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Impresiones de una atea en el Camino de Santiago
01. Impresiones de una atea en el camino de Santiago francés
02. Impresiones de una atea en el camino de Santiago primitivo
03. El camino empieza después... me dijeron

Impresiones de una atea en el camino de Santiago francés

Lentamente comienza a penetrar en mi conciencia el sonido de una bolsa de plástico mientras se toca, se abre, se arruga y se cierra. Ahora rompe mi sueño una cremallera que se atranca, unos pasos que se arrastran y una puerta que se cierra. El pan nuestro de cada dia. Poco a poco comienzo a despertarme, miro el reloj, marca las cinco y media de la madrugada, es hora de levantarse.

Este mundo paralelo que es el Camino de Santiago frances comienza un nuevo día. Y lleva despertando así desde hace once siglos.

Siluetas de bultos en las literas comienzan a removerse. En este albergue de Carrión de los Condes éramos como 40 en una sola habitación y todo el mundo coordina sus movimientos como un perfecto "tetris" humano. Se da la peregrinación a los baños, tras lo cual comienza el ritual diario de embadurnarse los pies en vaselina, para prevenir ampollas. Compruebo que llevo la credencial de peregrina, me cuelgo la mochila, me calo la gorra y salgo, aun soñolienta, al aire del amanecer.

Una de esas mañanas de Castilla, supe de donde provenía ese sonido como de castañuelas toscas, que cada día bien temprano despertaba mi curiosidad. En junio, alzando la vista hacia la torre de cualquier iglesia, podemos verlas ocupadas por enormes nidos de cigüeñas, que con su pico crotorean. El camino de Santiago me ha enseñado muchas cosas, entre ellas la palabra crotorar. Otra fue que a los jabalies le flipan las patatas, pero eso fue en Asturias, más tarde, cuando salté del camino francés al primitivo. En Castilla tan solo había trigales de kilómetros, amapolas rojas, llanuras interminables, románico a tope y mucho mucho polvo.

Pronto me di cuenta que el camino está lleno de poetas del anarquismo, excéntricos alemanes, solitarios libertarios, corazones rotos, místicos energéticos....y de vez en cuando, gente que reza. Una mezcolanza que exige tolerancia, respeto, y mucho amor por lo divino y lo humano. Sentimientos que se encuentran con mucha facilidad, y que para mí ha sido el principal motivo de enganche al camino: esa atmósfera de libertad y cariño, tan difícil de encontrar en la vida real cotidiana. En el camino creí de nuevo en la humanidad, y por eso lo recomiendo como terapia para males de amores, para soledades irreparables y para decepciones existenciales. El camino de Santiago es un remedio mucho más efectivo y sanador que cualquier droga legal de farmacia.

Comencé mi camino de santiago frances, en Burgos, dispuesta a enfrentarme a ese "ancha es Castilla" que una no sabe lo que dice hasta que la recorre- la sufre- a lo ancho, y así lo hice hasta León. Junio ha resultado ser una época estupenda para hacer la aventura. Pasé por Hornillos del Camino, donde rescaté a Momo y Mima de la furia de una hospitalera en un mal día, Castrojeriz, donde un hospitalero me enamoró por unas horas, Fromista, donde una sueca me quitó la tontería del hospitalero y cuya iglesia invita al pecado más que a la oración, Carrión de los Condes, donde le canté una rumbita a las monjas agustinas de la parroquia de Santa María del Camino, Calzadilla de la cuesta, Sahagún, donde vomité y tuve que tomar un tren por 12 kilómetros, el Burgo Ranero donde tuve la sensación de tener ya familia de camino, y la certeza de que a esas alturas me comenzaban a invadir ideas "peregrinas".

Tony y Conchi, los jubilados de Valencia, y enamorados del camino- 5 veces lo han recorrido en su vida- ya han salido, juntitos de la mano y con ese ritmo constante que los hace ser unos campeones.Ellos disfrutan del camino, son peregrinos saboreando, no medallistas olímpicos, pero al final siempre llegan de los primeros.

