalero voluntario, peregrino y ayuda a una ONG en Africa. Buena persona este Vicente. Se empeña en que le tutee y no puedo, aparte de verle como persona mayor, además es medico y a eso trato de tenerle un poco de respeto. Mi padre me inculco algo de esto. No es una barrera entre él y yo, solo que a las canas le tengo mucho respeto. Nos cuenta que ayer estuvieron en el albergue varias personas y que hicieron patatas con costillas. Pino una chica de Canarias que conocí en el foro estaba entre ellas. Vicente nos dice que han pasado dos chavales extranjeros que han entrado, han dicho algo raro y han vuelto a salir. El dice que son chico y chica, pero más adelante sabremos que eran los canadienses.

Llamo al albergue de Santo Domingo y el hospitalero me dice que investigara, me pide el número de teléfono para informarme. A los quince minutos me llama y me dice que sí que la navaja está en su poder, le digo que la guarde que ya ira alguien a recogerla. A Dios gracias una cosa solucionada.

Compramos fruta. Vamos a las siete y media a misa, comulgamos, nos sentimos bien. Después vamos con Vicente a tomar unos vinos y unas raciones de picadillo algo picante. Vuelta al albergue. Conocemos a un francés que hace poco tiempo ha terminado el Camino y ahora va en coche recorriendo los sitios por donde ha estado. Envidia por haberlo realizado y terminado, nos sentimos un poco novatillos al escucharle hablar del Camino. Es el primer día, parecemos vaqueros sin poder cerrar las piernas, estamos contentos pero cansados. Por eso nos da envidia. Hoy hemos sufrido en esa subida a Belorado.

Le preguntamos a Vicente sobre la etapa de mañana y que si podemos subir bien el Alto de la Pedraja. El se ríe y nos contesta que él lo ha hecho y tiene más años que nosotros. Chupito de orujo y a la cama. Vicente nos da un abrazo y nos dice que le escribamos cuando terminemos el Camino para que sepa como nos ha ido. Nos dormimos como benditos, primer día cumplido. Hasta mañana.

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Belorado - San Juan de Ortega

Día 2
Miércoles, 12 de Noviembre de 2003

A las siete nos levantamos. Es increíble que desde las diez de la noche estemos durmiendo. Solo un minuto a las tres para cambiar de aguas y seguir planchando. Lo más curioso es levantarte a esas horas y tener que bajar en calzones con el frío que hace, pero así se coge con más gana de nuevo la cama.

Antonio nos informo que debemos darnos vaselina en los dedos de los pies y en las zonas de más contacto con la bota. Así mismo al terminar la jornada y después de la ducha darnos unos masajes de alcohol de romero. Este ritual lo hacemos todos los días.

Todavía es de noche cuando salimos a la calle, aprovecho que Manolo esta dentro preparándose para salir para hacer la primera foto del Camino, es curioso la cantidad de fotos que se podían hacer pero por no sacar la cámara...

Amaneciendo salimos del pueblo, ahora es cuando vemos lo grande que es. Belorado tiene una industria peletera importante.

Nos encontramos con un camino cercano a la carretera. Me gusta el sitio, esta rodeado de arbustos y arboles no muy altos y da un ambiente acogedor, pero la cercanía de la carretera rompe con esa tranquilidad. Los camiones pasan a toda velocidad y ese ruido te fastidia aunque al final te vas acostumbrando. En el camino a medida que vamos atravesándolo comienza a aparecer barro.

Después están los pueblos de Villambistia y Espinosa del Campo, este ultimo pueblo esta después de un pequeño repecho y paramos a descansar al lado de un banco, cerca hay un bar pero ni siquiera vemos si esta abierto o cerrado.

De repente aparecen dos caminantes con dos mochilas de juguete y a un paso rapidisimo, cuando reanudamos la marcha ya no hay rastro de ellos. Este pueblo esta casi abandonado, hay una gran cantidad de casas en estado de ruina y da la casualidad que ha dado muchos siervos a la Iglesia.

Seguimos hasta Villafranca, antes al bajar un pequeño repecho antes de volver a la carretera hay unas pequeñas ruinas que pertenecían al Monasterio de San Felices donde estaban los restos del fundador de Burgos Diego Porcelos. En es lugar suena el teléfono y es mi hermano Jesús que el hombre parece que esta disfrutando más que yo de este viaje.

Llegamos a la carretera y vamos un trozo andando por el arcén. Durante ese pequeño trayecto un camionero nos saluda como dándonos ánimos. Se agradece porque con la cantidad de coches que nos cruzamos parecemos o invisibles o si nos ven nos ignoran totalmente.

Villafranca Montes de Oca no es muy grande, que tiene albergue y mucha historia. Era la sede episcopal en el siglo XI. El albergue que existía en el medievo dicen las guías que se trataba y cuidaba muy bien al peregrino. Nosotros estamos llegando a un lugar donde hay un hostal, El Pájaro y allí nos metemos. Es un lugar de concentración de camioneros y vamos dispuestos a comer lo que buenamente podamos. Un par de huevos fritos con chorizo y una buena copa de vino y cerveza es el menú. Siendo las once de la mañana y después de andar por esos caminos desde bien temprano no tardan en pasar a buen recaudo.

La subida que nos espera hay que tomarla en serio y es necesario repostar. El dueño del hostal nos informa de los kilómetros que hay y que a mitad de trayecto a San Juan de Ortega hay una fuente.

Salimos del hostal y justo antes de que se acabe el pueblo comienza un repecho bestial, ¡qué barbaridad!, ¡que manera de hacer caminos!. El camino esta bien señalizado y muchas veces a pesar de no haber flechas alguien ha manchado con pintura amarilla alguna piedra y todo solucionado. Lo que digo, algo bestial, cargados de nuestras mochilas tenemos que parar de vez en cuando. Pero los ánimos están a tope y a pesar de ser duro se hace con ánimos, alegría y buenos humos aunque no puedas en muchos momentos ni decir palabra.

Estamos ascendiendo los montes de Oca, montes que en la Edad Media temían los peregrinos como los gatos el agua por los asaltos y los crímenes que se cometían contra el peregrino para asaltarles y robarles. Hoy en día son mucho menos emocionantes y peligrosos pero si te paras a pensar los sufrimientos que habrán visto estos bosques y parajes, te estremeces.

Encontramos la fuente que el dueño del hostal nos ha indicado llamada de Mojapán. No esta seca, nos reponemos de agua y después de un leve descanso continuamos.

El camino se va allanando, van apareciendo pistas forestales anchas. A la altura que estamos hay una niebla que no nos abandona.

Llegamos a un monumento sobre caídos en la guerra civil y más tarde al Alto de Pedraja. Saludamos a dos ciclistas que han subido por la carretera porque por el camino seria imposible. La pista continua, robles y más adelante pinos. Nos llama Elena, me dice que hoy estoy más contento. Me pregunta por los lugares que hemos pasado, cuanto tiempo llevamos andando, cuantos kilómetros nos faltan...yo no me canso de hablar, me gusta que la gente disfrute con lo que nosotros estamos disfrutando y Elena lo esta haciendo. Ojalá pueda hacerlo algún día.

El camino se hace interminable, no acaba de aparecer el famoso monasterio.

A las tres llegamos por fin. El lugar parece un poco raro. Hay una gran cantidad de niños de una excursión que nos miran con alegría y con rareza. Más tarde nos informamos que han venido andando desde Villafranca.

Nos instalamos en el albergue, es grande y muy frío, no hay calefacción. En las duchas no hay agua caliente. Bien, pero ya sabemos, el turista exige y el peregrino agradece. Conocemos a un gaditano de Ubrique que parece que le sobra un poco de jeta.

También hay dos chicos y una chica alemanes todos ellos, los canadienses que han dormido en el albergue privado de Belorado y un japonés que va de vuelta. Llegó a Santiago y ahora va hacia el País Vasco. Muy simpático el hombre, educado y que habla muy bien castellano. Le doy mi dirección y más adelante me mandara unas fotos.

Comemos en el bar de Marcela, señora conocidisima en los ambientes del Camino. Filetes de lomo, ensalada, chorizo frito. Buenisimo. Allí se presenta el gaditano con dos maestras y el tío cara les saca un vino. Después de marcharse y despedirse de ellas, se sienta con nosotros y como ve que Manolo no se ha comido el chorizo saca su navaja y empieza a comérselo. Nos quedamos sin decir nada y pensando que así es el Camino. Angel, que así se llama el amigo, hizo el camino en el 98 o 99 desde Burgos y quiere hacerlo hasta allí. Salió desde Somport llego a Puente la Reina tomo un autobús hasta Roncesvalles y así es como llego hasta San Juan de Ortega. Estuvo la noche anterior a nosotros en Belorado en la famosa noche de las patatas con costillas y con Pino. Nos dice que ella ha dormido en Villafranca y que iba para Burgos.

Volvemos al albergue dispuestos a darle a la siesta y viendo que somos muchos y que podemos molestar porque somos los dos buenos roncadores, salimos a la habitación que hay anterior y que parece más fría, pero por lo menos estamos más agusto. Aparece un austríaco que lo único que hace es saludarnos y acostarse.

San Juan de Ortega es un monasterio que desde la desamortización de Mendizabal no existen monjes. Parece ser que hay zonas que está casi en ruinas. Hay un capitel con la Anunciación tallada que en cada equinoccio a las cinco de la tarde la luz entra por una ventana e ilumina dicho capitel. Durante el invierno hay cinco o seis familias viviendo en el pueblo. Nosotros cuando nos despertamos intentamos entrar a ver la iglesia y el monasterio pero la hermana del cura nos dice que ya es muy tarde y ya esta cerrado. Preguntamos si habrá misa y entra para preguntarle a su hermano saliendo seguidamente que para la gente que hay no la hace. Sorpresa, bueno si las cosas no se hacen con gusto mejor no hacerlas. Nos quedamos sin ver nada de San Juan de Ortega.

Pero lo que sí hacemos es tomar la sopa de ajos. La hermana prepara para los peregrinos un cacharro de sopa y allí estamos dándole al producto caliente. El sevillano lo hace muy bien, repite y vuelve a repetir. La chica alemana lo le gusta, esta acompañada por otros dos más y uno de ellos tiene tendinitis y además no tienen un duro. Comenta el gaditano haciendo un comentario el cura sobre el románico, ¡hombre, mi especialidad, el románico tardío!. Manolo y yo nos reímos cuando recordamos lo del románico tardío.

Marchamos de nuevo al bar de Marcela y ahora la conocemos. Es una mujer amplia en todos los aspectos, de cuerpo y de mente. Habla pausadamente pero con un tono alto y creo que dice muchas verdades. Con el cura y su hermana parece ser que se lleva lo mínimo. Hacemos una especie de tertulia en el bar y nos saca una página de un periódico de Burgos criticando un profesor a un hospitalero de Burgos llamado Vicente que trató mal a un grupo de niños que hicieron durante tres días el camino incluso "obligándolos" a acostarse a las diez de la noche. Le contesta en otro periódico el presidente del Camino de Santiago de Burgos, de forma contundente y poniéndole en su sitio. El tal Vicente es el bendito Vicente de Belorado que anteriormente estuvo en Burgos de hospitalero en el Parral que así se llama el albergue de esa ciudad. No le veo yo diciéndole nada a ningún niño Vicente, se quejaba el profesor que los puso en fila y que les fue cobrando los 4 euros que hay que pagar por la estancia. ¡Cuánto daño pueden hacer las personas contando las cosas de una forma diferente!. Hay que pagar de una forma voluntaria pero hay que pagar, no creo que Vicente se puso en plan ordeno y mando a cobrar a los chavales o a los profesores. No creo que fuera así.

Marcela nos prepara unos bocadillos para el día siguiente y nos despedimos. Ella esta casada con un señor con una gorra y gafas de sol que se paso la tarde haciendo como un castillo con piezas de Exin pero sin ningún orden y las rompía a los pocos centímetros de conseguir cierta altura. Tenía un hijo un poco bocazas que ayudaba a la madre en el bar. Al día siguiente Marcela y su marido se iban a pasar unos días a Canarias.

Al acostarnos encuentro que no hay tampoco papel higiénico en el servicio, la alemana al verme con el rollo abre los ojos y me agradece que le dé un trozo. Nos vamos a la cama, nos abrigamos con el saco y hasta el día siguiente.

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San Juan de Ortega - Burgos

Día 3
Jueves, 13 de Noviembre de 2003

Nos despertamos, no esta mal la noche, nos acostamos a las diez y nos levantamos a las siete, son nueve horas durmiendo y agradeces las horas que pasas en la cama.

Entre penumbras nos terminamos de lavar un poco - con agua fría por supuesto - y salimos a caminar. No ha amanecido cuando empezamos a andar. Da gusto hacerlo a esas horas. Tomamos los bocadillos según vamos caminando.

Cruzamos unos campos donde pastan vacas y donde tenemos que abrir y cerrar unas porteras, allí vemos que nos sigue una figura, ¿quién será?.

Llegamos a Ages, vamos por la carretera, pero no tiene apenas tráfico. Allí nos adelanta el austríaco que durmió fuera con nosotros en San Juan. Hasta luego, Lucas, nos deja clavados.

Llegamos a Atapuerca, pueblo famoso por sus hallazgos arqueológicos, foto en el cartel indicador. Descansamos en el pueblo y adelantamos al francés que esta tomando un café. Hay una fuerte subida a la salida del pueblo hasta una cruz o algo parecido donde los peregrinos han colocado botas, mensajes, etcétera. El austríaco nos vuelve a alcanzar en la subida y ya si que es el adiós definitivo, vemos como se aleja más y más. Buen camino, peregrino.

Empezamos a escuchar un sonido como de maquinaria perteneciente a una cementera o una gravera. Lo tendremos durante horas.

Según bajamos la parte que hemos ascendido vemos que a la izquierda es una zona militar y al fondo vemos que están haciendo como una carretera o un camino y que según nos vamos acercando nos damos cuenta que tal vez tendremos que ir por esa senda que están haciendo.

Efectivamente, así es. El suelo esta lleno de rodadas de las maquinas, el andar se hace penoso y miras al frente y no tiene fin. Vamos andando en silencio, solo lo rompemos para quejarnos del mal estado del camino. No podemos salirnos del recorrido porque a los lados los campos están labrados y con los tractores actuales y los arados que llevan el campo se hace impracticable.

Cerca de Orbaneja nos adelanta un vasco que hace poco se ha jubilado y que esta haciendo el camino. Para no tener prisa por llegar va el tío que corta el aire. En el pueblo paramos nosotros y él continua.

Hay un bar en Orbaneja Río Pico que esta bajando por una cuesta a la izquierda. Nos atiende una chica sudamericana muy educadamente y con cierto recelo al principio pero que poco a poco vamos congeniando. Nos hace unos huevos fritos - y van... - con panceta y con su vinito correspondiente. Voy un poco escocido y tengo que darme un poco de crema de Halibut, también la bota izquierda me molesta o creo que me molesta porque no tengo rozadura ninguna.

Después de despedirnos de esta señora - que me dijo el nombre, pero que no tome nota de él - seguimos adelante. Nos queda unos trece kilómetros a Burgos.

Al principio es por una carretera local, pero a continuación entramos en la N-1 y comienza la tortura. Recta interminable, acera sin fin, todo línea recta, polígono industrial interminable, no termina, ningún banco donde sentarse. No se cuantos kilómetros, un montón, no llegamos.

Entramos en Burgos, pero no acabamos de aterrizar. El albergue esta a la salida de Burgos y tenemos que recorrerlo entero. Me llama Maribel y me enfado con ella por un malentendido. De nuevo la llamo y nos reconciliamos. Continuamos andando. Me acuerdo mucho de ella, la echo de menos. Nos vemos reflejados en los escaparates, da miedo, ¡vaya pinta!, no me extraña que la gente hiciera como si huyera de nosotros. De todas formas no hay ninguna frase ni palabras de ánimo. Paramos en un banco, una chica pasa y nos dice: "buen Camino", gracias guapa, la excepción. Todavía nos queda un largo trecho.

Pasamos por delante de la catedral, no me fijo mucho, Manolo ha vivido aquí. Vamos resoplando, ya son muchos kilómetros sobre asfalto y pican los pies. Elena me llama, cariñosa e inocente como siempre. En ese momento le digo a Manolo si ha vista alguna flecha amarilla y ella pregunta que qué es eso, se lo explico y la contestación de ella: "que guay, yo quiero hacerlo". Esa frase la recordaremos con cariño durante el viaje. También hablamos con Manolo, Manolin, para ver si por fin hacemos amistad con peregrinas. ¡Qué no Manolo, qué no hay nada que hacer!. El jodio se rie.

¡Por fin el Parral!. El albergue esta dentro de un parque muy bonito. Parece ser que no entramos por el lugar correcto, porque aparece un señor bajito con barba recortada y con sandalias y nos dice que porque hemos entrado por la parte de atrás, le contesto que nos han engañado las flechas y él dice que las flechas están bien puestas que nosotros lo hemos hecho mal. ¡Qué coño dara entra por ahí o por allá!, el dice que si, pero no calla. Es el hospitalero voluntario, de Sevilla, jubilado, setenta y tantos años. No podemos entrar en el dormitorio con botas, a las diez a la cama y no hay cocina. El albergue es de madera y hay calefacción, lavamos la ropa, me llama Gloria mientras tanto y nos marchamos a Burgos a ver la catedral y demás.

La entrada es gratuita para los peregrinos y vemos la tumba de El Cid. Da gusto visitar entre semana estos sitios porque no hay nadie. Después vamos a conocer la famosa morcilla de Burgos.

Burgos es una ciudad bonita, tiene bastante población y la parte del centro esta muy bien cuidada. Hay un paseo con plátanos que en verano dara gusto pasear debajo de ellos.

Volvemos pronto al albergue, hay que descansar. Angel el gaditano ha llegado, se entretuvo en Atapuerca y dice que vio la zona de excavaciones, si lo dice él será verdad. Después cogió un autobús urbano a la entrada de Burgos y se ahorro todo este trayecto. Mientras él cena yo aprovecho para tomar notas del camino. Nos da pena un poco este chico, se pone a llamar a un amigo suyo para ver si le da posada, porque él se queda aquí en Burgos o incluso meterse en un monasterio como novicio para ahorrarse la cama, aunque diga que soy ateo por la gracias de Dios. Nos acordaremos durante el viaje de este pájaro.

Vamos a la cama. El vasco también está y también los chavales canadienses que llegaron un poco después que nosotros. Por cierto les cantan los pinrreles cosa fina, llevan zapatillas en lugar de botas porque uno de ellos tuvo un problema de pies bastante importante antes de Logroño. A las diez estamos ya todos acostados y además el cuerpo te pide cama. Increíble, claro a las seis de la tarde es para nosotros como si fueran ya las ocho o las nueve de la noche. Buenas noches.

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Burgos - Hornillos del Camino

Día 4
Viernes, 14 de Noviembre de 2003

Nuevo día, hemos dormido de maravilla. El albergue es muy acogedor, con el suelo de madera y la calefacción la noche ha sido una delicia. El día anterior en San Juan de Ortega fue harina de otro costal.

Estamos todos levantados, vemos que está lloviendo. Nos ponemos las polainas. Angel nos ayuda a colocarlas. Nos damos un abrazo de despedida, ojalá tenga suerte y todo le vaya bien. Se lo deseamos de corazón.

Cuando salimos ya no llueve, pero seguimos con las polainas puestas por sí acaso. La salida de Burgos muy cómoda, ayer hicimos la entrada, la travesía y casi la salida, hoy solo la despedida.

Sí, ahora recuerdo, tomamos fruta antes de salir de El Parral, estabamos sentados en la mesa que hay a la entrada, donde el sevillano hospitalero se sienta como un ejecutivo y pone sellos en las credenciales como el que pone marchamos en un banco.

Nos encontramos algo de barro. Pasamos al lado de la vía del tren cerca de Villalvilla de Burgos, no cruzamos el pueblo, lo dejamos a la izquierda. Solo vemos camiones. Preguntamos a unos trabajadores como se llama el pueblo y nos contestan que no lo saben que no son de allí. Bueno, continuamos.

