http://www.abrojos.com/2013/07/camino-de-santiago-2013.html
Como es una actividad organizada por la Universidad de Salamanca, salimos desde el Servicio de E.F. y Deportes de la Usal, no sin antes subir a la furgoneta de apoyo los equipajes de doce bicigrinos, entre ellos, dos Abrojos.
Empezamos dando pedales a través de las calles de la ciudad hasta coger los primeros caminos por la zona de Pizarrales. Pasamos por las Canteras y seguimos dirección Castellanos de Villiquera sin mayores problemas. El camino es muy fácil y rápido, y sin darnos cuenta llegamos hasta el Cubo del Vino, siempre muy próximos a la carretera nacional, donde disfrutamos de una zona muy rodable con pequeños "subebajas", para hacer una parada técnica y comer algo. Nos refrigeramos y continuamos camino, esta vez con bastantes bancos de arena, pero con tendencia de bajada. El camino serpentea y el sol aprieta, pero después de cruzar muchos campos de cereales, llegamos a Zamora sin más complicaciones. Nos alojamos en el Albergue Municipal de Peregrinos que es gratuito y está bastante bien, aunque pequeñito. Comemos de bocadillo y descanso a la orilla del rio. Por la tarde, visita turística, heladito, futbol en la tele, etc. Por la noche, cenamos unas pizzas y a las 22h., todo el mundo a descansar.
Pasamos la noche con amenaza de lluvia, pero amaneció con unas ligeras gotas, que paraban enseguida. Esa fue la tónica hasta la mitad de la mañana. Atravesamos Zamora y enseguida cogemos caminos muy fáciles, con poca vegetación y poco desnivel, a veces interrumpido por las obras del AVE. Debido al nivel del embalse de Ricobayo, cruzamos este por el puente de la carretera, pero enseguida enlazamos el camino de nuevo. Visitamos las ruinas del Castillo de Castrotorafe con las consiguientes fotos. Continuamos a buen ritmo pero con "subebajas" hasta Granja de Moreruela, donde nos desviamos del camino un par de kilómetros para visitar el Monasterio de Moreruela, unas ruinas preciosas y con mucha historia. Paramos para comer unos bocadillos y después de un descanso continuamos por camino muy bueno y rápido. Llegamos a Benavente con los muslos ya un poco castigados, pero lo cruzamos y continuamos unos cuantos kilómetros de buenas rampas hasta llegar a Villabrázaro. Ahí teníamos reservado el Albergue municipal para nosotros solos (gratis). Lo hicimos con antelación, ya que es un albergue que normalmente no está abierto. Es una pequeña casa vieja adaptada para albergue, que también utilizan como Casa Cultural, y solo tiene un baño para 12 camas. No es lo ideal pero a nosotros nos sirve más que de sobra. Sin duda, fue el peor albergue de todo el Camino, pero por lo menos aquí podíamos hacer lo que nos diera la gana, ya que no teníamos ni horarios ni normas especiales. Lavamos algo de ropa y nos fuimos al bar a tomar algo. Para cenar, se había comprado lo necesario para tener ensalada, tortilla, queso, embutido, etc. Lo típico de una merienda campera. Después, charleta muy animada y a descansar.
Por la noche cayeron unas gotas, pero por la mañana solo estaba nublado. Después de un contundente desayuno en el bar del pueblo (que tuvimos que encargar el día anterior porque no hay otro sitio) iniciamos camino pero en breve tomamos carretera, porque es por ahí por donde discurre el Camino original. Vamos haciendo kilómetros sin dificultad y alternando partes de camino pegadas al rio Jarnúz con carretera. Llegamos a La Bañeza, donde nos damos un homenaje en una de sus muchas pastelerías y tomamos algo para recuperar. Reanudamos camino y pasamos por un antiguo puente de ferrocarril, donde hacemos unas buenas fotos. La vegetación empieza a ser más abundante y empezamos a abandonar los amplios campos de cereales a los que estábamos acostumbrados en las etapas anteriores. Vamos cogiendo altura sin darnos cuenta y cruzamos pueblos muy curiosos, mas estilados a la zona norte, y también algunos puentes romanos que aun sobreviven. Sin darnos cuenta, vamos cogiendo mas altura y llegamos a comer a Astorga, un pelín tarde, pero eso no nos impidió meternos entre pecho y espalda un buen Cocido Maragato. Antes de ello, nos alojamos en el Albergue Asociación amigos del Camino de Santiago (5€). Bastante bueno y cuidado, pero con 154 plazas y tanto extranjero, aquello parecía la Torre de Babel.
