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Dejamos en Pamplona el coche de alquiler con el que salimos de Madrid. Nuestra idea era coger un autobús que nos acercara a Roncesvalles, pero nos encontramos sin servicio por ser festivo. Decidimos hacer el recorrido en bicicleta. A las 4:00 de la tarde comenzamos a dar a los pedales; el recorrido fue algo duro(estábamos todavía sin calentar), pues en 50 Kms hay que subir dos puertos: Erro y Mezquíriz. Llegamos a Roncesvalles a las 19:30, justo a tiempo de recoger el cuadernillo de credenciales para la ruta.
A Javier se le metió un bicho en el ojo y le amargó el día pues no consiguió quitárselo hasta el día siguiente.
Datos prácticos:
1. El único autobús de Pamplona a Roncesvalles sale de la estación de autobuses(en el centro de Pamplona) a las 18:00 de la tarde; los sábados a las 16.00 y los festivos no hay servicio. El precio son 550 Pts y la bici otro tanto.
2. La oficina de credenciales en Rocesvalles, cierra a las 20:00(puede que en verano se amplíe el horario), si no llegas a tiempo tendrás que esperar al día siguiente, que abren no antes de las 10:00. Te darán un impreso para que rellenes que justifique el motivo de la peregrinación: religioso, cultural, espiritual, deportivo... , a parte del carnet de identidad , no hace falta llevar ningún otro documento
3. Hay dos albergues, uno es gratuito y el otro cuesta 700 Pts, además hay dos hostales. Si vas en verano hay un gran camping a 4km .
4. Referente a los albergues:
En los gratuitos que encontrarás a lo largo del camino, conviene dejar siempre un donativo, pues para algunos, es la única posibilidad de subsistencia. Sé generoso dentro de tus posibilidades. Hay otros que ya te indican el donativo a pagar.
El horario de recepción de peregrinos comienza hacia las 15:00(varía algo de unos a otros) y permanece abierto hasta las 22:00 horas. No hay posibilidad de "marcha nocturna", si se sale a cenar o a dar una vuelta hay que estar en el albergue antes de la hora de cierre, de lo contrario te encontrarás con la puerta cerrada.
El albergue tiene también un horario para la salida, que normalmente es a las 8:00.
Muchos tienen cocina y utensilios para que puedas preparar algo sencillo. Si decides cenar fuera, te indicarán, sitios buenos y próximos, que por 1.000 o 1.200Pts te ofrecen un menú de peregrino completo.
El día amaneció frío pero soleado. La parrilla de la bici de Javier rozaba con la rueda. Ayer perdió un tornillo especial para sujetarla pero unos peregrinos también ciclistas de Jaén nos echaron una mano. Este día iniciaríamos el camino unos 40 peregrinos(a pie y en bici).
A los de la bici nos aconsejaron que descendiéramos hasta Pamplona por la carretera ya que en este tramo, el camino es impracticable y está cortado continuamente por vallas que delimitan las fincas.
Como es lógico no hicimos caso del todo. En Zubiri, ya se han dejado atrás los dos puertos; nos adentramos en el camino pasando por el puente románico llamado "de la rabia". Cuenta la leyenda que los animales que pasaban por debajo se curaban de esta enfermedad.
Si sigues por el camino (ya sí que puedes dejar la carretera) pasas por el puente de Arre y la iglesia de la Santísima Trinidad (como había una boda, el cura nos invitó a no entrar; tampoco pudimos sellar). A mediodía cruzábamos el pueblo de Indurain y poco después entramos en Pamplona atravesando las murallas por el Portal de Francia.
Hicimos en bici y sin toros el recorrido de los encierros: Cuesta de Santo Domingo, Estafeta y Plaza de Toros.
En la Catedral a pesar de las múltiples bodas pudimos sellar. Rápidamente abandonamos Pamplona (no tomes la carretera general), siguiendo las señales amarillas llegamos Cizur Menor. Después de un buen bocadillo a los pies de la ermita de San Miguel, tomamos el sendero del Puerto del Perdón, camino de la estación eólica: "los ventiladores". La primera parte de la subida es fácil, luego se complica un poco y el viento en contra te lo puede hacer muy difícil. Javier tuvo la primera caída. El descenso hasta Puente La Reina no lo hagas por el sendero. Coge la carretera asfaltada que va a parar a la carretera general.