Vemos a lo lejos una autopista, vamos por un campo, cruzamos la carretera por debajo al lado del río Arlanza, continuamos. Llegamos a Tardajos, desayunamos en el primer bar. Hay un chico un poco parsimonioso. Manolo toma tortilla, yo los famosos huevos fritos con chorizo. Vino, descanso y continuamos la marcha. Antes de entrar hemos visto los bordones de los chavales canadienses en la puerta del bar que hay al lado, a la salida continúan allí, lo hacen bien estos chavales.

Manolo se queja de la espalda, aunque no es la palabra exacta quejarse, cuando lo hablamos menciona que debe llevar peso y que los hombros le tiran un poco. Yo voy bien, de vez en cuando me voy colocando la mochila que parece que me tira de la izquierda. La bota derecha parece que me va molestando y tengo que ir corrigiendo muchas veces el paso. Cuando paro a descansar aprovecho para estirar los calcetines porque tengo la sensación que los llevo doblados y siempre los de la bota derecha.

Llegamos a Rabé de las Calzadas, el pueblo sin gente como todos, aparece una maquinaria un poco rara en una calle con un señor a lado indicando al que la maneja. Debe ser algo como para medir o algo parecido. Nosotros nos paramos porque no sabemos que maniobra va hacer, cuando se baja el maquinista, deja la maquina en medio y con el otro pavo se marchan sin decir ni mu, sin decirnos que ya podemos pasar. Me da rabia, me pongo un poco histérico, Manolo intenta tranquilizarme, yo no comprendo porque la gente se fija en los peregrinos como algo banal, algo insignificante. Sin derecho a darle explicaciones de nada. Me tranquilizo, pero me fastidia el que no sepan que debajo de unas ropas sudadas y sucias hay un ser humano tan importante como lo puedan ser ellos. Para calmar la cuestión hay un dicho que dice: "de Rabé a Tardajos no te faltaran trabajos, de Tardajos a Rabé, ¡libéranos domine!.

Justo a la salida del pueblo un matrimonio se para a hablar con nosotros, son también peregrinos y pertenecen a la Asociación del Camino de Santiago. Quieren hacer un refugio donde antiguamente estaba el hospital de peregrinos. Nos desean suerte, Felix y señora, así son ellos.

Nos encontramos a partir de ahora mucho barro, los camino están asquerosamente mal, los tractores se hacen dueños de ellos y esas ruedas y el peso tan tremendo acaban por fastidiarlos. El grupo de peregrinos de la Asociación de Burgos podía hacer algo, aunque contra la tecnología poco hay que hacer. La provincia de Burgos nos da la sensación que vive un poco al margen en algunos aspectos del Camino.

A la derecha del camino vemos que hay una fuente, paramos a descansar, se llama Praotorre y el grifo es de esos de bombeo, se agradece el detalle, pero a la salida de nuevo al camino, el barro sigue presente.

Cerca del siguiente pueblo hay una subida y justo cuando coronas ese alto se divisa Hornillos. Esta imagen ya la había visto en alguna guía. Le hago a Manolo una foto. Ves el trazado del camino y al fondo el pueblo, todavía nos quedan unos siete kilómetros.

Ya estamos en Hornillos del Camino, calle central y casi única, llena de barro, nadie, soledad absoluta. Llegamos a la iglesia y al lado esta el refugio, nos quedaremos aquí a pasar la noche. Esta cerrado, una señora aparece en la acera y preguntamos. El hospitalero es el alcalde, se llama Julio, le llamo a su casa y muy amablemente dice que enseguida va a abrirnos. Hay un bar cerca de la iglesia, esta abierto, pero todo a oscuras. Cerramos de nuevo la puerta.

El tal Julio es un señor mayor que nos dice que el pueblo hay unas 40 personas y todas mayores, que mañana son las fiestas del pueblo. Nos enseña el albergue, no esta mal, aunque no tiene cortinas ni persianas y se ve todo desde fuera, la cocina esta abajo.

Los canadienses los vemos sentados en un banco, dicen que continúan. Julio nos lleva a la casa de la señora del bar para ver si nos puede dar de comer. Ella nos dice que esta liada con una comida que tiene que dar a unas 60 personas mañana y que nos hará el favor de darnos de comer. Es una persona educadisima, muy agradable y como veremos después una cocinera estupenda.

Quedamos para las tres y mientras tanto nos duchamos. Julio nos ha prometido traernos una estufa, porque parece ser que seremos los únicos en el albergue. Después de ducharnos, hablar con la familia, veo una curiosidad que a partir de ahora será muy normal, el cementerio esta al lado de la iglesia y por lo tanto al lado de donde dormimos nosotros. Hay bastantes tumbas, pero no sobresalen del suelo, solo se nota pequeños montículos y cruces y lapidas. Manolo me enseña las piernas y las tiene rojas, lo achaca a las polainas que como no transpiran se concentra mucha humedad en ellas.

Marisol es la señora del bar. Este es pequeño, pero esta muy bien acondicionado. Se nota que le gusta mucho la cocina porque prepara la mesa con cuidado y la presentación de los platos se agradece. Yo tomo unos espárragos blancos y nunca me los había presentado así, con algo de decoración. Hay unos cuadros en la pared y también los ha hecho ella. De segundo tomo unos callos y son la bomba, suaves, tiernos, agradables, una maravilla. Manolo no ha querido castigar el cuerpo y ha tomado algo más ligero pero al ver los callos se le hace la boca agua. La señora confirma que hay una ración más y quedamos en comerla esta noche.

Vemos un detalle que nos entristece. El marido entra y trata a esta señora de una forma asquerosa, la manda a por algo a la calle, pero de forma machista y vejatoria. Manolo y yo casi confirmamos que si no hay malos tratos poco le faltara, ojala nos equivoquemos y fuera el día aquel solamente. El muy cabrito se aprovecha que ella se la ve una bendita y ya se sabe que a los débiles...

Debe de tener unos 45 años y tiene un hijo mayor que está estudiando cocina y que ha venido a ayudarla en la preparación de la fiesta.

Nos marchamos al albergue y pasamos el resto de la tarde. Lo que no recuerdo es si dormimos siesta o no. No lo recuerdo.

Del pueblo poco que ver, damos una vuelta subidos a la acera por el barro de la calle y buscamos una casa que el dintel es un sepulcro visigodo, pero no lo vemos.

Al final terminamos en el bar, que se llama casa Manolo, tomamos unas cervezas y leemos la prensa. Manolo mira y remira el tiempo. Maribel me dice que mañana nos lloverá, ya veremos como afrontamos la etapa.

Volvemos a tomar los callos y de nuevo nos sorprende con un asado de lechazo que esta preparando para la cena de mañana y que está para chuparse. ¡Esta tía cuidado como cocina!. Hablamos también con un cuñado de ella que en nada se parece al marido y con su hijo el cocinero. El chaval es como mi hijo Borja y tiene muchas inquietudes.

De vuelta al albergue nos encontramos la estufa enchufada y leche con cacao en la cocina para mañana. Gracias Julio.

Hoy ha sido un día duro, pero ha terminado bien. El camino tiene esas cosas. Lo peor de todo el barro que te impide disfrutar de la marcha. Lo mejor la amabilidad de las personas en el camino. ¡Qué bueno es encontrase con ellas!.

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Hornillos del Camino - Frómista

Día 5
Sábado, 15 de Noviembre de 2003

Salimos a las ocho en punto, desayuno la leche que nos trajo Julio por la tarde, Manolo no la toma, le sienta mal.

Esta amaneciendo, el cielo esta nublado pero creemos que no lloverá. Hay una subida asquerosa con un barro pegajoso, no sabes por donde pisar, tienes que ir esquivando y pisando con cuidado porque es muy resbaladizo. Esto no es andar, es no caerte. Con el peso que llevamos, tenemos que ir con mucho cuidado. Gracias al bordón que se clava a veces en el suelo fuertemente y nos protege de estar patas arriba.

Llegamos a Arroyo Sambol, nos queda a la izquierda. Le digo a Manolo si quiere que entremos y dice que mejor seguimos, creemos que esta cerrado. Creo que no hay agua ni luz. La leyenda dice que si te bañas en el agua del manantial que hay llegas sano a Santiago. Nosotros pasamos de largo, no esta el día para baños. ¿Llegaremos a arrepentirnos?.

Dejamos también al lado del camino unas filas de piedras levantadas por los peregrinos, no sabemos con que intención, imagino que para dar muestras de haber pasado por allí.

A los pocos metros comienza a llover, al principio es una lluvia tonta. Manolo enseguida se pone el chubasquero, es como los gatos. Pero como no lo puede hacer solo, me dice que lo busque. No lo encuentro, no doy con la bolsa adecuada, por fin cuando creo que ya esta, cuando Manolo casi se pone histérico saco un paquete, es una torta de higos que desde Navalmoral lo llevamos encima y que no hemos encontrado tiempo ni lugar para comerlo. La bolsa vuela de la rabia que me da y cae en un campo cercano. Por supuesto que algunos días más tarde nos acordaremos de la torta de higos. Yo sigo sin nada. Más adelante, saco mi paraguas, que me molesta una barbaridad, pero hace aire y casi se da la vuelta. Me pongo el chubasquero. Ya no cae agua, se abren los cielos, ¡madre mía, que manera de llover!. El aire hace que a los pocos minutos vayamos chorreando. No nos pusimos las polainas y las piernas las llevamos completamente empapadas.

Ahora se suma el barro, ya es insoportable, no sabes por donde pisar. Nos adelanta un extranjero que ha dormido en Arroyo Sambol, nosotros que pensábamos que estaba cerrado. Una vez hago una cabriola para no caer, Manolo dice que he estado ágil y yo creo que ha sido el peso de la mochila que me ha movido todo. No sabemos que pasa, el extranjero no lleva bordón ni nada y nosotros con el palo y parecemos ciegos.

Hablo con Maribel, le cuento la odisea y me dice que el pantalón seca bien, que no me preocupe. Ya, pero voy empapado. Tenía razón cuando me dijo que habría agua.

Llegamos a Hontanas, el agua cae fuerte, vamos a buscar un lugar donde secarnos un poco. Hay un bar, el de Vitorino, pero esta cerrado, el albergue creemos que esta cerrado. Al pasar por la iglesia, vemos que en la puerta estaremos por lo menos bajo techo, aunque no mucho. Allí sacamos el bocadillo que Marisol nos hizo la noche de antes y con más pena que gloria nos lo comemos. El pantalón se me seca bastante, pero mi ego esta por los suelos. Las primeras lluvias y nos han dejado para el arrastre.

Volvemos a salir, nos ponemos ahora las polainas. Sigue lloviendo. A la salida del pueblo, nos encontramos con un coche parado, el conductor nos saluda y le decimos que vaya día tenemos. Nos pregunta que porque no subimos al coche, nos miramos, nos pilla así de sorpresa y en un momento flojo de moral y le decimos al unísono que sí. Esperamos a que venga un señor y nos llevan a Castrojeriz. Les relatamos nuestra experiencia y nos dice que nos lleva a comprar un traje de agua. Pasamos por las ruinas de San Antón, ¡qué pena, me hacia ilusión pasar debajo del arco!.

En Castrojeriz, nos compramos un traje de agua, pero es muy pesado y les regalamos la parte de arriba y nos quedamos con los pantalones. El conductor nos dice que nos hace otro favor y nos lleva hasta pasar el río Pisuerga, pasado Itero del Castillo. Ya puesto acedemos. Les damos las gracias y les quedamos muy agradecidos.

En Hontanas, está el bar de Vitorino como ya comento con anterioridad que a pesar de tener una mala leche el tal Vitorino con la gente que no se queda en su albergue, bebe el vino dejandolo caer en su frente por el porrón recorriendo su nariz y llegando a la boca. Otro personaje del Camino que nos perdemos, igual que Resti, el hospitalero de Castrojeriz.

Pero lo que son las cosas, días después de terminar el Camino y ya en el trabajo, un compañero se me acerca y me dice que no sabia que íbamos a hacer el Camino y que era de Hontanas. Le cuento la odisea y me dice que al lado del bar de Vitorino vive su madre. El señor que iba al lado del conductor era tío de este compañero, porque salía de una casa impresionante que sé esta haciendo el primo a las afueras. Cuando más tarde habla con su casa o se acerca a ver su madre me confirma que el conductor era Vitorino, el del vino. ¡Qué cosas pasan!, el mundo es un trozo de nada.

Manolo el hombre le parece mal lo que hemos hecho, pero yo creo que no son trampas, son cosas que pasan y ya esta, tampoco es cuestión de hacer esto a menudo, pero hay circunstancias que son inevitables. El caso es que seguimos andando, ya contentos, con la moral de nuevo alta y camino de Itero de la Vega que se ve al fondo.

Allí preguntamos por algún sitio para comer y nos envían a una tienda que hay cerca del refugio. Una chica o señora muy amable nos atiende de maravilla, nos prepara un par de buenos bocadillos. Nos tomamos allí una cerveza y seguimos adelante. Ella se llama Laura y es una preciosidad en todos los aspectos.

Queremos llegar a Frómista que está a unos 14 kilómetros de Itero. Aquí también es camino, pero al no llover se hace muy agradable. Vamos bien de moral, cansados pero muy bien.

Antes de llegar vamos en paralelo al Canal de Castilla que es una obra de ingeniería tremenda para llevar agua a estos pueblos y hacerlo también navegable. Pero que no se usa, solo regadío.

Ya estamos en la provincia de Palencia y ya hemos llegado a Frómista, pueblo interesante, pero como llegamos tarde no hacemos gran cosa. El albergue esta bien, pero el hospitalero un cabrito. No entiendo a la gente como se hace voluntario en un tema este como es el de ayuda a los demás. De acuerdo que la cocina esta cerrada porque se han quejado los hosteleros de la zona que si esta abierta los peregrinos no consumen. Pero tampoco somos tantos. El dormitorio frío y pequeño. Esta el vasco jubilado, Angel de Pontevedra también jubilado, Arnau un mallorquín que anda con sandalias por una tendinitis, los canadienses y nosotros dos, ¡ah! y Pino que ya por fin la hemos conocido. Al comentarle que roncamos, nos saca fuera, hace más frío pero estamos mejor y más tranquilos.

Se me olvidaba decir que en el coche de esta mañana me he dejado los guantes, ya van dos cosas...

Compra del desayuno de mañana y una cervecita en el local de al lado llamado Venta Boffard. Hoy juega España su primer partido para ir al Europeo y Manolo lo quiere ver, pero como el hospitalero es así a las diez cierra la puerta y el que se quede fuera ya no entra. Pues nada, a la cama. Da gusto tumbarse, porque andas con las piernas fatal y con agujetas, pero no hay nada como el descanso, al día siguiente nuevo. Hasta mañana.

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Frómista - Carrión de los Condes

Día 6
Domingo, 16 de Noviembre de 2003

Nos levantamos un poco más tarde, pero a las ocho y media ya estamos en ruta. Hemos desayunado nuestra fruta y dejamos atrás Frómista. No llueve, tampoco hace frío.

Charlamos Manolo y yo mucho, siempre en llanos, cuando vienen cuestas se produce siempre un silencio, roto por alguna queja sobre la dichosa cuesta. Hemos congeniado bastante Manolo y yo, aunque creo que hacerlo con él es muy fácil, él es muy buena persona y por tanto la mitad del tramo ya esta realizado.

El camino transcurre por un andadero paralelo a la carretera, esta bastante bien porque tiene a las entradas y salidas mojones para que no puedan entrar tractores ni cualquier otro vehículo y el suelo esta impecable. Se ve que Palencia se interesa por el Camino. La carretera no es muy transitada y además como es domingo tampoco hay mucho tráfico. Lo que sí hay es gente cazando, se oyen disparos no muy lejos. A la salida de Frómista hemos visto a la Guardia Civil, después de casi una semana de Camino es la primera vez que los vemos.

Pino va detrás de nosotros, le digo que si quiere que la esperemos o si quiere ir sola y dice que prefiere ir sola. Yo si fuera solo a lo mejor también quisiera hacerlo así, pero marchando con Manolo lo veo una jilipollez. Debes de comerte mucho el tarro andando solo.

Paramos en Villalcázar de Sirga para tomarnos un refrigerio, lo lógico de este Camino: huevos fritos con sus variedades, chorizo, panceta, patatas, cosas suaves. El bar esta enfrente de la iglesia que desde fuera es una preciosidad. El cantinero es un señor amable que nos deja beber todo el vino que queramos. Así da gusto.

El camino se hace monótono, pero es bonito. Mi bota derecha como siempre me molesta pero creo que es la sensación de que me molesta porque físicamente nada de nada. Yo creo que es obsesión mía.

A la salida estaba sentada Pino no sabemos esperando a quien, pero según supimos más adelante, hace paradas de mucho tiempo. Nosotros paramos pero también lo que queremos es llegar cuanto antes a los sitios, sin correr, pero sin estar mucho tiempo quietos. No sé si será un error o no.

Antes de Villalcázar de Sirga notamos un viento flojo pero un poco molesto. Después de este pueblo ya se hace pesado. El aire azota de lado por la derecha y te hace retenerte por el peso de la mochila haciéndote incluso tambalearte para ir guardando el equilibrio.

La distancia no es mucha unos 20 kilómetros, pero estos últimos se hacen duros. A la entrada de Carrión la Guardia Civil multa a un cazador imaginamos por estar demasiado cerca del pueblo.

El albergue es el de las monjas de Santa Clara que según nos enteramos más tarde lo tienen traspasado a un matrimonio que es bastante especial. Él tiene una forma especial de darte las habitaciones y de cobrarte, siempre lo hace y dice lo mismo, estabamos pendientes cuando llegaba alguien para escucharle.

Llegan bastante gente a este albergue, el viento y la distancia al siguiente pueblo (17 kilómetros) han conseguido que casi este lleno el albergue. Nosotros tenemos una habitación por el cuento de los ronquidos. Hay también bastantes ciclistas, creo que siete, cuatros que vienen juntos, una pareja y un andaluz solo. De peregrinos estamos nosotros dos, Pino, Arnau (chaval mallorquín), Nacho de Madrid y creo que una pareja más extranjera. Me parece que me olvido alguno más, pero ahora no sabría especificar. Como el albergue es una casa con sus habitaciones y sus aseos, tampoco hay un contacto entre los peregrinos muy estrecho.

Después de una ducha rápida y placentera vamos a comer con Pino y Arnau. Ellos miran el menú del peregrino y al final entramos en un sitio muy bonito donde nos preparan unos garbanzos guisados para chuparse los dedos y lomo con patatas.

Manolo les cuenta su vida en el Monasterio de Poyo, vida que ya lo hizo conmigo días atrás. Es una historia apasionante, dura, difícil y al mismo tiempo deseada. Debió de ser una etapa compleja y llena de muchos aspectos que hoy en día deseamos. Tranquilidad, oración, soledad, seguro que marcó para siempre a este hombre. Por supuesto Pino y Arnau se quedan con la boca abierta. Pasamos una sobremesa muy entretenida.

Después de comer salimos a dar una vuelta, pero hace un aire insoportable. Vamos al albergue y yo lavo unas cosas y ordeno un poco la mochila. Después iremos a misa.

La misa es a las siete y media y hace un aire tonto que te deja helado. Estamos sentados a la mitad de los bancos y cuando llega el darse la paz, una señora que esta delante nuestro ni siquiera se molesta en mirar solo su marido se gira y nos ofrece su mano. A lo mejor es que ya olemos mal, porque después de una semana seguro que a rosas no son nuestras fragancias y eso que nos duchamos a diario y la ropa interior también la cambiamos a diario, pero claro algo de tufillo debemos de dar. Seguro que será de estas señoras que se dan golpes en el pecho y dan muchas limosnas a la iglesia, pero mezclarse con gente ambulante y peregrina mejor no.

Vamos a tomar unas cervezas después de la misa. El pueblo es bonito, está en obras un trozo y es bastante trastorno, pero tiene calles bonitas y casa nobles y elegantes. Tomamos una cerveza en un bar que además sirven caldo caliente y sopa de ajo. Los tienen en unas cazuelas de barro grandes y por lo que se ve las pide bastante gente.

Hay una tienda abierta que vende chucherías y además tiene leche, pan y queso. Compramos algo para el desayuno y para Pino que me ha encargado. No son más de las ocho y media y ya el cuerpo empieza a decirte que no le dejes mucho tiempo sin dormir.