Pusimos una lavadora/secadora y más tarde, nos fuimos de visita turística, que Astorga se lo merece. Por la noche cenamos de bocadillos en el albergue, y en su terraza disfrutamos de sus vistas... hasta que empezaron a caer "chuzos de punta", como se suele decir. El panorama estaba muy feo, y las noticias de la tele lo confirmaban. A las 22:30h nos acostamos con el desánimo de que el día siguiente iba a ser muy duro por la lluvia y por los puertos que nos esperaban.
Pues no, por increíble que parezca, el día amaneció casi despejado, al menos hacia donde nos dirigíamos nosotros, se ve que el Santo nos tenía en sus plegarias... Cruzamos Astorga y salimos al camino. Justo este punto es donde finaliza la Vía de la Plata para enlazar con el Camino Francés, y eso se nota.
De principio, el camino va picando hacia arriba continuamente, pero se hace llevadero, y sobre todo, nos vamos encontrando muchos más peregrinos por el camino, cosa que en etapas anteriores este hecho resultaba casi anecdótico. También destacar que algún peregrino extranjero nos recriminó que las bicis debían ir por carretera, cosa que no tuvimos en cuenta porque el Camino es de todos, faltaría más, pero por desgracia esta situación se volvió a repetir en etapas posteriores.
Avanzábamos sin parar de subir y cada vez con más inclinación, y con la mente puesta en la Cruz de Ferro, que era nuestra meta inmediata. Cruzábamos bastantes pueblos, pequeños pero muy enfocados al negocio del Peregrino (albergues, bares, tiendas) y nos vimos envueltos en una ligera niebla por la altura que íbamos cogiendo. Llegamos a Foncebadón y Cruz de Ferro. Nos abrigamos y como curiosidad nos tuvimos que esperar a hacer las fotos puesto que se estaba grabando una película allí en ese momento. Pasamos Manjarín y sin esperar mucho, empezamos a bajar por unos caminos muy pedregosos y estrechos, y a medida que bajábamos se complicaban mas. Llegó un punto en el que hubo gente que decidió bajar por carretera, y los que llevábamos bicis dobles o eran más valientes, nos tiramos por camino. Nos quedaba una trialera de unos 10km de largo y muy, pero que muy técnica, de hecho hubo alguna caída, pero nada grave. El ritmo de bajada era infernal. A los que nos gusta bajar disfrutamos de lo lindo, pero había algunos tramos en el que yo personalmente pasé miedo. Cada vez que parábamos, todas las bicis olían a freno quemado y las pastillas se resintieron bastante. También había algún tramo que nos teníamos que hacerlo andando, ya que eran muy complicados y ya las fuerzas nos abandonaban. Y así llegamos a Molinaseca, un pueblo precioso, con una piscina natural buenísima, lástima que hacia frio y no nos pudimos bañar. Comimos contundentemente, y después de descansar un rato, continuamos hasta Ponferrrada. Después de las fotos de rigor en esta bonita "ciudad", continuamos camino atravesando zonas de urbanizaciones muy chulas. Aquí los pueblos casi se juntan unos con otros, pero son muy bonitos. En uno de ellos nos dieron un montón de cerezas, riquísimas por cierto, pero que a mi personalmente no me sentaron muy bien. Después de varias rampas y ya con un buen cansancio encima, llegamos a Villafranca del Bierzo. Pueblo precioso, muy cuidado, con castillo, piscina natural, etc. Nos alojamos en un Albergue La Piedra, que reservamos y pagamos también con antelación (8€). Era muy chulo por dentro, construido y apoyado en una gran roca que se podía ver en los descansillos. Estaba muy limpio y muy nuevo, y las duchas tenían hasta hidromasaje. Preparamos la lavadora de costumbre y nos fuimos a cenar a la plaza de Villafranca un menú de 10€ que estaba muy bien. Charleta y a dormir