Se llega a Puente La Reina en pocos minutos, en el descenso pinchó Javier su mountain bike cuando bajábamos por una cuesta en la que llegamos a alcanzar los 75Km/hora.Tardamos unos minutos en arreglarlo. Sellamos en el albergue y continuamos por la Calle Mayor en obras para después salir por el magnífico puente medieval del que toma el nombre el pueblo.
Tomamos una pequeña carretera secundaria, paralela por la derecha de la carretera general hasta Mañeru y luego por la izquierda hasta Cirauqui. Al entrar en Estella por la carretera, tienes que atravesar a la izquierda el primer puente metálico de color verde sobre el río (para peatones y bicis), justo de frente tienes como referencia, una portada ojival de la iglesia del Santo Sepulcro. A pocos metros está el albergue, con la mejor ducha del camino.
Antes de cenar tuvimos tiempo de recorrer el pueblo. La etapa no ha sido dura. Nos dijeron en el albergue de Estella que los que llegan hasta ahí de un tirón se les ve preparados para hacer el camino en bici.
A la salida una señora nos pidió que rezáramos por ella a Santiago. Así lo hicimos buena señora.
En ruta por el camino enseguida nos encontramos con dos posibilidades; nosotros tomamos el camino de Irache y acertamos de pleno.
El monasterio benedictino de Irache (hoy sin monjes) nos recibió de manera extraordinaria. En portería nos informaron que a las 10horas se iba a dar la 1ª bendición al peregrino de este año. Mientras esperábamos, tuvimos tiempo de visitar el monasterio y escuchar el órgano. El sacerdote nos dio la bendición a los peregrinos que nos congregamos(unos 12) y después del sencillo pero muy emotivo acto, nos agasajaron con el caldo del monje de Irache, cuya fórmula magistral obra en poder del amigo Ramón Abrego. Tras una charla, con chistes incluidos y la promesa de que haría público agradecimiento a través de internet, iniciamos el camino.
En las proximidades del monasterio está la bodega de vino Irache, en ellas hay una fuente con dos chorros del uno mana agua y del otro teóricamente debía manar vino, cuando pasamos nosotros no funcionaba.
El camino se adentra en un bosquecillo muy agradable y entre camino y carretera se alcanza pronto el pueblo de Los Arcos; merece la pena visitar su iglesia. Luego antes de llegar a Viana se asciende el puerto del Poyo.
A la salida de Viana volvimos a coger el camino; se mete en un bosque con muy poca señalización y que acaba en la carretera general a Logroño. Antes de entrar en la ciudad tienes que coger de nuevo el camino, hay que pasar por debajo de la autovía de nueva construcción; está bien señalizado. Justo 500metros antes de entrar en Logroño te encontrarás con Felisa (no la llames doña Felisa). Ella, a sus 89 años, sigue ofreciendo al peregrino agua e higos y te sellará la credencial. Lo lleva haciendo desde hace muchos años. Charla un buen rato, no tengas prisa.
Atravesando el Ebro entras en Logroño. Llegamos a la hora de comer. En un parque a la salida, tomamos nuestro bocadillo.
Por la tarde hicimos por la carretera, Navarrete, Nájera y Santo Domingo de la Calzada. Se nos hizo muy pesado, ya que todo es algo cuesta arriba y tuvimos un fuerte viento en contra. Los pueblos están circunvalados y si quieres los puedes evitar; nosotros entramos sólo en Nájera y mereció la pena. Dejamos Navarrete para otra ocasión.
Llegamos un poco tarde a Santo Domingo, a las 19:30 ya estaba anocheciendo. Entrando por las señales amarillas, y un poco antes de alcanzar la Catedral, te encontrarás a mano derecha con el albergue. Está preparado para guardar las bicis.
Antes de cenar, visitamos la Catedral, merece la pena.