Charlo un rato en la cocina del albergue con Nacho de Madrid, con una chica catalana que viaja con un extranjero en bici y con otro ciclista de Córdoba que tiene unas prisas por llegar a Santiago y hace unas etapas maratonianas.

Me reúno con Manolo en la habitación y nos preparamos para descansar. Otro día largo e intenso. Mañana hace una semana que salimos de casa y ya llevamos andados 156 kilómetros, quien lo diría si eso lo hacíamos en meses. A las diez apagamos la luz y no tardamos en dormir. Hasta mañana.

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Carrión de los Condes - Terradillos de los Templarios

Día 7
Lunes, 17 de Noviembre de 2003

Oigo una voz que me dice que ya esta bien por hoy. Es Manolo, son las siete y media, he dormido como un tronco, solo me he despertado a las 3 para ir al servicio - es una lata, tengo que ir todas las noches, debe ser el cambio de aguas - y desde entonces he dormido y no me he enterado. Tomo con Manolo una magdalena y un batido, nos aseamos un poco y salimos adelante.

Hay un bar abierto y Manolo se toma un café, yo no recuerdo si tome algo, pero él si, la leche le hace daño y tampoco puede tomar nada lácteo salvo el queso.

Tenemos una etapa atípica. Hasta Calzadilla de la Cueza no hay nada, solo camino y son más de 17 kilómetros. Pero al ser a primera hora y frescos no creo que sean duros.

Cruzando el pueblo son las ocho y cuarto y veo a chavales con libros que van a clase. Me acuerdo de Ursula y la llamo por teléfono. Imagino que se pondrá contenta porque le digo que me he acordado de ella, va caminando a clase y yo voy caminando a Santiago. La salida del pueblo es bonita, hay un puente muy grande y hay un parador o una hospedería llamada San Zoilo que debe ser de bastante lujo.

Ya estamos en Camino, se nos une Nacho un chaval de Madrid, bastante joven pero con el que se puede hablar de muchas cosas. Trabaja en el aeropuerto de Barajas con Prosegur. Casi siempre de noche. Vemos un coche parado y nos dice que es de un grupo de franceses que hacen trozos del Camino y que vuelven con otro coche a recoger el que dejaron atrás, van haciendo relevos. Nos adelantan los ciclistas con los que hemos dormido en Carrión, primero el cordobés, luego la pareja de catalana y extranjero - para mí que ella tiene pinta de dejada, pero de no lavarse - y los cuatro ciclistas que creo que son de Tarragona o Alicante y que uno le da un susto a Manolo porque como aparecen sin hacer ruido. También nos adelantaron los canadienses que creo que durmieron en otro albergue.

Nos hicimos unas fotos y hace poco tiempo que le mande a Nacho las fotos que nos hicimos. No recuerdo en cuanto tiempo hicimos este recorrido, pero imagino que fueron 3 o 4 horas.

Llegamos a Calzadilla de la Cueza, aquí nos despedimos de Nacho, él tiene poco tiempo y quiere terminar hoy en Sahagun, el miércoles tiene que estar en Madrid trabajando.

Vamos al hostal Camino Real, en la puerta saludamos a los ciclistas que se marchan, es un momento muy corto, apenas de diez segundos, pero los deseamos lo mejor en el camino y además de corazón, no se, he recordado tiempo después este momento y ha sido uno de los mejores, gente desconocida y se desean de corazón buena suerte. Están en el hostal los canadienses, tomamos nuestros huevos fritos con chorizo. El camarero tiene puesta una música ratonera discotequera que no gusta nada.

Llega un extranjero con un perro que va de vuelta y se toma un café con leche, también una chica-señora que se pone a leer el periódico, fuma y se toma una cerveza grande.

Nos quedan a Terradillos unos 8 kilómetros. Continuamos el camino, seguimos con la llanura, agradable cuando se hace en buena compañía. Al principio como siempre nos cuesta trabajo ponernos en marcha y volver a seguir el ritmo, pero al final se consigue.

Va haciendo mucho calor, nos quitamos ropa de abrigo y eso que yo por ejemplo llevo una camiseta y el jersey polar que abriga bastante. Comienzo con molestias en las piernas, es que la mochila pesa bastante.

Vamos un poco cansados, vamos hablando del tiempo que estuvo Manolo en Barcelona trabajando y me cuenta la aventura que tuvo con aquellos dos elementos del banco que se rieron del lugar de su nacimiento y que menos mal que estaba el mostrador delante que si no pasa algo más grave. Yo me animo y me pongo a dar gritos diciendo que los tenía que haber calentado, nos reímos un montón y nos da ánimos para seguir y terminar esta etapa.

Llegamos a Terradillos sobre las tres de la tarde, buscamos el albergue y está cerrado. Llamo por teléfono y no contesta nadie, luego me entero que el teléfono está en el albergue y la dueña vive en otro sitio. Preguntamos en varias casas donde podemos encontrar al dueño del albergue y por fin un señor me enseña donde vive.

Llamo a la puerta y me abre una señora que me dice qué quiero pero de forma algo fuerte, yo me quedo parado porque la pinta que llevo no puede ser más explícita y además llevo una concha de peregrino en el pecho. Le digo que queremos pasar la noche en el albergue si puede ser, claro. Ella me dice que esta comiendo y que cuando termine baja y me abre el albergue, yo le digo que no tenemos prisa, que cuando mejor le venga que por nosotros no se preocupe. Aquí su cara ya es distinta, le doy las gracias.

En la puerta me encuentro al amigo Nacho que esta tirado en el suelo de una especie de jardín yo creo que dormido, dice que ha comido un poco y que quiere seguir andando, en cuanto se recupere un poco continuara. Yo le digo que no puedo dar un paso, que nos quedamos aquí a pasar la noche. Nos despedimos y le digo que se cuide.

Al poco rato aparece Marisa Pérez que así se llama la dueña del albergue. Es un albergue privado, no esta nada mal, es grande y tiene bastantes plazas, son camas con sabanas y mantas, de maravilla, vamos a dormir de miedo.

Nos duchamos y lavamos la ropa, aprovechamos también para secarla al sol, hace un viento muy agradable que seguro que secara bien la ropa. También hay calefacción o sea que vamos a estar como reyes. No hay cocina, ella da cenas y comidas, quedamos a las ocho y nos costara 6 euros la cena con pan y vino. Se marcha y dice que abramos la puerta si viene algún peregrino más.

Pino viene un poco más tarde y después Arnau, no les gusta mucho el que no tenga cocina, pero a mí me da igual. Ellos no sé si van un poco con el presupuesto justo, aunque tampoco es mucho gasto cada uno conoce sus medios y sabe hasta donde se puede llegar.

Me gusta Marisa, es una chica emprendedora, debe tener mi edad y sabe comportarse con la gente con mucha educación. Le digo que los otros chicos han quedado en comer uno el primero y el otro el segundo y pagar la mitad. Le parece bien.

Sobre las seis vamos a la parte de cocina-comedor, tomamos una cerveza, me llama Concha y hablamos un rato, sigue sin entender lo que estoy haciendo, si supieras que yo tampoco se la respuesta.

Marisa se sincera con nosotros, le comento lo de mi encuentro con ella y me dice que sí que noto algo de sorpresa por mi parte pero que enseguida vio el tipo de gente que éramos y que podía dejar la casa con total confianza en nuestras manos, cosa que le agradezco enormemente. Marisa me sorprendió enormemente y fue una de las personas más importantes de mi Camino.

El comedor es espacioso, acogedor, con muchas mesas y un mueble con libros sobre el Camino de gente que seguro que ha dejado aquí. Afuera hay un patio que reparte las dependencias del albergue, hay un lavadero y un tendedero. También hay una tienda que utiliza solamente para las personas que se quedan en el albergue. En verano debe ser caótico tanta gente pululando por aquí y además deben darse prisa porque antes de que se marchen los peregrinos ya han parecido otros por la puerta.

En verano no deja dormir a nadie en el jardín, hay enfrente un parque pequeño y allí el que quiera puede dormir, lo dice porque la gente tarda en dormirse y no deja descansar al resto de peregrinos.

Marisa tiene cuatro hijos, la pequeña se llama Ana y es una niña muy guapa pero muy seria, no consigo que me hable ni dos palabras, me mira con recelo y no consigo entablar una pequeña relación con ella.

Más difícil es conseguir hacerle una foto. Cuando me ve con la cámara en alto, ella deja de mirar, me siento detrás de ella y la enfoco con la cámara y ella nada que no vuelve la cara. Cuando lo hace es cuando yo me distraigo un poco, así estamos durante bastante rato y por fin en un descuido de ella consigo hacerle la foto. Me acerco a ella y le doy un beso, ella no pone resistencia y le digo que le escribiré y que se la mandare. Su madre me da la dirección.

Cenamos a la hora convenida. Nos prepara un plato de macarrones que aunque no sean mi especialidad los como, aunque le doy unos cuantos a Arnau que esta esperando el segundo, un plato de carne en salsa con buena pinta y mejor sabor. Si le añadimos vino a todo esto, el final es apoteósico.

Ellos se retiran pronto a dormir y nos quedamos Manolo y yo, también llega el marido de Marisa. Es inteligente esta mujer, conoce a la gente nada más verla y sabe como tratarlos. Nos cuenta detalles de la multitud de gente que ha conocido en el tiempo que lleva con el albergue y sabe como enfocarles y dirigirlos.

A mí me dice que trate de hacer el Camino de la forma más feliz y más provechosa posible, me ve un poco abatido y trata de animarme. Yo creía que llevaba bien el Camino pero parece ser que no, no le estoy dando todo el énfasis que se merece esto, trato de ver que sufro bastante con las etapas, pero ella me ayuda diciéndome que no piense en el sufrimiento, que vea la situación por el lado bueno.

Creo que lo ha conseguido, me encuentro mucho mejor, sabe hablar esta chica, es una preciosidad en todos los aspectos. Estamos muy a gusto con ella pero mañana tenemos que continuar, a las diez nos vamos a la cama. Hace un aire molesto y frío, cogeremos mejor la cama con las mantas y la calefacción.

Me duermo pensando en mi familia, lo bien que estarán en casa y pensando en verlos pronto. Un beso para todos. Para mi padre también, me acuerdo mucho de él. Hasta mañana.

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Terradillos de los Templarios - Bercianos del Real Camino

Día 8
Martes, 18 de Noviembre de 2003

De nuevo nos levantamos un poco tarde, pero la calefacción y las sabanas hacen que no te apetezca mucho desprenderte de los brazos de Morfeo.

Marisa ya esta en la cocina cuando vamos a despedirnos. Nos comemos un poco de fruta y marchamos. Allí dejamos a otra buena persona, me hubiera gustado darle un par de besos y tener alguna foto con ella, pero no me doy cuenta. Un triste apretón de manos y andando.

Salimos del pueblo, hay un grupo de señores preparándose para trabajar en el campo y un anciano con su garrota caminando despacio. "Buenos días" le decimos, "buenos días", nos contesta. Hace hoy frío, ha helado. Los charcos están congelados, no mucho pero hay hielo.

Me siento bien, estoy contento y se lo digo a Manolo, le digo que tengo una sensación de libertad tremenda. Nos levantamos y nos ponemos a caminar, ¿no es eso un estado libre?, me imagino dentro de unos días cuando esté en el trabajo y esa sensación la haya perdido, ¡qué pena que esto se acabe un día!, voy feliz hoy.

Al principio es camino, después por andadero, pero no recuerdo bien esta etapa, después de ese estado de euforia y con los ánimos templados después de mi charla con Marisa, no recuerdo bien este tramo. Después de Terradillos, los siguientes pueblos son Moratinos y San Nicolás del Real Camino. No recuerdo nada de ellos.

Como tampoco de Sahagun, tomamos como siempre nuestro almuerzo de huevos fritos, pero no sé el sitio ni imagino nada de él. Sé que es el primer pueblo de León, que atrás hemos dejado Palencia, donde he sentido notado una alegría tremenda, donde lo he disfrutado bastante. Preguntare a Manolo si recuerda algo de este lugar.

Hoy hace bastante calor, nos cuesta trabajo ponernos en marcha de nuevo. Caminamos solo con la camiseta, hace bastante bochorno. Sudamos como condenados. Estos llanos son duros. Hay gente que empieza en Roncesvalles y lo dejan en Burgos, luego lo retoman en León o en Ponferrada porque dicen que el llano es monótono y que lo mejor son las zonas de subida. Será monótono, pero es duro.

No hemos cargado con agua y la verdad es que nos hubiese venido muy bien haber traído algo, pero por estos lugares no hay fuentes.

Seguimos por andaderos, antes de Bercianos al lado del camino hay una cruz y una lapida de un alemán que falleció allí, no recuerdo la fecha, otro pobre hombre que lo tuvo que pasar mal.

Entramos en Bercianos, a la entrada hay una fuente, nos la bebemos toda. Venimos con la ropa blanca debido a una especie de tela de araña que sueltan los chopos que hay al lado izquierdo del andadero y debido a la brisa se suelta y se pega en la ropa.

Es un pueblo agrícola, parece ser que hace muchos años muchos habitantes de la zona de El Bierzo vinieron para esta tierra y de ahí el nombre de Bercianos. Las calles son muy anchas, comentamos Manolo y yo que ojalá Navalmoral tuviera alguna calle como las que hay aquí. Una señora esta tomando el sol y paseando y nos indica donde esta el albergue. Es una casona antigua de dos plantas. Esta cerrado, pero oímos una voz y vemos una señora que nos indica que enseguida nos lo abrirá.

La señora se llama Tina y es una buena mujer que se desvive por los peregrinos. El albergue es antiguo, lo están reformando, pero como seguro que son voluntarios, van las obras muy despacio. En la planta baja esta la cocina y un comedor muy espacioso. Arriba los dormitorios, no hay camas son colchonetas en el suelo, este es de madera y asila muy bien el frío. Nos cogemos una habitación para los dos por el tema de ronquidos. La cocina es maravillosa, tiene una gran cantidad de cacharros, también muchos condimentos y hay incluso patatas, cebollas y ajos. Tina muy amablemente nos trae leche recién ordeñada y ya hervida. Salimos a dar una vuelta por el pueblo y unas señoras que están tomando el sol nos dicen que hay dos bares en el pueblo, uno de ellos descansa los martes, o sea hoy y la única tienda que hay en el pueblo también cierra los martes por la tarde, o sea hoy. Bien, estamos bien.

Vamos a tomar una cerveza en el bar que queda y la chica que lo atiende nos dice que no nos puede dar nada de comer - nos pone unos cacahuetes - porque no está dado de alta para dar comidas (?) y una vez que le dieron de comer a unos peregrinos un vecino del pueblo los denunció. Son pocos en el pueblo y mal avenidos.

Menos mal que hay algo en la cocina y además tenemos la esperanza en que la dueña de la tienda cuando venga nos venda algo para cenar.

Pino llega, viene cansada pero contenta, nos tenía un poco preocupados, pero ella nos dice que no tenemos porque preocuparnos.

También llega un francés, con cara muy seria y alargada. Manolo se pone a preparar una sopa de fideos con avecrem y huevos. Después Pino y yo vamos a comprar y la hija de la dueña nos abre y compramos verdura y fruta para mañana. Ella hará un sofrito con esas verduras.

La señora Tina nos trae incluso una botella que cosecha su hijo, esta mujer tiene unos detalles que da gusto. Invitamos al francés si quiere cenar y nos dice que no, que él tomara "soupa". Con esa palabra nos partiremos el culo cada vez que nos acordemos. Arnau también aparece, ya casi había anochecido.

Cenamos de maravilla, con nuestro vino y sentados en la mesa del comedor, el francés se marcha a dormir. Tina entra para saludarnos y desearnos buenas noches, es un sol de persona, vive justo enfrente del albergue y nos dice que si necesitamos algo que no dudemos en pedírselo.

A las diez nos vamos a la cama, ponemos dos colchonetas en el suelo y no nos enteramos, lo que hace el cansancio, dormimos sin parar y solo me levanto para el servicio que le he cogido el tranquillo de las tres de la madrugada y no tengo más remedio que levantarme.

Ya estamos en el páramo leones y aquí estamos dormidos, mi familia cada uno en su cama, os deseo para todos lo mejor para vuestra felicidad y vuestro bienestar.

PD: Pregunté a Manolo días después sobre Sahagun y me hizo recordar que había varias vías de tren cerca del pueblo, que comimos cerca de la plaza en un bar muy acogedor con un patio muy bonito para el verano.

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Bercianos del Real Camino - Mansilla de las Mulas

Día 9
Miércoles, 19 de Noviembre de 2003

¡Qué bien hemos dormido!, las colchonetas en el suelo han estado fantásticas, no son muy gruesas, pero cuando uno esta cansado la verdad es que agradeces lo que buenamente te ofrecen, porque tu dolorido cuerpo lo agradecerá.

Tomamos en el desayuno la leche que Tina nos dejo con unas galletas que había también en el albergue. Desde luego como este albergue no encontraremos ninguno.

Nos vamos ya, Pino se une a nosotros y salimos hacia Mansilla de las Mulas, Arnau se queda rezagado entre las sabanas del saco. Hace frío, pero al andar uno se calienta enseguida. Nos encontramos con un/a chico/a que nos indica que camino coger. No sabemos que era si chico o chica, unos que de un sexo y otros de otro, lo que sí es verdad es que nos ayudo y se molesto en informarnos.

Al cabo de unas dos horas llegamos a El Burgo Ranero y vemos de lejos a alguien que esta llamando a Pino. Es Angel, el gallego que nos encontramos en Frómista y que perdimos el rastro porque esa noche durmió en Calzadilla junto al vasco, ese día que hacia tanto aire. Angel, llego a El Burgo y vio que no había nadie de hospitalero en el albergue. Fue a ver al alcalde y este encantado, porque el albergue estaba sucio y con muchas averías.

Nos enseño el albergue, nos contó el problema desde que llego y lo vio por primera vez. Ahora estaba limpio y curioso, esperando al técnico de las lavadoras para repararlas porque intentaron robar el dinero. Durante quince días a un mes que es lo normal de duración máxima de un hospitalero voluntario, se quedara en el albergue. ¡Qué tenga suerte!.

Buscamos una tienda para comprar algo de comida y poder almorzar. Descubrimos en una tienda que tienen jamón de ternera llamado cecina. Compramos entonces unas lonchas y la señora nos prepara unos bocadillos, a Pino no que a ella no le gusta mucho la carne. Ella no sé que es lo que compra.

Nos despedimos de Angel, que le vaya bien y que tenga suerte. Nos vamos, seguimos por el páramo y las telas de araña de los chopos. Estos no son muy altos, no se cuando los plantaron, imagino en verano dando el sol y con estas sombrillas, se deben achicharrar.

Seguimos andando, el camino va paralelo a la carretera, carretera poco transitada, seguimos los tres nuestra caminata peregrina.

A la izquierda del camino hay un área de descanso y no preparamos para tomar lo comprado en El Burgo. Hay dos mesas tremendas, Pino aprovecha para meter los pies en una charca cercana que parece ser que eso descansa mucho, Arnau también lo hace y siempre que andamos y vemos alguna charca, río, laguna o alberca digo que ahí meterá Arnau los pies.

Cuando estamos a punto de irnos, aparece Arnau, viene parando en dos mil sitios y creo que aprovecha también para mojarse los pies.

El resto de la jornada vamos Pino y yo detrás y delante Manolo y Arnau, ellos van charlando sobre cosas más técnicas de la vida, nosotros desde la muerte de mi padre, hasta las playas de Fuerteventura. Me da información para comprar unos libros sobre la vida después de la muerte, podrían ser interesantes, pero todavía no los he comprado. El camino se nos va haciendo más entretenido. Esta jornada fue para mi placentera, Pino es buena contertulia pero también sabe escuchar y eso es muy importante. ¡Y además es guapa, señores!

Manolo y Arnaud van protegiéndonos de esas telillas que van soltando los chopos, a pesar de eso también se nos van pegando gran cantidad de ellas.

