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O Caminho dos trovadores
01. Barcelos - Ponte de Lima
02. Ponte de Lima - Sao Roque
03. Sao Roque - Valença do Minho - Tui
04. Tui - Redondela
05. Redondela - Pontevedra
06. Pontevedra - Caldas de Rei
07. Caldas de Rei - Padrón
08. Padrón - Santiago
09. Santiago de Compostela

Barcelos - Ponte de Lima

32 km.
Caminho Português (setas amarelas)

Las horas anteriores han sido movidas, despues de la pérdida de mi mochila y bordón en el vuelo de Iberia, es en Vigo donde decido coger el tren dirección O Porto, Portugal. Durante el viaje comparto con Oscar su experiencia del Camino desde Roncesvalles a Santiago, es português y viaja de regreso a casa cambiando de tren en Porto hacia Lisboa donde vive. Me anima a llegar a Barcelos sin nada, confiando en que me traigan mis cosas por la noche o al dia siguiente. Estoy pasando algo de frio, ya que mi ropa es casi de verano. Me instalo en Barcelos y a la mañana siguiente después de recuperar mis escasas pertenencias, es decir la mochila y el bordón.
Salgo impaciente de la ciudad hacia Ponte de Lima. Observo el curioso "carimbo" (sello) en relieve, sin tinta, de la Igreja de Senhor Bom Jesus, sintiéndome algo desasosegada, como el poeta lusitano Pessoa, escuchando los comentarios del sacristán al que no le parece del todo bien que vaya sola, me desea suerte, aunque hubiera preferido un" Bom Caminho "...
La mañana es lluviosa, busco las " setas amarelas " por la ciudad, a la salida delante del hospital mental de S. Joao de Deus aparece mi compañero de caminho, mi perro peregrino. Camina a mi lado, me alegro de que me acompañe.

Ha quedado atrás la incertidumbre inicial, me siento bien dando mis primeros pasos, decido desayunar por segunda vez al no poder resistirme a las pastelerias-café portuguesas, me tomo un "pingo" y un pastelito, es necesario coger fuerzas puesto que la etapa es larga.
Al llegar ayer de noche, no tuve tiempo de recorrer la ciudad que es bonita, eso si, para ahogar mis penas en la cena dí buena cuenta de un bacalhau y un par de copas de vino verde, que me dejó en un estado de semi-atontamiento, ya que luego me costó encontrar la pensión.
Barcelos es conocida por la leyenda del gallo, que ha pasado a ser el símbolo de Portugal.. Presiento que me va a gustar éste pais, sus paisajes, sus gentes, éste Caminho verde. Durante toda la etapa he ido parando varias veces, ya que el café me parece muy bueno. Es curioso, porque varias veces a lo largo el día me preguntan si soy francesa, "¿a Santiago? ¡Válgame Dios, que sacrificio!".
La etapa de Barcelos a Ponte de Lima va alternando tramos de carretera con sendas y caminitos rodeados de vegetación, por las escasas marcas del suelo, deduzco que no son muy poco transitados.
Voy haciéndome a la idea de que este Caminho es muy solitario, al menos en esta época del año, por el tono en que me pregunta la gente, se muestran sorprendidos pero siempre amables.
El chucho português camina junto a mí, es un perrillo pequeño que pretende hacerme creer que está ahí como por casualidad, cuando me paro y le hablo, me gira la cara, mirando hacia otro lado. Al borde del caminho las gentes sencillas trabajan el campo, dándome los buenos días, tengo la sensación que en un par de semanas entre ellos, sería capaz de hablar el portugués sin dificultad. Son cálidos y musicales en sus palabras y en los hombres aprecio cierta timidez...
Balugaes, Facha, voy tomando fotografías preciosas, los mojones de la carretera están tapizados de musgo verde, el paisaje es increible.
Cuando llego a la entrada de Ponte de Lima, casi me quedo con la boca abierta por la Av. de los Plátanos, es una ciudad preciosa con un puente restaurado, que un par de horas después, la casualidad hará que conozca a la arquitecta que colaboró en su restauración, cuando le pido que me haga un par de fotos junto al puente. Su marido colabora con l'ass. dos amigos do Caminho Português y me regala una guía que se acaba de publicar, en portugués e inglés, que por supuesto me ayudará mucho el resto del camino. Decido ir a la oficina de correos a "carimbar" y la funcionaria me responde: - "El sello no se puede utilizar para cualquier cosa", después de semejante corte me convenzo de que la mayoría de la gente no sabe de que va éste camino.
Voy a casa de M. Dores, donde su hospitalidad me hace sentir como en casa, compruebo que los peregrinos se han quedado cortos hablando tan bien de ella. Después de ducharme y descansar un poco decido emplear el resto de la tarde para visitar las iglesias llenas de flores con los colores violetas de Cuaresma.
Visito también la Universidad de Fernando Pessoa y carimbo allí.
También charlo un rato con un zapatero artesano hablando de la historia de España y Portugal, pero viendo que el tiempo pasa y todavía tengo mucho por visitar me despido, no dispongo de demasiado tiempo. Las iglesias son preciosas, están llenas de mujeres rezando, la gente es muy religiosa. Ponte de Lima es un lugar precioso para callejear, me siento satisfecha de haber elegido este Caminho Português.
De regreso a la Casa de las Camelias, charlo un rato con Maria Dores y le ayudo a recoger las flores que ha cortado de su jardín. Me abre la nevera y me dice que todo lo que hay está a mi disposición.
Me invita a entrar a su propia casa, donde la fotografío con una preciosa talla en madera pintada a mano de Santiago, curiosamente ella nació en la festividad del apóstol. Me despido de ella diciéndole que a la mañana siguiente saldré temprano, apenas haya luz y amanezca, ya que quiero fotografiar el ponte a esas horas.
Mi primer día de Caminho ha sido muy gratificante, los paisajes son maravillosos, me siento bien y llena de energía positiva.
Recuerdo el día de ayer, con la indecisión de viajar o no a Portugal desde Vigo, con una mano delante y otra detrás, sin ninguna seguridad, sólo con las llamadas de aliento de mis allegados y peregrinos amigos.
Mi determinación de coger ese tren dirección O'Porto, sólo la puedo comparar a la única vez que me tiré haciendo puenting, sintiendo algo parecido a: "Pase lo que pase, ahí voyyyyyyy".

