Los que siguen no son, necesariamente, los mejores diarios del pasado siglo, sino aquellos con los que, con toda la subjetividad del mundo, más he disfrutado. Y, sobre gustos, ya se sabe...

No te hagas cruces si ves en esta lista relatos cuya lectura comenzaste y fuiste incapaz de terminar, ni te subas por las paredes si faltan otros que te han maravillado. Es normal.

Si te sirven de orientación o sugerencia, pues muy bien; pero no te crees muchas expectativas, que luego vienen las decepciones.

–¿Y qué hago con los demás diarios?

–Lo que quieras, pero si no los lees te vas a perder párrafos antológicos por aquí y por allá, visiones de cómo era el Camino allá por la Edad Media, situaciones como la vivida por Cándido Sevilla en Foncebadón, el documentado relato de Rogelio Vázquez o las andanzas de Chufo en 1994.

–¿Y si el diario de turno no me hace mucha gracia?

–Ante todo, mantén la calma. Cada peregrino tiene su estilo escribiendo y no todos los relatos tienen por qué gustar a todos. Además, siempre puedes leerlo en diagonal, que irás más rápido.

–A ver, que yo tengo un diario que aparece en el listado general, pero no en esta selección. ¿Puedo reclamar?

–Ni se te ocurra. Y tampoco vale lo del muñequito y los alfileres.