La salida la demoramos hasta que abrieron la tienda de bicicletas. Arreglamos dos radios que se le habían roto a la bici de Javier; yo cambié una cámara. La tienda de campaña que llevábamos por si acaso, la dejamos en al albergue, ya que no era posible su utilización (la mayoría de los campings estaban cerrados y por la noche hacía mucho frío) y por otra parte en los albergues había sitio de sobra. Así Javier redujo su carga en 5kg.
El día amaneció lluvioso y frío, pero luego se fue despejando. Se atraviesan muchos pueblos pequeños y ya en la provincia de Burgos, se llega a Belorado sin ninguna difucultad.
En Villafranca de los Montes de Oca, abandonamos la carretera y a mano derecha retomamos el camino para subir los Montes de Oca. Al principio es difícil, yo puse alguna vez pie a tierra. Hay que estar atento a la señalización, pues hay muchos caminos.
En uno de los cruces nos confundimos y nos perdimos; afortunadamente vimos a lo lejos, montaña arriba, en un árbol, una señal roja y blanca que nos orientó y alcanzamos la fuente de Mojapán. Un bocadillo de tortilla de patatas, comprado en Santo Domingo, nos puso en forma.
Después de muchos kilómetros por caminos forestales se llega al Santuario de San Juan de Ortega. Aquí, en el albergue, hay una hoja pegada al muro donde se pide a los peregrinos que sean más generosos con sus donaciones.
Para bajar a Burgos, se puede seguir el camino pasando por Atapuerca(lo hicimos en el año 1993) o bien se toma en el cruce, la carretera asfaltada que sale a la derecha, que va a parar a la N-I y de aquí a Burgos. Esta vez tomamos esta ruta; es más fácil pero es menos Camino de Santiago.
A Burgos se puede llegar a las 17:00, con el tiempo suficiente para hacer la visita por la tarde. El albergue se encuentra alejado, a la salida de la ciudad, en la dirección de Valladolid, a la altura de la Ciudad Universitaria.
Como éramos muy pocos, Jesús, el hospitalero de invierno, hombre afable y de charla amena, nos dejó meter las bicis en uno de los barracones vacíos. Cuidado con las bicis y mochilas, comentaban que ha se han producido muchos robos pues el albergue está situado en un área despoblada y más propicia para el robo sobre todo cuando las bicis son buenas como las que suelen llevar los peregrinos.
Durante la cena, charlamos con un hombre de 69 años que llevaba 9 años seguidos haciendo a pie el camino en solitario, además en septiembre hace de hospitalero en el albergue de Los Arcos. Como siempre en el albergue éramos pocos, y la mayoría extranjeros (muchos alemanes).
En cuanto se sale de Burgos, se toma la senda que sale a la derecha entre unos chalets(antes del paso a nivel) y se llega pronto a Tardajos. Después del pueblo, tienes que continuar por el camino, pues la carretera se desvía hacia Osorno. Si no quieres camino, puedes ir por carretera hasta Olmillos de Sasamon o incluso a Villasandino, para luego tomar la de Castrojeriz.
Llegamos a Castrojeriz pasando por el Convento de San Antón.
Si sigues por el camino, te espera una buena subida hasta remontar una loma, después ya no tendrás otra pendiente fuerte en 150KM, hasta llegar a León. Ten cuidado en la bajada; unos kilómetros adelante te podrás refrescar en la Fuente del Piojo; el caño para beber está detrás del abrevadero; no te preocupes si te has confundido y bebes del abrevadero, otros muchos antes que tú lo hemos hecho. Nosotros lo hicimos en 1993 y en el albergue dos peregrinos nos han contado que también habían bebido del abrevadero.
Atravesando el Pisuerga entramos en la provincia de Palencia, y pronto nos orillamos con el Canal de Castilla durante muchos kilómetros, hasta llegar a Frómista.
Con un buen bocadillo, a la sombra de la iglesia de San Martín de Frómista, recuperamos fuerzas.
Tranquilamente, llegamos a media tarde a Villalcazar de Sirga y luego a Carrión de los Condes. Vete sin prisa y dedica tiempo a visitar los monumentos y hablar con la gente que encuentres en el camino.