Ahora veo claro que mi decisión ha valido la pena.
Pienso en todo esto, antes de caer dormida en mi primer día de Caminho.

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Ponte de Lima - Sao Roque

21 km.
La Serra Labruja

La etapa de Ponte de Lima a Tui es muy larga y dura, son más de 42 km. Decido dividirla en dos, tal como me han aconsejado. Atravieso muy de mañana el Ponte de Lima, lo fotografío con esa luz especial que tienen las primeras horas del día. Casi al final del ponte, se encuentra la capilla de la Torre Vella, medieval, donde se venera nada menos que al "ángel de la guarda", me parece romántico y precioso, sobre todo cuando al pasar los veintidós arcos romano-góticos del ponte, mi peregrino de cuatro patas, el chucho lusitano, aparece de nuevo a mi encuentro, rápidamente decido buscarle nombre, teniendo el río a nuestros pies, está claro...
Lima. Lima es un perro saltarín que me acompañará también en esa etapa, en la que tendré que bordear zonas anegadas. Me resulta un poco aventurero este caminho.
El día ha salido claro y soleado, yo me siento capaz de atravesar fangares, subir sierras y lo que se me ponga por delante. El paisaje es bonito, pero he decidido pactar con los "posibles habitantes" de la Serra Labruja y no fotografiar nada de ese monte, no sea que se vayan a molestar. Varios peregrinos se ocuparon en darme a conocer sus leyendas de lobas, lobos, brujas, meigas, encantamientos; otros fueron esquivos a mis preguntas sobre Labruja. Algo parecido hizo el propietario del bar del pueblo, que dio largas a mis preguntas.
En la Fonte das tres bicas, Lima se para a beber, yo también decido hacer un descanso y pongo los pies en remojo un rato en el arroyuelo. Aprovecho para comer unas galletas y cambiarme de calcetines. Es en ese momento cuando me doy cuenta de que Lima marca el caminho, las sendas, los lugares mejores por donde pasar y el ritmo de cada etapa. Las campesinas portuguesas se me acercan a charlar, me desean un buen viaje. Me siento un poco andando contracorriente cuando veo las flechas azules en dirección a Fátima, señalando la dirección contraria a la que yo llevo. A pesar de que está bien señalizado, me despisto un par de veces y no veo a Lima, me pongo algo nerviosa y me noto la boca seca. Rectifico y vuelvo de nuevo al camino. Casi de golpe, se convierte en una fuerte pendiente, ahí es cuando me equivoco, gracias a que he entrenado bastante y me encuentro bien físicamente, lo subo bien. Percibo un gran magnetismo en esa montaña, no la encuentro especialmente bonita, pero comienza a llenarse de flores silvestres. No me resulta difícil llegar hasta la Cruz de los franceses. Deposito mis ofrendas, un escrito y también unas pocas flores lilas y amarillas que dejo encima de las piedras. Es un momento especial, respiro profundamente y recuerdo que éste es uno de los lugares secretos de un amigo peregrino, Lobo, que aúlla en português y que ha compartido conmigo. Es entonces cuando decido que algún día volveré a este lugar. Pero sin duda lo haré acompañada. Mientras tanto Lima parece entender perfectamente lo que hago y ahora sí que me mira a la cara y no se muestra indiferente cuando le hablo.
Todo el tiempo me ha preocupado por encima de todo el no distraerme, siguiendo las flechas amarillas. Lo último que deseo es perderme en un lugar como éste, me inquieta su atmósfera y sus leyendas. Espero, a mi paso, no haber molestado a la meiga que vive en el alto de la sierra, la tal Emérita do Nascimento. Hay tramos en los que se me ha entrecortado la respiración y pienso en los peregrinos con los que me crucé en Barcelos, el primer día, que no les resultará nada fácil, ya que todos tienen cierta edad. Cuando por fin llego a la caseta de los guardas forestales, ya es todo bajada, es en ese tramo hasta llegar a Sao Roque, hacia el valle do Coura, donde me instalo por sugerencia de José Antonio de la Riera en el Repouso do peregrino (nombre que le comento a la dueña, me parece de lo más acertado).
Aprovecho para ir a la tienda de comestibles y comprar queso y galletas para Lima, que tiene está hambriento.
Al rato de estar descansando, tumbada en una confortable cama, oigo llegar a los alemanes.
La cena es distendida, me siento muy cómoda hablando con ellos.
Han salido desde O' Porto y llevan años haciendo diferentes caminos, son muy experimentados y sin embargo no se dan ninguna importancia.
Son educados y agradables, el matrimonio son los dos médicos, van con otros dos hombres, uno de ellos es franciscano, es el número dos de la orden en Alemania, un auténtico erudito, el mayor, rubísimo, ha debido ser muy guapo en su juventud. Son muy amigables, además suelo llevarme bien con los alemanes en el Camino.
Cenamos entre bromas, bacalhau y vino verde para la cena que está realmente bueno.
Me alegro de poder caminar la siguiente etapa en su compañia y con Lima, por supuesto.