Desayunamos en el propio albergue. Hoy nos esperaban 800m de desnivel hasta O Cebreiro. Ajustamos y engrasamos las bicis y tiramos carretera arriba. Enseguida cogemos un especie de carril-bici creado en el propio camino, que va pegado a la carretera durante bastantes kilómetros pero separado de esta por un buen petríl de hormigón. El camino nos va sacando a los pueblos pero de nuevo nos vuelve a llevar a este carril. Seguimos subiendo poco a poco por camino pero que ahora se ha convertido en viejas carreteras comarcales, y pasamos por debajo de enormes puentes que sujetan la autovía. Esto nos va haciendo una idea de la subida que nos espera. Pasamos pueblos abrumados de mucha vegetación, y llegados a Las Herrerías y Barrio de Hospital, empezamos la gran subida al O Cebreiro por camino. De nuevo se hacen dos grupos para subir por carretera o por camino. Debido a problemas de estómago por las cerezas de ayer, opto por subir por carretera, por lo que me toca bajar cabeza y sufrir rampas muy empinadas con el sol pegando fuerte. La carretera es más larga y no tiene ningún rellano, solo cuando se pasa por Laguna de Castilla. El camino es muy pedregoso y técnico, pero vas a la sombra, tiene muchos rellanos y es más corto. La próxima vez no me lo pierdo.
Cruzamos Laguna de Castilla, último pueblo de Castilla y León dicho sea de paso, y afrontamos las ultimas rampas de dos kilómetros para llegar a O Cebreiro, pequeñito pueblo gallego, emblemático, bien conservado y muy peculiar el estilo de sus casas. Hace fresco, nos abrigamos y disfrutamos de unas vistas inmejorables. Nos hacemos muchas fotos y para recuperar nos metemos entre pecho y espalda un buen caldo con grelos bien calentito. Después de recuperar fuerzas, iniciamos camino, y después de subir algo más todavía, empezamos a bajar de forma endiablada. Alcanzamos bastante velocidad por buen camino y bajamos bastantes metros. Subimos un poco hasta el Alto de San Roque con foto en la estatua del Peregrino y seguimos atravesando pueblecitos. Ya solo nos queda un fuerte subida de 300m hasta llegar al Alto do Poio. Lo intentamos con mucho valor, pero los últimos metros se hacen muy difíciles. Aún así, algún que otro bicigrino lo subió, eso si, el esfuerzo seguro que le pasó factura más tarde.
Hacemos la parada para comer unos bocadillos y volvemos a disfrutar de las vistas. El día está despejado y la profundidad de campo favorece el que nos "emborrachemos" con un bucólico paisaje. En pocos minutos están olvidadas las fuertes rampas hasta el O Cebreiro.
Continuamos camino bajando suave, aunque poco a poco se va volviendo más inclinado. Atravesamos pueblos muy recónditos, invadidos por la vegetación, y por los que discurre un camino muy técnico, estrecho y entre paredes, a la vez que húmedo. El hecho de que la tarde se había nublado y la espesura de los arboles, conlleva a tener que hacer varios tramos con poca luz, por lo que tuvimos que ser más prudentes en esta zona. Llegamos a Triacastela y continuamos camino con unas cuantas rampas durillas que nos van adelantando el cansancio antes de la cuenta. Volvemos a llanear un par de kilómetros y a descender de nuevo en la misma tónica que lo anterior durante otros diez. La última media hora nos llovió suavemente, pero se hizo bien.
Y así llegamos a Sarria, un pueblo bastante grande y moderno. Nos alojamos en el Albergue Los Blasones (7€), muy bonito y preparado, pero con las literas de madera, cosa que provocó que la noche pareciese que estábamos en un barco, tanto por el balanceo como por el crujir de la madera. Hicimos la pequeña rutina diaria de ducharnos, lavar ropa y tomarnos algo en algún bar, y después, cenamos en un pequeño restaurante que por 10€ nos pusimos hasta las "trancas".
