Camino de Madrid
junio de 2006

Alguien me dijo al teléfono : catalana en el Camino de Madrid :"Bon Camí".

Camino que antes de hacerlo albergaba para mí ¡¡¡tantas dudas y reservas!!!
Pocos días antes de aprobarse el manido Estatut de Catalunya, había pensado contestar a quien preguntase que de donde era .. "soy de Valladolid ", es decir camuflarme de castellana y así de paso mimetizarme con el paisaje.
Cap problema.

Sellos de la Catedral de la Almudena e Iglesia de Santiago y dispuesta para partir.

Madrid . Salgo de la calle Velazquez esquina Juan Bravo ( dormí en un convento colegio donde vive mi tieta) y desde allí tomé la Castellana tooooooda para arriba hacia la plaza Castilla en busca de la primera flecha amarilla para a continuación torcer en el Hospital de la Paz.

Desayuno en la cafeteria de la Federación de tenis para enfrentarme a las horas siguientes con el estomago preparado y dejar atrás la capital.

Fue a finales de primavera, entrando en verano y lo pasé francamente mal en algunos momentos por las altas temperaturas. Lo sentí como un Camino muy duro que me puso en algún momento al borde de las lágrinas,,,, ¿he dicho al borde? día a día atravesando lugares que no conocía, paisajes nuevos, Castilla seca, dura, de sol implacable, aunque las sombras de las zonas de pinares ayuden un poco a mitigar el calor.
Aprendí a andar con bordón y paraguas a la vez (algo que no me resultó nada fácil ) para protegerme del sol, a convivir con una soledad que en algunos momentos incluso llegaba a doler. Bastante similar al Camino catalán que dudo que alguna vez sean caminos muy transitados aunque los promocionen las instituciones o en las ferias de turismo.

Los primeros días recuerdo el contemplar las torres Kio en lontananza, los Colmenares Viejos, la cría de toritos bravos camino de Manzanares

A los pies de la Pedriza, a media tarde se refresca el deseo a la viera fluvial de bañarse en el rio Manzanares, corazón de la bonita Sierra de Madrid, en un sábado folklórico en medio de una prole gitana.

Segovia es sobre todo su imponente acueducto romano, refleja en su piedra milenaria los colores del atardecer de forma magistral, después de la subida y bajada al puerto de la Fuenfria.
En la capital segoviana los cerditos, cochinillos, son expuestos en los aparadores como ricos manjares, pero me recuerdan demasiado a los bebés recién nacidos.
Duermo a escasos metros de la Catedral en la habitación - zulo de una pensión, está al lado de un kiosco con música en directo que no cesa hasta bien entrada la madrugada.

Añe y los dos tipos extraños que están aposentados delante del albergue con aire de pirados, familiares del alcalde pero que son inofensivos, se encargaron de darme la llave del albergue.
Coca y su imponente castillo.
Comida peregrina en Puente Duero y concierto - cena con peregrinos de la tierra y cantante sevillano que pone letra y música a la cotidianidad del Camino.

Las Simancas, las Ciguñuelas, Wamba y sus siniestras calaveras depósitos de muerte formando un espéctaculo macabro.
La Hornija de Peñaflor, en realidad Peñaflor de Hornija y su cucaracha-despertador saliendo del sumidero dándome los buenos días en las duchas del polideportivo donde dormí, recuerdo también de ese desangelado pueblo al borracho que recién llegado a su casa de marcha a las siete de la mañana empeñandose en invitarme a desayunar.

Los soportales costumbristas de Medina de Riseco y su maravillosa e impactante iglesia de Santiago, un parroquiano de los últimos bancos me guiña el ojo y me desconcierta ... Villalón .... seguir caminando ...

Dice la copla :

Camino de Castilla ya no va nadie,
solo hay polvo y piedras y
el viento que las mece

Esta estrofa define de forma perfecta el Camino solitario castellano que parece no tener fin.

El aire caliente no deja de acompañarme en todos mis pasos, buscando en las altas nubes formas imaginarias pero inexistentes, quizás un poquito de sombra. Un peregrino en Camino justo en ese mismo instante en que voy contando las nubes, pretende hacer un trueque a traves de un mensaje :

- "Cambio un trozo de asfalto por un pedacito de nube ",
Sentimos que la necesidad de sombra es la misma, aunque el se acerque a Fátima y en cambio yo me encuentre por las tierras de Pinares, de Campos, de Piedras o Rastrojos.

Alergias en mis piernas dan resultado a visitas médicas ambulatorias en varios lugares : en Segovia, Santa Maria de Nieva, y seguro que algún otro pueblo más,,,, objeciones a mi la cartilla sanitaria catalana, el ocho barra no consta, por lo que a punto están de no recetarme el remedio corticoidal en forma de crema.