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Sao Roque - Valença do Minho - Tui

21 km.
Entrada a Galicia

Salimos a las ocho de la mañana despidiéndonos de la encargada del hostal, en lo que creo que será en el futuro un albergue para peregrinos. Nos hace varias fotos para decorar el hotel, al rato pasamos por la iglesia de Rubiaes. Los alemanes son muy religiosos, se paran a cantar salmos y a recitar oraciones, para mí es una curiosa experiencia.
Una de las veces, descansando en un prado, decido llamar por teléfono a Gloria, a la que tampoco se le hace extraño el alemán, y me la imagino en su trabajo, escuchando los cánticos alemanes desde el Minho português. Me siento bien andando esta etapa en su compañía, el inconveniente no es que canten salmos y recen sus oraciones, sino que paran muy a menudo ya que el mayor de ellos es diabético y tiene que ir parando a picar algo de comida.
Descansamos después de comer a la sombra de los pinos un buen rato, el día es realmente bonito.
Luego nos esperan zonas inundadas en las que el caminho desaparece y se convierte en canales de riego, el barro es negro y nos las tenemos que ingeniar para esquivar el agua y el barro bordeando las fincas.
Lima es más listo que el hambre y ya forma parte del grupo, come un poco de todo lo que le damos. Los alemanes son sensibles a los animales y eso me gusta. Mis compañeros de Caminho tienen casi permanentemente la sonrisa en los labios.
Atravesamos el Puente Internacional de Valença do Minho, la frontera de Portugal con la de España. ( Me resulta un poco extraño pasar una frontera andando). Lima en alguna ocasión logra ponerme nerviosa, temo que no esté acostumbrado a sortear los coches y lo puedan atropellar.
Al llegar a Valença do Minho visitamos la fortaleza y sellamos en la oficina de turismo. Pero de repente, me asaltan las prisas, ya que me parece que ellos andan demasiado despacio, aprieto el paso, ya que me lo pide el cuerpo.
Llego a Tui donde encuentro el albergue pegado a la Catedral, cerrado a las seis de la tarde. Voy a visitar por encima la impresionante fortaleza-catedral, que es magnífica y a que me pongan el sello.
Todo el entorno de la catedral se merece una visita. Me ducho en cuanto abren el albergue, que no tiene calefacción, por lo que descarto lavar la ropa. Es una pena no haber podido pasar de Valença a Tui en barca como lo hacían los peregrinos medievales...
Desde las ventanas del albergue las vistas son espectaculares, decido que las fotografiaré mañana al amanecer.
Me re-encuentro por casualidad en una cervecería en las cercanías de la Catedral con los alemanes, que me reciben un poco fríamente, se nota que les ha sentado mal que apretase el paso y continuase sola hasta Tui. Se alojan en un hostal cercano a la Catedral, dicen que es el privilegio de tener algo de edad y un poco de dinero.
Les comento que el albergue está vacío y a su disposición, pero están decididos a quedarse un día más en Tui y visitarlo como es debido. Me invitan a cenar y les regalo a cada uno un pin de la asociación de amigos de los peregrinos de Barcelona. Hacen bromas sobre Lima y que a este paso llegará conmigo a Santiago. Nos intercambiamos los mails y todo son buenos deseos para nuestros caminos.
Lima duerme a mis pies sobre una manta en el frío albergue, nos hacemos compañía mutuamente. Hace mucho frío y el viento silba al entrar por las ventanas, el ambiente es gélido ¿quizás porque no hay peregrinos? Esa noche duermo mal. A la mañana siguiente, antes del amanecer recojo mis bártulos, fotografío el rio Miño saliendo las primeras luces del día y salgo a desayunar con el brasileño que llegó a medianoche con una maleta en la mano. Decido invitarle, es un poco transeúnte y futuro peregrino. (Su maleta me tiene realmente intrigada).
Las salidas de las ciudades me resultan algo complicadas, estoy impaciente por pisar de nuevo camino, tierra y verde, a pesar de que Tui es precioso.
Tengo ganas de volver a ver cruceiros y más cruceiros, capillas, iglesias, puentes. Son la constante de este Caminho Português.