En Carrión hay dos albergues, uno municipal de 300Pts de donativo y otro de las madres Clarisas a 1000Pts. Nos decidimos por este último. Se encuentra justo a la entrada del pueblo a mano izquierda.
Por ahora vamos cumpliendo el programa y llevamos un ritmo tranquilo; no estamos cansados. A Javier le duele un poco el cuello por la posición de la MB; con la mía, como es una híbrida, voy más cómodo. El trasero, con un sillín y unos culotes adecuados, se puede aguantar.
A la salida de Carrión, paramos en el Monasterio de San Zoilo, hoy es un establecimiento hotelero. Una recepcionista muy amable nos dejó entrar y visitamos su interior; merece la pena.
En este lugar Javier pasó el verano de 1991 en un campamento con sus amigos.
Seguimos el camino que es una pista de tierra y piedras preparada al efecto que nos lleva durante muchos kilómetros monótonos hasta Sahagún. Se va adelantando a peregrinos que van a pie, y que andan bastante tocados después de largas horas de caminata. Al parecer para los peregrinos que van andando la parte de Castilla es la más dura de todo el camino.
En la entrada a Sahagún, hay que seguir por la pista de la izquierda de la carretera, sin hacer caso a una señal que te indica a la derecha, que te obliga atravesar un estercolero (¿será turístico?). Sería bueno que el concejal de Sahagún, con el que estuvo hablando mi hijo y que mostró gran interés por el estado del camino, eliminara esta señal.
La verdad es que entramos en el ayuntamiento para sellar pero a mi hijo se le ocurrió comentar el estado del camino a la entrada del pueblo momento en el que apareció el concejal.
A la salida del pueblo, un panel informativo te indica dos caminos posibles. Nosotros tomamos, la opción norte que va por Calzadilla de los Hermanillos. La pista está señalizada pero no mucho. Por favor, desde aquí ruego a quién corresponda, que limpie y deje en condiciones la Fuente del Peregrino. Tuvimos un par de pinchazos.
Después se sigue recto, se cruza una carretera y nos adentramos en una interminable calzada romana, que después de 40Kms de piedras, te deja en Mansilla de las Mulas con el trasero hecho pedazos. Nos encontramos trozos de la calzada que estaban cortados por pequeñas lagunas de agua. No tuvimos mas remedio que cruzarlos, Javier las hizo de un tirón, sin bajarse de la bici, pero mojó la parte inferior de las alforjas. Yo me remangué y me refresqué los pies.
Cuando vayas divisando la cárcel que hay aquí ya te queda poco para llegar y, para entonces todo tu cuerpo es un tembleque; lo que no sé es como aguanta mi híbrida.
El contacto con la carretera asfaltada fue gloria bendita.
Antes de llegar a León se sube un puertillo; hay que estar atento en el descenso, pues si bajas por la carretera, tendrás que cruzar a la izquierda para coger el camino y entrar en León por el Puente de Castro. Siguiendo la calle y en la acera de la izquierda, enseguida encontramos un Centro de Información que nos orientó para llegar al albergue.
Durante la cena nos acordábamos todavía de la calzada romana, lo que no sabíamos entonces era que, comparado con lo que íbamos a pasar, todo lo anterior había sido un paseo.
Amaneció frío y lluvioso. Antes de salir recorrimos la ciudad.
Saliendo de León, se sube de nuevo un puertecillo. El camino va paralelo a la carretera; a pesar del mal tiempo avanzamos sin dificultad y pronto llegamos a Hospital de Órbigo. Queríamos llegar a Astorga para comer, pero no pudo ser, una tromba de agua nos obliga a parar en San Justo de la Vega y, mientras pasa, aprovechamos para toma el bocadillo, esta vez dos medios de queso y chorizo. Desde el bar parece que a ratos lo que cae es aguanieve.
En Astorga nos repararon de nuevo la parrilla de la bici de Javier (gratis y fuera de horario. Un chaval muy majo)
A eso de las cuatro de la tarde y con el tiempo revuelto, salimos hacia los montes(Ojo: No se coge la N-VI a Ponferrada).