Llegamos a Mansilla de las Mulas, el pueblo es bastante grande y tiene todos los servicios, mañana juega España su clasificación para la Eurocopa contra Noruega y Manolo quiere ver el partido como sea.

El albergue esta en una calle estrecha y antes hemos pasado por delante de un velatorio y esto me hace recordar que esto es un paso en este mundo y ya esta.

Laura es la hospitalera del albergue, es voluntaria y ni se sabe desde cuando a pesar de no ser mayor, también hay un señor alemán pero no esta, habla con él por teléfono y le informa los que estamos en el albergue. El albergue aprovecha también para tener algunas dependencias municipales, abajo están las duchas en un patio con el tendedero y arriba una cocina, los baños, y el dormitorio. Nosotros nos apartamos para evitar el efecto ronquido.

La ducha es reparadora, pero hace un frío que pela, el patio te deja helado por todos los lados, pero sienta muy bien.

Tengo que comprarme unos guantes nuevos porque los míos los perdí en el trayecto de Castrojeriz a Itero y los tuve que dejar en el coche de Vitorino. Me acerco a la plaza del pueblo y es una plaza enorme, grande, con sopórtales a los lados.

Entro en una tienda de estas mercerías con mostrador de madera y me atiende un señor con mucha simpatía.

He quedado con Arnau en un bar que parece que se ha quedado clavado en el tiempo, vamos a comprar viandas para hacer la cena en el albergue.

Llega un alemán que no sabe ni papa de castellano, Laura nos sorprende hablándolo. Lleva recorridos 3.500 kilómetros y dice que se pondrá tapones para los ronquidos, es una persona muy solitaria.

Preparamos la cena y cenamos nosotros tres, Pino y Arnau se ponen a hablar sobre sus estancias en Sudamérica, Pino hace poco que ha venido de Guatemala y ha estado allí tres meses. A esta chica la noto algo rara, a Arnau ni te cuento, es el típico tío pasotilla y místico que pasa de la vida y se engancha a lo más practico. No me encuentro a gusto en esa conversación, no tengo nada en común, solo estoy haciendo el Camino porque quiero y me da la gana, no quiero que se pare el mundo para bajarme.

Le guardamos cena a Manolo que viene un poco más tarde de ver el fútbol, le cuento que son buena gente pero que no tenemos que ver nada con ellos, vivimos historias distintas, lo único que nos une es que hay que sobrevivir. Días más tarde me arrepentiré de estos pensamientos. Sobretodo de Arnau.

Nos vamos a la cama, como todos los días lo estamos deseando, esperemos que descansemos, feliz sueño.

PD. Meses más tarde Manolo ha estado con Tris, su yerno, en este pueblo y dice que la tienda de comestibles donde compramos la cena y el desayuno del día siguiente ya no existe, la han tirado. Seguro que ira un supermercado, una pena.

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Mansilla de las Mulas - León

Día 10
Jueves, 20 de Noviembre de 2003

Cuando me levanto de madrugada para ir al servicio, veo que Pino no esta en su cama y creo que esta en el salón, imagino cual es el motivo ya me enterare mañana, yo vuelvo al pulguero.

Nos levantamos, desayunamos, hablo con Pino y me dice que no que no ha sido por los ronquidos - miente - que en el salón estaba más calentita. Lo dejamos así, pero me molestan que hagan eso por mi culpa. Pino es así, tiene una buena mano izquierda, es maja la jodida.

A las ocho y media dejamos Mansilla, vamos camino a León. Le comento a Manolo que hoy es el 20-N y nos ponemos a cantar el Cara el Sol, no nos acordamos de la letra, nos partimos de la risa. La carretera va paralela al camino.

Me cuenta el partido de anoche contra Noruega y comienzo a notar una molestia en el pie izquierdo, como si la bota la llevara un poco apretada. Paramos a quitarnos algo de ropa y la bota la aflojo un poco. Seguimos caminando y veo que la molestia no se quita, está ahí y no mejora. Vamos más despacio que los días anteriores. ¿Será el castigo por el 20-N?

En Puente de Villarente, a la entrada hay un puente largo para cruzar un río y muy peligroso, porque hay un tramo que no hay barrera y prácticamente no hay arcén y hay bastante trafico.

Paramos a comprar pan, Manolo lleva chorizo que compró en Mansilla. El pie sigue igual. Manolo el pobre se preocupa de mí, pero es la impotencia esta que no puedes hacer nada.

Antes de subir el Alto de Portillo desde el que se ve León, paramos a comer el chorizo. Nos alcanza un chaval aragonés que nos dice que quiere ir a dormir pasado León porque tiene poco tiempo, va a escape. También nos alcanza tres chavales que luego veremos en León.

Cada vez hace más calor, vamos solo en camiseta. A la entrada a León paramos en una farmacia a comprar una tobillera. La farmacéutica se desvive por mí e incluso me regala unos calcetines de media para que me entre la tobillera. Continuamos, pero sigue la molestia.

Cruzamos León despacio, la gente va con abrigos y nosotros en mangas cortas. Preguntamos por el albergue de las Carvajalas. Antes oímos que nos gritan y es Pino desde un autobús, pasará el día con una amiga suya de aquí de León que conoció en Guatemala.

Llegamos al Albergue, allí esta Emma una chica irlandesa, es muy viva y la forma de hablar castellano me hace reír. Nos duchamos y vamos a comer al barrio Húmedo que es la zona de las tapas aquí en León. Hoy he pensado que me quedare en cama toda la tarde en reposo a ver si estas molestias desaparecen.

Manolo se marcha a hacer turismo, yo me quedo y duermo la siesta. Me despierto y veo que llega Arnau con una chica que dice que es su hermana, se le une al camino. Al rato llega Pino, me presenta a su amiga y se acerca a saludarme. Se preocupa de mí la chica esta. Se marchan los tres de fiesta.

Gloria de Barcelona, me dijo que no me perdiera el canto de completas de las monjas y allí fuimos a las diez, Manolo, la hermana de Arnau y yo. Pensaba que era algo más recogido, pero es en la iglesia de las monjas que es muy grande y ellas están detrás de unas rejas y apenas se las ve. Cantan, rezan, hablan y a la media hora termina el acto, la madre abadesa nos da la bendición de los peregrinos y nos vamos a dormir. He rezado para que la molestia del pie no vaya a más. Me acuesto, ya veremos mañana.

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León - Astorga

Día 11
Viernes, 21 de Noviembre de 2003

A las siete y media, arriba. El pie lo noto, pero intento andar. Emma nos da de desayunar, colacao, galletas, manzanas y a volar.

Ajetreo en León, la ciudad se mueve, la gente a trabajar, a estudiar. Nosotros a andar. Pasamos por delante de San Marcos, nos queda tan lejos, el andar te separa de muchas cosas y te acerca a otras.

Es un rollo el salir de León, hay niebla, vamos en paralelo a la carretera, es peligroso, no se ve bien, vas como de forma instintiva.

El pie cada vez me molesta más, vamos muy despacio. Manolo de vez en cuando me pregunta, pero casi sin contestarle se da cuenta que algo no va bien. Yo sufro y él también sufre, aquí sufrimos todos. Los rezos de las Carvajalas no hacen efecto, pero como dice mi padrino Antonio, Santi aprieta pero no ahoga.

En Virgen del Camino paramos a desayunar, los típicos huevos fritos con chorizo. Es curioso, es un bar enfrente de un cuartel de la guardia civil y digo que es curioso porque la señora esta detrás de la barra y el marido en la cocina y además los dos en su puesto lo hacen muy bien porque él te pone de guarnición patatas y con muy buena presencia y ella esta muy pendiente de ti. Me parece bien el cambio, es bueno no marcar demasiado los estamentos.

A la salida del pueblo, pasada la basílica de la Virgen del Camino comienza la disyuntiva: por la derecha o por la izquierda, por la derecha parece que es el camino original, por la izquierda no pero parece que hay menos kilómetros y además no va por carretera. Craso error esto ultimo, porque nosotros vamos por la izquierda.

En condiciones normales, seria un lugar maravilloso, sobretodo antes de llegar a Chozas de Abajo hay una zona que me gusto, pero que debido a los problemas del pie no pude gozarlo. Manolo sigue a mi lado, serio y en silencio. Se me hace eterno cada paso, intento no pensar en eso, pero es imposible, plantar el pie en el suelo es dolor y levantarlo es dolor.

Llegamos a Chozas, no puedo más, en la plaza del pueblo me siento y le digo a Manolo que no puedo seguir. El se dirige a una chica que le informa que el ayuntamiento le puede ayudar. Baja al cabo del rato dice que viene un taxi de Hospital de Orbigo. Me pongo a llorar, Manolo me consuela como puede, pero yo le digo que este año todo me ha salido mal, la muerte de mi padre y ahora esto, retirarse ahora seria terrible, pero estoy abatido. Ya lo haremos otro año, me dice Manolo y yo le digo que ahora o nunca. No hay tiempo.

Llega el taxi, el taxista es muy buena persona, me dice que no me preocupe, que ya lo solucionare, que no soy el único, que lo importante es cuidarse. Yo asiento, no puedo decirle nada más.

Nos lleva a Astorga y el muy cuco, nos enseña la ciudad en vistas de que yo voy a estar en reposo y no podré ver nada. Se lo agradezco porque así será.

Nos lleva al albergue de San Javier y dejamos las mochilas. Maravillosos los dueños al primer contacto y certificado en los días sucesivos. Después nos acercamos al Centro de Salud, allí esperamos un poco por un accidente de trafico que ha habido y nos atiende una doctora que dice que tengo una zona dolorida debida a una contusión y que tome unas pastillas y una pomada que me receta. Nos vamos al albergue. Hemos pensado quedarnos aquí hasta el domingo descansando y esperando que el pie salga adelante.

Javier es uno de los dueños del albergue, encantador y cojonudo. Chus es su prima y también lleva parte del negocio. Hoy es su cumpleaños, nos invitan a dulces. El albergue es muy bonito, es un edificio antiguo, aquello es como estar en familia.

Nos ponen en una habitación solos, tenemos calefacción, hay varias duchas, un patio, una especie de solarium. Es un sitio muy cómodo.

Manolo se va a dar una vuelta, esta cómodo, entra y sale, compra para hacer la cena, visita la ciudad, se toma sus cervecitas, esta disfrutando. Yo me alegro por él, el pobre lo ha pasado mal.

Javier me habla un poco del albergue. El edificio pertenecía a su familia pero su madre lo compro y lo tiene junto a su prima para explotarlo. También está un hospitalero voluntario que ahora está en Santiago. Hay una mesa camilla y allí se sienta quien entra, es un ambiente muy agradable, solo te pregunta por tu salud, nada más, nada de cotillear.

Es una sorpresa encontrarnos al francés de Bercianos, el de "Yo Soupa", también el austríaco de Mansilla, que aquí será el día que le perdamos de vista.

Por la tarde entro a Internet y en el foro cuento un poco mis problemas y lo abatido que estoy. Ahí es donde comienzo a entender que lo mío es una tendinitis, seguro por un sobresfuerzo ocasionado por el peso de la mochila, pero vaya usted a saber.

Al cabo de unos minutos me llama Antonio de Logroño y me da ánimos, también Maribel y mi madre que se ha enterado de mis dolencias. Al cabo de media hora, de nuevo me llama Antonio y me dice que me vaya a una clínica de masajes que me esta esperando una fisioterapeuta llamada Marta. Allí me presento y me dice que efectivamente es una tendinitis, que este en reposo que en un par de días me pondré como nuevo. Me alegro de oírle decir eso. Me da un masaje, me hace daño, pero estoy contento. Le digo que es un ángel que Santi a mandado para que pueda abrazarle. Se ríe, es una niña muy agradable y cariñosa.

Voy contento, le digo a Manolo que vaya suerte he tenido con la gente, lo bien que se están portando conmigo. Estoy contento.

Mañana hemos reservado en un restaurante de aquí de Astorga, mesa para comernos un Cocido Maragato. Sigo con mi pierna en reposo, esta familia me pregunta un montón de veces por mi pierna, se preocupan de verdad.

No sabemos nada de Pino y de Arnau, los hemos dejado atrás, mañana sabremos de ellos. Mañana continuamos aquí, estamos como en casa. Felices sueños. Hasta mañana.

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Astorga

Día 12
Sábado, 22 de Noviembre de 2003

Tranquilidad absoluta, nos despertamos con mucha quietud y silencio. Llueve, pero para mí hace buen tiempo. La mañana va a ser reposada, estaremos tranquilamente aquí en Astorga y a ver que pasa. Mi pie un poco molesto, pero creo que mejor, seguro que me molesta por el tute que me dio ayer Marta.

Desayunamos abajo todos, el francés no ha bajado la mochila, el austríaco se ha dado el piro ya, tomó algo ligero y adiós.

Javier nos preparara un desayuno grandioso, nos ponemos de tostadas de pan con aceite hasta arriba y no nos cobra, dice que ya se lo pagaremos. Un poco más tarde pondremos ropa a lavar y así le damos dinero. Será la primera vez que lave el pantalón de todos los días, deberá dejar un agua buena y con mucha sustancia.

Manolo se marcha a comprar y a dar una vuelta, dice que es una ciudad muy bonita. Yo me quedo aquí en el albergue, aprovecho para leerme revistas antiguas y estar en reposo. Hablo con Javier, me ducho y arreglo la mochila. Manolo viene y me cuenta que ha visto el museo del chocolate, el palacio arzobispal de Gaudi y se ha comprado un pantalón de plástico para el agua. Le teme al agua más que un gato. Llega una francesa llamada Chantal de 55 años con la que iremos juntos casi hasta Santiago.

A las dos vamos a comernos el famoso Cocino Maragato. Está un poco retirado, vamos despacio, el pie me duele, pero yo tranquilo. El restaurante se llama José Luis y el sitio es pequeño, debemos acabar antes de las tres porque tiene la mesa reservada para esa hora, le hicieron un favor a Manolo. Elegimos el vino y comenzamos. Primero se sirve la carne. Comemos despacio, por supuesto sin pan. Luego traen los garbanzos con la verdura. Son pura manteca, tiernos a más no poder, no hace falta masticarlos, se deshacen. Por ultimo la sopa que aquí son dos, una de fideos y otra de pan. Terrible, al final la sopa es solo probarla y es una pena con lo bien que vendría un caldito.

El tomarlo así, al revés de todo el mundo dicen que es porque en tiempo de guerra, se comían lo más caro y lo más provechoso del cocido primero no vaya a ser que viniera el enemigo y lo perdieran. Pero parece ser que los hosteleros han puesto esa forma de comerlo para darle más vistosidad y más esnobismo, porque la gente en sus casas lo come de la forma tradicional.

Nos vamos, creo que cuesta cada ración 15 euros. Al principio el pie ni me molesta, se lo digo a Manolo y este me da un abrazo que me deja seco, pero después al andar comienza de nuevo. Yo me tranquilizo, creo que lo superaré y gracias a la gente que tengo a mi alrededor.

Por supuesto que yo voy al pulguero, me voy a dormir, estoy rendido. Me despierta Manolo para decirme que tengo una visita, es Pino que llega desde Villandangos y se quedará en el otro albergue que dice que esta muy bien. Le agradezco su visita porque se que lo hace de corazón y además esta preocupada. Cuando se marcha, sigo durmiendo hasta las seis y media.

Después poca cosa, reposo en el albergue, hablo con el francés que resulta que es abuelo, tiene un hijo de 22 años y ha tenido un bebé. El tiene 43 años, más joven que yo. Le felicito.

Preguntan por mi, es un hermano de Antonio&Aitor que me trae la navaja perdida en Santo Domingo, Sin palabras. Estaba charlando conmigo Pino, Javier la invita incluso a un chocolate. Yo ceno una magdalena y una pastilla antiinflamtoria.

Pino se marcha al otro albergue a dormir, Manolo se fue a ver el fútbol y yo a las diez y media me enrosco en la cama. A dormir.

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Astorga - Rabanal del Camino

Día 13
Domingo, 23 de Noviembre de 2003

Esta es la idea. Ayer me dijo Javier que a ver como me encontraba hoy, pero que lo mejor era subir en coche hasta Rabanal. Lo haría él o el hospitalero Ramón. Yo acogiéndome al abuso y a la confianza, le digo que me parece fenomenal que acepto. Ramón llegó ayer y es un señor jubilado de Caja Madrid o prejubilado mejor dicho. Nos caemos bien.

Buenos pues eso, Manolo no se a que hora vino, pero ya esta en marcha. Desayunamos abajo y esperamos que venga Pino. Nosotros nos llevaremos la mochila de Manolo y así ellos irán más relajados. También se marcha Chantal que se ha tomado un plato de arroz con verduras que no se lo salta un gitano y todo eso a las ocho de la mañana.

Javier no esta, llamó ayer y dijo que se quedaría hoy en cama porque tiene un catarro bestial, no podré despedirme de él. Manolo y Pino se marchan, me da un poco de pena el que se marchen y me dejen aquí solo y tristón. Hablo con Ramón y veo que es un buen tío, aunque al principio me pareció que era un poco pedante con el tema del Camino. Leemos el periódico y espero hasta que él diga que nos marchemos.

A las doce subimos a Rabanal. Veo el camino al lado de la carretera y me da una sensación muy extraña el ir en coche y la gente andando, aunque no veo a Pino ni a Manolo, a quien si veo es a Chantal.

Enseguida llegamos a Rabanal, vamos al albergue Nuestra Señora del Pilar que lo llevan Esperanza y su marido Serafín. Se conocen hace bastantes años. Ya contaré las buenas personas que son. Llamo a Manolo y me dice que van por el Ganso, les queda unos 7 kilómetros para llegar.

Ramón se marcha y me dice que haga reposo, que vea como voy y que esta tarde le llame, que no le importa acercarme mañana hasta Molinaseca porque hacer el tramo de la Cruz de Ferro es demasiado fuerte para como tengo el pie. De todas formas que le llame esta tarde. Le digo que abusando de su ofrecimiento ya sabe lo que le pediré. Se marcha y mañana nos veremos.

Serafín y Esperanza se marchan a misa y me dejan en el albergue, como no sé a que hora llegaran, llamo por teléfono al restaurante del padre de Javier, Pascual, para que sepa que llegaremos un poco tarde y que nos reserven mesa. No hay ningún problema. Leo una revista de National Geographic antigua. Escribo el diario y me llama Gloria de Barcelona preguntándome que tal ando, también se pone un tal Luigi que escribe en el foro. Gracias.

Llega primeramente Chantal y un poco después Manolo y Pino. Nos acabamos de instalar, nosotros fuera por los ronquidos y ellas dentro. Hay como una especie de cocina con chimenea cerca de donde están las mujeres, nosotros pasaremos un poco de frío, pero tenemos bastantes mantas.

Nos vamos a comer, también viene Chantal. El pie me molesta. No hay mucha gente, comemos bastante bien y no muy caro. La francesa dice que ayer fue su cumpleaños y que se va a invitar bien, se come un cocido maragato. ¡Qué espléndida la chica!, ¡como se lo monta ella sola!, esta visto que primero yo y después yo y a los demás que nos parta.

Ursula me pone un mensaje diciéndome que ni se me ocurra abandonar ahora, que Pepe - mi padre - tiene que estar orgulloso de lo que estoy haciendo. Se me salta las lágrimas y Pino se levanta y me da un abrazo. Una preciosidad esa chiquilla.

Después de la comida no recuerdo si dormimos un poco de siesta. Me comenta Esperanza que esta tarde no hay completas. Hay una cosa que se llama presentación o exposición. En el pueblo hay tres frailes de Silos, pero dos están de misiones y uno solo no dará las completas, pero que a las siete y media habrá eso que no se explicar en la iglesia.

Marchamos Pino y yo, Manolo creo que hay fútbol y fue a un bar a verlo. La iglesia es pequeña y a mí me gusta. Esta como en ruinas porque están levantando el techo y tiene grietas. Pero me gusta. Hay un fraile en el altar sentado y cantando rezos en gregoriano. Solo hay una mujer y Esperanza. Es un momento muy bonito.

Esto dura como media hora. Al final justo aparece Manolo. Nos ponemos a ver la iglesia y se acerca al fraile y le dice que si tiene sello para la credencial de forma pausada y muy correcto. El fraile sin mirarle le suelta un no seco y desagradable. Cuando se aleja dice que va a cerrar la iglesia. Le decimos buenas noches y se marcha contestándonos. Sin comentarios, porque no merece la pena. Seguro que él va al cielo y nosotros si él esta en la puerta, no nos dejara entrar.