Ya en terreno gallego el paisaje continúa siendo bonito y muy verde, pero diferente al de Portugal.

Ay, Portugal, ¡¡Qué hermoso y cálido país!!

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Tui - Redondela

31 km.
El abandono de Lima

Inicio la etapa en una mañana muy fría y temprano. Lima camina a mi lado. Creo recordar que pasamos por la vía del tren y al rato el puente de las Febres. Ando con los ojos mirando el suelo, he decidido separarme de mi compañero canino, Lima, no quiero que continúe comigo. Cuando empieza a calentar el sol, llegamos a Ribadelouro a la iglesia de la Madalena, tocando a un cementerio me cambio la camiseta, no me importa que los habitantes del camposanto me vean en sujetador... En frente hay un cruceiro y una plaza con un escenario. Le doy toda la comida que tengo al perro lusitano, que con sus ojillos castaños me mira agradecido. Al rato lo dejo cercado en una casa para que no me siga. Creo que es lo mejor para los dos.
Me siento mal con este abandono, creo que le estoy traicionando, no soy fiel a su compañía y gorreo un par de cigarrillos que me fumo de forma compulsiva, mientras me tomo un café para tomar fuerzas y enfrentarme al polígono industrial de Porriño. No voy a perder un minuto en hablar de esa prueba de paciencia para el peregrino, con diferencia, lo peor de este Camino Portugués.
El resto de la etapa voy como una zombi.
Al llegar a Redondela me encuentro el albergue cerrado, es sábado y lo abren a las cinco de la tarde. Me voy a comer al lado del albergue y después me paso por la Policía local, donde me sellan, por si pudieran abrirme antes, como no parece ser posible, me siento al sol tranquilamente haciendo tiempo y escribiendo mis impresiones sobre el Camino. Al llegar la hospitalera, me enumera las normas del albergue que es casi de cinco estrellas, me recuerda que he de estar de vuelta a las 8.30 h. que se cierra. O sea, que en tres horas y media me ha de dar tiempo de ducharme, descansar, lavar la ropa, visitar Redondela, hacer alguna compra y cenar. Uffffff, ¡¡menudo stress!! No me gusta esta disciplina casi cuartelaria y es evidente que hoy no estoy de demasiado buen humor, además me duelen los pies y la espalda, pero decido quedarme y, excepto descansar, me da tiempo de todo, incluso de ir un rato a un cyber donde cuento mi relación con Lima desde el inicio del Camino hace unos 100 km. Me consuela pensar que al menos le he ahorrado el tramo horroroso de Porriño.
Por la noche aparece Jorsua, el peregrino gallego que conocimos hace un mes en Santiago algunos barcinos, viene de caminar con un grupo de portugueses y también se queda en el albergue.
Es un fin de semana largo para los de Vigo que celebran el lunes la fiesta de la "Reconquista", por eso hay varios peregrinos en el albergue que hacen etapas de "fin de semana", con zapatillas de aerobic y ligeritos de mochila. Las chicas andan muy ocupadas con poner el máximo de sellos en sus credenciales, los maridos lo hacen en coche. Alguna del grupo me lavará la ropa por la noche, porque según ella, yo "no sabía escurrir la ropa como Dios manda".
Acompaño a cenar a Jorsua, yo no ceno esa noche, tengo el estómago cerrado. Me comenta la posibilidad de que al día siguiente haga parada en Pontevedra, aunque quizás sea una etapa demasiado corta, pero la ciudad de Pontevedra se merece una visita a fondo.
Hay cantidad de cosas por visitar que no me puedo perder. Creo que me vendrá bien hacer una etapa ligerita y sin dificultad.

