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A veces empiezas algo sin saber exáctamente porqué pero aún así tienes la sensación de que estás dónde debes. Así ha empezado mi Camino de Santiago.
Ayer [miércoles, 28 de julio] fue un día bastante agotador: autobús a las 6:30 desde BCN hasta Pamplona (7 horas y poco) y luego, tras deambular por la ciudad 4 horas más, otro autobús hasta Roncesvalles.
Roncesvalles merece un punto y aparte, y es que parece mentira que con tan sólo 5 edificios (exactamente) un lugar tenga tanto encanto e historia (y, sobretodo, un nombre propio).
Nada más bajar del bus (los 40 peregrinos que llegamos) fuimos a la Colegiata, que es el edificio más grande: tiene un museo, una Iglesia y la oficina de recibida de peregrinos. Allí nos dieron la acreditación de peregrino (que vamos sellando por los pueblos) y el número de litera para el albergue (todo por el módico precio de 5 euros), también nos informaron de los horarios del albergue: a las 22:00 cierran las puertas y las luces (el mensaje era claro y contundente) y se abren a las 6:00. Por si os parece austero, a las 8:00 todo el mundo tiene que estar fuera.
Antes de cenar, la mayoría asistimos a una ceremonia ritual, dónde nos hicieron una especie de hechizo grupal de protección para los peregrinos, y nos regalaron una serie de parlamentos realmente emotivos (en varios idiomas). A todo esto los nativos le llaman Misa y se hace en la Iglesia.
Luego, sin darnos cuenta, ya estabamos todos en literas y con las luces apagadas.
Mientras asistía a la sinfonía de ronquidos más asombrosa que he oído nunca, se iba viviendo la energía de los millones de peregrinos que han pasado por ese lugar, desde Carlomagno hasta Coelho...
Aquí hay gente de todo el mundo: asiáticos, norteamericanos, chilenos, europeos de todas partes, australianos y, el que más gracia me ha hecho: un israelí que habla 6 ó 7 idiomas. Africanos no hay...
Ahora estoy en un pueblo llamado Zubiri. He llegado sobre las 15:00 y aquí pasaré el resto del día. Estoy en un albergue nuevo (mañana cumple 15 días), sólo tiene capacidad para 16 peregrinos pero es un lujo de lugar. No creo que encuentre más así por el Camino así que mejor aprovechar. Nada que ver con Roncesvalles. Aquí, por 9 € eso sí, tenemos cama, microondas, máquina de café, periódicos y, lo mejor de todo y sin lo cual no estaría escribiendo esto... Internet gratis!!! Y lo mejor es que no hay horario de cierre. Aunque con lo cansado que estoy seguro que a las 22:00 estoy durmiendo.
Tras los primeros 24 km. queda claro que el servicio militar no puede ser mucho más duro. El ritmo lo pones tú pero las piedras y las pendientes (cansa igual subir que bajar!) ya están puestas. Y eso que sólo es el primer día... Pero de momento llevo todo el día con una sonrisa en la cara: es el mundo y tú. Face to face. Al principio es un poco "complejo de Forrest Gump": parece que hayas empezado a andar porque sí y que no pararás hasta que se acabe el suelo. Luego te vas sintiendo parte de algo muy grande y cada paso es como una pequeña superación personal.
Lo más divertido es cruzarse con gente: ciao! bon jour! agur! bye! y cosas raras que ni entiendo.
Y los cruces de miradas y sonrisas: muchos vamos solos (debe ser cosa de 50%) pero encontrarse con alguien es compartir una misma emoción. Es genial. Además, como todos los que hemos salido el mismo día vamos haciendo etapas parecidas, nos vamos cruzando y adelantando continuamente. Lo mejor es que hablas con todo el mundo, incluso con la gente de los pueblos que cruzas, y todos son encantadores, menos un navarro fortote, que tiene un bar en Burguete, que iba murmurando con su mujer argentina -muy maja ella- sobre lo grande que era mi mochila. Realmente es de las más grandes que he visto por aquí (y eso que al final no me he llevado la tienda!). Llevo 3 kg más de los 10 recomendados pero espero comerme un par de kg pronto y aguantar como un campeón, me ha dicho una chilena que si pasas del 8º día, seguro que llegas a Santiago, y el chileno que va con ella me ha dicho que en Europa todo el mundo conoce a Jodorowsky pero que en Chile no saben ni quién es. Aunque él sí que lo conoce.