Benito, el israelita católico que se plantea hacerse cura, duerme aun en la litera junto a Roney, un chico joven y tímido que dan ganas de abrazar todo el rato. Son los últimos que salen y aun encuentran sitio para entonar cánticos místicos entre alguna arboleda. Siendo lo más opuesto que se pueda ser en este mundo, entre Benito y yo surgió una gran simpatía y cariño.Lo escuché tocar la guitarra y le dije que se dejara de ostias- nunca mejor dicho- que él era una estrella del Rock and Roll, me contestó que bien podía ser las dos cosas. Y si, por que no?. Otra cosa que enseña el camino: Un israelita aspirante a cura y una atea tatuada se pueden llegar a querer y entender.

Y el grupo de las chicas de Madrid, tan estupendas ellas, que en tan sólo una semana de camino, nos dejaron marcados a muchos. La enorme sonrisa de Lola y la bondad inmensa de Paloma, son alimentos para un alma. Eso si, las chicas iban de "ladies" por la vida caminera. Ellas no se quedaban en los albergues municipales- no, no, no- y las mochilas las mandaban de etapa a etapa con el elcaminoconcorreos. Lo que no fue ningún impedimento para que las sintiéramos como unas auténticas peregrinas, porque aunque llegaran más tarde - las ladies no se mataban madrugando, no te vayas a creer- ellas estaban siempre presente con su alegría, su open mind y todo su buen rollo.

En el camino francés es donde está el jaleo a granel, allí coincidí con muchos que venían desde San Joan Pied de Port, y que a esas alturas, habían pasado por alguna que otra crisis de ampolla y de ansiedad. No era el caso de Momo y Mima, una pareja de coreanos que iban por el camino como levitando de felicidad. No era para menos, estaban en el camino de Santiago de luna de miel! Había que amarlos, no solo porque eran super monos como sacados de un manga amable, sino por ese amor puro, forjado con el NO sexo de los albergues multitudinarios. Definitivamente, había que amarlos. Y Paula, una gallega afincada en Barcelona que podía hacerse durante días seguidos como 40 kilómetros cada día, me enseñó dos cosas: que un día de amistad en el camino equivale a un año en la vida real, y que en el camino a veces hay que huir.

Lo primero lo entendí desde el primer día, efectivamente las relaciones se sienten muy cercanas desde el primer momento. Por el sólo hecho de coincidir en el Camino de Santiago, reconocí en todas esas personas algo muy potente que tenían en común conmigo. Y no tiene nada que ver con las creencias, con el ser creyente o no serlo, con considerarse más espiritual o menos, o si los motivos que te mueven son puramente deportivos o culturales. Es que cuando ya comienzas una conversación con una persona, en el lavadero del albergue, mientras lavas con tus manos tus bragas, y la otra persona sus calzoncillos...admitámoslo, nos hemos saltado el protocolo de un solo salto gigante, estamos en otro nivel. Comenzamos a relacionarnos desde otro lugar, puramente humano y os aseguro que mola mucho. A partir de ahí solo se puede volar...o, como dice Paula, huir.

Terminamos huyendo de un tipo italiano que llamamos Vincensco - entre Francesco y Vinzenzo- porque con ese afán de armar rebaño que tenía, nos estaba terminando por organizar la vida a todos: en que pueblo íbamos a dormir, en el albergue que YA nos había reservado a un grupo elegido por él, donde y lo que íbamos a cenar, etc...Y era simpático el tipo, no digo que no, pero mandar todo el rato a gente que no conoces ni de una semana y que, por propia decisión, ha venido sola al camino, pues es raro. Por mucho que, según los cálculos de Paula eso equivaldría a 7 años de relación, la situación era insostenible, encima andaba enamorado de Kyong, una coreana que solo iba con europeos y a la que adoro. Una buena mañana, el comando Paula, Kyong y Son huyó en una carrera de 39 kilómetros, dejando atrás a Vincesco a la altura del Burgo Ranero, en una etapa trepidante.