Se agradece el poder dormir toda la noche con calefacción.

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Redondela - Pontevedra

19 Km.
Un Camiño con vistas

Ando acompañada de Jorsua por espacio de una hora. A la salida de Redondela, visitamos la iglesia románica de Santiago. Me gusta andar en su compañía. Caminamos tranquilamente cuando se me ocurre pedirle que si no le importa que andemos más rápido... espero que no le moleste, pero he de marcar mi ritmo de caminar, sobre todo en las primeras dos horas. Ya veis que lo mío es grave... mis piernas a estas alturas ya tienen cierta autonomía, necesito marchar a un ritmo rápido para andar cómodamente, si no no me siento bien. La etapa es corta, de menos de veinte kilómetros y el tiempo acompaña.
Se empieza a ver la ría y el camino se hace un poco de subida.
Pienso en el día de ayer, me alegro de haber podido hablar con Xavier Martín y con Lobo, los dos han hecho el Caminho Português y se interesaron en cómo me está yendo. Con Xavier, catalán que vive en Madrid, comiendo en Santiago el pasado mes de marzo recién llegadito de su camino y Lobo con sus preciosas fotos e impresiones en el foro, son un poco responsables de mi decisión. Me alegró que los dos me llamasen ayer. Son llamadas amigas en la soledad del Camino.
Las vistas son increíblemente bonitas, se ve la ría entre los árboles.
Hay basura en el Camino, me cuesta entender que haya tanta suciedad en unas sendas tan hermosas. Paro en Arcade junto a un hotel de nueva construcción, donde me sellan y hacen una foto deseándome un "Buen viaje a Santiago".
El sol ya calienta y voy ligera de ropa cuando llego a Pontesampaio, al atravesar el puente la brisa me da en la cara, me tengo que sujetar con fuerza el sombrero. Tomo muchas fotografías de diferentes ángulos, estoy convencida de que no harán justicia a lo bonito del lugar. De buena gana me sentaría aquí un par de horas al sol disfrutando de un sitio tan agradable con las barquitas de colores amarradas a la orilla. Viendo este paisaje, decido que quiero volver a pintar. El Camino siempre es una fuente de inspiración. Pero mis piernas me piden marcha. Y marcha de sobras que tengo, no sé muy bien por dónde, pero me despisto y voy a dar a una carretera con unos fangares horrorosos, que supongo son la cola de la ría, al rato llego a la carretera nacional. Viendo que me he equivocado, doy la vuelta hasta volver a seguir más atentamente las conchas. Me siento una "peregrina descarriada". He perdido casi una hora con la equivocación. Detesto andar sobre el cemento de los arcenes además por el camino equivocado, creo que estoy algo resentida de la etapa de ayer. Me irá bien que hoy no tenga que hacer muchos kilómetros.
Antes de las dos he llegado a Pontevedra. La primera gran ciudad del Camino. Los últimos tres o cuatro kilómetros son de asfalto puro y duro. A la entrada de la ciudad, en una curva casi no hay orilla para caminar, es un poco peligroso. Entro en un mesón y aprovecho para hablar con los parroquianos que beben vino de la tierra en tazones blancos. En circunstancias normales no se me pasaría por la cabeza entrar en un bar con diez hombres dentro y ponerme a hablar con ellos, siendo más o menos rubita y un poco mona.
Llamo a mi familia mientras espero a que llegue el peregrino galego de hacer sus gestiones. Luego, comida de cinco tenedores de auténtico lujo.
Visito la ciudad de Pontevedra que se merece más de una tarde para recrearse por sus calles. Es una ciudad moderna con un gran patrimonio histórico. Veo que es muy diferente a las otras ciudades de Galicia que conozco. La capilla de la Virgen Peregrina, Sta. María la Mayor, el convento de San Francisco, sus plazas y soportales. A la mañana siguiente, temprano, volveré a callejear con calma.
Por la noche, me da la sensación de estar durmirendo en la calle. El albergue es gélido.

Sólo hay una peregrina-caminante en toda la ciudad de Pontevedra haciendo el Camiño, no por etapas, soy yo.

De alguna forma, me siento una privilegiada,

Santiago me acompaña.