Bueno, pues aparte de (en el principio del Camino) haber pasado por la tumba de algunos peregrinos (había una placa de un peregrino japonés que murió en medio de la montaña hace pocos años) y habiendo tardado casi dos horas en hacer los primeros 3 km porque cada 10 metros me paraba a hacer fotos de cualquier cosa... eso es todo por hoy (que ya es bastante). He aprovechado que había Internet, cosa dificil de encontrar por estos pueblos... Aunque mañana, en teoría, llego otra vez a Pamplona (ahí tengo localizados un par, o quizás los dos únicos, cibercafés).
Por cierto, la anécdota del día la ha puesto un chaval que ha salido del albergue, ha dado la vuelta al edificio y se ha perdido. Yo, que llevaba media hora haciendo fotos (unas 2 más o menos -mi velocidad de fotoperiodista de guerra habitual-) me lo he encontrado y me ha preguntado si sabía dónde estaba el Camino. Lo mejor es que el Camino está a 10 metros en línea recta desde la puerta del albergue. Vaya forma de empezar... este es de los que acabará por Cádiz o Málaga preguntando por el botafmeiro.
Hasta pronto!!
Al llegar a la cima (tras un par de horas) la sorpresa ha sido encontrar una caravana con un pequeño botiquín y latas de refrescos para los deshidratados peregrinos (yo creía que me había dado una insolación y que veía visiones). John, el inglés que atendía el puesto, tenía, como no, su historia: era ejecutivo de alguna empresa importante y, de repente, a sus 40ytantos, le despidieron. Entonces se replanteó su vida y decidió comprarse una caravana y se dedica a parar por lugares dónde sabe que su presencia será de gran ayuda por el Camino de Santiago. Lo que más gracia me hizo fue la papelera que tenía, había puesto un letrero en inglés donde se leía: tire aquí la basura, los pensamientos obsoletos, los malos jefes, los males de amores, las exesposas malvadas...
Allí mismo también se encontraba Joana, la brasileña, recibiendo asistencia médica para sus pies (al final la ayudé a convencerse para seguir tras encontrarle el bordón -palo- en el albergue de Pamplona) y también uno de los personajes más sorprendentes que he tenido la suerte de encontrarme en el Camino: un alemán (creo) de 66 años llamado Philip. Tenía el aspecto de un náufrago y sus botas (de 3 kg) le habían dejado los pies blanquísimos contrastando exagerádamente con el moreno de sus piernas. Me puse a hablar con él y al preguntarle cuándo había empezado a andar me dijo que el 27 de diciembre. Evidentemente yo aluciné (la verdad es que lo primero que pensé es que un señor tan mayor debía ir muy lento, aunque no tanto). Para mayor sorpresa me explicó que había empezado a andar desde Alemania, de allí había ido a Roma y luego a Saint Jean (una etapa antes de Roncesvalles). Yo le dije en broma que sólo le faltaba ir a Jerusalén, él me miró y, sonriendo, me dijo que ya lo había hecho. Resulta que llevaba más de 20 años andando por el mundo (sí, sí, andando) y trabajando un poco cuando se quedaba sin dinero. Un auténtico trotamundos. Impresionante.
Durante esta jornada conocí a Oriol y Natalia, una pareja de Lleida que hacen el Camino en bici y con un cocker de 3 meses llamado Sherpa (como mi mochila). A pesar de que la primera vez que nos cruzamos me saludaron con un "bye!" desde el momento en que, en una parada bajo un árbol, les oí hablar catalán, empezamos a hablar y hemos hecho 'muy buenas migas'. Son los únicos ciclistas que van con un ritmo tranquilo (llevan un ritmo muy tranquilo, no como los demás ciclistas que parece que vayan contrarreloj). Es curioso porque ya conocen a muchos de los que vamos a pie porque van casi tan lentos como nosotros.
La bajada de la Sierra (tan dura como la subida) me llevó a detenerme un buen rato en la primera fuente que encontré. Allí había un grupo de italianos y uno se acercó para preguntarme cómo se decía en español el objeto que ambos estábamos llenando de agua. Al decirle 'can-tim-plo-ra' el chaval se empezó a reír (por lo sonoro-rimbombante de la palabra) y fue a decírselo a sus compañeros a quienes también les hizo gracia. Luego le pregunté cómo se decía en italiano y me dijo que borracha. Había un par más de españoles cerca y está claro que también nos reímos. Les expliqué que borracha era traducción de ubriaca y entonces nos reímos todos. ¡Que bonita es la comunicación!