Se sube ligeramente; la pista va inicialmente paralela a la carretera hasta Castrillo de los Polvazares.
EL cielo se estaba ennegreciendo por momentos y no teníamos ningún refugio a la vista; cuando llegamos a Santa Marina de Somoza ya fue tarde, el agua-granizo helado nos empapó en pocos minutos y nos dio el primer aviso. ¿ Cuánto se puede empapar uno en 5 km de bici subiendo?. En el pueblo encontramos un bar abierto, entramos a la carrera. Había una estufa al rojo vivo en el centro del bar; casi nos la tragamos porque, practicamente no veíamos nada cegados por la nieve.. A su alrededor había una pareja de peregrinos ya casi secos; enseguida nos dejaron sitio y nos la apropiamos. ¡Qué maravilla!. Sin pedir nada, el barman nos trajo dos grandes vasos de leche caliente. ¡Qué leche! Estabamos muy a gusto, pero teníamos que seguir adelante; ya estabamos reanimados y el tiempo estaba mejorando, teníamos que salir y pedalear hasta Rabanal. Llegamos a las 6 de la tarde. Justo cuando llegábamos empezaba a nevar; esta vez nos libramos por poco.
Hay dos albergues, el de arriba está muy bien, los hospitaleros son ingleses y te ofrecen desayuno por la mañana.
Nos encontramos con una peregrina de Noruega, que ya había hecho el camino y estaba hospedada en Rabanal para hacer un estudio antropológico sobre los peregrinos. Nos regaló dos conchas que había traído de Noruega.
También nos encontramos por última vez con los peregrinos en bici de Jaén con los que fuimos a cenar juntos. Ellos tenían un coche todo terreno de apoyo que les llevaba herramientas y todo lo necesario.
Cuando salimos a cenar al mesón, seguía nevando. Mientras tomábamos la sopa del peregrino, pensábamos en silencio en la subida que nos esperaba el día siguiente.
A las ocho de la mañana con puntualidad inglesa y tras un buen desayuno con los hostaleros (ingleses). ya estábamos preparados para lo peor.
Nevaba y el frío era intenso. Nos abrigamos con todo y empezamos a subir el puerto. Lo tomamos con calma y en menos de una hora estábamos en Foncebadón. En la carretera había bastantes trozos cubiertos de nieve y peligroso hielo. Se sigue subiendo y se llega a la Cruz del Hierro. El frío nos calaba los huesos. Vimos a los ciclistas de Jaen que se habían parado para calentarse junto al todo terreno que les servía como coche de apoyo. Nos dijeron que estábamos a -7ºC pero el viento y la ropa mojada multiplicaba esta cifra.
Tomamos la foto de rigor. Se nos olvidó dejar la piedra en la base de la cruz o quizás nos quisimos olvidar para salir cuanto antes y calentarnos a base de pedaleo.
En Manjarín paramos para saludar a Tomás pero no estaba, el valenciano (no recuerdo su nombre) y su compañera fueron igual de amables y nos invitaron a café y leche bien calientes. Merece la pena parar y hacerles una visita. No os olvidéis de echar algo en el bote. Ojo a los patos (si, patos. No se que hacen ahí arriba) que muerden mas que los perros.
Daba pereza salir del refugio, pero teníamos que seguir. En el descenso el frío nos inmovilizaba; sólo teníamos guantes de verano sin protección de los dedos. Según descendíamos la nieve se convertía en lluvia.
Rápidamente llegamos a Ponferrada y de aquí por caminos y ya con menos frío llegamos a Cacabelos y luego a Villafranca del Bierzo a la hora de comer. Esta vez comimos en restaurante, había que recuperar fuerzas pues todavía nos quedaban etapas.
De Villafranca sale una carretera directa hacia Pereje, que evita atravesar el túnel de la carretera general, siempre peligroso. Inauguraban al día siguiente un monumento al peregrino, que estaba al inicio del puente orientado hacia Santiago.