Cada uno lleva su propio camino de Santiago, y aunque los pies digan una cosa, tu corazón comienza a imprimir su propio ritmo emocional. En el momento en que te adelantes o te retrases unas etapas, puedes perder de vista a tu familia caminera para siempre, así que en muchas ocasiones me vi haciendo más kilómetros de lo que hubiese querido con tal de coincidir con mi gente en un determinado lugar. Las guías de viaje y webs de internet nos proponen etapas, pero eeeeyyyy , no son dogmas de fe!, y en el camino de Santiago cada uno puede llevar el ritmo que le de la gana, sobre todo en el camino francés donde los servicios: albergues, bares, etc...están por doquier. Sigue tu instinto, escucha a tu cuerpo, si un día quieres hacer 40 kilómetros y al siguiente 10km, está bien, no hay nada que demostrar, pero mucho que disfrutar. Otro aprendizaje del camino: encontrar el balance entre el ritmo de tus piernas, tu cabeza y tu corazón.

Al llegar a León y tras marcarnos unas cecinas y buenas tapas en el Barrio húmedo, me despedí de mi familia del Camino francés, para tomar un tren hasta Oviedo y comenzar allí el camino primitivo. Necesitaba frescor, verde, pero durante mi primera noche en Oviedo me dio un bajoncillo emocional porque echaba de menos a mis amigos - de 1 semana- del camino francés. Los sentía muy cercanos y fue como una escisión- voluntaria- super brusca. Que en el camino se hace familia, es una verdad como un templo.No ayudó que el albergue municipal de Oviedo tuviese un tono de seminario carcelario, de pasillos anchos tipo hotel de "El resplandor", que metía mieu. Una nueva etapa me esperaba, de Oviedo a Santiago por el camino primitivo, y ya había planes de reencuentros en Mélide, famoso por su pulpo y por ser donde se vuelven a juntar de nuevo todas las sendas y todas las amistades.

Sonsoles Lozano.

Continua en Una atea en el camino primitivo, impresiones

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Impresiones de una atea en el camino de Santiago primitivo

Esta entrada es la continuación de "Una atea en el Camino de Santiago".

Aún es de noche y un silbido fantasmal recorre los anchos pasillos del Albergue municipal de Oviedo- esa mezcla entre seminario franquista, hotel de "El resplandor" y cárcel de postguerra-. Nadie se mueve ni se escucha, pero el ritmo que tengo impreso del Camino Francés me hace saltar de la cama y ponerme en marcha. Son las 5 y media de la madrugada. El ritual diario de ir al baño y de untarme los pies de vaselina, esta vez en la más completa soledad, se me hace muy muy extraño, acostumbrada a ese jaleo y zumbido constante que supone el Camino francés. Tengo el baño para mí sola, y eso es ni mal ni bien, es raro.

Tenía entendido que desde la catedral de Oviedo hay un cartel en el suelo que indica el camino del Norte y el primitivo, y que las conchas de bronce situadas en el suelo- como ÚNICA indicación- me llevarían hasta la salida de la ciudad. Ni vi el cartel -quizá es que estaba todavía dormida y era aun casi de noche-, y lo de las cochas me volvió loca. Casi 2 horas tardé en salir de Oviedo. Un llamamiento al ayuntamiento: no estaría de más poner conchas a menor distancia las unas de las otras, particularmente en los cruces, pases de semáforos y esquinas. También se agradecería alguna flechita amarilla o tipo señalización vertical. Pero en fin, no voy a armar ahora el circo por 4 conchas, mucho menos cuando la recompensa al esfuerzo es ese verde clorofílico e hiper fluor que sólo tiene Asturias. Atención importante: en Asturias las conchas van al revés que en el resto de provincias. Como al revés?. Si, al revés. No hay que seguir la dirección de los rayos cósmicos de la concha, sino la base de ella. ¿Por que? Pues porque los astures son así de guays. No, ahora en serio. Me contaron que se decidió- exclusivamente en territorio astur- que en la base de la concha es donde van a confluir los "rayos" de la concha, como todos los caminos que daban a parar a Santiago. Visto así, tiene sentido, pero lo cierto es que es un poco liada al principio. Y calla, que cuando cruzas a Galicia se invierten de nuevo. Hay por ahi un tramo en las cercanias de Grandes de Salime que hay que andar con ojo. Aunque a esas alturas, ya habremos encontrado un amigo alemán u holandés, que tenga una super App que te da descargas electricas cada vez que te sales de ruta...o algo similar. Fijo!