Tomamos una cervecita en el bar donde estuvo Manolo viendo el fútbol. Al entrar ya le conocen y le dicen algo sobre su Atlético. Este hombre no falla, siempre igual, aquí como allí. La verdad es que el fútbol une mucho aunque sea para meterse unos con otros. Pero yo la verdad lo he intentado, pero no puedo, no puedo tragarme ni siquiera el primer tiempo.

Tiene este bar un salón donde están los servicios con un techo alto de vigas de maderas que da gusto míralo.

El final del día se esta haciendo. Nos invitan a una copita de orujo Esperanza y su marido Serafín. Son gente única. La francesa está durmiendo, después del cocido se tomó una copita de aguardiente de hierbas y aun no se despertó de la siesta.

El pie como siempre, si no ando, si estoy quieto sentado, estoy fenomenal, pero cuando lo muevo ya se donde está. Yo me doy mi pomada, me tomo un antiiflamatorio, pero el pie esta ahí y lo noto solo con mirarlo. Espero a mañana para ver como funcionamos. Ya llamé esta tarde a Ramón y le dije lo que había. El me dijo que no me preocupara, que sobre las doce o la una estaría aquí. Yo le digo que suba y comemos juntos. Ya veremos, me contesta.

Cada mochuelo a su olivo, nosotros a una nave que hay al lado, listos para dormir y listos para volver a levantarnos a las tres de la madrugada a lo mismo de todo los días. En eso no fallamos, a lo mejor en otras cosas podríamos, pero a eso no.

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Rabanal del Camino - Molinaseca

Día 14
Lunes, 24 de Noviembre de 2003

Ya hace dos semanas que estamos en el lío este y parece que hace veinte años. ¡Que manera de pasar el tiempo!, en cuantos sitios desde todo este tiempo y a cuanta gente vista y hablado.

Hace fresquito pero el tiempo esta seco. Manolo y Pino se van a ir hoy también juntos y claro me dispongo a despedirlos.

Vamos al hostal de Gaspar a desayunar, anoche nos enteramos que es el único del pueblo que esta abierto. Hay dos personas más. Tomamos café y tostadas. Nos sentamos en la mesa y nos llevamos el desayuno. Gaspar al rato se acerca con más tostadas y más café. Nos ponemos ciegos. A ellos les vendrá bien para caminar, a mí ya menos porque a este paso de tanto comer me pondré - y así fue - como un tonelito.

Ya se marchan, irán hasta Molinaseca, antes pasaran por Foncebadon y la Cruz de Ferro, lugar emblemático del Camino.

Bajo al albergue un poco cabizbajo. Otro día a esperar. A ver si pronto se cura el pie y queda solo como un mal recuerdo.

Recojo las mochilas, acabo pronto. Voy a la casa de Serafín y Esperanza y me dicen que si quiero un café. Me tomo uno con ellos. Son buena gente este matrimonio, se hacen querer. Me cuenta Serafín cosas del albergue y la gente famosa que ha venido por aquí. Dice que no hace mucho estuvo Carmen Alborch con una amiga y este verano a estado el presidente del congreso de los vascos - que ahora no me acuerdo de su nombre - y se ve en alguna foto curándose las ampollas en el patio. Dice Esperanza que Isabel, su hija las cura muy bien. Ahora está haciendo parte del Camino. Es Atucha, ahora recuerdo.

La entrada al albergue da a una zona cubierta como un soportal. Esta muy bien decorado con cacharros viejos, pero con muy buen gusto. Después está el patio donde dan todas las puertas de la casa. A la derecha esta la casa de ellos, a la izquierda dependencias suyas y dormitorios. Un poco más adelante hay una barra de un bar, para dar comidas y bebidas en verano, hay cerca un carro viejo. Más al fondo están los dormitorios donde hemos dormido. Y al fondo del todo hay un portón donde dice serafín que tiene los animales. En las dependencias privadas han tenido que poner carteles porque los peregrinos se metían en todos los sitios.

Serafín va a dar de comer a los animales. Una maravilla. Este hombre entiende. Detrás de ese portón hay una dependencia grande donde mete su hija el coche y donde él ha ido recabando cantidad de muebles antiguos. Tiene como sesenta trillos y dice que los vende a 60.000 pesetas. Muchas alacenas, muebles aparadores, radios, en fin un lugar donde da gusto estar un rato y deleitarse con esas maravillas.

Tiene dos cerdos y varias gallinas. Para estas Navidades quiere hacer la matanza. Son dos cerdos hermosos.

Llega Gaspar, esta interesado en un confesionario y se ha enterado que Serafín tenía uno. Es verdad, pero los frailes se lo dejaron mientras arreglaban la iglesia, pero de todas formas no es nada vistoso. Tomamos un vino y me dice que Ramón subirá más tarde y que vamos a comer en su hostal, que nos invita. Yo alucino, no se como agradecer todo esto.

Gaspar llama de usted a Serafín y a Esperanza y ellos tutean a Gaspar. Estuvieron en la boda del hijo de ellos en Murcia. Se me había olvidado decir que aparte de Isabel tienen otro hijo que se puso novio con una chica peregrina de Murcia. Y al final se casaron allí.

Serafín no esta muy contento con algunas cosas que hace su hija. Yo lo único que le decía era que disfrutase de sus hijos - acordándome de mi padre - que lo importante es la familia y es la única que te puede resolver los problemas. Isabel debe ser no cede y ahora esta haciéndose una casa preciosa cerca de la iglesia. El padre comenta que le esta costando un dineral y que es como un antojo. Al final cree que lo pondrá como turismo rural. Yo creo que a pesar de todo a Serafín le gusta lo que hace Isabel.

Mi madre llama y le comento que estos señores se están portando conmigo de maravilla, le pongo al teléfono a Esperanza y mi madre se pone a llorar de la emoción. Y a mí pues casi también.

Al poco rato llega Ramón, se sienta un rato y vamos al hostal de Gaspar a comer. Me despido de Serafín y Esperanza. En 24 horas que hemos estado juntos les he cogido bastante cariño. Aquí han sido como mis padres. Les tengo que escribir, hubiera sido un buen momento estas Navidades el haberles podido felicitar, pero no ha sido así, espero hacerlo pronto.

Subimos en el coche hasta el hostal, nos sentamos en una mesa y Gaspar nos dice que comamos lo que queramos. Pedimos el menú de la casa.

Al rato de estar sentados miro a mi derecha y me parece ver a Arnau. Sí, es él, esta en una mesa junto a su hermana y otro chico. Me acerco y nos damos un abrazo. Se esperó un poco para esperar a su hermana y ya están juntos, creo que desde León no nos veíamos. Ramón les invita al café. Ellos alucinan con Ramón, más tarde hablaremos de él y Arnau me dirá que fue un buen detalle el invitarles. ¡Las de sorpresas que tiene este Camino!

Nos marchamos, nos despedimos de Arnau y en ruta a Molinaseca. Me va enseñando la ruta. En coche una maravilla, pero andando debe ser la repera. Muchos falsos llanos. Cerca de la Cruz de Ferro ya no hay mucha vegetación. Paramos en la Cruz, está al lado de la carretera. Me bajo solo. Llevo unas piedras. La costumbre es llevar unas piedras de tu lugar de origen y depositarlas junto a la cruz como signo de desprenderte de algo que te pesa. Yo lo hice igual pero quería que toda mi familia estuviera en ese momento conmigo y fue que todos tocaran las piedras. Como mi padre no podía tocarlas le pedí a mi madre que cogiera una del cementerio. Maribel dijo que llevara también piedras de aquí y así fue, hice lo mismo y las cogí del cementerio de aquí, en total llevaba cuatro piedras. Le di una a Manolo para que la llevara él. Así fue, cogí las piedras, las bese y las deposité junto a las de miles y miles de peregrinos que hacen lo mismo. Las lágrimas saltan de mis ojos, me acuerdo de mi padre, de todos, pero mucho de él.

Pasamos cerca del albergue de Manjarín. Ramón me cuenta un poco que Tomas el hospitalero, el ultimo templario, esta solo llevando este albergue. No hay luz, no hay agua, dicen que hay una magia especial si duermes allí una noche, el Camino autentico, duro y mágico. Subsiste de los peregrinos, de sus ayudas y de la gente como Ramón que de vez en cuando se deja caer con una caja de leche o de café. En los días de niebla, va hasta la cruz de Fierro y pertrechado con termos de café caliente da la bienvenida al peregrino helado y aterido. Esto es el Camino.

Nos queda la bajada a Molinaseca, muy dura, durisima. Paramos en El Acebo para ver si Manolo y Pino están, pero comieron hace un rato y continúan. Este pueblo es el primero de El Bierzo.

Molinaseca nos espera. Es un pueblo muy bonito y debido a la cercanía con Ponferrada mucha gente tiene sus chalets aquí. A la entrada del pueblo, se hace una piscina natural con unas compuertas que hay. Me imagino en verano bajando estas cuestas sudando y ver el agua fresquita, ¡la de carreras que debe haber hacia el liquido elemento!.

Nos vemos con Alfredo en una especie de cafetería pequeñita con pinta de ser la barra de un restaurante. Parece más pequeño que yo, pero bastante más inquieto. Quiere aprovecharse de la circunstancia de vivir al lado del Camino y lo va a conseguir. Hablan de temas relacionados con el Camino, conocen a la gente que pulula por ahí y saben de qué pie cojea cada uno de ellos. A mi claro que no me conoce, pero a partir de ahora y hasta Galicia sabrá de mí.

Vamos al albergue, está a la salida del pueblo hacia Ponferrada, es una antigua ermita pero muy reformada y con estilo por dentro muy nuevo, la reformó un arquitecto amigo de Alfredo. Abajo hay una pequeña cocina, al fondo los servicios y arriba los dormitorios. No es muy grande, dormirán como mucho 20 peregrinos. En verano en la calle debajo de una especie de porche también pueden dormir y en una especie de solar con césped planta unas tiendas de campaña para cuatro personas.

Ramón se despide, no tengo palabras de agradecimiento, me da un abrazo. ¡Hasta siempre Ramón!.

Manolo y Pino llegan. Me alegra volver a verlos. Manolo llega entusiasmado. La bajada desde El Acebo es impresionante y se alegra que no haya ido porque el pie estaría bastante resentido. Pino es más inexpresiva, dice que ha disfrutado y vale. Chantal la francesa también llego. Nos instalamos en el albergue.

Después de las duchas, nos bebemos una botella de vino que ha traído Alfredo y me da un masaje en el pie. Le enseña a Manolo o Manolo se fija como lo hace y a partir de entonces todo ira mucho mejor. Estando en esto del masaje, me acuerdo y reviso mis notas y veo que tengo una anotación de Gloria que me dice que no me olvide de tomarme unos vinos con Alfredo el hospitalero de Molinaseca. Se acuerda Alfredo de Gloria, es increíble esta mujer, por donde pasa deja huella. Ha cogido esto del Camino con unas ganas tremendas. Mi madrina del Camino es única.

Dicho y hecho, nos vamos de vinos. Cuando voy a coger el anorak me doy cuenta que no lo llevo, como tampoco un chubasquero que me regalo Javier en Astorga. Ahora recuerdo que lo deje en el coche de Ramón. Cuando lo llamo me dice que se acaba de dar cuenta, que me lo mandara con un bicigrino hasta Villafranca. De nuevo superagradecirdo. Manolo me mira como diciendo, a este ya lo conozco.

No hay nadie por las calles, pero es un pueblo precioso. Hay unas tabernas pequeñitas, pero con mucho encanto. Hemos empezado bien El Bierzo, ojalá terminemos mejor aun.

Manolo se comió en El Acebo un botillo y está lleno y con lo que picamos estamos listos, cuando llegamos al albergue hacemos limpieza de mochila y vamos a mandar por mensajería lo que nos sobra, en total unos 5 kilos.

Alfredo llega al albergue para despedirse de nosotros, buena persona este Alfredo, ojalá le vaya bien también en esta singladura.

A las diez y media a la cama. Chantal ya duerme. Yo lo hago mal, me levanto tres veces al servicio. Pino duerme abajo, dice que cerca del fuego y escuchando música en la radio, yo creo que es por los ronquidos, es muy cuidadosa en sus apreciaciones.

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Molinaseca - Villafranca del Bierzo

Día 15
Martes, 25 de Noviembre de 2003

No lo digo siempre, pero todos los días tengo llamadas telefónicas. Maribel me da los buenos días y después por la noche hablamos y además cuando bien nos parece. Mi madre desde el problema con el pie, todos los días también. Jesús cada dos días también lo hace, mi compañera Elena también todos los días entre semana, con Gloria hablamos bastante y mi amiga Inma casi a diario me va animando con sus buenas palabras. Concha desde Madrid también de vez en cuando me saluda y aunque me dice que sigue sin entender esto del Camino, me apoya. No me aburro y lo agradezco. No se os habéis fijado pero siempre mujeres, ¿estaré obsesionado? También me llama mis compañeros Joaquín y Manolin y mi padrino Antonio&aitor de Logroño.

Nuevo día. Noche muy inquieta. Alfredo me dijo ayer, que tengo que andar, que no me preocupe mucho, que trate de no pensar en el pie y que iré día a día mejor. Ese nerviosismo por la noche podría ser el motivo a mi vuelta al Camino. He pedido a mi padre que no me deje, que esté a mi lado.

No recuerdo que desayunamos. Hoy a helado, hace un poco frío. Salimos a andar. Me santiguo como todos los días y adelante. El pie responde, vamos despacio. A partir de hoy me pongo un vendaje. Mi fiel amigo Manolo está a mi lado, lo agradezco, me da tranquilidad, gracias.

Hasta Ponferrada vamos en animada charla. Manolo esta contento otra vez volvemos a estar juntos. El camino hacia Ponferrada es paralelo a la carretera o como dice Alfredo la acera continúa hasta Ponferrada. Cerca de Ponferrada hay un lugar que se llama Campo y es una zona residencial de esta ciudad y ocurren dos cosas. Una, están esperando el autobús unos niños con sus madres y oigo decir a una de ellas que se estén quietos que estos peregrinos os llevaran, le digo al niño que tranquilo que los peregrinos somos buenos y no llevamos a ningún niño. Y dos, nos encontramos con una parada de Bus y no queremos que nos pase lo de Burgos y León. Nos lleva al centro y buscamos una agencia para mandar el peso sobrante. Al final cogemos un taxi y este después de dejar los paquetes nos deja en ruta hacia Villafranca.

Buscamos el bar del hermano de Pepe Fontal, pero esta cerrado, tal vez abra más tarde. Paramos entonces a almorzar en el bar Scorpio. Nos atiende una chica pero no recuerdo que fue lo que tomamos, seguro que sí, que dos huevos fritos. Allí sirve un licor color naranja en un vaso de chupito, preguntamos que es y nos contesta un chico que zumo de naranja. Seguro que agarran un atracón de vitamina C.

Salimos andando y cuando llevamos recorridos unos 300 metros me doy cuenta que no encuentro mi libreta, la libreta que llevo apuntado todo sobre acerca del Camino, pueblos, direcciones, albergues, bares, hostales, planos, gráficas. Manolo raudo se prepara para volver y cuando lleva andado 50 metros la encuentro, menos mal que lleva el móvil encendido y puedo avisarle. Este Manolo lo aguanta todo, vuelve con una sonrisa, si fuera tía para comérsela.

Vamos llegando a Cacabelos después de dos horas desde Ponferrada, nos encontramos con un señor que nos dice cosas sobre el Camino y nos informa que podemos ir a tomar algo a Prada a Tope, pero le decimos que iremos mejor a Casa Ubaldo a tomarnos unos callos. Rectifica el señor y dice que le parece bien el lugar. Prada a Tope es de un señor llamado José Luis Prada que por los años 70 comenzó a envasar productos de El Bierzo y venderlos. Luego preparo un lugar llamado La Moncloa como cita obligada de la cocina berciana y hoy en día esta instalado en el dólar. Tiene un castillo que también utiliza como lugar de hospedaje y da trabajo a un montón de gente.

Los callos fantásticos, también tomamos pulpo. Nos atiende una señora muy agradable y con mucho interés de charlar. Buena gente nos encontramos en el Camino.

Continuamos nuestro caminar, hace calor, vamos en paralelo por la carretera, al final cerca de Villafranca el Camino es el arcén de la misma. Son 8 kilómetros desde Cacabelos. Nos llama Elena, Miguel Angel se interesa en nuestra llegada a Santiago, me enfado un poco porque todavía nos queda bastantes días y kilómetros y ya empieza a dudar que pueda estar el día señalado de vuelta trabajando. Manolo me dice que no me preocupe que nos sobrara tiempo y yo le digo que tenga paciencia él. Con Manolin también hablamos y la pregunta del millón: ¿habéis visto a alguna mujer aparte de las vuestras? Seguimos solos, Manolo.

Sobre las tres y media llegamos a Villafranca del Bierzo. Entramos por una zona residencial nueva y se hace un poco pesado. Ya cerca del pueblo preguntamos a una chica si queda cerca el pueblo y nos dice que estamos llegando. Se parece un montón a María, la hija de Manolo Pascual, la chica que estuvo con Ursula en Yeste.

Vemos un edificio enorme, como una fortificación muy bien cuidada por fuera, pero sin ningún indicativo de lo que se trata. Seguimos a la derecha y hacia arriba y llegamos al albergue de Jesús el Jato. Me comento Ramón que es el único albergue que se está haciendo solo con ayuda de peregrinos. Edifico muy destartalado, entramos en una especie de comedor-bar-salón de techos altos y paredes cargadas de enredos y suciedad. Están comiendo unas cuantas personas, nos saludan un poco frío. Una chica nos atiende y nos instala. Es la hija de Jato.

Hay un patio central y de ahí salen habitaciones y dependencias. Pero se ven cosas sin terminar o a medio terminar. De los cuatro lados de ese patio, hay unos que no hay nada, que esta solo el esqueleto. Ducha rápida y nos disponemos a ir a comprar al pueblo.

Aparece Pino, los dos chavales de Canadá, los que vimos el primer día en Santo Domingo, han estado dos días parados en Molinaseca en un hostal y otro más en Astorga. También hay un par de ciclistas y uno de ellos pregunta por mí y me da el anorak y el chubasquero. Le invito a una cerveza. Chantal no falla y aquí esta un día más junto a un alemán mayor que anda que se las pela y que lleva un lío de ropa en la espalda. El día que llegamos a Molinaseca nos lo encontramos por la carretera. El hospitalero es Joaquín que nosotros pensábamos que era Jato. Este señor esta en Brasil en una convención de peregrinos. Si está su mujer que nos comenta que las cosas con su marido están de pena y su hija pequeña Cecilia que es la única que vive con ellos, las otras hasta cuatro está casadas.

Pino se viene con nosotros, quiere comer algo. Vemos un restaurante en la plaza y pregunta si puede comerse un plato de macarrones, sale para decirnos que sí y se queda. Nosotros continuamos. Compramos nuestra fruta y Manolo champú para la barba, pero no hay frascos pequeños. El señor de la tienda es muy amable y entablamos conversación un buen rato. Vamos a la oficina de turismo y nos informa que a las siete hay misa en una iglesia cercana, y la abren un rato antes. Intento que me explique algo sobre el edifico de la entrada y lo único que saco claro es que es privado, que pertenece a Cristóbal Halfter un concertista y ya esta, no me dice nada más, al ser privado no hay datos. A las siete la iglesia sigue cerrada.

Cenamos en el albergue, la señora nos prepara unas verduras y una tortilla. Joaquín es un señor mayor, jubilado y viudo. Hace poco estando en el albergue le dio una trombosis, pero debió ser pequeña. Es buena persona, conmigo se enfada porque no le tuteo. Hace unos años tuvieron un accidente de tráfico y fallecieron su mujer y un hijo, el quedo malherido y le amputaron varios dedos de una mano. Otro hijo también sufrió graves heridas pero salvo la vida. Pero lo que es la vida, al cabo de los años falleció de una leucemia. Joaquín se muestra alegre y dicharachero, lleva un pañuelo alrededor del cuello.