La subida de Piedrafita, la hicimos por la carretera, es una pendiente no muy pronunciada pero muy larga. Por el camino habría sido difícil a causa de las nieves y lluvia que ha caído en los últimos días.
A partir de Ambasmestas, hay 15 Km al 6-7%. La excesiva circulación es un estorbo y encima está en obras. A media subida nos empezó a llover y rápidamente a nevar. Coronado el puerto se entra en Galicia, hay que cruzar la carretera hacia la izquierda y seguir subiendo un poco más pronunciado, 7-8% durante 5km, hasta O Cebreiro. Nevaba muchísimo.
Mi barba tenía formaciones cristalinas a causa del frío y la nieve. Me tuve que quitar las gafas para poder ver algo.
En el albergue, que estaba casi lleno, de colegiales, nos dieron unas literas muy buenas en habitación reservada a peregrinos. Luego se llenó con mas gente, pero tuvieron el detalle de alojar primero a los peregrinos. No sabemos por qué pero en la ducha sólo salía agua fría. En unos radiadores eléctricos pudimos secar algo de la ropa y del calzado. No salimos a cenar. Seguía nevando y mucho.
¡ Qué mañana!. Toda la carretera estaba helada. Las ventiscas de nieve venían desde todos los lados, incluso de abajo. Javier y yo, mientras preparábamos la bici en el refugio, éramos observados por algunos peregrinos a pie. Algunos nos decían: "Lo tenéis crudo. Tened cuidado".
Yo no me había visto con la bici en ninguna parecida, para ser más exacto jamás había montado en bici sobre hielo y nieve.
Sin mas dilaciones salimos. Le pedimos a un peregrino que nos hiciera una foto para nuestros futuros nietos.
Bajamos a pie desde el refugio los 50 metros que le separan de la carretera; arrastrábamos la bici y nos manteníamos con mucha dificultad; yo me sentía observado. "¿Dónde irán estos?" .
Sorprentemente pudimos montarnos en la bici (con su considerable peso debido a las alforjas) y dar dos pedaladas sin caernos. Había que mantener el equilibrio, pues la bici se iba por delante y por detrás, pero no nos caíamos. Cuando conseguimos adelantar al primer peregrino, yo pensaba, ahora me caigo y ya verás la risa que le va a entrar a éste.
Lógicamente en estos casos no se puede tocar el freno delantero por seguridad. Tampoco era necesario tocarlo mucho, pues desde O Cebreiro hay que seguir subiendo todavía más. Teníamos 10kms de subida, primero había que coronar el Puerto de San Roque y después el Puerto del Poio.
Si ya era difícil mantener el equilibrio, con las ventiscas se hacía imposible; parecíamos malabaristas del circo. Con las gafas no veía nada, comprobé que mi dedo como limpiaparabrisas no es adecuado. Acabé por ir sin gafas; me bastaba la visión de 5 metros. De vez en cuando el que iba delante gritaba al de detrás sin mirar para ver si venía pues no apetecía mover la cabeza más de lo necesario.
Los pocos coches que pasaban lo hacían con cadenas; por una vez, la carretera, o lo que fuera, era nuestra, el coche se paraba o se apartaba pero nosotros teníamos preferencia aunque fuéramos por la mitad de la calzada o incluso por la izquierda, según te llevase el hielo y el viento. Algún conductor nos animó y el todo terreno de la guardia civil también estuvo al quite (pasó tres veces junto a nosotros, quizás a la espera de que nos rindiéramos para podernos ayudar).
El frío era terrible, mi hijo más expresivo dice: " No papa, hace un frío que te cagas".". Las mitad de los dedos estaban al descubierto por los dichosos guantes de verano. Me tuve que envolver las manos en unos calzoncillos que era lo único que tenía seco. Hoy, que estoy escribiendo, y ya ha pasado una semana, todavía noto una cierta insensibilidad en las yemas de los dedos, cuando aprieto las teclas del ordenador.
De refilón en una señal de tráfico leímos San R.. La nieve tapaba el resto de la señal pero, efectivamente, ya habíamos pasado el Puerto de San Roque. El suave descenso había que hacerlo todavía mas despacio que la subida. No había nadie, todos los que habían pasado la noche en el refugio no sé dónde se habían metido.