Me di cuenta de entrada, que aquí había más gente caminando sola que en grupo, y que muchas de esas personas- luego mis sospechas fueron confirmadas sobre el terreno- estaban más "engorilados" con el aspecto deportivo de la cuestión. Montañeros de pro y rompepiernas curtidos dispuestos a comerse el paraíso, pero también solitarios empedernidos huyendo del tropel del camino francés.

Nada más comenzar a andar, rumbo a Grado, la humedad entre la vegetación se hace notar y lo agradezco viniendo como venía de esa estepa castellana que no perdona ni la vida de los caracoles; y un penetrante olor a mierd...-perdón a abono- que me acompañaría hasta la mismita Plaza del Obradoiro, se instala comodamente en mis fosas nasales. Mis gemelos se acomodan bien a ese sube y baja constante que es el Camino Primitivo de Santiago, la única ampolla que me hice en el camino francés resiste como Leonardo Di Caprio en el Titanic: de mala manera; pero a diferencia de él, lograría sobrevivir y recuperarse.

A ver, para no alargarme en detalles, resumiré que el nuevo albergue de Grado , me pareció fantastico. Bajo donación y con tu merienda con galletitas incluídas. La simpatía de las dos hospitaleras voluntarias holandesas fue gratis. Allí concidí, del tirón, con 3 andaluzas. Toda la gente del sur que no me había encontrado en el camino francés estaba allí reunida, se entiende que el tema de las sequías nos ha traumatizado desde pequeñas y ahora no queremos más que verde, que de secarrales ya sabemos nosotros un montón.

Siguiendo con el tema albergues, tengo que nombrar el Palacio de Meras, el mejor albergue de todos todos. Un hotel de 4 estrellazas en Tineo, con un ala para peregrinos, a 10 euros, con derecho, entre 5 y 7 de la tarde, a baño turco y sauna. Cuidados que no me vinieron nada mal, tras sufrir el impacto brutal de Casa Pachon....

Casa pachón. Historia de un crimen culinario, pero del bueno.

Voy a intentar resumir la cuestión en un diálogo

Yo: Que tienes de menú?
Hermano Pachon, Juan Pachonín:
Sopa de ajo
Garbanzos con chorizo
Fabada
Guiso de patatas con costillas de cerdo
Escalopines con salsa de cabrales
Codillo
Postre y jarra de bebida.
Yo: ¿cuales son los primeros y cuales los segundos?
Hermano Pachon: Todos. Es menú degustacion. Te saco los potes y te sirves lo que quieras. Son 12 euros.

Sí te dicen que los andaluces somos exagerados es que no conocen Casa Pachon en Asturies. No he visto algo más embrutecido en mi vida. Unos chicos que vinieron luego y se sentaron en la mesa de al lado pidieron un platito de patatas. Y lo que salió fue una fuente junto a un codillo entero-"para acompañar"- que dijo Pachonín. Palabrita que existe, si alguien lo ha vivido que lo confirme por favor, porque a veces creo que fue un sueño.

Aunque pasé ratos con gentes, buenas gentes, también pasé voluntariamente muchos momentos en soledad, hablando con cada caballo, oveja, vaca y perrito que me encontraba. En mi primera etapa del primitivo cambié las personas por los animales. El contacto con el mundo animal es algo que me fascina. Aun cuando pensaba que aquel caballo me daba su cariño, poniendo su quijada sobre mi hombro en un abrazo ecuestre, y justo cuando yo comenzaba a sentirme la mujer que susurraba a los caballos, escuché un ruidito que me hizo girarme y darme cuenta que era una posición estratégica para zamparse mi jersey empezando por el cuello. Que la lana es apetitosa ya se sabe. No se lo tuve en cuenta.