Charlamos después de la cena con la mujer de Jato y su hija Cecilia. Tiene 20 años y con las ideas muy claras. Se esta sacando el carnet de conducir. Pino se pone a escuchar música de un viejo aparato de cintas que ha encontrado. Cenan después los voluntarios que están haciendo chapuzas en el albergue, dos suizos y un portugués. Joaquín dice que trabajan muy poquito, se levantan tarde y por la tarde ya no hacen nada. Se les paga la comida y el alojamiento, pero que cuando venga Jesús el Jato se les acabo el vivir bien.

A las 11 a la cama, dormimos aparte, por el tema que ya se conoce. Hasta mañana.

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Villafranca del Bierzo - Vega de Valcarce

Día 16
Miércoles, 26 de Noviembre de 2003

Me despierto varias veces, me levanto dos al servicio, la ultima esta lloviendo. He puesto la manta demasiado corta y tengo que dormirme encogido para poder arroparme. Llega un momento que me levanto y pongo la manta bien, ¡qué maravilla!.

Tomamos la fruta y un batido. Joaquín se levanta. Nos despedimos, le digo que se cuide y me lo agradece con una sonrisa.

Llueve, Manolo no se ha puesto el pantalón que compro en Astorga y yo tampoco las polainas. Refunfuña y medio protesta. Me da la impresión que me estoy mojando. Me doy la vuelta y me meto en un portal amplio para cambiarnos. Me doy cuenta que el chubasquero que me regalo Javier de Astorga está roto. A la basura.

Salimos del pueblo, sigue lloviendo caminamos junto a la antigua nacional 1, por el arcén, lo han separado del resto de la calzada con un muro de hormigón y han pintado el suelo de amarillo. En verano debe de dar mucho calor el reflejo de tanto amarillo. También han dejado los botes de pintura.

El pie no me molesta mucho, solo cuando llevo mucho tiempo caminando y según la postura que tomo, pero la diferencia es tremenda a los días anteriores, Manolo me da un masaje por las noches y me deja como nuevo.

Todo el camino es lloviendo y por el arcén de la carretera. Lo bueno es que no hay mucho tráfico. Por nuestras cabezas aparecen puentes, viaductos y tramos elevados de la autovía que se construyo para dar más viabilidad a esta zona. Al ser tan montañosa costo un montón por la cantidad de túneles y puentes que se construyeron.

Me acuerdo cuando pasamos por aquí camino de Coruña hace unos años, la cantidad de camiones que había y los peregrinos alrededor de la carretera y cuando pasamos por Pereje y vimos el albergue al lado de la carretera. Hoy pasamos por Pereje y que distinto se ve todo. Sin trafico y por supuesto andando.

Todos estos pequeños pueblos que estamos pasando, son solo eso, pequeños pueblos con muchas casas en ruinas y con poquisima población. La entrada en Galicia.

En Trabadelo paramos a almorzar. Por supuesto los huevos fritos, Manolo últimamente los toma en tortilla, dice que así les sienta mejor. Nos sirven un vino muy bueno con los huevos. Hay un extranjero en el bar que cuando llegamos se ha puesto a hablar por teléfono y justo después de comer cuelga la comunicación. Tranquilamente ha estado hablando media hora y son las doce de la mañana.

Por supuesto estamos empapados, pero será la tónica de los siguientes días. Nos marchamos y a la salida, el extranjero nos adelanta y nos deja con un palmo de narices, la gente anda mucho. Paramos en Portela en una fuente cubierta y utilizo la primera vez la concha que llevo en el pecho para beber agua. Después y antes de Ambasmestas nos adelanta el señor alemán que durmió en Villafranca y que también lleva bastante prisa. No lleva nada para cubrirse y no mojarse.

Nos queda poco para Vega. Esta etapa se hace desde Villafranca hasta Cebreiro, pero no estamos nosotros para muchos trotes. Llegamos a Vega y a la entrada esta el albergue, se llama Sarracin y es de la mujer de Alfredo de Molinaseca. Lo atiende un hospitalero llamado Felix, también jubilado y con un ramalazo tremendo. Habrá que guardar las espaldas.

La cocina no se puede usar, nos enseña el albergue. Las habitaciones están arriba, pero hay que salir al exterior y subir por unas escaleras metálicas. Los baños están abajo. Pienso que por las noches tengo que salir al baño y me da algo. Pino llega un poco más tarde, comemos juntos. Felix nos pone una verdura estofada y pizza de segundo. Continúa lloviendo. Más tarde llega un suizo, un chaval de Astorga y un matrimonio americano. El habla español, pero ella nada de nada y además tiene un trancazo impresionante. Son de Texas.

Manolo se marcha junto con el de Astorga y Felix a ver un partido de fútbol al pueblo de Ambasmestas. Al día siguiente me comenta que el tal Felix tiene un ramalazo imposible y que bebe muchisimo.

Yo me quedo al lado del fuego, charlando con Pino y con el americano, que están haciendo el camino a trozos. Mañana lo dejaran y cuando reúnan más días volverán a terminarlo. Le saldrá bastante caro con tanto viaje de ida y vuelta.

Hablando comento que tengo un hijo de 19 años y otra de 16, el marido le traduce a ella que me mira con ojos trastornados y la boca abierta. Me dirá luego el marido que no se imaginaba que una persona tan joven como yo (¿?) pudiera tener unos hijos tan mayores. Ganas me dan de darle un besazo a la americana, pero me contengo, le agradezco la atención y le digo que esta noche me hizo muy feliz.

Noche oscura, llueve, no conozco nada del resto de pueblo, pero parece que solo estamos nosotros. Manolo llega sobre las diez y media, nos acostamos. Mañana tenemos el famoso día de Cebreiro, llegamos a Galicia y comenzamos algo nuevo. Felix nos subirá las mochilas, nos cobra tres euros, pero merece la pena.

No se oye nada, solo el agua del río cercano que no cesa de correr, ese mismo río que lo hemos traído durante todo el camino de hoy. La gente estará en sus casas, mi familia también, cada día los echo más de menos, queda menos tiempo para vernos. Me arropo entre las ropas de la cama. Hoy me acordé de Waldino y le llame, me pidió que le diera un abrazo al santo de su parte. Va para todos. Felices sueños.

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Vega de Valcarce - O Cebreiro

Día 17
Jueves, 27 de Noviembre de 2003

A las ocho me levanto. La noche muy lluviosa, pero tranquila, me levante dos veces al servicio. Lo suyo hubiera sido bajar las escaleras metálicas, lloviendo, en calzoncillos y orinar en el servicio que esta en la parte de atrás del edifico. Pero no, aconsejado por el hospitalero Felix, desde arriba y mirando hacia abajo, desde el palco. Comentándolo no seria el único, el de Astorga y Manolo han realizado la misma operación.

Tomamos unas tostadas en el bar del albergue, dejamos las mochilas que las suba Felix en el coche.

Al salir no llueve, nos traemos el bordón y el chubasquero por si acaso. Conocemos el pueblo que no habíamos visto por la tarde. Es bastante grande. Hay un pilar del viaducto de la autovía y es tremendo el tamaño y la altura. Me recuerda al que hay en Guadalupe.

Hay un castillo a la izquierda de la carretera y en un alto. Discutimos Manolo y yo sobre lo que es un valle y lo que es un vallecito. No nos ponemos de acuerdo. Hago una foto del castillo.

El camino se divide en dos: a la derecha para las bicicletas y a la izquierda para los peregrinos. No llueve por ahora. Felix nos adelanta con las mochilas. Para algunos podría parecer que hacemos trampa, podría ser, pero cuando esta el remedio para poder disfrutar mejor de esta subida, fijarte más y mejor en el paisaje sin tener que ir pensando en el peso de tu espalda optamos por lo primero. Es nuestro Camino, ni somos mejores ni peores, utilizamos lo que nos ofrecen.

Comienza una fuerte subida, llueve, el agua corre por el camino. El suelo esta lleno de hojas de castaños. No hay barro. Hay niebla. La verdad es que es muy emocionante esta subida y este momento. Me llama mi madre.

Llegamos a La Faba, la subida es mucho más tranquila. Aparecen valles inmensos, la vegetación va desapareciendo. En lo alto aparece la nieve. La subida sin mochila es fuerte, pero mucho más cómoda por supuesto. Disfrutamos de ella sin pensar en el peso de la espalda. No me arrepiento de haberlo realizado así.

Antes de la llegada pisamos la nieve, ayer lo hizo, hoy sin embargo parece más despejado. Hay un mojón indicando que estamos en Galicia. Fotos de recuerdo.

Llegamos a Cebreiro. No sabemos dónde han dejado las mochilas, preguntamos en la hospedería. Están aquí. Tomamos unas cervezas. La chica del bar se llama María José, es una chica simpática y educada.

Llegan también los americanos. Ella esta bastante mal, lo van a dejar. Volverán más adelante.

Vamos al albergue, viene con nosotros Pino, ha subido sola también sin mochila. La hospitalera nos atiende muy bien, le contamos el problema de nuestros ronquidos y nos coloca en una habitación solos. Aquí en Galicia los hospitaleros son funcionarios de la Xunta, no existen los voluntarios como en los sitios anteriores y tienen mala fama, de no atender por regla general bien a los peregrinos. Desde luego esta chica rompe la regla, esperemos que todo sea así de ahora en adelante.

Nos hacemos unas fotos en la nieve, Pino creo que nunca la ha visto nunca. Le hace ilusión tener un recuerdo de esta blancura.

Nos vamos a comer al bar Carolo que creo es el único abierto aparte de la hospedería. Estando comiendo aparece en la televisión la señora del bar. Esta mañana han estado los periodistas haciendo entrevistas por el tema de la nieve.

Manolo esta eufórico, esta contento de llegar a su tierra de esta forma, dice que nunca había llegado andando, se coloca el amigo un buen trago de aguardiente y se fuma un puro. Aprovecho para mandar un mensaje a un montón de gente agradeciendo su apoyo y dándoles muestras de cariño por haber llegado hasta Galicia.

Al salir hay una tremenda ventisca que no te deja ver apenas. A duras penas llegamos al albergue. Acaba de llagar Arnau, nos dice que su hermana dejo el Camino en Ponferrada, tenia molestias en una rodilla.

Subimos a tomar un café a la hospedería. En una mesa esta también la chica hospitalera y dos chicas más, una de ellas es la encargada de la iglesia de Cebreiro.

María José tiene una niña pequeña y vive en una aldea cercana con su madre y con su novio. Es curioso que solo viven dos familias en el pueblo durante el invierno y que no se hablan. ¡Vaya panorama!. Algún día se marchara de aquí porque quiere algo mejor para su hija.

Olga es la chica de la iglesia, nos la enseña. Hay música gregoriana de fondo, se esta cómodo en ella. Nos da su dirección de correo electrónico, tiene en mente preparar algo sobre turismo rural.

Hay bastante gente en el albergue, demasiada para mi gusto. Tenemos un polaco con una francesa, los dos con pinta de viciosos, uno de Alicante, un chico de Madrid que hace poco fue militar, un matrimonio mallorquín, Pino, Arnau, nosotros dos y creo que alguno más. No me acaba de gustar tanta gente, estamos mal acostumbrados a estar casi solos en los sitios y este barullo no me agrada.

Nos vamos pronto a la cama, la hospitalera esta todavía por aquí, estamos cansados y sobretodo porque estamos aburridos y no saber donde poner el huevo. Entre las ropas de la cama estaremos mejor, afuera llueve y hace frío. Esperemos que mañana tengamos un día mejor que esta noche.

Hemos llegado bastante lejos, ya estamos en Galicia, quien lo diría. Más de uno ni piensa ni se imagina que estaríamos aquí. ¡Qué distinto es verlo todo esto desde casa!.

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O Cebreiro - Triacastela

Día 18
Viernes, 28 de Noviembre de 2003

No madrugamos nada. Llueve y además amanece bastante tarde. Cuanto más nos acercamos a Santiago más tardamos en ver la luz.

Vamos al bar donde comimos ayer y nos tomamos un desayuno. Esta lloviendo, pero que no nevara.

Agua y rachas de viento. Andamos un trecho grande por carretera. A la derecha creemos que hay un valle precioso, pero la niebla no nos lo deja ver. Nos empapamos enseguida, ese viento racheado nos impide ir secos. Como siempre que llueve vamos callados. Pasan coches, sus conductores nos miran con ausencia, están acostumbrados, es una indiferencia clara, dirán que tu estas ahí porque quieres, nadie te obliga. Y es verdad, vamos de forma voluntaria.

Me toco el pecho, ¡mecangonla!, ¡la concha!. ¡Me he dejado la concha en el albergue!, llamo enseguida a Arnau pero tiene el teléfono apagado. Manolo se desespera conmigo, yo me callo y protesto para mis adentros. ¿Llegaré con algo a Santiago?, ¿iré dejando por esos caminos todas mis pertenencias?. La concha la deje anoche colgada del cabecero de la cama, como hay un armario delante tal vez al mirar por última vez no la he visto. Me da mucha rabia mis olvidos, intento todas las mañanas acordarme de todo pero es imposible.

Aparece entre la lluvia, la niebla y el viento la silueta de la estatua del peregrino en el alto de San Roque. Hoy impresiona porque refleja la lucha contra los elementos. La figura esta girada y con un brazo protegiéndose del viento, igual que hoy. No puedo hacer una foto, el viento y el agua me lo impide. Manolo va mejor protegido que yo, la cara la lleva bastante protegida, yo sin embargo la llevo empapada como el resto del cuerpo, pero a pesar de todo no he estornudado ni un solo día y las caladas han sido gloriosas. Tampoco he tenido que tomarme ni una sola pastilla para la cabeza, ni una sola y llevamos 18 días.

El Camino se separa de la carretera y cruza por la aldea de Hospital de la Condesa. A la salida hay una fuerte subida, corta pero tremenda. Coronamos en el Alto de Poio y con un periodista de TVE queriéndonos entrevistar, nos sigue hasta una Venta y allí entrevista a la chica que lo lleva y a los peregrinos ni mu. Y lo digo porque el presentador hace un gesto al cámara y le dice que hay viene dos peregrinos, vamos a preguntarles. Nada. Con la chica, se llama Rocío, nos reímos un rato, le pido un autógrafo porque será famosa por haber salido en televisión. Ella se parte de risa y la madre que está en la cocina le dice que a ver si le sale un novio tan bueno como a Leticia Ortiz.

Tomamos nuestros huevos fritos, aunque Manolo ya no puede con ellos y se los toma en tortilla. Aparecen también Chantal y un matrimonio mallorquín. La francesa al ver a Manolo con la tortilla, pregunta cuanto cuesta y la decirle que 3 euros se apunta, pero que tenga patatas, añade.

Continuamos nuestro Camino. Aquí en Galicia cada 500 metros hay un mojón de los kilómetros que faltan a Santiago. Vamos despacio, nos adelantan el polaco y la francesa. ¡Cuidado que es feo el condenado!.

En Viduedo paramos a tomar algo en un bar, lo atienda una chica bastante joven que resulta que esta casada con el hermano de Rocío la chica del Alto de Poio y tiene una niña. Tiene 20 años y es una cría total.

Cuando llevamos caminando media hora más o menos, me doy cuenta que me he dejado olvidado el gorro de lana en el bar de la chica de Viduedo. Manolo me dice que los pechos de las mujeres me atontan y que pierdo la noción dejando tras de mí el olvido y el caos. Me callo de nuevo. Manolo, ¡no seas malo conmigo, que las mujeres no tienen culpa de mis olvidos y mis neuras!, ¡ojalá pudiera concentrarme en lo que estoy haciendo!. Pero hoy estoy batiendo todas las marcas.

Pasada esta aldea comienza una bajada hacia Triacastela suave pero continua, ya cerca del pueblo deja de llover.

El albergue esta a la entrada del pueblo, después de una pradera enorme que imagino será para el verano acampar peregrinos. Son dos módulos y están construidos aprovechando un desnivel del terreno, la primera planta es la segunda. En el piso principal esta casi todo completo, hay habitaciones de dos literas y una de ellas esta ocupada por el alemán que nos adelanto antes de Vega y paso la noche con nosotros en Villafranca. Dice que esta acatarrado y lleva dos días aquí. Esta jubilado y es muy raro, le comento que Manolo y yo roncamos y me dice que me dará con el puño, yo le contesto que tendré cerca el palo por sí acaso. Me contesta el amigo que no hay que ser violento, que me dará flojo. Te daré - le contesto - con la misma fuerza que tu me des.

Llegan también Pino y Arnau, ellos ya siempre irán juntos a Santiago. Nos coloca el hospitalero a los dos en una habitación solos, gracias a las influencias de Manolo en Galicia, creo que conocen a gente en común. También están los tres que estaban en San Juan de Ortega que estaban más pelados que la calva de mi hermanico Jesús, el polaco y la francesa, otro francés, Chantal - buscando una cocina desesperadamente - el ex militar de Cebreiro, el de Alicante y creo que nadie más.

El chaval de Alicante me comenta que le debo una copa, yo le digo que de acuerdo, me entrega entonces el gorro que me deje en el bar. No sé que pensar. Pensaba que alguien podría acercarse y la chica dársela, pero él lo vio y se acordó que yo la llevaba. Bueno, Santiago tendrá que ver algo en todo esto. Le regalo una cruz de Santiago.

Vamos a cenar Pino, Manolo, Arnau y yo. Ellos quieren cenar como en Terradillos uno un primero y el otro el segundo. Yo tomo caldo gallego muy bueno y churrasco que esta mejor.

Por la tarde estuvimos comprando fruta para no perder tiempo, queremos salir pronto y llegar a las dos a Sarria, la familia de Manolo viene mañana a vernos. Una señora nos informa donde esta el supermercado y nos dice que vaya moral con el tiempo que hace...

Dormimos en la gloria. Solo molestos por las puertas de las habitaciones y el servicio que son como las de los saloon del Oeste.

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Triacastela - Sarria

Día 19
Sábado, 29 de Noviembre de 2003

Madrugamos, queremos salir pronto pero todavía es de noche. Nos esperan en Sarria la familia de Manolo y también vendrá Inma y Toni.

Entro a decir adiós a Pino y Arnáu, ha dormido con ellos un tío raro que llego tarde, se marcho, vino más tarde aún y se marcho muy temprano. Les digo que a lo mejor no nos vemos más. Salgo y al salir me llama Pino y me da un abrazo. No me lo esperaba.

Tenemos dos opciones: o vamos por el Monasterio de Samos camino más largo, pero más bonito o bien por San Xil más corto y creo que un poco más difícil. Optamos por este último sitio. Nos comemos la fruta caminando. A la salida del pueblo tienes las dos opciones. Vamos deprisa.

El pie no me molesta a pesar de ir rápido. Al principio llueve pero después se detiene. Hay un grupo de perros atados pero metiendo una bulla tremenda. Es una explanada grande con naves alrededor como cocheras de camiones. Tienen los perros cadenas muy largas y pasamos con un poco de miedo.

La cuesta de San Xil es agotadora y prolongada. Entre la lluvia y el sudor vamos completamente empapados. De las más duras del Camino junto con las rampas de los Montes de Oca.

Al final de la cuesta y al unirse a la carretera hay una fuente. Nos detenemos en ella para quitarnos ropa y beber agua. Vemos que aparece una furgoneta y se detiene antes de la fuente. Bajan peregrinos, algunos se quedan cortados al vernos, otros eufóricos. Nos sienta mal el ver que algunos utilizan demasiado los medios de transporte y sobretodo para quitarse de en medio una buena cuesta. Pero bueno, cada uno hace su Camino. Los llevaremos detrás todo el día de hoy.

La familia de Manolo va llamando cada cierto tiempo, están más nerviosos que nosotros y Manolo eufórico.

No nos lloverá durante el camino de hoy. Creo que llegando a Calvor paramos en un bar a tomar algo. Manolo compro un chorizo en Mansilla y decía que no quería que nos pasara con él lo que el pan de higos. Le preguntamos al señor si podemos darle el corte y el dice que lo que queramos. Hace calor y traemos una sed rabiosa. Dos cervezas por barba y para adentro.