Desayunamos en el mismo restaurante donde cenamos la noche anterior, otra vez abundantemente, y después de la pequeña preparación mañanera, iniciamos camino con el día nublado y unos cuantos kilómetros de subida tolerable. El paisaje es el mismo que el día anterior, pueblecitos pequeños, mucha vegetación, camino estrecho y enrevesado, muy húmedo todo pero con una estampa preciosa. Terminamos las subidas y comenzamos a descender. Pasamos por riachuelos y puentecitos de madera. De vez en cuando nos encontramos alguna rampa, pero nos va bien para calentar las piernas en esta fría mañana. Seguimos bajando por tramos preciosos y sin darnos cuenta llegamos a Portomarín, el primer objetivo de la mañana para reponer fuerzas. Nos hacemos las fotos de rigor en este precioso pueblo regado por las aguas de Miño y continuamos con una subida larga que en algún caso nos toca echar pie a tierra. También notamos que a partir de Portomarín encontramos muchos más peregrinos caminando, ya que muchos empiezan desde aquí para cubrir la distancia mínima que hay establecida para los que van andando. Después de tanta subida y ya con el día despejado, más o menos empezamos a "llanear" atravesando pueblecitos y bonitos senderos.
Llegados a Ventas de Narón, paramos para comer unos bocadillos y fruta, y después de charlar y descansar un poco, continuamos camino, esta vez por varios tramos de carretera puesto que es por ahí por donde va el Camino original. Atravesamos pueblos curiosos, con bastante ambiente de Peregrino, incluso uno que tenía un cementerio que las propias lápidas formaban parte de las paredes del mismo. Seguimos por senderos muy arbolados, donde los rayos del sol hacían unos juegos de luces muy bonitos. Vadeamos algún tramo encharcado, con bastante mal olor, por cierto, y seguimos el sendero por el que se circulaba bien, pero en los tramos sombríos nos encontrábamos mucho barro. Todo esto teniendo en cuenta que nada era llano, en Galicia todo es un subir y bajar. Pasamos Palas de Rei, también un pueblo grande, y continuamos en la tónica anterior pero con más tendencia de bajada. Y después de cruzar varios pueblecitos más, llegamos al Parque Empresarial de Melide, que nos anuncia que el destino ya está muy cerca. Unos kilómetros más, alternando camino y carretera, llegamos a Melide, otro pueblo bastante grande para lo que estamos habituados. Esta vez nos dirigimos al Albergue Municipal de Melide (5€, imprescindible presentar la credencial), bastante grande y moderno, donde nos encontramos a más peregrinos, algunos (dos), incluso con una borrachera de las buenas, y encima no eran jóvenes como para andar con esas tonterías, pero bueno, en el Camino hay de todo. En este albergue, tuvimos que dejar las bicis en la parte trasera del edificio, y candadas, ya que realmente estaban al alcance de cualquiera.
Nos duchamos y preparamos, pero hoy ya no lavamos ropa, ya que solo nos queda la etapa de mañana y ya tenemos la equipación necesaria. Nos vamos a dar una vuelta y tomar unas cervezas y para cenar, nos vamos a una pulpería para comer lo propio, grelos, navajas, bacalao, etc., y mucho vino Albariño para beber. Después, paseíto y a dormir, pero como había camas de sobra, nos colocamos a nuestro gusto, ya que en este albergue te asignan una cama en concreto, como en el cine cuando está lleno.
Amanece el día despejado. Nos vamos a desayunar a un bar de al lado y acto seguido engrasamos bicis y partimos. Enseguida cogemos camino y bajamos bastante, hasta cruzar un riachuelo con un puente de rocas, y después, como es lógico, a subir.
El sendero es precioso, pero duro. De vez en cuando, abandonamos la espesura para rodar por camino despejado, cosa que nos vuelve a hacer disfrutar del paisaje abierto. Continuamos perdiendo altura con alternancia de algunas rampas cortas. Empezamos a ir próximos a la carretera nacional y rebasamos a bastantes peregrinos.
Cruzamos varios pueblos hasta llegar a Arzúa, otro pueblo emblemático y moderno. A partir de aquí la tónica de la ruta es subir y bajar pero sin grandes exageraciones, lo que hace la mañana muy llevadera. Después de algunos pueblos más, paramos en una especie de área de descanso para peregrinos al lado de la carretera. Era un estructura de madera con un buen techado, el camino bien hecho de piedras y una bonita fuente para reponer agua. También había mesas y bancos de granito, donde paramos a comer y nos metimos entre pecho y espalda un par de buenas empanadas de vieiras, que estaban riquísimas por cierto, con la correspondiente dote de fruta y demás. Después de descansar un poco, reanudamos camino con pequeños cambios de nivel pero atravesando bosques por unas sendas preciosas. Había ratos que el silencio nos producía esa sensación de estar apartados del mundo, cosa que hoy en día no es fácil de conseguir, incluso dábamos algún grito para demostrarnos a nosotros mismos estar pletóricos de felicidad. ¡¡¡ que gloria de naturaleza !!!