A todo esto (tras un ratito perdido otra vez) llegué a Obanos. Allí, en la plaza mayor (muy medieval y encantador) había un escenario dónde se iba a realizar la última representación (tras 7 días seguidos) del "Misterio de Obanos", una especie de auto sacramental "ambientado en el Camino de Santiago". Desde el principio del Camino había encontrado muchos carteles anunciándolo y como el pueblo era tan bonito, decidí quedarme para ver el espectáculo. El problema surgió al ver que la función empezaba a las 22:00 (hora a la que, en teoría, cerraba el único albergue del pueblo) así que decidí que esa noche dormiría al ras. Antes, sin embargo, pasé por el albergue para que me sellaran el carnet de peregrino. Nada más entrar oí una voz conocida y me asomé al comedor: era Juanjo, el asturiano de Bruselas, y también estaban Joana, la brasileña, y una francesa que no conocía (pero que sólo habla francés y no entiende inglés ni español). El encuentro nos hizo mucha ilusión. Es una unión entre peregrinos que no sabría bien cómo definir.
Juanjo me informó que el hospitalero nos dejaba asistir al espectáculo y luego entrar en el albergue. Él había convencido a las dos chicas para ir a verlo (estaba realmente emocionado con el tema) y a mí no me supuso mucho sacrificio, antes de cenar y/o ducharme, hacer 20 minutos de cola y pagar los 15 € que costaba la entrada (ya podía ser bueno bueno) que de hecho fue una suerte conseguir ya que 15 minutos más tarde se habían agotado.
El escenario era muy bonito (la mayor parte del mismo estaba formado por los propios edificios de la plaza, incluida la Iglesia). Al volver al albergue mis amigos me obsequiaron con una gran cena: un plato de lentejas calientes que sabían a gloria.
Por cierto, en la entrada del albergue (al más puro estilo Hall-of-Fame) había un par de botas (o dos amasijos de barro seco bajo los cuales decían que había unas botas) de un hombre, con auténtica FE de hierro, que al llegar a Obanos había decidido seguir descalzo el Camino. La verdad es que casi a diario encontramos al menos un par de botas abandonadas en algún hito de los que marcan el Camino. No sé si todas serán de gente que decide seguir descalza...
Después de cenar fuimos corriendo a coger sitio para el espectáculo (había más de 800 personas de público) y lo demás fue muy especial para los cuatro únicos peregrinos que estábamos ese día entre el público. Cautivador... antes de que empezara hablamos un poco con una señora que estaba sentada junto a nosotros y se sorprendió en sobremanera al descubrir que éramos una francesa, una brasileña, un asturiano y un catalán, que hacíamos el Camino y que no hacía ni 24 horas que nos conocíamos!!
La historia empezaba con un grupo de peregrinos modernos que llegaban a la Plaza Mayor de Obanos con todo el equipo: mochilas, vieiras, bordones... y uno iba leyendo la típica parrafada que pone sobre cada pueblo en las guías. ¡Éramos nosotros! (aún me emociono al recordarlo). Entonces aparecía el alcalde y se ofrecía a explicarles la historia más importante del pueblo: la historia de Santa Felicia y San Guillermo. A estas alturas (apenas 3 minutos) creo que todos nosotros ya estábamos encantados con el espectáculo. Conscientes de que las casualidades del Camino nos habían llevado allí, disfrutamos como nadie (la chica francesa se marchó en el descanso porque no entedía nada. Bueno, ella dijo que estaba cansada pero aparte de eso, no se estaba enterando de nada. El de Bruselas traducía de vez en cuando pero hablaban mucho y era difícil). Los demás aguantamos como campeones aunque estábamos agotados. Temperatura perfecta, luna llena, una historia casi hecha especialmente para nosotros... genial.
El despliegue de medios era asombroso: fuegos artificiales acordes con la voz de la narradora (asustando al público y, a la vez, maravillándonos), iluminación espectácular (incluso en algún momento se iluminaban las vidrieras de la Iglesia desde el interior), humo, caballos, efectos de humo... y unos 80 obaneses actuando.