Al salir del bar viene el batallón de la furgoneta de San Xil. Salimos arreando y no nos adelantaran hasta Sarria.

El pie va bien a pesar de darle hoy bastante caña.

Llegamos sobre las dos a Sarria, la familia nos espera en el bar enfrente del albergue. Abrazos, alguna lágrima, fotos, un buen recibimiento. Todos contentos, mucha alegría.

Ducha rápida en el albergue, no hay nadie que te diga donde ponerte o donde no ponerte. No me gusta mucho, lo dejamos todo pendiente por si después viene el hospitalero y podemos optar a otras opciones. Nos informan después en el bar un lugar donde dormir cerca de aquí.

Nos vamos a comer, buscamos una pulpería y encontramos una un poco floja, tomamos churrasco y pulpo. No esta mal.

Hablo con Inma y me dice que vendrán después de comer. Que le vamos a hacer, esperaba verlos más tiempo, pero menos es nada.

A la salida de la comida nos llama Pino, sale de un supermercado, detrás Arnau. Nos hacemos unas fotos. Se marchan a dormir un poco más adelante, a Barbadelo, creo que está a una hora de aquí. Ojala nos hubiéramos marchado también.

Vamos a tomar café al casino y nos dejan entrar. Ellos se lo pierden, por la categoría de los visitantes. Desprecian al peregrino porque sí, ni más ni menos.

Me llama un poco más tarde Inma, ya han llegado, quedamos en un hotel a la entrada. Estoy un poco serio, no se que me pasa, debería estar más contento pero estoy alicaído.

Inma está incluso más guapa. Es una buena amiga, me ha apoyado todos estos días y estaba muy contenta de que viniera por estas tierras. Toni como siempre, es una bellísima persona. Los quiero mucho a los dos.

Tomamos un café. El chaval ex militar esta alojado en el hotel. Dice que no es muy caro y que le van a lavar la ropa. Estuvo en el albergue, no le gusto nada y se marcho al hotel. Esta noche dice que se ira de fiesta.

La familia de Manolo se marcha, quedamos para el día que lleguemos a Santiago que nos recogen allí. Manolo esta serio y triste, es duro para él. Se marcha a ver el fútbol, luego nos vemos. Nos quedamos los tres, charlamos, recordamos días pasados, nuestra vida actual, de los hijos, mucha nostalgia. Es una pena que esta buena gente la tenga tan lejos.

Vamos a ver esa habitación. Es en un bar, el dueño comienza a dar vueltas, que si hace frió, que si ahora no hace buen tiempo, que el albergue esta abierto. Yo le digo que lo que nos interesa es si nos puede dejar una habitación y no s dice que no. Eso es lo que queríamos saber. Comienza a llover.

Tomamos unos vinos y picamos algo. De nuevo una buena charla con buenos amigos alrededor de vino y embutido.

Nos despedimos, sigue lloviendo para dar más tristeza al ambiente. Inma me dice que no sabe si podrá ir a Santiago, le digo que no se preocupe, que nos hemos visto ya y con esto por mi parte arreglado. Ella no sabe si podrá ir. Un abrazo y un adiós. ¡Hasta siempre!

Manolo esta invitando a Chantal a empanada que trajeron su familia. Lo agradece un montón porque así se ahorra la cena.

Nos vamos a ver el segundo tiempo. Los dos callados. Me marcho antes de las diez, el tarda un poco más.

Nos acostamos, hay varios en el albergue, somos en total siete personas, pero todos juntitos. Hace calor y sudo como un loco, vamos a ver que tal la noche. Intento dormirme de lado y creo que lo consigo. Hasta mañana.

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Sarria - Portomarín

Día 20
Domingo, 30 de Noviembre de 2003

Duermo con tapones, reconozco que ronco pero me molestan los ruidos. No me he enterado de nada. Solo recuerdo a no se que horas a un francés con el colchón saliendo al pasillo. Nada más.

Me levante un par de veces al servicio como siempre y vi que faltaba más gente. Resumiendo, tres de ellos han cogido el petate y se han ido a dormir a otro sitio, ¿culpa mía?, puede ser. No deberían tener mucho sueño.

Manolo comenta que alguien toco las palmas al roncar yo y él gritó. Veo caras largas, pero nadie dice nada. La chica francesa es la única que dice buenos días.

Nos vamos, llueve, la calle es en cuesta y el agua corre por ella. Un grupo de chavales vuelve de fiesta, nos dicen buen camino. Manolo me enseña donde realizo sus estudios primarios del clero. Le hace ilusión pasar por aquí y poder andar y cruzar un monte cercano que él veía desde la ventana, pero que nunca lo cruzo.

El paisaje es muy bonito. Al cruzar las aldeas de Rente y Barbadelo nos llaman Pino y Arnau que se acaban de levantar. Han dormido muy bien y una señora se ha portado con ellos de maravilla. Les contamos nuestra odisea nocturna y tratamos de alegrarnos y que no nos afecte esta mala experiencia. Ando pensando en irnos a dormir a un hostal o pensión. No quiero que estos últimos días donde la aglomeración de gente se va acentuando tengamos problemas con los peregrinos. Luego se lo comento a Manolo.

Andamos juntos un rato, Pino un poco más atrás. Paramos en una fuente que hay cercana y comemos el resto de la empanada de Manolo. Viene un chico haciendo el Camino de vuelta.

Seguimos andando, Arnau tiene un andar cansino, pero nos deja atrás, Pino va más despacio o se quiere quedar rezagada.

Cruzamos el kilómetro 100, el mojón esta pintado y guarro. Le pregunto a Manolo si quiere que le haga una foto y me dice que no le apetece. A mi tampoco. A la salida de Brea vemos a Arnau en la puerta de una ermita abandonada. La puerta esta abierta y los peregrinos han pintado las paredes y dejan mensajes, piedras y objetos en el altar. Esta todo sucio y húmedo, no quiero hacer ningún comentario sobre esto, no se hizo la ermita para esto.

Avanzamos ahora solos. En la aldea de Ferreiros comienza de nuevo a llover, tomamos una cerveza, con cogen la pareja canario-mallorquín, jugamos al futbolín y los dejamos de nuevo. Llueve ahora más nos volvemos a calar.

Nos adelanta el francés del colchón en el pasillo. Hace un gruñido. Le digo a Manolo que si va este pájaro por la central a trabajar, le voy a dejar sentado esperando lo que yo quiera y más. Me dice Manolo que entonces le haga un permiso para entrar que no se lo quiere perder. Carcajadas a montones.

Hay una fuerte bajada hacia Porto Marín. Si las subidas son malas, las bajadas son peor. Comienza a dolerte las rodillas al ir frenando y sujetar el peso.

Porto Marín es un pueblo nuevo. Como consecuencia de la construcción de un pantano, el pueblo quedo inundado y hubo que construir uno nuevo en la ladera. La iglesia se desmantelo y se volvió a montar de nuevo. Se ven en las piedras las numeraciones para el ensamblaje de las piezas.

Cruzamos un puente enorme y con una altura grande. Llueve y hace viento. Te da un poco de miedo cruzar sin mucha protección una zona tan amplia y azotándote el viento.

El albergue es una porquería. Están haciendo uno nuevo y mientras tanto alojan a la gente en las antiguas escuelas. Como siempre aquí no hay nadie encargado de esto. Muy sucio, abandonado y desalentado. Están comiendo los tres chicos alemanes de San Juan de Ortega y llegan también Pino y Arnau, totalmente empapados. Pino se quita un calcetín y al escurrirlo forma un charco. No hace falta mucho, Manolo y yo sin decirnos nada nos vamos a buscar un sitio más decente para dormir, con respeto por supuesto a lo que el pueblo y la Xunta nos ofrecen gratuitamente. Y por supuesto no queremos pasar una noche como la anterior.

Encontramos una habitación pequeña pero con calefacción, baño, televisión y 30 € la noche. La señora que nos lo enseña es guapa.

Volvemos a por las mochilas al albergue y nos despedimos de Pino y Arnáu. Ellos después de secarse un poco continuaran. Será la última vez que los veamos. Casi ni nos despedimos. Atrás quedan días de compañerismo, amistad y risas, muchas risas. Hasta siempre.

Ducha caliente, poder lavar la ropa y secarla sin atascos. Esto es una maravilla, de vez en cuando al peregrino deberían de hacerle estas cosas.

Salimos a dar una vuelta. Nos gusta el pueblo. Debe ser construido en los años 60. Hay casas muy bonitas, también hay un hotel grande como un parador.

Volvemos al hostal, abajo hay una cafetería bastante moderna. A la señora le preguntamos si dan cenas y nos dice que no que es enfrente. Esta tarde cuando fuimos a preguntar por las camas, estuvimos enfrente porque un cartel informa que es una fonda y hay camas y allí nos dijeron que no que era enfrente, ahora nos dicen que la cena es enfrente. Todo tiene su explicación. En invierno la fonda quita las camas para no pagar impuestos y por supuesto no puede cobrar ni dar habitaciones, pero sigue teniendo comedor. En el otro sitio conserva las camas, pero deja el restaurante por la bajada de gente en invierno.

Vemos a Chantal desde lejos mirando la iglesia, seguro que ira al albergue a dormir. Será la última vez que la veamos.

Cenamos. Con nosotros esta el ex militar. El dueño del restaurante nos informa que tiene un hijo en Irak y que vendrá ahora en estos días. Hay poca gente cenando.

Nos vamos a dormir, Manolo se quedara un poco viendo el fútbol, pero yo cierro los ojos. Día también largo por los chaparrones que hemos pasado. Hoy ha sido domingo, hace unos días que no vamos a misa, los horarios los llevamos cambiados, aquí en Porto Marín la misa ha sido por la mañana. Me comenta que tiene unas pequeñas molestias en la vejiga, que piensa que ha cogido frió. Hace años tuvo un cólico de riñón. Me preocupa.

Me acurruco entre las sabanas y de verdad que no siento remordimiento de estar haciendo algo prohibido en el Camino por dormir en hostales cómodos. Hoy y ahora escribiendo este diario tal vez pueda llegar a pensarlo y tratar de buscar una justificación pero en aquellos momentos no. Felices sueños.

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Portomarín - Palas de Rei

Día 21
Lunes, 1 de Diciembre de 2003

A las siete y media arriba. La ropa esta seca, la calefacción apagada - normal- y parece que no llueve. Manolo dice que anoche le molesto un poco pero que hoy esta mucho mejor.

Desayunamos en la cafetería, nos atiende la misma señora que ayer nos atendió. Me parece muy guapa, atractiva y encantadora. Nos informa de donde pasar la noche en Palas, hemos pensado que como vienen los días, la situación de los albergues y la vejiga de Manolo de aquí a Santiago trataremos de dormir en hostales.

Nos ponemos a andar, hace un día bueno, me siento contento, no me gusta dormir en domingo, pero los lunes es maravilloso, la gente a trabajar y nosotros a andar. Pero al mismo tiempo un poco preocupado por el tema de salud de Manolo, vamos a ver como va la cosa.

Cruzamos un puente con el suelo metálico y comentamos que si te escurres aquí vas derecho al pantano, ¿como pueden hacer esto así, puente estrecho, suelo metálico, barandillas bajas?

Al principio la etapa va bien, camino y bonita, pero al poco tiempo va en paralelo a la carretera y se desvía de ella para entrar en las aldeas. Me parece una tomadura de pelo el desviarse de la ruta para pasar por aldeas que no tienen nada, que a los vecinos les resbala el paso de personas, no hay ningún tipo de servicios al peregrino. No se el motivo de estos desvíos.

Hay un pequeño repecho y mientras estas subiendo aparece una fábrica de abonos con un pestazo descomunal. Tu al subir este pequeño repecho respiras más por la boca y te tragas todas las pestilencias de la fabrica. En esta etapa no han pensado mucho en el peregrino.

Vamos buscando un lugar donde poder tomar algo y durante todo el día nada de nada o no sabemos donde están o están cerrados todos los que llevo en la libreta.

Por fin sobre las dos y media al pasar por una pequeña aldea llamada Portos encontramos un bar abierto. Es de nueva construcción y lo atiende - como no - una señora. La señora en cuestión - también agradable, guapa y con unos ojos preciosos - nos ofrece lo que tiene pero un todo un poco raro. Tiene calamares congelados, chorizo, tortilla de chorizo y ensalada, también tenia croquetas, pero al saber que eran congeladas las dejamos, pero los calamares nos los encasqueto.

Manolo me dice que ha tenido un momento de molestias tremendas pero que lo mismo que vinieron las molestias así se fueron. Cuando lleguemos a Palas habrá que comprar Buscapina.

Nos queda más de una hora para llegar a Palas, entra la familia de la señora y nos dicen que volverá a llover esta tarde. Así es, al poco de volver a andar se pone a llover.

Se nos hace pesado este trayecto. Normalmente estamos habituando el cuerpo a andar sobre los 20 o 25 kilómetros y es cuando sobre esas medidas el cuerpo te pide que vayas parando.

Al llegar a Palas vamos al albergue. Damos una vuelta por él, no hay nadie como siempre, sellamos, hablamos un momento con un peregrino que llega en ese momento y nos vamos. Preguntamos por el hostal Vilarillo que nos recomendó la señora de Porto Marín.

Nos gusta mucho y además es más barato que el otro día en Porto Marín. Este pueblo esta construido en una ladera y la carretera que la cruza va serpenteando hacia arriba o hacia abajo según vayas en una dirección o en otra. Es una tortura estas poblaciones con carretera en la calle principal, por el tráfico que genera de camiones.

Salgo a comprar a Manolo las pastillas de Buscapina, sigue con las pequeñas molestias aunque dice que son puntuales. El lo achaca al frió y la lluvia, pero creo que tiene una piedra dándole la lata.

Salimos a tomar una cervecita y vemos al ex militar, cojea ligeramente y nos dice que termino el viaje de hoy en autobús. Esta mañana se escurrió en el famoso puente de Porto Marín y no ha caído debajo de milagro, se ha abierto de piernas como una bailarina y tiene una rotura de fibras. El hombre dice que para el trayecto que le queda si es menester va a ir en autobús. Mañana cuando se levante mirara como está y si es preciso volverá a coger el autobús.

Nos dice que está alojado en otro hotel porque cuando llego preguntando por una habitación le dijeron que si había calefacción pero que la encenderían más tarde. No le gusto y se marcho a otro.

Nos vamos a cenar al hostal. Esta animado el comedor. Nos parece ver dos peregrinas, una de menor edad que otra como si fueran madre e hija.

Cenamos bien y charlamos un rato, aunque este chico esta cansado y Manolo no dice nada, pero para cenar a pedido agua y viniendo de Manolo eso significa que muy bien no esta.

Nos vamos a la cama, nos quedan tres días para llegar a Santiago y la cosa esta ya muy cerca. El otro día soñé que me levantaba en casa, en mi cama, sin el ajetreo de mochila, ropas, botas. Seguro que cuando esté en casa echaré de menos esta vida.

Ojala que Manolo este mejor y podamos terminar felizmente este viaje que nos propusimos. Seria una pena el que a dos días de Santiago se estropeara la cosa, pero da igual, Manolo se porto bien conmigo y no me dejo y yo tampoco lo voy a dejar en la estacada. Juntos hasta el final.

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Palas de Rei - Arzúa

Día 22
Martes, 2 de Diciembre de 2003

Nos levantamos temprano, tenemos hoy una etapa de 28 kilómetros hasta Arzua, llena de toboganes y eso rompe bastante las piernas.

Son las ocho cuando bajamos de la habitación. Todavía no ha amanecido, vamos a desayunar, lo hacemos aquí en la cafetería del hostal. Hay una chica con unas formas estupendas sirviéndote el café. También está el ex militar, va a coger el autobús a Ardua, no se encuentra mejor e intentará llegar a Santiago. No sabremos de él nada más, en Arzua no lo veremos y perdemos la pista.

Manolo esta mejor o por lo menos es lo que me dice. Se toma la pastilla de todas formas. Salimos y hoy será una etapa que al final haremos más kilómetros de los que en verdad se deberían hacer. Al salir me dice "hoy me he fijado". Nos reímos, todo viene porque ayer en Porto Marín le dije cuando salíamos del pueblo si se había fijado en el culo de la señora de donde dormimos y me dijo que porque no se lo había comentado antes que no se había dado cuenta, yo le digo que era lo único para mirar. Por eso esta mañana me dice que se había fijado.

Vamos mucho trayecto por carretera y cuando nos desviamos es para pasar por alguna aldea y se hace dudar de la longitud del camino.

Al principio sale el sol, anoche incluso hizo bastante frió, los charcos pequeños están helados y hay escarcha en los arbustos. Un poco más tarde llueve, después sale el sol, un poco más tarde vuelve a llover, sale el sol. Quita chubasquero, póntelo de nuevo, te lo vuelves a quitar. Así durante toda la etapa prácticamente.

Estoy un poco molesto con la tripa, no se si son gases o tengo ganas de hacer de vientre. Cuando vamos por un camino, le digo a Manolo que vamos a parar y aprovechando un quita chubasquero termino desahogándome en un prado. No hay más placer que ese. Ya hacia tiempo que no disfrutaba del momento.

Hay trozos del camino muy bonitos. Elena me llama en uno de esos y le digo que bonito pasear por aquí con su chico o con alguien que le haga tilín y me cambia más o menos de tema. Se pasa por debajo de castaños y robles, con el suelo alfombrado de hojas y sin boñigas de vaca. El ganado gallego es muy famoso, pero deja demasiado restos a su paso. Cuando pasas por las aldeas y ves las cuadras donde guardan el ganado, es tremendo lo que tienen que soportar los ganaderos. Es un olor nauseabundo y aunque se limpie, el fuerte olor que despiden puede ser incluso mareante.

Hay muchas zonas de camino encajonado entre el vallado. Menos mal que hemos tenido suerte de no cruzarnos con ningún tipo de ganado sino hubiera sido imposible pasar todos, no se como nos las hubiéramos arreglado.

Llegamos a Melide. Aquí no hay más narices que parar a tomarnos una pulpada. A la entrada en Purelos, vemos a una señora lavando en el río debajo de un puente precioso. Esta etapa de hoy ha sido la de los contrastes, sitios muy bonitos por otros feísimos.

Preguntamos por la pulpería Ezequiel que nos habían dicho que era lo mejor de Melide y así nos lo confirman. Gloria me llama un poco antes y me dice que no puedo pasar de largo sin entrar en Ezequiel y probar el pulpo y así es.

Es un local grande con la cocina a un lado a la entrada a la derecha y todo el fondo con mesas largas y bancos en ellas. Nos sentamos y en seguida nos ponen el pulpo y una jarra de vino. Las patatas todavía no estaban hechas y es una pena porque casi lo mejor del plato.

Todo muy bueno, al acabar nos dicen si nos ponen un café pero que es de puchero. Hacia tiempo que no había tomado una infusión tan bien preparada como esa, yo creo que desde que hacíamos las fiestas en el poblado y mis padres eran los encargados de hacer el café de puchero.

Le pido la cuenta y me dice la chica que se lo pregunte a su madre. Ella es la encargada de hacer el pulpo, de cocinar y de cobrar. Manolo me dice que el matriarcado en Galicia esta muy consolidado y lo afirmo añadiendo además a lo largo del Camino el buen papel de la mujer en muchos aspectos de los servicios de esta ruta jacobea.

La señora es atentísima, dulce, educada y tengo un recuerdo de ella imborrable. Cuando le pido la cuenta ella me sonríe me dice lo que es y me pregunta afirmando si es barato, yo le digo que con tantas atenciones y la calidad del producto por supuesto que lo es. Charlamos un rato, el marido le ayuda incluso a Manolo a ponerse el chubasquero y ella sonriendo me mira a los ojos y me suelta: "Qué tenga suerte en la vida". Me deja perplejo, se me ponen los ojos húmedos, me acaba de desarmar, no tengo palabras que decirle, a duras pena le doy las gracias. Aun al recordarlo y al escribirlo se me ponen los pelos de punta porque cuando las cosas se dicen con corazón y deseándolo fuertemente es cuando de verdad te impactan y esos ojos me lo decían.