Un quitanieves pasó a toda velocidad, casi nos quitó a nosotros junto con la nieve. Con la carretera algo mas limpia, empezamos la subida del último puerto; desgraciadamente nuestra velocidad era muy limitada y en pocos minutos se volvió a cubrir todo de nieve. Habíamos avanzado 1Km; algo es algo.
¡Qué diferencia con respecto a aquel agosto del 93 que pasamos estos montes, a no sé cuantos grados, buscando una sombra y una fuente!.
No sé cómo, ni cuánto tardamos, pero llegamos al Puerto del Poio montados en la bici y sin caernos. La bajada fue muy peligrosa, la ventisca era tan fuerte que en pendientes del 7% acababas frenado. El quitanieves volvió a pasar, al igual que el todo terreno de la guardia civil. Según bajábamos a Triacastela empezaron a subir muchos 4X4 me imagino que iban al rescate de mas de uno, que lo estaba pasando muy mal.
Un poco ante de Triacastela acabó la nieve. En el primer bar nos refugiamos, nos sentamos y no dijimos nada durante un buen rato. Eran las 11 de la mañana, habíamos pasado tres horas infernales, que no creo que las olvidemos fácilmente, tenemos algunas fotos, pero creo que lo tenemos mejor grabadas en la mente.
El café con leche y los bollos nos entonaron. Algún peregrino que descendió en coche, se nos acercaba a la mesa y decía : " Os he visto en la bici y no me lo creía. Es la primera bici que veo con cadenas.". Le aclaramos, que no había cadenas, que lo que veía era el anillo de hielo que se formaba en la cubierta, aunque de lejos quizás pareciera una cadena al unirse el hielo con los tacos de la rueda.
Pronto salimos del bar, se estaba demasiado caliente y cada vez nos iba a dar mas pereza salir. Abajo no nevaba y el frío era soportable. Enseguida llegamos a Samos, no paramos pues ya lo habíamos visto y queríamos aprovechar el poco rato de solillo que había salido. No pudo ser, el tiempo cambió antes de llegar a Sarria y nos calamos hasta los huesos.
En Sarria reparamos la dirección de las dos bicis y cambiamos las zapatas de los frenos traseros. La mía estaba sin goma. Mientras nos reparaban la bici, hubo dos trombas de agua con períodos intermedios de sol espléndido.
Nos informaron que a este tiempo se le llama "Las Marciadas" (por ser típico de marzo).
A lo largo del día hasta llegar a Palas del Rey tuvimos innumerables "marciadas", de algunas nos pudimos refugiar metiéndonos en las paradas de los autobuses de línea que van por los pueblos, y otras nos pillaban de pleno. No nos cabía mas agua en el conjunto cuerpo-bici-alforja; estábamos saturados. La "marciada" que nos cayó en Portomarín no aportó ni un gramo de agua mas al conjunto, así es que seguimos.
Una vez que se pasa Gonzar, viene un cruce de carreteras que no está bien señalizado para el peregrino. Si quieres seguir por el camino no tienes que coger ni la que te indica a Ourense ni la de Lugo; hay que ir por una carretera pequeña que está en medio y que se ve la señal amarilla en el suelo si pasas por delante. Nosotros nos equivocamos y tomamos la de Ourense, por no sacar a tiempo el mapa de la alforja; la verdad que con tanta "marciada " no apetecía nada. Vuelta a atrás, subida, y tomamos la de Lugo, enseguida te metes en una carretera general nueva y desciendes a toda pastilla; yo pensaba:
¡Ay madre, como nos hayamos equivocado y tengamos de nuevo que subir todo esto! . Preguntamos a un paisano que estaba parado con su coche para incorporarse a la carretera y nos aseguró que íbamos bien.
Al bajar el puerto, encontramos un cruce a la izquierda que indicaba: Santiago 82.