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Pontevedra - Caldas de Rei

23 Km.
Un baño de soledad

Intercambio muy de mañana mensajes con Héctor, Gloria y alguien más, pero de repente me apetece hablar con alguien que esté haciendo el Camino y decido llamar a Rafa, el del trivial, con quien me intercambio hace unos días mensajes, pero tiene el móvil en silencio, (ya me lo había advertido). Al poco rato recibo su mensaje, le contesto que no quiero cambiar sus costumbres en el Camino, pero la verdad, me hubiera apetecido oír la voz de algún peregrino-caminante como yo, ahora, en ese preciso momento, una voz en directo, (ésto no se lo llego a decir a Rafa). Me siento algo sola y melancólica en medio de la ciudad.
Me doy cuenta de que el Camino está siendo más solitario de lo que me esperaba.
Me cuestiono si he acertado en esta época del año, seguro que dos meses más tarde el clima sería igualmente agradable pero hubiera encontrado peregrinos con quien andar y conversar.
Me llegan noticias de que el Camino francés, durante esos días en Galicia, hay mucha gente. Evidentemente lo que estoy viviendo yo no tiene nada que ver, pero me siento bien, cómoda, empapándome día a día de Caminho português.
Después de entrar en varias cafeterías, iglesias, plazas y rincones de la ciudad de Pontevedra, visito de nuevo la capilla de la Virgen peregrina, (recuerdo la de mi inicio en Barcelos con el blanco y azul de los mosaicos), es preciosa, luego voy al convento de San Francisco donde me quedo en misa. Después de sellar aprovecho para decir al sacerdote franciscano que en uno o dos días aparecerán los alemanes, los que conocí en Sao Roque, pasada la sierra Labruja, uno de ellos es franciscano y estoy segura de que pasará a conocer la iglesia y a saludarle.
Salgo de la ciudad pasadas las diez de la mañana, llovizna. Los primeros kms. los hago a muy buen paso y enseguida me empieza a sobrar la ropa.
El camino es bonito, solitario y muy húmedo. Se atraviesan los bosquecillos de Reiris y Lombo de Macera, el suelo está empedrado con los trozos que se ponen en las vías del tren. Siempre es mejor que el barro, pero andando en terreno tan irregular se cansan mucho los pies y resulta incómodo. Me temo que no tardará mucho en aparecer una ampolla.
Oigo por primera vez la frase mágica que noto a faltar: - "Que tengas un buen Camino", al paso de tres ciclistas, pero me dicen que no son peregrinos. Al menos me han saludado, en un trozo del Camino y en un momento en el que estaba pensando: "Si aquí me pasase algo, no hace falta que me busquen". Es un bosquecillo en el que estoy segura que habitan seres mágicos muy pequeñitos.
Veo a una madre y una hija con una guadaña de cortar hierba a la entrada de Portela, Barro, es una foto muy simpática que prometo enviársela. Me recomiendan el bar de su prima, que hace poco han abierto. Me paro a cambiarme de ropa ya que estoy empapada, he andado a buen ritmo y está lloviznando. El desayuno casi me lo regalan, les comento que han sido muy amables y me han tratado muy bien. Los gallegos me llaman la atención, de entrada me cuesta entenderlos y conectar, pero en general son muy buena gente.
El Camiño atraviesa fincas, quedando el Parque Natural de Ría Barosa a la derecha del camino. Veo varias llamadas perdidas en el móvil, lo interpreto como que, sin palabras, me dicen que vienen caminando conmigo. TereTatona, Celia, Lobo... recibo la de Moisés Ortega o ¿quizás fuese Ana Berbel? a la que transmito varios golpes de bordón para que lo oiga desde su trabajo y toda mi energía positiva, me dice que quiere ir a caminar unos días al desierto.
Llego a Caldas de Rei, localidad de aguas termales, los balnearios están tomados por el Inserso, es decir, los yayos de la 3ª edad. En la Policía local me contestan con monosílabos y me dicen que no hay albergue.
Decido ir a comer, son casi las cuatro y media de la tarde, pulpo y ribeiro del bueno. Las miradas en el restaurante son como si hubiesen visto llegar a una extraterrestre con bordón, lanzándose hambrienta sobre el pulpo. Luego busco una pensión donde alojarme.
La iglesia de Santa María no puedo verla porque se está restaurando.
Más tarde visito la iglesia de Sto. Tomás Becket y el cruceiro que hay a la entrada, que es precioso.
Charlo un rato con el cura de la parroquia que me ofrece hospitalariamente cama en un local de la iglesia disponible para peregrinos, ahora sólo lo ocupan mendigos, me dice señalándome a uno que no ha tenido suerte en la vida, que con un cestillo está pidiendo lismosna a la entrada de la iglesia. Le contesto que gracias, que no es necesario, pero que ya tengo lugar para dormir.
Me invita a firmar en el libro de peregrinos de la parroquia, me fijo en la última fecha del peregrino que firmó allí, una semana atrás. Sin duda el párroco tiene un gran corazón, me hace un par de comentarios que me sorprenden y dejan descolocada, está impresionado de que venga sola haciendo el Camino desde Portugal. No tengo nada más que hacer, me he recorrido todo Caldas de Rei, el puente, el parque, pero decido que no, no me apetece oír otra misa, ya estuve en San Francisco en Pontevedra por la mañana. Corro un serio riesgo de convertirme en una beata con tanta misa, prefiero seguir sintiéndome una peregrina descarriada.