Nos quedan tres horas de camino hasta Arzúa siguiendo con la misma rutina de carretera, camino y así sucesivamente. Paramos en un albergue que por supuesto esta abierto y sin nadie que lo lleve para que Manolo se pueda tomar la pastilla con agua. Dice que lleva un comezón por ahí abajo pero que no es muy fuerte.

Arzúa es igual que los pueblos anteriores, carretera central que lo atraviesa. En Palas nos recomendaron el hostal Teodora y allí nos vamos. Creo que estamos solos, no habrá nadie más pasando la noche con nosotros.

Vamos a sellar al albergue, no llovía y ahora vuelve a llover. El albergue como todos, solo, sin nadie que te reciba. El sello en una mesa, sellamos y nos vamos.

Tomamos una cerveza y probamos el queso de aquí de Arzúa que es un queso cremoso y que no esta mal.

La cena la hacemos en el propio hostal. Estamos solos, no hay nadie más. No sabemos nada del ex militar. Ni tampoco de Chantal, ni de Pino, ni Arnau, ni los canadienses, ni nadie que hemos ido conociendo a lo largo de este Camino, nos hemos ido disgregando.

Nos vamos a dormir, hoy hemos dado un buen pellizco al camino, mañana será una etapa de tramite y pasado queremos llegar a Monte do Gozo para así el viernes llegar a Santiago temprano.

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Arzúa - Santa Irene - Santiago - Monte do Gozo

Día 23
Miércoles, 3 de Noviembre 2003

No madrugamos hoy. En teoría tenemos una etapa corta y no queremos castigarnos mucho. Deberíamos de ir hoy directamente a Monte do Gozo, dormir esa noche y al día siguiente como son pocos kilómetros estar en Santiago a primera hora y asistir a misa del peregrino a las 11. Haremos entonces hoy hasta Arca y mañana ir a Monte do Gozo.

Tomamos café y tostadas en un bar cerca del hostal. Tarda en amanecer, pero al final y con lluvia salimos hacia delante.

El paisaje es bonito, esta etapa esta muy bien, pero lo que pasa es que la lluvia no te deja contemplarlo.

Pasamos por aldeas con pocas casas y con poca gente. A lo largo del Camino hemos visto mucha gente, pero también muchísima gente poco habladora. El peregrino saluda y el paisano contesta, a veces con un saludo efusivo, otras con un movimiento de cabeza y otras con un gruñido. Pero muchas veces si el peregrino pasa de largo el paisano pasa también, deben ser muchas las personas que pasan por aquí, todos de sus padres y sus madres y dar el toque a tanta gente debe ser muy difícil.

Al paso de una de estas aldeas, lloviznaba, oímos una voz que nos dice que vaya día tenemos para andar. Se trata de una señora que esta recogiendo la ropa y que amablemente se interesa por nosotros. Nos paramos a hablar con ella y agradeciéndole el calor humano que ha tenido al pararse a hablar con nosotros.

Muchos robles a lo largo de hoy, también bastante agua. Es una pena porque como ya dije días atrás el agua te corta bastante y te mantiene callado, sin muchas ganas de hablar.

En Salceda al lado de la carretera paramos en un bar. También es tienda, pero de risa porque hay una estantería en un rincón con cuatro cosas y ya esta. También hay una cámara frigorífica con algunos embutidos y quesos. Hay un cartel que pone: "Utilizar el Reflex en la calle" En la barra están las dos señoras que estaban cenado la otra noche en Palas, son inglesas - sigo creyendo - y toman café con leche.

Le preguntamos a la señora si nos puede preparar algo y nos dice que de cocina no, solo embutidos, de acuerdo, le pedimos un poco de queso y jamón. Hace frió en el bar, hay una estufa de leña apagada y esta señora esta con un anorak puesto. Para preparar esto se quita el anorak y nos pone queso y jamón en lonchas, cosa más mala nunca he comido en mi vida, pero cuando el hambre aprieta, no hay quien lo pare. Termina de prepararlo y se pone de nuevo el abrigo.

Tiene una cara de mala leche terrible, no es mayor tendrá unos treinta años, el pelo a lo tazón y nos mira con desprecio, que parece que nos va a matar.

Nos vamos de allí con más pena que gloria. Sigue lloviendo, no deja ni un minuto. En un recodo del camino encontramos el monumento a Guillermo Watt que falleció en este lugar en 1993. Hay como una hornacina y unas botas metálicas con una leyenda con la fecha de su muerte, "a una jornada de Santiago". Vaya suerte la del pobre hombre, que poco le quedaba.

Poco después en otra aldea, Ras o Brea no recuerdo bien, hay otra lapida a la izquierda recordando a Mariano Sánchez-Covisa Cerro fallecido también en 1993 el 24 de septiembre día de las Mercedes. Me dejan huella estas señales, faltando tan poco para terminar. Hasta el ultimo metro cualquier cosa puede pasar, somos muy frágiles y durante este Camino me he dado cuenta de lo vulnerables que podemos ser.

Seguimos andando y sigue lloviendo. En un repecho me dice Manolo que esta molesto, que está intentando ver algún sitio seco para poderse tomar una pastilla. Le digo que podemos parar en cualquier sitio para tomarla aunque llueva, pero dice que no que puede esperar. Pero él va callado, no dice nada, hace gestos cuando le pregunto.

Llegamos al alto de Santa Irene, la carretera va paralela al camino, se ven al fondo camiones estacionados, es la hora de la comida. Cruzamos a la derecha de la carretera y entramos en el mesón El Empalme. Es pequeño, Manolo se sienta en una mesa y le veo la cara. Tiene los ojos tristes y retorcidos con la mirada perdida, pone un gesto de dolor casi de continuo. La mano izquierda la tiene apoyada en su frente.

Hay bastante gente comiendo, hay un trasiego en la barra entre una señora joven y un señor de unos treinta años que debe ser su marido. Ella se acerca a mi y me pregunta algo yo le contesto que quiero una cerveza y mi amigo no se porque esta muy molesto. Ella se preocupa y entonces Manolo se levanta y se acerca a la barra, la señora le pregunta qué que le pasa y el lo único que le dice es que si tiene sello. ¡La madre que le parió!, esta jodido del riñón y lo único que se le ocurre decir es que si hay sello. La señora le dice que sí que no se preocupe, pero que lo primero es que se mejore de su estado.

Manolo lo único que quiere es agua. Va al servicio y devuelve, no se encuentra mejor, se retuerce en la silla. Al final y después de comer algo, llamamos al servicio de urgencias. Nos dicen que vendrá una ambulancia a por nosotros.

Esta señora tiene una niña y yo viendo lo bien que se porta con Manolo, me dedico a cuidar a la niña. Se llama Iría y es una preciosidad. Todo el mundo le hace carantoñas.

Se presenta la ambulancia y con ella una chica que no se si es enfermera y un conductor. Dice que tiene que llevarnos al Hospital Clínico de Santiago. Que le vamos a hacer, tendrá que ser así. Yo lo que no puedo es dejar a mi amigo Manolo, empezamos juntos y terminamos juntos.

Nos despedimos de la señora agradeciéndole sus consuelos y sus molestias con Manolo y hacernos la estancia más agradable.

Suela el teléfono de Manolo, yo lo cojo, es Sonia, su hija, le digo que vamos en un taxi a Santiago, porque estaba molesto su padre y lo mejor era ir al hospital. Nos pregunta que a que hospital y le digo que al Clínico. Luego se pone Manolo y dice que vendrá a verlo esta tarde.

Manolo se le escapan las lagrimas, esta incluso mejor, como se tomo dos pastillas después de devolver al final están haciendo su efecto. Le digo que no se preocupe, que luego le digo lo que estoy pensando. Parece que se anima un poco más.

Cuando entramos en Santiago, el conductor pone la sirena, Manolo se asusta más, imagino que él cumple con su deber y nos lleva al hospital de la forma más rápida posible.

Cuando llegamos al hospital, las prisas se terminan y nos hacen esperar, porque le valoran antes y creen que debe esperar. Aquello parece una consulta de medicina del seguro. Se marchan los de la ambulancia y nos desean suerte. Esta gente es muy maja. Da gusto que le atiendan así a uno.

Esperamos un rato bastante largo. Aparecen Tris y Sonia, la pobre se le saltan las lágrimas. Pero se tranquiliza al ver a su padre mucho mejor.

Nos atiende una doctora y le dice que es un calculo que tiene - sin utilizar ningún método de diagnostico, solo la tira de la orina - y le manda Buscapina y otras pastillas más. Ya estamos más tranquilos.

Yo propongo irnos al Monte do Gozo y mañana ver que tal está, si esta bien vamos andando esos pocos kilómetros y sino ya veremos.

Así lo hacemos. Vamos a Monte ese y es una explanada grande con muchos restaurantes - ahora cerrados - que debe funcionar mejor en verano, una ciudad de vacaciones según pone en la publicidad y que sigue viviendo qué aquí fue donde Juan Pablo II congregó a un montón de jóvenes en su primera visita a España y tiene su monumento conmemorativo y todo. Nos cobran 40 € por una habitación, pero prefiero que Manolo esté cómodo y descanse bien. También hay un albergue pero ni siquiera nos acercamos a verlo.

Ellos se marchan mañana vendrán por aquí a recogernos. A la mujer de Manolo le han dicho que iban a ver una tienda en otro pueblo.

Hay una pequeña tienda de comestibles, también hay estudiantes en el recinto en pabellones preparados para ellos y aprovechan para comprar alguna cosa de picar. Compramos algo para una cena ligera, desechando el cenar en el restaurante por carero y sosos.

Durante la cena llamó Pino y Manolo me hace gestos para decirme que no le diga nada, le cuento que dimos un buen estirón y que por eso estamos tan cerca. Ella se queda muy extrañada y más adelante se lo contaré.

Pues nada, a la cama. Manolo no tiene ahora molestias y estamos deseando que mañana todo vaya bien y terminemos esta pequeña odisea.

Ya en la cama recuerdo con emoción a Guillermo Watt y Sánchez Covisa. No ha sido lo mismo, pero que pena faltando tan pocos kilómetros nos pasa esto, aunque nosotros hemos estado en Santiago, ellos nunca lo lograron. Un recuerdo cariñoso por todos aquellos que quisieron y no pudieron.

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Monte do Gozo - Santiago

Día 24
Jueves, 4 de Diciembre de 2003

Hemos dormido bien, le pregunto a Manolo y me dice que de maravilla, que se encuentra bien, ¡bendito sea Dios!, llegaremos a Santiago, si Él lo quiere.

Desayunamos en la cafetería, unas tostadas con café, no muy buenas y caras. Al peregrino hay que exprimirle hasta el último kilómetro.

Va amaneciendo a medida que salimos. Santiago esta ahí mismo, pero vamos muy callados, en silencio, y lo poco que hablamos es de cosas sin trascendencia. Ahora me da rabia haber actuado así, pero después de todo lo que habíamos pasado no me apetecía festejarlo mucho.

La señalización es muy escasa, parece mentira que entres en Santiago, la meta de muchas ilusiones y sea así de fría. Tienes que ir regateando coches en aceras e ir buscando la flecha amarilla y tratando de imaginar por donde es.

Llegamos a la plaza del Obradoiro, Manolo y yo nos damos la mano, teníamos que habernos dado un abrazo, tenía que haberle dado un abrazo, pero así de fría fue la cosa. Nos hizo una foto un japonés que había por allí. La plaza estaba vacía, solo pasaban algunas personas camino de sus trabajos o estudios.

Vamos a la Oficina del Peregrino, sellamos, nos dan la Compostela, certificado de haber realizado el camino y nos tomamos un chupito para celebrarlo de licor café.

Ayer llame a Inma para decirle lo que pasaba y que adelantábamos nuestra llegada. La mujer lo lamento e incluso se ofreció para venir con algún inyectable para Manolo.

Lo que sigue después es rápido, viene la familia de Manolo, antes hemos estado en la misa del Peregrino, donde lanzan el botafumeiro gracias a la cuestación de grupo numeroso de franceses que pagan el que pueda ser izado porque ahora si no se paga no lo sacan y donde dicen que de Cáceres han venido dos peregrinos que han salido de Santo Domingo de la Calzada. Esos somos nosotros.

Esto es así y así termino, nos fuimos a Pontevedra, estuvimos tres días allí y luego marchamos a Madrid y más tarde a Navalmoral donde llegamos un 7 de Diciembre. Esa noche Manolo fue a urgencias.

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Epílogo

¿Cómo resumir en poco espacio todas estas jornadas?, Con agradecimientos. Quisiera agradecer a mucha gente su ayuda en que esto fuera a bien. Para empezar mención especial a Maribel porque fue amiga y me ayudo en los buenos y en los malos momentos y me dio la oportunidad de hacer todo esto gracias a su sacrificio; a Manolo, mi compañero de viaje, mi amigo y a mi madre por eso por ser mi madre y estar en los ratos que uno necesita a una madre.

A Ursula y Borja porque sus palabras y su recuerdo me ayudaron en numerosos declives. También por supuesto a Inma, fiel amiga con su marido Toni; a Jesús mi hermano porque se emociono incluso más que yo en ciertos momentos; a Elena mi compañera de trabajo que fue la nota alegre, emocionante y dicharachera del Camino y por supuesto a Miguel que aunque no le oíamos estaba a nuestro lado. A Antonio&Aitor mi padrino del Camino, a Gloria mi madrina del Camino, dos elementos cariñosos, serviciales, buenas personas y mejores amigos. Por supuesto a Tris, Sonia y Teresa familia de Manolo porque fueron los puntales de muchas jornadas y del final que tuvimos después en Pontevedra, glorioso.

A Asun por tenerme en sus pensamientos y demostrarlo en muchas ocasiones. A mi suegra Isabel, por llamarme en las cuestas, aunque no hay cuestas que 100 años dure. A Concha de Madrid por preguntarse un montón de veces que hacia yo en el Camino, pero ayudándome con su palabra que es lo mejor que sabe hacer; a mis hermanos Pedro y Manolo y a mis tías Manuela y Matilde que no estuvieron, pero que estaban.

A Gorgonio y Felipe el cura por su inquietud en el dichoso papel de credencial; a mis compañeros de trabajo porque unos que no y otros que sí. A Joaquín por sus molestias. A Manolo, Manolin por su entusiasmo en que conociéramos peregrinas, por supuesto a su mujer Visi que siempre la he tenido gran cariño y porque me ayudo y me aconsejo en un momento difícil. A Juanma, porque dice que soy su ídolo (?). A Santiago por no querer venir. A Miguel Angel por darme la vara en todas las llamadas aunque yo se que el fondo me tiene envidia. A Gerardo por tener sus dudas al principio pero al final se que se disiparon; a Manolo Tiendas porque sí. A Pepe Pleite porque supo estar a mi lado como un buen amigo en aquellos días tan terribles y por supuesto en los días de andar, gracias. A Lupe por sus atenciones antes y después del Camino.

A Pino y Arnáu, por ser amigos, compañeros, peregrinos, sin ellos seguro que no habría sido lo mismo, os quiero. Por supuesto a Javier, Chus y Ramón de Astorga por ser hospitaleros, amigos y además buena gente. A Esperanza y Serafín mis padres en Rabanal, por ocuparse de mi como si fuera un hijo para ellos. A Marisa Pérez la hospitalera de Terradillos, porque me abrió los ojos un día que los tenia muy cerrados; a la pulpera de Ezequiel por decirme una de las cosas más bonitas de mi vida; a Laura de Itero por esos bocadillos que nos preparo con tanto aliento en ese día tan peculiar para nosotros; a Ana la hija de Marisa Pérez por dejarme darle un beso, ser tímida y silenciosa, tiempo tendrá para hablar; a Vicente hospitalero de Belorado por oír de su boca las primeras palabras amables del Camino; a Marcela de San Juan de Ortega por aquellas morcillas de arroz tan buenas y aquella tertulia tan especial; a la señora colombiana de Cardeñuela por aquellos memorables huevos con beicon en un día de mucho asfalto.

Al hospitalero de Santo Domingo por la custodia de la navaja; a Ángel de Ubrique porque todos no somos Jesulin; al hospitalero de El Parral por tener mal genio; a Marisol de Hornillos por aquellas comidas y cenas realizadas como ella solo lo sabe hacer: con cariño; a Vitorino y al tío de Isaías Martínez de Hontanas por estar allí ese día. A Nacho de Madrid, por aquella maravillosa caminata hasta Calzadilla y a la señora que no nos quiso dar la paz en Frómista, ella se lo pierde; a Ángel de Pontevedra que le vaya bien en su caminar; al taxista de Hospital que siga llevando a muchos viajeros y con las mismas ganas; a Marta la fisioterapeuta de Astorga por esas manos que Dios, su madre y su padre le han dado; a la farmacéutica de León por su amabilidad y sus calcetines; al ciclista de Villafranca por no seguir sumando más prendas perdidas y dejarlas en anécdota; a las doctoras de Astorga y Santiago por tratar de curarnos; a Julio el alcalde de Hornillos por su estufa y el colacao; al francés de Sarria porque le espero por aquí algún día y a los ciclistas de Carrión porque lo que paso en diez segundos no lo podré explicar, pero si vivir y recordar.

A Tina de Bercianos por estar justo en el momento apropiado y con lo necesario; al francés de Yo Soupaaaa porque fue abuelo; a Chantal por ser así. A Emma de León por ser la simpatía en persona; a José Luís de Astorga por el cocido maragato que nos comimos en su casa; a Gaspar de Rabanal por ser padre de Javier y además ser buena persona; a Alfredo el hospitalero de Molinaseca por empujarme de nuevo al Camino; a los callos de Ubaldo por hacerlos buenos, buenísimos; a Joaquín del albergue del Jato para que tenga suerte al final de su vida; a Félix de Vega por sus perdidas de aceite y su potaje; a Cecilia y a su madre hija y esposa de el Jato porque debe ser duro para ellas en algunos momentos esta vida; a Maria José y Olga de Cebreiro por ser la excepción de la regla gallega junto con la hospitalera. Al ex militar por acabar el pobre tan mal el Camino y nosotros no saber nunca su nombre; a las señoras de Porto Marín y Palas por servirnos el café la mar de bien; a Iría y su madre de Santa Irene por darte lo mejor que tenían, su sonrisa y por ultimo a los miembros de la ambulancia por permitirnos entrar en Santiago con su ayuda.

También quiero dedicar mi Camino a aquellos que desearon llegar a Santiago y no pudieron hacerlo, aprendamos del esfuerzo que utilizaron y que para muchos de ellos fue hasta la muerte.

Y por supuesto a mi padre que me empujo en los duros envites y me frenó en las penosas bajadas, me hubiera gustado tanto haberle hablado y contado todas estas jornadas, pero seguro que lo sabrá, Ursula me lo recordó con un mensaje en el móvil en Rabanal: "Hola papa, que tal? Y el pie? No seas tonto y vayas a tirar la toalla, que te ha costado mucho llegar donde estas, además Pepe (mi padre) desde arriba esta contento de ti, besos". Va para ti, papá.

Fueron 24 días, reímos, lloramos, gritamos, hablamos, discutimos, sufrimos, pero lo más importante, conseguimos llegar a buen destino y el resultado de todo eso es una gran amistad que nadie ni nada podrá romper. ¡Gracias Manolo!

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Hoy es 10 de Noviembre del 2.004. Hoy hace un año que iniciamos el Camino. Han pasado cosas, Pino está en Honduras con una ONG y no vendrá hasta junio, Arnau está de baja con una depresión de caballo, Manolo se encuentra en Pontevedra. En julio, por Santiago, estuvimos en Hospital de Orbigo y conocí a Gloria - tiempos pasados - y también a gente que habíamos charlado en el foro y que por fin le di cara a sus nombres. Nos encontramos con Antonio&aitor y si la primera vez fue estupenda, la segunda sublime. Añoro el Camino y los días y la gente del Camino.

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Ya hace tres años que terminamos este Camino, nuestro Camino. No llegamos felices, no llegamos gozosos y alegres. Tal vez la meta no esta en Santiago, tal vez no la hemos cruzado todavía. Yo abrace al Santo y rece por mucha gente. Lo hice de corazón, pero ese día no me salieron ni las lagrimas ni la sonrisa. Con el tiempo a Manolo le di el abrazo que aquel día no nos dimos, porque tal vez aquel día no llegamos a la meta.