Ya estaba anocheciendo, y todavía quedaban 16kms para Palas del Rey, tuvimos que apretar fuerte; todavía hubo tiempo para que nos pillara la última "marciada". Por el camino habríamos atajado bastante.pero nos "chupamos" unos cuantos kilómetros más por la equvocación.
A la 8 de la tarde llegamos al albergue, exhaustos y empapados. El hospitalero nos dijo que no le quedaban camas, ya que había mucha gente de fin de semana y debido al mal tiempo desde las tres de la tarde, la gente (que no peregrinos), se iba quedando y ocupando camas. Como decía la Noruega que encontramos en Rabanal del Camino: "Hay mucho "peregrino de salón" que deja sin cama a los auténticos peregrinos". No sé cómo, pero los hospitaleros tendrán que cuidar este detalle.
Encontramos un hostal cerca, que nos vino muy bien para secar todo y reponer fuerzas.
!Vaya día el 27 de marzo de 1999!, no será fácil de olvidar, y encima y para terminar, esa noche nos la acortaron en una hora de sueño.
Descansamos como unos señores(¡nos levantamos a las 10 de la mañana!). Estabamos totalmente recuperados y dispuestos a hacer la última etapa.
El domingo salió bueno, se puede decir incluso excelente, comparado con el día anterior.
Después de un desayuno copioso, emprendimos la marcha hacia Santiago
El camino es fácil pero estaba muy embarrado. Al paso por Melide, el olor de una pulpería en la que cuecen los pulpos en la acera nos atrajo y nos dimos el gustazo de un buen plato de pulpo y vino Riveiro casero por 1000Pts. ¡Qué gozada!.
Galicia, para los ciclistas es un rompe piernas, todo está ondulado, no hay 100 metros lisos, bajas en pocos segundos y vuelta a subir, así una vez y otra y otra. Poco a poco, las señales de tráfico te van alegrando el espíritu: Santiago 35, Santiago 25...
En Lavacolla, si entras por la carretera lo tendrá difícil para retomar al camino, pues está todo vallado y por la autovía no te dejan continuar; coge la bici a cuestas y por la izquierda podrás subir al camino. No cojas la carretera de Oviedo.
Los últimos repechos para llegar al Monte del gozo, son difíciles. Pendientes de más del 15% te harán recordar todo lo que has pasado;
No te preocupes que son cortos.
En el Monte del Gozo nos encontramos con muchoscarros tirados por perros a modo de trineo que tambien habían estado haciendo el camino; los hombres ponían mucha voluntad, pero los perros iban por donde querían. Montaron un buen alboroto, en mi opinión, creo que al verdadero peregrino, este "circo" no le hace mucha gracia.
A las 17horas entrábamos en Santiago, me abracé con mi hijo, pues nuestro objetivo se había cumplido.
Fuimos a poner el último sello para recoger la Compostela, en un edificio cerca de la Catedral y nos encontramos que los domingos por la tarde está cerrado. Mi hijo intentó convencer a un cura que estaba en la sacristía de la Catedral mientras yo cuidaba de las bicis.pero no fue posible. Después de 900Km, recogiendo sellos en iglesias, albergues, el puesto de Felisa, etc.. y la institución de Santiago de Compostela nos negó el sello un domingo por la tarde.
¡Cerrado por descanso!. Pero realmente, ¿estarán tan cansados que necesitan el descanso? Y si fuera así, ¿no pueden poner a alguno de remplazo, más aún en año Jacobeo?.
Teníamos que estar al día siguiente, lunes, en destino, así es que nos quedamos sin la Compostela. Lo único que conseguimos como prueba que habíamos llegado a Santiago, es el sello que muy amablemente nos puso la recepcionista del Parador de los Reyes Católicos en la misma plaza del Obradoiro.
Una hora más tarde regresamos al aeropuerto de Lavacolla en bici, para alquilar el coche y vuelta a casa.
Gracias Santiago, por este Camino 1999 inolvidable. Si todo va bien, como no hay dos sin tres, nos volveremos a ver en el próximo Jacobeo del 2004.
Madrid, 2 de abril de 1999.
Juan Miguel.
Última Actualización:
14 de Febrero de 2001
Javier Echeveste