Por la noche me pongo al día de los desastres que está causando la lluvia por toda España menos en Galicia, donde a pesar del frío de la mañana y un rato de fina lluvia, ha lucido el sol.

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Caldas de Rei - Padrón

21 km.
N O
O R I
E S E S
D P S
Tengo ganas de volver a pisar verde, verde que te quiero verde...
Lleno de agua mi botella en la fuente de Caldas cuando empieza a lloviznar. Disparo un montón de fotos, el Camiño es muy Camiño, el ambiente es brumoso, el bosque de Carracedo, la capilla de la Salud.
Los colores me recuerdan más a los de otoño que a los de principio de la primavera, todo me resulta un poco fantasmagórico pero muy bonito, con el rumor del agua cerca. Galicia pura. Precioso Camiño.
Cuando llego a Valga, pido a un hombre que me fotografíe junto a la iglesia, aprovecho para hacer una parada de quince minutos en el bar-supermercado donde me ponen un bonito sello jacobeo.
De nuevo en el Camiño me dirijo a Pontecesures, al llegar lo confundo con Padrón, pero me doy cuenta de que adonde he llegado es a Pontecesures, el rio Ulla es mucho más caudaloso que el que pasa por Padrón, el Sar, donde dice la leyenda que en la confluencia de estos dos ríos llegaron en barca los restos del apóstol Santiago desde Palestina. De Jaffa a Iria Flavia. Ya en Padrón, andando en paralelo al río, unos feriantes están montando sus puestos y atracciones. Se llega al albergue pasando por delante de la iglesia de Santiago, el puente, imponente el Convento del Carmen, uno de mis cruceiros preferidos y de la fuente, justo a los pies del convento, donde se muestra a los apóstoles llevando el cuerpo de Santiago en barca. En la hornacina la reina Lupa siendo bautizada. ¡Es una maravilla esa fuente!
Me gusta Padrón, todo lo que estoy viendo hasta ahora. También su puente, sus verdes aguas llenas de algas, es un lugar con historia, pequeño y tranquilo, lo que siento es que me voy a quedar sin catar los pimientos, que me encantan, por no ser ahora la temporada.
Al atardecer he de encontrarme con el peregrino gallego, Jorsua, que me hará de cicerone por Padrón. Visitaremos la iglesia de Santiago que abriendo una puerta bajo el altar aparece... el "Pedrón", al verlo por primera vez me impresiona:

N O , O R I , E S E S , D S P . (Los orieses levantaron este monumento a Neptuno). La pieza más curiosa en relación a Santiago de todo el Camino de las Estrellas, donde se dice que se ató a la barca que transportaban los restos de Santiago. Se utilizó antes como altar en la alta Edad Media. ¿Quién sabe? Leyendas de la malvada reina Lupa, toros salvajes, dragones.
Yo me quedo con la versión, mi preferida, la del cuerpo de Santiago siendo raptado por el sol y los discípulos buscándole desesperados.
En el púlpito de la iglesia aparece Santiago peregrino.
Es casi imperdonable para el peregrino-caminante pasar por Padrón y no desviarse apenas dos km. y contemplar al atardecer, lluvioso, el Monte-altar-cruceiro, rodeado del verde natural de la misteriosa Galicia "Santiaguiño do Monte", donde hay un mirador y una capilla, cómo no, dedicada a Santiago. Un lugar muy especial, sin duda, en mi Caminho dos Trovadores, Caminho Português. Es una maravillosa sorpresa para mí, conocer este cruceiro entre piedras.
Mañana bajo la lluvia y, de paso, veré la Colegiata de Sta. María de Iria y el cementerio de Adina, en la que será mi última etapa para llegar a: ¡¡¡Santiago!!!