O cuando creía que un grupo de ovejas me seguía cuando andaba, y se paraban cuando me detenía, cual flautista primitiva de Amelín. Y luego descubrí que en realidad me seguían de cerca protegiendo a sus crías, pura ley de la selva. Tampoco lo tuve en cuenta, no rompamos la magia.

Entonces vino la lluvia por 3 días, el precio a pagar por ese verde obsceno que me rodeaba. No pude hacer una de las etapas que más me apetecía: hospitales. A pesar de mis ganas, le iba preguntando a los paisanos, que son los que más conocen su terreno, y todos me dieron la misma indicación: no iba a ver nada el paisaje y corría el riesgo de perderme porque también había niebla allí arriba. Ya me iba haciendo el cuerpo a que no iba a ser aquella la ocasión, cuando me resbalé en una pendiente abajo, deslizándome por el barro. Caí boca arriba, sobre el peso de mi mochila cual tortuga patas arriba. Fue un momento de catarsis: completamente embarrada, sin nada roto pero con una pierna totalmente raspada y empapada hasta los huesos.

La cosa es que en el momento, mientras me caían chorros de agua directamente a la cara, me dio un ataque de risa tonta. Pero cuando llegué chapoteando dentro de las barcas que eran mis zapatos de trekking al albegue de Campiello o Borres- no recuerdo, porque era mejor olvidarlo...-, supe que para el día siguiente mis zapatos no estarían secos, y me dio como un frío por el alma y un bajón existencial y una cosa mala, que opté por utilizar el comodín de la llamada!

Atención, los peregrinos más ortodoxos que se salten esta parte, puede herir sensibilidades, quedan avisados.

Yo: Prima, ven a recogerme anda. Me he caído y tengo los zapatos mojaditos, no he podido subir a hospitales y encima este albergue es una mierda. Tengo bajona...y la bajona no perdona.

Natalia: En una hora y media estoy alli.

Mi querida compañera de viajes por el mundo, Natalia, asturiana de pro y hospitalera en el Albergue de castro de Grandes de Salime, vino al rescate y me adelantó en coche 2 etapas y medias por la cara. ¿Que como me siento? De escándalo. ¿Que si no me da vergüenza contarlo? Vergüenza de robar, que diría mi madre.

¿Como va a ser lo mismo estar pocha innecesariamente, que estar con una de mis mejores amigas escanciándome culines de sidra? El automasoquismo pá quien le guste, que de todo hay en la viña del señor. Yo es que soy andaluza, tuve esa suerte.

La idea inicial con Natalia era que ibamos a pasear en su lancha por el embalse gigante- puro fiordo noruego en Asturias- que hay en la zona, pero la lluvía nos fastidió también la lancha. Todo no se puede. Aun así estuve por la zona tres días en su casona de campo, recuperando fuerzas y poniéndonos al día, que buena falta nos hacía.

Explorado por la zona recogí estas estampas a las que llamo #ruralove. Fueron tres días de peregrinaje alternativo y relajado que me viniero la mar de bien.

Proseguí mi camino y llegué a Lugo, donde todo el mundo estaba vestido de romano por la cara, bueno por la cara no, celebran Arde Lucus que rememora la pacífica convivencia entre castreños y romanos. Vi una lucha de gladiadores, comí pulpo feira, presencié bodas romanas y paseé por las preciosas murallas de la ciudad. Fantástico!.

El albergue de Lugo fue el primero gallego en el que dormí, ya me di cuenta que el tema del Camino gestionado por la Xunta tomaba un aire burocrático: ventanillas como de oficina de hacienda para presentar la credencial, tickets con el sello de la Xunta y un personal tan servicial como frío. Esto tendría su colofón final en Santiago, en las oficinas para recoger la compostelan, donde tras haber andando 65 km en una etapa final trepidante, me dicen de no muy buenas formas que si tengo que tomar número, que no me pase de la línea, que si es que no veo la pantalla o qué. Bienvenida peregrina! En fin, que Santiago me parece la peor ciudad de recepción de peregrinos es un hecho, que no me va a amargar el caracter ni el camino...también!