Un mosquito se introduce sin pedir permiso en mi pabellón auditivo poco antes de llegar a Villaverde, por suerte me abandona en unos minutos que se me hacen eternos. La tierna manita de Kedam y tropecientos litros de Aquarius consumidos.

Recordaba como si fuera vivido en sueños, en delirantes espejismos,,,,, añoraba a menudo esa piscina de Cercedilla en la sierra de Madrid, en la que no me quise bañar por ser pelín pudorosa, ( habiendo la posibilidad de que los curas observasen desde las ventanas, aunque en ese momento si se estaban bañando unas monjas ). La vaig notar a faltar després, socarrimada pel sol que fins i tot vaig pensar ... si !!! tant sols havía sigut una ilusió!

La soledad es una compañera pegajosa, te sientes peregrino en Camino, pero en medio de alguna parte en un paisaje cambiante, a veces monocolor, y otras en un bosque de pinares interminable con suelo de arena tipo playa en que has de estar atento en cuanto te sientas a descansar ya que luego puede ser fácil equivocarte de dirección ya que los caminitos y sendas son parecidos.

Conejillos asustadizos, nidos de hormigas, mariposas de todos los colores, crias de toritos bravos que crecen si saber cual será su destino, algún perro abandonado o solitario que desearía que me acompañase pero no tengo esa suerte.

Se hace Camino conforme vas andando. Pequeños pueblos segovianos, vallisoletanos, castellanos. Castilla no es una tierra fácil para labrar sus campos y llegar a subsistir, es evidente que tampoco lo es para mi el caminar por ella.

Pero está llena de sensaciones nuevas. Campos, campos y de nuevo más campos, muchos pueblos con ese final "de Campos" que intento buscar su encanto pero por encima de todo, el reto de seguir a la mañana siguiente cuando por fin al final de la tarde te acuestas a descansar.

Y por supuesto, mi mejor recuerdo :

La manita de Kedam

Después de caminar bastante rato por el arcén de la carretera, cuando por fin ves el letrero con el nombre del lugar al que recién entras, sientes un gran alivio y la sensación de haber llegado a alguna parte y descansar un poco.

A media mañana el pueblo aparece desierto, cuando de repende sale de entre sus calles un pequeñajo de unos ocho años. Es de ascendencia árabe, piel morena, con unos ojos enormes, se llama Kedam y se ofrece encantado acompañarme a la fuente de la plaza.
Mira con asombro mi atuendo: sombrero de paja, largo bordón y la mochila a la espalda, preguntando que de donde vengo y a dónde voy. Parece como si no hubiera visto hasta ahora a nadie llegar andando a su pueblo.

-Pues mi mamá dice que las carreteras son solo para los coches.
-Sí, Kedam, tu madre tiene toda la razón -le contesto.
-Creía que los paraguas se abren solo cuando llueve.
-Así es, Kedam, pero sirven también para taparse y protegerse del sol.
-Pues si vas andando, yo te puedo prestar mi patinete a motor para que llegues antes al siguiente pueblo.
-Te lo agradezco, pero es que tu te quedarías sin poder jugar con él -le contesto sonriendo divertida.

Ya en la plaza, el niño morenito se ocupa de llenar mi botella de agua y de mojar mi sombrero bajo el chorro de agua fresca que mana de la boca de una rana de metal de color dorado.
Mientras me refresco las piernas con los pantalones remangados por encima de la rodilla y los pies descalzos se van dejando ver poco a poco los habitantes del pueblo.
Van apareciendo el abuelo, el nieto adolecente, la señora que sale a pasear el perro, y el alguacil. Pronto se forma un corrillo bajo la insuficiente sombra que ofrece un árbol.

-"Una peregrinaaaa", avisa a voz en grito una señora saliendo de su casa.

-"Por aquí no pasan muchos peregrinos pero les ofrecemos dormir en el ayuntamiento, esa es una forma de acogerlos, en esta época se ven a pocos ", me comenta el más viejo del lugar.

Es hora de despedirme de ellos ya que el calor del mediodía es fuerte y he de continuar.

Cuando de repente siento la manita de Kedam entrelazada a la mía mientras me acompaña a la salida del pueblo, me emociono un poco con ese tierno contacto. Le enseño las flechas amarillas que voy siguiendo y que están pintadas en las aceras y paredes de su pueblo pero que él que no sabía lo que eran desconociendo su significado.

Fueron apenas diez minutos en ese lugar, con esas gentes sencillas, con ese niño que me lo hubiese llevado puesto a pesar de no ser demasiado niñera, pero que sin duda, me costará olvidar.

Hasta siempre Kedam.

Sofía