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Padrón - Santiago

22 Km.
Rumbo a Santiago

Estoy desayunando en tierras de Rosalía de Castro y de Camilo José Cela. Un lugareño me comenta que él no se ve capaz de pasar ni medio día solo, sin hablar con nadie. Desde luego, le gusta conversar y yo esa mañana no tengo prisa por marchar. Me llama Marc "Perillas" y me desea una feliz entrada a Santiago, me anima a continuar hasta Finisterre si no hace muy mal tiempo.
Salgo con la capelina puesta ya que no para de llover, poniendo mis piernas, mi mente y mi corazón rumbo a Santiago con el cielo más que amenazante. Paso por delante del Santuario Escravitude, es imponente, pero está cerrado a cal y canto. Detesto caminar con lluvia, viendo coches. A la que llevo un par de horas andando, decido parar, me resulta muy incómodo andar lloviendo y con viento racheado. A pesar de la capa de agua, voy calada. Al poco rato recibo llamadas, entre ellos Héctor, Gloria, Teretatona, preguntan: - "¿por dónde vas?", José Antonio de la Riera me llama entonces felicitándome, ¡pero si todavía no he llegado y la cosa pinta muy negra! No creo que deba cantar victoria, con la que está cayendo. Bastantes tramos de asfalto bajo mis pies reconozco que esta etapa se me está haciendo dura, no me obsesiono con llegar pero no estoy acostumbrada a caminar en estas condiciones durante horas. Además, los pitidos de los camioneros me han puesto de los nervios ya de buena mañana...
Estoy empapada, hambrienta, cansada, y ¡sólo es mediodía! ¿Cúanto tardaré en llegar a Santiago? Me siento impaciente, quiero llegar.
El resto del camino lo ando mejor por zonas tranquilas, un puente muy bonito pero tambien pisando suelo asfaltado, noto a faltar los camiños de tierra, los tapizados del verde de Portugal... Luego llegará la espantosa entrada a la ciudad, se me está haciendo interminable.
Me cambio varias veces de ropa, sustituyo unas camisetas chorreando por otras mojadas, el forro que está empapado por el anorak húmedo.
En fin, hecha un cromo.

Pienso en mi madre, que si me viese no se creería ni que soy yo, ni que he venido andando sola desde el norte de Portugal, cerca de O'Porto. Menos mal. Si ella está ahí entre las nubes mirándome, espero que su mirada de ojos verdes sea diciéndome algo parecido a: "No te reconozco, pero... ¡¡¡adelante, nena!!!

La entrada a Santiago por el Camino Portugués es por la Alameda.
Será algo nuevo para mí.
Llamo a Héctor y le digo que ya estoy llegando, pero bastante mal: - "Voy grogui, don mariano", me aconseja que pare a comer alguna cosa y comenta no sé qué de un puticlub de la zona, supongo que lo dice para hacerme reír.
Ya cerca de la Alameda, paro, me quito la capelina, me cambio por tercera o cuarta vez de camiseta y me peino un poco, ¡menudo aspecto llevo! Me encuentro junto a la iglesia del Pilar a mi izquierda y reconozco esta bonita parte de la ciudad, atravieso el paseo de la Alameda como una exhalación y a medida que me voy acercando a la catedral me entran llamadas y mensajes que casi no puedo ni contestar ni leer.
El corazón se me dispara, el pulso se acelera, estoy llegando con un nudo en la garganta, busco torpemente las gafas de sol para un día nublado y lluvioso... lluvia salada.

En sólo diez minutos estaré abrazando al Santo.

Y por fin entro... por la Puerta Santa.

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Santiago de Compostela

Reflexión en Compostela

"Quien es tan grande y excelsa personalidad, Santiago, a quien acuden a rezar innumerables cristianos. Es tan grande la multitud de los que van y vienen, que apenas se puede transitar por la calzada hacia Occidente ". Emir Alí Be Yosuf ( 1106-1142 ). - Historia compostelana. -

Mi experiencia, mis sensaciones, mi tercer abrazo al Santo como peregrina llegando a Santiago, los años, 00, 02 y ahora el 2004.

Muchos de vosotros vinisteis conmigo, en el día a día, me confortasteis, me animasteis y reísteis conmigo.

La satisfacción de sentir que el esfuerzo no es comparable a la recompensa, de saber que el final del Camino, Santiago, no es tu meta.

Hay un horizonte sin fin lleno de amaneceres, para todos los peregrinos y caminantes, que los límites los ponemos nosotros mismos.

Que tu experiencia es personal, única, transferible, todo lo transferible que tú quieras que sea.

Y como dijo Manolofisterra en Santiago, la noche antes de partir hacia Finisterre:

"El Camino nos muestra lo mejor de nosotros mismos". Amén.

Sofía, vieira do Minho.

Inicio de la primavera, 2004.