Lo mejor a nivel humano del camino primitivo vendría tras Lugo y ya hasta Santiago, cortito pero intenso. Ahí conocí al holandés Lucas, apodado "piernas largas" por esta andaluza. Él, que hablaba tan bien español como para hacer juegos de palabras y bromas ingeniosas, me respondía llamándome "flipada de camino". Lucas aprendió la palabra flipar y todas sus variantes, y andaba flipado con el verbo flipar. Nuestro grupo de Wassap ahora se llama El camino flipado. Lucas lo abrió, obvio. Lo conocí de la mano de Kevin, un chico catalán super sensible y muy cercano al mundo de las energías, que hacía Reiki. Una mañana los vi charlando por la carretera, muy poéticos ellos, entre la bruma, me uní a la conversación, y en los siguientes días casi no nos separamos.

Entonces llegó el ultimo tramo, una locura vital de la que salimos ilesos porque Santiago quiso. Llegamos, tras recorrer 25 km a Ribadiso, donde un hermoso río con agua helada nos da la bienvenida. Allí me reuní con mi querida Paula del camino francés y con Albert, un chico gallego muy simpático. A mitad de la tarde, ya relajados, con el albergue pagado, el saco desplegado sobre la litera, la ducha pegada y la ropa interior secándose en el tendedero. Con unos tintos de verano de más y unos cigarritos del sur, estas tres patas pa un banco , estos tres locos espontaneos que Dios creo y ellos se juntaron decidieron en un ataque de exaltación inconsciente seguir la marcha y llegar de una vez por todas a Santiago...caminando de noche. Resultado: un albergue en estado de shock al vernos salir, 6 euros a la basura, total de 65km andados , frontales por el bosque, excitanción entre la oscuridad de los árboles, empanada regalada por una paisana de madrugada y estado catatónico al llegar al la Pz. del Obradoiro a las 7 de la mañana solita para nosotros. Una locura que nos costó alguna que otra maldición subiendo al Monte do Gouzo- que ya para mí es el Monte do tortura- y la satisfacción de superar un reto super dificil. Somos los reyes del mundo! Albert y Paula por siempre in my heart. Porque lo que no se haga en vida no se hará nunca en la muerte. Carpe Diem.

Muchas personas nos comentaron que el camino siempre te acompaña tras hacerlo, que en realidad el camino empieza despues de hacerlo, ¡que sabía yo de lo que hablaban!.

De principio a fin, mi camino de santiago primitivo, ha sido intenso, lleno de amor y de lecciones. Me decían que el camino engancha. Pero nadie me dijo que pueda cambiar tanto el corazón de una persona. Quizá no lo cambió tanto, tan sólo ha sacado lo mejor de mi, lo mejor de cada uno; y esto es un acontecimiento que, en los tiempos que corren, debe ser considerado como un milagro.

Esta entrada es la continuación de "Una atea en el Camino de Santiago frances".

Buen camino!

Sonsoles Lozano.

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El camino empieza después... me dijeron

Hace un mes que terminé mi Camino de Santiago, y durante mi peregrinación escuché y leí varias veces: el camino comienza después, cuando se termina.

Se lo que viví , pero: ¿que es lo que tenía que empezar?. No hice mucho caso, estoy acostumbrada a viajar y sé que siempre hay una nostalgia por el viaje, por el movimiento, cuando se vuelve a casa. Lo normal, lo de siempre, pensé. Lo que me pasa a la vuelta desde hace años, me dije. Soy una viajera apasionada, un espíritu "wanderlust" -te lo digo en alemán para ser precisa-; así que ya me imaginaba lo que vendría. Yo ya sabía...