Todo acabó a las 00:30 y nos fuimos a dormir con una sonrisa enorme a pesar de que no podíamos ni con nuestra alma. Lo más curioso es que los otros cinco peregrinos que estaban en el albergue y no asistieron a la representación tampoco pudieron dormir porque el albergue formaba parte de una de las paredes de la plaza mayor.
Al día siguiente, pese a haber dormido apenas 5 horitas, al menos yo, salí con un nuevo acopio de energías.
La cuarta etapa fue muy irregular. Después de andar a buen ritmo durante casi todo el día (y cruzarme con una nueva placa homenaje a una peregrina canadiense "fallecida trágicamente" cerca de una carretera) llegué a los dominios de Estella.
Antes de entrar en la ciudad, me paré a descansar en una fuente. Tras saludar a un par de ciclistas tuve el único (y esperemos que último) sobresalto del Camino. Estaba ya recogiendo para continuar cuando, de repente, apareció un viejo coche blanco a una velocidad excesiva para lo que era la carretera. Mientras el copiloto señalaba en mi dirección, el conductor pegó un volantazo a la vez que frenaba en seco. La maniobra fue tan brusca que el coche rascó todo el lateral contra la pared de roca al detenerse, apenas a un metro de donde yo estaba. Mi instinto (muy desarrollado últimamente) me puso en alerta rápidamente y me puse la mochila a la espalda con el corazón en un puño. Cuando el conductor, velozmente, bajó del coche (el copiloto no podia abrir la puerta porque estaba contra la roca) pude observar que se trataba de un par de sudamericanos, tatuados hasta el cuello, y con demasiados bultos (mochilas) en el coche como para solo dos personas. El chaval me preguntó, sin siquiera saludar, si sabía dónde estaba el camping. Yo sin parar de andar, le respondí que todo recto. A esto se acercó un poco y siguió preguntándome si venía de dormir ahí (todas las preguntas eran fuera de contexto porque los peregrinos vamos a albergues y nadie sale de un cámping a las 17:00). Al ver que contestaba en español y que llevaba un bordón (palo) muy grande simplemente me dijo "Paz, hermano". No sé qué intenciones llevaban pero sé la sensación de peligro que me invadió en ese momento. Además justo el día antes me habían alertado sobre robos en el albergue de Estella (y en los albergues más grandes) perpetrados por gentes con acreditación de peregrino pero que viajaban en coche y se dedicaban a desvalijar a los auténticos caminantes por las noches (mochilas enteras, carteras, botas, etc...). En fin, más vale prevenir...
En Estella había quedado con una amiga estellica (Zuriñe) y, además, eran las fiestas del lugar. La mayoría de la gente (desde niños hasta abuelos) vestía los colores típicos festivos de Navarra (pantalón y camiseta blanca y pañuelo rojo al cuello) y había mucha animación. Tras unas vueltas por la bella ciudad, seguí el Camino por la noche con intención de dormir al ras aprovechando el calor de los últimos días. A las 22:00 salí de Estella (en parte también porque me habían contado que muchas veces los peregrinos perdían un día o dos allí por culpa de las fiestas, lo bonito del lugar, etc..), el Camino nocturno era fácil de seguir por las zonas urbanas o los pueblos. El problema surgió al entrar en los tramos de montaña, ya que la visibilidad era más bien nula.
En algún momento, estando yo a un par o tres de km de distancia, empezaron los fuegos artificiales en Estella y era realmente espectacular ver cómo el Camino se me iluminaba con la explosión de palmeras rojas, verdes y blancas.
Pasé fugazmente por la que seguramente sea la fuente más original de toda España: la Fuente de Irache. La particularidad que tiene es que al accionar el grifo, en vez de agua, sale vino. Tal y como suena. Yo, simbólicamente, le di un trago y seguí el Camino. No será el mejor vino del planeta pero es el más divertido de beber. Tras internarme en una zona muy boscosa decidí que había llegado el momento de usar, de una vez, uno de los artilugios que había estado cargando desde el principio del Camino: el foco-linterna típico de los mineros. Impresionante, un halo de luz salía de mi frente iluminando allá donde yo girase la cabeza. Tras encontrar un sitio, más bien malo, para dormir, monté el campamento.