Continuamos atravesando bosques de encanto, paramos varias veces a hacernos fotos, y sin darnos cuenta van pasando los kilómetros. Pasamos más pueblos y aldeas, con su correspondientes rampas y bajadas, hasta llegar a O Pedrouzo, el siguiente pueblo grande. Lo atravesamos sin más y llegamos a las inmediaciones del aeropuerto, donde empezamos a descender suavemente por otra senda preciosa. Cruzamos la nacional y al despejarse un poco el paisaje, nos damos cuenta que ya estamos muy cerca de nuestro objetivo final, apenas a unos 15 kilómetros. Volvemos a subir alguna rampa con mala leche pero corta y el camino nos manda por carretera. Sigue el desfile de pueblecitos y pasamos por delante de la sede TV Galicia y acto seguido la de RTVE, esto significaba que el Monte do Gozo estaba ahí mismo... y así fue, llegamos a este monumento emblemático para todo peregrino porque desde allí ya se ven las torres de la Catedral de Santiago, y que además fue visitado por el Papa Juan Pablo II en su día. Nos hacemos la foto de rigor y nos felicitamos, ¡¡ ya estamos ahí !! A mí me embarga un poco la pena, porque veo y se, que esta aventura se acaba, pero también la felicidad por llegar a Santiago en bici por tercera vez.
Después de charlar con otros bicigrinos que hemos coincidido por el Camino, continuamos haciendo una bajada fuerte por carretera buena, hasta llegar a zona urbana en unos minutos. Aquí ya tenemos el tráfico de una gran ciudad y desde ese momento, intentamos usar las aceras para ir atravesando las calles anchas, y por la calzada para pasar las callejuelas más cerca del centro, aunque aquí se respeta mucho al peregrino, faltaría más. Nos guiamos por las flechas amarillas (más que nunca si cabe) y en unos minutos, ¡¡¡ estamos entrando en la Plaza del Obradoiro!!!
Estamos rebosantes de alegría, ¡¡¡ ya estamos aquí !!!, nos felicitamos, nos abrazamos, nos hacemos fotos y también nos sentamos en el suelo, al estilo de nuestra Plaza Mayor. Hacemos las llamadas a la familia y demás y por supuesto enviamos los Whatsapp oportunos comunicando el fin de la aventura. Después de disfrutar de un rato entre tanta gente, nos dirigimos al albergue, en este caso volvemos por nuestros pasos hasta llegar al Albergue Acuario (10€, presentando credencial), un albergue hippie total pero muy bonito, muy cuidado y limpio, donde nos adecentamos y descansamos un ratito. Después volvemos a la Pz. Obradoiro y procedemos a poner el último sello a nuestra credencial y solicitar la Compostela. A continuación nos dedicamos a hacer turismo, coincidiendo todos en que nos duelen las piernas más de la cuenta, pero es por la relajación de que al día siguiente no hay ruta, excepto para dos bicigrinos que siguen camino hasta Fisterra. Ya por la tarde-noche, nos vamos a cenar a un restaurante un menú de 10€, y cenamos bien pero escaso, como en todos los restaurantes del centro de Santiago. Paseito hasta el albergue y a dormir.
Los siete que quedamos, nos dedicamos otra vez al turismo, unos por la zona centro y otros por la Ciudad de la Cultura. Los del centro aprovechamos y nos vamos de cañitas y raciones, y compramos regalos típicos, tartas de Santiago, Albariño, etc., y la final nos juntamos todos en la Estación de Autobuses para comer, ya que hay una cafetería buffet que se come muy bien. A las 16:25h. en punto nos recoge el autocar, y después de alguna parada y casi seis horas más tarde, llegamos a Salamanca dando por finalizada nuestra aventura.
Conclusión.