Pero no, no sabía. Efectivamente, y tal como me avisaron, el camino comenzó después. Hace ahora un mes, cuando aterricé de nuevo en Berlín, donde trabajo de guía, comenzaron los primeros síntomas. Primero fue la angustia -como de síndrome de ansiedad- que se apoderó de mi mente y de mi cuerpo. Da igual que esté frente a una playa en el Mediterráneo o en un parque de Berlín. Da igual que esté hablando español, inglés o alemán, el camino siempre está ahí, presente. Nueve de cada diez veces que comienzo una frase, en el idioma que sea, es tipo "Cuando hice el Camino de Santiago...bla bla bla". Y luego se remata -nueve de cada diez veces de nuevo- con un "quiero volver al camino pronto"

Cuando me presentan nuevas personas, ya no me interesa saber a que se dedican, ni de que pais son o ese tipo de cosas; la pregunta que me sale hacer, es si han hecho el camino. Si no lo han hecho, pues que si saben lo que es o han oído hablar de él. Y si lo han hecho, que por qué lo han hecho, cuando, como y desde donde. Mis amigos que me conocen de tiempo empiezan a mirarme raro. Todos mis planes futuros empiezan a girar alrededor de él: el tiempo libre que tendré, cuando lo tendré, la cantidad que tengo que ahorrar para hacerlo de nuevo, como llegar de Berlín a Sant Joan Pont de Port...

Empezó la obsesión compulsiva de buscar -a veces consciente y otras inconscientemente- flechas amarillas por todos lados, hasta que resultó que no hay que buscarlas, que de verdad están por todos lados: en los andenes del metro, en la puerta de un restaurante, en los centros comerciales, una locura la verdad! La otra es que se me van los ojos detrás de cada mochiler@ que me encuentro, pero no es que que voy buscando plan de verano, no. Yo lo único que busco son conchas colgando de la mochila y no una noche de pasión. En fin, lo que yo te diga, un sinvivir.

Lo de saludar a todo el mundo que me cruzo por la calle con un "Buen Camino", lo descarté hace tiempo. Una cosa es saber que te has quedado un poco loca, y otra cosa es actuar como una loca. Aunque un día, de broma y con 2 copas de más con unos amigos, dije un Buen Camino al aire, y un rubio muy rubio que pasaba por allí me respondió Ultreya. Era noruego, y peregrino por tres veces. Bueno, imagínate: que fiesta!

Y ya esto es lo último, es que tengo un empeño que se me ha metido en la cabeza, y yo soy tela de cabezona: que todo el mundo sienta y viva lo que yo viví en el camino. Que se llenen de esa alegría, de esos valores, que se descubran un poco más a ellos mismos, bueno todo eso que el camino le regala al que abre bien los ojos y el corazón. Y para ayudar un poquito a que todo el mundo se lance he abierto un grupo solidario en facebook: Nadie sin su camino. Los mayores frenos que he notado en las personas que les cuesta lanzarse son: el miedo a ir solos y el andar cortos de dinero.

En este grupo se pueden hacer anuncios para donar, prestar o vender a precio solidario material necesario en el camino: mochila, saco de dormir, chubasqueros, polares,bragas...bueno, eso último no. La vaselina también sería raruno, pero allá vosotros. También las personas que no quieran ir solas pueden lanzar un anuncio buscando compis de camino. Un sitio para poder poner en práctica dos valores muy bonitos que el camino nos enseña: dar y recibir. Ojalá algún día se pueda ir por todo el mundo, diciendo Buen Camino en los aeropuertos, y la gente responda Ultreya. Sería bello,imagínate.

Que sí, lo reconozco, que me he quedado pillá, que tengo una pedrá caminera en la cabeza que ni te cuento. Recién empiezo a aceptar, que de entre todos mis viajes por los 5 continentes, lo que siempre tuve más cerca en mi propio país -en mi casa- el camino, es lo que más me ha marcado. Y, por primera vez en mi vida tuve que decirle a Proust que tenía toda la razón del mundo.

"El verdadero viaje de descubrimiento no consiste en buscar nuevos paisajes, sino en tener nuevos ojos."
Marcel Proust

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Sonsoles Lozano