Hoy no voy a soltar un rollo sobre las aventurillas. Son unas reflexiones sobre el Camino como metáfora (o reflejo) de la Vida. Podeis substituir la palabra Camino por Vida.
Es lo que estoy aprendiendo de momento. Espero que os resulte interesante:
Las lecciones del Camino:
- Ante todo, humildad. La humildad de ser uno más entre los millones de peregrinos que han andado el Camino: desde los más ilustres a los más santos... de los más notorios a los más anónimos...
- El ánimo de seguir adelante. Como reza un panel en el Camino: "No sé dónde iré, pero será hacia delante." Los ánimos que dan las gentes del Camino, las pintadas en puentes, paredes, asfaltos de los trechos más duros: "Aupa peregrinos!" "¡Ánimo!"
- El dejar atrás bellos pueblos, parajes asombrosos, buenas gentes y hospitaleros amabilísimos... con cierta pena en el corazón pero con el alma abierta a lo que nos depare el Camino en adelante.
- El esfuerzo de seguir caminando, pese al barro, las piedras, las cuestas, las bajadas, el sol abrasador, la lluvia, la sed, el hambre, el desánimo... El esfuerzo de seguir porque hay una meta, un destino: Santiago.
- El recordar, entre tanta iglesia y cementerio, que somos mezcla de carne y luz. Que hay que alimentar y cuidar, como el gran regalo que son, el cuerpo y el alma.
- El abrirse a todo aquel con quien te cruzas, porque todos somos compañeros de Camino, aunque a veces suframos. Compartir alegrías aún sin saber cuándo se producirá el reencuentro, si es que se produce.
- Entender que toda frontera es ilusión y sólo sirve para alejarnos. Lo mismo da de qué continente se venga, de qué religión... todos andamos el Camino.
- El fijarse en lo que nos rodea, en la belleza del mundo, en la belleza de la gente. La variedad de colores, olores, texturas, sonidos... que se nos regalan a diario.
- Aprender a valorar la sombra de un árbol, un plato de comida caliente, el agua fresca de una fuente, una nube... unas palabras amables.
- Sentir que no existen los imposibles, que somos un pequeño puntito capaz de abrazar constelaciones enteras.
- Que, una vez más, nada es casual.
- Que hay gente de buen corazón y gente con el corazón triste, esperando que alguien les escuche, les comprenda y, sin juzgarles, les ayude a cambiar la tristeza por una sonrisa.
- Que la FE y la VOLUNTAD lo pueden TODO...
¿Por qué ando el Camino? Me lo pregunto a diario. Quiero pensar que porque quiero mejorar y porque si todos mejoramos un poquito, el mundo será un poquito mejor.
Saludos!!
Ya he llegado a Galicia. Parece mentira que haya atravesado andando Navarra, La Rioja y Castilla León.
Estoy en Ocebrero, el primer pueblo de Galicia. Tenía pensado ir más lejos hoy pero me ha gustado y aquí me quedé. Está lleno de turistas pero hay payozas y hórreos (casas típicas muy majas) y una vista impresionante. Además, al llegar, incluso había unos hombres animando el lugar con gaitas y tambores. Todo muy celta.
El lugar está justo encima de la temida etapa de ascenso del Ocebrero (desde Roncesvalles que oía hablar de lo duro que era) y la verdad es que la gente es un muy exagerada. Yo me lo he subido tres días seguidos. Y es que últimamente el Camino y yo estamos interactuando de forma extraña...
Hace unos días me dió por andar descalzo, tardé unas 10 horas en hacer 5 km. (en realidad hice casi 10 porque tampoco seguí las flechas amarillas y me fuí atravesando montañas). El resultado fue que visité todos los pueblos alrededor de Villafranca del Bierzo (que era el lugar donde tenía que ir), por allí hacía años que no veían peregrinos y, al verme, a parte de la gente que me miraba como si fuese un extraterrestre (por ir descalzo), todos tenían claro que me había perdido. La verdad es que hubo tramos muy dolorosos y andaba un poco como Chiquito de la Calzada pero con 15 kg. de mochila a la espalda (hace días que llevo más peso que el que tenía al principio).
En fin, hoy también he subido el Ocebreiro descalzo (todos los que me veían alucinaban bastante) pero ha sido un lujo porque el Camino estaba embarrado y desde que empecé a andar descalzo (no es cada día) no tengo ampollas ni dolores.
Hoy he conseguido salir por fin de Vega de Valcarce. Allí he estado casi tres días y dos noches (cosa sólo permitida en caso de enfermedad o algo así). Yo me quedé porque las hospitaleras eran muy simpáticas y el paisaje y el lugar me enamoró desde el principio. Además las chicas me han llevado estos días a todas partes y he visto como se vive aquí, en general. Hoy les limpié el albergue en contrapartida y si me llego a quedar más días hubiese ayudado a pintar el albergue. Pero el Camino ya me reclamaba. Ahora estoy en un albergue con más de 100 personas (el suelo está todo ocupado) y no conozco absolutamente a nadie. Con las últimas etapas que he hecho ya me han adelantado hasta los más lentos que conocía. Es como empezar de nuevo.
Ahora mismo no recuerdo mucho acerca de todas las cosas que me han pasado en los últimos 15 días (tengo las notas del diario en la otra punta del pueblo) pero como pequeño resumen explicaros que lo más impactante fue el día que, tras dormir en la puerta de la Iglesia de Rabanal del Camino, conocí a un Templario. Un auténtico caballero templario de la OTR (Orden de los Templarios Resurgidos) que nos defendió durante la noche de unos gamberros que nos querían lanzar unas tracas de fuegos artificiales sobre los sacos. El hombre iba con la vestimenta antigua y todo. Genial.
A parte de eso hay historias de todo tipo. Incluso coincidí, por si a alguien le interesa el boxeo, con Castillejos, un boxeador español que está haciendo el Camino. También descubrí que Coelho parece ser que no ha andado el Camino. Y mil cosas más que me dejo pero que ya os explicaré si os interesan...
La verdad es que ahora no recuerdo nada más, menos mal que lo tengo todo apuntado. En el fondo es bueno porque sólo existe el presente.
Tampoco estoy triste por encontrar colas para todo, ni por estar en uno de esos lugares donde la gente no se saluda por la calle.
Creo que estoy un poco triste porque no sé cómo me siento. Recuerdo al primer día cuando empecé a andar desde Roncesvalles, más feliz que una perdiz en el paraíso de las perdices, y lo que siento ahora es muy diferente. Los cientos de peregrinos que hay por aquí ya casi tampoco nos saludamos. No hay brillos en los ojos, ni sonrisas, ni espíritu peregrino. He tenido suerte de encontrar cama por 5 euros. La primera cama en ¡¡semana y media!! En fin. Cuando asimile todo seré capaz de explicar más cosas. Eso si no me quedo en Santiago a pedir limosna en la Catedral para poder volver. Mi cuerpo no quiere ni oír hablar de volver andando sin dinero hasta Barcelona. Quizás otro año.
Un saludo desde el final de mi Camino para todos.
Estoy en el último pueblo de Galicia (el que antes era el primer pueblo de Galicia) y ahora volveré a entrar en León. La vuelta está siendo austera. No porque no pueda disponer de dinero sino porque quiero hacerlo así, nuevas experiencias. La media de gastos de la vuelta no llega a 1 euro al día (y eso porque compro pan. Bueno, hoy no, por ejemplo).
Algunos insensatos habían dejado en la papelera del último albergue en que estuve anoche (Monasterio de Samos) dos barras de pan ¡¡enteras!! (en una bolsa de plástico) y hace un par de días otros peregrinos me dieron un montón de chorizo que iban a tirar. Aquí la gente tira un montón de comida, ¡¡no lo entiendo!!
La vuelta ha sido reconciliadora con Galicia. He encontrado hospitaleros majos y he conseguido cama incluso andando hasta tarde (como hoy, que ahora seguiré unos km más).
Bueno, no me puedo enrollar más, que tengo que seguir andando o se me irá el sol. Pronto volveré a casa. No sé si con kilos de menos porque no he visto una báscula desde que salí de casa pero con un montón de experiencias (no tengo intención de masacraros con batallitas, tranquilos, lo llevo por dentro) y con unos 17 carretes de fotos (que no tienen más valor que recordarme momentos, bueno valor si que tienen porque la pasta que me va a costar revelar, positivar y, cuidadosamente seleccionando, ampliar puede ser considerable).
En fin, un abrazo y ¡¡hasta pronto!!
Ricard N B
publica los artículos: virgulilla3@yahoo.es